Capítulo 5

Levanté la cabeza de golpe, estaba quedándome dormida otra vez, no podía hacer eso, Alexander me ha pedido ayuda unas tres veces desde que lo traje hasta su cama para regresar al baño y seguir devolviendo lo que bebió.

¿Cuánto fue lo que ingirió? ¿Por qué bebe así? Mis dedos ya están tornándose morados y las marcas de sus dientes, de colores, le dije que no me mordiera, pero pareció no estar escuchándome.

Afortunadamente ha estado durmiendo de corrido por al menos treinta minutos, dándome tiempo de dejar el baño impecable, sin olor y sin rastros de que algo haya sucedido, antes de lograr llegar a mi cuarto para recoger algo de ropa y dejar de lado esta toalla, Alexander comenzó a quejarse otra vez, regresé al cuarto con una toalla pequeña y un recipiente con agua limpia, tomé asiento junto a él y limpié su cuerpo, estaba todo sudado, no debe ser agradable para él.

Para cuando estuvo limpio y me cercioré que estaba respirando con normalidad, tomé asiento en el piso, abrazando mis rodillas, apoyando mi rostro sobre los brazos, me daba miedo dejarlo solo demasiado tiempo, supongo que una camiseta no hace mucha diferencia con una toalla, de todas maneras, estoy cubierta.

Me quedé en la misma posición hasta que los primeros rayos del sol se colaron por entre las cortinas, hasta que el exterior estuvo luminoso por completo, entonces tocaron la puerta.

— Sasha ¿Ya estás despierto? ¿Sabes algo de Jelena? No abre la puerta, estoy preocupado.

Giré el rostro con rapidez, viendo la manija moverse, estaba intentando abrir del otro lado, afortunadamente cerré con seguro cuando eché a esa maliciosa mujer hace unas horas.

Reuní todo mi valor, dejando de lado la vergüenza, quité el seguro de la puerta y la abrí ligeramente, asomando la cabeza.

— Delano... buenos días — sonriendo culpable— Alexander... estamos discutiendo ahora, ni siquiera puedo tomar una ducha tranquila porque el tonto del jefe... sigue enojado por lo de esa mujer, dice que no bajará a desayunar, se está cambiando de ropa, tiene un carácter digno de Satán.

El chico frente a mí parecía sorprendido por mis pintas y mi presencia en el cuarto, en vez de criticarme, carraspeó y sonrió, mirando mi rostro.

— ¿Segura estás bien, Jelena? ¿Ella no te hizo nada?

Negué.

— Ni siquiera me tocó, hice lo que me enseñaste — sonreí— Y no me siento culpable por golpearla, siento que se lo merecía.

— Poco a poco irá cambiando su mentalidad, hermana. Usted no entró al convento por decisión propia, usted se crío ahí, es todo lo que conoce, pero ahora que salió al exterior, le aseguro que no será ni la sombra de lo que fue.

Apreté ligeramente la puerta contra mi cuerpo, no quería que Delano viera a Alexander en ese estado, a él no le gusta que lo vean débil y yo lo cubriría.

— Sí... me he dado cuenta que han cambiado un par de cosas en mi cabeza, que sea lo que Dios quiera y que pase lo que tenga que pasar, si me puso en esta casa, con Alexander de guía, por algo será, supongo que el convento no era para mí.

— Así se dice, hermana — sonriente— ¿La espero para practicar? Hoy tenemos invitados.

— Ahí estaré sin falta, nos vemos.

— Nos vemos, y... paciencia, Sasha puede estar gritándole fácilmente dos horas, es un malhumorado.

— Así he visto — riendo con él— Iré a ver si quiere ahorcarme o ya puedo ir a vestirme, te veo al rato.

— Nos vemos.

Cerré la puerta, apoyando la espalda en la madera, colocando el seguro otra vez, respirando aliviada.

— Hermana... no sé cómo agradecerle lo que hizo por mí, todo lo que hizo.

Moví mi cabeza en dirección a la voz, viendo a Alexander sentado en la cama, despeinado y aún algo pálido, sujetándose del borde del colchón, parece estar aún algo mareado.

