15.Friday
Se había hecho de noche y todo. Pero al fin, Gerard estaba listo.
Tanto él como Lindsey estaban exhaustos, pero la estilista estaba muy contenta porque había podido superar el reto que ella misma se había impuesto de hacer todo el trabajo en un solo día. Fueron casi ocho horas seguidas, pero el resultado había sido impresionante.
— ¡AAAAAAAAAAHHHHH! — Lindsey gritaba emocionada, meneándose de un lado a otro con las manos en sus mejillas.
— ¿Qué? ¡¿QUÉ?! — Gritó Gerard. — ¿Pasó algo malo? ¡¿Me quemaste el cabello?!
— ¡Nooooo! ¡Es que te pareces tanto a Claudia que quiero morirme!
— No podré saber si me parezco a Claudia si ni siquiera la he visto. — Dijo el muy mentiroso.
— ¡Agh! ¡Deberías jugar Magique Landscape! Así podría presentártela.
«Si supieras...».
— ¿Estás emocionado, Gee?
— ¡Muchísimo! ¡Ya déjame verme en el espejo!
— Estamos en una estética, hay espejos por todas partes, tonto. Sólo debes levantarte de aquí. — La silla donde atendió a Gerard estaba al fondo, donde no había espejos.
— Es que tengo un poco de miedo también.
— Ármate de valor. — Lo tomó del brazo y lo ayudó a levantarse de la silla. — Yo te acompañaré.
Los pasos de Gerard eran lentos, sus piernas temblaban, estaba tan nervioso y al mismo tiempo ansioso por verse al espejo. Si se hubiese hecho solamente un simple y rápido corte de cabello, estaría más tranquilo, sin embargo, considerando el montón de cosas que Lindsey hizo con él y el cambio drástico en su cabello, temía lo que pudiera encontrarse.
Finalmente, cuando tuvo la valentía de pararse frente a un espejo, no se reconoció a sí mismo cuando se vio.
— ¡AAAAAAAHHHHHH! — Ahora fue él quien gritó, pero él sí se oía asustado.
— ¿Q-qué? — Preguntó Lindsey, alarmada. — ¿N-no te gustó?
— E-es que... — Caminó unos pasos hacia atrás, luego hacia adelante, movió su mano, la acercó, la alejó rápidamente, y en eso estaba, tratando de comprender cómo era que él era la misma persona que estaba viendo al espejo. — ¿Ese soy yo? Porque no me consta.
— Tonto. — Le dio un codazo cariñoso. — Tú eres naturalmente hermoso, me sorprende que no lo sepas.
— Yo... — Realmente se veía bien con el cabello rojo, también se veía mucho mejor con sus cejas arregladas y su piel se veía tersa como porcelana. — Me veo así porque tú estuviste horas esclavizada trabajando.
— No digas eso, eras hermoso antes de entrar a esta estética, yo sólo lo resalté más. Escúchame, Gee. Este día contigo ha sido increíble y espero haberte sido de ayuda, no sólo para teñirte el cabello, sino para que aprendas a sentirte bien contigo mismo. Eres un chico muy lindo, una persona adorable, siento que todo el mundo debería apreciarte, más por lo que eres que por cómo te ves, pero que puedan verte es el primer paso. Yo lo veo de esta manera; una persona hermosa físicamente llama muchísimo la atención, hace que instintivamente te acerques a ella, pero si esa belleza física es lo único que hay, entonces ya no vale de nada y esa persona pierde la atención que recibió. Una persona que es maravillosa por dentro pero que por fuera no se cuida, transmite el mensaje equivocado y las personas no se acercan a ella, muy pocos son lo suficiente susceptibles para apreciarlas. Sonará superficial por los momentos pero no lo es, al menos no como yo lo veo, yo creo que debes proyectar por fuera lo increíble que eres por dentro ¿Entiendes? Atraer a la gente con tu belleza física y terminar de retenerlos con la belleza de tu mente. La belleza física, aunque al principio te atrae, termina aburriendo si no hay nada más, por eso valdrán más la pena los que se queden contigo por lo que hay aquí. — Llevó el dedo índice a la frente de Gerard. — Y aquí. — Luego posó su dedo en su pecho, donde va el corazón.
No le entendí mucho.
Oh, bueno sí.
Pero no tanto, un poquito; Lindsey quiso transmitirme un bonito mensaje y creo que al menos pude captarlo un poco.
