Cita a ciegas
Jessica y yo nos llevábamos exageradamente bien. Ella tenía una mentalidad muy brillante, hacia Yoga y me enseñaba a mí a hacer yoga. Era como si hubiera sido creada para mí. No podía pensar en otro ser que fuera más perfecto.
Le gustaba el olor a incienso en su habitación. Casi siempre estaba cantando: cada vez que cocinaba, limpiaba; a veces incluso cuando comía.
Yo le enseñé el único pasatiempo que conocí en casa. Pedí una consola de videojuegos prestada a Diego, y enseñé a Jessica a jugar. Ella a su vez le enseñó a sus amigas, y de repente tenía todo un grupo de chicos metidos en mi departamento. Ryder salía mucho con Peach, a veces me visitaba y otras veces no. Supuse que estaba bien. Mis hermanos, por su lado comenzaron a hacer su vida; o al menos eso supuse. No supe nada de Makayla, ni de Caleb o Diego.
Jessica y yo, íbamos prácticamente a todos lados juntos y pasaba más tiempo con ella que con el resto de la isla incluyendo mi familia. Estaríamos estudiando en la misma universidad muy pronto. Yo iba a estudiar para ingeniero en sistemas como mi padre y ella iba a estudiar medicina veterinaria. Todo en la isla parecía ser perfecto: el clima, la gente, la organización; pero era demasiado perfecto para ser real.
El viernes, aproximadamente 5 días después de conocerla recibí un mensaje escrito en la puerta de mi casa. Me citaron debajo del árbol más grande del parque. La verdad no sabía si ir o no, algo así era totalmente nuevo para mí.
Cuando tomé la decisión y partí, sudaba frío mientras pensaba en todas las posibilidades de la nota. Creo que podrían matarme y secuestrarme; pero viviendo en una isla, seguramente darían con el culpable. Cuando llegué, Jessica estaba ahí, y entonces lo supe y estaba seguro que sería para siempre.
En esos días, de todas las personas que había en la isla, nadie se comparaba con ella. Esos 3 días que la conocí eran suficientes para ella y para mí.
Fue ella la que tomó la iniciativa y me pidió ser novios. En mi opinión, no tenia que preguntarlo, en mi corazón ella era mía desde aquel día en la fiesta. Pero, como siempre en la vida exterior, pasan cosas que no esperas.
—Cuando te conocí —confesé—, supe que serias para mi.
—Yo no lo sabía, pero después de conocerte creo que nunca conoceré a alguien con quien encaje tan bien. Todo tú , y tu mundo, me gusta.
Después de confesar nuestro amor, y platicar unos minutos; fuimos a mi departamento a jugar Wii U (una consola vieja de mis padres). Compramos comida china y estuvimos ahí aproximadamente 3 horas. Y de repente tocaron la puerta; Peach entró eufórica. Las mejores amigas de mi novia pensaban que podían hacer eso en mi departamento a cualquier hora del día..., eran más molestas que mis propias hermanas.
—¿Saben qué? Estoy pensando seriamente que Ryder esta muy solo, y podríamos presentarle a alguien —exclamó Peach pensativa y animada.
Jessica y yo nos volteamos a ver extrañados.
—¿Qué? —preguntó al ver nuestra reacción.
—¿Estás segura de lo que quieres hacer? —pregunté a secas.
—Si, claro. Ryder es mi mejor amigo, y cuando no esta conmigo, esta solo; y eso me preocupa. Hay una chica nueva en tu piso, llegó ayer en la noche.
—Ah si... —dijo Jessica— vive al fondo de este piso ¿No? Dicen que es muy seria y tímida.
"La hija de Percy", Pensé.
—Si, esa chica —respondió Peach—. Es incluso mejor, porque ella vive en el mismo piso. Creo que deberíamos hacerles una cita a ciegas o algo así.
Un momento, esto me suena relativamente familiar. Una mejor amiga creando una cita a ciegas para su mejor amigo, así inició la relación de mis padres, tal vez Peach no tiene una idea tan mala.
—No sé —titubeó Jessica—. A mi parecer, tú haces buena pareja con Ryder y me temo que después te puedes arrepentir.
—No me metas ideas en la cabeza —respondió—. Matt ayúdame. Tu eres su vecino, podrías... hablar con ella.
—Es una locura —negué con la cabeza—, ni siquiera sabemos cómo es. Pienso que deberíamos conocerla primero antes de presentársela a mi hermano. Además es algo muy delicado, su familia y mi familia son muy unidas; si algo sale mal, puede volverse un problema muy grande.
—¿Sus familias se conocen? Está bien... conócela y nos avisas. Vamonos Jessica —exclamó.
—¿Ya te vas? —pregunté extrañado.
—Lo siento, bebé. Quedé de ir con las chicas de compras. Nos vemos en la noche y me cuentas cómo va todo —mencionó tomando su bolso y saliendo de prisa con Peach.
Me quedé solo de nuevo, así que comencé a limpiar mi departamento y después me di una ducha pensando en el plan de Peach. Todos estábamos conscientes de que se arrepentiría en el futuro, menos ella. Aún así supuse que mi deber con la familia Herrejon era presentarme con su hija.
