Amor y lealtad, incluso después de la muerte (Jayce x Viktor)

No paraba de llover. Cantaros y cantaros de agua parecían caer afuera de su ventana, sin ninguna señal de que se fuera a detener.

Se escuchó un gran trueno afuera, seguido de un gran rayo, que iluminó su habitación por unos segundos, iluminó su rostro cansado. Si, la lluvia definitivamente no pararía muy pronto, se pondría más fuerte si debía adivinar, pero tampoco le importaba mucho.

Ya prácticamente nada le importaba en estos días y es que, ¿Qué razones tenia para hacerlo? Si lo más importante de su vida se había ido ya hace mucho tiempo, se lo habían arrebatado cruelmente y cuando dio el último suspiro de vida, se llevó consigo todo su amor, todo su cariño y toda su felicidad. Viktor era su mundo, su ilusión, su roca que le permitía seguir adelante. Todo eso se derrumbó el día que fue enviado a la horca.

Se sentó en su cama y miró por la ventana, ese mar de lluvia furiosa que caía a poca distancia. ¿Pronto seria su aniversario no? El aniversario del día donde su pelinegro pudo descansar y por fin ir con su adorada muerte. Quizá eso era por lo que la lluvia estaba tan fuerte, el cielo se compadecía de él y sentía su furia y tristeza, uniéndose a su lamento.

Forzosamente, el castaño se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, necesitaba algo de licor. Era lo único que más o menos le hacía soportar la ausencia de su amado en estos días, le daba unos pocos momentos donde olvidaba, aunque sea un poco su dolor y en su estado de ebriedad, se imaginaba a su amado Viktor a su lado.

Quien iba a pensar que Jayce, inventor que se estaba abriendo camino en la industria, que tenía dinero y fama a su disposición, que tenía un futuro brillante, iba a estar en su cocina, bebiéndose la última botella de vino que le quedaba, con su ropa sucia y su cabello descuidado, lamentándose la muerte de un "lunático". Pues, él nunca había esperado ser tan feliz a como lo fue con Viktor, tampoco esperó perderlo por culpa de un montón de ignorantes. Así que todas las cosas que las personas del pueblo pudieran decir, no valían nada para él.

Tiró la botella al suelo en un ataque de irá, al recordar cómo había perdido a su amado pelinegro. Viktor tenia tanto potencial, tantas cosas que no le dejaron hacer. Tantos cuadernos llenos hoja por hoja con ideas, nuevas invenciones, que nunca pudo terminar. ¿Por qué los tuvieron que molestar? ¡¿Por qué?! Ellos vivían felices en su pequeño mundo. Trabajaban en sus proyectos, pasaban las noches juntos, hasta había empezado a seguir las enseñanzas de Viktor sobre la muerte, como los muertos se alzarían entre los vivos, donde nadie los podría detener. La sonrisa orgullosa y feliz que se posaba en su rostro al hablar de eso, daría todo por volver a ver esa sonrisa. Por volver a ver a Viktor, por escuchar su voz.

El día que llegaron a capturar a Viktor al hogar que ambos compartían, sería el peor día de su vida. Los escucharon venir y aunque él quiso enfrentarse a ellos, luchar con ellos, huir o algo, Viktor no se lo permitió. Sabía que, si no era el mismo, irían por Jayce, y no podía permitirse que le sucediese algo. Corrieron a guardar toda la investigación de Viktor y antes de que pudieran entrar a su casa, compartieron un hermoso e íntimo momento.

Viktor lo abrazó, le dio un beso de despedida y le dijo a su oído: "Volveré por ti amor, solo espérame. Prometo que volveré por ti y por fin podremos estar juntos, sin importar que"

Poco después, se entraron a su casa y se llevaron forzosamente al pelinegro. Intentó luchar, pelear, trató de aferrarse a Viktor, pero fue inútil. Luego trató de usar todo su dinero y todas sus influencias para sacarlo de la horca, pero le fue imposible, querían ver a Viktor muerto. Y lo consiguieron. La vida de Viktor se fue en una lluviosa tarde, con nubes casi negras en el cielo y rayos cayendo en todo lado. Él se quedó allí, vio a Viktor subir a la plataforma, lo vio tomar su ultimo respiro y estuvo allí para recibir el cuerpo. Le quitaron la vida de Viktor, no iba a dejar que terminaran de arruinar su cuerpo.

Enterró a Viktor bajo un enorme y viejo roble, en la zona más oscura del cementerio. Un lugar donde pudiera descansar con tranquilidad, hacer los planes de siempre y quizá hasta poder conocer a la muerte que tanto admiraba. Eso le gustaba pensar que era lo que hacía el pelinegro, que al menos en muerte al fin había podido hacer lo que tanto amaba y a lo que tanto le ponía esfuerzo. Esa fe ciega que tenía al mundo de los muertos, algo que se había vuelto un confort para él en los momentos donde más extrañaba a Viktor. Había comenzado a seguir los pasos de Viktor en ese tema, nunca había sido tan devoto como él, hasta que este murió. El recordar el tema le hacía sentirse más cerca del pelinegro y poco a poco, comenzó a rezarle a la muerte también. Constantemente le rogaba que le devolviera a su amado. Sabía que la muerte podía, no perdía la esperanza. Al menos, esperaba que cuando el muriera Viktor estuviera allí, solo quería verlo una vez más.

Caminó hasta su laboratorio, el que solía compartir con Viktor, y fue hasta una esquina, con una mesa con símbolos curiosos, runas mágicas y algunas plantas. Se sentó en un banco enfrente y tomó una pequeña figura de madera en sus manos.

- Muerte, te ruego que me escuches -Decía débilmente, pero con convicción fuerte- Por favor, por favor... Devuélveme a Viktor, déjame ver de nuevo a mi amado -Comenzó a sollozar, apretando con fuerza la figura- Permítenos estar juntos otra vez... Te serviremos juntos.

