Mi vida. Sé que es aburrida. Ojalá eso siguiese así.

Ciao, este es mi primera historia basada en el mundo de Rick Riordan. Espero que os guste, semidioses ;-)
P.D. Solo escribo por diversión, ya sé que no escribo bien xD

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Estaba harta de las arañas.
Pero eso no impedía que me persiguiesen por ser hija de Atenea.

Creo que me he adelantado un poco, empecemos por el principio.

Quedaba un día para las vacaciones de Navidad, pero al contrario de la mayoría, yo no tenía ganas de ir a mi casa. Estaba bien en mi internado, con mis mejores amigos: Tracy y Dave. Los tres nos conocíamos desde pequeños y siempre habíamos ido juntos al Internado Clainer Para Disléxicos. Sí, tenía dislexia.

El caso es que llevo más tiempo con mis amigos que con mi padre.
Sí, ser padre soltero es difícil, pero de ahí al punto de que solo ves a tu hija durante quince días porque: «Soy un hombre ocupado y yo solo no puedo criar a una niña».
La verdad es que no tenía una buena relación con mi padre, me pasaba todo el curso en el internado, y los veranos me mandaba a campamentos fuera del país para aprender más costumbres e idiomas (mi padre no parece darse cuenta de que me es difícil aprender idiomas por mi dislexia, pero yo me arreglo).

Hoy iba a verle después de un año. Me vestí con la ropa más fina y de "señorita delicada" que encontré. Mi padre era así, pensaba que así deberíamos vestirnos y no con camisetas con frases sin sentido o con logos. Una vez fui con una camiseta en la que ponía NIKE y casi le da un infarto.

Mi padre nunca sabría como era yo en realidad. Yo era lo que la gente describiría como una nerd/friki. No me ofendía en absoluto. Yo era así y estaba orgullosa. También es verdad que a veces me daban venadas y era un poco punk... Pero solo a veces. El caso es que mi padre no aceptaría que llevase una camiseta de Star Wars y fuese por ahí con una espada láser, y tampoco aceptaría que me rapase el pelo de un lado y fuese por la calle vestida de negro escuchando Green Day.
Como decía, no me gustaban las vacaciones de Navidad.

Me despedí de Tracy, una chica alta, de piel y cabello moreno y de Dave, un chico bajito de pelo castaño y ojos oscuros. La verdad es que sospechaba que esos dos se gustaban, pero tampoco le daba mucha importancia.
Salí a la entrada del internado y vi un Ford blanco esperándome. Entré y saludé formalmente a mi padre. La verdad es que tampoco me parecía físicamente a él. Él tenía el pelo moreno liso muy canoso y los ojos azules, era muy alto y un poquito gordo. Yo, en cambio, tenía el pelo castaño y ondulado, los ojos de un tono gris tormentoso, era bajita y flacucha. Normalmente la gente se reiría de mí por ser una empollona y ratón de biblioteca, pero, según decía Tracy, la gente me tenía miedo por mis ojos. Yo simplemente lo ignoraba.

—Bueno, Emily... ¿Qué tal tu estancia en el internado? ¿Ha sido de tu gusto? —bien, creo que os podéis hacer una idea de mis diferencias con mi padre. ¿"Estancia"? ¿"De mi gusto"? A veces deseaba tener un padre más normal y menos estricto.

—Ha estado bien, padre —sí, me hacía llamarlo "padre".

George Carver asintió, dibujando en su rostro una media sonrisa muy rara, ya que no era algo que hiciese mucho.

—Este verano hay un cambio de planes, Emily -me sorprendió bastante, mi padre solía ceñirse a su agenda—. Iremos a Nueva York, a una convención de museos. He visto uno muy interesante y me han entrado ganas de ir. Es sobre mitología griega.

Sí, mi padre estaba obsesionado con la mitología griega, cosa que en ese momento no entendía, pero que más tarde cobraría sentido.

—Oh, fantástico padre.

Seguimos el resto del viaje en silencio, hasta que llegamos a nuestra casa en Boston. Era una casa de dos pisos que mi padre había comprado con el dinero que ganó al vender una novela. Fue la única que publicó. Dijo que no le vino más inspiración y volvió a centrarse únicamente en su trabajo: abogado.

Me bajé y cogí mi maleta, llegué corriendo a la casa y subí directa a mi habitación. Me pareció oír a mi padre gritar: «Eso no son modales, jovencita». Mandé esos modales a la mierda y me tiré en la cama. Esa cama era mi sitio favorito en el mundo, de momento. Era una cama super blanda y grande, en la que había pasado mis mejores momentos leyendo grandes libros y sagas y viendo las mejores películas existentes. La verdad es que para lo que menos usaba la cama era para dormir. También la usaba para practicar llaves y demás que aprendía en judo, clases a las que iba a escondidas para que mi padre no se enterase.

De repente sonó como alguien llamaba a la puerta. La abrí y dejé pasar a mi padre.

—No corras tanto, jovencita. Y no deshagas las maletas, nos vamos mañana.

—¿Mañana? Bueno, está bien.

Mi padre se marchó y yo saqué un libro. Me quedé leyendo hasta que me dormí.

Mi sueño comenzó así: Yo estaba caminando por un bosque sola, cuando de repente noto algo muy brillante detrás de mí. Me giro, y veo a una señora que debió aparecer de la nada. Me quedé mirándola un rato, su cara me sonaba de algo.

—Emily Carver, mi heroína. Debes venir a socorrerme. Zeus se ha enfadado conmigo y ahora quiere que desaparezca del mapa. No puedes permitirlo, solo tú puedes ayudarme.

Me quedé sin habla, cosa que no solía pasarme. ¿Zeus? ¿Heroína? ¿Desaparecer del mapa?

Todo el sueño se volvió negro y no recordé más.

Me desperté porque sentía una extraña sensación por las piernas, como si me estuvieran haciendo cosquillas. Me senté y levanté la manta. Lo que me encontré me dejó horrorizada. Antes de nada, debería aclarar que tengo aracnofobia. Pues bien, tres arañas, de unos 7 centímetros de largo estaban caminando sobre mis piernas y tenía ya varias picaduras.
Grité muy alto, hacía mucho que no gritaba así.

Mi padre llegó armado con una sartén y encendió la luz de la habitación, que él había apagado anteriormente cuando vio que estaba dormida. Me encontró subida a un armario que medía unos 2,10 metros, no me preguntes como hice para subirme ahí en 5 segundos.
Vio las tres arañas en mi cama y se tapó la cara con la mano, como diciendo: «¿Podría ser mi hija más ridícula?»

Yo mientras pensaba que mi padre estaba ciego: ¡esas arañas eran enormes!

Las recogió con la sartén y bajó hasta el jardín, donde las dejó entre unos arbustos del vecino. Me hubiera sentido un poquito mal por los vecinos si no fuese porque quería a esas bestias lo más lejos posible.

Mi padre volvió a subir y me apagó la luz.

—Solo quedan dos horas para que tengamos que prepararnos para el viaje, intenta dormir un poco más —y se fue bostezando.

Me dormí con dificultad y esta vez no tuve sueños, por lo que en vez de dos horas, parecieron dos segundos, pero de todas formas no estaba cansada, estaba habituada a dormir poco.

Me desperté para averiguar que una horrible bestia me miraba y se acercaba a mí lentamente.

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Pues hasta aquí el primer capítulo, nos leemos :-)
Os agradecería mucho que comentaseis, me haría ilusión xD
TEAM LEO

~Pau

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