04.The Guy at The Market

Claudia se desconectó sin dar explicaciones, sembrando dudas en sus amigos sobre lo que sea que hubiese pasado entre ella y Kyran. Sólo Alioth, como amigo de Kyran desde que eran Fun Ghoul y Jet-Star, se atrevió a buscar respuestas, preguntándole al solitario Kyran de una vez por todas, qué había sucedido con Claudia.

— ¿Claudia y tú están peleados? — Inquirió.

— ¿Peleados? ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso ella te dijo algo?

— Ella no me dijo nada, pero tus actitudes lo dicen todo, además de que han estado separados estos días. Es muy extraño, porque ustedes dos ya parecen compañeros oficiales, como un equipo aparte.

— Sí... Pues... No sé qué ocurre con ella. Siento que todo iba bien y de repente ella sólo se alejó de mí. Y realmente no sé si hice algo para molestarla o intimidarla. Es que si tan solo tuviera la oportunidad de hablar con ella... Pero sólo me huye.

— Huh... ¿Estás seguro de que no hiciste nada?

— Tan seguro como que mañana debo ir a trabajar temprano así que debería estar durmiendo.

— No te preocupes, Kyran. Si quieres, yo puedo hablar con ella.

— ¡No hagas eso! Va a pensar que te mandé a decírselo ¡Ah! Y no es la idea que piense eso, porque se dará cuenta de lo patético que soy al sentirme así sólo porque ella ya aprendió a jugar y decidió resolver sola sus misiones.

— ¿Y no es eso lo que quieres? ¿Jugar con ella?

— Sí, pero... Sonaré egoísta si se lo digo. No puedes obligar a alguien a que juegue sólo contigo.

— No le vas a exigir que juegue sólo contigo, nada más le vas a pedir que te dedique un poquito de su tiempo. Cielos ¿De verdad eres un hombre de veintiocho años detrás de la pantalla? Porque actúas como un niño.

— Es que... — Suspiró. — Aprecio mucho a Claudia ¿Entiendes? Me gusta jugar con ella porque siempre se muestra asombrada e ilusionada ante las cosas nuevas que va descubriendo a medida que avanza en el juego, aparte de que hace todo lo posible para subir y subir de nivel cada vez más rápido. Nunca he conocido a alguien que tenga el mismo entusiasmo a la hora de jugar, tanto así, que me transmite ese entusiasmo y me hace disfrutar más el juego. Tú conoces mi historia aquí y sabes que estuve a punto de desinstalar este juego.

— Sí, sí, lo sé. Tú ganas, no hablaré con Claudia, pero en todo caso deberías hacerlo tú. Yo debería desconectarme porque tengo clases mañana temprano, pero... ¿Podría hacerte una pregunta más?

— ¿Sí?

— ¿Qué es exactamente esa necesidad de jugar tanto con Claudia? Es decir... Ya jugabas antes de que ella apareciera, y cuando estuviste a punto de dejar este juego fue hace mucho, cuando recién iniciabas. Así que no me puedes decir que ella te regresó las ganas de jugar.

— Tienes razón, ella no me las "regresó", sólo las aumentó. Me hace sentir como si fuese todavía el niño adicto a los juegos que era en la secundaria y la universidad, y no sé si eso sea malo, pero me gusta sentirme así, porque, como ya te dije, disfruto más del juego. Siento que Claudia es genial y ella... No sé por qué, pero cuando hablo con ella, me siento tan cómodo y me da la sensación de que hubiera jugado con ella antes.

— ¿Y si lo has hecho? Internet es infinito, cabe la posibilidad de que hayan jugado juntos algún otro juego y no lo sepan, como nos pasó a nosotros.

— Podría ser, pero... Nunca he jugado con chicas en mis juegos anteriores o... ¡No! Espera ¡Sí he jugado una chica antes! Pero eso fue hace mucho, MUCHO tiempo. Antes de comenzar a jugar Danger Days, jugaba precisamente un juego con temática oscura de fantasmas, magia negra y esa clase de cosas, ahí también fui un vampiro y jugaba con una chica que, si mal no recuerdo, se llamaba "Bellicent" , jugábamos casi siempre ¿Tú crees que sea la misma Claudia?

— Pregúntale. — Se encogió de hombros. — Existe la posibilidad de que sea la misma persona.