Otro rayo, muy fuerte, cayó en las cercanías. Iluminó la habitación y reflectando un extraño brillo en su martillo, que descansaba en una mesa cercana. Quizá ya estaba muy cansado o muy ebrio, pero tomo ese rayo como una buena señal. Quizá la muerte por fin había escuchado sus plegarias, quizá al fin le dejaría reunirse con su amado otra vez.

Esa noche, se durmió sobre esa mesa, sin importarle si en la mañana iba a estar adolorido. Se sentía mucho más cómodo allí.

Esa noche también, soñó con una figura misteriosa, envuelta en una brillante niebla azul. Una figura que acariciaba su rostro y le susurraba a su oído:

"Todo va a estar bien. Estaré allí pronto"

Quizá fue el licor, pero esa noche durmió muy bien.

//////////////////////////////////////////////////////////////////

Si alguien lo hubiera visto hace unos días y si lo viera en esos momentos, dirían que era una persona completamente diferente. A diferencia de su usual ropa descuidada, hoy portaba su mejor ropa y estaba completamente arreglado. Una camisa roja, sin una sola arruga, unos pantalones negros perfectamente planchados, sus botas estaban limpias y relucientes. Para terminar, su icónica chaqueta sobre todo su atuendo, dándole un cierre y dándole calma. Recordaba lo mucho que a Viktor le gustaba esa chaqueta, siempre pasaba mencionándole lo apuesto que se veía con ella. Y es que justo esa era la ocasión especial, iría a verlo y quería verse muy bien en ese día. Si ya hace un año de su partida, necesitaba verse especialmente bien hoy.

También, quería verse impecable para demostrarle a toda la gente del pueblo que no les temía, que vieran el enorme error que habían cometido. No habían hecho nada malo, no debía esconderse. No bajaría su cabeza y caminaría con la frente en alto.

Y justo así lo hizo, caminó por el medio del pueblo en sus mejores ropas, con una canasta de regalos y flores en una mano y con su martillo en la otra. Caminaba orgulloso, sin quitar la mirada del frente, que vieran que iba a celebrar a la persona que tanto detestaron en el pueblo. Solo quería estar con Viktor.

- ¡Ah, Jayce! Es bueno verlo fuera de casa, ¿Va a ver a alguien especial?

Y tenían que venir y arruinarle su existencia, arruinarle su día especial.

- ¿Quién te dio el permiso de llamarme por mi primer nombre? -Contestó furioso, volteando a ver al hombre- ¿Te crees especial o algo así?

- No, disculpe señor Giopara -Decía molesto también el hombre, pero tratando de ocultarlo. Como si Jayce no pudiera ver ya lo hipócrita que es- Es que ya casi no se le ve fuera de casa, es raro verlo por el pueblo. Y más con flores.

- Las cosas que yo compre con mi dinero no creo que sean de tu incumbencia, ¿Te lo pedí prestado? Yo creo que no.

- Vamos, es solo una broma. En el pueblo nos alegramos de verlo salir -Decía con la sonrisa más falsa del mundo en su rostro- Ya al fin estaba olvidando a ese loco mania-

No terminó la oración y ya se encontraba tirado en el suelo, gracias a un fuerte golpe en su rostro por parte del puño de Jayce. Este lo miraba aún más enojado, sosteniendo con fuerza su martillo, más que listo para manchar de sangre ese lugar si el otro continuaba con lo que iba a decir.

Ya estaba cansado, hace mucho tiempo ya se había cansado de todas las personas de ese horrible pueblo, ya se había cansado y no se aguantaría más los abusos de estas personas. De lo único que se arrepentía, es de no haberse cansado antes y tratar de ponerle fin a todo esto antes. Quizá así las cosas hubieran sido diferentes.

- No te atrevas a llamarlo así, ni siquiera deberías pronunciar su nombre -Exclamó enojado, tomando al hombre de su camisa y alzándolo hasta que quedó en el aire- Después de lo que le hicieron, todavía te atreves a hablar mal de él.

- No era más que un loco sin sentido, todos están mejores con ese tipo muerto -El hombre exclamó con una sonrisa superior, tratando de enfrentarse a Jayce- Tú serás el siguiente si sigues así, repitiendo tantas tonterías y palabras sin sentido.

Grave error, realmente uno grave. Ya Jayce había llegado a su límite y provocarlo más no servía de nada, solo terminaría peor.

Con toda la fuerza que tenía el castaño, este estampó al hombre contra el suelo, dándole un fuerte golpe en su rostro después. Le dio otro, y otro. Uno extra para asegurarse.

Cuando se levantó del suelo, el hombre tenía la nariz quebrada y sangraba profundamente por la herida, tratando inútilmente de protegerse de los ataques del contrario. Como si eso fuera a servir de algo. Si Jayce lo hubiera querido matar, fácilmente lo hubiera hecho. Y aun no descartaba la posibilidad de hacerlo.

- ¡E-Esto tendrá consecuencias Giopara!

- ¿Para ti o para mí? -Decía sarcástico, sacando un pañuelo de su bolsillo para limpiarse la sangre de sus puños- Cuando los muertos caminen entre nosotros, cuando sean los que dominen estas tierras, te vas a arrepentir -Le tiró el pañuelo sucio a la cara del hombre en un último gesto de decir "vete a la mierda"- Viktor va a volver y no será misericordioso. Y si él no hace nada, te aseguro que yo sí.

Le dio la espalda al hombre y se dispuso a recoger su martillo y la canasta que había dejado en el suelo, para luego emprender su camino de nuevo, esta vez sin dejar que gusanos insignificantes lo interrumpieran. Ya suficiente tenía con que iba tarde gracias a ese imbécil, no dejaría que le arruinaran ese día. Debía llegar al cementerio antes de que comenzara a llover y por la vista gris del cielo, no tardaría mucho para eso.

//////////////////////////////////////////////////////////////////

Caminó despacio, algo cansado, pero logró llegar al cementerio antes de que comenzara a llover. Una sonrisa agridulce se posó en su rostro apenas cruzó los portones y se encaminó hacia la tumba de Viktor. Si bien le agradaba sentirse más cerca de su pelinegro, enfrentar la realidad de que ya no estaba seguía siendo igual de difícil.

