Capitulo 2: Hombre Promiscuo Busca una Rockera en el Campo Termina Hot
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La tranquilidad de manejar por carretera a las seis de la mañana en el campo, hacía a Lincoln olvidar por unos instantes sus problemas, pero eso sí, no dejaba seguir las indicaciones en si GPS mientras bebía café caliente en su termo.
A pesar de estar a una hora de Royal Woods, el albino no podía estar de mejor humor y sentirse feliz de estar vivo, ya que literalmente ayer habló con Jackie y Mandee quienes eran amigas de Leni y le dieron la grandiosa noticia que no tenían una hija suya, era obvio que se sentía agradecido con el de arriba.
Era normal que pudiera contemplar la majestuosidad del campo, podía notar que el frío viento resalta la vida y salud de los cultivos de una enorme propiedad mientras que el sol los alimenta con sus rayos solares.
En un cruce, Lincoln dió vuelta en una camino de tierra que con el tiempo fue echo por los autos. Tardó 10 minutos en llegar a una enorme y bonita granja donde había una gran casa donde vivían varias familias completas en incompletas.
Lincoln estacionó su coche junto a grupo de autos quienes le pertenecían a los dueños de la propiedad y se dedicaban principalmente a la crianza de caballos con su fuente de ingresos principal. Bajó del auto y mientras se ponía su abrigo caminó hacia un hombre mayor sentado en una mecedora con una manta de lana de ovejas en su regazo junto a un rifle de caza que usó para matar a los coyotes que intentaron entrar en el gallinero durante la noche.
— ¡Buenos días! – habló Lincoln en voz alta captando la atención del hombre.
— Buenas muchacho – dijo el granjero. — ¿Qué se le ofrece?... ¿Ha venido a comprar un caballo?
— No, he venido a otra cosa... Estoy buscando a una mujer, se llama Tabby, mi hermana es amiga de ella y me dijo que vivía aquí... La estoy buscando por temas muy personales entre ella y yo.
El anciano pensó por unos segundos hasta que respondió:
— De acuerdo muchacho... A estas horas debería estar alimentando a los caballos en ese establo que está a un lado de la pradera – dijo el don señalando el lugar con el dedo. — Pero si no se encuentra ahí, puedes preguntar a cualquiera que veas,
— Muy amable don...
Con cuidado en no dar un paso en falso y pisar estiércol oculto de algún animal, nuestro albino caminó al establo marcado sintiendo en su interior una increíble paz cada vez que respira el aire limpio del campo. Era inevitable ver algunas personas hacer las tareas matutinas en una granja como alimentar y ordeñar a las vacas, en limpiar las heces de los cerdos y las cabras e incluso veía algunos niños agarrarle los huevos a las gallinas para su desayuno y entre muchas otras cosas más.
Cuando llegó al establo y cruzó la amplia puerta, ahí la encontró después de más de 18 años.
Ese aspecto de una alocada rockera habia desaparecido, tenía exactamente el estilo de una mujer de campo que se dedica a las labores pesadas de una granja, solo le faltaba el sombrero.
— Oye, ¿Quieres sacar los instrumentos de aire que te pedí que guardarás? – dijo Lincoln llamando la atención de la mujer.
Lentamente, Tabby dejó el fardo de heno en el corral de un caballo para voltear a ver el hermano de su amiga de pié estando a nada de pisar popó de caballo.
— ¿Qué... Diablos haces aquí? – dijo Tabby sorprendida por ver al albino.
— Te respondería algo con ironía, pero tengo frío en los pies... – respondió Lincoln metiendo su manos en los bolsillo de su abrigo.
— Olvida eso último – Tabby cruzó los brazos y comenzó a caminar hacia él. — Más bien ¿Cómo lograste encontrarme?
— Le pregunté a Luna y me dijo en donde vivías – decía Lincoln mirándola a los ojos. — Y sin rodeos, viene a preguntarte algo...
— ¿No podías hacerme una llamada? – dijo la granjera evitando esa pregunta.
— Pensé que no había señal aquí.
— Aunque no lo parezca hay señal wi-fi, pudiste haberme hecho una llamada o al menos un carta por correo aunque casi no se usa.
— Perdón... Creí que no había nada tecnológico en este lugar ya que, creí en los estereotipos de la televisión... Bueno a lo que iba, he venido a qué me respondas una pregunta...
— ¿De qué?
— Antes que desaparecer de mi vida... ¿Tu tuviste un hijo mio?
— ... – la granjera entro en un estado de shock por unos instantes. — ¿Có.. como lo sabes si solo Liam lo sabe? – preguntó Tabby sintiendo un poco de miedo.