Antes de desconectarse, Alioth le dio muchos ánimos al vampiro para que dejara de ser tan tonto y que, si había algo que le molestaba de Claudia, que se lo dijera directamente, si le gustaba mucho jugar con ella y no quería dejar de hacerlo, que se lo dijera directamente. Que dejara de callar lo que le pasaba y que, si creía conocerla de otro juego, que también se lo dijera.

Antes de irse a dormir, Frank no dejó de pensar en aquel antiguo juego que probablemente, en la actualidad, ya no existía, donde había una chica con la cual jugaba, pero... Con ella no sentía lo mismo que sentía con Claudia, había afinidad pero no tanta. Si Claudia le recordaba a alguien, era a Party Poison, pero era imposible, porque Party Poison era un chico.


Pasé otra noche sin dormir, pero fue una noche desperdiciada porque no me la pasé jugando, al contrario, estuve despierto toda la noche temiendo por mi vida a partir de unos días.

Es que mis padres no pudieron escoger mejor fecha para volverse locos; justo ahora que he estado esforzándome tanto para darle un buen regalo de navidad a Kyran. He estado como loco jugando todo el día y comprando mucho dinero del juego para nada, porque no he podido conseguir lo que estoy buscando.

Debo seguir comprando dinero del juego y mis padres no me quieren dar dinero hasta que me vaya de la casa, así que lo poco que me queda en mi cuenta es lo poco que tengo... Y estoy pensando seriamente en si gastar todo en dinero del juego o no.


Al día siguiente, Gerard, actuando como un adolescente malcriado, decidió hacer una huelga de hambre en su propia casa, dejando en claro a la señora del servicio que lo había aguantado desde niño, que no probaría un solo bocado hasta que sus padres le levantaran "el castigo", pero sus padres poco caso le hicieron, ni siquiera estaban en casa.

Por la mañana, el único de sus amigos que estaba conectado era Alioth, cosa rara, considerando que usualmente él tenía clases por las mañanas, trabajaba en las tardes y se conectaba en las noches.

— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó Claudia a su amigo del cabello azul. — ¿No tuviste clases?

— De hecho sí, pero sólo a primera hora. Acabo de llegar a casa y decidí aprovechar para jugar un rato ¿Y tú? ¿No deberías estar en la universidad?

— Yo...

« ¡AAAAAHHHH!». Nervioso, movía sus dedos frenéticamente a lo largo de las teclas pero sin llegar a tocarlas, buscando una respuesta más o menos coherente.

Sus amigos nunca se conectaban en las mañanas, a veces Lyn-z, pero era en pocas ocasiones y él podía darle a excusa de "no tuve clases", pero esta vez era distinto; si le decía a Alioth "no tuve clases" y él llegaba a comentarlo con el gremio, específicamente con Lyn-z, ella diría "qué raro, Claudia casi nunca tiene clases" y comenzarían las sospechas.

— Estoy resfriada. — Inventó. — Tengo una gripe terrible; tengo fiebre, tos, mi nariz está tapada... Lo único que puedo hacer es jugar, porque en serio, estoy convaleciendo, por eso no fui hoy a clases y probablemente tampoco mañana si no me pongo mejor.

— Ya veo...

— ¿Quieres jugar una misión?

— En realidad, me gustaría aprovechar para hablar de un asuntito contigo.

Kyran le había dejado en claro que no debía hablar con Claudia, pero Alioth sentía que, si no intervenía, no se iba a resolver nada.

— ¿Es algo malo?

— Más o menos... Se trata de Kyran.

— ¿Qué? ¿Tiene algún problema? — Se preocupó de inmediato. — ¿Está mal? ¿Qué tiene?

— Digamos que sí está mal. Y disculpa mi falta de tacto al decirlo, pero... Es por tu culpa.

— ¡¿Mía?!

— Se siente mal porque has estado huyendo de él. Mira, Claudia, Kyran es una gran persona y no se merece ser desplazado de esa manera. Digo, no es que quiera obligarte a que juegues exclusivamente con él todo el tiempo, pero pienso que, al menos, si no vas a jugar más con él, deberías decírselo en vez de sólo ignorarlo. Es de mal gusto.

— Pero Alioth, mi intención no es dejar de jugar con él. Al contrario, me encanta jugar con Kyran.