— Escuché lo que sucedió, podré ser una monja, podré estar en contra de la violencia, pero ella merecía que alguien la pusiera en su lugar, su muerte es un mal menor, sin ella el mundo será mejor, quizá a cuantos hombres más les hizo eso.

Acercándome a él, sujetando su rostro, mirando sus pupilas, siguen algo dilatadas, los ojos enrojecidos, los labios secos.

— No tenía que quedarse después...

Murmuró dejándose hacer.

— Jamás pienses que voy a hacer la vista gorda, Alexander Volkov, tú me salvaste, me diste techo, comida, ropa, seguridad ¿Y crees que te iba a dejar solo cuando es obvio que necesitabas ayuda? En ocasiones tenemos que reconocer que no estamos en condiciones para quedarnos solos.

— Sí... bueno, ayer fui bastante patético, me avergüenza mirarte a la cara, Jelena.

Solté su rostro retrocediendo, estuve tocándolo por mucho tiempo, pero que irrespetuosa.

Que pronuncie mi nombre sigue siendo algo estimulante para mí.

— ¿Patético? Yo no lo vi así, sólo eras un hombre que necesitaba ayuda, yo siempre voy a estar para ayudarte, si no quieres que los demás te vean débil, puedes mostrarte así frente a mí, te juro por mi vida que jamás diré una sola palabra, te cubriré y te ayudaré — sonriéndole— ¿Quieres agua?

Asintió mientras una tímida sonrisa se instalaba en su rostro, he visto varias de sus sonrisas, pero no esa.

Antes de que se me saliera el corazón por la boca, fui hasta el baño, tomé su vaso para cepillarse los dientes, lo llené con agua y se lo llevé, poco duró el agua en el vaso, su cuerpo aún no tenía la suficiente fuerza, terminó mojándose completo, incluida su ropa interior.

— Carajo... soy un maldito desastre.

Su voz sonó rota, no es ni la sombra del hombre que realmente es, sus demonios siguen atormentándolo sean cuales sean.

— No te preocupes, te traeré otro, arreglaremos esto, es sólo agua.

Yendo nuevamente al vaso, llenándolo y regresando con él, sujetando el vaso, acomodando mi mano libre bajo su barbilla en caso de derramar algo, viéndolo tragar rítmicamente, su nuez de Adán subiendo y bajando, terminándose el vaso.

— ¿Quieres darte un baño? La mañana está fría, estás mojado y tu cabello... bueno, sudaste demasiado, no sé si quieres ayuda... digo, no voy a mirar nada, sólo quiero ayudarte, yo te respeto, Alexander Volkov.

Miró su cuerpo mojado otra vez, el desastre en el piso, la cama mojada.

— Soy un desastre...

Tomé su mano, viéndolo alzar la cabeza con rapidez, observándome sorprendido.

— Vamos a limpiarte antes de que te resfríes, el agua estaba fría, toma una ducha y vuelve a dormir, te aseguro que te sentirás mejor luego de una buena siesta.

— Hermana ¿Me cuidó todo este tiempo?

Preguntó observando mis pintas, pero no me miró de esa manera en la que me pareciera que logra ver lo que hay bajo la ropa, él me mira con culpa ahora.

— Lo hice, pasaron ciertas cosas, no tuve tiempo de vestirme, perdón.

— Yo soy quien debería disculparse — levantándose con mi ayuda, arrastrando los pies hacia el baño, sujetándose de mí— La vomité, la... mordí, hice un desastre que al parecer usted limpió, no durmió, se quedó en toalla cuando yo sé que no le gusta vestir ligero... no tengo como agradecerle. Debo ser el peor anfitrión que ha tenido en su vida.

— Sólo siga teniendo fe en mí — ayudándolo a tomar asiento en el piso de la ducha— Mostrándome más del mundo, ayudándome a decidir si el camino de Dios es el que debo seguir, o es otro el recorrido destinado para mí — dando el agua de la ducha teléfono lejos de él para controlar la temperatura— Delano dijo algo muy cierto hace unos minutos, el convento es todo lo que conocí, para mí era eso o nada, pero quizá, de ser libre, no lo hubiese elegido, así que... tenga fe en mi y no me abandone.

