¡Yo lo hice!

Este capítulo forma parte del evento "Febrero proshipper" del fb "Dibujitos feos de la Cherry_Wine"
Temática: Amistad.
Aclaraciones: se menciona el Tengen x Giyuu e Inosuke x Aoi pero lo principal es la amistad entre Tengen y Kyojuro y todo el equipo Kamaboko 💖 AU escolar.


Ocho de febrero, día del juicio final.

Once personas tiemblan ante la ira del profesor de matemáticas, ruegan a todos los dioses que no sea el día en que por fin le explote esa vena saltona de la sien. Un terrible crimen fue cometido y nadie se irá hasta que se descubra la verdad y el culpable.

—¿Van a decirme qué ocurrió o debo averiguarlo por mis métodos?

El crimen a primera vista parece ser una bomba de pintura rosa que explotó en toda la sala de maestros y en la cara de los once culpables hasta que se demuestre lo contrario, pero eso no explica el resto de tonterías.

Kyojuro levanta la mano como si fuera ahora el alumno —Hoy es el cumpleaños de Giyuu.

—Eso explica esta porquería– Sanemi señala un pastel manoseado, aplastado y pintado. Aoi se encoge de hombros porque había puesto un gran esfuerzo en él —Y supongo que eso te libra de culpas, largo de aquí, Tomioka.

Aturdido, enojado y con la cara sucia por la pintura que Tengen le trató de quitar pero sólo le embarró, Giyuu se levanta de su silla redecorada. El rosa en su piel se cuartea cuando escucha un "Feliz Cumpleaños, Tomioka" a coro que le hace fruncir el gesto.

Un jaloncito a su sudadera lo detiene a medio camino, Uzui lo mira con ojos de cachorro —¿Todavía me quieres?

Él lo mira de vuelta con ojos entrecerrados, molestos. No sólo se suelta del agarre sin responder, también opta por prestarle a Sanemi su espada de madera y se marcha dando un buen portazo.

—Tranquilo, seguramente sí– Kyojuro le da palmaditas, intenta darle ánimo aunque ni él está seguro de que esa noche lo deje siquiera dormir en la misma cama.

—Bien, yo sí le temo a la muerte así que hablaré, todo fue culpa de Uzui– Sabito ya optó por quitarse el suéter para tratar de limpiarse la cara con él.

—Cochino traidor.

—Ahora tiene una espada, viejo. Esto pasó, Uzui quiso organizar algo "pequeño, salvaje y vistoso" para Tomioka en su cumpleaños aunque fuera dentro de la escuela. Makomo y yo sólo debíamos traerlo y llegamos en el momento de la explosión. No sabemos más.

Ambos obtuvieron su pase libre de problemas hacia la salida. Sabito salió sin mirar atrás o sentir pena por los caídos y Makomo alcanzó a susurrar una disculpa a su maestro de artes.

—Yo traje toda la comida– Kyojuro suena triste, no porque tome la culpa de los bocadillos que llevó el Shinazugawa menor o por el pastel que Kanzaki y Tsuyuri hicieron, está triste porque las pizzas se están enfriando.

Sin contar con que no pudo siquiera probar el pastel.

—Ya me lo imaginaba– Sanemi decide cambiar la estrategia, sabe que una espada no va a intimidar al maestro bonachón, debe apelar a su lado glotón —¿Algo más que confesar?

Abre una caja. El delicioso aroma de la pizza llena las fosas de los ocho sospechosos que aún quedan, Hashibira y Rengoku salivan. Toma la rebanada más grande, la separa con una lentitud llena de malicia, dejando que el queso se estire.

—¡Oiga, eso es tortura!– Inosuke y Kyojuro están de acuerdo con Zenitsu.

El ruido de un estómago vacío llena la sala, el maestro rubio incluso deja de parpadear cuando Shinazugawa da la primer mordida... Pero se trata de Uzui.

No es cualquier otro compañero, es su mejor amigo. Es ese albino escandaloso con el que comparte una gran energía, ese artista que cada año le regala en su cumpleaños una pintura que ni girándola tiene forma o sentido para él pero que huele a mucho cariño y esfuerzo.

Es ese delincuente que fue advertido por la directora de que no toleraría una explosión más dentro de su escuela; un hombre que no se sabe medir cuando se trata de hacer algo lindo por Tomioka aunque él siempre le pida que deje avergonzarlo...

Quien lo cargó en su espalda la primera y única vez que se emborrachó y no le importó que le dejara la sudadera wacareada. Rayos, se trata del héroe que asumió la culpa cuando él se tiró un gas traicionero y mortal en el dojo de su amor platónico aunque eso significara que Soyama casi lo sacara del lugar a golpes.

Simplemente no puede hacer algo en contra de ese hombre. —Nope– traga saliva y aspira con fuerza el aroma del peperoni.

