Capítulo 4

ALEXANDER.

Disfruté ver a la hermana abrir la boca de la sorpresa mientras se sonrojaba con rapidez, no pude contener el deseo, extendí mi mano y acomodé el cabello tras su oreja, sí... ahí estaba, rojas y calientes.

La verdad es que me sorprendí mucho cuando la escuché jadear al otro lado del pasillo, primero pensé que algo le había pasado, me preocupé, creí que quizá alguien se metió a su cuarto, la única mujer entre tanto hombre... esa fue la principal razón de que la pusiera en ese cuarto precisamente, para protegerla, pero antes de poder sujetar el pomo de la puerta, escuché sus gemidos agudos, deliciosos, la hermana se estaba tocando.

Me vi muy tentado a cruzar el pasillo del baño para... ayudarla a explorar, mostrarle todo lo que podría enseñarle si me lo permitía, pero me contuve, podré ser muchas cosas, pero no soy un violador, podré provocarla, pero jamás la tocaría sin su consentimiento o la empujaría al punto de aceptar sin ella desearlo.

Me propuse a mí mismo provocar a la hermana, ver cuanto tiempo me toca corromper no sólo su cuerpo, sino que su personalidad, su mente, sus manos limpias... voy a hacer de ella un monstruo, lucifer, el ángel caído del cielo, lo peor del infierno, esa será ella.

— Y bien, hermana, estoy esperando — apoyando la espalda en mi silla, viendo de reojo a Delano a punto de morir ahogado, tosiendo por haber bebido café por la nariz, idiota— Fui muy explicito ayer, quiero que me narre su tarea.

— A-alexander... eso es un poco...

Retorciendo sus dedos sobre su regazo, bajando la mirada.

— ¿Quieres que comience yo primero? No tengo problema con eso, pero quiero escucharte.

Atrapó su labio naturalmente rosa, la inocencia, la vergüenza y esa oscuridad que no había visto antes en sus ojos, el placer, su respiración irregular, la necesidad de soltar su labio y entreabrir la boca para respirar mejor... la hermana estaba excitada, pero no parecía saber lo que eso significaba.

Oh hermana... voy a divertirme tanto torturándote.

— Bajé mi ropa interior y apoyé una mano en la puerta, podía escuchar tan claro cómo usted...

Cubrió mi boca, alarmándose, mirando a las personas a su alrededor, mirando particularmente a Delano quien sí estaba de chismoso, escuchando conversaciones ajenas.

— Delano es sordo, ciego y mudo — le dije apenas quité su mano y besé la palma, viendo su rostro tornarse de un tono diferente de rojo— Delano, no has escuchado nada ¿Cierto?

— No señor... soy sordo, ciego y mudo.

Intentando evitar la mirada de la monja, horrorizada por lo que estábamos hablando, no creo poder hacer que se suelte si hay tantas personas cerca.

— Bien hermana, iremos a hablar a un lugar más privado — levantándome— ¿Preferiría eso?

Se mordió el labio otra vez y me miró con esos ojos inocentes, se me engordó la polla de solo pensar en esos rozados labios a su alrededor, soy un puto enfermo, esto está mal.

— Sí, e-eso es mejor, quiero mantener mi imagen al menos con el resto.

Eso es perfecto para mí, Malyshka, no me gustaría que otro idiota escuche cómo hago pecar a la hermana, esos placeres me pertenecen.

El yo animal actuó antes que la parte racional tomara el control, cargándome a la hermana al hombro, dejando el comedor, pidiendo al mayordomo que enviara el desayuno de ambos a mi despacho dónde podremos hablar tranquilamente sobre cómo llegó a la gloria.

Abrí la puerta, cerré con el pie y me aproximé al escritorio, empujé todos los papeles botándolos al piso, Delano volverá a organizarlos más tarde, sentando a la hermana ahí, le di espacio moviendo mi silla hacia atrás y tomé asiento, apoyando la espalda en el respaldo, acariciando mi mentón, imaginando cómo sería follarla aquí, lo sexy que sería que ella me pidiera que la follara sobre este escritorio.

Tiempo al tiempo Alexander, contrólate.

— ¿Y bien, hermana?

Intentando controlarme, la pretina del pantalón me lastima la polla, ella no parece darse cuenta de la dureza que se me marca, no mira más que mi rostro, nunca.

