Un camino de sueños y pasos,

dos almas que se entrelazan,

un vestido blanco de abrazos,

y un traje negro que arrastra.

Cada paso, como lluvia,

que cae y no deja huella,

ella, en su andar, en susurro,

lleva en sus manos la estrella.

A lo lejos, su sonrisa,

mi alma, como fuego, quema,

y la calma de su prisa,

es un suspiro que me frena.

Un pétalo en mi pecho arde,

el altar, testigo de su ser,

como una flor que se parte,

su amor me guía, me hace creer.

La paz me envuelve en su canto,

mis pies en lucha con el suelo,

pero la ansiedad es un manto

que abrazo, esperando el cielo.

Cada paso es un silencio,

como viento que no grita,

y el velo es un pensamiento,

que en mi mente flota y habita.

Mis manos esperan, temblando,

como mar que besa el fin,

y yo, sin saber si andando,

me alejo o me acerco a su fin.