Perdiendo el sol (Jhin x Rakan)
Las estrellas, grandes esferas brillantes que aparecían y desaparecían del cielo oscuro del universo todos los días. Algunas más brillantes que otras, algunas emitían más calor que otras. Le daban el brillo especial al universo, como pequeñas luces que iluminaban tu camino a diferentes planetas, diferentes galaxias.
Durante su tiempo en la corte, veía muy seguido la creación de estos elementos muy seguido. La reina Ashe creaba las estrellas con tan solo mover sus dedos, sus flechas dejando hermosas y complicadas formaciones de estas. Pero para el... nunca fueron especiales, incluso antes, cuando aún era parte de la Corte Cósmica. Eran estrellas... eran muy luminosas, pero no les veía nada más especial. Todas eran iguales, no importaba si unas eran más grandes que otras, todas eran esferas de luz y todas terminarían muriendo por igual y otra estrella tomaría su lugar. Explotan, dejando su materia esparcida por las galaxias y que así puedan crear más estrellas que sigan iluminado el cielo. Al menos debía darles algo de crédito, tenían un final muy hermoso y dramático, como si quisieran ser recordadas aún después de morir, que todos recordaran su luz intensa.
Solía pensar así, hasta que conoció a la estrella más brillante y hermosa que hizo el favor de aparecer en ese universo. No, no era una simple estrella, era un sol, que iluminaba cada día de su vida.
Rakan, que se encargaba de iluminar los días y darles calor, era la criatura más bella que había visto. Su cabello hecho de fuego y sus ojos cristalinos, acompañados de una sonrisa más radiante que el calor y la luz que se encargaba de dar. Rakan definitivamente era la mejor parte de su vida, no importaba a qué hora lo viera, siempre lo alegraba y ponía una sonrisa en su rostro.
Cuando usaba ser parte de la Corte Cósmica, lo solía mirar mucho desde la distancia, admirando a tal ser y tal belleza. Él era un simple miembro más de la corte, no creía que pudiera interesarle a alguien como Rakan, pero se equivocaba.
Un día en el que estaba distraído, creando diseños para galaxias nuevas, recibió una grata sorpresa. Tarareaba algunas notas, una suave canción, acompañando el sonido de las estrellas a moverse, realmente pensando en todo menos en la constelación que tenía en frente. Escuchó un sonido en el fondo, pero no le prestó mucha atención, hasta que ese sonido se fue acercando y unas manos tomaron las suyas, interrumpiendo su trabajo y uniéndolo en un inesperado baile. Dio unas cuantas volteretas y luego dejándolo frente a unos ojos azules y un rostro sonriente. Se quedó ido viendo esos ojos, lo tenían hipnotizado.
- Que bella melodía, ¿podrías tararearla de nuevo? –Preguntó aun con una enrome sonrisa, sin soltar sus manos- Eres muy talentoso.
Ahí fue cuando reaccionó y subió un poco su túnica para ocultar su rostro, escondiendo el sonrojo que seguramente estaba allí. Ya le habían dicho eso, pero de alguna manera que viniera de Rakan hacia las palabras más especiales.
Se hizo un poco para atrás y puso algo de distancia entre ellos, aun ocultando su rostro.
- Amanecer... no debería estar aquí, el sol sigue en el cielo.
- Oh vamos Jhin, llámame Rakan, no tienes que llamarme por esos tonos aburridos –Decía con una sonrisa traviesa- ¿Yo puedo llamarte Jhin? ¿O prefieres que te llame por tu nombre de trabajo?
- Yo no tengo otro nombre –Decía volteándose hacia su galaxia otra vez-
- ¿Porqué? Todos los miembros de la Corte tienen un título especial.
- Yo no soy tan... importante en la corte –Decía moviendo una estrella, la cual bajó su brillo al él tocarla-
El sol lo miró por lo que parecieron horas, pero en realidad fueron unos pocos minutos. ¿Parecía mirarlo con genuino... interés? ¿Curiosidad? No sabía definir bien ese sentimiento, pero después de que terminó de hacerlo, se metió en su línea de visión con esa hermosa sonrisa radiante, tomando su mano para poder mover una de las estrellas a una posición diferente. Ahora la galaxia tenía una hermosa sombra cristalina que recorría parte de esta, oscureciendo los lugares adecuados y resaltando otros lugares. Ese diseño... definitivamente era el más bello que había visto hasta el momento.
