thirteen

Nota autora:

Oiii, ¿cómo estáis? Espero que el capítulo anterior no os haya dejado pensando con ese final.
En fin, aquí con otro cap que espero que os guste
*la foto de la descripción del vestido estará en la multimedia

Agatha:

Estaba de compras con Martha, pues, dentro de dos semanas habría una  fiesta con los jugadores de Real Madrid, al cual yo estaba invitada. Intentaría buscar algún vestido lindo para la ocasión, me pase por un par de tiendas hasta que mis ojos se enamoraron de un vestido rosado, pegado al cuerpo, largo hasta los pies, con un escote largo y descubierto por la espalda, simplemente hermoso.

Me lo probé y me sentía bella, me sentía una mujer envidiada.

-Pero madre mía, ¡qué guapa estás coño!- chillo Martha mientras yo reía

-¿Crees que me queda bien?- me pregunte mientras me miraba repetidas veces al espejo

-Coño Agatha, no lo creo, ¡te queda genial! Y tú con ese cuerpazo que tienes, buah, te queda de puta madre-

-No tengo un cuerpazo- le respondí con gracia

-Que si tía, que si, y yo me llamo Laura- volví a reír

-Anda cállate- me metí nuevamente al probador y me quite el vestido para después colocarme mi ropa -Listo, vamos a pagar-

Pagamos el vestido y salimos del local, caminamos un rato mientras charlábamos de cosas aleatorias hasta que le entró una llamada a Martha

-Sí, voy para allá- la escuche -Atha, lo siento, debo irme, mi hermana ha tenido un accidente-

-Ostras, no te preocupes, mis mejores deseos para Susan, ya me contarás después como sigue, nos vemos- me dio un beso en la mejilla y salió corriendo en busca de un taxi.

Mordí mi labio inferior y suspire, camine un rato más por las calles mirando a las palomas caminar de un lado a otro de una manera graciosa.

Después de un rato pensé que ya era hora de irme a casa, comenzaba a hacer frió y se estaba haciendo de noche.

Al llegar a mi casa me tiré en mi cama y me quede mirando el techo pensando en Toni, tenía demasiadas ganas de verlo, de sentirlo, de estar con él.

Cogí mi móvil y le llame, coloqué el aparato al lado de mi oreja mientras el tono sonaba hasta que me contestó

-Hola, schön, ¿que tal estás?- me dijo al contestar

-Hola mi vida- le respondí -Estoy aburrida, quiero verte-

-¿Quieres que vaya a tu casa?-

-¿Estas libre?-

-Para ti siempre mi amor, en diez llegó- sonreí -Nos vemos en un rato, adiós-

-Adiós- mientras lo esperaba volví a tomar mis medicinas, organicé un poco la cocina y sala y me acoste de nuevo en mi cama.

Al cabo de cinco minutos escuché el timbre de la puerta, me levante rápidamente a abrir la puerta, al hacerlo lo vi parado delante de la puerta. Sonreí y le deje pasar.

Pase mis manos por su cuello y lo bese, el poso sus manos en mi cintura mientras sus labios bajaban hacia mi cuello, sentía nuestros cuerpos demasiado pegados y la única barrera que había era la ropa, sus manos comenzaron a subir y a bajar hasta que las metió debajo de mi camisa provocándome escalofríos, su boca bajo hasta mi pecho, haciéndome  jadear fuertemente

-Dios mío Toni, como extrañaba tenerte así de cerca, como extrañaba tus caricias y tus besos- le dije entre jadeos -Toni amor mío te necesito-

Y como se esperaba, terminamos entre sábanas, mientras nuestros cuerpos chocaban lentamente entre gemidos y jadeos, mientras disfrutábamos del momento íntimo del que solo seríamos testigos los dos y la luna, la única fuente de luz que había en toda la casa y que pasaba directamente por la ventana de mi habitación iluminando nuestros cuerpos.

En repetidas ocasiones me encontré con sus ojos azules llenos de lujuria y placer mirar la profundidad de mis ojos en las cuales se reflejaba mi alma desnuda completamente hacia él.

Sus manos pasaban ligeramente por mis pechos, lo hacía con tanta profesionalidad que me encantaba, sabía cuales eran los puntos más tensos de mi cuerpo y los relajaba con tan solo pasar por encima de ellos.

Su nombre entre mis gritos era lo único que se escuchaban por la monótona habitación blanca, sentía que me iba a quedar afónica de tanto gritar, intentaba callarme mordiéndome los labios con fuerza pero me era casi inevitable, era un placer inigualable a cualquier otro.

Agradecía a todos los dioses existentes por haberme cruzado en su camino y que ahora me hacía sentir tan bien.

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