Ver esa tumba bajo el roble, le seguía partiendo el corazón, lo hacía cada vez que venía a ese lugar.

Alejada de todas las demás, una tumba de mármol blanco reposaba bajo las enormes ramas del árbol, que ocasionalmente dejaban caer algunas hojas y estas caían en la placa con su nombre. Se quedó parado frente a la tumba unos minutos, solamente viéndola, tomando fuerzas para no ponerse a llorar. Debía tener, aunque sea algo de compostura ese día.

La tumba estaba algo sucia, tenía algo de tierra, llena de hojas. Las velas que había puesto en su última visita seguían allí, ligeramente desgastadas, justo como las había dejado. Eso era bueno, no habían venido a vandalizar la tumba de su amado. No sería la primera vez, pero se alegraba que no hubiera pasado.

- Hola Viktor... -Decía suavemente, al agacharse y dejar sus cosas en el suelo- No sabes cómo te he extrañado.

Sacó un paño y una botella con agua de la canasta que traía, dispuesto a limpiar la tumba. Comenzó por quitar las hojas que habían caído y hacerlas a un lado, para después comenzar a quitar la tierra con el agua y el paño.

- No puedo creer que ya hace un año desde que... todo ocurrió -Soltó una suave risa amarga- Por eso me vestí elegante hoy y tú, también debes verte muy bien. Veamos hoy como un día especial, para que no sea tan triste -Su voz comenzaba a quebrarse, justo cuando pasaba el paño por el nombre de Viktor y la inscripción allí escrita-

Viktor Levitsky

"Podrías haber hecho mucho más, si tan solo hubieses tenido tiempo"

- Te arrebataron de mis manos tan pronto -Dejó el paño en el suelo una vez estuvo la tumba impecable- Pero creo que es cuestión de tiempo hasta que te vuelva a ver, ¿no?

Se sentó en el suelo y empezó a sacar el resto de las cosas de la canasta; flores, dos vasos, una botella de licor y una botella con leche dulce. No podía faltar la leche dulce, era la favorita de su amado. Acomodó los vasos en la lápida y lleno cada uno con las bebidas que había traído, aunque sabía que iba a terminar bebiendo directamente de la botella después.

- Las cosas aquí no han cambiado mucho... la gente del pueblo está peor, bueno, nunca estuvieron bien -Rió suavemente, bajando su mirada- Yo pues... sigo igual. No hay día en el que no te extrañe...

Suspiró suavemente y tomó el vaso con licor, tragándoselo de una sola vez. En ese punto de la vida le parecía agua, ya todo se había vuelto gris y lo que usaba para olvidar el mundo ya estaba perdiendo su efectividad.

- Pero hoy... hoy no quiero ponerme triste, no quiero embriagarme. Ya... ya tendré tiempo para eso después. Hoy... quiero sentir que estas aquí conmigo.

Y así lo hizo, pasó toda la tarde allí, hablando como si su amado Viktor le estuviera escuchando, como si fuera una de sus típicas tardes donde el solía hablar y hablar, y el pelinegro solamente se dedicaba a escucharlo con una sonrisa en su rostro.

"Me gusta el sonido de tu voz" Le había dicho una vez. Seguramente era el único loco que le gustaba oír sus monólogos, como hablaba por horas sin parar de algún experimento que estuviera realizando, de alguna cosa que le hubiera pasado en el día, cualquier cosa que le quisiera compartir. Pero era su loco y lo amó con toda su alma, con cada parte de su cuerpo. Y lo seguía haciendo, aun lo amaba, lo seguiría haciendo hasta el día de su muerte. Y seguro quizá aun después de morir. Viktor era especial y algún día todos los demás verían eso también.

Pasó horas hablándole a esa tumba, recordando todo lo que habían vivido. Relatando viejas anécdotas, viejos momentos divertidos. La vez que consideraron conseguir un gato de mascota, pero descubrieron que Jayce era alérgico a los gatos. La vez que comieron pastel todo el día por el cumpleaños de Viktor, había comprado un pastel demasiado grande y eso fue lo que el diente dulce del pelinegro quiso comer y él gustosamente le cumplió el capricho. Todas las noches que se quedaba mirando dormir a Viktor, como jugaba y acariciaba su cabello para que este pudiera dormir mejor, y como este se acurrucaba contra su pecho ante esas acciones. Extrañaba mucho tenerlo en sus brazos. Quizá demasiado.

Al final no pudo aguantar, terminó llorando cuando el sol comenzaba a ocultarse.

- Realmente te extraño Viktor, me hubiera gustado poder decirte te amo una vez más -Sollozaba suavemente, poniendo sus manos en la lápida- No sé cuánto más pueda aguantar esto...

Metió una de sus manos al bolsillo de su chaqueta, sacando un frasco con un líquido de un color verde profundo. Le quitó la tapa y lo alzó para llevarlo a sus labios.

- Sabes, encontré esto entre tus cosas hace unos días. Un veneno en el que estabas trabajando. Creías que, si podías aislarlo, serviría para crear una medicina -Miró cansado el frasco, acercándolo más a su boca- Ahora me pregunto... si esto me ayudará a reunirme contigo más rápido...

Pero no pudo terminar con su cometido, pues una voz fría, penumbrosa, interrumpió sus acciones.

- No lo hagas, no servirá de nada.

Eso definitivamente lo asustó, haciendo que soltara el frasco con el veneno y este se derramara sobre la lápida. Una vez salió del shock, volteó a ver quién rayos lo había interrumpido, pero se llevó una sorpresa al ver la apariencia del lugar.

Sabía que ya el sol se estaba ocultando, pero la oscuridad que permeaba el lugar era ridícula. El cielo se había tornado un fuerte azul oscuro, una niebla gris parecía permear cada rincón, pero a pesar de esto, un brillo verde-azulado parecía brotar del suelo. Pequeñas llamas azules, que rápidamente salían y se unían a la niebla, dándole un aspecto más tenebroso. ¿Qué estaba pasando?

