Eternal Life.
Morfeo.
—¡Lucifer! ¡Lucifer! —grité con todas mis fuerzas encontrando la celda de Nada vacía— ¡Lucifer! —sentía que la vena en mi sien estaba por explotar.
Me detuve un momento jadeando, analicé por qué Lucifer no estaría aquí, es más ¿Dónde está Morningstar?
Analicé los alrededores y todo estaba en completo silencio, normalmente escucharía los lamentos y gritos de suplica al entrar o incluso Orondoinflado acechando y tratando de intimidar. Todo lo que había en el infierno era un absoluto silencio.
Me moví hacia un terreno abierto en un intento de encontrar algo.
—¡Lucifer! —seguí llamándole.
"¿Será acaso otro de sus trucos?" Pensé deteniéndome.
—¿Me buscabas? —escuché detrás mío, me giré hacia la voz y lo encontré frente a mí.
—¿Dónde está ella? —pregunté ignorando todo tipo de saludo.
—Relájate, sueño. Hablemos, quítate el yelmo y podremos conversar —dijo con una sonrisa. Lucifer estaba frente de mí con sus alas recogidas, portaba una ropa blanca, quizá un estilo griego o algo parecido. Casi similar a su estilo anterior, como un ángel.
—No quiero juegos, mentiras o engaños, Lucifer —insistí demandante.
—¿Por qué lo haría? ¿Qué motivos tendría? Espera... ¿Me tienes miedo, pequeño y dulce Morfeo? —dijo intuitivamente, tragué saliva y asentí levemente.
—Es tu reino al final de todo, claro que te tengo miedo... —respondí y Lucifer dejó escapar un suspiro.
—Bien, te doy mi palabra que mientras estemos en el infierno no te haré daño alguno —Lucifer dijo. Tomé aire asintiendo y me quité el yelmo de mi cabeza. Él sonrió de lado—, permíteme aclarar tus dudas primero, por favor —empecé a acercarme a él—, verás... Yo, dejaré el puesto. No seré más el rey de este lugar.
"¿Acaso estaba bromeando?"
—Lucifer, no entiendo esto —murmuré.
—Acompáñame, te lo explicaré en el camino —me dio la espalda comenzando a caminar, al darse cuenta que no le seguía el paso se dio la vuelta mirándome— ¿Piensas seguirme o deseas esperarme?
—Supongo que no tengo opción —dejé escapar un suspiro y le seguí.
Ambos caminamos por un tiempo en silencio, llegamos a lo que era una playa totalmente roja con rocas de un color oscuro.
—Somos las últimas entidades aquí en este lugar ¿No te parece increíble? —Lucifer rompió el silencio—. Si no te ha quedado claro, he cerrado el infierno, yo estoy renunciando en este momento.
—Lucifer, no pued-
—Claro que puedo —interrumpió rápidamente—, he pasado billones de años aquí y nada es igual, todos hemos cambiado, hasta tú, Sueño —lo miré sin comprender nada de lo que decía—. Estoy cansado. Durante años me he encargado de darle a todos los condenados un lugar para ser castigados por sus actos tan atroces, he sido el dueño y amo de los demonios que se pelean como alimañas hambrientas.
Lo miraba totalmente asombrado por la forma en que hablaba, eran contados nuestros encuentros que me sorprende que él esté diciendo esto.
—Dime, Morfeo ¿Recuerdas cuando nos conocimos? —cuestionó.
—Samael —respondí en bajo y le miré bajar sus alas—, el más hermoso de todos, el más sabio y el más fuerte.
—¿Todo eso? —preguntó con un hilo de voz. Soltó una leve risa amargada—, vaya, tanto para después ser desterrado. Fui tantas cosas ¿Para qué? ¿Para ahora ser el culpable de las cosas que los mortales hacen?
Enarqué mi ceja.
