Capítulo 31: "La verdad de Albus Dumbledore"

Los pequeños ojos marinos de Dumbledore se abrieron con sorpresa, mirando la forma en la que Lara Lexington entraba por la puerta de su oficina cargando consigo una muy peculiar canasta de mimbre un tanto desparpajada. Sus manos formaron un par de tensos puños que escondió debajo de su bata mientras advertía las acciones toscas de Lara.

La canasta fue a parar a su escritorio junto a la piedra de la resurrección que le dio al inicio de los entrenamientos. Lara cerró la puerta de la oficina y, sin pedir ningún tipo de permiso, selló cada una de las paredes para que nadie pudiera escucharles. Albus Dumbledore se mantuvo sereno todo el tiempo a pesar de palpar la molestia que la chica emanaba.

—Esto es suyo—dijo, acercando un poco más la canasta al rostro del hombre—Imaginé que lo querría de vuelta después de tantos años, tomando en cuenta lo difícil que debió ser para usted robarla

—Lo siento, Lara, pero me temo que no sé de qué estás hablando

—No finja—Apoyando sus codos sobre el escritorio, Lara ensanchó los ojos, indicándole que no estaba dispuesta a tolerar una mentira más—Siempre me pareció extraño que usted dijera no saber nada sobre mis verdaderos padres y que me prohibiera dejar el castillo para buscarlos que, como usted mismo había dicho, era una pérdida de tiempo. Ahora debo confirmarle que, en efecto, perdí mi tiempo buscando en otros lugares cuando la respuesta a mis preguntas estuvo frente a mis ojos todo el tiempo

—Lara...

—Lara Lexington, esa soy yo, ¿verdad?—Dumbledore se levantó, dándole la espalda—O al menos se supone que eso es lo que debía creer, pero para su mala suerte me he dado cuenta de que en realidad yo no tengo nada que ver con los Lexington—Albus se giró a mirarla, atónito—Que agallas de mentirme a la cara día tras día, profesor. Dígame, ¿alguna vez tuvo la intención de decirme la verdad? ¿De decirme que fue usted quien me abandonó esa noche frente a la puerta de los Tonks?

—Muchas veces quise hacerlo, no imaginas lo difícil que fue para mí el abandonarte bajo la fría lluvia, sin embargo no existía otra opción, estaba atado de manos

—Sabe quiénes son mis padres, ¿no es así? ¿Mi verdadera familia?

Albus asintió, olvidándose de la farsa que estuvo manejando desde hacía ya mucho tiempo. Los fanales de Lara se llenaron de lágrimas, cerrándolos tan sólo para darse cuenta de que la situación estaba afectándole más de lo que esperó. El hombre se aproximó a una de sus repisas, recargándose en ella como si el peso de aquel secreto le quitara el aire; Lara se le acercó, prohibiéndose determinantemente sentir algún tipo de compasión por el envejecido director.

—Dígamelo

—No puedo—Albus susurró—Al menos no así

— ¿De qué habla?

—Tienes que jurarme que nada de lo que se hable aquí saldrá de esta habitación, al menos hasta que sea el momento de que se sepa la verdad—Su respiración estaba acelerada y, si no fuera porque Lara se encontraba inmersa en lo que sus palabras podrían significar, hubiese pensado que el director del colegio estaba próximo a sufrir un ataque al corazón—Necesito que me jures que absolutamente nadie se enterará de lo que te diré esta noche, es muy importante que me des tu palabra

—En vista de las circunstancias, profesor, no creo que esté en el derecho de pedirme nada. Ahora las reglas las pongo yo, así que hable

—Lara, por favor

— ¿Qué otras cosas esconde?—preguntó, abrumada—¿Quién es usted en realidad?

—Te diré todo lo que deseas saber, cada cosa que no entiendas yo te la explicaré, juro por Merlín que lo haré, a cambio necesito que tu hagas lo mismo, que me des tu palabra y jures silencio.

Su propuesta era humillante, pensó Lara, pues no existía nada que pudiese ser peor que el esconder su origen durante tanto tiempo; no entendía que era lo que Dumbledore buscaba ni que era eso tan importante que no quería que Lara divulgara, aun así, ella requería conocer su pasado, encontrar una fuente de esperanza en toda esa situación que la hundía poco a poco. No había otra salida, era sucumbir ante la petición de Dumbledore o no enterarse de nada; al final, con un suspiro de derrota y una mirada amenazadora, aceptó sus condiciones.

