Parte 27.
– Mientras Bell tomaba un descanso, Aiz sentía mucha pena por él. La cara con signos de cansancio y las ojeras remarcadas le hablaban sobre sus días difíciles.
No podía perdonar que Freya le haya hecho tanto daño. Haciéndolo sufrir con olas de cansancio.
Ella también la hubiera enviado de regreso al cielo si se hubiera enterado antes.
"Quiero ayudarte". – Eso era lo que realmente pensaba. Había pensando en otras formas. Sobre la conversación y Hestia diciendo que los dioses y sus rotundas formas de ver la diversión.
Tenia que llegar a entender de que se trataba. La maldición de Bell era la Raíz negra. Un brote casi divino que eliminaba a cualquier persona que no era digna de ella.
La recuperación se daba por alguien que le transmita un sentimiento verdadero, pero ¿Qué tipo de sentimiento era el que debía recibir?
¿Quizás otro Beso?, pensó ella.
Mientras la pobre y desafortunada Bell dormía, Aiz lo beso.
Silenciosamente.
Una vez, y no veía cambios en su haber.
Lo beso otra vez, pero esta vez Bell se movió hacia un lado, y no podía alcanzarlo desde ese punto.
Camino hacia el otro lado para volver a intentarlo, pero volvió a girarse.
[Shuko mientras Tanto...]
Shuko: Que toy viendo....
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Volvio a intentarlo yendo hacia el otro lado, pero él volvió a girarse.
"Estas despierto verdad", pregunto, sin obtener respuesta. Así que volvió a intentarlo y él volvió a girarse. – "Bell deja de hacerte la dormida".
Se levanto tratando de mantener los ojos cerrados. – "Bueno. Duermo con un ojo abierto".
"No lo vi".
"No... bueno, vámonos". – Era demasiado complicado hablar con ella así que lo dejo. Avanzaron y avanzaron. Usaron las grietas para llegar más abajo mientras trataban de decirse algo el uno al otro, aunque era muy complicado.
Bell sin experiencia y Aiz a la expectativa, no era una buena combinación para llevar algo adelante ahora mismo.
"Estamos cerca del Jefe de piso... ¿Quieres hacerlo tú?".
"Oh...h... esta bien", le respondió ella.
"Te serviré como escudo sí lo necesitas, no te preocupes".
"Gracias".
– Bueno, pero no tenia un arma. Ella y el vinieron juntos sin nada de equipamiento. Así que hizo algo para ella. Muy filudo, con una hoja tan delgada como un pelo, y tan resistente como fuere posible.
No era imposible, pero empezó a realizarlo desde que descendieron del piso 16.
Tenía que darle mucha resistencia por lo que debía comprimirlo tanto como se pudiera.
El resultado fue bastante cercano a lo que esperaba. Muy duro de peso mínimo.
Estaba orgulloso de su creación y más orgulloso del que lo portaba luego de verla partir al Monstruo gigante.
– Al terminar el siguiente punto era el famoso piso 18, donde mientras caminaban a paso lento, Bell trataba de contarle sobre lo que él pensaba que debían hacer.
Ya que él cansancio y los constantes malestares sobre su cuerpo no desaparecían le pareció buena decisión contarle a Aiz sobre su estado.
Como vio a Aiz atenta, le conto desde el principio. Pero quería llegar a un punto muy especial.
Había una habilidad el cual era rango. Tenia una gran característica, que variaba en sus dotes al usuario.
Pero entre ese conjunto de habilidades la que le importaba era la de traspaso.
Nada más, simplemente traspasar, las habilidades, mágicas, de desarrollo, incluso estadísticas acumuladas durante el nivel en progreso.
Aiz parecía sorprendida. Aunque porque quería decirle eso.
Fue entonces cuando le confeso, que el no descansar y estar tanto tiempo torturando a Freya para saber cómo podía curarse, noto como él no podría aguantar demasiado tiempo.
Así que simplemente le pasaría todo a ella y él descansara ya.
Habían pasado el piso 20 cuando se lo confeso.
"No lo acepto", le dijo Aiz.
"Si voy a morir, ¿no quisieras esto de regalo?".
"No", le repitió.
"No tendré otra cosa que darte. Tanto como para que puedas sobrevivir, es el mejor regalo que puedo darte".
"No quiero", comenzó a llorar.
"No hagas ruido", no le quedo de otra que aferrarse a ella y callarla.
No sabia como había llegado a esto, pero no le quedaba de otra que dejar a Shuko toda la tarea de eliminar monstruos.
Luego de escucharla llorar se cuestiono si Aiz lo veía como la figura de Albert, ósea como su segundo padre. Pero esa idea estaba equivocada, aunque él creía que era así.
"Aiz, por favor, no hay nada que pueda hacer... ya lo intente todo".
"No quiero", le decía ella.
"Me quedare más tranquilo sabiendo que tienes más posibilidad de sobrevivir".
"¡¡Pero no quiero!!".
Consiente de que tenia un gran problema entre manos, él dejo de luchar. – "Te lo dije... no puedo hacer nada".
"Si se puede. Solo..... inténtalo".
"Bueno... durare tanto como me sea posible".
"Encontraremos como curarte".
Recibio un inesperado abrazo. Quizas eso si pasaría, y esperaba que sí ocurriera. Ya que empezó un deseo por vivir, junto a Aiz, el deseo de vivir junto a ella.
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