— ¿Y por eso lo evitas? Suena lógico. — Ironizó.

— No lo estoy evitando, sólo... He estado tratando de conseguir un regalo de navidad para él y se supone que es una sorpresa, por eso me he estado aislando tanto. Desde la última actualización donde puedes amaestrar distintas criaturas y tenerlas de mascotas, Kyran no ha parado de decir que quiere uno de esos lobos fantásticos que se ocultan en las sombras y tienen poderes mágicos que ayudan a sus amos en las batallas, pero se lamenta porque sólo los jugadores de muy alto rango pueden tenerlos.

— Y tú tampoco tienes el nivel suficiente.

— Lo sé, pero me he estado esforzando ¡Tanto! He perdido todos mis puntos de vitalidad jugando como loca y he estado gastando tanto dinero del juego... Pero todo lo que he ganado son artilugios buenos pero no lo suficientemente buenos para Kyran y el único animal que he podido conseguir es un maldito gato negro que, a mí me gusta mucho, pero no sé si a Kyran le guste porque sé que es fanático de los perros y...

— Podrías darle una poción al gato y hacer que le salgan alas de murciélago. — La interrumpió su compañero. — Porque dudo mucho que consigas uno de esos lobos, y menos hoy veintitrés de diciembre.

— ¿No crees en los milagros de navidad?

— Creo en los milagros de la amistad. Y tú y Kyran necesitan uno.

— ¿A qué te refieres?

— Sólo digo que Kyran estará contento con lo que sea que le des, además de que creo que él no se está esforzando tanto para darte un gran regalo.

— Yo no quiero darle ese regalo esperando algo a cambio. No me importa si él no me regala algo tan bueno o si no me regala nada, sólo quiero jugar con él en navidad y agradecerle por haber sido tan bueno conmigo desde que llegué a este juego.

— Bien, Claudia... Mejor agradécele hoy y dile hoy cuánto lo aprecias, porque en serio se siente mal pensando que ya no quieres jugar con él. En parte me alegra saber que aprecias la amistad de Kyran, porque esa cercanía es un privilegio que sólo tú tienes. Digo, él y yo jugamos mucho, él juega con todos en el gremio, pero lo que pasa contigo es distinto. Y créeme, el lugar que ocupas para Kyran es muy alto, y ningún desconocido ha llegado nunca a ese lugar.

» Antes de que tú llegaras, Kyran sólo jugaba con su gremio, con nadie más, no se atrevería nunca a hablarle a un recién llegado porque en el pasado tuvo problemas con eso. Su mundo dentro del juego se limitó sólo a mí y a los muchachos, nadie más podría formar parte de su mundo, era imposible... Hasta que llegaste tú ¿Qué te hace tan especial, Claudia?

— Yo... ¿Eso que me acabas de decir es cierto?

— Cada palabra. Eres la única persona que él ha admitido en su círculo, no lo hagas arrepentirse de esa decisión, por favor.


Soy un tonto, tonto, tonto, ¡Tonto!

No sabía que Kyran se sintiera así por mi culpa y ahora yo me siento mal.

Nunca fue mi intención "desplazarlo" o hacerlo sentir mal, aunque debí darme cuenta de que él se estaba sintiendo así.

Estos días se le ha visto muy decaído y yo mismo me he dado cuenta ¿Por qué no pude dedicarle un poquito de mi tiempo?

Después de todo, por más que me he esforzado, no he conseguido el maldito lobo.

Creo que tengo una idea.

A fin de cuentas, si voy a tener que gastar el dinero en comprar cosas del juego. Esta será mi última oportunidad; seguiré comprando regalos misteriosos en los que, supuestamente, los más suertudos pueden ganar un lobo (no soy tan suertudo al parecer). Adicional; compraré un pack de pociones para ponerle las malditas alas al maldito gato si las cosas no salen bien.

Ah... Y Quizás también compre algo de comer.

La huelga de hambre es en casa, EN CASA, o sea, que en la calle sí puedo comer.

Gerard Way, tu lógica es fantástica.


Después de jugar unas cuantas horas más, cuando el hambre que sentía se volvió insoportable, decidió salir por algo de comer.