—De acuerdo, juro no decir nada

—No, eso no es suficiente—Lara frunció el ceño—Hagamos el juramento inquebrantable

Una alarma se encendió de pronto, creyendo que algo tan grave como lo era un juramento inquebrantable era innecesario. Dumbledore estaba loco, o en el peor de los casos, desesperado. Cogió las manos de Lara antes de que se alejara, suplicándole con la mirada envejecida que aceptara sus términos. Lara accedió sólo porque la curiosidad era más grande que todo.

—Bien, llamemos a Severus

Snape apareció dentro de la oficina ni bien transcurrieron un par de minutos luego del llamado inesperado de Dumbledore. Lara tembló en su lugar después de que el jefe de la casa de las serpientes le tomara la mano y la juntara con la de Dumbledore; su agarre se hizo cada vez más fuerte hasta que las palabras fueron pronunciadas y de la varita de Snape salió un nubarrón dorado que les hizo toser. Severus conjuró sus manos solemnemente, mirando a Lara para recordarle que, cualquiera que incumpliera con aquel pacto sería castigado con la muerte. Él dejó el salón minutos después, cuando Dumbledore creyó que el momento de hablar había llegado.

—Tienes razón, yo conocí a tus padres—Lara cerró los ojos—Tú padre era un buen amigo mío y a veces tendíamos a montar torneos de ajedrez, ¿sabes? Siempre perdía en ellos, pero sólo era porque tu padre hacía trampa. El caso es—Hizo una pausa en la que se tomó de los vértices de su escritorio, intentando recuperar la respiración—Manteníamos una relación muy cercana, ellos confiaban en mí como yo lo hacía con ellos al punto de... de revelarme su gran secreto

» Joanne, tu madre, era una hechicera muy poderosa a la que le gustaba experimentar con su magia, era impresionante verle conjurar hechizos sin utilizar su varita o algún otro tipo de objeto mágico más que sus manos de plata. Probaba cada encantamiento que se le cruzara por el frente y persuadía a tu padre para que hiciera lo mismo, convirtiéndose en la pareja de magos más fuerte que había visto en mi vida.

» Luego de la aparición del Señor Tenebroso, decidí fundar la Orden del Fénix y tus padres fueron los primeros en apoyarme, seguidos de los Longbottom y los Prewett; pasados dos años de la fundación llegaste tú, por lo que tus padres pasaron de ser los miembros más activos a ser los que aparecían solamente cuando era sumamente necesario.

» Eras una recién nacida, pero Joanne siguió con sus experimentos ni bien terminó de dar a luz, encontrando en un libro antiguo lo que parecía ser un encantamiento desconocido para muchos magos y brujas. Una noche, mientras tomábamos el té en casa, Joanne me contó sobre ese hechizo haciendo referencia a lo extraño que era; mencionó que se trataba de una especie de don que se le concedía a la persona que lograra conjurarlo de la manera adecuada, dotándolo de un poder inimaginable: el poder de combatir la oscuridad desde la raíz.

La cabeza de Lara comenzó a dar vueltas gracias a los increíbles datos sobre sus padres que estaba recibiendo. Dumbledore parecía igual de afectado que ella, aunque no se detuvo ni un segundo para respirar y continuar con su relato.

—Le aconsejé que no lo intentara pues parecía ser un hechizo creado por aficionados y que seguramente eran partidarios de la magia negra. Joanne no me escuchó y un día decidió hacerlo.

» Yo estaba en mi casa cuando Darren, tu padre, llegó diciendo que el encantamiento resultó mal, que Joanne profirió las palabras erróneas y que el hechizo terminó rebotando sobre ti. Eras apenas una bebé de semanas, Lara y aun así estabas ya condenada a un destino peor que la muerte.

» Tus ojos... tus ojos eran grises cuando naciste, pero el hechizo los volvió tan azules como el mismo océano y tan profundos como un torrente. Habías nacido ciega y el supuesto error de tu madre te dotó de visión.

» Pero luego pasaron un par de días más y Joanne, teniéndome a mí como su confidente, me contó de las magníficas habilidades que adoptaste luego del incidente: tus pequeñas manos se iluminaban y cada rastro de preocupación u oscuridad se disipaban; eras una bebé con un don excepcional, un don que podía vencer a la maldad misma.

» Para ese momento yo poseía... yo tenía en mi poder una reliquia que, me avergüenza decirlo, robé de tu madre

—Esa reliquia era...