— Es la primera persona en mi vida que me protegió y me cuidó, créame hermana que no la dejaría ir aunque usted suplicara de rodillas por su libertad, no pienso soltarla, nunca.

El cosquilleo subió por mi espinazo concentrándose en mis pechos, duros y pesados, los pezones erguidos, una reacción normal de mi cuerpo cuando Alexander me habla así, él es completamente diferente a todo lo que he conocido, lo diferente siempre llama la atención.

— Más le vale cumplir su palabra — plantándome frente a él, viéndolo echar la cabeza hacia atrás, permitiéndome mojar su cabello— Usted me permitió vivir, me tatuó y me exigió dejar atrás mi estilo de vida, por lo tanto, responsabilícese.

— Tomaré todas las responsabilidades de todos mis actos con usted, hermana.

Cerrando los ojos cuando comencé a masajear su cuero cabelludo, formando espuma con el champú, sujetando la ducha teléfono contra su pecho.

Se ve tan tranquilo... tan inofensivo...

— Entonces... estoy en sus manos, Alexander Volkov, desármeme y ármeme a como necesite, soy menos que nada, ni siquiera he descubierto cual es mi personalidad, he vivido un estilo de vida mecánico, la misma rutina siempre, sin hablar, siendo repudiada, un ser que no existe a los ojos de las personas libres, una prisionera sin saberlo, no sé quien soy, no sé de lo que soy capaz, por eso, ayúdeme a descubrirlo.

— Cuando termine con usted, hermana, ni Dios va a poder reconocerla.

Ese domingo no asistí a la iglesia... Alexander estaba convencido de que, si quiero probar otras formas de vida, debo olvidar mis votos perpetuos, pobreza, obediencia y castidad, cuando logre acostumbrarme a vivir fuera, podré elegir mi camino, dijo que si aún quiero ser monja llegado el momento, él mismo me llevará al convento más cercano y me dejará libre.

Es la oferta más noble que me han hecho en la vida.

***

Miré mi reflejo en el espejo del baño, Delano, Misha, Akim, Lev y Oren prácticamente me arrastraron con ellos para la salida semanal que comparten los hombres de Alexander, salida a la que rara vez se une el jefe, por lo tanto, éramos sólo nosotros, alcohol, música escandalosamente fuerte, bailes obscenos y... mujeres en poca ropa, mujeres que... hacen... cosas con los chicos en los cuartos en el tercer piso del club en el que nos encontramos, apenas puse un pie en este lugar, ya me quería ir, nadie me dio los detalles de lo que haríamos, debería comenzar a preguntar.

— Si supieran que en realidad soy monja...

Labios rojos, cabello ondulado, vestido ajustado, corto, muy corto, y tacones, no me gusta nada la forma en la que esos hombres afuera me miran, piensan que trabajo aquí y ya me pidieron "Mis servicios" dos veces en lo que esperé que prepararan mi jugo de frutilla en la barra.

— Agh... debí quedarme en casa.

Irguiendo mi postura, dando media vuelta, dejando el baño atrás, sonriendo a Delano que amablemente se ofreció a acompañarme, no se fía de que estos sujetos no intenten algo, las dos propuestas anteriores que me hicieron fueron canceladas por su cuenta apenas vieron el tatuaje de mi pierna, al parecer sí me da cierta inmunidad, todo el mundo supo quienes éramos, a ellos los conocen, en mí reconocen la tinta, podría acostumbrarme a que ya no me miraran con desprecio.

— ¿Es demasiado? Quizá debí advertirle.

— No voy a arruinarle la fiesta a nadie — suspiré— Pero sí, es un poquitín demasiado, la próxima vez, no vendré.

— Dudo mucho que eso se pueda, Orel ya te apuntó para la noche de póker.

Lo miré.

— ¿Noche de... qué?

No entiendo...

