25.Making You Proud
— ¿Bert? — Preguntó Frank. — ¿Es muy pronto para estar enamorado de Gerard?
Ambos estaban en el cuarto de Bert, acostados en la cama al lado del otro; este fin de semana era más tranquilo, en vez de haber ido a algún bar como solían hacer, decidieron quedarse en casa, así que estaban bebiendo unas cervezas mientras fumaban y escuchaban un álbum de The Who.
— Digo... — Agregó Iero. — No ha pasado mucho desde que hablamos en persona por primera vez, sin embargo, llevo años hablando con él por Internet.
— Cada quien se enamora cuando quiere. — Respondió Bert en tono filosófico. — Además, ver a Gerard Way por primera vez significa enamorarse al instante.
— Lo sé... Lo sé... Y lo más impresionante es que creo que me enamoré de él antes de siquiera haberlo visto en persona.
— ¡Ay, Frank! ¿Desde cuándo hablamos cursilerías? ¡Qué horror! Hablemos de bandas de heavy metal, de porno, autos, qué sé yo, cosas de gente seria.
Frank soltó una carcajada.
— Lo siento si te abrumo con mis "cursilerías".
— Ajá ¿Y? ¿Cuándo se volverán a ver? ¿Cuándo tendrán una cita normal?
— No lo sé... Todo se está dando de forma natural, así que...
Como por arte de magia, el celular de Frank empezó a vibrar sobre la mesa de noche, cuando se estiró para agarrarlo, notó que se trataba de una llamada de Gerard.
— ¿Es él? — Preguntó McCracken, a lo que Frank asintió y luego se sentó sobre la cama para atender la llamada, dándole la espalda a su amigo. — ¡Pon el altavoz, mierda! — Bert se puso de rodillas y abrazó a Frank desde la espalda para pegar su oído al celular y poder escuchar también.
— ¿Cómo estás, Gee? — Respondió el castaño, ignorando a su mejor amigo.
— No muy bien... — Respondió. — Esta mañana mi computadora no encendió. Entré en pánico, pero resulta que murió la fuente de poder. M-mañana iré a comprar una nueva y... — Frank pudo escuchar cómo de repente la voz del pelirrojo se volvía más temblorosa. Estaba nervioso. — Me preguntaba si tú...
— ¿Quieres que te acompañe? — Preguntó con una sonrisa boba en los labios al saber que Gerard terminaría haciéndose un lío con sus palabras.
— ¡Sí! — Su voz estaba cargada de alivio. — Por favor. Y si me puedes ayudar a instalarla, porque soy un asco en esas cosas, no quiero arruinarlo... Sólo si tienes tiempo, claro.
— Por supuesto que sí, Gee... Es una cita.
Bert comenzó a saltar en la cama con la botella en la mano y una sonrisa idiota cuando escuchó esa última frase, cuando Frank se despidió y colgó la llamada, el rubio se permitió gritar emocionado.
— Así que una cita ¿Eh? — Movía las cejas de arriba a abajo.
— Sí ¿Qué tiene? ¿Por qué actúas como un niño?
Sin responder, Bert se arrastró por la cama hasta estar junto a la mesa de noche, allí estiró su brazo para abrir el primer cajón y sacó de él una larga secuencia de condones y se los entregó todos a Frank.
— Toma, te harán falta.
Algo parecido había sucedido con Gerard cuando hizo aquella llamada.
Cuando Gerard despertó el viernes por la mañana, después de hacer algunas correcciones en el cómic en el cual estaba trabajando, se dispuso a descansar un poco jugando Magic Landscape, aunque estaba seguro de que nadie estaría conectado debido a la hora. Sin embargo, se alarmó cuando la computadora no encendió. Entró en pánico, claro. Su primera opción para pedir ayuda había sido Mikey, quien no estuvo disponible para él en ese momento. Su hermano menor lo terminó visitando ya a la noche.
— ¿Por qué no utilizas esto como excusa para invitar a Frank a salir? — Todo había sido idea del menor.
— P-p-pero ¿Qué dices? — Se puso nervioso al acto.
— ¡Lo que escuchaste! ¿No me contaste que lo querías ver?
— A-así es... Pero...