Pero... Por el otro lado están sus alumnos, pequeños chivos expiatorios a los que de todas formas van a castigar y a los que después podría recompensar quitándoles un examen de la planeación.

—Todo estaba bajo control hasta que los chicos acomodaron el pastel.

—¡Alta traición!

—Señor Rengoku, jamás lo esperé de usted.

—¡Es verdad! ¡Yo tenía mi pequeño festejo bajo control hasta que ellos hicieron algo extraño con el pastel! Lo que yo puse eran inocentes velas pirotécnicas ¡Debían salir chispas, lindas y llamativas chispas!

Sanemi meditó. No distingue si Kyojuro se muere por comer o por haber sacrificado a sus preciados alumnos. Sus venas dejaron de atentar con reventar, sabe que Tengen de cualquier forma es el culpable por organizar algo así en la escuela pero al menos ahora sabe que no es un inconsciente poniendo a sus alumnos en peligro por explosivos.

No de nuevo.

Se hizo a un lado e inmediatamente el rubio flamante atacó las gloriosas rebanadas con extra de queso. Incluso le pasó una a Tengen que todavía se lamenta internamente por la mirada filosa que recibió de Giyuu, esa mirada de "Hoy no coges."

—¿Quién trajo y puso la bomba?– la espada de madera se yergue acusadora ante los seis estudiantes.

No fue una bomba. Al trío kamaboko se le dejó la importantísima tarea de llevar una vela cada quién para poner en el pastel y que éste resplandeciera cuando Giyuu entrara, pero solamente Tanjiro y Zenitsu lo recordaron.

Inosuke apenas lo recordó cuando ya iba incluso saliendo tarde de casa para ir a la escuela. Pidió dinero a la abuela Hisa y compró en el camino lo primero que cumplió con la descripción de "Tubito brillante para encender."

La vela ya puesta y encendida resultó ser un revelador de sexo que lanza humo rosa o azul según se requiera para los baby shower. El pastel quedó arruinado porque Tanjiro y Zenitsu manotearon tratando de apagarla y terminó reventando cuando Inosuke la tapó con la corbata de Aoi.

No debió comprar la más grande. Ahora las paredes, sus caras y bastantes cosas que estaban sobre los escritorios están listos para recibir a una niña.

El nuevo dilema moral que incluye a los cinco inocentes es si hablar o no, sabiendo que el día anterior se le dio un ultimátum a Inosuke que le valdría una buena suspensión.

—Yo lo hice– la única chica que por obra divina aceptó salir con Hashibira se levantó. Luce muy determinada a proteger a su salvaje aunque le haya arruinado las dos mariposas que adornan sus coletitas y la corbata.

—N-no, yo lo hice– Zenitsu se une a la causa, tiembla y trata de no mirar al maestro que va recuperando su ira. Apenas se levantó quiso volver a sentarse pero no pudo hacerlo al ver que los ojitos verdes de su animal favorito brillaban con incredulidad. Obviamente empezó a llorar al pensar en la buena que su abuelo le va a dar.

—¡Yo lo hice!– Tanjiro se alzó con mucha energía, encendió el corazón de los presentes al estar dispuesto a arruinar su expediente con algo más que no fueran simples observaciones por sus aretes.

—Oh, mi chico, no esperaba menos.

—Esto es dramático, pásame otra rebanada, Kyojuro.

Kanao no habló, simplemente sonrió y se levantó, era obvio que se uniría aunque arriesgara su buen historial frente al maestro.

—¡Yo!-

—¡Cierra el pico, Genya, no te atrevas!– Shinazugawa apuntó furioso a su hermano menor, logró callarlo y hacerlo sudar pero de todas formas lo vio levantarse.

El corazón del jabalí se estrujó. Se alzó demasiado contento como para pensar en las consecuencias —¡Vamos, ten piedad, viejo! Fue por una buena causa, queríamos animar al depresivo, ve con lo que tiene que lidiar.

Eso último no le agradó a Uzui, menos ser señalado.

—Podemos castigar a los seis sólo con hacerlos limpiar el lugar– de milagro se le entendió al maestro de historia con los cachetes rebosantes de su séptima rebanada y contando.

La idea dio tanta esperanza que hasta Genya le puso ojitos de perro bajo la lluvia.

"Cálmate Sanemi, respira, ve a tu lugar feliz." Piensa mientras soba el puente de su nariz.

Tuvo que rendirse cuando un ángel bajó del cielo en forma del dulce señor Urokodaki, mandado por Sabito que se arrepintió de su traición, con todo listo para limpiar antes de que sus demás compañeros se enteren del desastre.

"¡Vamos a vivir!" fue el pensamiento colectivo cuando Sanemi aceptó.

"¡Vamos a morir!" aceptaron todos cuando el maestro enano de química entró de improvisto.

Jijiji muchas gracias por leer ❣


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