Brisa en la cara, gotas suaves en la mejilla,

solo sus abrazos hallan la fuente sagrada.

Palabras aprisionadas en un pequeño tubo,

y un papel enrollado, recuerdos entrelazados.

En el aire todo era mejor,

todos los caminos se vestían de colores.

Los vientos eran frescos, como sus promesas,

cuando aún creía en el desamor.

Un beso calmó los cristales rotos,

sus labios se posaron sobre la fragilidad,

temblorosos de tacto, de roce sutil,

apagando mi corazón y mi ansiedad.