- Pues tendremos que cambiar eso, ¿No crees Eclipse? –Sus ojos cristalinos parecían irradiar felicidad- Refleja tu luz y píntalo todo de los más bellos colores.
Eclipse... eso lo hizo sentirse especial.
Felizmente hubiera vivido toda su vida bajo la sombra de Rakan si eso significaba que siempre podría mirar hacia arriba y verlo sonreír.
Luego de eso verlos juntos se volvió una ocurrencia constante, escapándose y compartiendo momentos especiales ellos dos juntos. Cuando no encontrabas a Rakan en el cielo, estaba junto a Jhin, bailando con alguna canción que tocaba el celestial antes de tener que volver al trabajo. Cuando no encontrabas a Jhin, estaba con Rakan, enseñándole diseños de constelaciones y estrellas al sol, esperando hacerlo sonreír y esperando que le gustase su trabajo, Rakan era su más grande crítico y la opinión que más le importaba. Prefería mil veces que el diseño le gustara a su sol, que a la reina. Ashe ya tenía muchas estrellas, galaxias y planetas a su nombre, podía vivir sin su atención por un día.
Le preocupaba más la opinión del atardecer que la opinión de la reina, esa era otra fuerza imponente y poderosa, bella y peligrosa, que protegía fielmente al amanecer, así como este la protegía a ella. Dos mitades que creía inseparable y por mucho tiempo, creía que en los ojos de Rakan, solo había espacio para ella, pero se equivocaba. El atardecer era importante, Xayah era un complemento de Rakan, así como este lo era de ella, pero conforme pasaba más tiempo con su sol, se dio cuenta de que el ligero brillo lavanda en los ojos de Rakan, quizá se debía gracias a él.
Por eso le importaba tanto la opinión del atardecer, quería que viera que protegería a Rakan tanto o más de lo que hacia ella, su fiel amigo y compañero estaría seguro en sus manos, buscaría hacerlo feliz cada segundo de su existencia.
Y ciertamente no fue fácil al principio viendo como el amanecer se escapaba tanto de su puesto de trabajo para ir a visitarlo, pero al ver desde lejos con la sonrisa que volvía, Xayah entendió que eso también era importante para Rakan. El sol había encontrado la melodía correcta para bailar entre las nubes.
Y pronto, no había nadie que los pudiera separar, pasaban cada momento que podían juntos. Todas las noches que podía, Jhin se llevaba a Rakan a alguna galaxia, estrella o planeta cercano, quería que viera todas las maravillas del universo, de lo bello que podía llegar a ser. Y si no podía llevarlo a estos lugares, siempre volvía con algún regalo para su amada estrella.
Rakan siempre recibía los regalos con una enorme sonrisa, le daba un gran abrazo y por ultimo un beso, seguido de llevarlo a un baile improvisado mientras Jhin cantaba una suave melodía o le contaba las cosas que había hecho. Rakan sonreía al recostar su cabeza en el pecho del mayor, si este supiera que le gustaba más oírlo hablar a él sobre su día, sobre como mejoraría pequeños aspectos de cada galaxia para que fueran completamente hermosos. Un mundo hecho a la medida por Jhin, su concepto de belleza en cada rincón, esperaba ver eso algún día.
Pero a la estrella no le quedaba mucho tiempo.
Podía notar como las llamas de su cabello no eran tan vibrantes como antes, no importaba cuanto insistiera Jhin en que se veían hermosas. Ay su Jhin, no podía verle fallos a él. Sus ganas de recorrer el universo bailando, bailar entre el polvo de las estrellas y conocer todo tipo de música, Jhin lo encontraba adorable y admirable. No veía el aspecto de que tendría que abandonar su trabajo para eso, le parecía más importante lo creativo que era Rakan.
- Te prometo que algún día yo te llevaré a ver todas las galaxias, iremos donde tú quieras mi sol –Acariciaba con cariño y suavidad su mejilla, mirándolo con adoración- Todos los rincones del universo conocerán tu brillo.
