LIII
Antonia
Observo la pantalla de la televisión en shock e intento procesar todo lo que el periodista está diciendo lo más rápido que me es posible.
El auto de Júpiter fue encontrado abandonado a un costado de la carretera que lleva a Puerto Renzo, junto a las pertenencias de Bely intactas y dos cadáveres.
Bely está desaparecida, y creen que pueda estar herida por la cantidad de sangre en la escena del crimen y en sus cosas, así que seguramente no se fue lejos.
—N-no quiero pensar lo peor, pero... Creo que Bely puede haber escapado de allí por... —murmura Gaby.
—No —la interrumpo con firmeza—. Bely no es una prófuga de la justicia. Tiene que haber una explicación racional para todo esto, no la creo capaz de...
—¿Y tú cómo demonios sabes, eh? ¡Dime! —rebate Cam, interrumpiéndome— ¡¿Es que acaso no entiendes que se atrevió a golpearte?! ¡Te ha hecho daño, Antonia! ¡Se ha mantenido ebria prácticamente desde la muerte de Júpiter! ¿Qué te hace pensar que no se iba a atrever a hacerle daño a alguien más?
—¿Eso pretenden hacer? —quito la vista de la televisión y las miro con el ceño fruncido— ¿Van a darle la espalda a Bely? ¡Es nuestra compañera, maldita sea! ¡No podemos hacerle esto!
—No estamos diciendo que no lo sea —murmura Valito, quien se integra a la conversación.
—¿Entonces qué quieren decir? Porque no estoy entendiendo bien —protesto indignada.
—Tememos por tu seguridad, Antonia —dice Cam.
—Bely no es una amenaza, ¡Tenemos que encontrarla antes que lo haga la policía! —grito desesperada.
—No podemos meternos en esto —susurra Gaby—. Si nos involucramos, seguramente alguna de nosotras va a salir herida. Tenemos que dejar que la policía la encuentre y haga su trabajo.
—¡¿Es esto una maldita broma de mal gusto, Gaby?! —grito al borde de la histeria— ¿Desde cuándo la policía ha hecho bien su trabajo? ¡¿Desde cuándo se han preocupado por la gente?! ¡¡A la policía nunca le ha importado el pueblo, Gaby, abre los ojos!!
—¡Tú abre los ojos, demonios! —me grita de vuelta— ¡¿Qué mierda te hace creer que ella no pudo haber causado esas dos muertes?!
—¡Júpiter la amaba! —protesto—, y sé que ella la conocía bien. Bely no es capaz de hacer esto.
—¡¿Y qué tal si resulta que Bely es una asesina, eh?! ¡Responde! ¡¿Qué demonios harías tú?! —me grita Cam.
—¡No sabemos lo que pasó! ¡Ni siquiera hemos hablado con ella! ¡No tenemos ni la más remota idea de dónde está! —grito de vuelta y las miro a todas con rabia.
—¡¡Por eso mismo no puedes simplemente meter las manos al fuego por ella, Antonia!! —me rebate Cam— ¡¡Tienes que darte cuenta de que no la conocemos completamente!!
—No estamos seguras de lo que sea capaz de hacer —dice Gaby más calmada—, y nuestro deber es mantenerte protegida de ella, por lo menos hasta que las cosas se aclaren.
—Si van a darle la espalda, lo mínimo es que tomen esa decisión después de escuchar su versión de la historia, maldita sea —refunfuño.
Gaby me mira con el ceño fruncido. Cam, Valito y las demás se quedan calladas.
—Si Max y Júpiter estuvieran vivos, estoy segura que estarían histéricos tratando de encontrarla —remato ante su silencio.
—Pero no están vivos —rebate Cam entre dientes.
Suena el celular de Gaby y ella corre a contestar.
—¿Hola? —oigo que dice antes de poner el celular en altavoz.
—¿Han sabido algo de Felipe? —pregunta Katrina bastante alterada.
—No, no sabemos nada, ¿Por? —contesto en lugar de Gaby.
—Lo he llamado un millar de veces. Imagino que vieron las noticias y saben lo que pasó con Bely.
—¿Lo de que está prófuga? —dice Gaby, lo que me provoca una rabia tremenda— Sí, lo sabemos.
—No está prófuga, Gaby —la corrige Kat, lo que me hace sonreír—. No puede estarlo si no hay una orden de detención en su contra.
Gaby pone los ojos en blanco y resopla con la corrección.
—Como sea, ¿Qué ocurre? —dice Gaby con frustración.
—Felipe dijo que iba a tratar de encontrarla la última vez que lo llamé, y no sé absolutamente nada de él desde entonces.
La sonrisa se borra de mi cara en una fracción de segundo.
