Capítulo 30: "Los Lexington"

Maratón [3/3]

—Yo no bloquee mi numerología —Sentada frente a la chimenea de la sala común de Slytherin, sosteniendo una taza humeante de chocolate con malvaviscos y vistiendo un enorme jersey de lana, Lara le reveló su secreto a Cécile—Dumbledore lo hizo

Llevaban sentadas frente al fogón toda la tarde, comiendo chucherías y bebidas calientes que los elfos domésticos prepararon especialmente para ellas, Decenas de mantas estaban alrededor junto a un par de almohadas y potes de helado de menta. Luego de la llegada de Cécile ambas decidieron hablar y pasar todo el tiempo posible juntas. Lara se sintió bien con eso, porque cualquier plan que involucrara a su mejor amiga era el mejor de todos.

Cécile hizo una mueca, llevando sus rodillas hasta su pecho para abrazarlas con el jersey que ella llevaba encima

—Jamás me voy a cansar de decir que no confío para nada en Albus Dumbledore. Él ha sido muy amable en dejarnos quedar aquí aun cuando Umbridge ha hecho de todo para que tanto Dora, tu y yo nos vayamos del castillo, aunque eso no significa que deje de desconfiar en él a cada paso que da. ¿Bloquear tu futuro? ¿Para qué exactamente?

—Dijo que era necesario porque, así como tú puedes husmear en mi futuro, cualquier otro experto también podría

—Ya, sigo sin comprarle esa mentira

—Según Dumbledore era realmente importante que nadie supiera sobre nuestros entrenamientos en el bosque, sobre los avances que he tenido con mis poderes —Lara suspiró—No lo sé, Cécile, mis poderes, sea lo que sean, están logrando cosas inimaginables

—Pero eso es algo que ya sabíamos, ¿no? Quiero decir, la madre de Fleur supuso desde un principio que con el entrenamiento suficiente tus habilidades crecerían—La cara de Lara se contrajo al escuchar el nombre de la chica francesa. Cécile se disculpó— ¿No es eso lo que buscabas?

—Si, por supuesto. Nunca antes había experimentado algo igual, incluso logré crear un patronus

—Vaya, ¿de verdad?

—Era algo parecido a eso, me atrevería a decir que resultó incluso más fuerte que un patronus normal, empezando porque no cree uno, sino cuatro

Los ojos de Cécile se abrieron, sorprendidos

—Oh, vaya

—Creo que es un poco impresionante, si

— ¿Un poco? Merlín, Lara, me tienes barriendo el piso con la noticia—La francesa sonrió—Es genial, me alegro mucho por ti

El tiempo pasó volando y Lara decidió contarle absolutamente todo lo que pasó durante su ausencia –ella se refería a la molestia que sintió, no obstante, el caso era el mismo- por lo que, pasada la media noche, ambas chicas estaban recordando sus travesuras en el colegio siendo alumnas y luego profesoras. Cécile reía ampliamente, aunque Lara no lo hiciera tanto. Al final Cécile Brodeur y Lara Lexington terminaron acostadas lado con lado, mirando el techo mientras su plática terminaba.

—Entonces, ¿me dirás a donde fuiste después de... mi llegada?

Cécile carraspeó la garganta

—Uh... fui al Grimmauld place

— ¿Para qué?

—Para intercambiar un par de palabras con William Weasley

—Por favor, dime que no lo golpeaste

—Oh, sí lo hice

—Cécile—Lara le miró mal a pesar de que eso no duró mucho gracias a la mueca de disgusto de la francesa

—Tú mejor que nadie sabe lo que significas para mí. Durante nuestro tiempo en Beauxbatons siempre estuviste a mi lado, defendiéndome de las chicas que me molestaban, peleaste con ellas por mí y me consolaste cuando sucedió todo el drama de mi familia—Cécile le sonrió, nostálgica— ¿Qué clase de amiga sería si no me doy el tiempo de retribuir todo lo que hiciste por mí?