—Los mortales, ellos me culpan de sus atrocidades, siempre dicen "el diablo me obligó a hacerlo", "satanás me lo ordenó" ¿En qué momento yo estuve ahí a lado ellos cuando pensaban en violar a las personas? —Lucifer soltó un quejido—, es cansado, Morfeo. Tú les cumples todos sus sueños y aspiraciones, te respetan y te aman, en cambio yo estoy aquí castigando a todos por sus aspiraciones. Desde mi punto de vista, es un acto demasiado masoquista.
—Fue tu tarea impuesta por Dios, no hay más grande honor que seguir con ello —noté como se tensó.
—¿Dios? ¿Desde cuando le importo a Él?, solo piensa en si mismo y en nadie más. Es el ser más egoísta que he conocido —expresó Lucifer con demasiada ira, podía notar como los músculos de su cuello se marcaban y su mandíbula se apretaba—. No, sueño.... No tengo el honor de seguir con sus tareas, miles caímos aquí y Él ni siquiera se interesa.
Lo miré sin poder nada. Jamás había notado a Lucifer tan agotado y sin nada de vida, antes podrías observarlo con una sonrisa maliciosa, antes tenía un propósito.
—Me iré a un lugar que aún no tengo claro, probablemente esté vagando por un largo tiempo hasta encontrar el lugar que desee. Así que —con un simple movimiento de mano, hizo aparecer una daga con el mango lleno huesos y con una calavera en el inicio de la hoja—, corta mis alas, Morfeo —di un paso hacia atrás por la impresión de sus palabras—, eres el único ser que podría hacer esto, solo tú.
No podía negarme a los deseos del rey del infierno, o quizá deba decir, del ex rey del infierno. Tomé la daga con mis manos y rápidamente Lucifer se arrodilló frente a mí dándome la espalda.
—Señor, no creo que sea conveniente —escuché a Matthew quien se había posado en mi hombro—, seguro es uno de sus trucos sucios y baratos.
—Calla de una buena vez por todas a tu ave y hazlo —demandó Lucifer.
Miré a Matthew quien rápidamente entendió el mensaje y se alejó volando. Tomé un extremo de su ala derecha y la extendí lo más que se podía para que con mi otra mano comenzara a pasar la daga en el inicio de su ala.
Entrecerré los ojos sintiéndome abrumado por los gritos de desesperación y dolor de Lucifer, por momentos me decía que me detuviera y que tratara de ir con más cautela. Por todos los reinos, hago lo mejor que puedo para que no sufra demasiado.
Terminé de cortas ambas alas y una vez desprendidas de su cuerpo, comenzaron a desaparecer como arena roja. Las heridas de su espalda dejaron de sangrar significativamente.
—Fue realmente excitante ese momento, lleno de adrenalina —dijo incorporándose, se volteó a verme extendiendo una llave—. Esto es tuyo.
—¿Las llaves del infierno? —asintió—, no debería.
—¿Por qué? Eres el único que está apto para tenerlo en tus manos —tomé las llaves y Lucifer sonrió acomodando su cabello rubio—, quizá en un futuro logremos encontrarnos de nuevo.
—Antes de que te vayas, Lucifer ¿Dónde está Nada? —pregunté retomando el motivo por cual había asistido al infierno. Lucifer soltó un suspiro pesado.
—Está como las demás almas, vagando hasta los confines del mundo, si te apresuras tal vez logres encontrarla —sin mirarme, comenzó a alejarse de mí.
Lo miré caminar y poco a poco desaparecer entre la niebla espesa y ahora, el infierno era de nuevo el completo silencio.
¿Por qué ahora me interesa más que haga Lucifer con su vida en vez de dónde está Nada?
—Señor, debemos regresar después de esta demostración tan horripilante —Matthew sacudió sus alas—, pobre imbécil, tan débil para esta carga.
¿Lucifer débil?
(...)
—¿Lucifer dejó el infierno? ¿Eso es posible? —Luccienne cuestionó mirándome desde abajo— ¿Qué dirá el todo poderoso con eso?
—Nada —respondí cortante—, dudo que Él meta las manos al fuego para arreglar algo de Lucifer, o mejor dicho, no creo que a estas alturas le interese lo que ocurre en el infierno, tiene miles de soldados que pueden hacer el trabajo por él.
