~ The room ~
– ¿Entonces compartirás habitación conmigo? – Dijó Eri mientras alimentaba a su hámster.
– No nos queda de otra ya que la casa no es muy grande y nuestros nuevos hermanos no querrán compartir. – Contestó nervioso el peliverde que desempacaba lo que podía de las cajas.
No era una habitación muy grande, exactamente cabían Eri y el ahí cada uno con camas individuales pero era imposible desempacar puesto que las cajas cubrían todo el suelo del pequeño cuarto y todos los muebles ya estaban llenos.
Suspiró agotado y se recostó en su cama la cual estaba llena de ropa, todo lo había hecho por ver feliz a su madre de nuevo.
Nueva casa.
Nueva escuela.
Nuevos amigos.
Nueva familia.
Su madre se había casado extrañamente con la señora Mitsuki y con ello la llegada de dos nuevos hermanos los cuales parecían odiarlo.
Volvió a suspirar pero esta vez cerró los ojos tratando de dormir para despertar de aquel extraño sueño.
Al momento de cerrar los ojos la música de la habitación de enfrente comenzó a sonar y despertarlo, frunció el ceño y se levantó de golpe para ir a tocar la puerta de aquella habitación en donde solo se escuchaba rock.
Tocó varias veces hasta que por fin un chico rubio al parecer de su edad pues no se habían dado el tiempo de conocerse con la mudanza abrió la puerta.
– ¿¡Que mierda quieres!? – Midoriya tragó pesadamente al ver a quién era su nuevo hermano pues realmente no tenían nada en común, incluso se atrevía a pensar que aquel rubio era más atractivo que el.
– Eh... Uh... Yo me preguntaba si podrías bajarle el volumen a tu música. – Movió las manos nervioso y comenzó a sudar, Katsuki solo hizo un gesto de desprecio y paró la música con un control.
– Tu debes ser Deku. – Sonrió con burla.
– Si... ¡Digo no! Soy Midoriya Izuku... Bueno nuestros apellidos aún no están claros ya que nuestras mad— Pero fue callado por la mano del ojirubi quien le cerró la boca con brusquedad.
– Cierra la jodida boca no quiero escucharlo, mi apellido es Bakugou y punto. – Empujó al peliverde y cerró la puerta estrellandola para después volver a poner música.
– Eso debió doler. – Escuchó a Eri preocupada detrás de él, Midoriya solo acarició su mejilla adolorido y sonrió tratando de no asustar a su hermana.
– Estoy bien. Sólo nos costará acostumbrarnos a una vida con Katsuki. – Despeinó a su hermana y entró de nuevo a su habitación donde tuvo que tapar su cara con una almohada para poder silenciar un poco la música de la otra habitación.
Más que un sueño raro era una pesadilla.
A la mañana siguiente entró al baño intentando ducharse pero al parecer Kota abrió la puerta del baño encontrándose al peliverde sin camisa, el menor grito y salió corriendo ya que Midoriya era un completo desconocido para el.
– No saben tocar la puerta... Que bien. – Estaba apunto de volver a cerrar la puerta cuando una patada lo detuvo y cayó al suelo.
– Muévete. – Entró Katsuki por un lado del peliverde bostezando.
– ¡Pe-Pero yo gane el baño! – Se levantó y apretó los puños comenzando a hartarse. Bakugou solo lo miro de reojo y comenzó a bajar sus pantalones y levantar la tapa del inodoro.
Midoriya se sonrojo de inmediato y salió corriendo dándole al rubio lo que quería, quitarle el baño.
Con un tic en el ojo y una sonrisa nerviosa regresó a su habitación, por suerte aún tendría tiempo para alistarse y llegar a temprano a la escuela. Su primer día.
– ¿Puedo pasar? – Escuchó del otro lado de su puerta.
– Claro. – Se sentó en su cama mientras su mamá pasaba a la estrecha habitación.
– ¿Cómo está mi héroe favorito? – Pregunto la peliverde preocupada.
– Katsuki me odia al igual que su hermano, mi habitación es muy pequeña y la tengo que compartir con Eri, dejé a todos mis antiguos amigos y extraño mi casa. – Soltó sin mirar a su madre pues tenía miedo de la reacción de esta.
– Cariño... Sólo hay que darle una oportunidad ¿Si? – Acarició la mejilla de su hijo y este asintió resignado.