Pasó dos años enteros sin salir a ver la luz del sol, ya que todo lo que necesitaba lo tenía en casa. Pero esta vez, tenía que enfrentar el reto de volver a salir a la calle después de mucho tiempo. Ya ni siquiera recordaba con qué clase de ropa uno puede salir a la calle y no dudó en salir en sus fachas sin verse en un espejo antes, lo único que hizo fue agregar un abrigo y una bufanda para el frío. A fin de cuentas, si no le importaba la opinión de sus familiares, que se suponía que eran las personas más importantes para él, menos iban a importarle las opiniones de desconocidos en la calle.

Decidió ir al mini-mercado de 24 horas al que solía ir todo el tiempo cuando vivía solo, la idea de caminar hasta allá y respirar un poco de aire fresco no sonaba mal, más bien, estaba seguro de que era algo que necesitaba, al menos podría decirse a sí mismo que hizo una buena acción para su salud; recibir los rayos del sol una vez al año.

Entrando a la tienda, se dio cuenta de que nada había cambiado en dos años, incluso estaba el mismo cajero; un chico alto y de una gran melena rizada que parecía tener la misma edad que su hermano. Pero apenas avanzó unos pasos cuando se dio cuenta de que en realidad, algo sí había cambiado, en una zona de los primeros anaqueles estaban colgados unos delgados sobres de cartón con la carátula de Magique Landscape.

Ray Toro era un universitario de veintiún años que trabajaba de medio tiempo en aquel mini-mercado desde las tres de la tarde hasta nueve de la noche. Estando seis horas sentado detrás de ese mostrador, desarrolló grandes cualidades de observador, ya conocía de memoria quién entraba y quién salía de allí, quiénes eran clientes habituales y quiénes no, también llegaba a aprenderse de memoria qué compraba cada uno, ya que la mayoría iban siempre a buscar lo mismo. Esa tarde en particular, reconoció a Gerard Way cuando entró a la tienda; no porque supiera su nombre, pero sí reconocía su cara, a pesar de que ahora estaba muy desaliñado en comparación al hombre apuesto que solía ser años atrás, aquel que casi siempre vestía de traje elegante. Cuando Gerard vivía solo, solía ir a esa tienda casi a diario, siempre compraba lo mismo; café, Red Bull, frituras, dulces y comidas instantáneas o preparadas.

Para Ray, era extraño que volviera a la tienda después de tanto tiempo, y esta vez lo que más llamó la atención de aquel hombre, fue que se detuvo a ver la nueva alternativa que había implementado Magique Landscape para comprar dinero virtual; en físico, a manera de cd, de forma que lo instalas en tu pc como un programa cualquiera y te otorga lo que sea que compres, ya sea dinero, cajas sorpresa o las nuevas invocaciones que salían cada temporada, las cuales traían muy buenos premios. Vendían esos cd's desde el mes anterior, pero hasta ese momento, Ray era el único que los compraba, por eso se le hacía tan inusual ver a alguien interesarse en eso también.

«Vaya». Pensó Gerard. «Tienen las cajas misteriosas, invocaciones... El pack de las pociones». Aquello era muy nuevo para él y era sorprendente que un juego tan moderno implementara medidas tan retro, pero a la vez era una ventaja, pues podría comprar algo de comer y el dinero virtual de una sola vez. Estaba seguro de que, cuando volviera a vivir solo, si es que el dinero le alcanzaba, terminaría comprando las invocaciones y cosas del juego en ese mercado. Metió a su cesta el cd para instalar las pociones, y varios de cajas misteriosas. Luego fue al gran refrigerador y tomó una lata de Red Bull, luego una bolsa grande de frituras y finalmente fue a la sección de comida preparada.

«Pasan los años y sigue comprando lo mismo». Pensó Ray al verlo, ya que era la única persona en la tienda en esos momentos, de no ser porque, tan sólo segundos después, llegó un nuevo cliente, a quien también reconoció y de nuevo, no por su nombre, sino por su cara. Se trataba de un cliente habitual; un adulto joven que siempre iba de traje, no era muy alto, su cabello castaño estaba largo pero siempre arreglado, su característica más resaltante era que se asomaban ciertos tatuajes en sus manos y cuello. Ese hombre a veces sólo entraba para comprar cigarrillos, otras cerveza, cereal, de vez en cuando comida instantánea, pero era MUY de vez en cuando, lo que más compraba eran los cigarrillos.

