prologue.
Pre-Crepúsculo: dos años antes de la llegada de Bella a Forks.
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Anthuanette Russell, o mejor conocida como "Toni", se destacaba por su fuerte carácter y sus pésimos tratos cuando estaba enojada. Quizás por ello la habían situado en la parte trasera de la comisaría, donde trabajaba, revisando papeles y llenando formularios, recibiendo llamadas y advirtiendo al Sheriff cuando era un asunto grave, aunque la mayoría de tiempo lo hacia de mala gana. Se había graduado de la academia de policía en Seattle hace unos meses, pero desde entonces no había tenido la oportunidad de salir a las calles en busca de criminales, aunque en ese pueblo, si habia un delito, era una multa por velocidad, nunca pasaba algo interesante en aquel pueblo tan aburrido.
Toni salía de su turno de la mañana y se dirigía a una cafetería para comprarle el almuerzo a su padre, y luego llevárselo al hospital, como todos los martes. Había oído rumores sobre unos nuevos habitantes en el pueblo, pero la rubia les resto importancia, pues poco le importaba lo que Dariana Smith dijera, esa señora era tan chismosa que sacaba de sus casillas a la Russell. Tomó la bolsa de papel amarillento y salió de allí tan rápido como sus piernas le permitieron, se subió a su auto y manejó hasta el hospital de Forks. Al llegar al estacionamiento, aparcó junto a un Mercedes Benz de color negro y bajó de su viejo escarabajo, teniendo pena por su insípido auto a comparación de aquel que parecía recién sacado de la tienda.
Caminó hacia la puerta trasera, donde los enfermeros y doctores solían usar en sus descansos para salir a fumar un cigarrillo o hablar por teléfono. Saludó a Courtney Flint y a Gillian Ferrero, compañeros de su padre, y entró al hospital. Pasó por los pasillos de forma rápida, casi como si tuviera dos propulsores en sus pies. Ella odiaba los hospitales, le recordaban a su niñez cuando iba a acompañar a su padre. El olor a fármacos y productos de limpieza le producían asco, casi al punto de vomitar. Cuando por fin encontró el despacho de su padre, tocó la puerta tres veces con sus nudillos.
Toc... toc... toc...
Era su señal. Así su padre identificaba que era ella, pues era de la forma en que se acostumbró a tocar las puertas. No tuvo respuesta, por lo que decidió abrirla, pero al girar el pomo, este estaba bloqueado. Frunció el ceño. Quizás estaba en urgencias, pensó. Cuando giró sobre sus talones para dirigirse a la secretaría, se chocó con un cuerpo duro como mármol. Tambaleó, pero antes de siquiera pensar en caer, una fuerte mano la tomó del brazo. Levantó la vista y sus orbes verdes se encontraron con unas muy peculiares, eran de un color dorado, como el oro líquido.
-Lo siento.-Murmuró ella, un poco atontada.
Quizás Toni era un poco distraída, y por ello no notó la mirada de nostalgia y confusión que el hombre proyectaba, tampoco como los músculos de este se tensaron cuando la escuchó hablar.
-¿Eliana?. -Susurró el hombre rubio, con el ceño fruncido.
Toni elevó una ceja, enderezandose firmemente sobre sus pies y alejó su brazo de la mano helada del hombre frente a ella. Negó confundida y retrocedió un paso.
-¿Quién?. -Preguntó Toni, confundida.
Antes de que el hombre pudiera formular alguna otra palabra, unos pasos rápidos se oyeron a sus espaldas y pudo oler la colonia de su padre cerca de ella. Giró su cabeza y lo vio, Rafael Russell iba con su bata blanca ondeando a cada paso que daba apresurado, con mechones de sus cabellos castaños claros meciéndose sobre su frente. Su rostro era serio, como si fuera a darle el regaño de su vida.
-¡Anthuanette!. -Llamó Rafael, sin quitar la vista del hombre rubio que estaba a unos pasos de la chica.-¡Ven, ahora mismo!.
Toni miró de reojo al hombre, quien solo suspiro y salió de allí, caminando por el lado contrario a Rafael, perdiéndose entre los pasillos. Toni miró a su padre con el ceño fruncido, normalmente su nombre completo era pronunciado por su padre cuando ella estaba en problemas. Rafael se acercó a su hija y le miró con disimulo a su brazo.
-¿Qué haces aquí?. -Preguntó Rafael, mirando a su hija, un poco más calmado.