— ¡Llámalo! — Insistió, haciendo que su hermano sacara su celular del bolsillo trasero de su pantalón. — Cielos, no deberías ponerte tan nervioso con Frank ahora que sabes que él corresponde a tus sentimientos.
— ¡Es que no puedo evitarlo! ¡Él es tan lindo que todavía no puedo creer que se haya fijado en mí!
Mikey sólo negó con la cabeza mientras reía. A veces Gerard era tan pero tan... Dramático.
El menor de los Way sólo observaba atento cómo, con la cara casi tan roja como su cabello, Gerard invitaba a Frank a salir. Después de que el mayor colgó la llamada, Mikey buscó un condón en su billetera y se lo entregó al mayor, quien lo seguía mirando todo sonrojado.
— Toma, Gerard. — Dijo el menor poniendo el sobrecito sobre la mano de su hermano. — Es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo. Pero yo creo que lo vas a necesitar.
— Y-y-ya vete de mi puta casa ¿Sí? — Mikey sólo se rió. — Ahora me da ansiedad saber que Frank estará aquí y que la casa está hecha un asco.
— Sí... Y deberías cambiar esas sábanas de Spiderman... Matarán la pasión.
— ¡Ya cállate!
Esa noche, Gerard ni siquiera pudo dormir tranquilo con su obsesión de que la casa estuviese en total y completo orden; estuvo limpiando como un desgraciado.
«Qué ridículo... Seguro no estará aquí...». Pensó al darse cuenta de que su tina de baño no estaba del todo limpia.
Estuvo a punto de dejar el baño de una vez e irse a dormir, de no ser porque, nuevamente, la ansiedad lo atacó y se regresó corriendo a limpiar la maldita tina, restregando con la esponja como un desquiciado.
Incluso, estando consciente de que Frank pasaría la mayor parte de la visita en su cuarto ya que era ahí donde tenía el ordenador, le hizo caso a Mikey y cambió sus amadas sábanas de Spiderman por unas de color vinotinto; sábanas serias, de adulto.
Nunca había visto su habitación tan pulcra. El único que había quedado hecho un asco era Gerard, era como si toda la mugre que limpió se hubiese adherido a él, así que fue a darse un baño. Y cuando por fin se dispuso a dormir unas cuántas horas, a su cabecita llegó el pensamiento: «¿Qué me voy a poner?». Lo cual lo mantuvo despierto por más tiempo hasta que encontró el atuendo perfecto y lo dejó sobre una silla para usarlo cuando saliera con Frank.
«A veces suelo ser tan maniático». Se dijo antes de cerrar sus ojos y dormir.
Había quedado de verse con Frank a las once de la mañana, fue a esa hora cuando se despertó, porque su celular vibró junto a él; el castaño le había enviado un mensaje diciendo que estaba afuera esperando en su auto.
— ¡MIERDA! — Maldijo en voz alta por haberse quedado dormido.
Inmediatamente, Gerard se sintió idiota, porque Frank era tan lindo con él y siempre era tan puntual y responsable... Y él se había quedado dormido.
No quiso hacer esperar tanto al tatuado, así que se levantó corriendo, se cepilló los dientes lo más rápido que pudo, se vistió, ni siquiera le dio tiempo de peinarse o de asegurarse de verse bien. Posteriormente, corrió a la cocina, bebió un poco del cartón de jugo y después de tomar su billetera, sus llaves y su celular, corrió hacia el ascensor.
Vio el auto de Frank a las afueras del edificio, no paraba de acomodarse el cabello con las manos mientras caminaba, al no haber tenido tiempo de arreglarse, se sentía feo, sentía que era un esperpento, veía un montón de defectos en él y se lamentaba por ellos; se preguntaba qué pensaría Frank.
«Seguro piensa que soy desastre». Se dijo.
Lo que él no sabía era que Frank no le había quitado la mirada de encima desde que lo vio salir del edificio, y lo único que podía pensar era que tenía la suerte de salir con el hombre más lindo de todo el mundo.
— ¡Hola! — Saludó Gerard cuando entró al auto con Frank. — Perdona la tardanza, en serio. Es que no dormí nada anoche y por eso me quedé dormido, p-pero...
— No te preocupes. — Le cortó Frank con una sonrisa. — No esperé tanto, así que no te reproches, no fue nada.