Ray se fijó en que este hombre también le dedicó una mirada a los cd's de Magique Landscape, pero, a diferencia del cliente anterior, no se detuvo a revisar ni mucho menos a tomar nada, sólo miró de reojo y siguió su camino hasta perderse en los anaqueles. Para Ray, esto no era señal de que también jugara, sino de que quizás ver aquellos dibujos de colores allí colgados llamó su atención por un momento y quiso ver de qué se trataban, quizás recién se daba cuenta de que estaban ahí.

El hombre de traje también se movió hacia el mismo anaquel donde estaba el cliente anterior.

«Oh, un maldito sandwich de pavo — se dijo Gerard al ver el anaquel con ese sandwich de envase. El pobre hombre estaba avergonzado de oír a su estómago rugir tanto, sentía como si toda la ciudad pudiera escucharlo — ¡Y es el último!». Estiró el brazo hasta el anaquel de arriba donde yacía el producto, y al mismo tiempo, una mano tatuada también fue a por el mismo objetivo, por lo cual, el roce fue inevitable.

Se apartaron inmediatamente al sentir el contacto.

— ¡Disculpa! — Dijeron al mismo tiempo.

Cuando Gerard por fin pudo observar bien a su acompañante, se dio cuenta de que se trataba de un hombre realmente apuesto... Un hombre apuesto que lo estaba viendo en fachas.

«Qué vergüenza, por eso nunca salgo de casa».

— Lo siento. — Dijo el tatuado. — ¿Tú ibas a...?

— N-n-no t-te preocupes. — Ahora se sentía como un retrasado mental. Le estaba costando mucho hablar, no sólo porque aquel tipo era realmente guapo, sino por su maldita ansiedad social. Gerard llevaba dos años enteros sin tener contacto humano con alguien que no fuera Mikey o su familia, así que la capacidad para hablar con la gente que aprendió a los golpes con su carrera de arquitecto, se había perdido, de manera que volvió a ser el Gerard que no sabía hablar con la gente, el Gerard al cual le intimidaba dicho contacto humano. — S-si qu-quieres... — Estaba temblando. — Si quieres lle-llévatelo. — Como si no hubiese sido bochorno suficiente, para rematar, su estómago hizo un ruido tan fuerte que ahora sí estaba seguro de que el tatuado lo había escuchado. Gerard quería morirse, o al menos volver a encerrarse y esta vez no volver a salir en su vida.

— No, no, insisto. — El más bajo, en cambio, le mostró una cálida sonrisa. — Llévatelo tú, yo compraré otra cosa.

— Yo... — Estaba rojo de la vergüenza. — ¡Gracias!

Tomó rápidamente el envase con el sandwich y se fue volando hacia la caja sin esperar respuesta del desconocido, si más bien, lo que quería era salir de su vista y desaparecer para siempre. A veces Gerard prestaba demasiada atención a esa clase de pequeños momentos. El tatuado no le había dado importancia a lo que pasó, pero para Gerard, seguramente el tipo se estaba burlando en el interior y jamás olvidaría aquello.

Una vez en la caja, mientras escaneaba los productos, incluyendo los de Magique Landscape, Ray tenía ganas de hablarle a Gerard, decirle "hey, yo también juego Magique Landscape", entablar una conversación con él y si todo salía bien, compartir sus usernames para poder jugar juntos y forjar una amistad en el futuro, pero Gerard se veía con tanta ansiedad por irse que el rizado se limitó a hacer rápido su trabajo y permanecer en silencio para que el cliente pudiera irse si tanto lo quería.

Cuando el cajero le estaba entregando la bolsa con sus compras, el estómago de Gerard volvió a rugir con fuerza, lo cual provocó aún más vergüenza en él y más ganas de mudarse bajo una piedra.

Una vez hecha su compra, Gerard salió corriendo sin dejar siquiera que el cajero terminara de decir el cordial y obligatorio "gracias por su compra". Sólo quería huir y olvidar ese embarazoso momento.

« ¡AAAAAAHHHH! ¡QUÉ VERGUENZA! ¡NO VOLVERÉ A IR A ESE MALDITO MERCADO DENTRO DE LOS PRÓXIMOS VEINTE AÑOS!».

Ahora tenía miedo de volver a ese supermercado y tener que ver de nuevo al chico de la caja, o peor, reencontrarse con el tatuado. 

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