— Te enseñaré un poco ahora, vamos a divertirnos, relájese, hermana. Con nosotros no va a pasarle nada nunca.

Tomando asiento otra vez, una enorme mesa circular, sofás de cuero rojo a su alrededor, varios de los chicos acomodados aquí, alcohol, drogas, cigarrillos de dudosa procedencia en la mesa, cartas, y... mujeres de compañía por aquí y por allá.

— ¡Vaya! Llegó la hermana Jelena — Dijo una de ellas, dos chicas tomando asiento a mis costados en cuanto apoyé el trasero en el sofá— Hermana, tenemos muchas cosas que hablar con usted.

Las miré con confusión, Misha me mostró dos pulgares arriba en señal de que estaba todo bien.

— Ok... hablemos.

— Nos contaron que estuvo en un claustro hasta hace una semana ¿Es así?

Dijo otra de ellas, tomando asiento en la mesa frente a mí, ofreciendo mini vasos con liquido transparente para todas, y por no ser descortés, lo recibí.

— Sí, así fue.

— ¿Cuántos años tiene?

— Dieciocho, los cumplí hace una semana.

Respondí yo.

— Entonces necesita conocer mucho de la vida, hermana — dijo ella señalando el vaso— Beba el tequila, pero sin limón y sin sal como estos brutos, el alcohol deshidrata, la sal y el limón también, se emborrachan más rápido, primer consejo el tequila se toma solo.

Fui prejuiciosa, perdón señor, estas mujeres son muy amables.

Seguí su consejo y bebí el tequila ignorando la sensación de mi garganta en llamas, riendo con ellas, supongo que estuve haciendo muecas por cada trago.

— Segundo consejo, hermana — dijo otra de las chicas— Para salir, siempre cumplimos con cinco requisitos, depilada, la seguridad encendida, ropa interior limpia, mi mamá decía que siempre había que estar lista en caso de que nos pasara algo y llegáramos al hospital, también maquillaje en el bolso y un cepillo para el cabello por si las cosas se ponen salvajes.

Las chicas a mis costados asintieron, de acuerdo con ella.

— Y como es amiga de Akim y Lev, nuestros clientes regulares y amigos, tenga, un regalo de nosotras para usted.

Apoyando en estuche repleto de maquillaje en su interior.

— Chicas... no puedo aceptar, es demasiado, esto...

— Nos hablaron sobre su voto de pobreza, hermana, abandone su vida y entréguese a los placeres de la vida, además... si ponemos en la balanza los mandamientos de la iglesia de satán y la de Dios... deja mucho que desear.

— Estoy de acuerdo con Milenka, hermana — dijo la chica que tomó asiento en el respaldo del asiento, encajando mis hombros entre sus piernas, estaba rodeada— Por ejemplo, No cometerás actos impuros, Satán dice, no hagas avances sexuales a menos de que recibas una señal de apareamiento, Dios te obliga a practicar la abstinencia, Satán te habla del consentimiento, estuve investigando, hermana.

— Bueno... si lo dices de esa manera, si suena mejor ese mandamiento, pero...

— Tengo otro, tengo otro — interrumpió la chica a mi lado, colocando un nuevo mini vaso entre mis manos— honrarás a tu padre y a tu madre —leyó desde su móvil— Dígame hermana ¿Debería honrar a alguien que me dio la espalda? Es una estupidez, satán dice, que honremos a quienes nos honran, dar lo que recibimos, y habla también sobre no herir niños pequeños... nos contaron cómo fue que el jefe decidió llevarla consigo, lo lamento mucho — señalando el tatuaje de medusa en su brazo— Este es un recordatorio de que conmigo no llegaron a tiempo, mi padre lo consentía, consentía que abusaran de mí.

Me persigné, estas mujeres realmente son... son muy buenas, y han pasado por cosas horribles.

— Lamento mucho lo que le sucedió, nadie merece eso ¿Qué le pasó a su padre?

— El hijo de puta está muerto. La regla en el bajo mundo es, no molestes a nadie, si te molesta, pídele que pare, si no lo hace, destrúyelo — sonrió maliciosa— Otro mandamiento de Satán, él siempre pone frente a ti dos opciones, no impone nada.