—Señor... —Lucienne murmuró.
—Quizá mande un gran diluvio como hace miles de años, tal vez esa sea su solución para todo esto —dije rápidamente interrumpiendo a Lucienne, ella me miró expectante—, lo lamento... Me alteré.
—¿Puedo saber por qué? —ella preguntó acercándose a mí— ¿Por qué ahora le noto tenso y con dudas?
—Porque las tengo —admití entre dientes. Aún es difícil aceptar que tengo errores y defectos, siempre se cree que los eternos y todo ser superior a un mortal debe ser alguien perfecto, la realidad es que todos tenemos defectos y también cometemos errores.
Errores.
—Espero pueda servirle de algo, para aclarar su mente —miré a Lucienne y suspiré sintiendo mis manos temblar—, con calma, señor.
—Estoy consternado por Lucifer... Jamás pensé ver a alguien tan vulnerable y frágil, tan humano... —susurré aún sin creer lo que había visto—, Lucifer demostró que no importa cuán poderoso seas, siempre nos mostraremos tan pequeños y débiles —tragué saliva agitando mi pie— ¿Por qué Lucifer puede hacer eso y yo no?
—¿Perdón? —Lucienne dijo sin comprender.
—¿Por qué él puede ser tan frágil y yo debo siempre mostrarme como algo indestructible? —dije pensativo— ¿Por qué Lucifer puede renunciar a todo lo que tiene solo para buscar un nuevo propósito? Dime, Lucienne ¿Por qué nadie más puede notar que todos tenemos defectos? ¿Acaso fue demasiado tarde para decirle a Lucifer que no debe hacer caso a sus defectos y seguir como era?
—Señor, me temo que no comprendo —ella murmuró.
—¿Por qué Lucifer me interesa en este momento cuando hace tiempo ni siquiera cruzábamos caminos? —dije admitiendo lo que en realidad me perturbaba.
—¿Interesarle, Lucifer? —asentí levemente—, quiero pensar que le llama la atención lo que él hizo. Ha hecho lo que ningún otro ser superior o eterno se ha atrevido, dejó el infierno, dejó el puesto y comenzó a vagar por la nada. Tal vez despertó en usted un interés que hace mucho no había tenido.
—Yo no puedo dejar de lado mis responsabilidades... —dije en bajo y suspiré—, a diferencia de Lucifer, de mi dependen personas que buscan esperanza en sus sueños. Si yo me alejo de mi trabajo, el reino de la ensoñación y todo, caerá como lo hizo ésta vez.
—Entonces, el más sabio consejo que puedo darle, es que deje a Lucifer hacer lo que le plazca, como siempre lo ha hecho. Viva usted y le sugiero que debemos empezar a buscar candidatos para el infierno, dado que usted tiene las llaves del infierno —saqué las llaves del bolsillo de mi gabardina—, no se mortifique más, señor.
—Bien... Puedes retirarte —miré a Lucienne y ella salió de mis aposentos para regresar a la biblioteca—. Mierda.
Eché mi cabeza hacia atrás y miré el techo. No he parado de pensar en lo ocurrido, los gritos de Lucifer están reproduciéndose en mi cabeza y su forma tan... Humana de comportarse me tiene asombrado.
Siento una inquietud que hace bastante no sentía, ni siquiera cuando regresé al infierno a buscar a Nada, para ser sincero, en este momento no me interesa ni en lo más mínimo ella.
Es como si toda mi mente estuviera ocupada por Lucifer Morningstar, rey del infierno, señor de los demonios y quien sabe cuántos títulos. Cerré los ojos por un momento y logré visualizar solo esa cabellera rubia y llena de rizos. Aquella risa burlona y rostro definido.
¿Qué estará haciendo?
(...)
—¿Estás bien, hermano? —Muerte preguntó estando a mi lado.
—¿No parezco estarlo? —pregunté metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.
