LVIII

Felipe

No tengo el valor de intentar abrir los ojos. No sé si estoy vivo o muerto, no sé si todavía estoy en mi auto, no sé qué pasó exactamente, pero una fuerte punzada en la cabeza me trae de a poco a la realidad. Al parecer estoy vivo, a lo lejos escucho los sonidos de las máquinas monitoreando mis signos vitales y escucho que se abre la puerta. Mantengo los ojos cerrados por si acaso.

-Está estable, pero todavía no despierta -oigo que dice alguien-. En cuanto recupere el conocimiento, evaluaremos la magnitud del daño pero, por lo pronto, mientras menos personas lo vean, mejor.

-Gracias, doctor -dice otra persona.

La puerta se cierra y escucho pasos en mi dirección.

-Hola -oigo un susurro que se acerca cada vez más-, ¿Cómo estás?

Siento el impulso inmediato de responder, pero no puedo pronunciar palabras. Mi cuerpo se siente muy pesado y no tengo control sobre él.

-Sé que puedes escucharme -ahora identifico la voz como Katrina-, y te pido que me perdones por todo lo que te grité. No fue tu culpa y ahora lo sé... Lo siento, Felipe.

Intento abrir los ojos, pero no lo logro, solo puedo oírla. Ella se acerca más a mí y lo sé porque siento su perfume muy de cerca. Siento como sus labios tocan mi frente y acarician mi mejilla con suavidad.

-L-lo... Lo siento tanto... Qué no daría para que despertaras sin ninguna secuela... Qué no daría para que esto jamás hubiese pasado -murmura con un hilo de voz.

Siento el movimiento oscilante de sus manos en mi mejilla. Desliza su mano hacia mi mentón y lo sujeta, ¿Qué demonios está haciendo?

-L-lo siento... -murmura ella y, al par de segundos, siento la presión de sus labios en los míos.

Mierda... Mierda, mierda, mierda, ¿Qué mierda está pasando aquí? Entro en shock y los latidos de mi corazón se aceleran, lo que altera la máquina, hace que Kat se asuste y se aleje de inmediato.

-¿Qué pasó? -entra el doctor al cuarto luego de unos segundos.

-N-nada, la máquina comenzó a sonar de repente.

-Se le aceleró el pulso -dice el doctor-, ¿Le hizo algo?

-N-no... Lo juro -dice ella.

-Por favor no haga nada que pueda alterarlo. No sabemos cómo estará cuando despierte.

-S-sí, doctor, lo siento -dice ella a modo de disculpa.

Escucho la puerta cerrarse de nuevo y hago un nuevo intento por abrir los ojos. Se siente como si tuviera bolsas de arena en cada párpado, pero luego de un rato, logro abrirlos. Los primeros segundos veo bastante borroso, solo veo manchas y siluetas, pero mi vista se agudiza de a poco.

-F-Felipe... -murmura la silueta que reconozco como Katrina y se acerca rápidamente.

-H-hola... -susurro en una voz bastante ronca que me deja agotado.

-No te esfuerces -se apresura a decir.

-E-estoy bien... -respondo y mi vista se hace más y más clara.

-¿Cómo te sientes?

-Como si me hubiese pasado un camión por encima -respondo, lo que la hace reír.

-Me diste un susto de muerte -se acerca con una sonrisa.

-Lo siento, Kat -susurro.

-No, Felipe, yo lo siento -murmura con lo que creo que es culpa-. No debí alterarte de esa forma... No fue tu culpa lo que pasó con Bely.

-No hay nada que perdonar, cariño -murmuro con la voz un poco más normal.

Katrina me abraza y hago el máximo de mis esfuerzos para rodearla con mis brazos.

-Tranquila -susurro en su oído-, nada malo va a pasarme.

-Iré a avisar que despertaste, ya vuelvo -deshace el abrazo y sale de la habitación.

Miro mis brazos y veo los tubos conectados, con moretones alrededor del piquete. Seguro un enfermero en práctica los hizo. Al par de minutos llega Rodrigo con una sonrisa de oreja a oreja, y Katrina por detrás de él.

-Mierda, ¿No sirves ni para ir a dejar un puñetero certificado al jefe de clínica, Echeverría? -se burla Rodrigo.

-Púdrete, maldito bastardo -me quejo con sorna.

