XXXII
Antonia
—¡¿Espera, qué?! ¿Cómo que la secuestraron? ¿Me estás jodiendo, verdad? Eso no pudo haberle pasado a Júpiter, ella... —le grito a Felipe con el rostro desencajado de pura sorpresa.
Miro de reojo a Bely, quien se lleva las manos a la boca y murmura cosas incomprensibles antes de dejarse caer al piso de la sala de estar. Por unos segundos, nadie puede pronunciar una sola palabra y solo se escucha su llanto desesperado, ¿Cómo pasamos de un almuerzo agradable y una bonita sobremesa entre amigas a enterarnos de una noticia de este calibre?
—Es una maldita broma, ¿Verdad? —murmura Paloma mirando al resto del grupo, casi como buscando que ninguna de las otras crea lo que Felipe está diciendo.
Cam y Sara se abrazan y lloran, mientras que Gaby, Valito, Isi y Clarita observan atentamente a Felipe, esperando que diga algo más. Todas tienen el rostro desencajado por el impacto y ninguna se atreve a decir algo. La tensión en el ambiente podría cortarse con un cuchillo.
—Me encantaría decirles que es una broma —susurra Felipe avergonzado y triste—, pero me temo que no es así. Júpiter ha sido secuestrada y no tenemos idea de a dónde se la llevaron.
—¡Júpiter! —Bely llora de rodillas en el suelo como si se le fuera a salir el corazón por la boca— ¡Tenemos que encontrarla, Felipe!
—Pero... —dice Valito con el ceño fruncido— ¿Cómo supieron ustedes que Júpiter fue secuestrada?
—Exacto, ¿Cómo lo supieron? —Gaby se une a la pregunta.
—Un número privado llamó a Katrina, le dijeron que tenían retenida a Júpiter y que, para que la traigan de vuelta, Kat tiene que abandonar la presidencia y traer de vuelta la constitución antigua —continúa diciendo Felipe—. En cuanto lo supimos, vinimos aquí, por si las llamaban a ustedes también o algo.
Katrina está sentada en un sofá junto a él, quien acaricia sus hombros intentando darle contención. Ella mantiene absoluto silencio, la mirada fija en el suelo y mueve incesantemente una de sus piernas. Gaby se arrodilla y abraza a Bely, lo que la ayuda a calmarse un poco.
—Pero no tiene ningún sentido... Jú iba a ir con el psicólogo de Antonia para decirle que... —dice Bely mirando al suelo.
—Nunca llegó —la interrumpe Katrina atreviéndose a dirigirle la mirada—. Llamamos a la clínica psicológica apenas nos enteramos y no hay ningún registro de que ella haya pasado por allí. Si alguien se la llevó, la interceptó antes.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —susurra Valito observando a Katrina.
—¿Cómo que qué vamos a hacer ahora? —la reprende Isi con cara de indignación— ¡Buscarla! ¡Eso hay que hacer! ¡No podemos rendirnos y esperar sentadas a que vuelva! ¡Tenemos que salir a buscarla a como dé lugar!
—No creo que sea tan sencillo como ir y pegar un cartel con su cara por todos lados —murmura Gaby—, ¿O me equivoco?
Cam y Sara deshacen su abrazo y miran a Katrina atentamente. De pronto, todas las presentes estamos esperando a que ella diga algo... Lo que sea, lo que le salga de los ovarios.
—Chicas, tengo que ser honesta con ustedes, no sé qué hacer —susurra Katrina sujetando su cabeza con sus manos—. No puedo dejar la presidencia, no puedo ceder a esa presión mediática, porque se jugaron la vida para que esta operación fuera un éxito, pero si le pasa algo a Júpiter, no podría perdonármelo jamás.
—Júpiter nunca permitiría que te doblegaras ante ellos —susurra Bely de forma inesperada—, preferiría morir antes que eso pasara. ¿Hay alguna forma de poder encontrarla con vida?
—Puedo desplegar todas las fuerzas de búsqueda disponibles para encontrarla, puedo hacer que levanten cada piedra de Niribia, puedo estampar su cara en todo el país, pero no es cien por ciento seguro que —Kat titubea unos segundos—... la encontremos.
—Yo iré a buscarla, entonces... hay que movernos ya, no hay tiempo que perder —Bely se levanta del suelo y se seca las lágrimas con fuerza.
—¿Qué? Pero... —Katrina mira a Bely con sorpresa— Ni siquiera sabes dónde puede estar, te puedes tardar demasiado tiempo si vas por tu cuenta.
