Capítulo 6. Más alla
Matt
Cuando llegué a mi casa, todos estaban celebrando la noticia de que Ryder se casaría. Nadie se puso a pensar que Peach y Ryder no eran del mismo equipo. Tal vez a nadie le importaba. Quizá todos los adultos estaban de acuerdo en que sus hijos algún día partirían de aquí y no volvería a saber de ellos. O en que sus hijos serían usados como los corderos para sacrificio.
Desearía ser como los demás y no darle la importancia debía a las cosas. A veces, en estos momentos en los que los veo sonreír, me pregunto qué pasará por su mente. Es decir, vivir en ignorancia debe ser muy grato.
No preocuparte por nada ni nadie, más que por vivir; parecía su lema. Pero en el fondo, también sé que yo no podría vivir así.
Abracé a mi hermano, pues pese a todo lo que estaba pasando; sabía que tenía que estar feliz por él. Y no es que no lo estuviera, pero si Caleb y Diego estuvieran aquí; sería más fácil sobre llevar todo.
—Matt, no olvides llevar a Skylar —dijo Ryder al verme partir.
—Si, eso haré.
Mis planes eran salir de madrugada, por lo que posiblemente no estaría en su boda. Tal vez, para entonces, no les importaría; como el hecho de que no les importa no saber nada de Diego y Caleb.
—¿Cuando formalizarás su relación? —me preguntó Makayla— No creo que te espere toda una vida.
—Somos amigos... —respondí, pues sabía de quien hablaba— Además, no me sentiría cómodo saliendo con ella. Hay algo extraño.
—¿Extraño? —preguntó mi padre.
—Siento como si no estuviera bien, pero no comprendo por qué.
—¿Y qué hay de Jessica? —continuó mi padre— Es una buena chica y se ve que le gustas.
—Siento exactamente lo mismo que con Sky.
—Tal vez sólo tienes miedo al compromiso —dijo Ryder.
—No, no es así —respondí—. Realmente quiero a Skylar y me gusta. Sonará un poco loco, pero aún así siento como si estuviera siendo infiel.
Mi familia comenzó a reír tras unos segundos de silencio.
—No tienes una relación con alguien más. Así que sólo asegúrate de que tus sentimientos sean claros —dijo mi madre—. Si jugaras con dos mujeres, eso si estaría mal; y ahí si tendrías que sentirte culpable.
—Tienes razón; tal vez es cierto. Tal vez por eso me siento así. Creo que hoy debo aclarar todo.
Volví a mi departamento. Caminaba viendo las estrellas en claro firmamento de la isla. Pensando en la palabra de mi familia; especialmente las de mi madre.
Justo cuando llegué, noté que Skylar estaba metiendo las bolsas de mandado a su casa. El viento era fresco y salado. Ella alzó su vista y sonrió. Me acerqué a ella, pensando en qué decir y cómo hacerlo. Pero me arrepentí, ella no notó esa indecisión. Simplemente entró y cerró su puerta.
Entré a mi departamento, el cual seguía casi vacío. Tomé los dos Tomos que había escondido debajo de mi cama. Pensaba qué tal vez lo más correcto sería devolverlos a la biblioteca. Al final, ninguno de ellos hablaba de algo que fuera de suma importancia; aunque si eran confusos.
Abrí un Tomo para darle una hojeada. Y encontré escrito el nombre de Jessica. Abajo de su nombre estaba anotado una fecha. Lo palpé como si fuera una ilusión y quisiera desmentirla. Entonces muchas cosas vinieron a mi mente. Ella siempre estuvo ahí, como una sombra. Yo estaba enamorado de ella, y después llegó Skylar. Sólo estaba seguro de eso, pero no podía recordar algo exacto en cuanto a ella. Tal vez, las pastillas para paranoia me habían quemado el cerebro.
Cerré el libro, aclarando mis emociones. Si después de todo, no estaba en una relación con alguien más, entonces no le veía el sentido a esperar para estar con Skylar; un pequeño crush con Jessica no era suficiente para detenerme.
Espere a que fuera de noche, y toqué el timbre del departamento de Skylar.
—Pensé que no vendrías..., ya tengo todo —dijo mostrándome una caja llena de víveres.
—¿Eso es para el viaje?
—Si. He comprado todo lo que necesitamos. Esto alcanza para una semana si lo sabemos racionar.
—Skylar, hay algo que quiero hablar contigo.
—¿Tienes los Tomos? —pregunta con premura.