—Los mortificados sobre qué pasará con ellos después de su muerte parecen estar en el primer puesto y tu estás siguiéndoles el paso —ella dijo con una sonrisa burlona.
—Los sueños me perturban, solo es eso —respondí mirando el paisaje. Acompañaba a Muerte a hacer el trabajo de siempre; recoger las almas de las personas que su tiempo en la tierra había terminado.
—¿Los sueños de quién? —interrogó—, espera un momento.
Ella caminó hacia las vías del tren y tras unos segundos regresó de la mano con un niño de apenas seis años que sujetaba un peluche de conejo debajo de su brazo.
Miré como lo llevaba a hacia la parte con más arbustos y desaparecía el alma del niño. Muerte regresó a mí.
—Los sueños de nadie —respondí a su pregunta anterior.
—¿Crees que no lo noto, Sueño?, algo más allá de tu trabajo te perturba, me recuerdas a aquella vez que hablamos y te sentías perdido sobre tu propósito —Muerte tomó mi brazo y ambos seguimos caminando— ¿En qué está pensando el pequeño y dulce Morfeo?
"Pequeño y dulce Morfeo". De nuevo Lucifer en mi cabeza.
—Sé que algo me pasa, pero no estoy seguro... —respondí murmurando—, llevo tiempo sintiéndome así... Siento que pierdo el rumbo de nuevo.
—¿Sabes por qué esto está volviendo? —preguntó y apreté mis labios pensando exactamente que debería responder.
—No —respondí cortante—, aunque... Tal vez, alguien está comenzando a causarme problemas.
—¿Recuerdas lo que sucedió con Nada o con Calíope? —tensé mi mandíbula escuchando a mi hermana—, uno terminó en un tremendo divorcio o distanciamiento y el otro... Bueno, ya sabemos dónde terminó.
—En el infierno, que ya no existe —completé.
—Sueño, parece que tu mente solo está ocupada por Lucifer —mi hermana determinó con tan solo unas palabras, iba a intervenir hasta que ella levantó su mano en protesta—, aún no acabo, hermanito. Todos lo hemos notado, no paras de rechazar a candidatos aptos para hacerse cargo del infierno, si no quisieras que Lucifer estuviera ahí perfectamente podrías haberle dado las llaves a Deseo.
Desvié mi vista analizando cada cosa, es cierto, en los últimos meses Lucifer no sale de mi mente y no sé exactamente si es para bien o para mal o si es acaso un hechizo o algo que lanzó sobre mí. Llegué a pensar que esto era por la posesión de las llaves, sin embargo, un día la guardé durante toda una semana y con y sin la llave, Morningstar no sale de mi cabeza.
—Creo que le di al clavo —mi hermana chasqueó con su lengua— ¿Debo pensar que solo es una obsesión por volver al mundo a como era o es algo más allá del oficio?
—Siendo sincero, no tengo idea —respondí—. Hace años que no sentía esto, me atrevo a decir que es algo que nunca había experimentado.
Ella me veía y escuchaba con atención, tomé aire y lo saqué pesadamente.
—Los humanos me causan tanta curiosidad, jamás lograré comprender la naturaleza del humano —empecé contando—, están llenos de errores y algunos parecen castigarlos mientras que otros prefieren premiar. El último día que vi a Lucifer, no parecía ser un ser superior o el mismísimo rey de las tinieblas, él se mostraba como un humano...
—¿Lucifer como humano? —cuestionó Muerte.
—Sí, lo noté tan vulnerable que podría jurar que se comportaba como un humano cualquiera que imploraba perdón por sus pecados, aquello me dejó conmovido e intrigado, jamás lo había visto de esa manera o para ser más claro, ningún ser que no fuera mortal había hecho eso —miré a mi hermana y ella deshizo su agarre de mi brazo—. No paro de pensar en Lucifer, no podría decir exactamente qué no he dejado de pensar, pero todo se resumen en él.