No le quedaba de otra más que soportarlo.
Durante su primer día de clases pudo hacer amigos, amigos los cuales estaban colados por su nuevo hermano aunque Midoriya preferia no hablar de eso ya que a cualquier parte que iba chicos y chicas hablaban de lo guapo y genial que se veía Katsuki hoy y siempre. Al parecer su nuevo hermano era la estrella de la escuela.
No había lugar en donde no se encontrará algo de el y estaba harto, con tan solo un par de días llendo a la escuela.
Casa y escuela, siempre Katsuki incluso su hermana Eri comenzó a hablar del rubio que al parecer le había prestado sus cosas y enseñado hacer algunas otras.
– ¡Necesito un cuarto! – Llegó quejándose a la mesa cuando ya todos estaba comiendo menos el.
Inko sonrió apenada y Mitsuki alzó una ceja mientras sus hermanos lo ignoraban.
– ¿No te gusta compartir habitación conmigo? – Pregunto la única niña de la casa y Midoriya negó.
– No es eso pero necesito mi privacidad.
– ¿Que te parece el sótano? – Sugirió como burla el rubio y el de pecas frunció el ceño.
– ¡Buena idea Katsuki! – Dijo emocionada Inko. – Podremos decorar el sótano y hacerlo una bella habitación ¿Que te parece Izuku?
– El... Sótano. ¿El sótano en serio? – Preguntó no muy feliz.
– O puedes tener la habitación de Katsuki. – Habló Mitsuki mientras comía.
– ¿¡Que mierda dices!? – Gritó el ojirubi molesto escupiendo su comida y Midoriya alzó las cejas interesado.
– ¿¡Enserio!? – Preguntó emocionado a su mamá rubia.
– ¡Claro! – aplaudió contenta.
– ¡Ni de broma! ¡Es mi cuarto! – golpeó la mesa molesto mientras se levantaba.
– ¡Dejen comer en paz! – Se quejó Kouta quien no podía comer de tantos golpes en la mesa.
– ¡Yo también necesito el cuarto! – Refutó Midoriya, Katsuki se le acercó hasta juntar sus frentes y empujarse con odio.
– ¡Ya basta! – Mitsuki tomó la oreja de ambos chicos hasta jalarlos a la habitación de Bakugō y cerrar la puerta. – ¡Se quedarán ahí hasta que decidan quien se quedará con el cuarto!
Y ambos se quedaron perplejos.
Cuando reaccionaron ninguno de los dos se animó a hablar y si lo hacían sólo era para gritarse el uno al otro, así por al menos una hora y media en donde solo se odiaban mutuamente.
– ¡Tengo hambre! – Gritó el rubio pateando su puerta. – Escucha ¡Este es mi jodido cuarto y tú no eres más que un intruso en esta casa, en la escuela y en mi vida! ¡Así que vete a joder a otra parte! – Se dirigió al peliverde quien sólo lo miro molesto.
– ¡Tienes el doble de la habitación de Eri aquí! Aunque creo que compartir habitación contigo sería como dormir con una bomba... – Murmuró lo último para si y Bakugō solo chasqueo la lengua fingiendo no escucharlo. – Bien, ahora escúchame a mi, acepte todo esto solo por mi madre y por qué la quiero ver feliz... Creo que podría soportarlo un poco más e irme al sótano.
El rubio relajo un poco su cuerpo y su expresión cambio a una de empatía y orgullo pues también quería a su madre y quería verla feliz... Aunque le molestará.
– Bien... Te quedas en el sótano. – Dijó calmadamente y el peliverde asintió agotado, por fin llegaba a hablar tranquilamente con el.
– Claro, solo si dejas de molestarme. – Estiró su mano esperando que el rubio aceptará el trato y estuviese de acuerdo con aquella condición, Katsuki la pensó muy poco y bufó pero para cuando estuvo apunto de tomar la mano del peliverde...
– ¡Excelente idea! – Entró Mitsuki alegre abriendo la puerta de golpe.
Midoriya y Bakugō se sobresaltaron y alejaron sus manos ocultando las detrás de ellos.
– ¿De que mierda hablas ahora maldita bruja? – Preguntó el rubio volviéndose a enojar.
– ¡Katsuki e Izuku compartirán habitación! – Y ambos jóvenes quedaron helados.
Justo cuando iban a llegar a un acuerdo de paz.
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