XLIV

Antonia

—¿Puedo pasar? —pregunta Gaby desde fuera de mi habitación en el momento exacto que me estoy logrando quedar dormida.

Mierda, ¿Qué demonios le ocurrió ahora?

—Pasa —murmuro a regañadientes y ella abre la puerta.

—¿Te desperté? —pregunta en tono de disculpa.

—N-no, tranquila —respondo intentando usar el tono más amable que puedo para que no se sienta mal.

—Vine para algo bastante puntual, la verdad.

—¿Qué pasó? —pregunto restregándome los ojos con las manos.

—Kat me envió un mensaje. La autopsia de Júpiter está lista y vendrán a buscarnos mañana a primera hora para llevarnos a la clínica.

Arrugo la frente y abro los ojos todo lo que puedo en señal de sorpresa. El sueño que tenía se esfuma de inmediato.

—¿Me estás jodiendo? —digo en apenas un susurro.

—Sé que no he tenido demasiado tacto para decirlo, pero la verdad no hay forma de suavizar una noticia así.

—N-no te preocupes por eso, lo entiendo, ¿Alguna más sabe?

—Todas menos Bely.

—Tenemos que decirle ahora —me quito la colcha de encima y le hago señas a Gaby para que me acerque la silla de ruedas.

—¿Crees que tengamos que decirle todas? —pregunta mientras despliega la silla y me sienta en ella.

—¿Se te ocurre otra forma de decirle? —le pregunto de vuelta.

Gaby se encoge de hombros y salgo de la habitación para ir a la sala de estar. Las chicas están en pijama y se ven bastante mortificadas.

—Tenemos que contarle a Bely entre todas —vuelvo a decir.

—No sé si sea una buena idea —rebate Cam—. La haríamos sentir demasiado expuesta.

—La única forma de que la muerte de Júpiter nos enseñe algo, es estando todas juntas en esto —murmuro con un hilo de voz.

Gaby asiente con la cabeza y se acerca al cuarto de Júpiter para tocar la puerta.

—Váyanse de una veeezzz, no me interessssa hablar con ninguna de uuusssstedes, malditas morbosssas —responde Bely desde el otro lado.

—Cariño, tenemos que hablar contigo de algo importante —Gaby apoya la cabeza en la puerta.

—No me interesssa —grita Bely arrastrando las palabras—, ¡Déjenme sola, maldita ssseaaa!

—¿Estás bien, Bely? —pregunta Cam uniéndose a nosotras.

—¡¿Cómo crrreeeeees que essstoyyy?! —grita hecha una furia.

—Es sobre Júpiter —digo en voz alta intentando ayudar a Gaby.

—Bely, abre la puerta o la tiraré abajo. No estoy bromeando —la desafía Gaby con la voz más firme.

A los pocos segundos, Bely abre la puerta. Tiene los ojos inyectados en sangre, lágrimas deslizándose por sus mejillas. Tiene un fuerte olor a tabaco y alcohol.

—¿Estás ebria? —pregunta Valito con el ceño fruncido, lo que me hace poner los ojos en blanco mentalmente. 

—¡¿Algún problema con eso?! —cuestiona Bely acercándose a ella como si fuera a golpearla.

—Hey, hey, hey, Bely, cálmate, por favor. Nadie te está atacando, cariño —Gaby la retiene con sus brazos, pero Bely se resiste a toda costa.

—¡¡Déjame!! —grita ella intentando quitarse a Gaby de encima.

—¡¡Basta!! —grito tan fuerte que Bely se detiene y me mira atentamente— No vinimos a juzgarte por cómo vives tu luto, maldita sea. Vinimos a decirte que... Que la autopsia de Jú está lista y mañana iremos a primera hora a la clínica a buscar los resultados.

—M-mierda... —solloza Bely en los brazos de Gaby.

De pronto, Bely se ha hecho diez veces más pequeña. Gaby la abraza con fuerza, intentamos acercarnos, pero Gaby nos mira y nos hace señas para que nos quedemos en donde estamos. Una sensación desagradable de incomodidad me invade. 

—Mi J-Jú —llora Bely aferrándose a Gaby.

—Lo sé, corazón —responde ella acariciando su cabeza—. Vamos a estar contigo en todo momento, ¿Sí?