—¿Recuerdas lo que pasó con Nada y Calíope? —rodeé los ojos cansado de escuchar sus nombres, pero sobre todo de pensar en el pasado— Hermano, sé que te molesta, pero voy a éste punto. Lo que tu estás experimentando es algo que puede hacerte mucho bien o mucho daño, tienes que aclarar tu mente y sobre todo identificar si lo que sientes es una obsesión o son sentimientos reales.
—¿Cómo podría tener sentimientos reales con alguien que apenas había visto cinco veces? —pregunté interesado.
—Porque hay pocas veces en las que un simple encuentro puede ser el inicio de todo. También debes admitir que después de tu encierro, no eres el mismo y has cambiado, pero todo ese cambio te ha traído más oscuridad que luz, parece que tu mente está a mil por hora y esto próximamente va a destruirte si no haces algo al respecto —bajé mi cabeza sintiéndome derrotado.
—Quizá tengas razón —murmuré y ella rápidamente pateó mi pantorrilla, solté un leve grito encogiendo mi pierna— ¿Por qué estás haciendo esto?
—No es "quizá", te digo esto porque tengo razón —ella dijo de forma autoritaria y demandante—. Cualquier cosa que hagas yo estaré ahí para apoyarte o tan solo escucharte, solo necesito que te comuniques ¿Puedes hacer eso?
—Lo intentaré —dije rendido.
—Bien, ahora ¿Por qué no vas a hablar con Lucifer? —negué con mi cabeza rápido—, sé dónde ha estado, al final siempre debo vagar por aquí.
—Espera, no es necesario —la detuve—, creo que sé dónde encontrarlo.
—Te estaré viendo, hermanito —ella dio unas palmadas en mi espalda y se alejó para seguir con su labor.
(...)
—Debo admitir que los mortales tienen talento para esto, me representaron tal y como soy, una extrema belleza ¿No lo crees, Morfeo? —vi a Lucifer de espaldas, él admiraba una estatua.
—¿Aquí has estado todo este tiempo? —cuestioné ignorando su anterior pregunta.
—El ángel caído; una curiosa fuente que se encuentra en Madrid a solo 666 metros sobre el nivel del mar, los mortales atribuyen este número al diablo o al número de la bestia ¿No es increíble lo fantasiosos que pueden ser? Y no solo eso, hay más estatuas que representan mi caída y mi rebeldía ante el todo poderoso por todo el mundo —Lucifer ignoró por completo lo que había preguntado.
Sabe jugar.
—Interesante lección de historia —Lucifer giró sobre sus pies para mirarme y sonreír—, pero me alegra ver que estás bien.
—No creí que vinieras a visitarme, dime ¿Qué te impulsó a hacerlo? —preguntó de regreso y me puse a su lado.
—Quería saber como estabas —respondí y sentí su mirada sobre mí.
—¿Preocupándote por mí? —emití un leve gruñido por su tono burlón en que preguntó—, oh, pequeño y dulce, Morfeo, quien pensaría que tienes corazón para mí.
—Te culpo a tí —Lucifer parpadeó confundida—, de no ser por las llaves del infierno, tal vez no pasaría esto.
—Deja de engañarte, Morfeo. Las llaves no son el problema, ni siquiera el infierno —Lucifer caminó hacia una de las bancas—, tu problema soy yo.
—No di-
—Soy tu problema, Morfeo. Las llaves y el infierno son cosas secundarias, si dices que eso te causa problema, déjame decirte que para que pienses eso debes primero pensar en mí —Lucifer tomó asiento cruzando sus piernas— ¿Me equivoco o seguirás engañándote?
Lo miré sin decir nada y no puedo refutar con algo, Lucifer tiene razón.
—No te equivocas —caminé hacia él—, no dejas de estar en mi mente, no puedo sacar tus gritos y palabras de mis pensamitos.
—¿Gustas grabar otros gritos? Será más satisfactorio eso que el sufrimiento —rodeé los ojos— ¿Sabes Morfeo? No te culpo, admito que también eres un gran enigma —Lucifer tomó asiento cruzando sus piernas—, no paro de preguntarme ¿En qué o quién sueña el rey de los sueños? ¿A caso el rey de los sueños tiene sueños? Eres un misterio y desde nuestro primero encuentro no paro de pensar en ti.