De repente, figuras del mismo verde azulado comenzaron a salir del suelo, humanos desfigurados con ese brillo espectral. Con expresiones de odio en sus rostros, la furia se sentía en el aire, que marchaban hacia el centro del pueblo. Varias de esas figuras pasaron a su lado, pero no le hicieron daño alguno. Chocaron contra él, pero parecían desintegrarse al hacer contacto con su piel, solo para volverse a formar unos metros después. Dejando solamente una sensación de frio en sus manos y en su cuerpo, su aliento comenzaba a verse en el aire. La temperatura comenzaba a bajar también, haciendo todo el ambiente aún más pesado.

Tardó unos segundos, pero por fin entendió lo que estaba pasando.

Viktor tenía razón, siempre la tuvo.

- Viktor tenía razón -Decía sonriendo ampliamente, mirando como las ultimas figuras se retiraban- Los muertos vienen a reclamar las almas de los vivos.

- En realidad, solo venimos a reclamar una -Habló una voz femenina, con un tono divertido pero espectral en su voz- Si hay casualidades, pues... son bonos extra.

Cuando todas las almas perdidas se retiraron, se dio cuenta que se había quedado en la presencia de dos figuras imponentes, eran más poderosos que el resto, mucho más.

Una mujer con un brillante cabello azul, una cicatriz en su rostro y dos cuchillas largas en sus espectrales manos. Sus ojos lilas lo veían como si fuera un juguete, como si toda esa situación le estuviera divirtiendo de sobremanera.

El otro, una imponente figura con armadura oscura y una máscara con largos cuernos del mismo color, también con cuchillas en sus manos, pero estas parecían parte de la armadura. No podía verle el rostro, solo fuego azul salía por los agujeros donde iban los ojos, haciendo imposible de saber si realmente tenia ojos como la mujer o simplemente tenia llamas allí.

- ¿Así que esta es la mascota de la mascota de la muerte? Me esperaba a alguien menos... deprimido -Decía con una risa burlona-

- Cállate Katarina, solo te meterás en problemas con la maestra o con Viktor.

- Oh vamos, diviértete un poco Zed. Isolde no me va a hacer nada y con Viktor pues, acá tenemos a su pequeño juguete.

Reconoció la voz del enmascarado como el que le había hablado más temprano, el que había evitado que se tomara el veneno. No sabía que le podían hacer, no sabía quién era Isolde y seguramente tampoco le importaba, solo le importó que mencionaron a Viktor.

- ¡¿Viktor?! ¿Viktor Levitsky? -Preguntó esperanzado- ¿Dónde está? ¿Puedo verlo? ¡Tienen que llevarme con él por favor!

- Ugh, cálmate niño bonito, suenas muy desesperado -Soltó un quejido de molestia- Viktor está bien, furioso, pero bien. Probablemente se está divirtiendo en el centro del pueblo y nosotros aquí, buscando a su mascota perdida.

- Katarina en serio, cállate. Me estas provocando dolor de cabeza.

- Tú no tienes cabeza - Rodó sus ojos, cruzando sus brazos también- Solo te aguantas esto porque también quieres un humano, no engañas a nadie Zed.

- Si quiero o no un humano, no es tu problema -Una de las cuchillas de su armadura pareció crecer- Ahora estamos aquí por el humano de Viktor y tienes que soportarlo.

Eso lo hizo alarmarse un poco, rápidamente tomó su martillo y se puso de pie, dispuesto a defenderse o a obligar que le dieran respuestas. Aunque dudaba que su martillo fuera a funcionar contra esos seres.

- ¿Saben o no donde está Viktor? -Preguntó alarmado, apuntándoles con su arma-

- Aw, el perrito nos quiere morder -Decía riendo la chica, para después darse la vuelta y empezar a irse- Apúrense, no tenemos toda la noche y Viktor no me va a quitar toda la diversión.

- Por favor alguien dígame que está pasando -Estaba a punto de arrancarse el cabello, necesitaba una respuesta- ¿Si es mi Viktor? ¿De verdad saben dónde está?

- Cálmate, no te vamos a hacer daño -El ¿hombre? volvió a esconder sus cuchillas y lo tomó de los hombros para que empezaran a caminar- Pero Katarina tiene razón en algo, debemos empezar a caminar. Viktor se pondrá histérico si no te ve pronto.

Comenzaron a dar pasos suaves, despacio, entre esa pesada niebla. Jayce aún tenía el martillo fuertemente entre sus manos, aun alerta. Pensó que no obtendría respuesta alguna hasta que "Zed" comenzó a hablar.

- Viktor se encuentra en el centro de tu pueblo, encargándose de unos asuntos. Tratamos de convencerlo de que debía buscarte primero, pero lo segó la irá de lo que te iban a hacer. Así que cuando entramos a este mundo, marchó furioso a tratar de detener todo -Soltó una risa- Y eso le costó que casi te fueses antes igualmente, casi te tragas ese veneno.

- ¿Asuntos? -Preguntó extrañado- ¿Qué... que me iban a hacer?

- Los muertos tenemos oídos en todos los lugares, Viktor en especial sobre este lugar. Vio que los pobladores querían tu muerte, por repetir sus palabras.

- La gente del pueblo... ¿Está planeando mi muerte?

- Estaban, dudo que sigan muchos vivos. Y Viktor te necesita vivo para completar el ritual.

- ¿Ritual? No... no estoy entendiendo en lo absoluto.

- No es tan difícil -Suspiró cansado pasando una de sus manos por encima de su máscara- Si te hubieran matado o si hubieras bebido ese veneno, tu alma pasaría por un proceso "normal" y el bastardo de Tobías hubiera podido quedarse con tu alma. Viktor hubiera muerto de nuevo antes de permitir eso, así que aquí estamos.

- ¿Viktor volvió por mí? -Volvía a sonreír, con pequeñas lágrimas en sus ojos-

- Nunca paró de repetir eso, siempre te mencionaba. Pero debía esperar a que el veneno estuviera listo.