—Si ¿Quietes que los traiga?
—Diría que debemos esconderlos en algún lugar. Cuando se den cuenta que escapamos, seguramente querrán revisar nuestros departamentos.
—¿Planeas que volvamos? —pregunté con sorpresa.
—Claro ¿Tú no?
—Skylar, analiza las cosas. Si nos vamos y encontramos que algo malo pasó, no vamos a regresar aquí. Si nos vamos y encontramos que todo está bien, entonces tal vez podamos volver. Pero según entiendo, tú esperas lo peor.
—¿Pero si no volvemos, qué haremos?
—Creo que eso debiste pensarlo antes. Tal vez esa es la razón por la que nadie recuerda nada. Es más fácil aparentar que nada te importa, y que no sabes nada.
—¿A qué viene eso?
—Espérame aún segundo...
Comenté corriendo a casa. Estando ahí, tomé los Tomos metiéndolos a mi mochila. Apurado, salí de nuevo y caminé rápido a la casa de Skylar. Ella me miró anonadada mientras seguía acomodando todo.
—Mira —dije sacando el Tomo 1 de mi mochila—, yo conocía a Jessica desde antes.
—Yo..., yo te creo —dijo ella titubeante—. Yo también siento que la conozco desde antes. Pero no sé por que su recuerdo es...
—¿Borroso y confuso? Lo mismo me pasa a mí.
—Tenemos que salir de aquí lo antes posible —dijo con apresurada—. Es que siento como si estuviéramos secuestrados.
—¿Pero y si lo estamos? ¿Vamos a aparentar que no sabemos nada?
—Si lo estamos, entonces buscaremos una salida. Para cada problema siempre hay una solución.
Ella comenzó a cargar los víveres. Llevábamos pan, agua, y algunas latas con un abre latas. Le ayude al ver el peso de la bolsa y caminamos cuidándonos las espaldas hasta la playa.
Cuando llegamos, tomamos una canoa haciendo un pequeño ruido de golpeo. La jálanos hacía el mar subiendo la bolsa con víveres. El mar estaba tranquilo, pero hacia ese ruido de olas golpeando el bote. Tomamos unos remos y corrimos a subirnos. Comenzamos a avanzar.
Mientras escuchábamos el mar, y veíamos hasta la playa, sentíamos pavor. Aunque seguíamos remando, sentíamos que nuestro cuerpo temblaba. En medio de la oscuridad, con la luna plasmada en el mar, aquel día partimos sin saber que sería de nosotros. Tampoco teníamos un destino fijo. No podría asistir a la boda de mi hermano y tampoco había tenido la oportunidad de despedirme de ellos. Sabía que Skylar tampoco había logrado despedirse de su familia; su cara lo demostraba. Pese a todo lo anteriores remamos con todas nuestras fuerzas.
Vinimos a la isla alejarse más y más, hasta perderla de vista. No se veía nada al rededor, ese fue el momento más aterrador de todo.
No había vuelta atrás, estábamos afuera. Seguimos remando sin para toda la noche hasta quedarnos dormidos. El mar se veía interminable y vacío, sumamente aterrador. Lo único que se podía ver, se veía gracias a la luz de la luna y su reflejo en el agua.
Tal vez sabíamos que moriríamos, pero era preferible a saber que vivíamos engañados.
Vi hacia el cielo antes de dormir, y una silueta negra comenzó a cubrirlo a lo lejos en el cielo. Cerré los ojos. Y fue como un parpadeo, no recuerdo nada antes de eso. Ni un sonido, ni un color...
A la mañana siguiente despertamos en tierra firme. Abrimos los ojos tallándolos una y otra vez. Era nuestra isla. Parecía que lo de una noche anterior había sido un simple sueño.
Revisamos nuestros víveres, no teníamos ninguno.
—¿Fue un sueño? —preguntó Skylar extrañada viendo hacia mi.
—No, no lo fue. No pudimos haber soñado lo mismo los dos.
Salimos de la canoa viendo hacia las montañas. Ahí estaba el edificio, la zona de casas, la alcaldía. Todo situado a lo lejos, más todos lo podíamos ver.
—Se ve un poco distinto —murmuró ella.
—¿Eso crees?
—El edificio se ve más alejado de lo normal, más arriba —dice señalando con su dedo.
—¿Han venido del mundo exterior? —preguntó una mujer acercándose a nosotros.
