XXXIV

Antonia

Max puede creer todo lo que quiera, pero a mí algo no me calza, ¿Por qué Júpiter no se sabe el mapa? Se lo estudió más que el grupo de rescate de convictas, es la líder del equipo de armamento y defensa, su deber era manejar el mapa al mismo nivel que Bely. Yo creo que algo están tramando, porque no me cuadra que Júpiter no se sepa las rutas a esta altura de la operación.

Vuelvo al túnel por el panel del techo, prometiéndole a Max que regresaré pronto para entrenar. Max se limita a mirarme con extrañeza y, cuando voy bajando, tal vez a unos 2 metros de la salida, escucho voces provenientes de la celda, y me detengo de inmediato.

-¿Crees que hayan sospechado algo? -dice Júpiter.

-Es lo más probable -responde Bely-, pero da igual, amor.

¿Amor? ¿De qué me perdí? Frunzo el ceño, algo extrañada e intento no moverme, para no interrumpirlas. Seguramente es de cariño.

-¿Cuándo le diremos a las chicas sobre lo nuestro? -se queja Júpiter.

-Jú, ya hemos hablado de esto -murmura Bely con un dejo de tristeza-. Entiendo que quieras hacerlo público, pero no sé si sea lo mejor ahora mismo, con la operación y todo lo demás.

-Lo sé, pero... ¿De verdad crees que nos van a juzgar o algo así? -cuestiona Júpiter- Porque yo no creo que eso sea tan seguro.

-No estoy preparada... Jú, no me hagas esto, por favor -se excusa Bely con voz triste.

-¿Es que acaso te avergüenzas de mí? -le reclama Júpiter.

-¡Demonios, no! ¡No digas eso, maldita sea! ¡Tienes perfectamente claro que no es eso! -grita Bely a punto de perder los estribos.

-¿Entonces qué es? ¿Es que te gusta alguna otra del equipo?

-Demonios, Jú, ¿Es en serio? No hay otra chica, eres la única para mí, es solo que...

-Bely -la interrumpe Júpiter-, llevamos cerca de un año juntas, y si nos llegan a juzgar, ¿No crees que da un poco igual? Lo único que importa es que estamos juntas y nos queremos, no debiera importarnos lo que piense el resto...

-Bebé -Bely la interrumpe-, te juro que, cuando salgamos de aquí, les contaremos todo, y a la mierda el resto, pero ahora, enfoquémonos en la operación y en salir de aquí, ¿Sí?

Me atrevo a deslizarme un poco más hacia abajo, para poder observar, y veo a Júpiter de espaldas a Bely, con los brazos cruzados. Esta última se acerca y la abraza por detrás, haciendo sonreír a Júpiter, quien finalmente se voltea y se besan.

No puedo creer que, con todo lo que hemos vivido como grupo, aún crean que serán juzgadas, pero al mismo tiempo, las entiendo, no es llegar y hablar de algo tan íntimo como esto. Ahora entiendo por qué Bely se veía tan reticente a hablar de su amor ese día, ahora me hace sentido que sea tan reservada con sus emociones en general, ahora comienzo realmente a conocer a las chicas, y me gusta lo que conozco de ellas.

Las cosas comienzan a subir de tono, y de pronto entiendo por qué querían estar solas. Me devuelvo inmediatamente al despacho de Max, completamente ruborizada, pero al mismo tiempo emocionada, porque no me había dado cuenta hasta ese momento de que Bely y Júpiter hacen una excelente pareja.

-¿Todo bien? -Max alza una ceja en cuanto me ve.

-Sí, todo bien -respondo intentando olvidar lo que vi.

-¿Por qué traes esa cara? -enarca una ceja.

-¿Cuál cara?

-Te ves como si te hubiesen dado la charla.

-¿Cuál charla? -le pregunto.

-No es cierto... -Max reprime su risa.

-¿El qué?

-¿No te contaron la historia de las abejitas que se quieren mucho, mucho?

-¡Maaaaax! -le grito.

Max se ríe y no deja de mirarme.

-¿Es tan terrible que me quede un rato contigo? -le digo.

-No es terrible, pero sí extraño, ¿Por qué no te unes a la práctica de las maniobras de escape con las demás? Serías de gran ayuda en los ductos, ¿Sabías?

