¿Quién es mi madre? ¡Sea quién sea, no tienes derecho a empaparme!
Capítulo dedicado a mi gemela CateGrangerBlack, aunque no se haya leído nada del tío Rick :/ se lo dedico por apoyar mis historias y ser una persona fantástica <3
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No dormí en toda la noche. Me dedicaba a observar el lugar en el que me encontraba y a pensar en todo lo ocurrido.
Estaba en la Cabaña 11, también conocida como la cabaña de los hijos de Hermes. Al ser este dios de los viajeros, la cabaña acoge a todo semidiós que no ha sido determinado, es decir, que su progenitor divino no lo ha reconocido.
Hermes también era el dios de los ladrones, por lo que otra de las razones por las que no quería dormir era por si me robaban mis pertenencias.
Aunque, es verdad, mi única pertenencia en ese momento era la goma que se convierte en daga, la que me dio Derek.
Después de la hoguera le pregunté al hijo de Apolo por el pelirrojo y su amiga, Electra. Electra se recuperó el mismo día que nos atacaron los monstruos. En cambio, Derek seguía en la enfermería. Había despertado poco después de mí, pero no tenía fuerzas suficientes para levantarse. Decidí que antes del desayuno iría a verlo.
El sol ya había salido y parecía que yo era la única que estaba despierta.
Pasé media hora recordando mitos griegos que me había enseñado mi padre.
—¿Llevas toda la noche despierta? —oí una vez que venía de lo alto de una litera que había a mi derecha. Yo dormía en el suelo, ya que la cabaña estaba llena y no quedaban camas libres.
Miré hacia la chica que me acababa de hablar. Tenía el pelo rubio oscuro, corto y liso; los ojos marrones y algo rasgados; y pecas por toda la cara, a diferencia de mí, que solo tengo pecas por la nariz y alrededor.
—Sí —contesté secamente. Nunca se me había dado bien hablar con desconocidos.
Sonrió y bajó de la litera. Se sentó junto a mí y dijo:
—Yo soy Valeria Cahill, hija de Hermes. Sin determinar, ¿verdad?
Asentí y miré a la nada.
—Sí, eso puede ser una mierda —dice.
—Lo es. Mi padre organizó unas vacaciones espontáneas que no eran tan espontáneas. Eran para librarse de mí, dejándome aquí.
Ella miró hacia el suelo, sus dedos tamborileaban sobre el saco de dormir.
—Yo llevo aquí desde hace un año y medio. Mi madre está en la cárcel —al ver mi cara de sorpresa y algo de tristeza, negó con la cabeza—. Saldrá en unos meses. Múltiples robos de cosas sin importancia. Ropa, dinero de un kiosko, revistas... —rodó los ojos.
Tenía sentido que Hermes se enamorase de una ladrona, supuse.
—Oye... ¿Todo esto va en serio? ¿Es real?
Con el cambio de tema sonrió.
—Cruzaste la barrera del Campamento sin problemas, los mortales no pueden. Además, seguro que tienes dislexia y THDA.
La miré sorprendida, no sabía cómo podía saber eso. Ella rio ante mi expresión.
—La mayoría de los mestizos somos disléxicos, porque entendemos el griego antiguo escrito. Y la hiperactividad nos prepara para las batallas contra monstruos.
Analicé todo lo que dijo y le vi cierto sentido.
—Al final vais a conseguir que me crea todo esto —dije sonriendo.
Ella se rio y se levantó.
—¿Hacemos algo? Este sitio me aburre cuando todo el mundo duerme.
Me levanté poco a poco, procurando no marearme por el golpe de la cabeza.
—No conozco casi el sitio, solo la casa donde estaba la enfermería y las cabañas —confesé.
—Pues te enseñaré el lugar. Esa casa de la enfermería es la Casa Grande. Ahí vive Quirón, el director de actividades del campamento y el Señor D, el director del campamento.
Quirón. ¿El verdadero Quirón? ¿El centauro? Todo era cada vez más extraño.