—Mierda —mascullo.
Esto no me da buena espina para nada. Tomo el celular y le envío un mensaje a Felipe, procurando que nadie me vea.
"Katrina acaba de llamar y nos ha puesto a todas en alerta. Está muy, pero muy preocupada. No le diré nada a nadie, ¿Qué sabes sobre Bely? ¿Ya la encontraste? ¿Está con vida? ¿Está bien? Por favor, ponme sobre aviso"
—Quería saber si él las había llamado o les había dicho algo.
—No, Katrina —responde Gaby—. No tenemos ni puta idea de Felipe.
—Carajo —murmura—. Si saben cualquier cosa, no duden en avisarme, ¿Sí?
—Claro, apenas sepamos algo, te lo haremos saber. Adiós.
Gaby corta la llamada y se dirige a la cocina.
—¿Alguna tiene hambre y quiere algo de comer? Pues acompáñenme a la cocina —nos dice con aparente voz neutral mientras camina— Muero de hambre.
Ninguna de nosotras responde. Mi celular vibra y, sin previo aviso, voy al patio trasero para ver de qué se trata.
—¿A dónde vas? —oigo que Cam pregunta detrás de mí.
—Voy al patio trasero a tomar algo de aire. Vayan a comer algo con Gaby, está sola en la cocina —digo sin más.
Sigo moviéndome, deslizo el ventanal que da al patio trasero y bajo con cuidado por la rampa hasta llegar al pequeño cerezo. Miro hacia atrás y veo que todas van en fila india hasta la cocina. Solo entonces desbloqueo el celular y reviso.
"¿Estás en un lugar seguro?"
—Sí, estoy sola, las chicas están en la cocina y yo en el patio trasero —tecleo a Felipe.
A los pocos segundos de haber enviado el mensaje, recibo una llamada de él.
—Dime —pronuncio al contestar.
—H-hola, cariño —dice Bely, con la voz rota—. No digas mi nombre, las chicas pueden escucharte.
—¿Estás bien? —intento sonar neutral y miro hacia todos lados, pero nadie me está poniendo atención.
—Sí, estoy bien, pero necesito que confíes en mí y no cuestiones nada de lo que te vaya a decir, ¿De acuerdo?
—¿Qué ocurre? —pregunto con el ceño fruncido.
—Voy a tener que desaparecer un tiempo. La policía está buscándome, tengo que entregarme y necesito un abogado, pero tranquila. Voy a estar bien, estoy en buenas manos. Saldré de esto.
—¿Dónde estás? —le pregunto con desesperación.
—No puedo decírtelo, cariño, pero Felipe se va a encargar de ustedes. Ya he hecho justicia por Jú, y no corres peligro. Me he asegurado de que no te hagan daño nunca más, te lo juro.
—¿Tú los...? —susurro con lágrimas en los ojos, pensando lo peor.
—Fue en defensa propia —se apresura a decir Felipe—. No tenía idea de que se los iba a encontrar y pues... Casi la matan a ella... Son cosas que tendrá que probar en juicio.
—¿La vas a entregar? —susurro indignada.
—No, ella misma lo hará —esta vez habla Rodrigo—. Irá a la comisaría y va a explicar lo que pasó. Llevaba dos días inconsciente, y apenas hoy recobró el conocimiento. Necesitamos que seas discreta y no le cuentes nada a nadie, ni siquiera a Katrina. A ella la pueden acusar de corrupción, y no necesitamos que mucha gente sepa de esto, al menos por ahora, ¿De acuerdo?
—De acuerdo —murmuro acongojada.
—Tengo que irme, corazón —dice Bely, lo que me hace llorar—, te juro que voy a estar bien y volveremos a vernos, ¿Sí?
—S-sí —susurro entre mis sollozos.
—No llores, cariño —casi podría adivinar que está intentando sonreír, tal como haría Júpiter para tratar de animarme—. Iré a buscarte en cuanto salga de aquí, te lo juro. Te adoro, Antonia, perdóname por todo el daño que te hice.
—N-no hay nada que perdonar —le respondo con la mano en la boca.
—Estarás bien, las chicas y Felipe se encargarán de ti en lo que yo vuelvo.
—Ajá —murmuro a punto de llorar de nuevo.
—Adiós, Antonia —es lo último que dice antes de que corte la llamada.
Respiro hondo muchas veces, tratando de calmarme y poder entrar en la casa como si no hubiera tenido esta conversación, pero me resulta imposible y me quedo al menos una hora junto al cerezo.
Intento pensar en que, a diferencia de todas las otras pérdidas que he tenido, Bely volverá en algún momento, pero eso solo me provoca más ansiedad, porque no sé con certeza si realmente va a volver.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top