— Yo te lo dije, Gee, el primer paso para sentirte bien contigo mismo es verte bien en el exterior, debes proyectar lo que eres, dar un mensaje, una buena primera impresión y... ¿Qué...? — Se dio cuenta de las lágrimas que comenzaban a escaparse de los ojos de Gerard. — ¿Por qué lloras?
— Es que me has conmovido mucho. — Limpiaba sus lágrimas con ambas manos. — ¡Muchísimas gracias por todo! No sé cómo pagártelo.
— ¡Ay, mi amor! — Ella, conmovida también, tomó al mayor en sus brazos. — Puede que tu hermano haya pagado mi trabajo como estilista, pero el mejor pago de todos ya me lo diste.
— ¿Ah sí? ¿De qué se trata?
— De tu amistad. — Respondió con solemnidad, provocando más lágrimas de felicidad en el pelirrojo.
Mi amiga Lyn-z es igual de asombrosa que en Magique Landscape, tal vez más.
Mucho más.
Me impresiona, porque uno irl es distinto a como es online, usualmente más introvertido, como ejemplo estamos Ray y yo, en cambio, Lindsey es incluso más increíble.
Ahora quiero jugar mucho más con ella.
— ¡Claudia! — Exclamó Lovegood. — Te extrañamos mucho ayer ¿Por qué no te conectaste?
Esa noche, estaba conectado todo el gremio y todos estaban ansiosos por saber por qué Claudia, quien siempre estaba online, no se había conectado el día anterior. Lo cierto es que, cuando Gerard volvió a casa de la estética, lo único que hizo fue calentar algo en el microondas, comer, y apenas hizo falta que tocara la cama para que cayera rendido hasta el otro día.
— Estuve de compras y en el salón de belleza. — Respondió. — Cuando me di cuenta, ya se había hecho de noche, volví a mi casa y me dormí porque estaba muertaaaa.
«Qué coincidencia». Se dijo Lindsey, estando en pijama detrás de su ordenador, recordando que justamente el día anterior Gerard había hecho lo mismo, sabía lo de las compras porque él había llegado a la estética con sus bolsas. «Coincidencia... Algunas cosas son muy fuertes para ser sólo coincidencias».
Luego tuvo el flashback de Gerard diciendo que todos sus personajes en los juegos que jugaba tenían el cabello rojo fantasía, eso no decía que necesariamente tenía que ser Claudia, pues personajes con cabello rojo hay muchos y personas que van de compras y luego a arreglarse el cabello hay muchas también, sobre todo si son chicas, así que aquello no significaba nada por los momentos. Pero de todos modos, le era inevitable pensar en Gerard, porque su personalidad apacible se parecía mucho a la de Claudia.
« ¿Será posible...?». Pensó.
— Te estás esmerando mucho para tu cita ¿Huh? — Dijo Kyran. Aun por escrito, se detectaba un poco de hostilidad en aquel mensaje.
— Uuuuuhhhh. — Atlais le dio un codazo. — Huele a C-E-L-O-S.
— ¡Cállate, idiota! — Contestó el vampiro. — No lo pregunté en ese contexto.
— Sí, claro. — Lyn-z se unió al bullying. — Y por eso estás ardido ¿No?
— Kyran siempre está ardido. — Dijo Orpheus a su habitual manera sarcástica. — Qué novedad.
— LOS VOY A BLOQUEAR.
— Y ya amenazó con que nos bloqueará. — Continuó Atlais. — Clásico de Kyran.
— No sean tan pesados, estaba hablando con Claudia, no con ustedes.
— Entonces escríbele al privado y listo. — Dijo Alioth. — Pero eso sí, igual vamos a completar una misión juntos, aprovechemos que el equipo está completo, esto sucede una vez cada mil años ¿Saben?
Kyran dejó de prestar atención a sus pesados amigos y decidió escribirle a "Claudia" al chat privado para que nadie los molestase.
— Celos ¿Eh? — Dijo Claudia, añadiendo el emoji de la carita pervertida.
— LO PREGUNTÉ EN OTRO CONTEXTO.
— ¿Entonces por qué te enojas? — Rió.
— Porque no me gusta que malinterpreten lo que digo. — Puso una cara triste.
«Kyran es tan adorable». Pensó el pelirrojo.
— Era una pregunta normal, es que veo que te estás esforzando para una cita a la que se suponía que no querías ir.