— Estás realmente convenciéndome — dije yo— Creo que debería venir más seguido para escuchar sus consejos — bebiendo el vaso frente a mí— ¿Qué más debería saber?

Un metro más allá, Delano sonrió y levantó su cerveza a mi salud, pagando por el tiempo de esas chicas para que habláramos, habláramos y habláramos sin que sus jefes las molestaran o se enojaran por no estar haciendo su trabajo.

Ellas dijeron estar contentas con su trabajo, sexo por montones, tragos gratis, viven de fiesta en fiesta, no tienen horarios, puede elegir sus clientes, dicen que siempre han tenido la capacidad de elegir, pueden irse en cualquier momento sin repercusiones, pero ya han formado lazos con estas personas, les gusta su estilo de vida.

— Tres tríos, yo gano.

Apoyando mis cartas en la mesa, escuchando a todos protestar, me enseñaron a jugar hace treinta minutos y resulta que no doy tanto asco, no es tan difícil y estoy divirtiéndome como nunca, tengo las mejillas sonrojadas, el rostro caliente, los ojos brillantes... creo que ya sé lo que es estar ebria.

— El dinero, perras — dijo Ivanna a mi lado— Jelena ¿Invitas la siguiente tanda?

— Pidan lo que quieran, que yo pago.

Tomando el dinero del centro de la esa, celebrando con el resto.

— Pareces estar completamente en tu ambiente.

Dijo Misha, cambiando de lugar con Katya para tomar asiento junto a mí.

— Creo que el alcohol ayuda, además, las chicas son muy divertidas y amables, aprendí mucho de ellas.

— Entonces... ¿Vendrás con nosotros la próxima vez? Delano dijo que no estabas tan segura.

— Cuenten con mi presencia — enrollando los billetes como Milenka me enseñó, guardándolos en mi sujetador— No pienso perderme ni una salida más, perdí demasiado tiempo, es hora de vivir.

— Así se dice, hermana — ofreciéndome un vaso grande de liquido transparente— Es hora de subir de nivel, en la madre rusia el vodka es como el agua, tenemos mucho que enseñarte aún.

— Entonces más me vale abrir bien los ojos y no perderme de ningún detalle.

Bebiendo todo el contenido, sintiendo mi alrededor comenzar a moverse.

Es la mejor noche de mi vida.

***

— Hermana, creo que es mejor si se quita los tacones.

Dijo Delano, es la tercera vez que me sujeta antes de terminar con el rostro incrustado en los escalones de casa, estoy ebria, muy ebria, pero feliz, todo es tan divertido...

— Sí, creo que sí — tomando asiento en los escalones— ¿Cómo... cómo se sacan estas cosas? ¿Por qué les ponen correas tan ajustadas a los zapatos?

Delano carcajeó.

— Hermana, creo que la próxima vez hay que bajarle un poco al alcohol.

Acuclillándose frente a mí, desabrochando las correas de mis tacones con delicadeza, quitando uno y luego el otro.

— No, yo creo que debería beber más, Misha dijo que debo subir de nivel ¿Me cuidas así la próxima vez, por favor?

Sonrió.

— Por supuesto, déjamelo todo a mí — ayudándome a ponerme de pie otra vez— Ahora sólo preocupate de poner un pie delante del otro.

— Sí señor.

Viéndolo sujetar mis zapatos con su mano libre, su mano sujetando bien mi cintura para no terminar en el piso, caminando por el pasillo directo a mi cuarto, abrió la puerta, lanzó los zapatos dentro y me soltó.

— Buenas noches, hermana Jelena.

— Sólo Jelena — dije yo, cargando la cadera en el marco de la puerta— Alexander dijo que debo alejarme de Dios para saber si es lo que realmente me gusta.

— Que sabio es el jefe en ocasiones — sujetándome antes de terminar en el piso— Hermana... creo que es hora de ir a dormir, cierre la puerta con seguro.

— Sí, sí... un minutito, deja que pruebe que tan blando es el piso en este mismo lugar.