—Al final no somos tan diferentes —me senté a su lado y miré la fuente enfrente de nosotros—, ¿Por qué?
—¿Qué cosa?
—Si tanto te molestan los humanos ¿Por qué actuaste como uno ese día? —Lucifer arqueó su ceja—, te mostrabas cansada, enojada y expulsabas tantas emociones que por un momento te creí un humano suplicando piedad.
—Todos tienen emociones y sentimientos, Morfeo. Nadie puede negar que todos tenemos una parte humana, muchos pueden hacerte creer que no puedes tener errores y la verdad es que si puedes —respondió con un semblante sereno—. Los humanos pueden ser en su mayoría fáciles de entender, hay personas que estudian para eso, pero ¿Dónde quedan las criaturas como tú o yo? Personalmente ¿A quién le importa la tristeza del diablo?
—¿A quién le importa la tristeza de Morfeo? —pregunté en su mismo tono y Lucifer asintió levemente.
—¿Lo notas? Compartimos tantas cosas y puedo enseñarte más de lo que he aprendido, tan solo... Quédate a mi lado, Sueño... De todos los universos, solo tú estás aquí, hablando conmigo y preocupándote por mí —Lucifer me miró a los ojos.
Podía ver lo que sentía en sus ojos, era una completa tristeza mezclada con alegría y curiosidad, es increíble lo que puedes descubrir mirando a los ojos de las personas.
—Me quedaré, pero debo regresar al reino de la ensoñación —me levanté de mi asiento.
—¿Por qué no hacemos la tontería que haces con el miserable burlón de Gadling? —solté una leve risa escuchándola de forma tan despectiva hacia un buen amigo—, ya sabes, eso de vernos cada cierto tiempo, tener una plática y nos despedimos.
—¿Cada cien años? —cuestioné levantando mis cejas.
—No, cada semana. Necesito algo seguido para poder comprenderte, Morfeo —Lucifer acomodó su cabello y suspiró— ¿Entonces?
—Te buscaré —finalicé alejándome de nuevo.
Y así fue como pasaron las semanas y los meses, ambos nos hemos encontrado en diversos puntos de diferentes ciudades. Lucifer es un gran amante por el conocimiento y la historia, además de apreciar el arte y de estudiar cada curiosidad o cosa que sea llamativa de los humanos.
Disfruta retar a las personas y hacerles dudar de su juicio, ríe cuando pasa por los templos y cuando juzga la vida tan miserable de un mortal, pero sobre todo ama los paseos contando cada una de las historias.
Y yo adoro pasar tiempo con él.
Misteriosamente... Lucifer fue luz que estaba buscando desesperadamente, necesitaba salir de este túnel oscuro y Lucifer fue mi verdadero lucero del alba que resplandece en mi cielo negro.
No fui consciente de mis sentimientos hasta que Lucifer se acercó a mí y con un suave toque de mi cadera, supe que me desvanecía como arena.
Lucifer hace eso.
Lucifer.
—¿Qué te tiene tan distraído, Sueño? —me detuve mirando hacia atrás a Morfeo quien se había atrasado en el paseo— ¿Tantos años te cobraron factura?
—No... Solo, pensaba —respondió con ese suave tono que siempre tenía.
Morfeo lo niega, pero sé perfectamente que él usa ese tono pues es lógico para ser el rey del sueño, no deseas despertar al gran soñador humano.
—Te he notado bastante pensativo ¿Debo adivinar o me lo dirás? —me acerqué a él, Morfeo levantó su vista y sonreí de lado mirándolo—, bastante tierno para tu estatura.
—¿Haremos esto siempre? —cambió de tema sin dejar de mirarme.
—La palabra "siempre" suele dar mucho miedo, crees que nunca acabará cuando en realidad todo tiene una fecha de caducidad —me incliné un poco hacia él, casi poniéndome a su altura— ¿Te preocupa que dejemos de hacer esto?, ¿temes que deje de decir tu nombre?
