Capítulo Final

Era una mañana brillante y fresca en París. El sol se filtraba entre los árboles del Parc Monceau, donde Jimin, Jungkook y Sakura comenzaban su día. El parque, con sus senderos serpenteantes, estatuas y el aire fresco de la mañana, les daba la bienvenida a un nuevo día de exploración.

Jimin caminaba al lado de Jungkook, con Sakura corriendo alegremente delante de ellos, tirando un poco de la correa. La risa de Jimin llenaba el aire, contagiando a Jungkook, que no podía dejar de mirarlo con una sonrisa serena. Era un momento tan simple y perfecto.

—Este parque es precioso —comentó Jimin, girando sobre sus talones para observar todo a su alrededor—No puedo creer que estemos aquí. Siempre quise venir—

—Espera— Jungkook sonrió y se acercó, tomándole una foto rápida de Jimin — y tú te ves precioso, Minnie, París te sienta tan bien—

Jimin sonrio amplió con sus mejillas sonrojadas, nunca se acostumbraría a los cumplidos de su guapo fotógrafo, —¡Jungkook! — se quejó mientras su novio le seguía apuntando con la cámara.

Pero antes de que pudiera decir algo mas, Sakura, excitada por la libertad, se soltó de la correa y comenzó a correr.

—¡Sakura! —exclamó Jimin, corriendo tras ella.

Sakura, moviendo su cola esponjosa, corría entre la hierba alta, esquivando a los turistas que disfrutaban del parque, Jimin la siguió entre risas, su risa fresca y alegre resonando entre los árboles. Finalmente, logró alcanzarla justo antes de que corriera hacia un grupo de niños que jugaban con una pelota.

—¡Te tengo! —dijo Jimin mientras atrapaba a Sakura en un abrazo cariñoso, sus risas mezclándose con los ladridos juguetones de la samoyed.

Cuando Jimin se levantó, todavía riendo, sus ojos se encontraron con los de Jungkook, que los observaba desde la distancia, tomandoles fotos con una sonrisa suave en sus labios. De repente, el recuerdo de cómo se conocieron le vino a la mente.

—Esto... —Jimin bajó la mirada, acariciando a Sakura— Me recuerda a cómo nos conocimos, ¿lo recuerdas? —

Jungkook soltó una carcajada, acercándose a ellos. —¿Cómo olvidarlo? Sakura estaba siendo una niña mala en ese momento, pero me llevó a conocerte—

Jimin sonrió al recordar ese momento —Sakura ha sido nuestro pequeño cupido desde entonces—

Jungkook asintió, acariciando la cabeza de la samoyed con cariño. —Definitivamente, quizá el destino la envío a ella para unirnos—

Sakura ladraba de forma juguetona mientras movía su cola.

Con Sakura nuevamente bajo control, siguieron caminando por el parque, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del lugar.

 El aroma de las flores, el sonido del agua en las fuentes, y la compañía mutua hacían que todo pareciera mágico. Jungkook no dejaba de tomar fotos de Jimin, capturando su felicidad en cada rincón del parque.

Tras pasar un tiempo en el Parc Monceau, se dirigieron al Museo de Orsay, uno de los museos favoritos de Jimin, famoso por sus impresionantes colecciones de arte impresionista. Los grandes ventanales dejaban entrar la luz natural, iluminando las obras de artistas como Monet, Van Gogh y Degas.

—Este lugar es increíble —susurró Jimin, maravillado frente a los cuadros.

Jungkook, a su lado, le observaba más a él que a las obras de arte. Para Jungkook, la verdadera obra maestra era ver cómo los ojos de Jimin brillaban al observar el arte que tanto amaba.

—Sabía que te encantaría —dijo Jungkook suavemente, con una sonrisa—. Eres como una obra de arte, Minnie.

Jimin le miró, sorprendido por la dulzura de las palabras, pero también sintiendo el rubor subir a sus mejillas. —Eres demasiado dulce a veces, Kookie.

—Solo digo la verdad —respondió Jungkook, tomándole la mano con delicadeza.