—No es necesario que lo hagas

—Claro que no, pero quiero hacerlo. Muy en el fondo siempre supe que no habías sido tú quien me bloqueó el paso a tu numerología pues jamás has tenido secretos conmigo, ahora no tenía por qué ser la excepción, en cambio había señales que me hacían pensar que de alguna manera habías aprendido a hacerlo y que tenías algo que esconder; luego de meditarlo un par de veces llegué a la conclusión de que no eres demasiado lista para algo como eso—Lara le golpeó el brazo— Hey, sabes que es verdad

—Sí, gracias por recordármelo

—El punto es que... te quiero—Lara sonrió. Sus ojos perlados en lágrimas—Eres como mi hermana, así que no podía permitir que William te lastimara. Sé que no arreglé absolutamente nada con mi visita, inclusive creo que empeoré las cosas con Charles, pero no importa, eres mi familia, Lara, yo haría cualquier cosa por ti. Cualquier cosa

—Y yo por ti, Cez

—Bien. Ahora—Ella se acomodó mejor al lado de Lara, girando su cuerpo para quedar frente a frente logrando notar la hinchazón en sus ojos azules—Sé que es difícil para ti tocar el tema, aun así, me gustaría saber qué es lo que piensas hacer respecto a William

—No lo sé—Lara acarició su collar queriendo ignorar el llanto que se agolpó en su garganta—Justo ahora no deseo enfocar mi atención en eso. Lo nuestro terminó y en lo único en lo que puedo pensar es en que quizá esto fue lo mejor. Tal vez yo jamás debí dejar Beauxbatons y el debió quedarse en Egipto, así no tendría la sensación de vacío que tengo ahora

—Si lo pensamos mejor, lo que le hice a Bill no es nada comparado a lo que en realidad tengo pensado hacerle. Es un idiota

—No te preocupes por eso, que yo ya me he encargado

— ¿Byron?

Cécile y Lara se levantaron, sorprendiéndose de la presencia del auror en el umbral de la mazmorra. Cécile frunció el ceño al verle acercarse con un par de vendas enrolladas en los nudillos y un pequeño cardenal floreciéndole en la comisura del labio. Saludó a ambas antes de dejarse caer junto al fogón tomando un par de dulces que antes Lara estuvo engullendo.

— ¿Qué haces aquí?

—También me da gusto verte, Lara. Debo decir que esperaba otra clase de recibimiento luego de no vernos por meses, lo que me deja con una gran decepción

—Lo lamento, es sólo que me sorprende verte, ¿Dumbledore te dejó pasar?

—Me escabullí. No fue difícil, después de todo no hay nadie en el castillo además de ustedes, Dumbledore y ese hombre Snape. Sumamente fácil, si se me permite decir

—Vaya, Byron Murphy rompiendo las reglas, es lo más sorprendente que he visto en mi vida—Cécile rodó los ojos luego de que Byron le sonriera con galantería

—Bueno, después de tu encantadora visita al Grimmauld place ésta mañana me quedé muy intrigado, así que decidí investigar

—Oh, no

—Si—El tono de voz de Byron cambió—Supe lo que pasó con William, Sirius me lo contó

—Él lo hizo, huh

—Sí, tu tío me explicó la situación después de molerle la cara a golpes al chico Weasley

— ¿De verdad lo hiciste? —Preguntó Cécile, Byron asintió

—Por supuesto, nadie se mete con mis chicas y resulta vivo para contarlo

— ¿Tus chicas? —Cécile elevó una ceja—Creí que yo no te agradaba

—Y es verdad, pero supongo que después de la bofetada que le diste a Bill me caes un poco mejor

—Idiota

—Yo también te quiero, preciosa

Lara sonrió porque esos dos hacían que su dolor no le asfixiara y terminara con ella más rápido de lo que creía. Cécile y Byron se enfrascaron en una palea absurda hasta que Lara les pidió detenerse.

—Bien, entonces, ¿Cuál es el plan? —Cécile miró a Lara sin entender de que iba la pregunta de Byron. Él rodó los ojos—Imagino que ahora que todo esto ha terminado pasaremos navidad aquí, así que me gustaría saber qué es lo que haremos

Cécile encogió los hombros, abrazando sus piernas mientras el jersey se enredaba en sus muñecas. Lara sabía que las navidades de Cécile nunca fueron cómodas, mucho menos luego de lo sucedido con sus padres, por lo que la única persona con la que ella recordaba pasar una buena navidad era al lado de Lara. No tenían algo especial para ese día, ni tampoco habían inventado una tradición como cualquier otra persona lo haría, sino que preferían quedarse en la comodidad de su habitación compartida en Beauxbatons y hablar durante toda la noche sobre cualquier cosa que se les viniese a la mente; se entregaban regalos hechos a mano junto a un par de tarjetas que giraban en el aire mientras tocaban sus canciones favoritas.

