Capítulo 6: "In hexagonis vicinis"

Byron convenció a Lara de dejarla acompañarla a casa de sus padres ese día. Sirius había dicho que por el momento él se encargaría de los asuntos de la orden y que podían tener la tarde libre para conocer un poco más el lugar; aquello les pareció bien, aunque Lara supo que Sirius hacía aquello porque él también creía que entre Byron Murphy y ella existía algo más allá de la amistad.

Así, ambos salieron del Grimmauld place, abrigados hasta las orejas y con las manos enfundadas entre los bolsillos de sus chaquetas. Byron no parecía tener demasiado frío porque, a pesar de que parecía más una máquina de vapor que una persona cuando hablaba, este no paraba de decir lo emocionado que se encontraba por dejar atrás sus años como profesor y dedicarse a algo que realmente le gustaba.

Ninguno sabía que camino tomar hacia la casa de los Tonks, por lo que antes de salir del Grimmauld place, Molly tuvo la amabilidad de marcarles un pequeño mapa que les recitaba en qué dirección girar y en cuales calles cruzar. Byron parecía bastante relajado; dejando una de sus manos fuera de la chaqueta intentó coger a Lara por el brazo a lo que ella se negó. Byron soltó una carcajada

—No muerdo, ¿sabes?

—No me sorprendería si lo hicieras

—Apuesto a que no— Byron sonrió de lado, volviendo a colocar su mano dentro del bolsillo—Llámame paranoico, pero por alguna razón siento que tratas de evitarme. Dime, ¿es por ese chico Bill?

Lara se quedó callada, ¿es que acaso todos estaban conscientes de su pasada relación con William Weasley? Bueno, quizá no todos, porque aún había personas en la orden que pensaban que Byron y Lara hacían una buena pareja. Ella carraspeó la garganta y fingió patear un pequeño guijarro del suelo

—No te evito, sólo trato de no responder a tu ferviente acoso

—Así que ahora soy un acosador—Byron sacudió la cabeza—Perdón por demostrar que me importas

—Tienes una manera de hacerlo muy extraña

—Ya, seguro

El rostro de Byron se tornó triste de pronto, lo que hizo que Lara se sintiera mal por sus palabras, después de todo, Byron se había tomado la molestia de acompañarla hasta allá y ayudarle en todo lo que pudiera en la Orden. Por supuesto que Lara no se lo había pedido, pero él lo había hecho por ella y le agradecía siendo grosera.

No podía prometerle sentir algo, porque así no es como el verdadero amor funciona, no puedes obligar a tu cuerpo a sentir reacciones que no tiene ni ordenarle a tu corazón amar a quien no quiere. Simplemente podía prometerle amistad, algo que quizá Byron no quería.

—Lo lamento— Se disculpó Lara. Byron la miró—Es sólo que a veces tus insinuaciones me agobian y tu cinismo...

—Vale, ya entendí— Byron hizo una mueca logrando hacer reír a Lara. Él sonrió—No debí mentirle al chico Weasley al decirle que tú y yo teníamos algo. Es obvio que eso causó que casi todos pensaran que en verdad nos íbamos a casar.

—Sí, los gemelos Weasley pueden ser peligrosos

—Pero eso no responde mi pregunta—Saltando un par de escombros que estaban en su camino, Byron se detuvo, girándose hacia Lara para evitar que siguiera caminando—En Beauxbatons no parecían importarte los rumores que existían respecto a nosotros, pero aquí parecen no gustarte en lo absoluto, lo que me deja con la idea de que la presencia de Bill Weasley te importa demasiado, ¿Estoy en lo correcto?

—En el colegio estábamos rodeados de chicos que no hacían nada más que buscar en que pasar el tiempo. Madame Maxime les tenía prohibido salir del castillo y lo único que tenían para distraerse era formular cotilleos. No importaba lo que hiciera, los rumores jamás iban a parar así que, ¿para qué molestarse? Únicamente aprendí a ignorarlos— Lara se quedó callada un momento antes de suspirar—Pero aquí en Londres es diferente, no sólo porque a las personas no les importa lo que tú y yo seamos, sino que hay asuntos más importantes en los cuales invertir su tiempo. Aquí somos desconocidos y si hay rumores entre nosotros una sola vez, los habrá siempre.

—Así que... ¿Bill Weasley...?

—Somos amigos, es decir, lo fuimos hace mucho tiempo, antes de que yo me fuera a Francia.

— ¿Ahora no lo son?

—No. No lo sé, tal vez. Es sólo que han pasado muchos años y las personas cambian, justo ahora no sé qué es lo que le gusta ni a que se dedica a pesar de que cuando éramos niños amaba las piruletas de fresa y soñaba con romper maldiciones. Tal vez ya cambió de parecer

—Tendrían que empezar desde cero

—Así es

Ambos continuaron con su camino, esta vez sin sentir la tensión entre ellos e incluso permitiéndose bromear una que otra vez. La casa de los Tonks se veía desde lo alto de la colina con lo que Lara pudo recordar la calidez de su hogar y aquellos colores vibrantes que siempre había tenido y que a su padre tanto le gustaban. Se detuvieron, apreciando la fachada de la casa.