¿Cómo le decía que no creía tener tiempo? Temía que realmente se estuviera apagando y lo que más le dolía... era que sentía que no había pasado suficiente tiempo con Jhin. Ese celestial se había convertido en algo tan importante para él... no quería perderlo. Odiaba estar apagándose, odia no poder simplemente dejar su puesto de trabajo y vagar libre por el universo. Ni siquiera podía ir con Xayah por palabras de apoyo, sus posiciones nunca los dejaban acercarse mucho, solo les permitían unas cuantas palabras al inicio y final del día. Aun así, la mirada del atardecer le decía que sabía lo mal que lo estaba pasando.
Pero todo cambió cuando un día llegó Jhin a verlo, al cielo donde estaba trabajando, iluminando todo como siempre, aunque quizá ese día estaba todo un poco más oscuro. Ya se estaba acercando el momento del atardecer, pronto debía dejar su lugar en el cielo, cuando vio a una figura morada acercándose. Una estrella oscura.
Temió al principio, había oído muchas historias sobre las estrellas oscuras y como corrompían a los celestiales y otras criaturas. Temía que estuviera allí para aprovecharse de su estado débil y corromperlo también y se rehusaba, podría estar débil, pero se negaba a terminar así. Pero apenas vio el único ojo celeste que se veía a través de la máscara dorada del sujeto, supo quién era.
Corrió hasta el sujeto y se abalanzó sobre este en un abrazo, para después quitarle la máscara con cuidado. El rostro sonriente de Jhin se encontraba allí, ligeramente más morado que antes, pero muy feliz de verlo. Le quedaba bien ese cambio, se veía más seguro y feliz, como si pudiera conquistar todo el universo.
- Mi sol, al fin te puedo volver a ver. Te traje un regalo –Le puso en sus manos una caja dorada, con muchos adornos y piedras preciosas- Y una noticia.
La abrió y una suave melodía comenzó a sonar, recordaba esa canción. Jhin... la había compuesto para él, recordaba cuando la escuchó por primera vez cuando el mayor la tocó en un piano en el castillo de la reina, ocultos de oídos de todos. Como estando solo ellos dos, le dijo lo mucho que lo amaba, que haría lo que fuera para verlo feliz, lo mucho que significaba para él. Le llamó "mi sol" por primera vez ese día y aunque ya muchas personas lo habían llamado así, oírlo de la boca de Jhin, lo hacía mil veces más especial. No... no quería dejarlo.
- Mi sol, ¿Estás bien? –Decía limpiando suavemente las lágrimas de su rostro-
Ah, había comenzado a llorar.
- Sí, lo siento. Solo estaba recordando algo –Sonrió torpemente y terminó de limpiarse el rostro- ¿Cuál es la noticia mi Eclipse?
- Por fin puedo llevarte a cualquier lugar que quieras. La estrella oscura me dio un nuevo poder, una nueva visión –Hablaba orgulloso, sosteniendo las manos de Rakan en las suyas- Podemos irnos de aquí, juntos. Visitaremos lugares más lejanos, a donde quieras ir, yo te llevaré. –Por un momento lució algo triste, esa noticia no era del todo buena- Pero si prefieres quedarte aquí... yo ya no podré venir. No puedo estar tan cerca del castillo de los celestiales.
Oh. Esa era la parte mala.
Contempló sus opciones por algunos momentos. ¿Qué... qué debía hacer?
Por un lado, tenía su deber, su trabajo. Aún se supone que debía iluminar el cielo, no podía dejar sola a Xayah. Los celestiales se enfadarían, quien sabe que castigo le pondrían a él.
Pero por el otro lado... tenía a Jhin, la única criatura a la que quería más que así mismo. Adoraba cada pequeño segmento de Jhin, adoraba las melodías que componía solo para que pudiera bailar y verlo feliz, adoraba las obras de arte que hacía con las estrellas, quien sabe lo que podría hacer con más materiales, más oportunidades.
Se estaba apagando, no sabía cuánto tiempo le quedaba antes de extinguirse por completo. Y tenía la opción de pasar ese tiempo cumpliendo lo que llevaba haciendo hace tantos años, siempre lo mismo, o podía irse con Jhin y descubrir cosas nuevas, ver las nuevas obras de arte que podría crear, nuevas melodías que podría tocar, melodías con las que podría bailar con él, momentos que podría pasar con su amada estrella oscura.