Aquella vez era diferente, Lara estaba convencida de que la navidad de ese año correspondía un suceso muy importante para Cécile luego de haber conocido a Charlie Weasley. El plan inicial era volver al Grimmauld place para la noche buena y despertar abriendo regalos debajo del pino adornado de Sirius, sin embargo, eso no estuvo ni siquiera cerca de pasar gracias al barullo provocado horas antes cuando Lara habló sobre la infidelidad de Bill y que Cécile viajó de improviso sólo para abofetearlo. Eso sin duda provocó problemas entre el chico de los dragones y Cécile, siendo lo último que Lara quería para su mejor amiga.

Incluso Byron parecía llevarse bien con Sirius y los demás miembros de la orden, originando que Lara se sintiera culpable al pensar que, a partir de sus problemas amorosos, sus amigos también pagarían los platos rotos. No, ella no quería compartir su miseria con las únicas personas que no le habían abandonado.

—Ustedes pueden volver a casa de Sirius si quieren—dijo Lara. Byron y Cécile dieron un respingo—Pasar navidad con los Weasley, no me molestaré por eso

—Ni hablar—Byron sonrió de lado, calentando sus manos engarrotadas cerca de las llamas de la chimenea—Llegamos a este lugar juntos y lo dejaremos de la misma manera, ¿está bien? Si tú te quedas aquí, entonces Cécile y yo te acompañaremos

—Byron...

—Odio aceptarlo, pero tiene razón—Cécile aceptó con un suspiro—Estamos juntos en esto, así que nos mantendremos unidos, aunque no quieras

—Pero, ¿Qué pasará con Charlie?

—Él sabrá entender—Cécile no parecía muy segura, no obstante, no dejó que el recuerdo del chico cambiara su parecer— Y si no, bueno, el destino se encargará de ello. Ahora—Poniéndose de pie, Cécile apuntó a las vendas ensangrentadas de Byron—Traeré algo para curar esas heridas

—Sabes que pueden curarse con un simple hechizo, ¿verdad?

Cécile le sacó la lengua

—Me gusta la medicina muggle, así que cállate

—Ella nunca va a cambiar—Rio Byron en un susurro al ver que la chica se había ido. Lara cogió sus manos delicadamente, quitando las gasas teñidas de rojo—Cécile Brodeur es un dolor en el trasero

—Los tres lo somos, sino, no seríamos amigos

—Tienes razón. Lo que hizo por ti fue admirable—Confesó Byron mientras Lara analizaba sus heridas—Volver al Grimmauld place para poner a William en su lugar, quiero decir. Jamás la había visto tan furiosa

—Cécile puede ser bastante salvaje si se lo propone—Lara susurró, limpiando la sangre de los nudillos de Byron. Éste notó que Lara evadía su mirada, lo que le hizo saber que estaba llorando—A veces me preocupa que pueda hacer cosas de las que luego se pueda arrepentir, como pelear con Charlie cuando no era necesario que lo hiciera, ella no debió...

—Hey—Byron tomó su barbilla obligándole a mirarlo. Los ojos de Lara se encontraban irritados, haciendo que el azul de su iris se tornara oscuro—Debemos entender su postura, no es fácil ver a la única persona que ha estado a su lado derrumbarse por lo que el hermano de su chico le ha hecho. Hay que darle tiempo

— ¿Y tú?

— ¿Yo? No tengo nada que perder, si eso es a lo que te refieres

— ¿Qué va a pasar con la Orden y el ministerio? El señor Weasley...

