Capítulo 18: "Una propuesta inusual" [1]
Bill Weasley estaba molesto, pero eso no le detuvo de enviarle una carta a Lara a la mañana siguiente. Ella creyó que leería algo más que un par de líneas luego de que su última carta fuese tan cortante, no obstante, Bill le pedía verse con urgencia en Hogsmeade al medio día firmando únicamente con su nombre e incluso tuvo la valentía de agregar su apellido. Lara supo que él seguía molesto.
Lara no tenía intenciones de visitar aquel pueblillo de no ser porque estaba obligada a acompañar a los chicos de su casa en lugar de Severus Snape. Según lo que había escuchado, Snape y Dumbledore tenían un asunto importante que arreglar, dejando a Lara a la deriva.
No todo era malo, pues Cécile, Dora y la profesora Minerva McGonagall estarían acompañándola a Hogsmeade y de paso podrían platicar tendidamente acerca de lo que pasaba en el colegio sin temor a que Dolores Umbridge tuviera ojos y oídos en todos lados.
Se había convertido en la suma inquisidora de Hogwarts, lo que significaba que poseía el poder suficiente como para calificar las capacidades de los profesores y echarlos del castillo si eso le parecía correcto; era increíble, porque Albus Dumbledore no se opuso a tan soberbio título, sino que lo aceptó de buenas a primeras, dejándole a Dolores Jane Umbridge el poder casi absoluto de la escuela.
Lara maldijo luego de que una ráfaga de viento le despeinara el cabello haciendo que el frío se colara por su cuello; se aferró mejor a su bufanda, caminando fuera del castillo junto a Dora, Cécile y Minerva quien les contaba sobre su más reciente discusión con la mujer de rosa.
—Nunca he dudado del criterio de Albus—dijo, apretando sus manos sobre su abrigo de corte escoces—Aunque ésta vez ha dejado mucho que desear. Dolores puede tener todos los títulos que quiera, pero no puede seguir maltratando a los estudiantes
—Más que eso, ella no puede seguir modificando las reglas—reclamó Dora, tratando de aplacar a su cabello color azul—Sus "decretos educacionales" no tienen ningún sentido
—No lo tienen—añadió Minerva subiendo a una de las carretas. Lara tomó su mano para ayudarle a subir, sentándose a su lado cuando todas estuvieron arriba—Pero no podemos hacer nada si está siendo respaldada por el Ministerio de Magia
—Creí que Hogwarts era un colegio autónomo— Cécile frunció el ceño. Minerva McGonagall asintió, mirando como las carretas llenas de estudiantes comenzaban a moverse
—Lo era hasta hace poco
—Hasta la muerte de ese chico Cedric, ¿verdad?
—Me temo que sí. Después de ese fatídico suceso el Ministerio comenzó a inmiscuirse más en los asuntos educativos que en los políticos. Pienso que, mientras Cornelius se aferra a su desquiciada negativa sobre el regreso de el-que-no-debe-ser-nombrado, ha colocado vigías en el castillo únicamente para anticipar los movimientos de Albus
—Entonces podría decirse que Umbridge es... ¿su espía?
—No es cien por ciento seguro—McGonagall dijo—Pero es lo que imagino y siendo sincera no creo ser la única en la escuela que lo piensa
—Ciertamente no—Dora resopló—He escuchado a los demás profesores hablar del tema. Incluso pude ver como Umbridge atacaba a la profesora Trelawney en medio de una clase ¡Ella estaba tan asustada! No hacía nada más que balbucear y al final se quedó congelada cuando Umbridge le pidió le hiciera una profecía
—No me extraña—Minerva levantó una ceja, mirándolas—Sybill no es lo que se dice muy acertada en sus predicciones. Dudo mucho que pudiera pensar en algo mientras Dolores la presionaba
— ¿Cree que algo malo resulte de todo esto, profesora?
—Esperemos que no, porque de otro modo no veo como Dumbledore pueda arreglarlo
— ¿Lara? —Cécile la llamó al notar que durante la mitad del trayecto no había dicho palabra alguna— ¿Qué es lo que piensas?