— Y-Yo... hice lo que usted me dijo, yo... metí... mi mano dentro de mi ropa interior, entonces — tomó aire, botándolo acompañado de un sonidito que me estaba empujando a abrirme el pantalón para dejar respirar mi pene— entonces... usé dos dedos para... para t-tocarme, primero no sentí nada, me dolía la mano, se me cansaba — oh hermana... si tan sólo no me estuviera mirando...— P-pero usted dijo que usara una motivación, y lo hice — mi polla dio un brinco dentro de mi bóxer, le dije que me usara de motivación, se tocó pensando en mí— Entonces sí que sentí cosas, s-sentí como si una corriente me recorriera, ciertas... partes de mi cuerpo se endurecieron y... yo... em... eso se sintió bien cuando... no sé, algo pasó y se sintió bien, mi cuerpo relajado, tan liviana...

El que se mordía el labio ahora era yo, imaginando cada acción de la monja que al parecer tan santa no era ¿Cuánto más podría empujar sin llegar a un punto de no retorno en el que me odiara?

Callé mientras servían el desayuno sin mirarnos ni una sola vez, la hermana sigue avergonzada, sigue retorciendo sus dedos, dudo mucho que así pueda comer, pero es tan divertido torturarla...

Para cuando se fue mi personal, me incliné hacia adelante asegurándome de separar las piernas lo suficiente para no apretarme las bolas, mirando a la hermana apretar las piernas.

Maldita sea, no me lo está haciendo fácil.

— Como decía, hermana... tenía una mano apoyada en la madera de la puerta, la escuchaba tan claro, tenía esto tan duro — mostrándole descaradamente mi erección, apretándomela— Tan dolorosamente duro que me vi en la necesidad de bajar mi ropa interior y tocarme así como usted, mi mano subiendo y bajando por mi pene, intentando mantenerme callado para no molestarla mientras usted hacía su tarea como una buena chica — sonreí de lado al ver, como ligeramente separaba las piernas y las vuelve a apretar, el cuerpo sabe lo que quiere antes de que la mente lo procese— Y llegué a ese punto que usted definió como sentirse bien, eso hermana, se llama orgasmo, y yo puedo hacer que se sienta mil veces mejor que eso — lamiendo mi labio inferior, se me seca la boca de solo pensar en el festín que podría darme con su cuerpo— Pero eso sólo es decisión suya, yo sólo le enseñaré cosas que puede hacer por su cuenta, jamás haré nada que no quiera, hermana, pero la provocaré tanto, que usted sola se arrodillará para adorar lo que tengo entre las piernas.

Esta vez sí que jadeó, pero estaba tan ida que no pareció darse cuenta.

Oh hermana... por su culpa tendré que ir en busca de un buen polvo luego de esta interesante platica.

— Comamos — dije para darle algo de paz— Debe estar hambrienta, monja.

Y no creo que su hambre sea de comida precisamente.

***

JELENA.

Salí de su despacho sintiendo el aire frio y fresco del pasillo refrescar mi rostro gracias a las ventanas abiertas, sentía que me faltaba el aire ahí dentro, Alexander es tan... tan... sátiro, tan pervertido, tan... no lo sé, mi cuerpo siente como si estuviese dentro de un horno cada vez que me mira, sin duda ese hombre es el diablo en persona y me está arrastrando a su infierno, tendré que confesarme nuevamente el domingo.

Dejé la casa atrás y fui directo al enorme patio de esta casa dónde todo el mundo practicaba, Alexander dijo que Delano se encargaría de mí hoy, que le envió un mensaje para avisarlo.

— Hermana... ¿Sus servicios son sólo con el jefe o su gracia se extiende al resto de nosotros?

No me gustó nada la forma en la que me miró, tampoco me gustó que me sujetara del brazo de esa manera, Alexander es un sátiro, pero me ha dejado en claro más de una vez que jamás haría algo que no quisiera y eso hace que lo deje seguir parloteando sintiéndome segura con su compañía.

— No sé de qué está hablando — intentando hablar con firmeza— Alexander es mi jefe, si usted se imagina cosas, ese no es mi problema.

Tirando de mi brazo, asustándome un poquito al ver que no me soltó.

— Hermana, todos vimos como el jefe se la cargó al hombro, no creo que las monjas dejen que todo el mundo las cargue así ¿O estoy equivocado?