— ¿Les contaste sobre lo otro que tus poderes pueden hacer? —Byron preguntó. Lara se estremeció de pies a cabeza

—No me pareció importante decirlo

—Lara...—Byron le miró con reproche. Ella jadeó

—Sabes que aún no puedo controlar esa parte, Byron. Siquiera intentándolo mataría a la persona, lo sabes. Además, no podría practicar el in hexagonis vicinis sin que me acusen de hacer magia oscura

—Será peor si lo retienes por mucho tiempo, Lara

—Lo sé

Al llegar a la casa de los Tonks Lara debatió si aquello era una buena idea. Hacía muchos años que no veía a su madre más que a través de las fotos que Dora la enviaba en cada carta, lo cual no era mucho. Por supuesto que había extrañado a su familia, pero no podía volver si sus poderes seguían comportándose como si tuviesen vida propia. Aun no podía controlar lo que la profesora Delacour nombró como el in hexagonis vicinis, sin embargo había logrado dejarlo encerrado a pesar de las altas consecuencias que esto podría traer.

Byron tocó a la puerta una sola vez con la que bastó para que ésta se abriera de inmediato. Del otro lado de la madera rojiza estaba un hombre alto, de cabello rubio y con una barriga semejante a la que tienes cuando comes muchos dulces; llevaba en las manos un bate de béisbol y su bigote se movía cada vez que respiraba. Sus pequeños ojos claros se detuvieron en los desconocidos hasta que, observando fijamente a Lara, reconoció de quien se trataba. Lara sonrió tan grande como pudo antes de abrazar al hombrecillo con fuerza

—Papá

— ¡Oh, mi pequeña Lara! — Ted Tonks dejó caer el bate al piso para abrazar a su hija con entusiasmo— Por un momento no supe de quien se trataba, pero yo podría reconocer esos bellos ojos azules donde fuera ¡Merlín! ¡Mi pequeña princesa volvió!

—También te extrañé, papá

—Dora no nos dijo que vendrías, pero ella estaba comportándose muy extraño ayer por la noche y esta mañana antes de que partiera al ministerio, ¡Ahora sé por qué!

—Supongo que no quería arruinar la sorpresa

—Seguramente, cariño, ¡seguramente!

Dándose cuenta de la presencia de Byron, Ted le ofreció su mano y con una corta presentación de su parte, él asumió que se trataba de un amigo de Lara. A ella no le extrañó, porque su padre la conocía demasiado bien como para saber que, de tener una relación formal con alguien, ellos serían los primeros en saberlo. Sonriendo ampliamente, Ted los hizo pasar a la casa, levantando su bate del piso y cerrando con llave la puerta principal

—Ustedes disculparan que los haya recibido de esa manera, pero Drómeda me ha estado contando lo que sucede allá fuera y bueno, tengo que tomar mis propias precauciones

— ¿Cómo van las cosas por aquí?

—Todo está bien aquí en casa— respondió, invitándolos a pasar al comedor donde colocó tres tazas de té en la mesa y un plato repleto de galletas de nuez. Ted colocó un poco de la infusión en cada taza antes de continuar: — Ha estado haciendo demasiado frío últimamente, pero tu madre me ha explicado que se debe a lo que ustedes le llaman dementores. Yo no puedo verles, aun así, me parecen unas criaturas horrendas si pueden hacer que el clima baje tan estrepitosamente

— ¿Mamá está aquí?

—No— Ted le dio un sorbo a su taza de té antes de mordisquear una galleta— Fue a Hablar con... uh... Dumbledore, sí, creo que así le llaman

— ¿Dumbledore? — preguntó Lara mirando a Byron quien parecía igual de confundido que ella. Ted asintió— ¿Por qué tendría que hablar con él?

—Drómeda quiere ayudar en todo eso de la Orden del Fénix, pero se detiene por mí, porque sabe que, si me vuelvo miembro, no podré hacer la gran cosa y sólo me expondré al peligro. Mencionó algo de ofrecerle nuestro hogar como casa de seguridad

— ¿Casa de seguridad?

—Son lugares donde los miembros de la Orden puedan ir en caso de que el Grimmauld place sea invadido—explicó Byron—Recuerdo haber escuchado a mi padre hablar de algo similar hace tiempo

—Debe ser un asunto muy importante—Dijo Ted, mirando el reloj en su muñeca—Tu madre lleva mucho tiempo fuera, ya debería haber regresado para estas alturas

No necesitaron esperar más porque ni bien Ted se puso de pie para ir a buscar a su esposa, ésta abrió la puerta, entrando a la casa con un salto y dejando su bolso en el umbral. Lara decidió no esperar más, sino que se levantó de su lugar y caminó hacia el pasillo, encontrando a Andrómeda a la mitad de las escaleras hacia la cocina.