No dejó a Gerard responder, el tatuado sólo se inclinó, tomó suavemente las mejillas de Gerard con ambas manos y le dio un beso lento, cargado de ternura.
Detrás de una pantalla o en la vida real, Frank Iero siempre ha sabido cómo hacerme sentir bien.
No sé qué somos... Él no me ha pedido ser su novio formalmente y yo tampoco tengo el valor de pedírselo. No tengo nada que perder porque sé que yo también le gusto, PERO AAAAHHHH, de sólo pensarlo me muero de la vergüenza.
Él me pone muy nervioso, y no importa qué tan lejos lleguemos, siempre me pondrá nervioso. Pero eso no es algo malo necesariamente. Claro que no. No me quiero ni imaginar que llegará un día donde ya no sienta nervios por la presencia de Frank, que ya no sienta estas mariposas amenazando con hacer que mis órganos estallen. Realmente no quiero dejar de sentirme así, por eso es que en un principio era adicto a pasar horas frente a una computadora para poder "estar" con él... Porque siempre me ha gustado todo lo que él provoca en mí. Creo que me he vuelto terriblemente adicto a estar enamorado de Frank Iero.
Sin haber dicho nada, antes de ir a la tienda de electrónicos a comprar la fuente de poder, Frank hizo una parada en un restaurante que ciertamente le agradaba, esto lo hizo porque sabía que Gerard había salido de casa sin comer algo, debido a que no quería hacerlo esperar más. Frank se preocupaba demasiado por Gerard.
Estuvieron allí durante unas dos horas que para ellos parecían minutos, estuvieron toda la comida hablando sobre cualquier cosa al igual que lo hacían en el juego online. Frank solía hablar sobre su trabajo y sobre sus proyectos, Gerard lo escuchaba con cierta fascinación. Para el pelirrojo, Frank Iero era como un modelo a seguir, era dedicado en su trabajo y en todo aquello que lo apasionara, eso le hacía sentir un poco de orgullo.
Cuando él conoció a Frank, él apenas era un universitario, así que era agradable saber cuánto había logrado a través de los años y las nuevas metas que se estaba proponiendo.
Frank me hace sentir tan orgulloso, que no puedo esperar a que él llegue a sentir lo mismo por mí.
En estos momentos tengo más claras las cosas y algún día podré ver materializados todos los proyectos que tengo en mente. Frank se sentirá orgulloso de mí cuando eso suceda.
Personas como Frank, como mi hermano y como mis amigos, me impulsan a seguir adelante. Todos ellos me han enseñado a ser fuerte, ahora quiero que vean todo lo que podré lograr.
No tardaron nada comprando la fuente de poder y en menos de lo que pensaron, ya estaban entrando al departamento de Gerard. Caminaron juntos hasta la habitación del pelirrojo, donde inmediatamente regresó aquella tensión que había entre los dos cuando estuvieron en casa de Frank, en ese momento cuando Gerard estaba duchándose y sólo una puerta los separaba. La vista curiosa de Frank viajaba sobre cada rincón del cuarto; la cama, el pulcro escritorio con materiales de arte organizados meticulosamente, un pequeño estante con cómics, posters de bandas en las paredes.
«El cuarto de Gerard parece el de un adolescente». Este pensamiento lo hizo esbozar una bonita sonrisa, mientras que Gerard no sabía qué hacer debido a sus nervios.
«¡Qué bueno que limpié!». Pensó.
Gerard fue a preparar un poco de café mientras que Frank hacía la instalación, lo cual le tomó unos pocos minutos, luego regresó a la habitación con la jarra y dos tazas, estaba sirviendo el café sobre su escritorio, mientras observaba a Frank concentrado en su computadora. Gerard estaba ensimismado, no paraba de pensar en Frank y en el hecho de que estaba allí, estaba tan distraído que estaba llevando a cabo sus acciones con torpeza. Sólo pensaba en él: Los ojos avellana de Frank, la nariz de Frank, la sonrisa de Frank, los tatuajes de Frank, lo lindo que se comportaba Frank con él. No se daba cuenta de que estaba derramando el café, y no se habría dado cuenta de no ser porque Frank lo hizo regresar a la realidad. Apenas en un parpadeo, el tatuado estaba frente a él, chasqueando los dedos frente a sus ojos, preguntándole si se encontraba bien... Gerard se sintió tan pendejo.