—Temo no tenerte para siempre, temo no tenerte para mí —respondió. Tuve que tragar saliva sintiéndome algo nerviosa por su manera de hablar—, tenemos lo que muchos quieren ¿No siempre lo dices? La vida eterna puede ser un castigo o un regalo ¿Y si nosotros decidimos hacerlo un regalo?
—¿Esto es un tipo de propuesta? —cuestioné tomándolo de la cadera y pegándolo a mi, sentí sus manos tocar mis trapecios y mis hombros—, soy toda oídos.
—Sé mi excepción del siempre, quiero que realmente seas mi para siempre... ¿Qué más necesitas? ¿Me pondrás por encima de tu deseo al regreso a la ciudad plateada? Debes estar conmigo, tómalo más como una orden que un deseo —Morfeo susurró sobre mi rostro y sentí su mano subir a mi nuca—, eres la luz que necesitaba en mi vida, eres quien me destruye con tan solo un toque. Lucifer Estrella de la mañana, lucero del alba, mi ángel caído...
Analicé cada una de sus palabras, cada gesticulación de su boca y me sorprendía el hecho de que el mismísimo rey del sueño estuviera suplicando que me quedara con él.
No me voy a negar.
Sacié mi necesidad que conocer a Morfeo, obtuve suficiente con estos meses, conocí que él niega soñar, pero en realidad tiene sueños como cualquier otro ser en este universo. Sueño y yo, no somos tan diferentes, al contrario, somos más que similares que fueron creados para diversos destinos.
Ambos conocimos nuestras partes más humanas y puras, que incluso nada ni nadie había logrado conocer.
Suavicé mi rostro sonriendo levemente.
—Mi pequeño y dulce, Morfeo... Encantada por aceptar esto —pasé mi mano a su espalda y sentí su cuerpo tensarse—. Cerremos esto como debe ser.
Morfeo me dedicó una sonrisa lasciva.
(...)
—De espaldas viendo a la ventana, ahora —demandé arrojando la última prenda de Morfeo al suelo.
Sueño con temor, miró hacia la ventana; las cortinas estabas desplegadas y dejaban pasar la suave luz de la luna. La piel de Morfeo brillaba de lo pálida que era, su cabello oscuro hacía contraste con toda la oscuridad de la habitación.
—No te preocupes, somos seres superiores y las habitaciones no tienen que ser problema para nosotros —me acerqué a él y tomé su cadera pegando su suave trasero a mi pelvis—, no temas que nos descubran...
—Siempre tienes que ser atrevido en esto... —murmuró y pasé mis manos hacia su abdomen recorriéndolo con las yemas de mis dedos. De su boca salió un suspiro.
—Es parte de la diversión... —froté mi pelvis en su trasero y mordí mi labio sintiendo el roce de nuestra piel— ¿Serás bueno y te portarás bien hoy?
—Lo haré —dijo con determinación.
—Bien, porque esta noche no te daré descanso, gritarás mi nombre tan alto que el resto de los eternos se enterará que ahora eres mío —froté mi miembro en su trasero.
Nuestra morfología nos permitía adaptarnos a cualquier cosa que nosotros deseemos, esta vez pienso solo tener el control de Morfeo. No es algo raro para mí tener un miembro masculino, al contrario, creo que aumenta mi ego.
—Mierda... S-solo hazlo —gimió apoyando las manos en la ventana logrando una leve inclinación de su tronco y una elevación de sus caderas.
Sin más, me adentré en él sintiendo como su interior me absorbía suavemente, el juego previo ayudó a la lubricación y su dilatación. Estar dentro de Morfeo fue ver las estrellas y sentir que poco a poco era llevada a las mismas alturas del cielo.
—Oh Morfeo... Te sientes mejor de lo que esperaba —acaricié con mis pulgares los hoyuelos que se formaban en su sacro y mantuve firme el agarre de su cadera.
—¿E-entonces soñabas c-con esto? —gimió en alto cuando lo golpeé con la primer embestida.