Me sonrojé, claro que no es correcto, pero ¿Cómo decirle que no al jefe? Mi existencia depende de que él siga recordándome, sin el jefe yo no sería nada ni nadie.

— Soy una monja, pero también soy propiedad de Alexander Volkov, puede hacer lo que quiera conmigo siempre que no se trate de mi cuerpo, tocarme es el límite de lo permitido.

— Eso no es lo que yo vi.

Apretó un poco más fuerte, lastimándome.

El brazo de alguien me rozó la nariz, lo siguiente que vi fue al sujeto frente a mí en el piso, mi espalda pegada al pecho de Delano, su brazo rodeando mi cintura, posesivo.

— Creo que la orden de Sasha fue bastante clara, Dimitri, nadie la mira, nadie la toca, nadie le habla — pateándole el rostro sin soltarme— La próxima vez que olvides estas reglas, voy a matarte.

Lo siguiente que supe fue que Delano me alejó del sujetó sin quitar su mano de mi cintura, dirigiéndome al lugar dónde todo el mundo entrenaba, el ceño fruncido, los dientes apretados, no parece contento.

— Delano... gracias.

Dije apenas me soltó y se plantó delante de mí, soltándome como si recién se hubiese dado cuenta de que no cumplió la regla que Alexander dio sin notificarme.

— No importa la relación que tengas con Sasha, mi obligación es cumplir sus órdenes, y si eso es que no te miren, ni te toquen, ni te hablen, así va a ser, hermana, y lamento haberla tocado sin su consentimiento, no me di cuenta, yo me... enojé porque usted es alguien buena y no merece la mierda que le pasó, no merece que nadie más la obligue a hacer algo que no quiere.

Sonreí.

— Delano, mi nombre es Jelena, por favor... dime Jelena — mirando al sujeto de rostro bonito— Sin no fuera por ti, habría estado perdida, gracias, y gracias por pensar que no merecía eso, gracias por hacerme sentir bienvenida en este lugar desconocido y diferente a todo lo que siempre conocí.

— Hermana, digo... Jelena — sonrojándose— Si necesita algo, si necesita... hablar, lo que sea, llámeme, estaré para escucharla.

— Me encantaría eso, Delano, pero... el teléfono que me compraron no lo he abierto aún, nunca vi uno, no sé como funciona, así que... si pudieras ayudarme más tarde con eso... por favor.

— ¡Claro! — carraspeó— Perdón por gritar, em... yo... digo que, que claro que puedo ayudarla, Sasha dijo que regresará tarde hoy, en el almuerzo podemos configurar el nuevo móvil, podemos salir y comprarle alguna funda, algo que le guste, podemos... ir al parque, al cine, a comer helado, hermana... creo que usted necesita vivir, necesita conocer el mundo.

El medio rubio frente a mí parece ser una buena persona, espero que mi instinto no me falle ahora, porque pensé que la gente del claustro era buena y me equivoqué.

— Entonces dejo en tus manos el recorrido, Delano, tú eres el experto en el exterior.

Asintió feliz y dijo que durante el almuerzo hablaríamos sobre los lugares que visitaríamos, comenzando a practicar, esta vez siendo un poquito más agresivo, dejando de sonrojarse y entrando en su papel de Segundo, enseñándome sobre posturas, dónde y cómo poner los pies, cómo golpear, dónde golpear para provocar más daño, y demás. Me tuvo paciencia y explicó las veces necesarias hasta que me salió medianamente aceptable, poco a poco iré mejorando.

Me entretuve tanto con él que no paramos hasta las tres de la tarde, cuando el estómago de ambos gruñó en señal de protesta, sólo entonces bebimos agua, secamos nuestro sudor y fuimos a dentro para comer lo que los chefs del jefe prepararon personalmente para toda la gente que aquí vive, cuartos repletos de hombres por todos lados, ni una vida femenina, un poco incómoda, pero con Delano escoltándome y Alexander acosándome hasta el borde de lo indecente, me siento segura.

Delano y yo fuimos escoltados por un par de hombres, ordenes de Alexander, dijo que jamás, jamás debo salir sola, no sé defenderme y eso podría ser algo catastrófico que terminaría en mi muerte, palabras del pelirrubio que me acompaña, no mías, y ya tomé la decisión de que, si moría, debo morir en manos del jefe, él tendrá piedad de mi alma, el terminará de borrar mi existencia.