- ¿Dónde está?¡ Por favor necesito verlo!

- Cálmate, no te va a matar esperar unos segundos más. Aunque ahora que lo pienso, quizá si lo haga -Volvió a suspirar, parando en su andar para después señalar una figura en la plaza del pueblo- Listo, ya cumplí mi parte. Te entregamos sano y salvo al pupilo de la muerte, ahí está Viktor.

La plaza era un completo caos, puertas y ventanas rotas, cosas tiradas por toda la calle, fuego verdadero en cada esquina, que comenzaba a expandirse y así poner en ruinas a todo el lugar más rápido. Varios cuerpos decoraban el lugar, con extrañas heridas de quemaduras, cortes, sangre por todo el lugar. Pudo ver a "Katarina" a lo lejos, divirtiéndose, sacando sus cuchillas del cuerpo del hombre que lo había desafiado esa mañana. Al final las consecuencias no habían sido para él.

Pero luego su atención se posó en la figura del centro y lentamente comenzó a acercarse a él. Que apenas notó que se le estaba acercando, paró la golpiza que le estaba dando a uno de los aldeanos y su atención se centró solo en el castaño.

Esta figura también tenía mascara y una capucha que le cubría toda la cabeza, sosteniendo un bastón con lo que parecía un cristal en él. No le podía ver la cara, tampoco los ojos, pero aun así sentía que lo estaba mirando con todo el amor y cariño que pudiera existir.

Apenas estuvieron lo suficientemente cerca, la figura se quitó la capucha y su máscara, dejando ver su rostro. El rostro que Jayce tanto había extrañado.

Su cabello ahora era de un color gris pálido, mesclado con azul que tanto caracterizaba a esas figuras, su piel era azulada, sus ojos ahora eran lilas también, como los de la chica.

Había cambiado, claro. Pero la mirada de amor en sus ojos, eso nunca se había ido. Lucía justo como recordaba, la mirada con los ojos hermosos que tanto amaba de Viktor.

- Jayce, amor mío... -Habló con una gran sonrisa en su rostro. Su voz tenia ahora un tono espectral también, pero sonaba igual de dulce- Prometí que volvería por ti, solo era cuestión de tiempo. Lamento haber tardado tanto.

Era Viktor, definitivamente era su Viktor.

No lo dudó para abalanzarse sobre el contrario y atraerlo hacia el en un fuerte abrazo, sosteniéndolo en sus brazos como si su vida dependiese de ello, no quería perderlo y tenía miedo de que, si lo soltaba, se diera cuenta de que todo había sido un sueño y Viktor se había ido para siempre. Pero esos brazos que correspondían el abrazo con igual de fuerza eran reales, muy reales.

Ocultó su rostro entre el cuello y el hombro del contrario, tratando de atrapar cada minúsculo detalle de Viktor. Su piel se sentía fría al contacto, pero desprendía de él una extraña calidez. Como si se pudiera filtrar en tu cuerpo y llegar hasta tus huesos, era extraño, pero al mismo tiempo le daba esa sensación de que no se iba a ir. Ya no tenía el aroma a aceite con el que lo recordaba, ahora tenía un aroma como a... tierra mojada y un fuerte aroma a hierbabuena, le sentaba muy bien. Su cambio no había afectado su estatura, la forma en que cabía perfectamente en sus brazos seguía siendo la misma. Usó una de sus manos para acariciar su cabello, seguía igual de suave. Seguía siendo su hermoso y perfecto Viktor, la persona que tanto amaba había regresado.

- Jayce, amor mío, déjame ver tu rostro -Decía feliz, acompañado de una suave risa- No sabes lo feliz que estoy de verte de nuevo

- No quiero soltarte Viktor -Comenzó a sollozar de nuevo, abrazando aún más fuerte al contrario- Tengo miedo de perderte de nuevo, temo que si te suelto te vas a ir y me voy a quedar solo otra vez... No puedo soportar eso una segunda vez.

- No me vas a perder, te lo prometo -Acaricio la espalda del contrario, sonriendo con suavidad- Volví por ti, no me iré sin ti.

Lentamente se separó de su amado, pero no demasiado, aun temía que fuese a desaparecer entre sus dedos. Viktor tomó su rostro entre sus manos, mirándolo con los ojos llenos de amor, secando con sus pulgares las lágrimas que caían de sus mejillas. Solo se le quedó mirando por lo que parecieron años, pero es que no podía tener suficiente de ese castaño. Había pasado un año desde que lo había visto, quería absorber cada detalle también, recordar lo que era, lo que, con suerte, dejaría atrás pronto.

- Me alegra tanto haber llegado a tiempo... -Suspiró aliviado- No me hubiera perdonado si los aldeanos te hubieran hecho daño.

- ¿Realmente querían matarme? -Decía con una suave risa, su ánimo comenzando a levantarse-

- Sí, lamentablemente querían hacerlo -Su sonrisa se borró y puso sus manos en los hombros del castaño- Querían colgarte también, por seguir insistiendo con las palabras de la muerte. N-No, no podía permitirlo. -Volvió a poner una mano en su mejilla y lo vio por primera vez desde que se reencontraron, con tristeza en su mirada- No hubiera soportado perderte una segunda vez...

Si es que él no había sido el único que había sufrido, Viktor también debió de sufrir muchísimo. Ambos habían sido bruscamente apartados de la vida del otro, la peor tortura que les hubiera podido ocurrir. Ninguno iba a desperdiciar esa oportunidad, no importaba el costo, no se iban a separar.

Miró con dulzura a Viktor antes de acercar su rostro y besarlo suavemente, con amor, con cariño, con todas las palabras que no se habían dicho en el año que estuvieron separados. Todas las palabras que se dirían de ahora en adelante, todo el amor y cariño que compartirían el resto de sus vidas. Porque el tiempo que viviera, el tiempo que le quedara, no se separaría de su amado científico loco, que siempre habló con la voz de la razón y ahora sería escuchado a la fuerza. La voluntad de Viktor era más grande que todo ese pueblo y eso había salido a relucir en el mejor momento.