—Quiero ir sola a la clínica mañana —dice Bely intentando deshacer el abrazo.

—Lo siento, pero no puedo permitirte hacer eso. 

—Vamos... 

—No estás bien, cariño —dice Gaby en tono maternal—. Estás ebria, no podrás conducir mañana en este estado.

—Para mañana voy a estar bien, maldición —rebate Bely separándose de Gaby.

—Bely, no seas necia —le digo con voz firme—. Mañana por la mañana vendrán Katrina y Felipe a buscarnos para llevarnos a la clínica, no necesitas conducir.

—¡¿Es que no entiendes que no quiero que nadie me vea así?! —me grita.

—Lo entiendo, pero no hay otra forma, Bely. No te dejaremos conducir. Y además, todas necesitamos saber de una vez por todas qué demonios le ocurrió a Júpiter.

Bely me mira furiosa, da un par de pasos hacia mí y no sé cómo reaccionar, así que me quedo quieta. Mi corazón se acelera, no la creo capaz de hacerme daño, pero por alguna razón estoy asustada y me sorprendo intentando contener todas mis reacciones.

—Te voy a decir lo que le ocurrió —dice con una mezcla de ironía y rabia, su olor a alcohol llega a mi nariz—. Un maldito bastardo, o dos, o cuántos hayan sido, secuestraron a Júpiter en el maldito centro de Niribia, donde cualquier hijo de puta pudo haberla visto y no hizo nada. La secuestraron a la maldita vista y paciencia del país. Se la llevaron a la frontera con Puerto Renzo, la mantuvieron allí, en algún lugar de mala muerte, seguramente sin comida ni agua, y es evidente que hicieron de sus últimos momentos con vida los más miserables que ella pudo vivir... Y, seguramente la dejaron tirada junto a la carretera para dejarla morir allí y ella no pudo sobrevivir. Eso ocurrió con ella, Antonia. Me la arrebataron de las manos y no pude hacer nada para salvarla. Ni yo, ni tú, ni los gorilas de Katrina, ni Felipe... Nadie, porque llegó prácticamente muerta al hospital.

La forma cruda en la que lo dice me hace llorar. Los latidos de mi corazón siguen acelerados, y no puedo pronunciar palabra alguna.

—Basta, Bely —la reprende Cam con la voz rota.

—La mujer de mi vida fue secuestrada y asesinada en la forma más cobarde que se te puede ocurrir. Le hicieron quién sabe qué cosas. No me pidas que esté tranquila con esta mierda, Antonia, porque tú no tienes ni una maldita idea de nada.

—¡Bely! —grita Valito intentando detener el curso de sus palabras.

—¿Crees que solo te duele a ti su muerte? ¿Crees que porque eras su novia solo tú tienes derecho a estar mal por ella? —le digo con el mismo tono que ella me trata.

—Antonia, por favor, no quiero que peleen —dice Paloma acercándose a mí.

—¡¿Crees que solo tú sabes qué significa perder al amor de tu vida?! ¡¿Realmente crees que solo tú lo sabes?! —exploto histérica.

—¡¡Nunca sabrás si lo tuyo con Max realmente fue amor, Antonia!! —me grita con más fuerza.

—¡¡Lo fue, maldición!! —le grito a todo lo que me da la voz— ¡¡Y lo perdí salvándote el culo a ti, a Júpiter y a todas ustedes!!

Bely se descontrola y me da una bofetada en la boca con tanta fuerza que me lanza al suelo con todo y silla. Gaby, Valito y Paloma se apresuran a levantarme. El resto de las chicas solo se limitan a mirarme paralizadas con la escena. Miro de reojo a Bely y mantiene su ceño fruncido. Se limita a volver a entrar a su cuarto y cerrar la puerta con pestillo.

—Cariño, ¿Estás bien? —dice Gaby levantándome en sus brazos para que Valito y Paloma pongan la silla en su lugar.

—Estoy bien, no fue nada —respondo, pero siento sabor a sangre en mi boca.

—Cam, trae el botiquín, hay que limpiarle la herida a Antonia.

—S-sí, de inmediato —dice ella corriendo al baño.

—No fue su intención, Antonia —susurra Valito.

—No te disculpes por ella —me limito a responder.










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