Lara sabía de lo que Dolores Umbridge era capaz, le bastó tan sólo un par de semanas para darse cuenta de que era una verdadera molestia y que no importaba si las reglas en Hogwarts estaban más que claras, ella las cambiaría de todas formas.
Tampoco creía que Dumbledore pudiera arreglar las cosas para esas alturas. Las clases habían iniciado hace menos de un par de meses y el castillo ya se había convertido en una especie de oligarquía dirigida por el mismo Ministro de Magia. No, Lara no esperaba que Dumbledore metiera las manos al fuego por el colegio, al menos no cuando la promesa que le había hecho se mantuvo olvidada desde el primer día.
No entendía que era lo que pasaba, y entendió muchísimo menos cuando Harry le contó con pesar que, al igual que a ella, Dumbledore le ignoraba de una forma tan descarada que Harry comenzó a pensar que algo había salido terriblemente mal aquella vez en que le ayudó a salir bien librado de su audiencia frente al Wizengamot de la cual Umbridge había formado parte.
Lara no estaba del todo segura, pero comenzaba a sospechar que Umbridge estaba en Hogwarts sólo para impedir que Harry fuese expulsado, algo así como un intercambio de intereses, donde Dumbledore aceptaba la intrusión de alguien del Ministerio a cambio de que Harry Potter permaneciera intacto.
No, Lara quitó esas ideas de su cabeza luego de razonar que era estúpido, que realmente Harry había salido victorioso de la audiencia por su sinceridad y el valor que reunió para salvar a su primo de la decena de dementores que le habían atacado.
Cécile tenía razón después de todo, Dumbledore era un hombre misterioso, tal vez demasiado y eso no le gustaba nada.
—Sólo sé que esa mujer está demente—habló en un susurro—Lo poco que he compartido con ella me basta para decir que está completamente desquiciada
—Supongo que eso es lo que el poder hace—Cécile encogió los hombros, sosteniéndose de la carreta luego de haber llegado a la entrada a Hogsmeade—Transformar a las personas en dictadores
—Únicamente a aquellas que no saben manejarlo—Minerva McGonagall bajó de la carreta, reuniendo a los chicos de su casa, mirándolas de reojo—Dolores Umbridge ha sido malvada incluso sin poder alguno
Todo estaba realmente frío, maldición, que las calles estaban cubiertas de una capa de hielo y los locales estaban abarrotados de gente esperando entrar en calor. Lara caminaba sola por la acera, buscando un lugar en donde poder calentar sus manos engarrotadas.
Lara había sido muy clara con los chicos de Slytherin, diciéndoles que podían recorrer el pueblo sin alejarse demasiado, mucho menos andar por ahí solos, por lo que les ordenó formar grupos de cuatro y visitar cuantas tientas pudieran. La mayoría de los chicos hicieron caso a sus órdenes, mientras que el pequeño grupo de Draco Malfoy se mantuvo renuente a sus palabras, girando los ojos cada vez que ella hablaba.
—Es mejor que me hagas caso, te diviertas por ahí y repares tu actitud cuando regreses, Malfoy, no me hagas castigarte— le había dicho. Draco hizo una mala cara
—Puedo hacer lo que quiera, usted no puede obligarme
—Yo estoy a cargo—Lara pensó que había sido un poco dura, pero su humor no estaba para aguantar los caprichos de un adolescente—Y será mejor que escuches lo que te digo sino quieres que te devuelva a la carreta y esperes conmigo hasta que todos vuelvan
—No puede hacer eso
— ¿Quieres intentarlo? Está bien para mí, no hay algo más interesante que deba hacer
Draco viró de nuevo los ojos, pero Lara supo que había triunfado cuando le hizo una seña a su sequito de amigos para desaparecer en una tienda de chucherías. Los demás se dividieron tan pronto como pudieron, corriendo de tienda en tienda por todo lo largo del callejón. Fue entonces que Lara supo que, en efecto, no tenía un lugar interesante al cual ir.