Fui a darme una ducha rápida antes de salir, estaba toda sudadas y con el cabello hecho un asco, pensé en ponerme mi hábito para salir, pero por lo que escuché, muchos en la ciudad conocen a los integrantes de la Bratva, muchos se preguntarán qué hace una monja con ellos, me mirarán mucho más si me visto como a mí me acomoda a que si me vistiera como ellos quieren que lo haga, prefiero seguir siendo invisible, no destacar y ocultarme tras la presencia de estos sujetos.

El primer lugar al que Delano me llevó fue una heladería, comimos helado hasta que me sentí demasiado satisfecha como para tragar más, descubrí que el de chocolate es mi favorito, nunca probé algo igual, nunca probé algo tan dulce.

Lo siguiente fue el cine, vimos una película de terror mientras comíamos palomitas, una lastima que haya sido mi primera película de terror, una lástima que... las palomitas hayan quedado repartidas en los escoltas que tomaron asiento tras Delano y yo, me asusté tanto que, del brinco las solté e hice un verdadero desastre, que vergüenza.

Afortunadamente ellos no se enojaron, es más, se rieron de mi cobardía, me dijeron llorica y trajeron otras palomitas, pero esta vez las sujetó Delano, así prevenimos cubrir de estas a las personas que nos acompañaban.

La siguiente parada fue el parque, los escoltas que ahora podía decir que sabía sus nombres y dejaron de mantener su distancia, me compraron un globo que volaba por su cuenta, unas burbujas que a la luz del sol parecían de colores, eran gigantes y bonitas, nos quedamos a ver un show callejero con toda la calma del mundo, Misha, uno de los escoltas, les dejó dinero y alabó la habilidad del chico de la guitarra, todos parecen amables, ni parecido a la imagen que tenía grabada en mi cabeza de ellos apuntando con sus armas a quienes llamé familia por años, esos chicos no son estos, hasta puedo llegar a pensar que podríamos llegar a ser amigos.

Mañana, de hecho, se nos unirán al entrenamiento Misha, Akim, Lev y Orel, cada uno es superior al resto en ciertas habilidades, pelea cuerpo a cuerpo, armas de fuego, armas blancas, bombas...

Ellos dijeron que lo viera como aprendizaje, que pasaría mucho tiempo antes de usar esas habilidades en contra de otra persona, para que estuviera tranquila. Eso me animó a aprender sin culpa, aprender mientras me divertía con personas que no parecían querer lastimarme.

***

Desperté por el golpe sordo en la puerta del baño que daba al cuarto de Alexander, sigo sin acostumbrarme a que compartimos espacio, olvido cerrar la puerta del baño que da a mi propio cuarto, y la madera no tan gruesa no es nada justa con mis horas de sueño, puedo oírlo todo y espero que el jefe no haya traído ninguna pecaminosa acompañante, hoy fue un día agotador y según mi despertador, son las cuatro de la mañana, necesito descansar un poco más.

— Alexander... vamos, coopera un poco, desnudar a un sujeto de casi dos metros no es nada fácil, menos si no me lo permites.

Rodé los ojos, tomando la almohada del otro lado de la cama, apoyándola en mi rostro esperando que con eso pudiera amortiguar el sonido, fui tonta.

— Alexander... ¿Por qué no estás duro? ¿Es que ya no te excito? ¿Y si te la chupo?

Gruñí de molestia dándome por vencida, no iba a poder seguir durmiendo.

— Mmm... Sasha... tu cuerpo sigue tan delicioso como siempre, si pusieras un poquito de tu parte de seguro será mejor.

— No quiero... Galia... ¿Qué me hiciste? ¿Qué mierda me diste?

Fruncí el ceño quitando la almohada de mi rostro, tomando asiento en la cama.

— Bueno Sasha, ya que no me llamas, no me escribes, me ignoras... tuve que buscar la idea de atraparte, eres un hijo de puta, pero tienes valores ¿No dejarías atrás a una mujer que lleve tu hijo, cierto? — carcajeó con malicia— Puedo hacer lo que quiera contigo hoy, puedo darte placer, puedo fingir que te amo, mañana veremos qué hacer, mañana comenzaremos a planear como tanto te gusta.