Me levantó otra vez viéndome con preocupación.

— Hermana... es la única mujer en esta casa, me sentiría mejor si cierra su puerta con seguro, por favor... cinco minutos de lucidez es todo lo que le pido.

— Sí, lo que quieras Delano, el mío con fresas, por favor...

Tocándole la punta de la nariz, viéndolo perder un poquitín la paciencia.

— Ok, tendré que despertar a su casi compañero de cuarto, él sí podrá cerrar su puerta, espéreme aquí, ya regreso.

Dejándome sentada en el piso, el cuerpo y la cabeza cargada en el marco de la cabeza, su chaqueta sobre mis hombros, caminando hacia la puerta a unos metros de la mía, tocando con insistencia repetidas veces, los gritos molestos en el interior no lo detuvieron, siguió golpeando hasta que una figura masculina en ropa interior salió y lo sujetó por el cuello.

— ¿Se puede saber qué mierda pasa para que me despiertes a las cinco treinta de la mañana, Delano?

Su Segundo sólo estiró el brazo y me señaló, me pareció un poquito divertida la escena, levanté la mano y los saludé, Alexander lo soltó enseguida, rascándose la cabeza.

— ¿Qué demonios le dieron?

— Ella bebió por su cuenta, se llevó bien con las chicas del lugar, estuvieron hablando, entre trago y trago se emocionó, luego comenzamos a apostar y se puso a beber más... estaba bien, se lo juro, pero pestañee y ya se puso así. Señor, no lo hubiese despertado, pero tiene que cerrar la puerta del cuarto y como ve, en condiciones no está.

Alexander acomodó su cabello con los dedos, asintiendo.

— Yo me encargo, gracias Delano, no voy a olvidar esto.

— No es nada señor — asintiendo en su dirección, comenzando a caminar otra vez hacia mí— Buenas noches, Jelena, guarda bien tu maquillaje.

Señalando el bolso que mantengo sobre mi regazo.

— Te devuelvo tu chaqueta mañana — dije— Nos vemos en el desayuno.

— Nos vemos en el desayuno y por la chaqueta no te preocupes.

Sonriente, siguió su camino hasta entrar en su propio cuarto.

— Me agrada Delano.

Le dije a Alexander en cuanto me levantó del piso, sujetándome por la cintura para no caer.

— Sí... sí... dices lo mismo siempre, Delano el perfecto te agrada.

Entrando conmigo al cuarto, cerrando la puerta con seguro, llevándome a la cama.

— Oye, espera ¿Dónde vamos?

— A acostarte, borrachita — tomando el bolsito de maquillaje que me dieron, dejándolo en la mesa de noche— Tienes que dormir.

— ¿Acostarme sin lavarme los dientes? No, no, no, Alexander Volkov, eso sí que no.

Tropecé con mis propios pies intentando ir hacia el baño, su brazo en mi cintura impidió que terminara en el piso, eso hubiese sido muy divertido, no pude evitar comenzar a reír.

— Jelena... te vas a partir la cabeza.

Llevándome él con cuidado hasta el baño, sujetándome por la cintura, dejándome frente al espejo en el lavamanos.

***

ALEXANDER.

Miré a la borracha a través del espejo, sus ojos brillantes, mejillas sonrojadas, el labial un poco corrido, pero siente, su cabello alborotado, salvaje, sexy, una mujer llena de vida que lo ha pasado estupendo, quiero darle más momentos así, ella lo merece todo.

— Alexander Volkov, Alexander, Sasha...

Dijo, llamando mi atención, lleva mirándose al espejo unos cinco minutos sin moverse.

— ¿Sí? ¿Jelena a secas?

Contesté.

— Llevo un buen rato intentando levantar los brazos ¿Me creerías si te digo que están dormidos?

Carcajee.

— No tienes remedio, Malyshka, parece que tendré que ayudarte.

— Abrir la boca, eso sí que puedo hacerlo.

Tragué grueso, la sonrisa que me dedicó no fue la que suele dedicarme, tímida e inocente, esta era la media sonrisa de alguien que sabe que sus palabras tienen otro significado.