El cielo comenzó a oscurecerse muy rápido y eso terminó de determinar su decisión. Tomó con fuerza la caja musical en sus manos, luego tomó una mano de Jhin y salió volando lo más rápido que pudo. Solamente viendo atrás para sonreír y agradecerle a Xayah, que había adelantado el atardecer para que pudieran irse tranquilos, sin que nadie los estuviera persiguiendo. Extrañaría a su amigo, pero prefería verlo sonreír una última vez a verlo morir triste y solitario, como había estado las últimas semanas.
Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, paró un momento en un meteorito y guardó la cajita en uno de sus bolsillos. Luego se volteó hacia Jhin, con la sonrisa más grande del mundo y sus llamas más fuerte que nunca, lo abrazó lo más fuerte que pudo y luego unió sus rostros en un beso. Al sentir las manos del mayor tras su espalda, supo que había tomado la decisión correcta. El tiempo que le quedara, si lo pasaba junto a Jhin, serían los mejores momentos de su vida.
Y sinceramente, fueron los mejores momentos de su vida. También los de la estrella oscura, definitivamente habían sido los mejores momentos de su vida.
Nunca antes se sintió tan creativo, tan libre... capaz de expresarse como él quisiera sin ninguna barrera enfrente. No, tenía a Rakan que en su lugar lo impulsaba a crear cosas más bellas, impulsaba a que saliera todo su genio creativo. El poder que le había dado la estrella oscura le había dado un poder y entendimiento, pero Rakan llevaba todo a un nivel más grande.
Él lo impulsaba a ser mejor y lo apoyaba en todas las que tuviera, no importaba si se veía algo incómodo por algunas de esas ideas, igual contaba para lo que fuera con el sol. Con su sol.
A cambio, trataba de que todos los momentos de Rakan fueran felices y estuviera sonriendo. Aún continuaba con sus regalos, cualquier cosa que llamase su atención y que creía que le iba a gustar a su sol, debía tenerla. Solamente que ahora no debía esperar tanto tiempo para darle esos regalos y podía ver esa sonrisa de inmediato. Siguieron creando constelaciones y obras de arte con las estrellas, planetas, lo que fuera que se encontraran por el universo. Porque ahora, lo recorrían juntos.
Aún tenía esos bailes improvisados con Rakan, ahora si podía darle más gusto y bailar donde fuera que este quisiera, cuando él quisiera. No había mejorado mucho su forma de bailar, pero hacia el intento. Normalmente prefería tocar una melodía para que su amado sol bailara, que se desplazara por las estrellas con total libertad y pudiera expresarse también. En momentos así, su sonrisa podía iluminar galaxias completas. El sol más hermoso y radiante que todos hayan tenido el placer de ver.
Hubiera dado su vida por mantener esa sonrisa viva.
Pero había olvidado que todas las estrellas llegan a su fin. No importaba que tan bella y radiante fuera, no pudo salvar a su sol.
Navegar por el universo no era solamente belleza y diversión, también tenía sus peligros, y Jhin y Rakan estaban muy conscientes de eso. Pero ambos se protegían entre ellos, nunca se dejaban solos. Su sol lo escudaba protegiéndolo de cualquier peligro y él se enfrentaba a cualquier cosa que le quisiera hacer daño a su sol, rápidamente llevándose una bala especial en la cabeza. Nada podía pararlos o pensaba que así era.
Pero a veces hay enemigos muy grandes, enemigos para los cuales no estaba preparado.
Ese fatídico día llegó a manos de uno de sus compañeros, otra estrella oscura, otro corrompido. Los que eran corrompidos por la estrella oscura no eran exactamente los mejores amigos, tendían a mantenerse todos en los asuntos de cada uno, buscando sus propias metas sin que nadie más se entrometiera. Nunca había visto que una estrella oscura atacara a otra sin provocación alguna, normalmente compartían al menos un aspecto pequeño de sus objetivos como para solo dejar en paz a los demás.
Así que cuando Zed los atacó... debía admitir que fue una gran sorpresa. Y definitivamente no había estado preparado para eso.