Recorrieron las galerías del museo, con Jungkook capturando algunos momentos en su cámara, aunque más que nada fotografiando a Jimin en esos instantes en los que estaba tan inmerso en el arte que olvidaba todo lo demás. Las expresiones de asombro y emoción en su rostro eran lo que más fascinaba a Jungkook.

Luego del museo, hicieron una parada para almorzar en un pequeño café parisino, donde se sentaron en una mesa al aire libre con una vista perfecta de la calle. Mientras esperaban la comida, Sakura descansaba tranquila a sus pies, recibiendo miradas y sonrisas de otros transeúntes, maravillados por lo adorable que era.

—Este ha sido el mejor día —dijo Jimin, tomando un sorbo de su café mientras observaba a la gente pasar—. No sé cómo agradecerte —

Jungkook sonrió, —Tu sonrisa y compañía es suficiente para mí, además, el día aún no ha terminado—

Jimin lo miró con curiosidad, pero antes de poder preguntar que más planeaba, su comida llegó. Mientras disfrutaban de la comida, Jimin no podía evitar sentirse completamente feliz. Todo era perfecto, desde el clima hasta la compañía, y no podía imaginar un lugar mejor para estar que allí, junto a Jungkook y Sakura.

Si miraba un par de años atrás, jamás se hubiera imaginado que estaría viviendo algo así, quizá el destino puede tardar un poco, pero siempre pone a la persona adecuada en tu camino.

Y después de un día perfecto recorriendo los rincones más artísticos y bellos de París, Jungkook y Jimin caminaban juntos por los jardines del Louvre, con el Jardín de las Tullerías extendiéndose frente a ellos.

Las sombras de las estatuas se alargaban mientras el sol comenzaba a esconderse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. Jungkook, con su cámara en mano, se detenía de vez en cuando para capturar el perfil de Jimin, que a veces no se daba cuenta, perdido en la belleza del lugar.

—Sabes, creo que ya debes tener mil fotos mías hoy —dijo Jimin, riendo suavemente mientras volteaba a verlo.

Jungkook bajó la cámara con una sonrisa tierna. —Nunca serán suficientes—

Esa respuesta hizo que el corazón de Jimin latiera un poco más rápido. París, el arte, Sakura, y su novio, todo parecía encajar de una manera maravillosa,  Mientras seguían caminando, Jungkook tomó su mano suavemente, algo que hacía sin pensarlo, como si ese contacto fuera lo más natural del mundo.

—Este viaje ha sido… perfecto —dijo Jimin, deteniéndose por un momento para contemplar la puesta de sol—. Nunca imaginé que podría ver todo esto, estar aquí, contigo. Gracias, Kookie, de verdad —

Jungkook apretó su mano un poco más fuerte. —Ya te lo dije mi amor, no tienes que agradecerme. Verte feliz me hace feliz —

Sus ojos se encontraron por un instante, y Jimin sintió una calidez invadiéndolo, como si algo estuviera a punto de cambiar.

Jungkook parecía querer decir algo más, pero en lugar de hablar, lo guió hacia un banco cercano, rodeado por flores y con una vista directa hacia la fuente central del jardín. Sakura, su fiel samoyed, trotaba a su alrededor, olfateando el aire y disfrutando de la brisa fresca de la tarde.

Se sentaron juntos en silencio, disfrutando del paisaje. Pero había algo en la manera en que Jungkook lo miraba, una especie de nerviosismo que Jimin no podía descifrar del todo. Jungkook acarició la cabeza de Sakura y, de pronto, habló con una calma que contrastaba con la emoción que parecía esconderse detrás de sus palabras.

—He estado pensando mucho en este momento —dijo Jungkook, desviando la mirada hacia el horizonte—En lo que significa para mí estar aquí contigo. París es la ciudad de los sueños, del arte, del amor… y yo no quería que nos fuéramos sin hacer algo importante—

Jimin lo miró con curiosidad. —¿Algo importante? ¿Qué cosa? —

Jungkook se levantó del banco y caminó hacia la fuente, dándole la espalda por un momento. El corazón de Jimin comenzó a latir con más fuerza, sintiendo que algo especial estaba por suceder. De repente, Sakura se acercó a él, llevando en su cuello un lazo rojo con una pequeña caja colgando.