-Gracias por la sugerencia, Max -pongo los ojos en blanco y me subo al ducto de ventilación del despacho, para unirme a las demás chicas.

Me subo al ducto A y no puedo creer que estemos tan cerca de concretar la operación que nos sacará de aquí. Sigo arrastrándome por el ducto sin mucha dificultad, supongo que por la práctica que he tenido al ir y venir por el túnel diariamente. Recorro un par de minutos, pero las chicas deben estar bastante avanzadas, porque no escucho sus voces por ninguna parte. El sonido del ducto al deslizarme me pone un tanto nerviosa, me inquieta que alguien pueda escucharnos.

-¿Cam? ¿Hay alguien por ahí? -intento no hablar en voz alta, por si acaso.

-Por aquí -oigo un susurro en el horizonte.

Me arrastro por el ducto hacia el origen del sonido y, un par de minutos más tarde, encuentro a Nachi, quien se desliza por delante de mí con algo de dificultad.

-¿A qué altura del ducto vamos, aproximadamente? -le pregunto al verla.

-Más o menos por la mitad -me responde.

-Deberíamos marcar puntos de referencia o algo, por si acaso -comento-. Con los nervios del momento, cualquiera podría perderse.

-Sí, tienes razón.

Recorremos todo lo que falta del ducto hasta llegar al final, donde nos encontramos con la última tapa, pintada de rojo. Este debe haber sido el escuadrón de Max, en su tiempo de cadete. Nos encontramos con Cam, Ale y Paloma en el final del camino.

-Así que aquí termina el ducto A -comenta Paloma.

-Miren eso -señala Nachi.

Sobre nosotras, hay una ventanilla muy pequeña, pero que nos deja ver un cielo estrellado precioso. A muchas nos quita el aliento pensar que, en algún momento, podremos ver las estrellas nuevamente en libertad.

-Tenemos que salir de aquí pronto -sonríe Paloma, emocionada con la vista del cielo.

-No quiero permanecer un minuto más en esta cárcel -murmuro con rabia.

-Ya queda poco -sonríe Ale-. Ahora, tenemos que devolvernos al despacho, no podemos quedarnos aquí.

-Podríamos escapar ahora -dice Sasha.

-¿Estás loca? -la reprende Ale- Tenemos un plan que seguir, esta es solo una práctica y faltan apenas unos días para concretarlo, ¿Qué es lo que te apura?

-Pensé que queríamos todas salir de aquí -responde Sasha en un tono demasiado alto para la ocasión.

-¿Puedes callarte? -le susurro a Sasha en forma de reprimenda- Si sigues hablando así de fuerte vas a mandar al traste la operación antes de empezarla.

Aun en la oscuridad puedo sentir la mirada despectiva de Sasha sobre mí, pero me vale un carajo. No pienso echar a perder la operación porque un miembro del equipo no supo hablar despacio.

Nos cuesta un par de minutos despegar la vista de la minúscula ventanilla antes de emprender el recorrido de regreso al despacho. Sé que todas queremos salir de aquí, pero no es la forma. Aún quedan un par de días de práctica, aún tenemos detalles que ajustar. No podemos obedecer a nuestros impulsos en un momento tan vital como este.

En cuanto llegamos, nos deslizamos una a una por el agujero y caemos de pie en el suelo.

-Bien, ¿Todas familiarizadas con los ductos? -pregunta Max.

Todas asienten con la cabeza.

-Perfecto. Falta poco para que sean las 2 de la mañana, así que pueden ir todas a dormir.

Todas se amontonan para subir al túnel de la celda, cuando Max me sujeta de un brazo.

-¿Puedes quedarte? Tengo que hablar contigo -me dice.

-Pues... Según mi agenda... No tengo nada mejor que hacer -le sonrío.

Max me sonríe de vuelta.

-¡Anto! ¿No vienes? -dice Sasha.

-Las alcanzo en un rato, chicas, Max me ha pedido que me quede a hablar con él.

-Como digas -dice con desdén antes de subir al túnel.

Cuando la última chica sube, Max se sienta en su escritorio.

-Bien, Max, ¿Qué tienes que hablar conmigo?

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