— No sabia absolutamente nada antes de entrar en este lugar, por tu reacción puedo decir que si la tienes – respondió el albino después de aplicar la psicología inversa.
— ¡Mierda! – la mujer se quejó delante de Lincoln, mientras este no veía como una pequeña sonrisa. — ¿Y solo llegaste a comprobar si tenía una hija o no?
— Por supuesto que no, quiero que me conozca y que sepa que puede contar conmigo. Además, sí quieres me lo prestas por un mes o dos para que conozca a sus hermanas, tías y abuelos... ¿Qué te párese?
— Ah... Bien, solo Terry quiere... – Tabby comenzó a salir del establo mientras Lincoln lo seguía.
— ¿Terry? Es un buen nombre...
Al salir del establo, caminaron hasta llegar a una gran mesa a las afueras de la casa principal debajo de un techo de lámina donde todos los niños y la mayoria de los jóvenes de la granja desayunan para continuar con sus labores matutinas como de costumbre.
Cuando llegaron a la mesa, Lincoln observo a cada joven de la mesa intentando adivinar quien era el suyo, pero no pudo lograrlo.
— ¿Quién de ellos es Terry? – preguntó Lincoln a la mujer que vino a buscar.
— Para empezar Terry no es hombre, es mujer. Y segundo, no está aquí – dijo Tabby para después acercarse a la mesa muy segura de sí misma. — ¡Oigan!, ¡¿Quién de aquí ha visto a Terry?!
— ¡Esta con el caballo que aún no podemos amansar! – respondió un muchacho señalando con el dedo y con la boca llena de comida.
— Está bien, vamos Lincoln.
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Una increíble necedad y la enorme resistencia que acompaña a la yegua de pura sangre hacía que fuera imposible domarla de la forma que había aprendido, tenia que ser recia y dominante para mostrar quien manda en este perro lugar.
Mientras que el animal hacía hasta lo imposible por quitársela de encima como correr, saltar y unas cuantas cosas raras de ver de un caballo, Terry usaba toda la fuerza mental y física que podía darle todo su cuerpo por no caerse del pinche animal.
— ¡¡Come mierda y cede hijo de puta!! – maldecía Terry sujetando firmemente la cuerda que tenía el caballo en el hocico.
La yegua agarró carrera tan rápido de repente frenó en seco y levantó su retaguardia para lanzar a Terry de su lomo, pero no lo consiguió, la muchacha conocía a la perfección todos los trucos que hacía la yegua para deshacerse de cualquier persona que intentara domarla.
— ¡¡Trágate esa perra!! – gritó Terry victoriosa nomás sentir a la yegua cansada.
De repente, el animal agarró un segundo aire y comenzó a correr otra vez tomando velocidad, pero en lugar de levantar su retaguardia, lo que hizo fue frenar en seco y dar vuelta a su izquierda para derribar a Terry y está vez lo logró.
Terry cayó en el barro perdiendo de nuevo contra su peor enemigo.
— Carajo... Eso fue nuevo... – decía levantándose de lodo mientras se quita el lodo de la cara. — Si no fueras una pura sangre hace mucho que te hubiera regalado a la fábrica de pegamento.
Un poco frustrada y cansada, Terry cruzó la cerca del corral del caballo de un salto para acercarse a un barril a medio llenar con agua de lluvia en una pared del granero.
La muchacha llevaba puesto unas botas vaqueras de piel medio gastadas, unos pantalones rotos de la rodillas, una camisola verde a cuadros y una abrigo de lana de oveja, todo embarrado de lodo.
Al llegar al barril, Terry metió sus brazos y casi todo su torso para alcanzar el agua y lavarse el rostro y las manos mientras tararea meneando un poco sus caderas al ritmo de la canción.
— ¿Aún sigues intentando domar Misa? – dijo Tabby acercándose a su hija mientras ella continuaba dentro del barril
— Estoy casi a nada de lograrlo – respondió la joven sin dejar de hacer lo que hacía. — Solo dame un par de intentos más y te dejaré con el ojo cuadrado o alguna tontería así.
Terry salió de barril y lo primero que vió fue a su madre acompañada por un hombre que jamás había visto en su vida.
— ¿Quién es él? – pregunto la joven después de escupir un gargajo al suelo.
— Cuando eras niña, me dijiste que querías conocer a tu verdadero padre ¿Verdad? – dijo Tabby tratando de aligerar lo que iba a decir.
— Simón.
— Bueno... Él es Lincoln, tu padre biológico.
Tabby dejó de ver a su madre para ver a verdadero padre sorprendida que llegará este momento después de muchísimos años. No sabía que hacer o como sentirse. Seguido volvió a ver a su madre.
