Parte 16.
Repentinamente los mareos le nublaron la vista y se sentía a caerse. Sin embargo, el poder para mover las cosas que Shuko usaba lo mantuvieron de pie, lo suficiente para que el haga un esfuerzo mas y caminar de nuevo.
Agito su cabeza, y pensó que nadie lo había visto, hasta que, miro adelante donde la chica, Aiz, lo estaba mirando con ojos preocupados.
Él se levanto y giro rápido, pero los pasos de la chica lo alcanzaron antes de que pudiera dar otro paso más.
"¿Qué te ocurrió?".
["Oh vamos, ¿por qué parecer que siempre esta en mis momentos mas vulnerables?"], pensó, pensando que era demasiado inoportuna.
"¿Quieres apoyarte en mí?", le pregunto ella, esperando una respuesta.
"No. Solo un tropezón. Apenas y lo siento".
"¿Tropezón? ¿Tú? Suena a chiste si lo dices tú".
"¿Por que?".
"Jamás te tropiezas. Incluso en piso resbaloso, nunca te caíste".
"Fui descuidado, ¿acaso quieres que sea perfecto?", le pregunto Bell, alzando la voz.
"Solo me importa que estés bien", le respondió ella, cabizbaja.
– ¿Qué estaba haciendo? – Otra vez había hecho algo que lo carcomía. Aunque estaba enojadísimo sin ninguna razón, también tenia mucho arrepentimiento. No podía voltear a mirarla ahora. No debí gritarle, se dijo.
*Suspiro* – "Tengo cosas que hacer ahora mismo. Me voy", dijo él, caminando, mientras escuchaba mas pasos acercarse. Eran las amigas de Aiz que hablaban con ella.
Se sentía como luego de un mal momento al salir otra vez. Aun tenia alguien a quien ir a buscar pero, no. No se sentía con ganas. Le dolía la cabeza.
Shuko le preguntaba que si estaba mal otra vez, pero, tampoco era eso, o al menos, no del todo. Decidido calmarse y luego divagar por un tiempo.
Cuando regreso, era tarde por la noche y nadie lo estaba esperando. Ósea que Aiz no estaba ahí. Y no estaba por ningún lugar. Penso que era un alivio no tener que tenerla cerca y poder tener su mente tranquila.
Mientras tanto en la torre de Freya. Ella estaba pensativa. Realmente la Raiz negra del mundo que se supone que era una maldición que nadie podría aguantar, [nadie del mundo que no sea un dios], no estaba haciendo el efecto que esperaba.
Era verdad, podía ver su alma derritiéndose ligeramente, pero a la vez se recuperaba.
[Había algo dentro de él que hacia que la maldición de la raíz oscura no funcionara]. Se supone que debía ser una muerte dolorosa, que comenzaba con debilitar los lazos y quitarle todo lo que quería a esa persona.
Aunque no era su fin matarlo, definitivamente quería verlo sufrir. Revolcarse y estar postrado en la cama, moribundo, mientras miraba a la chica que lloraría por él, Aiz, en pocas palabras.
¿Cuánto duraría ese estado hasta que su cuerpo deje de luchar?, eso era lo único que se preguntaba.
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