Era una mañana soleada de abril cuando llegaron las pinturas al Centro de Arte de Horim. Los camiones se estacionaron en la entrada, donde el equipo de preparación esperaba para ponerse en marcha. Descargaron las pinturas, las llevaron a un salón seguro y luego comenzaron a desmontar los cuadros que se estaban exhibiendo para preparar la nueva decoración de la exposición que llevarían a cabo la siguiente semana.

Unas cuadras más allá, cerca del puente Hannamdaegyo, en la cafetería Hannam Saemal, el dueño de las pinturas estaba sentado en una mesa, ocultando una sonrisa divertida tras su taza de café mientras miraba al periodista sentado a dos mesas de distancia quejarse porque acababan de asignarle el trabajo más difícil del mundo para el día de su cumpleaños.

-Quieren arruinarme el día -decía a la otra persona en la línea-. Saben que es un bastardo, que no concede entrevistas, y aun así me mandaron a perseguirlo.

El periodista era un hombre de buen aspecto. Con facciones delicadas que podrían confundirse con las de una mujer si no mirabas bien, cabello negro peinado en un estilo natural desordenado y ojos pequeños y rasgados. Estaba usando una cazadora de cuero naranja con decoraciones negras trazando líneas en los cierres, un apretado pantalón negro de cuero y botas del mismo color con puntas plateadas que combinaban con los cierres. Era atractivo, tenía confianza, se le notaba, pero su forma de hablar dejaba mucho que desear.

-No quiero ver una estúpida exposición de arte, Xing. Sabes lo mucho que me aburren esas cosas -seguía diciendo-. Hay gente estirada por todos lados viendo perros en cuadros abstractos, gente imbécil que te juzga con la mirada... ¡y mejor no hablemos de los artistas! Son todos unos imbéciles perfeccionistas que se ofenden si no entiendes una mierda de lo que pintaron, pero este que debo entrevistar, ¡este! Es el bastardo de los bastardos.

SeHun miró la hora, confirmando que las pinturas seguramente ya había llegado al centro de arte. Su representante no demoraría en llamar para que fueran a revisar los detalles de la presentación, por eso había salido más temprano de casa, para no tener que correr de un lugar a otro cuando estaba tan cansado.

Se puso de pie cuando escuchó su teléfono timbrar, dirigió una última mirada al apuesto periodista y contestó la llamada, pasando a su lado antes de abandonar el café.

»-SeHun, las pinturas ya...

-Lo sé, Hyung. Acabo de salir del Hannam Saemal, estoy yendo hacia allá.

Una semana transcurrió con rapidez. El ajetreo de las preparaciones e incluso el nuevo proyecto en el que estaba trabajando le robaron mucho tiempo, pero una vez que la noche de la exposición llegó, SeHun se preparó para una noche más de aburridos halagos.

Recibió a las personas importantes en la entrada, compartió una copa de vino con los conocidos, coqueteó un poco con las señoras de la alta sociedad para que más tarde no escatimaran a la hora de gastar su dinero, y luego se dedicó a vagar alrededor. Estaba a punto de marcharse cuando distinguió a su representante discutiendo con un periodista en la entrada. El hombre insistía en obtener una entrevista con él, y para esa hora, SeHun ya había hablado con la prensa y no estaba de humor para responder una pregunta más, pero ver el rostro del periodista lo hizo esbozar una sonrisa.

Había cambiado tanto en tan sólo una semana.

El cabello negro ahora era rubio, resaltando así no sólo sus ojos brillantes, sino también su piel pálida; lo tenía peinado hacia un lado, con el flequillo descubriéndole la frente. Estaba usando un traje negro, con pantalones que se le ceñían a las piernas y una blazer con mangas hasta los codos que revelaban la camisa de vestir trasparente que usaba debajo. Seguía siendo apuesto, con este estilo, quizás un poco más que la semana pasada. Pero... su vocabulario seguía dejando mucho que desear.

- ¿Qué demonios quieres decir conque no puedo hablar con él? ¿Qué clase de representante eres? -SeHun se preguntó, a dónde se habían ido los formalismos propios de alguien educado. - ¿Es así como quieres promocionar su trabajo? No puedes dejarlo hacer lo que le dé la gana. La revista para la que trabajo es importante, ¡que aparezca en ella es beneficioso para su carrera!

Su representante iba a responder. SeHun vio a JunMyeon abrir la boca, tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Obviamente ya harto del comportamiento atrevido del periodista. Pero antes de que pudiera soltar un rotundo no, se acercó y le dio una palmadita en el hombro.

-Está bien, Hyung. Yo me encargo.

-No, ya diste suficientes entrevistas hoy y de ninguna manera permitiré que te quedes a solas con este maleducado -SeHun sonrió cuando vio al periodista tener el descaro de ofenderse. JunMyeon estaba molesto, y lograr eso era una hazaña considerando lo paciente que era el hombre.

-No me molesta dar una entrevista más -le dijo, negando cuando vio que JunMyeon iba a replicar-. Además, estaba yéndome de todos modos. Hablaré con él mientras espero el taxi, no será demasiado tiempo tampoco.

JunMyeon pareció reticente, pero terminó cediendo de todos modos. Le dio una última mirada al periodista antes de caminar hacia el vestidor para traerle su abrigo, SeHun lo aceptó con una sonrisa. Se despidió y luego hizo una seña al periodista para que lo siguiera.

-Vine conduciendo mi propio auto, te llevaré a casa si me concedes más tiempo para la entrevista -arrojó LuHan, desesperado por terminar con esto rápido.

Sus amigos lo estaban esperando en el Casino Seven Luck, si terminaba con la entrevista rápido, podría ir y disfrutar su cumpleaños como Dios manda.

-De acuerdo.

SeHun camufló una sonrisa divertida cuando vio la sorpresa en el rostro del periodista. Caminaron en silencio un par de calles hasta el lugar donde estaba estacionado el auto, y cuando estuvieron sentados el uno junto al otro, LuHan le puso una grabadora en la mano.