Claro que quería ver a Bill, si lo había extrañado desde el primer momento en que se fue, no obstante, saber que él podía estar molesto le desanimaba de mil maneras posibles. Quizá no era del todo preocupante la situación, si lo que ambos sentían fue demasiado fuerte como para resistir el paso de los años, ¿Por qué no lo sería estando separados algunos meses? Incluso parecía ridículo, porque Bill no se había molestado luego de que Lara partiera a Francia, pero si lo hacía mientras ella estaba en Hogwarts.
Más allá de que Bill estuviese molesto por la partida de Lara, su corazón permaneció estrujado, sin sentir nada por nadie desde que el amor de su infancia le hubiese dejado a su suerte. Él no estaba molesto por su ida a Francia, porque en ese momento su alma estaba demasiado blanca como para sentir lo que era el rencor, pero ahí, con el regreso de Lara y el inicio de lo que parecía una relación real, Bill debía estar furioso.
Llegando a las Tres Escobas, Lara estuvo a punto de dar la media vuelta e irse deteniéndole el recuerdo de que, aunque lo hiciera, vagaría sola por las calles porque incluso Cécile había quedado de verse con Charlie en Dervish y Banges mientras que Dora prefirió pasearse por las calles del brazo de Remus Lupin. No estaba dispuesta a merodear por su cuenta entre la nieve y con los pies engarrotados.
Decidió entrar luego de pensárselo durante cinco minutos. Lara observó que el lugar estaba a reventar de gente y que incluso varios alumnos del colegio estaban agolpados en las mesas, bebiendo cervezas de mantequilla y riendo por los malos chistes de Seamus Finnigan. Lara sacudió la cabeza, intentando seguir con su camino.
Dentro, el piso de madera estaba empapado por el rastro de nieve que las personas llevaban de fuera y que comenzaba a derretirse por la calefacción del lugar. Estaba extremadamente resbaloso, tanto, que uno de los hombrecillos que bebían animadamente resbaló a causa del hielo derretido de sus propias botas. Lara lo miró por un momento hasta que sintió su pie resbalarse mientras que su espalda se precipitaba hacia atrás.
Lara estaba preparada para el impacto que nunca llegó gracias a un par de cálidas y fuertes manos que le devolvieron el equilibrio. Suspirando, Lara se dio cuenta de que Bill Weasley la sostenía, enfundado en una bonita gabardina negra y vaqueros rasgados. Mierda, que todo era tan cliché que Lara pensó que estaba dentro de uno de esos artículos de "Corazón de Bruja" que su madre leía
—Te tengo—dijo Bill, aun sosteniéndola. Lara se aferró a sus brazos, incorporándose lentamente
—Gracias
—De nada
Sus miradas se mantuvieron firmes, tratando de colarse en el pensamiento del otro. Lara no pudo oír ruido alguno en la atmosfera, pensando, aterrada, que las personas en el Pub los miraban. Sin embargo no era así, simplemente se trataba del mismo efecto que había en ella cada vez que estaban juntos: todo y todos desaparecían, dejándolos disfrutar de su presencia y las ganas que les invadían por estar juntos.
Bill sonrió, a pesar de que esa sonrisa no llegó hasta sus ojos.
