Con "vacaciones agradables" no me imaginaba esto. UN MURO DE LAVA.
Salimos del parking donde mi padre acaba de aparcar el coche. Subimos por un pequeño monte en total silencio.
La situación era bastante incómoda.
¿De qué se habla con un hombre que, a pesar de ser tu padre, prácticamente no conoces?
Lo poco sabía sobre él es que había conocido a mi madre cuando trabaja en un taller de coches, con el que ganaba el dinero para pagarse la universidad de derecho. En cuanto terminó la carrera nací yo, y mi madre me dejó con mi padre mientras que ella se fue.
No tengo muchos recuerdos de cuando era pequeña, y a los 6 años ya empecé a ir al internado, por lo que no tengo casi recuerdos con mi padre.
No sabía que decirle, a si que le pregunté lo primero que se me vino a la cabeza:
—¿Cómo era mamá?
Me miró inquieto y frunciendo el ceño.
—¿A qué viene esa pregunta?
—Curiosidad —dije.
Dejó de andar y se cruzó de brazos. Pasó el peso del cuerpo de una pierna a la otra varias veces, como si no encontrase una postura cómoda.
—Ya te lo dije. La conocí cuando trabajaba en el taller. Ya sabes, el taller al que vamos a veces.
—Sí, sí —le corté—. Sé de que taller hablas. Pero, ¿cómo era ella? ¿Se parecía a mí? ¿Era buena...?
Me pareció detectar en la expresión de mi padre una leve mirada de añoranza y nostalgia.
—Se parecía mucho a ti, tanto físicamente como psicológicamente. La persona más inteligente que he conocido. Excepto tú, puede. Ya he visto las notas que has sacado este trimestre. Deberías mejorar un poco en Geografía, pero... —y cambió de tema.
Como siempre hace cuando no quiere hablar de algo.
Mi padre notó que quería saber más, e iba a decir algo cuando puso una cara confusa. Miré hacia su mano, que hurgaba en su bolsillo vacío.
—Oh no, me he dejado el teléfono en el coche. Eh... Espera aquí, vuelvo ahora. Es que espero una llamada muy impor... —dejé de oír su voz a la vez que se alejaba.
Me quedé sola, en medio de un monte al lado de un bosque. Me pareció ver un campo de fresas cercano.
«Ugh —pensé—, como mi padre las vea va a querer comerlas, y me obligará a tomar esa asquerosidad»
Ignoré las fresas y me acerqué a un tocón de un árbol, en el que me senté a esperar.
«Load up on guns, bring your friends.
Is fun to lose and to pretend» —empecé a pensar en la letra de mi canción favorita.
Cuando ya estaba tarareando el estribillo, me pareció oír algo a mi derecha y rápidamente me giré. Vi como algo se agitaba en un arbusto cercano.
«Maldita curiosidad —pensé—. Los arbustos que se agitan de forma misteriosa nunca son algo bueno».
Me acerqué con paso cauto hasta aquel matorral. El arbusto dio una sacudida muy brusca, y vi como una imagen se asomaba tras él.
El cuerpo era normal, de un hombre alto y robusto, piel bronceada y musculosa. El problema era la cabeza.
¿Cómo explicarlo sin que creáis que estoy loca?
Bueno, lo digo:
Tenía una cabeza de lobo, donde debería estar su cabeza humana.
—Eres un cinocéfalo —únicamente pude decir.
Entonces, me alejé poco a poco caminando hacia atrás, buscando en mis bolsillos algo algo con lo que defenderme. Nada. Bolsillos vacíos.
Me tropecé y me caí al suelo. Entonces, el monstruo se abalanzó sobre mí.
Ya está. Fin del libro.
Ja ja ja. Ojalá. No, en mi vida todavía queda por experimentar muchas emociones, en su mayoría negativas. Sigamos.
Justo cuando tenía al cinocéfalo sobre mí, algo evitó que me devorara entera de un bocado. Vi como se detenía de repente y miraba hacia su pecho, de donde sobresalía la punta de una lanza.
Pronto el hombre con cabeza de lobo empezó a volatirizarse, como había hecho anteriormente ese día el telquin.
Entonces vi a la portadora de la lanza.
Era una chica alta, de unos 13 o 14 años, calculé. Tenía el pelo negro, liso y largo, teñido de verde y rosa en las puntas. Tenía la piel bronceada y unos ojos marrones muy intensos, que casi parecían rojos. Mascaba chicle y tenía aspecto de persona peligrosa, aunque yo no le tenía miedo.
Entonces me fijé en la ropa que llevaba. Unos pantalones negros. Vale, normal. Unas zapatillas de deporte algo gastadas. Correcto. Y una camiseta que rezaba (o eso creo, maldita dislexia) "CAMPAMENTO MESTIZO". Espera, ¿qué?
—Venga, castaña, levanta de ahí —me dijo ofreciéndome una mano—. Soy Electra, y no, no estás loca y tampoco estás soñando. ¡Derek, date prisa, hay más!
Me quedé atónita. ¿De verdad no me volvía loca? ¿Esa chica también había visto monstruos griegos? ¿Ese "Campamento Mestizo" de mi sueño es real?
Entonces vi como un pelirrojo —el tal Derek, supuse— se acercaba corriendo hacia nosotras.
—¿Quién es? —pregunto el chico al verme.