-No te molesta, ¿cierto?

SeHun contuvo el impulso de rodar los ojos. Era por esto que no daba entrevistas, la actitud de los periodistas era tan molesta.

LuHan puso el auto en marcha.

-Bien, Señor Oh...

-No -dijo, sonriendo cuando el periodista lo miró de refilón con el ceño fruncido. Si iba a hacer esto, al menos obtendría un par de cosas de este bonito hombre-. Comenzaremos con la entrevista cuando lleguemos a mi departamento.

-La verdad, tengo cosas que hacer. Si no te molesta...

-Puedo bajar del auto en este instante y pedir un taxi, harás lo que sea que tengas que hacer y yo volveré a casa para descansar. Eres tú quien quiere la entrevista, no yo.

LuHan volvió a mirarlo de refilón, esta vez apretando los dientes hasta que SeHun pudo escucharlos chirriar.

Condujo en silencio todo el camino hacia Dogok-dong, donde SeHun tenía un estudio. Lugar, que por cierto, quedaba bastante alejado del Seven Luck. SeHun había notado hacia donde quería ir LuHan cuando pasaron frente al casino, y aunque el departamento al que planeaba ir antes quedaba cerca de la zona, decidió llevar al periodista a su segundo estudio sólo por el placer de verlo gruñir y retorcerse porque estaban yendo más lejos de lo planeado.

Dejaron el auto en el estacionamiento de los Apartamentos Dogok Jugong antes de subir al último piso, donde tras marcar la contraseña en el panel de seguridad, SeHun dio paso a LuHan a un lugar que ni siquiera su representante había pisado antes. Se puso incómodo cuando lo vio recorrer la estancia con la mirada, pero intentó camuflarlo sirviendo dos copas de vino e invitando al periodista a la sala de estar, donde se sentaron en un silencio todavía incómodo antes de que LuHan suspirara, desinflándose como un globo.

- ¿Sucede algo?

-Hoy es mi cumpleaños -dijo LuHan con una mueca, todavía mirando la hora del reloj en la mesa como si se burlara de él.

YiFan y YiXing le habían dicho que lo esperarían hasta las once, porque trabajando en la misma revista, ambos sabían que si LuHan no llegaba a la hora, entonces no lo haría. Ya eran las once con treinta.

-Se supone que debía estar en el Seven Luck hace media hora, pero...

SeHun enarcó una ceja, mirando al periodista hundirse más en el asiento con la mirada perdida en el reloj en la mesa. ¿Debería decirle que esa cosa hacía mucho que no servía? SeHun lo mantenía porque una parte de su tonto ser pensaba que era genial que se hubiese congelado media hora antes de la media noche, como si el reloj no quisiera que el mañana llegara. Como si entendiera que SeHun necesitaba que el día durase un poco más para disfrutar de sí mismo luego del trabajo.

Era una historia que funcionaba bien para ligar.

-Puedes alcanzar a quien sea que te esté esperando si comienzas con la entrevista ahora -le dijo, tomando un trago de su vino.

LuHan lo miró en silencio durante un momento, suspirando antes de sacar la grabadora de nuevo y ponerla entre ambos.

-Vas a responder a cada cosa que pregunte sin chistar, ¿no? Porque tengo que hacer las preguntas de rutina para que la jefa de mi departamento esté satisfecha, pero una vez que acabe con ese protocolo de mierda, puedo preguntar lo que me dé la gana. Es lo que hace mi columna la mejor de la revista.

LuHan no sólo tenían un vocabulario horrible, también era modesto. Vaya sorpresa.
SeHun sonrió, levantando la copa hacia LuHan con un gesto divertido.

-Lo que sea por el cumpleañero.

LuHan le sonrió también. El gesto era malicioso, pero una sonrisa era una sonrisa y apenas eran las nueve. Si SeHun tenía algo de suerte, LuHan haría más que sonreír para él esa noche.

-Muy bien, SeHun. Creo que no tienes idea de lo que acabas de aceptar, pero comencemos.

Las primeras diez preguntas fueron tediosas. Eran exactamente las mismas que mañana estarían circulando por cada revista, con las mismas respuestas, le advirtió SeHun a LuHan. Sin embargo, cuando las preguntas de protocolo acabaron, LuHan enderezó la espalda, más animado.

- ¿A cuántas personas te has tirado en este estudio, SeHun?

Estuvo a punto de escupir el vino, pero se cubrió la boca justo a tiempo.

- ¿Vas a publicar eso?

-No, es sólo para romper el hielo.

SeHun asintió, aunque no le creía en lo absoluto.

-A nadie.

LuHan hizo una mueca, no contento con la respuesta.

- ¿Estás hablando en serio?

-Sí.

- ¿Por qué no te has tirado a nadie en este estudio?

Casi parecía ofendido.

-Los pintores suelen hacerlo, demonios, parece que es lo único emocionante que hacen durante la creación de sus aburridas pinturas.

SeHun se incorporó, quitándose la blazer del traje y poniéndola en el brazo del sofá.

-Este estudio es mi santuario, LuHan. Ni siquiera mi representante ha venido aquí.

-Pero yo estoy aquí.

SeHun sonrió, dejando la copa de vino en la mesa antes de levantarse. LuHan lo imitó, tomando la grabadora para seguirlo.

-¿Por qué estoy aquí?

-Porque me di cuenta de que este lugar estaba lejos del Seven Luck y quería atormentarte un poco.
LuHan gruñó, siguiendo a SeHun hacia las puertas francesas más allá del par de caballetes con lienzos en blanco.

-Eres un bastardo.

-Eso ya lo habías dicho -se burló, recordando la primera vez que vio a LuHan. De haber sabido que él era el pintor por el que se estaba quejando, se le hubiera sentado en la mesa sólo para joderle la paciencia un poco más.

