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Su objetivo era ese bolígrafo.
Era lo único que le quedaba de su madre ahora y aunque no le sirviera de mucho, era algo al menos.
Por la fuerza ejercida, el cuerpo del hombre cayó al suelo sin ninguna dificultad provocandole una severa herida en la parte trasera de su cabeza.
Hoseok lloraba de rabia y se subió sobre el cuerpo de su padre, quien aún estaba muy aturdido por la reciente caída.
Y entonces tomó el bolígrafo del bolsillo de la camisa de aquel odioso hombre que había arruinado lo poco a lo que aun podía llamar familia.
Lo miró fijamente, allí tirado en el suelo con un golpe en la cabeza parecía vulnerable, pero tenía muy seguro en su corazón, que no merecía nada.
Lo abandonó desde muy pequeño, golpeó muchísimo a su mamá e incluso le quitó la vida.
Y si no se daba prisa, también se la quitaría a él.
Ese hombre era aquello que había escuchado de uno de los pocos consejos que su madre le había dado.
"Hoseok... En el mundo no deben haber distinciones de ningún tipo, nadie es más por tener algo, nadie es menos por no tener... Solo existen las personas buenas que son aquellas no te dañan a proposito y las personas malas, ellas van a querer acabar contigo a toda costa... Recuerdalo siempre hijo"
Ese hombre era una muy mala persona.
Y por lo tanto no se merecía seguir viviendo.
Su pequeña mano temblorosa sostenía el fino bolígrafo plateado en su mano, era alargado y con un diseño muy elegante.
Paseó su mirada entre el objeto y el hombre quien poco a poco iba recuperándose, entonces su corazón comenzó a golpetear con fuerza dentro de su cavidad torácica cuando lo vio.
Una descarga de adrenalina lo recorrió entero y apretó el bolígrafo entre sus manos, que aún seguían atadas fuertemente con una cuerda gruesa.
El hombre comenzó a moverse y Hoseok estaba paralizado, no sabía que hacer entonces.
Pudo haber corrido, pero no lo hizo, estaba adolorido y muy cansado.
Y ya era muy tarde para pensar en hacerlo.
El pequeño niño comenzó a hiperventilar nuevamente y sintió un fuerte ardor hacerse presente en su pequeña nariz, probablemente provocado por la repentina ansiedad y carga emocional que estaba sufriendo.
Entonces sintió el exasperante ardor esparcirse sin que el pudiera hacer algo y sin darse cuenta, pequeña nariz comenzó a gotear pequeñas gotas de sangre que no tardaron más que unos pocos segundos en convertirse en líneas que atravesaban sus labios e iban a parar a su mojada ropa.
Abrió su boca para poder respirar mejor y antes de que pudiera hacer algo más el hombre ya lo había empujado nuevamente hacia el suelo, tomandolo por el cuello.
La fuerte presión que estaba siendo ejercida sobre su cuello comenzó a debilitarlo con una rapidez indescriptible.
El hombre lo sostuvo únicamente con una mano, mientras que con la otra estaba intentando alcanzar el ensangrentado cuchillo que al momento de caer había soltado, cayendo apenas a unos cuantos pasos de distancia.
Su pequeño corazóncito se sentía desfallecer y las lágrimas salían involuntariamente de sus ojos ante la falta de oxígeno.
Pero en ese momento se le ocurrió hacer algo que nunca en su sano juicio hubiera estado dispuesto a hacer.
Con la poca fuerza que le quedaba y sus manos amarradas, sostuvo el bolígrafo con fuerza y en un repentino movimiento lo clavó justo en el ojo derecho del hombre.
Un grito desgarrador opacó todos los demás sonidos de su alrededor, incluyendo sus propios gimoteos al intentar recuperarse, después de ese mal rato siendo estrangulado.
El hombre se tocaba el rostro con desesperación, sintiendo el bolígrafo clavado en esa zona tan sensible, pero fue entonces cuando aquel pequeño niño se armó de valentía y decidió acabar de una vez.
Se acercó al hombre quien estaba llorando de rodillas en el suelo y sin piedad alguna, retiró el bolígrafo de su ojo, provocandole un nuevo grito desgarrador y una hemorragia imparable.
El hombre se restregaba en el suelo por el insoportable dolor, entonces Hoseok tomó el cuchillo de su padre y lo clavó en la tierra, cuidando que el filo quedara firmemente hacia arriba.
Miró a su alrededor y notó que su desgastada mochila estaba allí, entonces la tomó con sus manos aún atadas y comenzó a caminar sin rumbo, mientras escuchaba como a sus espaldas, el adolorido hombre gritaba de dolor.
Sentía una carga emocional horriblemente grande y estaba en un shock tan fuerte, que ni siquiera podía llorar.
Tenía miedo y solo había oscuridad por todos lados, entonces siguió caminando siguiendo una luz que se encontraba a lo lejos hasta que llegó a ella.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que no sabía dónde estaba, la farola estaba al lado de una calle que no parecía ser muy transitada y no parecía haber muchas casas cerca.
Entonces se sintió cansado, desprotegido y con frío.
Vio que debajo de la farola había una pequeña roca, entonces se sentó allí con el corazón hecho pedazos.
Abrió su mochila y entonces miró el hermoso libro que Hyungwon le había regalado y agradeció al cielo de que se encontraba intacto.
Comenzó a llorar amargamente mientras aún sentía el ardor en su nariz y con el lápiz ensangrentado comenzó a garabatear algo en la primera página de aquel pulcro libro.
Con sus manos amarradas y poca visibilidad, era casi imposible que pudiera hacer un buen dibujo, sin embargo se encargó de plasmar algo allí.
En su dibujo, aparecía un borroso Hyungwon en el callejón donde se habían encontrado esa tarde, también estaba él y un gatito, pero justo al lado dibujó también a un borroso y deforme monstruo.
Porque así lo sentía.
Entonces firmó el dibujo, poniendo una fecha equivocada a causa de la poca visibilidad que tenía y cerró el cuaderno sin soltar el bolígrafo.
Sus lágrimas seguían brotando y sus manos estaban cada vez más hinchadas y entumecidas, su cansancio y el dolor lo estaban acabando.
Entonces se apoyó contra la farola y con su borrosa visión debido a las lágrimas que no podía limpiar porque sus manos seguían atadas, miró unas luces que parecían parpadear.
Y entonces escuchó de lo que se trataba.
— ¡Encontramos a un niño a la orilla de la calle! Repito ¡encontramos a un niño a la orilla de la calle! Puede ser el niño que buscamos... — sintió la mano de un policía posarse en su hombro — ¿Pequeño estas despierto? Te llevaremos a un hospital ahora... — entonces él se aferró al cuaderno de dibujo y a su bolígrafo como si su vida dependiera de ello, mientras escuchaba hablar a los policías por la radio — tiene marcas de tortura en diversas partes de su cuerpo, sus manos aún están atadas — sintió como era levantado de aquel lugar y llevado a un auto — está con nosotros, estará a salvo...
Sintió una mano cubrirlo con una sabana caliente y abrazarlo para generarle un poco de calor a su frío cuerpo, entonces abrió un poco los ojos y miró a uno de los policías que estaba observándolo con mucha preocupación y pena en sus ojos.
— Es una lástima que una criatura tenga que pasar por cosas como esta... Todo estará bien, pequeño... Yo te cuidaré.
Y entonces sonrió, porque el sufrimiento había acabado, por fin.
Fin de la primera parte.
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