¿Qué tanto le enseñaron las prostitutas con las que se divirtió esta noche?

— Sí, como digas Jelena — sentándola sobre la tapa del váter, tomé su cepillo junto al mío en el vasito, le puse pasta y regresé con ella, acuclillándome entre sus piernas, se le subió el vestido y estoy haciendo mi máximo esfuerzo por no mirar— Abre la boca.

Hizo lo que le pedí sin chistar, dejando que le lavara los dientes, viendo su lengua teñida de morado, me dediqué a tallarla con el cepillo un par de veces, viéndola hacer una arcada, demasiado profundo.

— Lo siento.

Me disculpé, intentando limpiar su lengua con un poco más de cuidado, pero hizo una arcada otra vez, creo que es mejor no entrar en terreno peligroso, no es sano para mi polla ni para mi mente que comienza a imaginarse cosas.

— Bien, a enjuagarse, borrachita — poniéndola de pie nuevamente, llevándola al lavamanos— Escupe la pasta, yo te lavo la boca.

Asintió inclinándose hacia adelante para escupir, su culo chocando con mi entrepierna, obligándome a tragar grueso y tomar una larga respiración, rezándole a su Dios para poder soportar esta tortura.

Me moví hacia un lado para evitar roces involuntarios, lavé el cepillo y le lavé la boca, quitándole el maquillaje en el proceso, he visto a la hermana pasando horas poniéndose crema tras crema en su rostro de ángel, no creo que le haga mucha gracia dormirse con el maquillaje puesto y nada me cuesta desmaquillarla... supongo.

— Muy bien, ahora sí que a la cama — bajándole el vestido sin mirar, ayudándola a llegar al cuarto otra vez— ¿Dejo un vaso con agua en tu mesa de noche?

Asintió, tomando asiento en el colchón, frotándose un ojo, parece estar cansada.

Di tres pasos hacia atrás sin perderle el ojo de encima, asegurándome de que pudiera mantener el equilibrio, yendo al baño prácticamente corriendo para llenarle un vaso y dejarlo sobre su mesa de noche.

— Jelena, a la cama, déjame abrir las mantas.

— ¿Y dormir con ropa? — protestó— Arruinas la ropa durmiendo con ella ¿Sabías? Además, el cierre de este vestido es muy grueso, va a lastimar mi piel.

¿Qué hice yo para merecer esto, joder? ¿Qué tipo de tortura es esta?

— Pues quítatelo cuando me allá ido y listo — tomando mi camiseta bajo su almohada que usa como pijama— Toma.

Lanzándosela encima, viendo que no reaccionó y sigue con el rostro cubierto.

— ¿Crees que si pudiera quitarme el vestido sola lo seguiría teniendo puesto, Sasha?

Escuchar mi nombre informal que sólo personas cercanas a mí usan... me gusta, Jelena se ganó mi confianza con acciones y palabras, es más que merecedora de utilizar mi nombre informal.

— No voy a quitarte el vestido, Jelena, estas ebria, eso también es una agresión y no me haría mejor que la chica que intentó... salirse con la suya el otro día.

— Sólo te estoy pidiendo ayuda, Dios — jalando la camiseta para mirarme— No quiero dormir con esto ¿Puedes sólo cerrar los ojos y ayudarme?

¿Quién pensaría que es monja si pone tanta confianza en manos de un sujeto que conoció hace apenas una semana?

— Ok, tú ganas — suspiré— No voy a mirar, te lo juro.

— Lo sé, confío en ti, Alexander Volkov.

Sonreí inconscientemente, su confianza ciega en mí era... sorpresiva, y no le fallaría.

Deslicé mis manos por su cintura, subiendo hacia su espalda, sujetándola mientras deslizaba el cierre abajo, abajo y más abajo, notando la ausencia de su brasier, maldita sea, mi cuerpo reacciona por su cuenta y espero que ella no se dé cuenta de mi erección.

— No estoy mirando.