LuHan lo meditó, deteniéndose antes de salir al balcón cuando se dio cuenta de que no había llamado a SeHun bastardo desde que se encontraron.

-¿Cómo...?

-La semana pasada en el Hannam Saemal. Estaba a dos mesas de distancia mientras hablabas con un tal Xing sobre lo bastardo que soy y lo aburridas que son las exposiciones de arte.

LuHan apagó la grabadora, teniendo la decencia de sonrojarse.

-Lo siento, yo...

-Está bien. Lo he escuchado miles de veces -se encogió de hombros-. A la gente le gusta ponerme apodos desagradables porque no me gusta dar entrevistas, pero nunca se preguntan el porqué de eso.

-¿Vas a decirme por qué?

-No, a menos que quieras saberlo.

-Quiero saberlo.

-Olvidan que soy una persona tan pronto como acepto dar la entrevista. Sólo les importa obtener lo que quieren, ni siquiera son educados durante el proceso. Luego se van sin agradecer y deforman mis respuestas hasta crear la que mejor les conviene.

-Yo no soy como esas...

-Tu comportamiento en el auto -lo cortó, haciendo que volviese a sonrojarse cuando recordó que le había puesto una grabadora en la mano sin siquiera mirarlo, y que planeaba hacer preguntas rápidas para luego dejarlo botado si su departamento quedaba lejos del Seven Luck.

-Okay. Lo siento. Tal vez sí sea un poco como ellos.

SeHun asintió, apoyando los codos en las barandillas para mirar hacia las luces de los edificios destellando unos metros más abajo. La vista. Esa era una de las razones por las que le gustaba tanto ese estudio.

-En la mesa hay tarjetas de presentación, nunca las uso porque no me gusta que me molesten, pero mi correo electrónico y número de teléfono están allí -dijo en voz baja, sin despegar la vista del paisaje-. Responderé a tus preguntas mañana, puedes irte.

-¿Estás tratando de esquivar la entrevista?

SeHun se dio la vuelta, ladeando la cabeza con un gesto curioso cuando vio la mueca en los labios de LuHan. Lucía tan atractivo con ese nuevo estilo.

-LuHan, el reloj que viste lleva dos años averiado. Deben ser las diez cuando mucho, estás a tiempo para llegar a tu cita.

LuHan dudó por un momento al escuchar eso. Disparó una mirada ansiosa hacia los edificios iluminando la noche fuera del balcón, pero al hacerlo, se quedó embelesado con la vista. Caminó hacia SeHun y lo tomó de la muñeca para mirar su reloj, comprobando que sí, tenía media hora de sobra para encontrarse con sus amigos en el Seven Luck, pero después de haber compartido un tiempo con SeHun, después de aquella respuesta tan sincera; y quizás, sólo quizás, por el remordimiento que sintió por haberse comportado como idiota, decidió quedarse.

Tecleó un rápido mensaje a YiXing diciéndole que no iba a poder llegar, y la respuesta que recibió fue inmediata. Su mejor amigo le deseó un feliz cumpleaños y le prometió un caro desayuno -que LuHan sabía terminaría pagando YiFan- para compensar la mala noche que seguramente pensaba que iba a pasar.

-No vas a librarte tan fácil de mí, Oh SeHun -dijo después, sonriendo al pintor al detenerse a su lado para seguir admirando el paisaje-. Ya que soy la primera persona que pisa este estudio, me encargaré de aprovecharlo.

SeHun enarcó una ceja, mirándolo con una sonrisa divertida.

- ¿Aprovecharlo?

-Sí.

- ¿Cómo? Y ten en cuenta que si rompes algo patearé tu lindo trasero fuera de aquí, lucir así de atractivo no va a salvarte.

Había pensado en hacerle preguntas vergonzosas, beber un poco más -porque para LuHan, esa noche estaba destinado a embriagarse- pero entonces recordó la pregunta que le había hecho a SeHun antes de que salieran al balcón y un bombillo se encendió. Recorrió con la mirada al pintor. SeHun estaba usando pantalones de vestir con un intrincado diseño, recordó vagamente que la blazer era igual. Las prendas eran negras, con hilos rojos que entretejían una red encima, opacando el color obscuro, y costuras blancas formando pequeñas flores que dejaban hilos sueltos entrelazándose y resaltando a la vista.

Ahora sólo estaba usando el pantalón con ese diseño, una camisa de vestir negra que en algún momento se había arremangado hasta los codos y lustrados zapatos negros.

LuHan se mordió el interior de la mejilla, avanzando hacia el apuesto hombre y posando ambas manos en sus anchos hombros.

-Vamos a cambiar esa aburrida respuesta a la pregunta de hace unos minutos -dijo con confianza, sonrojándose cuando SeHun no dudó en tomarlo de las caderas para atraerlo cerca de su cuerpo.

- ¿Estás seguro de que eso es lo que prefieres hacer la noche de tu cumpleaños?

El Oh SeHun que LuHan conoció esa noche era orgulloso, posesivo y excitante. Cada hora que se desvaneció en el reloj mientras estaban juntos fueron como una montaña rusa de sensaciones. Cuando pensaba en esa noche, LuHan recordaba las cortinas del balcón agitándose con el viento, la luz de la luna derramándose sobre su cuerpo y el férreo agarre de SeHun en sus caderas al sumergirse con fuerza entre sus piernas. Recordaba el contraste de sus dedos pálidos enredándose en su cabello negro, el chirriar de las patas de la mesa, los caballetes derrumbándose, el costoso jarrón traído de París haciéndose añicos contra el suelo, y posteriormente, sus gemidos acompañados del golpeteo obsceno resonando en la habitación mientras SeHun lo penetraba.