— Créeme, no fue por mí... Es que mi hermano insistió en todo esto, en las compras... Incluso pagó todo lo que me hicieron en la estética.
— ¿Hermano mayor?
— Sí, exacto.
«Uy, qué vergüenza». Se dijo Gerard nuevamente. Si tan sólo Kyran supiera la realidad...
— ¿Cuándo es tu cita? — Preguntó lo que ya sabía.
Era jueves, al día siguiente, Bert se iría a su viaje y volvería el sábado por la mañana para tener su cita con Gerard por la noche.
Sin embargo, la respuesta lo descolocó un poco.
— Mañana. — Dijo Claudia.
— ¿Mañana?
— Sí, mañana.
— ¿Te refieres a mañana VIERNES?
— Sí, Kyran, mañana VIERNES ¿Por qué esa manera de actuar tan extraña?
« ¡AH! ¡QUÉ DIRECTO SOY! ¡LO SIENTO, KYRAN!».
— D-digo... — Añadió Claudia para no sentir que estaba siendo impertinente. — Si se puede saber...
— N-no es nada... Es que creí que tu cita era el sábado.
— No, de hecho, la mujer con la que saldré me escribió ayer, me preguntó "¿Nos vemos entonces?" y yo confirmé diciendo que sí, entonces ella sólo dijo que nos veremos a las nueve.
«N-no entiendo...». Pensó Frank. «Preguntó "¿Nos vemos entonces?", pero por lo que veo, nunca dijo si el viernes o el sábado, aun así, estoy seguro de que la cita de Bert es el sábado, él me lo dijo, además, es ese día que volverá de su viaje, así que es imposible que sea mañana. A no ser que... ¡Ay, no sé! Existen dos posibilidades: La primera, que Gerard se haya confundido de fecha. La segunda, que Gerard no sea GothClaudia y que su historia se parezca a la nuestra por mera coincidencia... Aunque sería una coincidencia demasiado grande».
El interrogatorio que Kyran estuvo a punto de hacerle a Claudia se vio frustrado al momento en que Alioth, como todo un líder, los encaminó a todos hacia el reino donde se llevaría a cabo su nueva misión, por lo tanto, era hora de concentrarse en jugar y no "perder el tiempo" en el chat, de todos modos, tampoco sabía muy bien cómo hacerle preguntas a Claudia sin que se viera extraño.
Llegó el viernes.
Hoy es el día.
¡Hoy tendré mi cita con Bert!
No estoy para nada listo.
Desde que me levanté de dormir, siento mi corazón estrujándose de los nervios.
¿Y si todo sale mal? ¿Y si lo arruino todo? ¿Y si al final él no vale la pena y me decepciono? O peor ¿Si lo decepciono yo a él?
¡No! No, momento, no, no, no puedo caer en la inseguridad y en la falta de confianza, debo serle fiel a Lindsey porque ella cree en mí, también debo serle fiel a Mikey, quien ha estado aconsejándome y haciendo todo lo posible para que las cosas salgan buen.
No puedo arruinarlo.
— Lindsey dice que me parezco a GothClaudia. — Decía mientras se miraba al espejo, en todo el día, no había dejado de hacerlo, aún no se acostumbraba a su nueva imagen. — Pero si me parezco a alguien, es a Party Poison.
En eso, escuchó la puerta.
— ¡YA VOOOOYYYYYYY! — Gritó con todas sus fuerzas, igual que siempre. — Seguro es Mikey, que viene de chismoso a ver cómo me preparo psicológicamente para tener mi primera cita en años.
Al abrir la puerta, no se equivocó, Mikey estaba allí en frente, vestido de traje, pues había estado en otro de sus eventos importantes de la universidad.
— ¡Mikey, que sor...!
— ¡¿Quién demonios eres?! — Dio dos pasos hacia atrás.
— ¿De qué hablas?
— ¡¿Dónde está mi hermano?! ¡¿Dónde está Gerard?! ¡¿Qué le hiciste?! ¡Si no me dices quién eres, llamaré a la policía!
Gerard se lo quedó viendo con cara de póker.
— ¿Es en serio, Mikey?
— MUY en serio. — Respondió sacando su celular, listo para marcar al 911.
— No esperaba decírtelo porque creía, sigo creyendo, que estás jugando conmigo.