—Ni idea, pero el monstruo la atacaba, a si que me juego mi lanza a que puede cruzar esa barrera —la chica bronceada señaló un punto en el bosque.
Los dos empezaron a caminar al arbusto de donde había salido el cinocéfalo, pero yo me puse delante de ellos para cortarles el paso.
—¡Alto! ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es ese "Campamento Mestizo? ¡¿Y por qué diablos me atacan monstruos de la mitología griega?!
Los dos me miraron sorprendidos.
—Vaya, sabes mucho para no tener ni idea —observó el chico.
No sabía si tomármelo como un insulto. De todas formas, le fulminé con la mirada.
Él se alejó un poco, como si temiese que le fuese a fundir con rayos láseres que me saliesen de los párpados.
—A ver, eso ahora mismo no importa. Más tarde resolveremos todas tus dudas —me prometió Electra—. Lo importante ahora es acabar con esos bichos cara-perro.
Derek extendió su muñeca y de ella sacó una goma de pelo negra.
—Ten. ¿Has manejado alguna vez una daga? —negué con la cabeza—. Pues esta será tu primera vez. Estira la goma y a luchar.
Me dio la goma y salió corriendo hacia el seto, tras el que se oían ruidos.
Cada vez entendía menos cosas. Y eso no me gustaba.
Electra siguió a Derek, y yo me quedé ahí, sujetando una goma de pelo. La estiré, como el pelirrojo dijo, y de repente la goma se transformó en una daga.
Mi cara de: «What the fuck?» era olímpica.
Decidí ignorar toda la confusión que se encontraba en mis pensamientos (cosa difícil) y me dirigí al seto, tras el cual vi a Electra con su lanza y a Derek con una katana, luchando contra cinco cinocéfalos.
Derek se abalanzó sobre uno y cayó encima de él, y justo cuando iba a clavarle la katana, el monstruo le clavó un colmillo en el hombro.
El chico se cayó al suelo sujetándose el hombro y fui corriendo hasta él.
Había empezado a sangrar, y le herida era bastante grande. Arranqué un trozo de tela de la manga de mi camiseta y se lo enrollé alrededor para detener la hemorragia.
Electra se abalanzó sobre el cinocéfalo que hirió a Derek y de una estocada en el estómago lo mató, al parecer su sed de venganza por lo que el bicho le hizo a su amigo había aumentado su energía.
Decidí dejar de mirar la batalla y unirme a ella. Sí, algo insensato por mi parte, ya que nunca había luchado con una daga. Pero oye, ¿quién dice que no tenía una estrategia planeada?
Corrí hacia el primer monstruo que vi. El hecho de ser bajita y ágil evitó que el monstruo me desgarrara la piel de un mordisco y me destripase.
Me puse detrás de él, y antes de que se diese la vuelta le hice dos feos cortes con el cuchillo en la parte trasera de las rodillas.
El cara-perro aulló de dolor y se agachó, lo que me dio tiempo suficiente para dar un salto y hacerle un bonito agujero en la cabeza canina con mi arma.
El cinocéfalo se desintegró dejándome a mí en el suelo rodeada de polvo con olor a monstruo apestoso.
—Vaya, esa chica tiene estilo —observó Derek, mirándome con sus ojos azules abiertos de par en par.
Electra, que luchaba contra varios hombres-con-cara-de-lobo, se giró para mirar que pasaba. Un error. En cuanto se distrajo, el cinocéfalo más cercano a ella la cogió y la elevó por los aires.
Entonces pasó algo que me pareció incluso más increíble que lo que pasaba.
El pelirrojo, que hasta ahora seguía en el suelo, se levantó a duras penas y elevó las manos. Susurró algo que no llegué a oír y "vi" como algo fue directamente a sus manos. No supe lo que era hasta que Derek lo cogió y lo elevó sobre su cabeza, dispuesto a tirárselo al cara perro que sostenía y zarandeaba a Electra.
Tenía un rayo en sus manos.
Lo tiró contra el monstruo, que en cuestión de segundos quedó reducido a cenizas, junto con los monstruos que había a su alrededor.
Electra cayó al suelo, algo chamuscada, pero viva y consciente.
Ese no era el caso de Derek, que tras decir: «Tendremos que posponer la competición en el muro de lava», se desmayó.
Entonces yo solo podía pensar: «¿¡MURO DE LAVA!? Tengo que ver eso. Menos mal que ya se acabó todo».
Jo, odio equivocarme.
No recuerdo con toda seguridad que pasó, solo recuerdo que algo me cogió y me elevó por los aires, un bicho cara perro, y que justo cuando le rebané la cabeza me lanzo como si él fuera un pitcher y yo una pelota de baseball. Mi cabeza se estampó contra una roca y todo se volvió negro.
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¿Os ha gustado? Espero que sí :P
Pregunta porque sí: ¿Progenitor divino?
El mío Atenea, ya lo he mencionado antes.
Os cuento un poco de mi vida:
Yo era una viciada a Pinterest. Digo "era" en pasado porque me lo desinstalé tras hacerme tres spoilers de El Laberinto en Llamas. Y ES QUE FUE HORRIBLEEEE.
Hala, pos ya está.
Si alguien quiere que le dedique un capítulo, que sería un gran honor porque esta historia es súper genial (nótese el sarcasmo), que me avise.
Nos leemos,
~Pau
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