Ahora, dos años después, mirando a través de la ventana del Hannam Saemal al Oh SeHun que dejó atrás, LuHan sentía su corazón hundirse con el remordimiento que le produce haber destruido al hombre de esa noche. Porque hace dos semanas, SeHun seguía siendo ese hombre al que amaba, pero LuHan, demasiado cansado de estar solo debido a las constantes giras de su novio, encontró en los brazos de alguien más lo que por meses le fue arrebatado.

Y SeHun lo había descubierto.

Si cerraba los ojos, LuHan aún podía ver a XiaoTong paseándose con nada más que una camisa suya por el estudio de SeHun en Dogok-dong. Tenía el cabello negro revuelto en ondas cayéndole sobre los hombros, una mirada brillante después de la semana que habían pasado allí encerrados disfrutando el uno del otro; y visibles marcas en el cuello que gritaban a los cuatro vientos lo poco que él se había contenido al tomarla.

XiaoTong era hermosa, delicada y, de alguna forma, lo hacía sentir como si nada importara. LuHan no se había sentido así desde hace mucho, y después de conocerla, descubrió que lo que sentía por ella, se había esfumado hace mucho de su relación con SeHun. Pero todavía lo amaba, se decía. Lo amaba tanto como la amaba a ella y por eso los había conservado a ambos.

Esa mañana, cuando SeHun llegó de su gira sin previo aviso, LuHan estaba echado sobre el regazo de XiaoTong disfrutando de un buen desayuno en pareja. Ella estaba usando como única prenda una camisa suya; LuHan llevaba boxer's y una vieja camiseta de SeHun. Fue así como su novio los encontró.

LuHan aún recuerda la sonrisa en sus labios muriendo, el dolor que divisó en sus rasgos, y luego el silencio. Porque SeHun se fue tan pronto como llegó y no le dirigió la palabra durante tres días enteros en los que LuHan no paró de sentirse como la peor basura del mundo.

Le había prometido a SeHun que terminaría con XiaoTong, que ella sólo era una aventura sin importancia. Pero noche tras noche se veía pasando tiempo con ella antes de volver a casa. Hasta que una noche decidió no llegar a dormir, y esa noche se extendió por una semana, y esa semana se extendió por otra semana.

Llamaba a SeHun todos los días, le decía que había demasiado trabajo en la revista y que lo extrañaba.

SeHun le diría que comprendía que estuviera ocupado, que lo amaba y que esperaba que estuviese alimentándose bien, sólo aumentando la repulsión que LuHan sentía hacia sí mismo por su comportamiento. Pero en lugar de volver con él, regresaría con ella a la casa que en algún punto habían comenzado a compartir; y tras una sonrisa, olvidaría que SeHun lo esperaba, que le estaba haciendo daño y que era un cobarde por no enfrentarlo.

Había decidido acabar con todo esa mañana.

Cuando SeHun lo llamó a la hora acostumbrada, LuHan estuvo a punto de decirle que terminaran, pero su huida cobarde fue cortada cuando SeHun le pidió que se encontraran en el Hannam Saemal y luego le colgó, sin darle tiempo a reusarse.

Por eso estaba allí, y aunque esperaba encontrarse con el mismo hombre imponente que conoció dos años atrás, se había encontrado con un muerto viviente en la piel de Oh SeHun.

Los trajes caros que solía usar habían sido olvidados para esta ocasión, los lentes de sol, el perfume varonil, la sonrisa divertida e incluso el brillo en su mirada, SeHun los había dejado en algún lugar. Porque el hombre al que LuHan estaba mirando a través del cristal, usaba un suéter azul descolorido, pantalones jeans blancos, mocasines a juego y tenía el cabello negro sucio y despeinado. SeHun estaba pálido, tenía la punta de los dedos manchados con algo negruzco -probablemente pintura- y tenía marcadas ojeras lindándole los ojos.

LuHan se llevó una mano a la boca para contener el gemido horrorizado que quiso soltar, tranquilizó su respiración, recompuso la expresión en su rostro y entró al café. SeHun estaba sentado en la misma mesa en la que él había estado el día que le asignaron entrevistarlo. Había ordenado una taza de café y miraba el contenido de la taza perdido en sus pensamientos.

Él ni siquiera notó cuando LuHan se sentó frente a él, estaba pensando en lo obscuro que lucía el café sin leche, en como el tono ambarino revolviéndose en la taza cuando la movía le recordaba al color más hermoso que hubiera visto en sus años como pintor. Ese que había desparramado por el suelo de aquella casa unas horas atrás. No había sido fácil lavarlo del suelo, e incluso cuando se lo quitó de las manos, un poco había logrado metérsele entre las uñas. Podía olerlo si levantaba las manos, era asqueroso y le revolvía el estómago.

-SeHun -LuHan le dio un toque en el brazo, intentando mantener la sonrisa cuando el pintor lo miró con esos ojos carentes de vida y esa expresión vacía.

-Oh, LuHan, ya estás aquí.
SeHun le dedicó una débil sonrisa, extendiendo la mano por sobre la mesa para tomar la suya.

- ¿Has estado durmiendo? No te ves bien. SeHun...

- ¿Recuerdas la conversación que tuvimos el año pasado sobre la mejor decoración para Halloween? -Dijo SeHun de pronto, sin responder a su pregunta y cortando su línea de dialogo.

LuHan no respondió al instante, demasiado preocupado por el aspecto poco saludable del hombre y sintiéndose culpable por el recuerdo azotándose contra su cabeza.

-Sí, lo recuerdo -murmuró.

-Sé que has estado ocupado con el trabajo, pero no he podido sacármelo de la cabeza y después de terminar con la colección de finales de año, me puse en la tarea de crear la mejor decoración de Halloween para ti.

LuHan parpadeó, sorprendido por el gesto.

- ¿Estás haciéndome una casa embrujada?

SeHun sonrió, una sonrisa de verdad. Sus ojos se convirtieron en medias lunas y sus labios se extendieron hasta darle ese toque malicioso que LuHan siempre adoró.