— S-sí... — Respondió atontado. — L-lo siento, yo... — Se dio cuenta del desastre que había hecho. — ¡Mierda! Tengo que limpiar esto, yo... ¡Ay! — Sin querer, había tocado el líquido caliente sobre la mesa y se quemó los dedos.
«¡Eres tan torpe, Gerard Way!». Se reprochó a sí mismo mientras agitaba su mano debido al dolor que le había provocado aquella quemadura superficial.
— Oye... — Como era de esperarse, Frank sólo se rió. — Está bien, no te preocupes. — Tomó la mano de Gerard con dulzura y besó el área que había tocado el café. — No pasa nada. — Finalizó la frase con más besitos en la mano de Gerard.
Una vez que pasó el momento, el menor regresó a lo que estaba haciendo.
— Me siento raro por haber pasado tanto tiempo sin jugar. — Dijo Gerard mientras estaba parado junto a Frank observando cómo terminaba de instalar la fuente de poder. — Ya quiero jugar con Kyran, aunque... Al mismo tiempo no, porque prefiero que estés aquí físicamente.
— Eso no es problema. — Dijo Frank señalando la mochila que había llevado consigo. — Traje mi laptop, así que cuando tu computadora encienda, podremos jugar juntos sin que necesariamente tenga que irme.
— ¡Eso sería fantástico! — Exclamó Gerard con ese brillo en los ojos que tanto amaba el tatuado.
Cuando todo estuvo listo y la computadora de Gerard volvió a encender, éste tomó asiento para poder jugar Magique Landscape, mientras tanto, Frank se acomodó en su cama con su laptop. Era extraño para ambos jugar de esa manera; estando en la misma habitación.
— ¿Y a dónde quieres ir hoy, Kyran? — Había dicho Claudia.
— ¿Sabes, Gee? — Habló Frank en voz alta. — No creo que sea necesario que usemos el chat del juego.
— Es cierto. — El mayor soltó una pequeña risa. — Es que es la costumbre.
Jugar con Frank teniéndolo conmigo en la vida real se siente extraño. No pudimos evitar utilizar el chat del juego al mismo tiempo que decíamos en voz alta las cosas que escribíamos.
Pero podría acostumbrarme a esto, es mucho mejor escuchar sus risas en persona, verlo cómo se concentra en las misiones o cómo lanza maldiciones múltiples cuando está perdiendo, pero lo mejor es escucharlo reírse. Prefiero que estemos así, que sigamos siendo compañeros de juegos mientras estamos juntos irl.
Igual que como cuando solían jugar habitualmente, tardaron horas, el día se había ido en un suspiro, ni siquiera se dieron cuenta de que había anochecido.
— Este último nivel fue muy difícil ¿No te parece? — Preguntó Frank cuando decidieron tomarse un descanso.
— Sí... Es cierto. — Gerard giró su silla para quedar frente a él. — Pero es genial porque desbloqueamos una nueva isla y la playa es muy bonita.
— Dicen que muy pocos logran desbloquear esta isla, los del gremio se pondrán tan celosos.
El pelirrojo por fin se dio cuenta del tiempo que había pasado cuando volteó hacia la ventana.
— Ya es tarde... — Dijo.
— ¿Qué? — Frank arqueó una ceja. — ¿Quieres que me vaya ya?
Gerard se levantó de la silla lentamente y dio unos cuantos pasos hacia la cama.
— Realmente no. — Dijo mientras hacía la laptop de Frank a un lado y se acomodaba él torpemente entre sus piernas, rodeando el cuello del tatuado con sus brazos. — Me gusta tenerte aquí.
— Bueno... — Frank apostó por subir un poco el nivel y apretó a Gerard de la cintura, apegándolo más a sí. — No me iré si no quieres que me vaya.
— Me gustó haber pasado todo mi día contigo. — Admitió sonriendo. — Q-quisiera repetirlo.
— Todas las veces que quieras. — Contestó Frank antes de unir sus labios con los del pelirrojo en un beso.