—Yo uh... creo que es mejor que nos sentemos—sugirió Lara aunque Bill no se movió ni un centímetro, al contrario, su mano se aferró más a la cintura de Lara, acercando su rostro para dejar un pequeño beso en sus labios agrietados por el frío. Lara le miró, confundida
—Me da gusto verte
—A mí también
—Ven, nuestra mesa está por acá
Hogsmeade era un lugar maravilloso y sus tiendas lo eran aún más, estaba claro que Lara jamás había pisado ese lugar ni conocía sus escondrijos, pero se vio sorprendida cuando Bill le condujo lejos de la muchedumbre, llevándola por un pasillo oscuro hasta llegar a una pequeña salita donde únicamente se encontraban otras dos parejas. Lara observó cada detalle del salón, emocionándose por lo cómodo que lucía
—Fui a buscarte del otro lado de la tienda cuando no aparecías. Creí que te habías arrepentido de venir
—No, no—Ella mintió. Bill corrió el asiento para ella, logrando ver que él ya había ordenado un par de bebidas calientes para ambos—Yo... estuve arreglando un pequeño problema con mis estudiantes antes de venir
—Debe ser difícil tener que lidiar con los Slytherin—dijo Bill, haciendo memoria de todo lo que Lara le hubo contado cuando respondía a sus cartas
—En realidad es más fácil de lo que piensas—respondió, jugando con el collar que pendía de su cuello. Bill sonrió, cogiendo sus manos
El cuerpo de Lara se tensó porque en el acto en que sus manos rozaron con las de Bill, su dorso aun lastimado ardió como el infierno. Nunca logró contarle a Bill lo que pasaba respecto a Umbridge y sus métodos de enseñanza, ni tampoco le mencionó que esos métodos estaban más allá de ser educativos. No quería preocuparle y la verdad era que tampoco quería darle problemas; Bill había sido muy específico en su primera carta, donde le aseguró que viajaría a Hogwarts inmediatamente si algo de ahí le molestaba.
Lara supo que haber usado guantes le traería menos problemas de los que ya tenía.
Bill no pareció darse cuenta, soltó las manos de Lara y le dio un pequeño sorbo a su bebida antes de hablar.
—Espero que este lugar te guste. Inicialmente pensé tomar una mesa del otro lado de la tienda, pero creí que aquí tendríamos más privacidad. Es un poco más caro que el salón principal, debo decir que mi alcancía se vio un tanto afectada
Lara sonrió, conmovida. Los Weasley eran bien conocidos por ser de pocos recursos económicos, y que Bill invirtiera sus ahorros en ella le conmovía hasta la médula. Acarició su mejilla con brevedad para luego hundir sus manos debajo de la mesa
—No tenías que hacerlo
—Lo sé, pero es la primera vez que nos vemos luego de que dejaras el Grimmauld Place y bueno, quería que fuera especial, ¿eso es tonto?
—Es lindo—le sonrió—Muy lindo
—Genial, entonces
Bill empezó contándole que todos en casa estaban bien y que tanto Andrómeda y Ted le mandaban saludos, recordándole que las esperaban a las tres para Navidad. Le contó también que Molly, luego de saber que estaban en una especie de "relación", y como bien le había escrito en la carta, estuvo escalando las paredes de felicidad, comenzando a planear una boda que, por el momento, no se llevaría a cabo.
—A veces pienso que el único motivo por el que quiere que nos casemos es porque no encuentra otra manera de deshacerse de mi—Bromeó—Después intentará casar a Charlie y tal vez a Percy también
—Dudo que con el carácter que tu hermano Percy tiene tu madre logre algo
—Lo sé—Bill suspiró, recordando el desgaste en la relación con su segundo hermano—Como sea, le he dicho a mamá que se lleve las cosas con calma. No quiero que te espante
Lara soltó una carcajada.
—Demasiado tarde
— ¿De verdad? —Bill hizo una mueca— ¿Te espanta pensar en tener un compromiso conmigo?
Lara parpadeó un par de veces por la repentina pregunta
— ¿Qué? Yo... dios, Bill, estaba bromeando. No es que me espante, sólo... es muy pronto para pensar en eso.
—Tienes razón, ni siquiera te he pedido oficialmente que seas mi novia
—Bill...
— ¿Cómo espero casarme contigo si aún no hemos dado el primer paso en nuestra relación?
—Eso no es lo que yo...
—Lara, ¿quieres ser mi novia?
— ¿Qué? —Lara dijo, abrumada
— ¿Eso es un no?
— ¡Bill! —Intentó parecer molesta, a pesar de que la sonrisa que brotó de sus labios la delató— Cálmate
—Está bien—Bill tomó aire—Escucha, sé que fui duro contigo en las últimas cartas que te envíe y lo siento. Las cosas con la Orden no van muy bien y he estado bajo mucha presión últimamente. Han pasado algunas cosas que me han hecho pensar... y llegué a la conclusión de que no quiero pasar ni un solo día alejado de ti.