-El estudio es demasiado pequeño para algo como eso, pero encontré el lugar adecuado esta mañana. Tengo todo preparado, sólo debo montarlo. ¿Qué dices? ¿Podrás librarte por un momento del trabajo para mirar lo que he preparado para ti?

LuHan miró la expresión emocionada en el rostro de SeHun, el brillo volviendo a sus ojos, el color que adquirieron sus mejillas con el sentimiento de vergüenza que siempre lo invadía el saber que iba a observar algo que había pintado, y quizás fue porque ya le había hecho demasiado daño, y por la culpa, porque la culpa siempre estaría allí cuando se trataba de SeHun, que aceptó sin siquiera pensárselo.

- ¿Cuándo es?

-El veintiocho de octubre. Es el día perfecto.

LuHan tenía una cita con XiaoTong ese día. Iban a disfrazarse de Freddy y Nancy para la fiesta de Halloween de YiXing. Pero sólo estaría con SeHun durante unas horas, se dijo. Se lo debía.

- ¡Claro! ¿Cómo vamos a...?

-Aún debo terminar los detalles, te enviaré un mensaje con la dirección el sábado por la noche.

Cuando LuHan asintió, SeHun le soltó la mano y se puso de pie. LuHan esperaba que se quedara un poco más, que le contara sobre las pinturas de la exposición de fin de año, que volvieran a ser los mismos aunque fuera por unos minutos, pero no fue así.
La emoción en el rostro de SeHun se había desvanecido cuando se levantó, y la sonrisa que le dirigió antes de marcharse, se tambaleó en los bordes cuando deslizó uno de sus dedos hacia el moretón que XiaoTong le había hecho esa mañana antes de que se marchase al trabajo.

LuHan volvió a sentirse culpable.

*

La casa lucía como cualquier otra en esa época del año. Con decoraciones espeluznantes lindando el camino que daba hacia el pórtico, tela de araña falsa estratégicamente colocada y un bol a rebosar de dulces en el recibidor. SeHun pasó a través de todo eso sin prestarle atención, arrojó las llaves de su auto en la barra de la cocina y luego bajó al sótano arremangándose el suéter para comenzar a trabajar.
Tiró del cordón que encendería el bombillo sobre la mesa en el centro del polvoriento lugar, y cuando la luz se derramó por la estancia, miró con el rostro carente de emociones los patrones que había recortado antes de ir a encontrarse con LuHan.

Tenía planes diferentes para la pieza que estaba preparando esa mañana cuando llegó allí, pero después de tener asegurado el diseño de lo que quería, se dio cuenta de que era demasiado pulcro y hermoso para Halloween. Y no quería que LuHan se sintiera decepcionado con lo que le estaba preparando, quería que mirase a través de sus ojos lo que él había estado mirando en las últimas semanas.

Tomó un marcador para dibujar líneas en los bordes de cada patrón, ensartó una buena extensión del grueso hilo negro en una aguja y luego levantó el primer esquema.

A SeHun nunca le había gustado coser, pero había aprendido a hacerlo durante la creación de una de sus colecciones para pegar tela y otros materiales al lienzo. Recuerda que aquella fue una de sus colecciones más exitosas, que la gente habló durante meses sobre los cuadros y las figuras ensartadas. Lo que estaba preparando ahora no era como esos cuadros. Era quizás la creación más grande que concebiría jamás, la que más orgulloso lo hacía sentir también, porque aunque aún no hubiera comenzado, ya podía imaginarse la cara de LuHan.
Se le escapó una risita ante eso.

Fijó el primer patrón en el tronco, punzando en los lugares rayados con marcador para mantener una línea limpia. Los dedos le sudaban, el color carmín escurriendo hacía que la aguja se le resbalara haciendo el trabajo un poco más difícil, pero dos horas más tarde, el tronco estaba bien fijado en ambos lados. SeHun procedió a tomar la segunda pieza, torciendo los labios con asco cuando sintió el patrón pegándosele a los dedos. Estaba gelatinoso y era repugnante.

El hilo que se deslizaba entre la piel pronto comenzó a rasgarla, retrasando el trabajo de juntar los patrones con cada punzón y tirón. La pintura hacía más fácil el trabajo de que se deslizara, pero al cabo de otro par de horas y con casi todas las piezas en su lugar, a SeHun comenzaban a dolerle los dedos y los sentía pegajosos. Eso sin contar el olor metálico de la pintura, tenía el estómago revuelto y un asco permanente aferrándose a su garganta.

Después de juntar todas las piezas, SeHun procedió a tomar los baldes de rosas que mantenía junto a la mesa. Los cargó hasta el lienzo y miró la silueta una vez más antes de sumergir las manos en el líquido carmín y extraer las rosas. La pintura y el pegamento que había usado hicieron que fuera más fácil posicionar las rosas, pero debía esperar un determinado periodo antes de soltarlas y eso provocó que pasase más tiempo trabajando en la pieza del que esperaba.

Era media noche cuando acabó de ajustar los ganchos que sostenían la mayor parte del peso del tronco, y el espacio libre que dejaron para ser rellenado, fue una vista que le arrancó una sonrisa.

Cuando terminó, SeHun retrocedió un par de pasos trayendo su más reciente creación a la luz del bombillo. El color carmín continuaba escurriéndose de las rosas a la alfombra que era parte de la obra, pero las costuras habían dejado de gotear, y el carmín había manchado los patrones en los lugares donde puso las manos, pero el trabajo final seguía siendo hermoso. La silueta era resaltada por las costuras, por el color carmín de las rosas y el poco blanco sobresaliendo del lienzo.

Los patrones hacía horas que habían comenzado a tornarse en una mezcla de gris y tonos violáceos, pero a SeHun no le importaba. Lo perfecto de esta creación, era que las imperfecciones estaban en todos lados, y viendo la figura que había logrado ensartar en el lienzo de gran tamaño, comprendió la belleza que vio John Kramer tras su primer juego terminado.