— Okay, sí, estaba jugando, pero te juro que por un momento no te reconocí ¡¿Qué demonios te hiciste en el cabello?! ¿No piensas en el futuro? No te darán un buen empleo con el cabello de ese color ¿Qué eres? ¿Un cosplay de Party Poison? — Al fin, se permitió entrar a la casa y seguir a Gerard hasta la pequeña sala de estar.
— Sí... Es que estaba celoso porque tú eres un cosplay viviente de Kobra Kid. — Sonrió.
— Vas a tener que volver a teñirte de negro, yo que te lo digo.
— Métete en tus propios asuntos, Mikey.
— No me trates así, yo sólo venía a ver si estás listo para tu cita esta noche. Tenía la expectativa de encontrarte hablándole al espejo, grabarte y extorsionarte posteriormente.
— Qué lindo hermano. — Ironizó.
— ¿Qué tal te fue con Lindsey? ¿Te cayó bien?
— ¡Me cayó excelente! Hablar con ella fue tan sencillo.
— Eso quería. — Suspiró aliviado. — Sabía que Lindsey te haría sentir seguro. Ya que ella es una persona excelente, quería que la conocieras para que te sintieras más confiado en tu cita y te relajaras.
— ¿T-tú hiciste eso por mí?
— Así es. Lindsey es genial y tiene siempre este empeño por hacer amigos y ser buena con todos.
— La amé, Mikey, ella es asombrosa, se ganó mi confianza tan rápido... Hablamos sobre muchas cosas y yo... Honestamente, nunca había conocido en la vida real a alguien que me comprendiera tanto, que me hiciera sentir tan bien.
— Bien, ahora me siento un poco celoso.
— Bueno, durante todo este tiempo, tú no has hecho más que molestarme y ser malo conmigo.
— Porque eso es lo que se supone que hacen los hermanos.
— Quizás, pero empieza a doler cuando lo hacen tus padres.
No sé por qué de repente soy tan honesto, ni a dónde pienso llegar con este asunto, pero en estos momentos, no puedo evitar reprocharle a Mikey todo lo que he tenido que pasar estos años por la culpa de mi propia familia, quienes se supone que deberían apoyarme y nunca lo han hecho.
— ¿Nuestros padres? ¿Qué te han hecho nuestros padres? — Replicó Mikey.
— Por favor, no me hagas hablar al respecto y perder el tiempo porque tú nunca lo entenderías.
— ¿Entender qué, Gerard? Sé que he sido una mierda contigo y que hasta ahora no he sabido demostrar que verdaderamente me preocupo por ti, pero ahora intento ayudarte, así que déjame hacerlo, me lo pones más difícil si no me cuentas nada. Trato de entenderte, de veras que lo hago, pero...
— ¡No puedes! — El mayor se puso a la defensiva.
— ¡Sí podría! Si tú me permitieras hacerlo.
— No puedes, Mikey, no puedes entender lo que significa ser yo cuando tú eres... Pues... ¡Tú!; el niño perfecto.
— No soy perfecto. — Replicó.
— ¿Ah no? Mejor promedio en la escuela toda la vida, bueno con las relaciones sociales, una brillante promesa en las Ciencias Políticas, siempre has hablado cuando se te pide, y has hecho lo que se te pide, eres más obediente que nadie... Eres como el hijo que todos sueñan tener ¿Sabes?
— No soy perfecto. — Repitió. — Nuestros padres no me aman más que a ti, es una locura.
— Sé que lo que dices para que no me sienta mal, pero descuida, no puedo sentirme mal, me da igual todo ¿Entiendes? Por eso si estás o no para ayudarme, no me importa tampoco.
Mikey abrió los ojos desmesuradamente, las palabras de Gerard le cayeron tan amargamente que llegaron a afectarle. Él estaba consciente de lo que decía su hermano mayor y realmente trataba de comprenderlo, pero ahora estaba claro; a Gerard le daba igual si él trataba de entenderlo o no, si estaba presente o no, y tanta indiferencia dolía un poco. Así había sido siempre, el día que Mikey comenzó a hacerle bullying a su hermano mayor, en parte, era para llamar su atención, para provocar una reacción, fuera buena o mala, pero nunca había respuesta, hiciera lo que hiciera, era como si a Gerard ya no le importara lo que ocurriera con su vida, ni siquiera su propia familia, nada.
— O sea que te da igual pasar tiempo conmigo. — Asintió fingiendo tranquilidad. — Te da igual si no vuelvo a visitarte jamás, todo te da igual ¿Huh?