—La piedra de la resurrección, sí—La voz del hombre flaqueó, volviéndose un susurro—Tu madre era descendiente de Howard Peverell y, siendo que Cadmus, el verdadero dueño de la reliquia terminó muriendo más pronto de los esperado, la piedra pasó a manos de su hermano menor.

» Todo parte de la fábula de los tres hermanos, aquellos que la muerte les obsequió objetos bendecidos por su manto. Ese día, cuando la fábula dio pie, el último de los hermanos, Howard, se había quedado en casa cuidando a su madre que estaba muy enferma. Al enterarse de la muerte de Cadmus él encontró la piedra de la resurrección entre sus cosas, llevándosela consigo inmediatamente después; el objeto pasó de mano en mano a cada miembro de la familia hasta detenerse en Joanne. Yo la robé porque, en ese entonces, mis deseos sobre ser el amo de la muerte eran muy fuertes. Tenía una reliquia a mi alcance, no podía desperdiciar la oportunidad, luego me hice con la capa de invisibilidad, pero esa es otra historia.

» La verdad es que... leyendo el libro de tu madre, encontré que los dones adquiridos con el encantamiento hexagonis eran parciales, lo que quería decir que podían revertir las maldiciones imperdonables, sin embargo, sería muy difícil revertir la muerte por la naturaleza tan compleja de ésta. Lo que el libro no decía, era que, teniendo un complemento como la piedra de la resurrección, la idea de vencer a la muerte no era del todo descabellada. Mi mente intoxicada por el deseo de poder fue más fuerte que la amistad que me unía a tus padres, por lo que una noche entré a su casa y te robé de allí.

Lara se sintió enferma, asqueada de tener que seguir viendo la cara del hombre que acababa de confesarle que le había alejado del regazo de sus padres. Dumbledore parecía realmente afectado, por lo que tuvo que tomarse un par de minutos para respirar e hidratar su garganta desgarrada

— ¿Cómo pudo hacerme eso?—Le preguntó, llorando— ¿Cómo fue capaz de traicionar la confianza de mis padres?

—No me arrepiento de nada, Lara, porque esa misma noche Joanne y Darren murieron a manos de Lord Voldemort—Lara sollozó, adolorida—Él buscaba lo mismo que yo pues de alguna manera logró saber el secreto de Joanne y cualquier cosa que fuera más fuerte que la oscuridad, él debía detenerla. Él deseaba tu poder, Lara, sigue deseándolo

—Es por eso que lo veo en sueños. La figura que veo... es él

—Por supuesto que mis acciones no se justifican, he vivido atormentado toda mi vida a causa de mi traición. En el mismo momento en que te saqué de casa me arrepentí, quise volver por donde vine, pero a cambio encontré los cuerpos sin vida de tus padres. Te llevé conmigo, viviste a mi lado una, quizá dos semanas hasta que me topé con la cabaña de los Lexington y robé un canasto de su depósito. Te abandoné en la puerta de Andrómeda horas después. No lo sé, Lara, quizá todo habría sido diferente si me hubiese quedado contigo, después de todo, yo seguía siendo tu padrino y tú mi ahijada

Para ese momento, Lara prefirió no saber nada, quedarse en el anonimato y no tener esas ganas de golpearle en la cara a Albus Dumbledore. Él se acercó, provocando que su ahijada diera un paso hacia atrás.

—Era una persona muy diferente a la que soy ahora, Lara. Te pido que me perdones

—Me abandonó... me abandonaste a mi suerte con unos desconocidos cuando pudiste criarme como si nada hubiera pasado, como si mis padres no hubiesen existido

—No podría. En primera porque no quería corromper tu tierna mente con mi comportamiento y en segunda porque no habría manera de explicar por qué te encontrabas conmigo

— ¡Eras mi maldito padrino!—Le gritó, encolerizada— ¡Tenías la excusa perfecta para quedarte conmigo!

—Entiéndeme, yo no era la mejor opción para cuidarte y sabía que con Andrómeda estarías mejor. Sólo quería protegerte

—No, lo único que buscabas era beneficiarte, sacar provecho de la situación de mis padres, usar la herencia de sus antepasados para convertirte en un ser poderoso—Dumbledore sacudió la cabeza—Preferiría haber muerto en el ataque, Dumbledore, lo preferiría mil veces

—Ha sido mejor así, porque ahora tenemos una oportunidad de aprovechar tus habilidades

Habían sido muchas explicaciones, pero aún estaban ahí cosas que Lara no entendía.