— Je... ¿Enserio?... – Terry comenzó a ponerse nerviosa. — Siendo honesta, yo... yo... esperé mucho tiempo por este momento, pero... no que pasaría después... de... de conocerte... – rápidamente la joven limpió con la manga de su abrigo un a lagrima que salió por su ojo. — Me dan un momento...
Terry se alejó de sus padres para en el granero siendo su lugar especial para llorar.
— No le gusta expresar sus emociones ante los demás... – dijo Lincoln con las manos en sus bolsillos mirando a Tabby.
— No... no le gusta que la vean – dijo la granjera mirando la puerta del granero.
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Lincoln estaba recargado en su auto mientras espera a que Terry terminara de preparar su maleta con las suficientes cosas hasta llegar a mediados de Enero.
Todo esto se debe a que le encantó la idea de conocer a sus hermanas porque cuando era una niña siempre quiso una para divertirse y planeaba hacerlo a lo grande.
De repente, el albino vió a un hombre mirándolo recargado en la valla del corral de los cerdos mirándolo fijamente mientras comía una manzana. Sabía perfectamente quién era él.
Lincoln se acercó a su viejo amigo después de tantos años de no verlo.
— Liam ¿Cómo estás?... ¿Cómo te va?... Ha pasado mucho – el albino saludó a su viejo amigo.
Liam lo miró por unos segundos para después mirar a otro lado cruzando los brazos.
— ¿Enserio me vas a seguir aplicando la ley del hielo?, sabes que eso me lastima – habló Lincoln.
— Si... Por eso te la aplico que se siente imbécil – respondió Liam molesto.
— Aún sigues enojado, ¡Fuimos amigos por 20 años!
— Ja ¡¡Si, hasta que dormiste con Stella!!
— ¡No sabía lo que significaba para ti, te lo juro!, ¡Ni que te habías tatuado su nombre en la espalda!
— Tú eras el único al que se lo confié – Liam se iba a ir, pero Lincoln se interpuso en su camino.
— Por favor, hombre del pastelazo siempre quise que siguiéramos siendo amigos ya que tu amistad me hace fuerte – dijo Lincoln poniéndose sentimental.
— ¡Ay no seas..!
— ¡¿Qué?! ¡Oye no! ¡Gracias a ti amo el beisbol, te apoyé en tu carrera deportiva, te consta, te apoyé desde el maldito primer día!
— Escucha trabajo en una granja, crío animales, lo único que puedo darte es un caballo.
— No inventes viejo... Ambos estamos jodidos... Que horror, quien diría que eso nos pasaría – el albino comenzó a lamentarse mientras que Liam sentía un poco de melancolía. — Tal vez llame a Stella, es que ella sabe como hacerme sentir mejor.
— ¡¿QUÉ?!
— ¡¿QUÉ?!
— ¡¿QUÉ?! – Liam embistió a Lincoln cayéndose junto con él al suelo mientras se sometian el uno al otro.
— ¡¡HEY!! – se escuchó un gritó a lo lejos.
Rápidamente, ambos se levantaron del suelo mientras miraban a Tabby molesta porque veía a dos adultos comportándose como niños.
— ¡Par de pendejos cabrones, dejen de actuar como su fueran unos putos inmaduros de mierda y compórtense como hombres maldita sea– gritó Tabby mientras los señala con el dedo. — ¡Tú tienes trabajo que hacer no te hagas wey! ¡Y tú tienes a tu hija esperando en tu auto hace cinco minutos.
Lincoln observó su auto donde encontró a Terry saludándolo en el asiento del copiloto con una maleta y muchas cosas más en el asiento trasero.
— Entonces ya me voy Tabby, te la traigo en la segunda semana de Enero – dijo Lincoln comenzando a caminar a su coche.
— Por su puesto, que tengan un buen viaje – respondió la granjera acercándose a Liam.
Tranquilamente, Lincoln subió a su auto, para después quitarse el abrigo debido a que su coche tenía calefacción.
— ¿Y cuántas hermanas dijiste que tenía? – preguntó Terry quitándose sus botas negras de piel de caimán para después subir sus pies en el asiento sintiéndose muy cómoda.
— 16 hermanas y un hermano – respondió Lincoln encendiendo el auto.
— ¡Esto será grandioso! – gritó Terry mientras encendía la radio, donde casualmente pasaban su canción favorita. — ¡Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella!
Lincoln partió de la granja mientras cantaba junto a su hija porque también era su canción favorita y por nada se encontraba lista en el reproductor.
Desde siempre, Terry siempre a querido tener una hermana, no le importaba si era mayor o menor, ya que creció sola sin compartir nada con nadie, pero ahora que sabe que tiene muchas hermanas puede divertirse juntas y a lo grande. Mucho más que conocer a su padre biológico.
Terry sintió que ya no estaría sola...
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