— Probablemente. — Se cruzó de brazos, a veces Gerard podía llegar a ser tan temperamental que llegaba a decir cosas de las cuales se arrepentía posteriormente. — Después de todo, tú sólo finges que te importo, estoy seguro de que lo haces para quedar bien ante nuestros padres, y no me duele, tampoco me hace feliz, simplemente me da igual.
— Ya veo... — Seguía asintiendo. — Te diré una cosa, Gerard, es impresionante cómo me hiciste perder mi maldito tiempo pasando tardes aquí contigo haciendo nada cuando podía estar haciendo cosas más importantes porque soy un hombre ocupado, no como tú, y aun así, pese a todo lo que hice por ti, sigues diciendo que no me importas ¿Sabes qué? Puede ser que haya perdido el tiempo aquí procrastinando, pero yo no lo sentí como tal, estaba consciente de que perdía mi tiempo, pero no me sentía así porque estaba con mi hermano, como en los viejos tiempos. Estas semanas he estado tan feliz de estar contigo tardes enteras... Pero claro, tú dices que no me importas ¿Verdad? Que lo hago por mí, para quedar bien con nuestros padres. No me jodas.
Entonces fue cuando Gerard empezó a sentirse mal y arrepentirse de haber sido un poco duro con Mikey, después de todo, él estaba más que contento de poder estar con él como cuando eran más jóvenes y no cambiaría eso por nada.
— He tratado estas semanas de ayudarte y he hecho todo lo que puedo para que te integres a la sociedad y puedas hacer una vida plena y feliz. — Continuó. — Y lo he hecho por ti ¿Entiendes? No porque mamá y papá me obliguen a hacerlo ni mucho menos.
— Tal vez tengas buenas intenciones, pero la manera en la que has intentado ayudarme no es la correcta, intentas llevarme por el mismo camino por el que mis padres quieren que vaya ¿Y sabes qué? Ese maldito camino ya intenté seguirlo hace mucho, pero sólo lleva a una vida que sencillamente no es para mí y por eso decidí dejarlo, porque me cansé.
— ¿Entonces qué camino quieres seguir? ¿Qué clase de vida quieres tener? Y no me digas que la que tienes ahora. — Gerard sólo cerró la boca, indispuesto a decir una sola palabra. — No puedo saber cómo ayudarte si no me dices cómo, no esperes que lo sepa de antemano porque no soy adivino. — Pero el pelirrojo seguía callado. — ¿Y ahora por qué no dices nada? Es molesto.
— Es que no sé qué responderte, Mikey... ¿Podemos hablar de esto después? Me vas a deprimir por el resto del día, saldré con alguien esta noche y no quiero tener un humor de mierda.
— Bien, entiendo... — Se encaminó hacia la puerta. — Diviértete en tu cita, buena suerte.
— Gracias... — Ahora se sentía mal. — S-si quieres... Te llamaré para contarte todo.
— Lo apreciaría mucho. — Ya en la puerta, estuvo a punto de darle un abrazo a su hermano para despedirse, pero de repente recordó algo importante. — ¡Espera! Se me olvidaba... No sólo vine con el motivo de saber de tu cita, también quería avisarte que mamá quiere hacer una fiesta para tu cumpleaños.
— ¡¿Qué?!
— Sí, y piensa invitar a todo el mundo, así que...
— ¡No! — Interrumpió. — ¡NO! ¿Qué le pasa? ¡¿Qué edad cree que tengo?!
— Sabía que te ibas a enojar, incluso se lo dije pero no me escuchó, así que no hay vuelta atrás, esa fiesta se dará. Más te vale asistir porque, después de todo, se supone que es tuya.
— Odio que mi mamá se comporte como si tuviera doce años. — Soltó un resoplido mientras se cruzaba de brazos. — Ya hablaré con ella, le pediré que cancele la fiesta.
— Sí, pues... Suerte con eso.
Una fiesta...
¡Una maldita fiesta!
Mi familia es una amenaza.
Odio que mis padres sigan queriendo controlar mi vida.
Gerard estaba tan molesto que para no pensar más en su problemática familia y sus problemas, comenzó a arreglarse para su cita, cosa de la cual se arrepintió luego, pues no eran siquiera las siete de la noche cuando estuvo listo, así que aprovechó el tiempo para sentarse a jugar y que así las horas se fueran más rápido. Ninguno de sus amigos estaba conectado, fue a las ocho que Alioth se conectó.