—Arthur está bien, dentro de poco podrá hacerse cargo de los asuntos del ministerio y con la Orden... bueno, no creí que fuera una buena idea renunciar. Esto no se trata de un problema pasajero, estamos hablando de una guerra que se extenderá por todo el mundo mágico. Además, la Orden fue el único motivo por el que vinimos a este lugar, ¿a qué sí? Hagamos que al menos tus lágrimas valgan la pena

—Tienes razón—Lara aceptó—Lo que tenemos que hacer ahora es enfocarnos en la orden, en proteger a Harry y tratar de terminar con Voldemort

—No es tan fácil, no creas. El ministerio se ha convertido en una red fraudulenta en la que no puedes fiarte de nadie, ni siquiera del ministro mismo. La situación es más grave de lo que pensábamos, Lara

—Entonces, ¿Te arrepientes de haberme acompañado? —Byron le acarició la mejilla

—Jamás, cariño

—No sé cómo voy a pagar todo lo que has hecho por mí, Byron, en verdad

—Creo que me basta con verte sonreír—Lara hizo una mueca—Sé que no es el mejor momento para pedirte nada, pero no me gusta verte así

—Lo lamento, justo ahora no soy la mejor compañía—Los nudillos de Byron siguieron sangrando hasta que Lara los cubrió superficialmente con las gasas que antes llevaba—Tengo que insistir en que vuelvan al cuartel, yo estaré bien

—Hemos dicho que no, mujer

—Ya han hecho suficiente por mí. Por Merlín, Byron, estás todo lastimado

—Debiste ver cómo quedó él—Lara alzó una ceja porque no creía que Byron hubiese golpeado en realidad a Bill, él jamás fue bueno en las peleas callejeras y mucho menos era partidario de la violencia –al menos cuando no existía un motivo de peso-. Lara sacudió la cabeza, incrédula

—Eres muy malo para mentir, Murphy

—Es la verdad

—Ya, seguro. Dime que fue lo que en realidad pasó antes de que te deje desangrar

Byron bufó notablemente molesto

—Lo golpee una vez y al momento de hacerlo de nuevo él se apartó haciendo que mi puño chocara contra la pared. Dejé un hueco muy grande en la sala así que me fui antes de que Molly me echara a patadas. Suena más patético de lo que en realidad fue—Lara soltó una pequeña carcajada antes de acariciar sus manos

—La intención es lo que cuenta, supongo. Aun así, gracias

—De nada—Ambos se quedaron en silencio durante un par de minutos hasta que Byron habló—No tienes que fingir conmigo, ¿sabes? Puedo ver el dolor en tus ojos

—Estoy bien

—En todo el tiempo que llevamos de conocernos jamás te vi tan emocionada por un chico hasta que llegamos aquí y te reencontraste con William. Soy consciente de que sus acciones no se justifican y que te han lastimado profundamente, pero... ¿no crees que pueden arreglar esto de una manera... ya sabes, menos dolorosa para ambos?

— ¿A qué te refieres?

—Ustedes se aman—Lara bajó la mirada—Lo han hecho desde que eran unos niños y lo siguen haciendo ahora a pesar del tiempo que los ha separado. Antes no podía entenderlo, pero ahora estoy convencido de que están destinados a estar juntos, ¿No crees que ese es motivo suficiente para escucharlo una última vez? No estoy intentando defenderlo—Le detuvo al notar que estaba lista para replicar—Solo quiero lo mejor para ti

—No quiero ocuparme en eso ahora—Byron negó—He estado pensando mucho y creo que es mejor seguir adelante, ¿no es así?

—Lara, sinceramente, ¿Cuánto tiempo crees ser capaz de continuar con un corazón roto?

—Ya se reparará

—No podrás hacerlo sola

—Lo intentaré—Byron Murphy aprendió a aceptar que Lara era demasiado terca para hacerla cambiar de opinión. Avivaron las llamas del fogón, acercándose más a él y enredándose entre mantas esperando el regreso de Cécile. Byron suspiró—Tal vez logre hacerlo invirtiendo mi tiempo en los entrenamientos con Dumbledore e intentando perfeccionar mis poderes. Además, aun me queda algo por lo cual seguir adelante, Byron, debo buscar a mis padres y decirles que su hija perdida ha vuelto

A través de la tenue oscuridad Lara pudo identificar el gesto de disgusto en el rostro de su compañero. Parecía agotado y en sus fanales distinguió la sombra de un misterio que procuraba guardar a toda costa; ahí, delante de Lara, Byron exhaló profundamente, despeinando su cabello y frotando su frente con insistencia. Lara le detuvo, forzándolo a clavar sus luceros claros en los azules de ella.

—Hay algo que no me estás diciendo, Byron, ¿qué es?

—Lara...