Me vestí un poco formal, y en realidad, no sé me da vestirme casual. Me eché loción y caminé hacia su departamento, pasando por el de mi hermano sintiendo un poco de culpa.
Mientras me acercaba al apartamento 8-1, una música pegajosa y de un género desconocido comenzaba a escucharse mas y más fuerte. Sonido de violines y una voz de hombre cantando unas especies de frases que sonaban racionales y realistas emanaban de aquel departamento. Era la historia de un hombre, o tal vez sólo del hombre en general que a veces está en las cima y otras en la ruina... pues así es la vida.
Toqué la puerta tres veces, pensé que no me abrirían. Con el ruido que hacia, me sorprendía que los vecinos no se molestaran con ella.
Y de repente abrió la puerta. Mi cerebro recuerda cada segundo, como se escuchó la perilla, el rechinado de la puerta. La luz del sol entrando atrás de ella, y ella viéndome ahí.
Ella se parecía a la esposa del doctor Herrejon. Tenía unos ojos enormes color negro, el cabello lacio y largo color castaño rubio. Una apariencia seria como la de su padre y era muy alta; era sólo un poco más baja que yo y eso era ya decir.
—Perdón —dijo preocupada con los ojos abiertos de par en par—, creo que tengo la música muy alta de volumen.
—¿Qué canción es? —fue lo único que se me ocurrió preguntar, intentando no sonrojarme.
—"Viva la vida", de Coldplay. Mi papá me advirtió que debía escuchar la música a poco volumen, pero recién me acostumbro a vivir aparte. Lo siento.
—Descuida, yo vivo hasta el departamento 8; casi no te escuché. Venia a..., venia a presentarme, soy Matthew..., soy...
—¿Eres el hijo mayor de la doctora Bell? Mi papá me hablo sobre ti. Me dijo que podía contar contigo en caso de necesitar algo.
—Si, claro. Bueno... ¿Tú eres?
—Skylar, soy la hija mayor del doctor Percy.
—Lo lamentó, no sé nada sobre ti...
—Bueno tengo, 19 años, casi 20. Estudiaré gastronomía. Y bueno, bienvenido al club porque yo tampoco sé nada sobre mí.
—Así te sientes al principio, es normal —respondí.
—Espero que si, a veces pienso que me estoy volviendo loca. Adelante pasa —comentó abriendo la puerta de su departamento.
Volteé al piso y encontré que estaba cómodamente descalza con algodones entre sus dedos y sus uñas ligeramente pintadas de rosa. Sonreí intentando evitar la risa.
Un enorme estéreo estaba puesto en medio de su departamento, y la música seguía y seguía. Tomó un control remoto y bajo el volumen.
—Lo siento, parece que lo que me gusta es la música más que a los demás.
—¿Cómo dijiste que te llamabas?
-Skylar. Oye Matthew eres igualito a como siempre nos platicaba tu mamá, es decir igual que ella; pero hombre y con ojos azules.
—Si, eso dicen.
—Nos gustaba cuando iba a visitarnos, jugaba mucho conmigo y con mis hermanas cuando éramos niñas. A veces cuando llorábamos, sólo ella podía calmarnos.
Escucharla y verla me complicaba mi trabajo aún más. Pensé en todas las posibilidades de una relación fallida con Ryder, y es que no tenían nada en común hasta ese momento.
—¿Sabes? Tienes la misma edad que mi hermano menor —"Que comentario tan estúpido", pensé.
Skylar permaneció callada un minuto viéndome seriamente con sus enormes ojos negros.
—¿Cuál de todos? —preguntó a secas.
-Ryder -reí a medias de decirlo.
-Ah ya, es que me han dicho que eres el que más hermanos tiene en esta isla -rió nerviosa- ¿A qué viene el comentario?
"Es que esta chica no tiene un pelo de tonta", pensé.
-Pues —dije algo sudoroso-, escucha; voy a serte sincero.
Ella me volvió a ver seria y prestó atención. Se llevó su mano a la barbilla mientras comencé a explicar.
—Estaban organizando una cita a ciegas entre tú y Ryder. Es la idea loca, de una amiga aún más loca que tú y yo —ya no sabía como safarme—, y no sé. Podrías salir con él y batearlo...
—Puedo salir con él por gusto también —concluyó, dejándome con la boca a medio decir y abierta—. Digo, no tendría nada de malo... —comentó poniéndose nerviosa.
—Si, claro, es tu decisión. Pero ¿Aceptarías hacerlo? Es hoy en la noche.
—Cuenta conmigo. Veré a tu hermano en la fuente y veremos que tal va la cita.
Hasta ese punto, nunca supe que tan grave podría ser el día entre ambos. Y planeé perseguirlos toda la noche de ser necesario. Mi preocupación giraba en torno a la amistad familiar que teníamos, y el pésimo comportamiento que a veces tienen mis hermanos menores en general.
Peach se encargó de decirle a Ryder sobre su maravilloso plan. Ryder aceptó un poco confundido, creo que los Bell somos un tanto distraídos. Se arreglo y se dispuso a salir con ella sin estar convencido del todo.
Cuando se vieron y caminaron juntos, empezaron a platicar. No pude contenerme, y los seguí toda la noche.
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