— Claudia ¿Qué haces aquí? ¿No tenías tu cita hoy?
— Es en una hora, así que está bien. Estoy feliz de que al fin alguien se conecte, quería hablar con alguno de ustedes ¡Estoy tan nerviosa!
— Descuida, todo saldrá bien, sólo calma un poco tu ansiedad social y relájate sí.
— ¡Hey! — En eso, apareció Kyran.
— ¡Pensé que no iba a poder jugar contigo hoy! — Exclamó Claudia contenta.
— ¡Clau! ¿Ya estás lista para tu cita?
— Sí, estoy esperando que pasen unos veinte minutos más antes de salir y llegar puntual a las nueve.
«A las nueve...». Pensó Frank, a quien de repente se le ocurrió llamar a Bert, habían hablado vagamente el día anterior por mensajes, por lo tanto, no tuvo la oportunidad de preguntarle sobre la cita con Gerard.
— ¡Frankie! ¡Qué bueno que me llamas! — Contestó muy animado. — No me digas que ya me extrañas.
— Sí, hoy en la oficina extrañé que estuvieras jodiéndome.
— Ay, Frank, yo igual te extraño, pero no te preocupes, mañana volveré a Nueva York, te compré un recuerdo, también le compré uno a Gerard ¡No puedo esperar para salir con él mañana!
— Es mañana ¿No?
— Por supuesto, tonto, te lo estuve diciendo todo el tiempo ¿Lo olvidaste?
— Sí, sí, lo siento... — Suspiró. — Bien, Bert, sólo quería saber cómo estabas, ahora me tengo que ir ¿Sí? Llámame cuando estés en la ciudad.
— Lo haré, Frankie, te adoro, no te suicides que mañana volverás a verme.
— Ay sí, muchas ganas. — Soltó una pequeña carcajada antes de colgar.
«La cita es mañana...».
Mientras tanto, Claudia y Alioth no paraban de enviarle mensajes porque había parado de hablar tan de repente.
— Claudia... — Escribió por fin. Se le había ocurrido la más loca de las ideas. — ¿A dónde te invitaron a salir?
— Oh, ella me invitó a un restaurante japonés, me dijo que nos viéramos afuera del restaurante, que por cierto, no está tan cerca de mi casa, así que lo mejor será que me vaya ahora... ¡Adiós, chicos!
— ¡Que te vaya muy bien, Clau! — Contestó Alioth.
— Suerte... — Dijo Kyran.
«Qué tonto, confundió la fecha... Aunque no debe ser todo su culpa, seguramente Bert no le dejó claro que la cita es mañana y no hoy».
Frank estuvo dándole vueltas al tema en su mente mientras jugaba con Alioth, sin embargo, sus jugadas eran bastante descuidadas porque sólo podía pensar en que Gerard iba a llegar al restaurante y Bert no estaría.
«Cuando no vea a Bert, se decepcionará... Pero si me ve a mí... Seguro que se decepcionará también».
Odiaba sobre-pensar mucho y darle vueltas a las cosas, ya se habían hecho las nueve y quince y él aún estaba en el ordenador pretendiendo jugar cuando lo que en realidad estaba haciendo era ver la hora a cada momento.
«Si salgo ahora, llegaré puntual». Se dijo a las ocho y cuarenta.
«Aún tengo tiempo, seguramente él acaba de llegar». Se dijo a las nueve en punto.
«Probablemente siga esperando, si salgo ya y conduzco rápido, podré alcanzarlo». Se dijo a las nueve y diez.
Pero fue a las nueve y quince cuando se dio cuenta de que iba a seguir diciendo "tengo tiempo", pero nunca tendría el coraje suficiente para levantarse y aprovechar la oportunidad que se le estaba presentando, así hasta que llegara la hora en que sería obvio que Gerard se había ido a casa decepcionado.
«No — se dijo — no puedo seguir dejando pasar mis oportunidades».
Así que cerró el juego, se levantó de golpe de esa silla, corrió por su saco, ya que aún no se había quitado el traje con el que fue a trabajar, y salió corriendo a buscar su auto y así alcanzar a Gerard si tenía suerte.
Si llegaba al restaurante y no encontraba a Gerard Way, se iba a arrepentir por el resto de su vida de ser un maldito indeciso y no haber salido a tiempo.
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