- Te amo tanto Viktor -L e dijo suavemente cuando se separaron- No importa a donde vayas, yo te seguiré.

- También te amo Jayce, mucho -Sonrió suavemente, pero después una expresión preocupada se hizo presente en su rostro- Me temo que no estés de acuerdo con esa parte...

- ¿Por qué lo dices? Sabes que haría cualquier cosa por ti.

- Jayce, yo... yo tengo que volver, allá abajo -Suspiró suavemente- Pero vamos, este no es lugar para hablar sobre esto.

Viktor recogió su bastón, le dio tiempo a que recogiera su martillo, y luego tomó su mano, para comenzar a caminar lejos de la plaza. Zed los detuvo antes de que pudieran abandonar el lugar y le entregó un frasco muy adornado a Viktor, con un líquido azul brillante. Luego de eso abandonaron la plaza y continuaron caminando en silencio, hasta llegar al cementerio.

Le sorprendió un poco eso, pero no cuestionó a Viktor y solo lo dejó hacer lo que quería. Terminaron en la tumba del mayor, donde ambos se sentaron en el suelo. Viktor puso aquel frasco frente a él, en medio de ellos, y luego tomó sus manos, acariciando el dorso de estas.

- Jayce, yo tengo que volver al mundo de los muertos, tengo un deber que cumplir ahí. No puedo quedarme aquí, eventualmente tengo que volver a servir a-

- ¿A tu maestra? ¿Isolde? -Preguntó con una sonrisa- ¿Ese es el nombre de la muerte?

- Sí, como... ¿Cómo lo sabias?

- Tus compañeros estaban discutiendo y la chica mencionó ese nombre. -Rió suavemente- ¿Si estás bajo su cargo? ¿Cumpliste lo que tanto querías?

- Sí, la maestra me otorgó mis poderes, me ha enseñado mucho -Decía con una sonrisa algo tímida- Ella me permitió venir hoy y me dio ese frasco...

El castaño soltó las manos de Viktor para tomar el frasco en sus manos, examinándolo. El líquido azul adentro parecía brillar y moverse, una extraña sensación emanaba de eso. Una flor estaba gravada en el vidrio, con un simple corcho como tapa. Destapó el frasco y lo olfateó un poco, tenía un olor demasiado dulce.

- Espera -Viktor lo detuvo antes de que pudiera hacer otra cosa con los contenidos del frasco- No sabes lo que contiene y-

- ¿Es veneno? -Preguntó con una suave sonrisa- ¿Lo trajiste para que yo lo beba?

- Sí... -Suspiró preocupado- Y sí. Quiero que bebas ese veneno.

- ¿Por qué este es diferente? ¿Es parte del ritual del que habló el hombre de la máscara?

- Sí, eso permitirá que tu alma pase directamente a mí, conectará nuestras almas y así Tobías no podrá añadirla a su colección.

- Tus compañeros dijeron que ese Tobías era un "bastardo" -Rió suavemente-

- Es muy astuto, toma cada oportunidad que ve -Reía también- Tuve que esforzarme mucho para obtener ese veneno, pero no podía dejar que tu alma vagara por ahí y que quedara a merced de alguien más. Le rogué mucho a la muerte para que me dejara hacer esto.

- ¿Entonces qué es lo que te preocupa?

- Yo... -Bajó su mirada- No quiero obligarte a esto. Aun tienes cosas que podrías hacer, aprovechar tu vida, podrías viajar a otro lugar, un lugar donde si te aprecien-

- Viktor -Lo interrumpió y volvió a tomar sus manos- Mi vida ha sido miserable desde que te fuiste de mi lado, sufrí cada día en el que no estabas conmigo, deseando cada segundo que estuvieras allí, para al menos volverte a ver el rostro -Sonreía ampliamente- Pero ahora mira, te tengo completo frente a mí. Todos los días y todas las noches donde le imploré a la muerte que te trajera a mi lado, lo cumplió. Y ahora tengo la oportunidad de estar por siempre a tu lado, tengo demasiado que agradecerle.

- ¿Entonces... no te importa? ¿Harías esto por mí?

- Haría lo que sea por ti Viktor -Besó con cariño el dorso de su azulada mano- Mi alma y mi corazón, todo te pertenece a ti. Mi lugar es donde tu estés.

Se acercó y volvió a besar a su amado, poniendo una mano en su mejilla para profundizar el beso. Su felicidad estaba por desbordarse, todo lo que siempre había querido se había cumplido, tendría a su amado Viktor por siempre. Lo protegería, lo amaría, daría todo por si amado pelinegro. Bueno, ahora no era pelinegro, pero seguía siendo igual de hermoso. Su amado espectro, su amado genio.

Se separó de Viktor y tomó la botella, llevándola a su boca esta vez sin que el contrario lo detuviera. Bebió cada gota del líquido, no dejó nada. Dejó el frasco a un lado y volvió a centrarse en el contrario.

- ¿Ahora qué sigue? ¿Debo hacer algo especial?

- No, solo relájate. Ya sé, ven, acuéstate en mis piernas.

Y así lo hizo, puso su cabeza en las piernas del contrario, dejando que este jugara con su cabello, pasando sus manos con suavidad. Ya había comenzado... lo que sea que hubiera hecho y solo debía esperar y confiar en Viktor.

- Esto me recuerda las noches que dormíamos juntos-Sonreía cansado- Podía estar horas acariciando tu cabello, ver tu rostro, lo pacifico que estaba cuando dormías...

- Y ahora yo hago eso por ti -Sonreía dulcemente, sin parar sus acciones- Veré tu hermoso rostro, hasta el momento que debas pasar al otro mundo.

- ¿Me voy a ver igual que tú? ¿O como alguno de tus compañeros?