Sus ojos se encontraron y Lara supo que Sirius había tenido razón. Lo único que existía en el corazón de su madre era un profundo sentimiento de pérdida; Andrómeda no estaba molesta, simplemente la extrañaba. Los grandes ojos de la mujer se empañaron y, cambiando de dirección caminó hacia Lara y la estrechó en un abrazo que las reconfortó a las dos. Andrómeda suspiró, separándose de Lara

—Dumbledore tenía razón, volviste

— ¿Él...?

—Sólo me dijo que habías vuelto ayer por la tarde. Yo no le creí hasta que... bueno, no importa—Andrómeda se detuvo de hablar lo que a todos les pareció extraño. Tomó las manos de Lara apretándolas suavemente—Me alegra que hayas vuelto. Han pasado tantos años

—Lamento haberlos hecho esperar, pero no podía volver y ponerlos en peligro. Después de lo que le pasó con Dora...

—Fue un accidente— Andrómeda sonrió—Además, Albus me contó que has aprendido a manejar tus poderes de maravilla

—Hay algunas cosas que Dumbledore desconoce—Declaró Lara. Su madre la observó confundida—Pero sí, básicamente es verdad

—Me alegro

Puede que Lara hubiese pasado mucho tiempo lejos de su familia, no obstante, seguía conociendo a su madre y sabía que el silencio que en ese momento profesaba no era muy propio de ella. Ted era consciente de ello, por lo que le preguntó si estaba bien, si es que le había sucedido algo en el camino a lo que Andrómeda únicamente respondió sacudiendo la cabeza y colocando una de sus delgadas manos sobre el hombro de su hija

—Necesito hablar a solas con Lara, eso es todo

—Bien, vamos, muchacho—Ted tomó a Byron por los hombros, acercándolo a él—Te mostraré mi colección de rocas

—Tu padre ha permanecido encerrado por días— Explicó Andrómeda mientras subían las escaleras hasta la habitación principal y se sentaban en la cama. Lara notó el frío que embargaba la habitación, por lo que mandó un destello de luz a una de las esquinas del cuarto haciendo que todo se iluminara. Andrómeda sonrió—Sé que es algo tonto, el que deje a tu padre en casa, quiero decir, aun así, no puedo darme el lujo de dejar que salga a la calle con todo esto que está ocurriendo, ¿sabes lo que los mortífagos le hacen a los muggles? ¡Ellos lo matarían sin pensarlo dos veces! Es horrible, Lara, es justo como era hace catorce años cuando tomó el poder por primera vez

» Albus necesita toda la ayuda posible, es por eso que le he ofrecido esta casa como un refugio en caso de que algo suceda con la casa de Sirius. De esa manera estaremos ayudando a la causa a pesar de no ser miembros oficiales de la Orden.

—Mamá—Lara le interrumpió—Me parece que confías demasiado en Albus Dumbledore

—No siempre es así— Andrómeda se levantó de su lugar y caminó por la habitación—Si algo he aprendido de Albus es que siempre tiene secretos que guarda recelosamente de los demás. Es un hombre muy sabio, por lo que siempre sabe más que todos.

— ¿Y eso es bueno?

—A veces—Andrómeda parece confundida porque camina de un lado a otro como pensando en su siguiente movimiento. Observó a Lara antes de agacharse y jalar algo debajo de su cama— Lo he estado pensando mucho Lara y creo que este es un buen momento para que tengas esto

— ¿Qué... que es...?

—Venía contigo el día en que tu padre y yo te encontramos—La mujer le entregó una canasta—Bueno más bien tú venias en ella. Eras tan pequeña que cabías perfectamente en esta canasta

— ¿Por qué me la das? Nunca antes lo habías hecho

—Pienso que es momento de que sepas de dónde vienes, cariño. Sabes que esta es tu familia y que siempre te vamos a amar, pero eso no quita el hecho de que tu deber es saber de dónde provienes y porque tienes esos poderes

— ¿Y... de que me ayudará esta canasta?

—Bueno, tu apellido viene en ella—Andrómeda le sonrió—Si decides buscar... entonces sabrás quien y porque te dejaron aquí ese día

—No sé si quiero saberlo, mamá— La voz de Lara se cortó—Ustedes son mi familia

—Lo somos—Los ojos de la mujer se empañaron—Lo seremos hasta que el ultimo de nosotros muera, pero tal vez conociendo tu origen puedas manejar tus poderes al cien por ciento

Y, pensándolo con profundidad, Lara supo que tenía razón, porque entonces podría manejar el in hexagonis vicinis sin dañar a nadie y lograr que produzca un buen efecto para la Orden del Fénix. Asintiendo, Lara aceptó la canasta recibiendo un beso en la frente por parte de su madre

—Estoy muy feliz de que estés aquí, cariño. Muy feliz

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