Ahora sólo faltaba que LuHan viera su trabajo.

Dos días después
28 de octubre del 2017

*Terminar el reporte de Halloween para la revista, listo.

*Enviar el reporte a la jefa Liu, listo.

*Recoger el traje de Freddy para la fiesta de YiXing, listo.

*Ver la sorpresa de SeHun antes de ir con XiaoTong a la fiesta de YiXing...

LuHan suspiró, comprobando la hora antes de sacar el teléfono para enviar un mensaje a SeHun. Lo había llamado esa mañana para confirmar que sus planes seguían en pie, y él le había dicho que sí, que su sorpresa estaba lista, pero que no podía verla hasta entrada la noche porque una casa embrujada no era lo mismo de día que de noche. Había recibido un mensaje de XiaoTong también, después de que tuviera que irse a la casa de sus padres dos días atrás por un inconveniente familiar, habían estado escribiéndose con frecuencia. Y LuHan había vuelto a su departamento, demasiado aburrido de estar en una casa tan grande solo.

El mensaje que ella envió lo instaba a ir primero a la fiesta de YiXing, porque lucir como Nancy no era tan fácil cuando tenías el cabello lacio y ella quería darle una sorpresa. Eso había dicho. LuHan no podía dejar de pensar en cómo todo el mundo parecía querer darle sorpresas ese día, en cómo las cosas estaban saliendo tan bien aunque no lo hubiese planeado de esa manera. Aun no le había dicho a XiaoTong que vería a SeHun antes de ir a la fiesta, y ahora que ella le había dicho que se adelantara, LuHan había decidido no contárselo tampoco.

Terminaría con SeHun pronto, se dijo. Entonces él podría volver a ser ese hombre confiado que conoció una vez, conocería a alguien mejor que él, que no le hiciera daño, que lo quisiera, y LuHan podría dejar de sentirse culpable por ser feliz con alguien más.

Cuando su reloj marcó las 11:30 PM, YiXing le envió un mensaje.

De: Xing
Asunto: ¡Terminando los preparativos! Los invitados comienzan a llegar a la media noche, ¿a qué hora llegarán tú y XiaoTong?
17/10/28 - 11:30pm

LuHan miró el mensaje durante un par de minutos, sin responder. No tenía idea de a qué hora llegaría XiaoTong, pero él no podía estar allí hasta que viera a SeHun. Si iba a la fiesta y su novia estaba allí, sería difícil escapar de ella para poder acudir a la cita; y después de ver lo emocionado que estaba SeHun cuando le habló sobre la sorpresa, o lo herido que lucía cuando vio el moretón, LuHan no estaba dispuesto a dejarlo plantado. Ya le había hecho demasiado daño.
Respondió al mensaje de YiXing con un: «¿Puedo confiar en que no le dirás a XiaoTong sobre algo si te lo cuento?»

YiXing no respondió a su mensaje, haciendo que se pusiera más nervioso. La llamada entró poco después, y cuando contestó, lo primero que escuchó fue la voz precavida de su mejor amigo.

»-Dime que esto no se trata de SeHun -fue lo primero que le dijo, y al escuchar el silencio que LuHan ofreció como respuesta, suspiró-. ¡Pensé que se lo habías dicho! Por todos los cielos, LuHan. ¿Hace cuánto estás viviendo con XiaoTong? ¿Te has estado turnando camas las últimas dos semanas?

YiXing sonaba molesto, indignado incluso, y eso sólo hizo que LuHan se sintiera peor. Se tragó los insultos que quiso soltar, porque sabía que YiXing tenía la razón y él estaba siendo un idiota, pero la impotencia seguía siendo demasiada para soportar.

- ¡Lo intenté! -Replicó, callando el sermón que YiXing acababa de comenzar.

-Nos encontramos hace dos días en el Hannam Saemal, pero su rostro... YiXing, no tienes idea de lo mal que se veía. Era como, como si no hubiese dormido desde que nos separamos, como si no estuviese comiendo bien tampoco. ¡No lucía como el SeHun que conozco!

»- ¿Y de quién es la culpa?
LuHan cerró los ojos, dejando que las palabras lo golpearan.

-No podía decirlo -susurró-. Cuando comenzó a hablar sobre la sorpresa que me había preparado y vi que por un segundo volvía a ser el de antes, no pude decirle que no tenía que prepararme nada y que romper era lo mejor.

»-No puedes tener a ambos, LuHan.

-Lo sé.

»- ¿Entonces qué piensas hacer?

-Sólo necesito un par de días más, ¿de acuerdo? No puedo terminar con él esta noche después de que se pasara tanto tiempo sin dormir preparándome algo, es cruel.

»- ¿Y cómo encajo yo en todo esto? ¿Quieres que le mienta a tu novia sobre por qué no vendrás esta noche?

-Iremos separados. Ella dijo que preparar su disfraz iba a tomarle tiempo y quiere que yo llegue primero. Sólo necesito que la distraigas en caso de que llegue antes, estaré allí luego de que vea lo que SeHun preparó.

»-Consideras cruel terminarle después de que te haya preparado una sorpresa, ¿pero no el hecho de que vas a dejarlo solo para venir a mi fiesta a disfrutar con tu novia después de que él se haya pasado tanto tiempo sin dormir para sorprenderte? Wow, amigo. Te superas cada día más, ¿no?

-Zhang YiXing.

»-Te daré dos horas, LuHan. Dos horas. Si no llegas en ese tiempo, yo mismo te echaré de cabeza y entonces ya veremos quién arregla esta mierda en la que metiste a estas personas.

LuHan apretó los labios, conteniendo una maldición. Pero asintió, comprendiendo que incluso si eran mejores amigos, lo que estaba pidiéndole a YiXing era demasiado.

-Dos horas. De acuerdo.

Recibió un mensaje de SeHun dos minutos después de haber colgado.