- No lo sé, pero seguro te verás igual de hermoso -Rió suavemente ante esas preguntas-

- ¿Vas a estar ahí cuando despierte? -Preguntó suavemente, cerrando sus ojos-

- Claro que sí, no te dejaré solo. Nunca más.

- Viktor... te amo, demasiado. Gracias por volver.

- Gracias a ti por esperarme -El peligris se agachó y besó suavemente al castaño- Te amo Jayce, nos veremos muy pronto...

Muy pronto, el cansancio fue demasiado y su cuerpo simplemente cedió, sucumbió a la muerte que tanto había esperado. Pero no tuvo miedo, murió con Viktor a su lado, con sus suaves caricias que no pararon en ningún momento. Y lo más importante, con una promesa de que estarían juntos, por siempre. Ya ahora nadie los iba a separar.

//////////////////////////////////////////////////////////////////

Cuando Jayce despertó, sentía que tenía la peor resaca del mundo, sentía que había bebido como nunca antes. Su cuerpo estaba pesado, muy pesado, un fuerte dolor se hacía presente en su cabeza. Pero al mismo tiempo sentía una suave sensación en su cabeza, que le hacía sentir mejor, lo reconfortaba muchísimo. Unas manos gentiles acariciaban su cabeza, masajeando gentilmente, como si buscara aliviar su dolor.

- Viktor, creo que ya está despertando -Habló una suave voz femenina. No reconocía esa voz-

- ¿Lo está maestra Isolde? Quería que descansara más, esta transición es pesada y no quiero lastimarlo...

Reconocía esa voz, era Viktor, era su adorado Viktor. ¿Todo había sido un sueño?

Recordaba... estar en el cementerio, con Viktor... hablaron un rato y después bebió algo y... no recordaba el resto. Lo último que recordaba era una suave sensación en sus labios, recordaba estar feliz y después, despertó con un enorme dolor de cabeza. ¿Habrá sido todo un sueño? ¿Realmente había

- ¿Está transición no los daña o sí? -Habló una preocupada voz masculina. Ese era... Zed, el tipo de la máscara, ¿no?-

- No Zed, el veneno no los daña. Pero es un cambio significativo, hay que darles tiempo para que se acostumbren -Volvió a hablar la voz femenina que no identificada-

- Se emocionan demasiado por un humano, no sé qué tienen de especial -Se quejaba otra voz femenina. Esa era... Katarina, la que lo había llamado una mascota-

- Katarina, sabes que también puedes tener un humano si quieres -Reía suavemente la otra voz-

- ¡No necesito un humano! Estoy bien así -Reclamaba Katarina. No sabía porque, pero le daba la impresión de que estaba sonrojada al hablar-

Entonces si estaban Katarina y Zed, reconocía esa voz como la de Viktor... no había sido un sueño, si había visto a todos esos espectros levantarse del suelo, había conocido a esos dos espectros poderosos y había visto a su amado Viktor de nuevo. Entonces no estaba con resaca, había muerto, el veneno había surgido efecto. Vaya, eso le daba una sensación rara.

Pero no una sensación mala, como había esperado que fuese la muerte, se sentía tranquilo, a gusto, muy feliz. Solo sentía que necesitaba descansar, su cuerpo si dolía un poco. No quería levantarse, porque estaba seguro de que estaba en brazos de Viktor, pero también necesitaba ver lo que suponía era su nuevo hogar, su nueva maestra y su nueva apariencia.

Se levantó lentamente y con cuidado, usando sus brazos para apoyarse y quedar sentado. Paró un momento, se sintió mareado por unos segundos. Una vez estabilizado, miró sus manos con cuidado. Movió sus dedos, seguían igual, no se notaba ningún cambio significativo. Su piel se veía un poco azulada, pero no demasiado. Se veía algo transparente. Hm, quería parecerse a Viktor.

Luego al fin levantó su mirada y empezó a analizar todo en su alrededor. Parecían estar en un castillo, la arquitectura era muy puntiaguda, oscura, combinaba con la armadura de los habitantes del lugar.

Y los habitantes del lugar... podía ver a Katarina, con un puchero en su rostro en una esquina. A Zed recostado en una pared, tratando de fingir que no lo veía con interés, que no estaba analizando sus reacciones. A una mujer con cabello verde, ojos de un intenso color turquesa, con un adorno alrededor de su cuello y... ¿esos eran 4 brazos? Interesante. Le sonreía amable, así que no creía que fuera peligrosa.

Al final, por fin se volteó y vio a su persona favorita en todo el mundo, su Viktor seguía allí. Con una sonrisa en su rostro y sus brazos abiertos.

No lo pensó dos veces para aceptar el abrazo y atraer a Viktor hacia él. Nunca se cansaría de tenerlo cerca.

- Oh, es justo como Viktor nos había dicho, es muy cariñoso -Habló con una suave risa, la mujer de cabello verde-

- Los hubieras visto en el mundo de los vivos Isolde, son demasiado empalagosos -Katarina se rió un poco- Apuesto a que Zed será peor. Se cree muy fuerte, pero todos hemos visto como mira a ese humano -Volvía a reír-

- Katarina, te he dicho mil veces que esto no es asunto tuyo -Se oía el sonido de unas cuchillas salir-

- Basta, los dos. Querer un humano no tiene nada de malo Katarina, deja a Zed en paz. Si algún día quieres un humano, lo trataremos igual de bien que al resto. Ahora, tenemos un asunto más importante, hay que darle la bienvenida a nuestro nuevo compañero.

Eso lo hizo separarse de Viktor y voltear a ver a la mujer de cabello verde, que seguía con una suave sonrisa en su rostro. Con ayuda de Viktor, se levantó lentamente, quedando frente a la mujer. Se veía amable, sonriente, pero al mismo tiempo se notaba lo poderosa e imponente que era. Inmediatamente entendió quién era y dio una reverencia ante ella.

- Señorita muerte, gracias por escuchar mis plegarias. Me permitiste volver a ver a Viktor.

- Oh, que educado -Sonreía divertida, tapando su boca con una de sus manos- Realmente es justo como dijiste Viktor.