Su sol había estado débil... cansado en los últimos días, lo veía muy extraño. Quizá llevaban viajando mucho y solo quería descansar. Estaba preocupado en hacer todo lo posible para que Rakan descansara, que recuperara su brillante sonrisa de nuevo y sus ganas de bailar entre las estrellas y galaxias.
Buscaba metal, para poder fabricarle un bello recipiente, donde pudiera guardar las estrellas, si así lo deseaba. Un recipiente que pudiera guardar lo que fuera, no importaba su poder, no importaba su tamaño. Quería... quería poner un poco de su materia allí y que el sol pudiera llevarlo consigo. Cuando él aún era un celestial, Rakan una vez le dijo "A veces quisiera poder tener un pedacito tuyo siempre conmigo, te extraño mucho cuando tienes que salir". Quizá no era mucho... pero al fin planeaba cumplir eso. Que sin importar lo poco o mucho tiempo tuvieran que estar separados, en realidad nunca lo estarían. Rakan tenía su corazón, en todo sentido de la palabra.
En medio de su búsqueda, fue atacado.
La otra estrella oscura lo atacó y lo atacó, burlándose de él, de su poder. ¿Quién se creía que era? Si él tenía más poder en una de sus manos del que él tenía en todo su cuerpo, Zed solo era una creación horrible, gris, sin nada de especial. No estaba tomando sus ataques en serio hasta que a este se le ocurrió ir tras Rakan. Sus ataques y fuerza se incrementaron por el odio que este le tenía a los celestiales y al ver a su bello sol, no dudo en irse sobre él.
La energía que recorría su cuerpo pareció congelarse al ver eso y se fue el sobre Zed, no dejaría que le hiciera daño a Rakan.
Pero Zed no se estaba cansando, seguía, seguía, y no podía atacar a Zed y defender a Rakan al mismo tiempo. Y él si se estaba cansando, no sabía qué hacer, como debía actuar para poder poner a Rakan a salvo.
Pero... no tendría que hacerlo. Rakan ya había decidido por él.
Sabía que su tiempo ya se estaba acabando, su luz se estaba reduciendo definitivamente, estaba más cansado y sabía que Jhin podía notarlo. No sabía si iba a explotar, si iba dejar algo allí o si se iba a convertir en un agujero sin fin. Pero definitivamente no quería que Jhin estuviera cerca para ver eso. No quería que tuviera que verlo morir y no quería hacerle daño con eso. Quería que siguiera bien, feliz, creando una nueva obra de arte todos los días.
Y en esos momentos, no solo estaba la posibilidad de que él lo pudiera dañar, sino que también esa otra estrella oscura lo estaba dañando y no pensaba perderlo.
Decidió rápidamente después de eso.
Corrió hasta estar junto a Jhin y puso un escudo en ellos, lo suficiente para que le diera un último momento para explicar todo.
- Mi Eclipse... mi maravilloso Eclipse –Sonreía Rakan, tomando el rostro de Jhin entre sus manos, quitando la máscara que usaba ahora- No sabes lo feliz que soy, solo por haberte conocido.
- Rakan, ¿Qué haces? Debes irte, aléjate de aquí –Decía preocupado, mirando como Zed seguía golpeando el escudo que les había puesto su sol-
- No Jhin, ya no hay tiempo yo... -Había decidido que no iba a hacer sus últimos momentos algo triste, después de todo, había tenido una vida maravillosa junto a Jhin- Quiero que sepas... que eres la criatura más maravillosa que he conocido en todo este universo, eres único y hermoso.
- ¿R-Rakan? –Se concentró en los ojos del menor, que brillaban un poco con lágrimas que aún no salían- ¿Qué pasa mi sol?
- Te amo Jhin, mi corazón siempre va a ser tuyo –Se acercó y besó, al contrario, entregándole toda su alma en ese beso- Refleja tu luz y píntalo todo de los más bellos colores, mi amado y bello Eclipse.
Soltó a Jhin y con todo el dolor del mundo, lo empujó lo más lejos que pudo, lo quería lo más lejos del lugar que pudiera. Luego, tomó a Zed y con sus últimas fuerzas, los alejó a ambos del lugar. Su explosión no iba a ser en vano.