—Pobrecitos, deben estar hartos de ese espantoso lugar ¿De qué parte del mundo son? —insistía la mujer.
—Soy Matt, hijo de la doctora Bell.
—Soy Skylar, hija del doctor Herrejon.
—No sé quienes son sus padres, lo siento. Yo soy Ariana, soy la alcaldesa de este lugar.
Nos volteamos a ver extrañados. Entonces lo supimos, aunque la isla era igual a la nuestra, no era nuestra isla. Era una isla que formaba parte del proyecto Life y por eso era tan parecida.
—Lo siento, destino equivocado—dijo Skylar moviendo la canoa de nuevo.
—¿A dónde van? —insistió la alcaldesa.
—Al mundo exterior —contesté.
—Pueden quedarse y participar en los juegos...
Nos detuvimos a verla cuidadosamente. Estáticos intentamos contestarle.
—¿Juegos? —finalmente respondí.
—Para ir al mundo exterior. Hoy se llevarán acabo algunos.
—¿Cada cuanto tienen esos juegos? —preguntó Skylar.
—Cada mes...
Algo definitivamente no estaba bien. Si el resto de las islas llevaban a cabo los juegos, entonces no comprendía porque nuestra isla no los llevaba a cabo de la misma manera.
—Pueden pasar y hablar con nosotros...
La señora nos tomó de las manos, como si se tratara de un ser espiritual. Incluso llevaba flores como corona en su cabeza. Todos los caminos eran muy parecidos, como si fueran una copia de nuestra isla. Las diferencias eran casi imperceptibles, pero la vibra de la isla era distinta. Nos llevó a la alcaldía donde nos sentó y nos ofreció un desayuno.
—¿De dónde vienen entonces? Me queda claro que no son del mundo exterior.
—De la isla Rossland —musité.
Skylar no podía con sus sorpresa y no era capaz de poder hablar mientras veía todo el parecido a nuestra isla.
—No me suena —dijo extrañada la alcaldesa—, permítanme un segundo —comentó,
Posteriormente se movió de su asiento y se dirigió a un estante de libros. Tomó un libro de él. Grande y viejo color rojo —Este es el Tomo 2 —dijo finalmente.
En esa isla, los tomos no estaban encerrados con llave ni candado. Estaban sueltos y cualquier persona podía pedirlos para ver. Tomé nuestros Tomos y los saqué de la mochila. La señora me vio ponerlos encima de la mesa, un tanto confundida.
—¿Esos son los de tu isla? El dos y el tres no tienen mucha relevancia excepto para hablar de la flora y fauna de la isla.
—Es verdad, aquí no hay conejos —dijo Skylar.
—Nuestro animal es el zorro —dijo ella—. Las islas tienen diferente fauna y flora.
Ella tomó el Tomo dos y abierto lo puso sobre la mesa.
—Llevamos 10 años haciendo los juegos para volver al mundo exterior. No es un secreto para nadie que la guerra acabó —comentó mientras lo hojeaba—. Aunque no todo el mundo es seguro del todo, aún hay lugares inhabitables. Pensé que provenían de alguno de ellos cuando los vi.
—¿Diez años? ¿Pero, desde cuando existe esta isla?
—La nuestra tiene 100 años. Pero hay algunas más nuevas y otras más antiguas.
—Entonces ¿El mundo exterior existe?
—Claro que existe. Aquí nos mandan varias cartas ¿En su isla no?
—Permítame comentarle —explique—. Los supuestos juegos sólo se han llevado a cabo en nuestra isla una sola vez. Y las cartas que llegaron parecen falsas.
Ella abrió su cajón debajo de su escritorio. Saco un bonche de cartas de ahí y las puso sobre la mesa. Estaban agarradas con un lazo color rojo que ella les retiró.
—¿Por qué parecen falsas? —preguntó preocupada.
Tomamos las cartas pidiendo permiso. La caligrafía, las fechas, las palabras. Todo era distinto. Era la misma nota una y otra vez, como en nuestra isla.
—¿Tienen fotos del mundo exterior? —preguntó Skylar.
—No está permitido ¿En su isla hay?
—Allá tampoco está permitido ver el mundo exterior.
—Las personas seleccionadas escriben cada mes... ¿Cómo dicen que se llama su isla?
—Rossland —dijimos al tiempo.
En el Tomo 2 parecía haber un directorio de islas pues ella pasaba su dedo por muchos nombres una y otra vez.
—Qué extraño —murmuró—, su isla no existe ¿Es muy vieja?
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