-No te preocupes -me dice esta vez en serio-. Lo fui a dejar en cuanto supe lo del accidente y el jefe de clínica me dijo que iba a tener el resultado dentro de dos días.

-¿Qué? -pregunto con sorpresa- ¿En dos días? ¿Pero cómo? Si en el mejor de los casos la autorización puede tardar una semana.

-Alguien, cuyo nombre no mencionaré -me dice con la entonación precisa para que sepa de quién está hablando-, estuvo haciendo presión sin nuestro permiso.

Miro a Katrina con el ceño fruncido y ella evade mi mirada.

-Yo no fui -dice con un hilo de voz, lo que me hace reír.

-¿Cómo está Bely? -vuelvo a mirar a Rodrigo.

-Está bien. Tuvo la audiencia de formalización, le dieron prisión preventiva por seis meses y la trasladaron a la cárcel de máxima seguridad de Aciano.

-¿Me estás jodiendo? ¡Pero si Bely no es un peligro, ella misma se entregó!

-Fiscalía no piensa lo mismo. Argumentaron que, si pudo escapar de la cárcel de mujeres, necesita resguardos especiales.

-Mierda -mascullo entre dientes.

-Has dicho bastantes groserías estos últimos días, boca sucia -.me reprende Rodrigo en claro tono de broma- Modérate, jovencito.

-El burro hablando de orejas -protesto poniendo los ojos en blanco.

El doctor abre la puerta y veo que lleva el tablero de rutina en la mano.

-Doctor Echeverría -dice él con tono irónico.

-Doctor Bustos, ¿Cómo está usted? -respondo en el mismo tono.

-Mejor que tú, al parecer -se ríe.

-¿Se conocen? -pregunta Katrina un tanto extrañada.

-¿Conocerlo? -dice Rodrigo como si fuera obvio- ¡Este vejete nos hizo clases de anatomía en primer año de medicina!

-Más respeto, jovencito -lo reprende el doctor Bustos.

-Es cierto, Kat... Nos hizo clases hace bastantes años -comento con una sonrisa.

-Cuando tenía más cabello y dinero para viajar a Muria y hacer clases, gracias por recordármelo, Felipe -se queja enarcando una ceja, lo que me hace reír a carcajadas, pero me detengo inmediatamente por el dolor-, ¿Cómo te sientes?

-Me siento bien, pero dolorido -respondo.

-Me sorprende que no tengas nada roto -comenta él-. Según el informe, tuviste una colisión lateral bastante fea. El auto te chocó directamente por la cabina del conductor.

-Algo así recuerdo -respiro lo más hondo que me es posible.

-Vas a estar bien, muchacho, la has sacado bastante barata, pero eso de ir a denunciar al que te chocó es otra historia.

El doctor se acerca a mí y, bajo la atenta mirada de Rodrigo y Kat, me hace los chequeos de rutina.

-Tus reflejos parecen estar bien -dice triunfante al terminar las revisiones-. Yo te desconectaría estas mierdas y te daría de alta de inmediato, no es necesario tenerte en observación. Eres un bastardo con suerte, pero si te duele algo, lo que sea, por favor no seas terco y ven, ¿De acuerdo?

-Excelente -respondo con una sonrisa-, y sí, doctor, se lo prometo.

-Iré a emitir el alta, puedes irte cuando quieras.

-Gracias, doctor -sonrío.

-De nada, muchacho -dice el doctor antes de salir por la puerta.

-Tengo que admitir que nos diste un buen susto, Felipe -me dice Rodrigo, esta vez hablando en serio-. Katrina estaba histérica.

-Por supuesto que iba a estarlo, estaba hablando por teléfono con ella cuando tuve el accidente.

-Mierda, Felipe -Rodrigo endurece su tono de voz-, ¿Cuántas veces te he dicho que detesto que hables por celular mientras estás conduciendo?

-F-fue mi culpa -susurra Katrina-. Yo insistí.

-Pero de igual forma Felipe debió haber cortado el teléfono todas las veces necesarias.

-No fue solo el teléfono, estaba alterado con lo de Bely... Me tomó por sorpresa todo lo que ha pasado, ¿Sabes?

-Te lo diré de esta forma, Echeverría -dice Rodrigo acercándose a mí-. Deja de hablar por celular mientras conduces o te romperé el celular en la cabeza, ¿Me has entendido?

-Eres un hijo de puta -me limito a responder.

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