—¿Piensas quedarte ahí? —preguntó impaciente pero sonriendo.
Sacudí la cabeza y salí de la cabaña.
—Todavía trato de entender algo...
—Ey —me interrumpió—, intenta no pensar, ¡a veces ayuda!
La miré preguntándome como espera que yo haga eso. Yo analizo las cosas, pienso en ellas y actúo en consecuencia a ellas. ¿Cómo hago para no pensar?
Al ver mi expresión rio y susurró:
—Parece obvio quien es tu madre.
—¿Quién es?
—Oh venga, Sabionda, tienes que saberlo —se burló.
—¡No me llames así! —exclamé—. Ahora dime quien es.
Se rio de nuevo, esta vez a carcajadas.
—Incluso tienes el mismo carácter que ella.
Me estaba empezando a enfadar porque no me decía lo que sabía. Odiaba quedar como una ignorante.
Pero decidí dejarlo pasar. Acababa de conocerla, no debería empezar a odiar a la gente ya.
Me dirigí hasta un lago con canoas y un muelle. Me senté en el borde de este y me quité los zapatos, para mojar las puntas de los pies en el agua. Maya iba a decir algo cuando de repente una ola gigante de agua se abalanza sobre mí y me tira al lago. Rápidamente emergí del agua desconcertada. Vi a un chico de pelo moreno riendo al lado del muelle.
—¡Dylan! ¿Por qué has hecho eso? —gritó Valeria—. ¡Ni que fuese de tu equipo contrario!
El chico, Dylan, me miró y luego miró a Valeria.
—Ah, ¿no? —preguntó.
—¡No! Es de la cabaña de Hermes. Sin determinar —dijo la rubia.
Dylan volvió a mirarme y entorno los ojos. Puede apreciar que eran verdes como el mar, uno de mis colores favoritos.
—Pues lo siento —dijo mirándome arrepentido.
Le miré cabreada y nadé hasta el muelle, al que me subí tiritando. Con todo, no me había dado cuenta de lo fría que estaba el agua.
El chico me siguió, con su cara de arrepentimiento. Notó que tenía frío y me preguntó:
—¿Te puedo dar la mano?
Le miré con cada de: «¿Qué mierdas dices?». Él la ignoró y añadió:
—Solo espera un segundo —me cogió la muñeca y puso cara de concentración (una mueca muy extraña, no parecía que estuviese acostumbrada a pensar mucho).
De repente noté como todas las gotas de agua que me cubrían iban desapareciendo poco a poco y de repente estaba seca.
Me solté de su agarre bruscamente y examiné mi ropa. Seca también.
Antes de que preguntase, me ahorro saliva.
—Magia de Poseidón. Es lo que tiene ser su hijo —explicó sonriendo tímidamente.
Me quedé asombrada, pero lo oculté.
—Soy Dylan, por cierto, Dylan Parker —se presentó.
—¿Parker? ¿Cómo Peter Parker? -«no fangirlees ahora» me dije—. Yo soy Emily Carver.
Él sonrió y algo en mis estómago se revolvió. Decidí que significaba que tenía hambre.
—Oye, vuelvo enseguida, voy a visitar a Derek —avisé.
—Vale —contestó Val—. Nos vemos en el desayuno.
Me dirigí a la Casa Grande, donde había estado descansando el otro día. Vi una cabellera pelirroja y a su lado una llena de mechas de colores. Me acerqué y saludé a los dos chicos que me salvaron el otro día.
—Hola —miré a Derek—. Tenemos que hablar sobre tu hermano.
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Buenas, terranos.
Siento haber tardado 5 eones y medio en subir nuevo capítulo.
Bueno, ¿qué pensáis sobre estos dos nuevos personajes? Valeria y Dylan.
¿Shippeais ya a algunos? ¿Hay nombre de ship? ¿De qué creéis que irá la historia?
Vale, me estoy viniendo muy arriba, y ni siquiera sé escribir :'v
Bueno, publicaré dentro de unos eones más.
Nos leemos,
~Pau
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