El mensaje decía lo siguiente:
«Han, todo está listo. Ven a mi estudio en Cheongdam-dong. Te estaré esperando».

Recibió un mensaje de su novia unos segundos después.
El mensaje decía:
«Lulu, ¿puedes venir a casa ahora? Es urgente».

LuHan contuvo un gemido frustrado.

¿Con quién debía ir primero?

*

SeHun fue a la cocina por una bebida. Las pesadas botas que estaba usando resonaron contra la madera con cada paso, el suéter a rayas se le ceñía al cuerpo produciendo comezón y el guante en su mano derecha había comenzado a hacer que le sudaran los dedos. Se sentía tan ansioso como durante sus exposiciones, el cuero cabelludo le hormigueaba y hacía mucho que el corazón le latía con tanta prisa que cada cosa que sujetaba se estremecía con el temblor en sus manos.

Habían pasado diez minutos desde que le envió ese mensaje a LuHan. ¿Por qué estaba tardando tanto? Si sus cálculos eran correctos, para esa hora ya debía estar fuera de la revista. Pero entonces, de nuevo, ¿qué lo estaba retrasando?

*

LuHan aparcó el auto frente a la casa de su novia a toda prisa, pasó a través de la decoración de Halloween que ambos habían puesto afuera y fue directamente hacia la puerta. Marcó la clave en el panel de seguridad, irrumpiendo en la casa a toda velocidad. ¿Y si algo malo le había sucedido? ¿Y si se había enterado? Miró alrededor, a la sala de estar a obscuras, y sintió que el corazón le martillaba con más fuerza en los oídos.

- ¿XiaoTong? ¡Bebé, estoy en casa!

No hubo respuesta.

-Maldición.

LuHan comenzó a subir las escaleras, convencido de que la encontraría en la habitación que compartían. Cuando llegó al pasillo, distinguió una sombra moviéndose bajo la puerta. Apresuró el paso, abriéndola tan pronto como estuvo a su alcance y entrando.

Lo siguiente que supo era que un olor hediondo inundaba sus fosas nasales, metiéndosele hasta la garganta. Que el sonido de las moscas pululando alrededor fue un fuerte zumbido que le erizó la piel, y que la imagen ante él, le arrebató el aliento.
En el centro de la habitación, en el lugar donde la cama debía estar, alguien había puesto un lienzo enorme. Lo poco de la tela blanca que logró divisar estaba salpicada de sangre, con dedazos, como si alguien hubiese estado limpiándose de ella. Había rosas cubriendo todo lo demás, salvo las esquinas inferiores, donde arañas ascendían por sobre una intrincada tela de araña, y en el centro, amarrada con alambre, estaba XiaoTong.
La garganta de LuHan se contrajo, y los ojos se le llenaron de lágrimas cuando dio un paso atrás, mirando el aspecto asqueroso de la piel descompuesta y las costuras en todos lados. La piel que antes había sido pálida y hermosa, ahora estaba gris y amoratada, cocida y manchada. A XiaoTong le habían atado las manos a los lados de las caderas con alambre, lo mismo con el cuello, los tobillos y las estrechas caderas. Pero lo más grotesco de la escena no era eso, sino lo que había en el centro.

El rostro aniñado de su novia lo miró desde el área del estómago, donde la piel había sido abierta de par en par con unos ganchos que se sujetaban al lienzo, y la cabeza había sido introducida en el espacio. Tenía esa mirada muerta puesta sobre él, las mejillas pálidas y el cabello esponjado. Rosas rellenaban el espacio que su pequeña cabeza no podía llenar.

LuHan cayó de rodillas en el suelo cuando no pudo soportar más la escena. Vació sobre el suelo el contenido de su estómago entre arcada y arcada. Tenía los ojos enrojecidos debido al llanto y cuando ya no hubo más que vomitar, levantó la cabeza, respirando entre jadeos entrecortados y con la nariz goteándole.

¿Quién lo había hecho?, se preguntó. ¿Quién había sido el autor de tal atrocidad?
Hubo un chirrido viniendo desde el pasillo, como afiladas navajas rasgando la madera pulida de las puertas. El sonido agudo fue un silbido insoportable que lo hizo apretar los dientes, y LuHan se estremeció, escuchando los pesados pasos que acompañaron el arrastrar de las navajas. Los goznes de la puerta chirriaron cuando se abrió de par en par.

LuHan permaneció tenso en suelo, con la mirada clavada en sus fluidos haciendo su camino hasta reunirse con la alfombra afelpada manchada de sangre que debía estar en la sala en lugar de bajo los pies de XiaoTong.

-Parece que te gustó mi sorpresa.

LuHan tuvo una nueva arcada, pero sin importar qué tanto quisieran sus intestinos volcarse contra el piso, nada salió de su boca. El corazón se le había atorado en la garganta.

- ¿Por qué luces tan asqueado, Hannie? Pensé que te gustaría.

- ¿SeHun?

-Tenía la esperanza de que me eligieras esta vez. Aunque fuera una vez.

SeHun dio un paso dentro de la habitación, dejando caer la mano en la que usaba el guante con navajas y pasando del desastre que LuHan había hecho en el suelo para detenerse frente a su obra de arte.

-Cuando te envié esos mensajes, esperaba que la ignoraras y fueras a verme -una seca carcajada brotó de sus labios-. Pero volviste a elegirla a ella.

LuHan cerró los ojos con fuerza. El corazón le palpitaba como loco en el pecho, las lágrimas se le acumularon en la barbilla y entonces estalló en angustiosos sollozos al reconocer el dolor en la voz de SeHun.

-Iba a tomarme un descanso de dos años -susurró SeHun, deslizando los dedos por los hombros desnudos de XiaoTong-. Cuando volví de París luego de mi última exposición. No dije nada porque quería darte una sorpresa. Estaba volviendo antes de tiempo e iba a decirte que me tomaría un descanso por dos años para que pudiéramos estar juntos.

