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Estaba hiperventilando al sentir el fuerte dolor en el antebrazo por la fuerza ejercida.
El hombre soltó una risa que era de todo, menos sincera.
— ¿Daño? ¿Por qué querría hacerle daño a mi propio hijo...? — el hombre tiró de él para que caminara, pero él se opuso.
— No puedo ir contigo a ningún sitio, mamá me está esperando en casa y me ha dicho que si te veo, tengo que llamar a la policía — su voz salió temblorosa, sus lágrimas corrían por sus mejillas y el hombre le sonrió.
— Tu mamá no está esperándote Hoseok... — su sonrisa se ensanchó con cinismo — ella decidió... salir de viaje por un tiempo indefinido... Así que te vas conmigo, ahora.
El hombre lo empujó hacia un auto que estaba estacionado a tan solo unos pasos de allí, pero él seguía poniendo resistencia.
— ¿Qué le hiciste a mamá? — su corazoncito dolía, estaba pequeño pero era lo suficientemente maduro para darse cuenta de que algo estaba mal.
El hombre intensificó el agarre de su brazo y se acercó a su rostro para gritarle.
— La puta madre Hoseok, no te interesa, solo pasó lo que tenía que haber pasado hace mucho tiempo... ¡Ahora sube al maldito auto! — el hombre lo agarró y lo lanzó a la parte trasera de un carro tipo turismo que desconocía.
Se sintió acorralado y rápidamente su instinto de supervivencia se activó.
Volvió a forcejear entre lágrimas, pero el hombre lo inmovilizó con su propio y enorme cuerpo, a medida que el auto se ponía en marcha.
— ¡Sueltame por favor! Solo quiero irme a casa... ¡Que alguien me ayude! — todos sus sentidos estaban alerta y se retorcía para intentar zafarse.
— ¡Cierra la boca mocoso! No llames la atención de la gente de afuera, porque no te conviene... — él volteó para ver al dueño de esa nueva voz y se dio cuenta que su problema era más grande de lo que creía inicialmente, pues la persona que estaba en el volante del auto era su tío, un violador y asesino prófugo de la justicia.
Miró a su "padre" (si es que se le podría llamar de esa manera) con resignación y decidió dejar de forcejear.
Sabía que estaba entre la espada y la pared, a merced de dos criminales que por desgracia eran su familia.
Pero su mente no podía dejar de pensar en su madre que, aunque no halla sido un ejemplo de persona, sus brazos era lo único a lo que podía llamar refugio.
— Sé que no nos quieres... — susurró — Golpeaste a mi mamá muchas veces y me gritaste a la cara que me odiabas, dime que quieres de mi... — sollozó con una mezcla de miedo y tristeza al tiempo que agachaba su cabeza.
— Vaya... eres inteligente, seguro sacas un 10 en la escuela... Digo, si es que a tu puta madre le alcanzaba la propina para pagartela... — le sonrió con cinismo y le acarició el cabello — Lo que quiero es muy simple Hoseok... Ya hice una parte yo, pero necesito que me ayudes con la otra parte.
Al escuchar esas palabras comprendió rápidamente lo que quería, entonces levantó su mirada y la posó en ese hombre que aún lo mantenía inmovilizado.
— Soy un niño ¿por qué crees que puedo ayudarte a cometer delitos? — lo miró fijamente mientras su miedo iba convirtiéndose en rabia.
El hombre le agarró el cabello y tiró de él con fuerza al notar la seguridad con la que había hablado.
— Mira mocoso, no tengo tiempo ni paciencia para que te vengas a hacer el inocente ahora, así que más te vale que colabores y respondas a lo que yo te pregunte, si no quieres acabar como tu madre... ¿Quien es el infeliz con el que se acostaba esa perra? — el hombre se quedó esperando una respuesta mientras él suspiraba.
— No lo s... — un golpe muy fuerte fue a parar en el pequeño rostro, rompiendole el labio al niño.
— ¡No me estés mintiendo maldito mocoso! — él se quedó con los ojos cerrados intentando recobrar la cordura después de tremendo golpe, pues la mitad de su cara se adormeció y a juzgar por el sonido que emitió su mandíbula podía jurar que quizá tuvo una pequeña fisura en ese hueso.
Intentó hablar, pero no pudo.
Entonces una furia incontrolable se apoderó de él, todo derivado de la impotencia.
Y aunque sabía que tenía tan solo 10 años y que estaba en una situación de mucho riesgo, de un rápido y ágil movimiento se soltó del agarre del hombre y le propinó un buen golpe en la nariz.
Pero rápidamente la mano libre de su tío le agarró el cabello con fuerza, mientras con la otra estacionaba el auto en algún lugar.
Su padre aprovechó la oportunidad de que Hoseok estuviera siendo sostenido por su hermano y está vez le propinó un golpe con el triple de fuerza que el anterior, dejándolo muy mal.
Sus fuerzas fallaron y comenzó a perder la consciencia mientras un horrible agudo sonido se hacía presente en sus oidos, combinado con los insultos que aquel hombre le estaba gritando.
Y finalmente, perdió la consciencia.
...
A los pocos minutos se recuperó, pero cuando abrió los ojos, se dio cuenta que estaba atado de manos y pies, aunque aún seguía dentro del auto.
Se movió intentando encontrar una manera de zafarse o de salir de allí, pero cuando se giró en el asiento trasero, se encontró con el cuerpo sin vida de su madre, a su lado y en la misma condición.
Atada de pies y manos, con señales de tortura y un profundo corte en la garganta.
Sus labios temblaron y un dolor agudo se posó en su pecho.
Quería llorar, gritar de rabia y de impotencia, sin embargo no lo hizo, el nudo en su garganta no le permitió producir ningún sonido.
Y de nuevo su instinto de supervivencia se activó, aunque esta vez de una manera dolorosa.
Comenzó a buscar una solución para salir de allí y se dio cuenta de que era más fácil de lo que pensaba.
Fácilmente pudo alcanzar sus pies y comenzó a desatarlos como pudo, pero en ese momento vio que su tío volvía al asiento del conductor, así que se quedó quieto para evitar que lo viera.
El motor del auto fue encendido nuevamente y entonces levantó su cabeza para espiar un poco, pero su miedo aumentó cuando vio el auto ponerse en marcha, a toda velocidad directamente hacia un río.
Miró al cuerpo de su madre y agarró sus frías manos dejando escapar una lagrima al comprender que la intención de esos criminales era deshacerse de ellos para siempre.
Y allí estaba ella, la única persona en la tierra que podía salvarlo o luchar por él, estaba muerta a su lado y en pocos segundos ambos estarían en el fondo de ese río sin que alguien se diera cuenta de su ausencia.
Le acarició el cabello a la mujer e intentó acunar su cara pero no pudo, debido a que sus brazos seguían atados.
Entonces no pudo evitarlo y rompió en llanto.
— ¡¿Pero que... — el hombre miró hacia atrás dándose cuenta de que Hoseok estaba despierto.
Hoseok sintió miedo, pero también rabia.
Si salía del auto iba a matarlo su padre y si se quedaba terminaría ahogándose o siendo ahogado por su tío.
En cambio si lograba salir vivo de allí, no tenía a donde ir.
Pero recordó a aquel pequeño gatito del callejón, él perdió a su madre pero estaba en manos de quien consideraba a la mejor persona del mundo, Hyungwonnie.
Y entonces tuvo que tomar una decisión de esas que alguien jamás debería tener que tomar en la vida.
No había otra opción.
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