Dije deslizando la prenda por sus hombros, jalando hacia arriba para quitarla de su cuerpo, tomando la camiseta, pasé el agujero grande por su cabeza, sujetando una mano y luego la otra para pasarlos por los orificios, tirando hacia abajo, sólo entonces respiré otra vez y dejé de mirar el techo como si fuera la cosa más interesante del mundo, mirando la cara de la insoportable y confianzuda monja frente a mí.

— No miré.

Dije otra vez, viendo sus labios curvarse en una sonrisa.

— Lo sé, confío en ti.

Sujetándola para que no se lastimara, abrí las mantas de la cama y la senté en ella ayudándola a acomodarse, arropándola bien, viendo como ya se le cerraban los ojos mientras abrazaba su almohada.

— Dejaré la puerta del baño que da a mi cuarto abierta, si te sientes mal, me llamas, o gritas, qué se yo, estaré al pendiente.

Tomando su vestido para intentar cubrirme el pito antes de que bajara la mirada, aunque dudo que lo haga, ella siempre me ha mirado al rostro, siempre... menos cuando la incité a que me mirara antes de tatuarla.

— Gracias, Alexander.

Soltó acompañado de un suspiró, cerrando los ojos.

— Dime Sasha.

Dando dos pasos atrás.

— Está bien... Sasha... buenas noches.

— Buenas noches... Lena.

Antes de quedarme apreciando a la ninfa hermosa descansando en la cama, decidí huir directo a mi cuarto, recordando mis clases sobre la mitología griega para bajar la erección, las ninfas eran reconocidas como diosas de la naturaleza asociadas a la belleza y la jovialidad, y eran con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos.

Una comparación perfecta entre ella y yo.

Sentándome en la cama, viendo a través de ambas puertas abiertas a la chica que descansaba en su cama.

Nunca creí volver a confiar en una mujer, nunca creí que volvería a sentirme seguro estando cerca de una, menos tan cerca, como ahora.


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BUENAS BUENAS BESTIEEES

COMO VA SU VIERNEEES

EN EL CAPITULO DE HOY VIMOS A JELENA QUIEN SIGUE AL PENDIENTE DE ALEXANDER 

PERO DELANO LLEGÓ Y VIO ALGO UN POQUITO EXTRAÑO, PERO NO DIJO NADA 

ALEXANDER LE AGRADECIÓ POR TODA LA AYUDA BRINDADA Y SE PERMITIÓ SER DEBIL FRENTE A ELLA

JELENA SE COMIENZA A CUESTIONAR SU ESTILO DE VIDA, NO FUE ALGO QUE ELLA DECIDIERA, ENTONCES ¿DEBE SEGUIR VIVIENDO ASÍ?

DELANO LA LLEVA A UNA FIESTA, UNA UN TANTO ESTRAFALARIA, JELENA NO ESTA MUY MUY ACOSTUMBRADA

PERO RESULTA QUE ENCONTRÓ BUENOS TEMAS DE CONVERSACIÓN 

BUENOS TRAGOS

BUENOS JUEGOS

Y SE EMBORRACHÓ JAJAJAJAJA DELANO HIZO TODO LO POSIBLE POR LLEVARLA DE REGRESO AL CUARTO, LE QUITÓ LOS ZAPATOS E INTENTÓ CONVENCERLA DE QUE CERRARA LA PUERTA, PERO NO HABÍA CASO, JELENA NO ESTABA CON LA CABEZA EN ESTE MUNDO

LA SOLUCIÓN? BUSQUEMOS A ALEXANDER

PERO LAS COSAS SE PONEN UN POCO EXTRAÑAS DESDE ESTE PUNTO, JELENA PERDIÓ TODO SENTIDO DE INHIBICIÓN

ALEXANDER LA RESPETÓ EN TODO MOMENTO

ÉL MISMO SE SENTÍA MUY INCÓMODO CON LA SITUACIÓN

POCO A POCO COMIENZA A SOLTAR PEQUEÑOS PEDAZOS DE SU PASADO 

QUÉ ESCONDES PRECIOSO?

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO

BESOS!


XOXOXOXO♥️🛐

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