—Te prohíbo que me mientas—Para esas alturas, el enojo y las lágrimas de Lara se volvieron incontrolables—Byron Murphy, habla de una vez y terminemos con esto

—Comprendo que éste no es el mejor momento para comunicarte éste tipo de cosas, pero no puedo dejar que visites a los Lexington y cometas un error

— ¿Porqué? Ellos son mi familia

—No, no lo son—Byron maldijo en voz baja—Escucha, el mismo día en que los encontré decidí visitarlos, creí... yo en verdad creí que ellos podían despejar todas mis dudas, sin embargo no lo hicieron, sino que me dejaron con un par de incógnitas más

» Ellos... no parecían recordar absolutamente nada de aquella noche en la que fuiste abandonada, Lara. Cuando les hablé de ti, Louis y Madisson mencionaron algo sobre que jamás podrían abandonar a un bebé y que, por lo tanto, tú no eras parte de su familia. Les creí, Lara, porque los Lexington son muy diferentes a ti

Byron le mostró una fotografía que sacó de su bolsillo delantero esperando que el ánimo de Lara no empeorara al grado de llegar a hacer una locura. Ella tomó el retrato, dándose cuenta de que Byron tenía razón. Los Lexington eran una familia de Londres de baja estatura, regordetes y con el cabello más rubio que había visto en su vida; sus ojos eran de un color verde brillante mientras que en su cara estaban plasmados lo que a ella le parecieron los lunares en forma de estrella más peculiares del mundo. Bajando la fotografía, Lara lloró amargamente

— ¿Cómo puedo no ser su hija? —preguntó con un nudo en la garganta—La canasta...

—Ellos son fabricantes de canastas y redes para pescar, la canasta en la que venías era su marca personal, no tu apellido. Lo siento, Lara

El chisporroteo de la chimenea se detuvo al momento en que los poderes de Lara salieron disparados por cada rincón de la sala iluminándolo todo. Byron se cubrió los ojos mientras Lara soltaba gritos desgarradores que le quemaban los oídos. Ella había perdido todo en una sola noche, pensó, primero a Bill y luego a los que creía eran sus verdaderos padres; cayó de rodillas, siendo contenida por Byron hasta que ésta dejó de pelear

—Me he quedado sin nada—dijo, en un susurro cargado de dolor. Byron le abrazó con fuerza— Sin nada, Byron. Mi familia...

—Nosotros somos tu familia, Lara, no te equivoques—murmuró en su oído. Lara no podía entenderlo, sus sentidos se negaban a escuchar, porque aquel fue el momento en que su mente se perdió en el vacío. Ya no sabía quién era ni cuál era su lugar en el mundo; no pertenecía ahí, ni tampoco en Francia, mucho menos en cualquier otro país del mundo, no era una Lexington, pero tampoco era una Tonks, no tenía hermanos ni padres, Sirius no era su tío y Andrómeda no era su madre. Se frotó la cabeza, adolorida—Cécile, Dora y yo estamos contigo, somos los únicos hermanos que necesitas, Andrómeda y Ted siempre han sido tus padres, los genuinos. Oh por dios, Lara, esto no cambia absolutamente nada

» Aun nos tienes a nosotros, por favor, no dejes que esto te destruya—Byron juntó sus rostros, besándole la frente—Todavía hay algo que debes saber

— ¿Qué?

—Los Lexington mencionaron no recordar nada de esa noche, sin embargo, Madisson creyó haber visto a alguien merodear por su casa, justificándolo por la terrible lluvia, desechó la idea de que una persona estuviera rondando el lugar donde yacía el depósito de canastos. A la mañana siguiente despertaron con el alba dándose cuenta de que una de las canastas había desaparecido. Madisson cree que un hombre pudo haberla robado, aunque su visión fuese borrosa a causa de la lluvia

— ¿Cómo era ese hombre? —preguntó Lara, sabiendo que, conociendo las características del hombre podría al menos intentar buscarlo, Byron cerró los ojos—Byron, ¿cómo era?

—No es un hecho, porque Madisson no pudo ver claramente a través de la lluvia, no obstante, ella menciona que la visión del hombre era alta, con una prominente barba blanca y una túnica morada acompañada de un bonete muy peculiar. No estoy del todo seguro, pero la imagen me hizo recordar a...

—Albus Dumbledore

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