Gerard se aferró más fuerte a Frank, mientras tanto, las manos del tatuado, que antes estaban aferradas a su cabello rojo, bajaron suavemente por su nuca, Gerard sintió una corriente eléctrica cuando aquellas manos continuaron bajando a través de su espalda hasta posarse en sus nalgas, las cuales masajeaba y apretujaba a su antojo mientras que aquel beso se volvía más húmedo y se cargaba más de deseo. Leves gemidos se escapaban de los labios de Gerard cuando se separaban ligeramente para tomar aire y seguir besándose, le gustaba mucho cómo Frank chupaba su labio inferior, lo mordía y luego regresaba a explorar de nuevo su boca con su suave lengua, aventurándose lo más lejos posible. Frank Iero era un gran besador, también sabía cómo y dónde tocarlo, sabía lo que hacía en general.
— Te quiero, Frank. — Musitó Gerard entre besos.
La ropa, lentamente, comenzó a escasear. Frank se colocó sobre Gerard para poder deshacerse de su pantalón y luego del propio. Su lengua, que antes estaba muy ocupada explorando su boca, viajó sin problema hacia su barbilla, su cuello, sus clavículas, dejando suaves mordidas en el camino, luego, motivado por las caricias del pelirrojo, continuó bajando a través de su pecho y abdomen hasta llegar a la erección de Gerard la cual, por los momentos, estaba custodiada por sus bóxers, Frank comenzó a besarla por sobre la tela, logrando enloquecer al pelirrojo quien, por supuesto, quería más.
Frank no dejó a Gerard esperando más, terminó de retirar su ropa interior y sin hacerse más del rogar introdujo toda la longitud en su boca; sus lamidas eran rápidas y tenía una habilidad de succión increíble. Llevaba el miembro de Gerard lo más profundo que podía hacia su garganta, lo cual le provocaba arcadas y que sus ojos lagrimearan un poco pero, oh, Gerard lo estaba disfrutando un montón, sus gemidos hacían eco en la habitación a medida que se aferraba a Frank enredando sus dedos en su cabello y movía ligeramente las caderas.
Cuando el mayor dio el aviso de que estaba por llegar, Frank lo soltó, no lo dejaría correrse aún, igualmente el pelirrojo quería durar un poco más hasta ser penetrado por el tatuado.
Frank besó a Gerard en la boca una vez más antes de darle la vuelta y ponerlo boca abajo, sólo entonces se deshizo de sus propios bóxers para liberar la erección que tanto estaba apretando allí. El cuerpo de Gerard era hermoso para él. El pelirrojo siempre se sintió inseguro con su cuerpo incluso en esos momentos, a pesar de haber adelgazado gracias a la rutina de ejercicios con Mikey, las estrías que adornaban su piel no lo hacían sentir del todo bien y, a pesar de que en pleno acto sexual se olvidó de todos sus defectos, luego lo recordaría y estaría la inútil preocupación de qué pensaría Frank al respecto, sin embargo, esa noche, Frank se encargó de repetirle lo hermoso que era para él, porque él nunca había visto ningún defecto en Gerard.
Después de la preparación previa con sus dedos, olvidando el protocolo del condón, Frank entró en él de forma lenta, soltando un sonoro jadeo, una vez hecho esto, comenzó a moverse un tanto más rápido mientras se aferraba a las caderas de Gerard, quien se sostenía fuerte a las sábanas, sintiendo cómo todo su mundo se estremecía con cada estocada del tatuado.
El mayor trataba de moverse al mismo son que Frank, logrando entrar en perfecta sincronía en sus movimientos. A medida que el tatuado golpeaba su punto dulce, se retorcía de placer, y ya no pudo contenerse, terminó vaciando todo su simiente sobre sus sábanas (ahí fue cuando agradeció no haber dejado las de Spiderman), pero Frank seguía en el juego, continuaba embistiéndolo fuerte sin dejar de decirle cosas como lo hermoso que era y lo feliz que estaba por haber coincidido en esta vida.
El tatuado, sin bajar el trote, se inclinó para besar sus hombros y seguir diciéndole esas hermosas cosas al oído a la par con sus gemidos guturales, también se ocupó de tomar su miembro en su mano y masajearlo para ponerlo en marcha nuevamente porque el juego aún no terminaría. Gerard daba por hecho que terminarían haciendo el amor toda la noche.