— ¿Por qué mis poderes no se manifestaron salvajes siendo un bebé? No tenía control de ellos, fácilmente pudieron haber explotado de un momento a otro

—Coloqué un hechizo protector en ti antes de abandonarte, Lara. Incluso mantuve un ojo en ti durante todos estos años aun cuando te encontrabas en Francia

—Sabías que volvería luego de que Dora me hablara de lo que estaba pasando, ¿no es así?

—No lo sabía, pero esperaba que así fuera. La protección duraría cinco años, los suficientes para que tuvieras la capacidad de contenerlos hasta los once, edad para que partieras a Beauxbatons. Era algo claro para mí que no querrías estar en Hogwarts, por lo que tu opción principal era básicamente alejarte. Conozco a la profesora Delacour, y sé que hizo un trabajo maravilloso contigo

— ¿Entonces... mi apellido...

—Lara Agnes Sophia Eleanor Stinchcombe, esa es quién eres. Perdón por la extención, tus padres me dejaron nombrarte, aunque a ellos les gustaba simplemente Lara Stinchcombe

— ¿Cómo...?

—Tu padre era descendiente de Linfred de Stinchcombe, un viejo alfarero que era conocido por todos por sus grandes habilidades en crear objetos de barro y pociones únicas—Dumbledore acarició el collar que descansaba en el cuello de Lara—Las personas del pueblo le apodaban el 'Potterer' o simplemente 'Potter'—Lara comenzó a sentirse enferma—Éste collar era posesión de tu padre, él mismo grabó tus iniciales en el reverso como una forma de tener a tu familia siempre contigo. Muchos años trascurrieron y el apellido de Stinchcombe se transformó en "Potter", o al menos en la línea de parte de Hardwin, el hermano de tu tátara tátara abuelo. En tu línea familiar, el apellido no cambió, sino que se mantuvo como originalmente era

—Eso quiere decir que yo... yo...

—Eres familiar de Harry Potter

—No... no puede ser cierto

—Lara...

— ¡No!—Se alejó, pegándose lo más posible a la pared—No, aléjate de mí, no quiero... no puedo creerte... no

—Sé que es complicado, que mis acciones han hecho que éste asunto sea un embrollo, pero esa es la más pura verdad, Lara. Cree en mi

—Cécile siempre dijo que no podía confiar en alguien como tú y yo podía entender por qué hasta ahora. No eres una persona de fiar, Dumbledore. No creo en ti, tampoco creo que tus intenciones hayan sido buenas al traerme a este lugar luego de lo que he escuchado. Tú... únicamente me has utilizado como un trapo que puedes manipular y deshacerte de él a tu conveniencia. La promesa de ayudarme a controlar mis poderes... era una estrategia para aprovecharte de mi

—Por supuesto que no, he cambiado

—No has cambiado en nada—Lara rio con ironía—Quieres hacerle ver eso a todo el mundo a pesar de saber que has hecho cosas que bien podrían ser castigadas en Azkaban. Bloqueaste mi numerología para que Cécile no descubriera tus sucios secretos, no para protegerme. Es todo, me largo

—No puedes hacer eso—Le detuvo antes de que dejara el salón—Nuestra misión...

— ¿Misión? Yo no tengo ninguna misión, ya no quiero ser parte de tus planes

—La comunidad mágica depende de ello, Lara

— ¿Así como dependen los Longbottom?—Dumbledore guardó silencio, sopesando sus palabras—Dime, si alguien de verdad te importa, si los padres de Neville, aquellos que te apoyaron con toda esta locura de la Orden del Fénix necesitan de tu ayuda, del correcto desarrollo de mis poderes... ¿por qué no me llevaste con ellos luego de ver que pude sanar al inferius de la maldición cruciatus? ¿Por qué esperar hasta que reviviera al inferius?—Él no contestó—Tu ambición sigue ahí, Dumbledore, pudriéndote el corazón. Olvídalo, me iré de aquí y me llevaré a Harry conmigo

—No puedes llevártelo

— ¿Porqué? Después de todo, él es mi verdadera familia

—Juraste no decir nada—Lara notó con sorpresa que su discurso había hecho llorar a Albus—Morirás si rompes el pacto

—Entonces me hiciste jurar no decir nada acerca de mi origen, de los lazos que me unen a Harry... ¿para qué tu verdadera maldad no salga a la luz? Dime, Albus, ¿estás seguro de que Lord Voldemort es el verdadero villano en esta historia?



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