-Hoy es martes.-Dijo Toni, como si fuera algo obvio, y elevó su mano, mostrando la bolsa de papel. -Tu almuerzo y cena.
Rafael suspiró y lo tomó con lentitud, para luego caminar a su despacho y abrir la puerta con la llave. Entró a este, haciéndole una seña a su hija para que también entrara y se sentaron en unas sillas frente al escritorio a almorzar juntos, algo que podían hacer pocas veces dado a los trabajos de ambos. Toni sólo lo tenía a él, al menos así era desde que su madre falleció en el bosque al salir a dar un paseo y un oso la atacó, o eso decía el informe policial que Toni leyó una vez. La joven de 19 años no entendía los comportamientos de su padre desde que ella se encontró con aquel hombre, pero tampoco le importaba, después de todo, no le conocía.
Una llamada de la comisaria hizo que Toni salga disparada del hospital al trabajo. Luego de una breve charla con su jefe, se fue a la reserva.
Toni caminaba apresurada hacia la puerta de la casa Uley. Había recibido la llamada de Leah Clearwater hace unas horas, notificando la desaparición de Sam Uley, su prometido, desde el día anterior. La joven le informó al Sheriff sobre aquello, pero este decidió enviarla a ella, ya que Toni tenía más contacto con la reserva, pues ella vivía allí. Tocó la puerta rápidamente y fue recibida por Sue Clearwater, quien le invitó a pasar. La mujer le guió hasta la sala, donde Leah y Tamara Uley estaban devastadas en el sofá.
-Buenas tardes, soy la oficial Russell.-Se presentó Toni, formalmente. -Han llamado por un caso de desaparición, ¿es eso correcto?.
-Sí, oficial.-Respondió Sue, ya que las otras dos mujeres se encontraban llorando.
-Necesito datos de la persona. Nombre, apellido, número de identidad.-Dijo Toni, mirando a Sue.-Mientras más datos haya, será más fácil encontrarle.
Tamara se encargó de darle la mayor parte de datos de Sam, y lo que no recordaba, Leah lo mencionaba. Toni anotaba todo en una pequeña libreta, escuchando atentamente la historia de la desaparición. Resulta que Sam Uley había estado un poco irritable, incluso hasta agresivo (obviamente no contra ninguna de las personas presentes, sino que golpeaba cosas cuando se frustraba), y una noche, la anterior para ser exactos, se había ido de la casa sin dejar ninguna nota o explicación de su huída anotada en cada página.
-Le aseguro, señora Uley, que encontraremos a su hijo.-Prometió Toni, mirando a la mujer a los ojos.
-Eso espero, Oficial Russell.-Murmuró Tamara, ahogando un sollozo.
Toni decidió que era suficiente por el momento, por lo que se despidió vagamente y fue acompañada por Sue Clearwater hasta la puerta, donde se despidió y fue a su auto. Manejó hasta su casa, a unos cuantas cuadras de allí, y luego apagó el motor del auto. Suspiró antes de abrir la puerta y bajar.
Una vez dentro de la casa, se quitó su chaqueta de policía y la dejó en el perchero que había junto a la puerta. Fue hasta su cuarto, tomó ropa cómoda, dejando esta en la cama, y se dirigió al baño. Se quedó un largo rato bajo el agua tibia, sintiendo sus músculos destensarse. Estaba agotada. Luego de veinte minutos, salió del baño envuelta en una toalla y fue a su habitación, se puso sus ropas más holgadas y fue a la cocina a comer algo que haya en la nevera.
Se sentó en el sofá, con un gran plato de espaguetis, encendió la tele y miró programas de investigación.
Era un día normal, en una vida tan normal como la de Anthuanette Russell. Una normal y aburrida vida que traía a la joven agotada. La misma rutina, cansa. Levantarse en la mañana, a eso de las cuatro y media de la madrugada, bañarse, desayunar, ir al trabajo, salir del trabajo, llevarle la comida a su padre y volver a casa a comer y dormir. Era todo lo que hacía. Nada era emocionante, mucho menos divertidos. Toni no conocía otra cosa que no sea su aburrida rutina. Nunca se enamoró, ni estuvo con alguien. No había tiempo para el amor. Ella no conocía el amor.
Hasta ahora...
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PRÓLOGO.
¿qué les pareció hasta ahora?.
Si, quizás se vea un poco aburrida, pero es el comienzo. Quiero que conozcan un poco de Toni antes de llegar al trama.
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