 Jimin la miró, sorprendido, mientras la perra se sentaba frente a él, moviendo la cola con alegría, ¿Ella desde cuándo había tenido eso allí?

—¿Qué es esto…? —murmuró Jimin, mirando la cajita.

Jungkook volvió a acercarse, pero esta vez se arrodilló frente a Jimin, abriendo con cuidado la cajita que Sakura había traído. Dentro, brillaba un anillo.

—Jimin —susurró Jungkook, su voz temblando ligeramente, pero sus ojos llenos de determinación—. Jimin, este viaje, este lugar… todo esto me ha hecho darme cuenta de algo que ya sabía desde hace tiempo, no importa dónde estemos, lo que más me importa es estar contigo. Desde el momento en que te conocí, supe que tú eres la persona que sostiene el extremo de mi hilo rojo, y que quería compartir cada instante de mi vida contigo. Y hoy, aquí en París, con Sakura… no puedo imaginar un mejor momento para hacerte esta pregunta—

Jimin sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Todo lo que estaba ocurriendo se sentía tan perfecto, tan surreal. El atardecer iluminaba el rostro de Jungkook de una manera casi mágica, y el sonido de la fuente parecía acompasar los latidos acelerados de su corazón.

—¿Me harías el honor de casarte conmigo? —preguntó Jungkook, sosteniendo el anillo con cuidado, su voz suave y llena de esperanza.

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Jimin,las emociones lo desbordaban, y todo lo que había querido decirle a Jungkook durante tanto tiempo ahora solo se resumía en una respuesta sencilla pero poderosa.

—Sí… sí, Kookie, claro que sí —respondió Jimin, con la voz temblorosa, y una sonrisa que iluminaba su rostro como nunca antes.

En ese instante, Jimin se lanzó a los brazos de Jungkook, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas seguían cayendo, esta vez de pura felicidad.

Jungkook lo sostuvo con la misma intensidad, y en medio de ese abrazo, sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de promesas y amor. Sakura, emocionada, dio vueltas alrededor de ellos, ladrando alegremente, como si comprendiera la importancia del momento.

El ocaso envolvía el Jardín de las Tullerías en una luz dorada, y mientras la noche comenzaba a caer, las primeras luces de la Torre Eiffel se encendían a lo lejos, completando el cuadro perfecto. Jungkook y Jimin se quedaron allí, abrazados, sabiendo que habían hecho una promesa para toda la vida en la ciudad del amor.

No había otro lugar en el mundo donde quisieran estar, ni otra persona con quien quisieran compartir ese momento. París les había dado no solo un viaje inolvidable, sino el inicio de un futuro juntos.

—No hay nadie más con quien quiera pasar el resto de mi vida —susurró Jungkook, acariciando el rostro de Jimin con ternura, mientras las estrellas comenzaban a brillar sobre ellos.

—Contigo aprendí a amar de verdad — Susurró Jimin con sus ojos llenos de lágrimas — Quiero estar a tu lado cada día de mi vida—

Jungkook le dio un dulce beso en los labios y Jimin correspondió feliz.

Jungkook había llegado a su vida llevándose su tristeza, sus lágrimas y su frustración, trayendole un mundo donde el amor, las risas y los sueños empezaban a cumplirse.

Era el hombre que amaba en quien podía confía, alguien a quien extrañaba incluso cuando apenas llevaban horas sin verse.

Alguien a quien le enseñó que se puede comenzar de cero, que no hay edad para encontrar el verdadero amor, si tienes las ganas no habrá obstáculos que te impidan cumplir sus sueños.

Y sobre todo comprendió lo bien que se siente poder tomar el pincel, y pintar en el lienzo, con los colores que quería y poder ser el mismo.

Este era solo el comienzo de una nueva etapa en su vida, tenía muchos lienzos por delante, para pintarlos con mucho amor.

Hola mis amores aquí estoy de verdad fueron años que me tomó escribir está historia aquí.

Nunca es tarde para empezar, nunca es tarde para cumplir los sueños mis amores.

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