—Tengo que encontrarla, y no podemos dejar pasar más tiempo. Tenemos que averiguar dónde fue vista por última vez. No puedo quedarme aquí esperando mientras Júpiter siga allá afuera y pueda pasarle algo malo por culpa de esos imbéciles.
—Bely tiene razón —dice Felipe—, mientras más tiempo pase, menos posibilidades tenemos de encontrarla con vida.
Miro a Felipe con el ceño fruncido y él me mira de vuelta, sin entender mi reacción.
—¿En serio, Felipe? —lo reprendo con voz hostil— ¿En serio eso es lo mejor que puedes decir en un momento como este?
—Tenemos que ser realistas, Antonia —responde sin más—, ¿Qué quieres que le diga? ¿Que estamos teniendo turbulencias y que todo va a estar bien?
Me quedo sin palabras por un par de segundos y mi mente me transporta rápidamente a ese momento clave en la operación:
"—¿Es en serio, Antonia? —me rebatió Max— ¿Qué querías que le dijera? ¿Que estamos experimentando turbulencias y todo va a estar bien?"
Recuerdo a Max imperturbable y entero, listo para cualquier cosa, igual que como ahora veo a Felipe... Nadie podría dudar de su parecido. Pestañeo un par de veces tratando de mantener el rostro de Max vivo en mi memoria, pero se desvanece tan rápido como llega.
—¿Estás bien? —me pregunta Felipe, sacándome de mis recuerdos.
No me queda más que asentir con la cabeza en respuesta, para que no se preocupe de más.
—¿Rastrearon la ubicación de su celular? —pregunta Bely.
—Todavía no, pero lo haremos, Bel —responde Katrina levantándose del sillón—, lo haremos ahora mismo, si eso quieres.
—Yo voy contigo, no voy a descansar hasta que encontremos a Júpiter sana y salva —le digo a Bely.
—No, Antonia —ella niega con la cabeza—. Tú te vas a quedar aquí. Si algún psicópata allá afuera se atrevió a secuestrar a Júpiter mientras iba a una clínica psicológica en el mismísimo centro de Niribia, no quiero ni pensar en lo que podrían hacerte a ti, que fuiste la líder de la operación. Ni Júpiter ni yo nos perdonaríamos si te pasa algo a ti.
—Vamos nosotras contigo —dice Valito con todo el grupo detrás de ella.
—Ustedes quédense cuidando a Antonia. Yo iré por Júpiter, y volveré pronto, lo prometo.
—Te llevaré al palacio de gobierno para que podamos rastrear la señal de Júpiter —dice Katrina caminando hacia la puerta—. Voy a contactarme con las fuerzas armadas que nos quedan disponibles para que la rastreen.
—¿Necesitas que haga algo, Kat? —pregunta Felipe.
—Sí —le responde Katrina mientras abre la puerta—. Quédate con ellas y encárgate de cuidarlas hasta que traigamos a Júpiter de vuelta.
Felipe asiente con la cabeza y las chicas salen por la puerta, dejándonos solas a los pocos segundos. Él se sienta en el sillón, bajo la atenta mirada del grupo, y sujeta su cabeza con sus manos.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunta Sara.
—Solo nos queda esperar —murmuro con un hilo de voz y un par de lágrimas en mis mejillas.
Felipe levanta la mirada y me observa atentamente, mientras que Gaby va a la cocina y la oigo poner agua en la tetera. El resto de las chicas la siguen y, de pronto, el momento de soledad con Felipe se torna un tanto incómodo.
—¿Qué? —le pregunto.
—Algo te pasa.
—¿Bromeas? ¿Acaso no te das cuenta que...?
—No... Algo te pasó cuando dije lo otro...
—¿Cómo querías que reaccionara? —frunzo el ceño— Júpiter fue secuestrada y lo único que hiciste fue alimentar la ansiedad de Bely. No necesita que le digan que las posibilidades de encontrarla muerta aumentan.
—No hablo de eso, tú sabes perfectamente de qué estoy hablando —me rebate casi como intentando buscar pelea.
—No es momento para hablar de eso, Max.
Felipe me mira asombrado, en estado de shock. Sus ojos parpadean un par de veces antes de dejar salir varias lágrimas. Solo entonces me doy cuenta de lo que he dicho.
—F-Felipe, yo... Yo lo... —susurro avergonzada.
—N-no, A-Antonia... —titubea de vuelta como si estuviera intentando salir de alguna especie de trance.
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