—Cada día y noche... —mantuve un ritmo suave, le torturaba no saliendo por completo para después entrar de golpe en él—, soñaba con este momento, tenerte t-tan vulnerable... N-no dejaba de i-imaginarme tu rostro contrayéndose por m-mis golpes...
—Lu-Lucifer... —gimió mi nombre haciendo su cabeza hacia atrás—, di-dime más...
—So-soñaba con estar entre t-tus piernas todas las no-noches... Deseaba que gi-gimieras mi nombre sin parar —tomé su mandíbula y besé su cuello dando algunas mordidas—, i-imaginaba tus gritos suplicando p-por más...
—M-mierda ¡Ah! —gritó cuando aumenté el ritmo de las embestidas.
Lo erótico de todo; es escuchar nuestras pieles chocando, su trasero siendo golpeado una y otra vez sin piedad, sus manos sudorosas resbalaban por la ventana y sus gritos endulzaban mis oídos.
La gente pasaba por el lugar y solo uno que otro volteaba a ver a Morfeo siendo embestido por mí, podían verlo retorcerse y sus gritos asombraban a los transeúntes.
—E-eres grande... Maldición ¡Lucifer! —mordió su mano agachando la cabeza. Empecé a jugar con sus pezones erectos y seguí golpeando cada parte de su interior.
No fue cuando golpeé aquél lugar de oro, ese que hizo a Morfeo derrumbarse por completo.
—¡Joder! ¡Por favor, Lucifer! ¡Más! —dijo desesperado Morfeo, sus piernas temblaban y golpeaba la ventana.
—¿Deseas más de esto? —levanté su pierna apoyándola en el marco de la ventana, Morfeo asintió sonrojado y sonreí de lado—, no se te ocurra bajar la pierna.
Con su pierna levantada, seguí golpeando aquella mina de oro, la humedad entre sus piernas escurría por sus muslos y creaba un bello relieve en ellos.
—Oh, Di-Dios... —susurró Sueño moviendo ahora sus caderas.
—¿Ahora no-nombras a Dios? —Morfeo asintió—, e-eres bastante atrevido, m-mi pequeño y du-dulce Morfeo... —él gimió. Adora que lo ame de esa manera—, anda... Quiero que d-digas el nombre de Él, pide q-que te salve de solo las garras d-de Lucifer —jalé su cabello obligándolo a ver el techo e hice más desesperadas mis embestidas.
—¡Dios! ¡Mierda! —gritó y noté como algo de saliva salía de su boca y mi miembro era más apretado por su interior. Estaba cerca.
—Ca-carajo ¡Mierda! —gruñí con la sensación de presión en mi estómago, ambos estamos cerca.
—Hazlo... Por favor —tragó saliva y me miró suplicante—, lo ne-necesito dentro...
—Lo que el rey desee —susurré en su oído.
Bastaron pocas embestidas para que ambos nos derrumbáramos, mi semen llenó su interior y Morfeo dejó escapar un suspiro de satisfacción.
—E-eres mío... —susurré acariciando su cuello y pasando mis dedos por las notables mordidas—. No puedes ahora huir...
—J-jamás pensaría hacerlo... —respondió de vuelta y besó mis labios, gustosa respondí a su beso suave y cálido que me brindaba.
—Eres él único que me entregó su vida gratis... —salí de él y le di la vuelta. El sonrojo de su rostro aún no desaparecía—, en el infierno, en la ensoñación o en la vigilia, tú eres mío.
—Yo soy tuyo y tu eres mía, no hay nada mejor que eso —acarició mi mejilla y disfruté el toque de su mano fría en mi rostro—, te amo y nada ni nadie hará que cambie de opinión.
—Me gusta escuchar eso... —besé la punta de su nariz—, también te amo... Aunque esta noche apenas comienza.
Tomé sus caderas y de un brinco él envolvió sus piernas en mis caderas.
No pienso perder esta oportunidad.
///////////
¡Hola! Espero estén bien si es que llegaron aquí.
Este OS fue un regalo para: sara666howell
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top