SeHun volvió a reír.

-Incluso iba a renunciar a todo si me lo pedías, LuHan.

Los sollozos se hicieron más fuertes; el llanto, agonizante. LuHan no podía levantar la mirada del suelo. Estaba asustado, asqueado y dolorido en partes iguales. La culpa lo estaba consumiendo.

- ¿Pensaste que no lo sabía? -Dijo SeHun después, haciéndolo estremecer cuando su voz calmada se convirtió en el estallido de un trueno que reverberó en la habitación-. ¡¿Que el trabajo se había reducido y que dormías cada noche que me mentías con esta perra?!

SeHun se dio la vuelta para mirar a LuHan, que al percatarse de que se acercaba, se arrastró hacia atrás hasta golpearse la espalda con la pared. SeHun se inclinó frente a él, ladeando la cabeza y sonriéndole con ese gesto malicioso que le puso la piel de gallina. Sólo entonces LuHan fue consciente de lo que estaba usando, del guante con navajas en su mano derecha, del suéter a rayas.

-SeHun... -su voz fue un graznido.

- ¿Por qué estás llorando, LuHan? -Preguntó con calma. - ¿Lloras porque tu bonita novia ya no está? ¿Porque no puedes seguir engañándonos a ambos?

SeHun acercó la mano con el guante de navajas a su mejilla, provocando que LuHan hundiera la espalda en la pared con el tintineo que hicieron las cuchillas. SeHun miró el guante, parpadeando sin interés cuando se dio cuenta de que LuHan había palidecido. Se lo quitó para secarle las lágrimas, y cuando LuHan vio los dedos que se deslizaron por sus mejillas, un estremecimiento lo recorrió al notar la sangre bajo las uñas.

Se le hizo un nudo en el estómago al comprobar que los dedos de SeHun lucían exactamente igual que hace dos días cuando se encontraron en el café, que no había visto a XiaoTong desde entonces... que esas marcas que pensó eran pintura, eran los restos que había dejado su novia entre los dedos de SeHun cuando le arrancó la piel antes de volvérsela a coser.

-Mírame a los ojos, LuHan -ordenó SeHun, haciendo uso de esa voz dominante que hacía mucho no escuchaba y apretándole ambas mejillas con la mano. LuHan obedeció-. Aún puedes solucionarlo.

-Está muerta -sollozó.

¿Cómo iba a solucionar eso?
SeHun dirigió una mirada desinteresada al cadáver enganchado al lienzo.

-Sí, lo está.

LuHan apretó los labios.

- ¿Vas a matarme también? ¿Por eso me hiciste venir?

SeHun enarcó una ceja, chasqueando la lengua con un gesto disgustado cuando procesó las palabras. LuHan hundió la espalda en la pared, con la esperanza de que si la traspasaba, si se fundía con ella, podría huir de este retorcido mundo en el que había despertado. Porque estaba viviendo una pesadilla, y si cerraba los ojos y se concentraba en esa voz escalofriante, casi podía estar seguro de que el hombre con el suéter de rayas y el guante de navajas estaba allí.

No SeHun. Pero no estaba soñando así que no iba a despertar.

Se sentía como Coraline luego de ver los botones dispuestos en aquella caja para reemplazar sus ojos.

-La dirección que te envíe no fue esta, LuHan. Si hubieras ido a mi estudio en Cheongdam-dong, como te pedí, no estuvieras aquí viendo esto. Pero la elegiste a ella. Decidiste venir a ella en lugar de regresar a mí.

-SeHun...

-Voy a darte una última oportunidad. Puedes quedarte aquí con ella -SeHun miró hacia el lienzo-. O puedes venir conmigo.

LuHan abrió la boca para responder, pero antes de que dijera nada, SeHun lo interrumpió, apuntando con un dedo hacia el segundo lienzo en la habitación.

Estaba oculto tras las cortinas de la ventana, completamente en blanco. A la espera de la respuesta equivocada.

-No puedes hacerme esto -sollozó-. ¡Tú no eres así! SeHun, yo...

- ¡Tú me hiciste así, LuHan! -Lo cortó, poniéndose de pie y caminando hacia el lienzo en blanco.

LuHan se estremeció.

-Por favor...

- ¿Por favor qué, LuHan?
SeHun ladeó la cabeza, esperando por su respuesta y LuHan miró del lienzo en blanco a XiaoTong.

Dos años atrás, una mañana soleada de abril, LuHan recuerda haber recibido como encargo entrevistar al pintor más difícil de toda la industria. Una semana después, en el departamento de SeHun, LuHan descubrió que ese hombre difícil, al que en un arranque de ira había llamado bastardo, había puesto su mundo de cabeza; y los dos años que siguieron tras eso, durante su relación, LuHan comprobó en más de una ocasión cuán parecidos eran.

Ahora, durante esta nueva mañana de un abril soleado, LuHan despierta junto a Oh SeHun con los rayos del sol colándose por la ventana abierta de su departamento en París. Y por una vez, no se siente como si todos los horrores de aquella obscura noche de octubre continuasen acechándolo. Sabe que está alcanzando un nivel de locura que supera con creces el de su esposo. Porque después de aquella noche, pudo notar a SeHun cambiando de nuevo. Del bastardo desconocido al hombre encantador, apasionado, posesivo y excitante, al hombre triste y desolado del Hannam Saemal. Del hombre roto, al hombre desquiciado. De aquel loco desesperado, al hombre encantador y posesivo de nuevo.

Pero LuHan ya está acostumbrado. Este SeHun, la historia que comparten, es algo con lo que puede vivir. Porque después de todo lo que sucedió entre ellos, es incapaz de imaginar su vida sin SeHun. Porque al final, ambos son como un prolongado y aterrador clímax. Como un lienzo manchado de sangre.




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Invitado especial: HaruXoELF

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