» Las personas están desapareciendo, Lara. Sirius cree que pueden estar siendo usadas por los mortífagos para sumarlos a su tropa; lo que más me preocupa es que la mayoría de los desaparecidos son muggles y... bueno, hemos estado hablando con los otros miembros de la Orden y llegamos a la conclusión de que quien-tú-sabes está formando un ejército de inferis.
La piel se le erizó, pensando en lo horrible que eso sonaba. Lara sabía demasiado acerca de los inferis, quizá un poco más de lo que su mente podía resistir; no dudaba de la ventaja que eso podría darle al bando contrario. Lara ahogó un grito
—Oh por dios, ¡mi padre!
—No—Bill la detuvo antes de que Lara saliera corriendo—Ted está bien. Kingsley ha asegurado la casa, no hay manera de que puedan llegar a él
— ¿Están seguros? Algo puede salir mal y luego...
—Amor—Bill la cogió por las mejillas, besándole la punta de la nariz—Estará bien. Todos en casa estamos constantemente vigilando el perímetro en caso de emergencias, no te mentiría de ser lo contrario. Puedes quedarte tranquila
— ¿Lo prometes? ¿Prometes que papá estará bien?
—Lo prometo—Bill besó su mejilla, elevando una ceja al separarse—Aunque no has respondido a mi pregunta, Lara
—Oh. Yo...
—Lara—Bill le sonrió— ¿Quieres ser mi novia?
Ella sonrió tan amplio como pudo
—Sí, Bill. Por supuesto que si
Él la besó tan pronto como sus palabras dejaron sus labios. Lara apretó sus mejillas por la emoción del momento y acarició su fina barba pelirroja al separarse. Bill volvió a coger sus manos por encima de la mesa, devolviéndole el pinchazo de dolor a Lara
—Ahora—Lara sonrió—Cuéntame detalladamente lo que pasa en la Orden, mi amor
—Oye, eso suena bien, podría acostumbrarme
—Bill...
—Bien, bueno, como te decía, creemos que pueden estar creando inferis como sucedió en la Primera Guerra Mágica, pero aún no tenemos pruebas de ello. Aun así, Byron y papá han estado investigando e incluso pudieron hacer que Byron se colara en el ministerio para tener un mejor acceso a los registros de los desaparecidos
— ¿No es demasiado arriesgado?
—Lo es, sí. Y más porque papá debe resguardar constantemente la profecía
— ¿Qué profecía?
Bill le habló tendidamente del asunto, contándole cada detalle que Albus Dumbledore les había comunicado. Lara se sorprendió porque a pesar de que ella estaba más cerca de Dumbledore que los demás, el director no le dijo absolutamente nada
—Así que existe ésta profecía acerca de Harry que El Señor Tenebroso no debe tener
—Exacto, es por eso que papá necesitaba a alguien para que, mientras él protegía la profecía, la otra persona investigara lo que sucedía respecto al Ministerio y lo que Fudge no quiere que sepamos. Byron no tendrá ningún problema, nadie sabe que pertenece a la Orden
—De acuerdo, entiendo—Lara suspiró—Lo único que espero es que nada le pase
—Tenemos todo bajo control, tranquila—Bill dejó un pequeño beso en sus labios antes de separarse y colocar un canasto sobre la mesa. Lara frunció el ceño—Por cierto, Andrómeda me pidió que te trajera esto
Girando el canasto, Lara dio con las grandes y prolijas letras que le adornaban a un costado, "LEXINGTON", decía. Lara dejó salir un profundo suspiro.
Había olvidado por completo su misión por encontrar a su verdadera familia y no tenía posibilidades de saber porque sus verdaderos padres le habían abandonado mientras Albus Dumbledore siguiera ignorándola por completo.
|El capítulo está dividido en dos partes porque estaba quedándome muy largo y aun no termino con Bill y Lara (aun no encuentro nombre para el shipp jajajaj). Por cierto, en esta historia, Ted Tonks es enteramente muggle ;). Quedan pocos capítulos, disfruten <3|
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top