El acto sexual acabó en la madrugada con los dos totalmente exhaustos.
Gerard yacía recostado de lado, con Frank abrazándolo desde atrás, con sus piernas cubriendo las suyas. El tatuado acariciaba mechones de cabello rojo totalmente ensimismado, creyendo que Gerard estaba dormido, sin embargo, el mayor no hacía más que preguntarse cómo estaban las cosas con ellos desde ese momento, porque aún no eran novios oficialmente, a pesar de que estaba más que claro que aquella no había sido una simple sesión de sexo solamente, porque hubo sentimientos de por medio, sentimientos puros que eran correspondidos
— ¿Frank...? — Dijo casi en susurros.
— ¿Sí?
— ¿Ya somos novios? — Antes de que ella tatuado respondiera, Gerard dios otro de sus argumentos derrotistas. — E-e-entiendo si me dices que no y que lo nuestro será sólo tener sexo y jugar online porque... Es decir... Yo soy muy...
— Espera. — Frank lo detuvo antes de que siguiera diciendo cosas así. — ¿Quién no querría ser tu novio, Gerard?
Al escuchar eso, Gerard sintió que se le iba a salir el corazón y luego se puso completamente rojo.
— ¿E-Entonces somos novios, Frank Iero?
— Nada me haría más feliz ahora.
— ¿A pesar de ser como soy?
— No empieces diciendo que eres un desastre porque... Bueno, lo eres, sí. — Rió tranquilo. — Pero me gusta que lo seas. Eso te hace perfecto para mí.
— ¿Sabes? — Se dio la vuelta para poder mirar al tatuado a los ojos. Apenas se podían divisar en la oscuridad, donde la única luz era la que venía desde la ventana que daba hacia la calle. — Hay algo que quería contarte... E-es que estoy haciendo algo productivo por primera vez en mucho tiempo, se trata de un importante proyecto. Estoy trabajando en mi propio cómic.
— ¿En serio? — Preguntó Frank con genuino interés, se sentía verdaderamente emocionado al respecto. — ¡Eso es fantástico!
— Sí, es que... Es algo que siempre quise hacer.
— Lo sé. Desde hace años me has contado cómo siempre has querido dedicarte al arte y nunca lo hiciste para complacer a tus padres.
— Y hace mucho que decidí complacerme a mí mismo y hacer lo que yo quisiera sin esperar nada de los demás pero... Por alguna razón, quizás porque me sentía como un total fracaso que nunca lograría nada aunque lo intentara, me encerré en mi mundo donde no hacía nada más que escapar de la realidad jugando contigo y con los demás. En vez de seguir adelante, los decepcioné a todos y creí que no me importaba, entré en un estado de indiferencia absoluta... Pero poco a poco, gracias a cada uno de ustedes, incluyendo a mi fastidioso hermano, me di cuenta de que puedo hacer cosas grandes por mi cuenta y que nunca es tarde para llevar las riendas de mi vida como yo quiera. Estoy arruinando la sorpresa. — Soltó una bonita risa nasal. — No quería decírtelo hasta que todo estuviese listo porque aún trabajo en ello... Y es que... Es algo que, además de hacerlo por mí mismo porque siempre lo he querido, también lo hago por ti, porque siempre has estado conmigo en mis peores momentos y yo... Quiero que te sientas orgulloso de mí y de ser mi novio.
Un nudo se formó en la garganta de Frank, las palabras de Gerard tuvieron el poder suficiente para poder conmoverlo, esas palabras le llegaron directo al corazón.
— Gee... — Dijo suavemente mientras acariciaba su mejilla con dulzura. — Ya estoy orgullo de ti y también lo soy de ser tu novio. — Tomó su mano y besó sus nudillos con solemnidad. — Ya verás cómo mañana empezaré a presumirte con todo el mundo porque soy muy suertudo de ser tu pareja.
Gerard no pudo evitar soltar unas cuántas lágrimas de felicidad; era tan sensible. Frank no pudo evitar abrazarlo con fuerza, permitiendo que se recostara en su pecho.
— Una de las mejores cosas que me han pasado en esta vida es que tú seas real, Frank. — Dijo antes de quedarse dormido en los brazos de su amado.
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