- Él es perfecto, por eso lo quería tanto a mi lado -Sonreía alegre, tomando la mano de su pareja- Y ahora te serviremos juntos, maestra. Juntos llevaremos tus palabras y poder aún más lejos.

- Y así lo espero, tengo grandes expectativas de ustedes -Sonrió amable- Pero Jayce, por favor llámame Isolde. O maestra, si insistes como Viktor o Zed en darme un título de autoridad. Pero realmente no me importa que me llames por mi nombre.

- Entonces la llamaré maestra Isolde, si no es problema.

- Me parece bien. Ahora... -La mujer comenzó a mirar alrededor- ¿Dónde está su martillo?

- En mi habitación -Habló Viktor- Pensaba dárselo después de mostrarle un poco el lugar.

- Ah, perfecto. Entonces los dejo libres, muéstrale el lugar Viktor.

Con otra reverencia, se despidieron de la muerte, pero antes de que pudieran abandonar la gran habitación del trono, Zed los detuvo, poniendo una mano en su hombro.

- Cuando traiga a mi humano... ¿Podrías ayudarle? -Decía algo callado, pero preocupado. Realmente le preocupa lo que le pasara a ese humano- No está tan acostumbrado a este mundo y este tema, y creo que le ayudaría tener a alguien que haya pasado por lo mismo, al menos hasta que se acostumbre.

- Si no interrumpe mis deberes a con la muerte, claro que si -Decía sonriendo-

- Sabemos lo que se siente querer así a alguien, claro que te vamos a apoyar -Sonreía igual Viktor-

- Gracias Viktor y gracias a ti también Jayce -Sacudió su mano en forma de saludo- Bienvenido al ejercito de la muerte.

Después de eso Zed siguió su propio camino y ellos pudieron continuar a lo que suponía que era el cuarto de Viktor. Caminaron en silencio un rato, siempre con sus manos juntas, hasta llegar a una habitación que definitivamente era la de Viktor. Era una habitación muy grande, pero la mayoría del espacio era ocupada por un gran laboratorio y la cama en una esquina, al lado de un gran ventanal.

Pero también algo que inmediatamente notó, era que la mitad del laboratorio había sido limpiado y ahí descansaba lo que creía que era su martillo. Si eso era lo que creía, le conmovía mucho el acto de cariño de Viktor.

- ¿Limpiaste esto por mí? ¿Me vas a dejar un espacio en tu laboratorio?

- Nuestro laboratorio -Sonrió alegre, tomando ambas manos del más alto- Siempre fue así, ¿Por qué ahora sería diferente? Siempre hemos estado juntos y te extrañé mucho, quiero estar cerca todo el tiempo que se pueda.

- Entonces supongo que también vamos a volver a dormir juntos -Usó una de sus manos para acariciar las mejillas de Viktor- ¿Voy a poder volver a acariciar tu cabello hasta que te duermas? ¿Vas a abrazarme por las noches, como antes? -Comenzó a llorar suavemente- ¿Realmente siempre vamos a estar juntos?

- Siempre Jayce, ya no hay nadie que nos separe -Se levantó un poco para poder besarlo, pasando sus brazos por sobre los hombros del menor-

Estuvieron así unos momentos más, besándose y disfrutando de todo el tiempo que tenían ahora, pensando en todos los momentos que pasarían juntos en el futuro, las posibilidades que tenían por delante.

Luego, Viktor le dio un pequeño tour por el cuarto, le enseñó los proyectos en los que estaba trabajando y rápidamente se pusieron a discutir ideas ambos, en que podían mejorar, que podían cambiar. Le enseñó su martillo, que le había dicho que él había armado con algunas piezas de su martillo viejo, no podía ser el antiguo pues debía tener componentes especiales para que pudiera canalizar el poder que le había dado la muerte. Pero que Viktor lo hubiera armado lo hacía muchísimo mejor, mucho más especial. Tenía unos grabados muy bonitos, algunas calaveras y flores, era hermoso.

También Jayce empezó a preguntar por su apariencia, si aún le seguía pareciendo apuesto a su pareja, pero rápidamente un beso le confirmó esa duda. Resultaba que su cabello era azul turquesa, como el cabello de Katarina y sus ojos también era de una tonalidad parecida, un poco más verdosos. Igual de hermosos que siempre según Viktor, estaba enamorado de nuevo.

¿Y es que como no hacerlo? Jayce siempre lo había apoyado, lo había cuidado, lo quería tanto que voluntariamente lo siguió a al mundo de los muertos, renunciando a todo lo que tenía antes. Lo único que le importaba era Viktor, no importaba cuantas cosas tuviera, si no tenía a su amado no significaba nada. Y ahora tenía una ¿vida?, una existencia mucho mejor.

Jayce aún seguía cansado por todo el proceso de transición, así que cuando se fueron a acostar a la cama, no tardó mucho en quedar dormido. Cosa que no le importó a Viktor, quería que su amado descansara, quería cuidarlo, devolverle todo ese amor y cariño que le había dado él cuando ambos estuvieron vivos.

Pero la próxima vez que la muerte los llamó al deber, la próxima vez que debieron ir al mundo humano, Jayce estaba allí, junto a Viktor. Su fiel protector, siguiendo sus órdenes y siguiendo las órdenes de la reina, reclamando más y más almas para el mundo de los muertos. Con una enorme sonrisa en su rostro, orgulloso y feliz, para luego de terminar el trabajo, regresar junto a Viktor al castillo y reportar su progreso.

No podía estar uno sin el otro, y no lo querían de otra manera. Eran increíblemente felices así, adoraba su nueva vida.

Su destino siempre había sido estar junto a Viktor, sin importar que.


×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×=×

El diseño de Isolde que usé: https://twitter.com/yokusehikari/status/1383634600753123332?s=19

Pd: ¿Esto está muy heavy? ¿Muy gráfico? Si es así pls díganme para cambiar la descripción del fic ;w;

Pd2: El que note mis referencias se gana mi aprecio eterno (?( XD

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top