Jhin se recuperó lo más rápido que pudo, pero fue muy tarde.
- ¡RAKAN!
Una explosión y una brillante luz, muy brillante, fue lo último que vio antes de desmayarse y caer de nuevo.
Despertó desorientado, sin recordar mucho de lo que había pasado, pero al ver su máscara ahí tirada junto con el regalo que le iba a hacer a Rakan, recordó todo. Rápidamente tomo esas dos cosas y corrió en busca de su sol. Tenía mucho miedo de lo que iba a encontrar.
Encontró dos cuerpos.
Uno que rápidamente se estaba desintegrando en materia estelar más pequeña, seguramente para reagruparse en otro lugar, pero poco le importaba, solo podía ver el otro cuerpo. Un muy apagado sol.
Corrió y tomó el cuerpo inerte de Rakan, comenzando a llorar con fuerza. Su cabello ya no era de ese fuerte naranja, que irradia luz, ahora era azul, opaco. Ya no irradiaba calor, estaba frio y su cuerpo había perdido su brillo. Su hermoso sol había muerto y había utilizado sus últimas fuerzas para protegerlo y que la explosión no lo dañara.
Se quedó allí por mucho tiempo, llorando y sosteniendo el cuerpo de Rakan, lamentando su muerte, la pérdida de su amado sol.
Eventualmente, su cuerpo se comenzó a desintegrar también y ahí si Jhin tuvo miedo de perderlo por completo. No quería que su sol terminara como simple polvo estelar, no lo aceptaría, pero pareciera que el universo le sonrió con eso.
En vez de terminar con polvo entre sus manos, terminó con un orbe que emitía una suave luz celeste.
Una estrella de neutrones.
Rakan había terminado como una estrella de neutrones.
Su esencia seguía intacta y en un solo lugar, no se había esparcido y seguía entre sus manos.
Torpemente tomó el recipiente que había creado para Rakan, abriéndolo y con cuidado colocando el orbe en él, asegurándose de que quedara cerrado. Lo colocó en su pecho y juró que sentía un suave calor salir de él. Su Rakan seguía ahí.
- Mi sol... te prometo que buscara la forma de traerte de regreso –Se colocó su máscara y salió del lugar- No descansaré hasta ver tu brillo restaurado de nuevo.
Sabía que debía haber una manera de traerlo de vuelta y sino no las habían, existirían en otro universo. No importaba a donde tuviera que ir, haría lo que fuera por Rakan, por su maravilloso sol.
Y tardó algo de tiempo, pero al fin había encontrado la solución.
El portal brillante, dorado, con más colores extraños que lo atraían hacia este, susurrándole que cruzara. Había estado cerrado por muchos años, pero por alguna razón en esos momentos estaba abierto. Alguna criatura del otro mundo debía de haber cometido un error, pero estaba muy feliz por eso, porque en ese mundo estaba la solución a sus problemas.
Con ese "ora" sabía que podía traer a su amado Rakan de vuelta.
- Mi sol, pronto estarás de vuelta, te lo prometo –Sonreía bajo su máscara, al tomar entre una de sus manos el recipiente y sentir su tenue calor- Y ahora tendrás todo otro universo entero para explorar, un escenario más grande donde bailar.
Dejó el recipiente y su mano apretó con fuerza su arma, comenzando a caminar hacia el portal. No miró atrás, pues no había nada que estuviera dejando que fuera de su interés. Todo lo que quería y necesitaba lo tenía consigo y muy pronto lo tendría de nuevo a su lado.
Se adentró en el portal y dejó que su luz dorada lo consumiera por completo.
Su amado sol... ya quería ver su sonrisa otra vez.
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One-shot hecho/dedicado para AnaPatriciaLopez4.
WEEEE ERES BIEN GENIAL ✨💕🌸
Muchas gracias por la skin de Sett ;—; 💕💖🌸✨💕
Y ya dígame que ship o temática quiere para hacerle otro one-shot u":< 💖
Digamos que la música del video es la música de la cajita que Jhin le regaló a Rakan (?(
Este one-shot podría tener continuación, si les interesa, dejen un comentario uwu
Pd: No odio a Zed, solo que necesitaba un villano para el fic .w. XD
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