Abrí los ojos de la sorpresa, sintiendo la repulsión subirme por la garganta, a él podrían hacerle lo mismo que intentaron hacerme a mí, a las personas poderosas e intimidantes como Alexander, el diablo en persona, también podían pasarle cosas como esas.

Salté de la cama un poco asustada, bajando la camiseta para cubrirme lo más posible, caminando a paso rápido hasta el baño, abriendo la puerta, encontrando a ambos desnudos, Alexander con el rostro contraído en señal de malestar y esa chica con una rodilla sobre la cama dispuesta a subirse a su cuerpo.

— ¿Qué crees que estás haciendo?

Pregunté intentando sonar con algo de autoridad, Delano me hizo practicar mi tono de voz hoy, no puedo ir por ahí siendo amable, dijo, debo darme a respetar.

— ¿Tú quien mierda eres? ¿La zorra de hoy? Puedes vestirte y marcharte, tus servicios no serán requeridos.

¿Acaba de llamarme prostituta?

Alexander me miró con una disculpa impresa en todo su rostro, negando, señalando en baño con su cabeza ¿Quiere que me vaya y lo deje así? Claro que no, Dios mira todas nuestras acciones, no puedo pasar por alto esto.

— No soy su zorra y no voy a moverme — caminando hacia su vestido, lanzándoselo al rostro— Vístete y vete.

— ¿Quién te crees para echarme de esta casa? ¿Crees que por ser una prostituta de uso frecuente por estos lares tienes la autoridad de echarme?

Empujando mi hombro con fuerza sin molestarse en cubrir su cuerpo, parece muy cómoda luciendo su desnudez, yo no miré más que su rostro, sería una falta de respeto mirarla sin su permiso.

— Esta es mi casa, vivo aquí, por lo tanto, tengo todo el derecho de pedir que te vayas, toma tu vestido y sal de aquí, ahora.

Carcajeó con gracia, señalándome.

— ¿Qué? ¿La puta de tu madre te abandonó aquí para que el bastardo de tu padre se haga cargo? No puedo encontrar otra excusa para que una niñita flacucha y asustadiza esté aquí.

Empujándome de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, acercándome a la puerta, quiere que me vaya.

— Oh sí, fui abandonada, me recogieron como a un perro callejero, soy algo así como la mascota de la familia — dije yo— Y yo no muerdo la mano del que me da de comer y si he de defenderlo, créeme que lo voy a hacer.

No me sentí culpable al recordar las lecciones de Delano, asegurando un pie en el piso, balanceando el peso de mi cuerpo, empuñando la mano, girando la cadera para usar toda mi fuerza y golpear a la chica justo en la nariz, viéndola sangrar, celebrando a mis adentros el haberle provocado un poquito de daño.

Perdóname Dios, pero era lo que tenía que hacer, no me arrepiento.

— ¡Perra! ¡Voy a matarte!

Antes de que me tomara del cabello la golpee otra vez, me escabullí por su lado para recoger su ropa y enredando mis dedos en su cabello, la jalonee hasta acercarla a la puerta que da al pasillo, abrí la puerta, lancé su ropa fuera y la empujé también.

— Vuelve a acercarte a Alexander y voy a asegurarme de que mi rostro sea lo ultimo que veas porque te sacaré los ojos.

Padre Santiago, espero que tenga tiempo el domingo, porque necesito confesarme otra vez.

— ¡Voy a matarte!

Gruñó molesta.

— ¡No si yo lo hago primero!

Grité de regreso cerrándole la puerta en el rostro, poniendo seguro, acercándome al baño, poniendo seguro a la puerta que daba a mi cuarto, regresando con Alexander, aún en la misma posición... des...nudo.

Por respeto a él y a su cuerpo no miré si entrepierna ni una sola vez, tomé la camiseta del piso y la deposité sobre su regazo para cubrirlo, inclinándome hacia él, viendo sus pupilas increíblemente dilatadas, está sudando.

— Llamaré a Delano, necesitas ayuda.

Estaba preocupada...

— No... no llames a nadie — sujetando mi brazo con debilidad, parecía hacer un gran esfuerzo con esa pequeña acción— Segunda regla, Malyshka, no muestres debilidad nunca — gimoteó, cerrando los ojos, no se siente bien— Pero... llama a Delano, mi móvil... bolsillo... dile que la quiero muerta, la quiero muerta hoy.

Abrí los ojos de golpe.

— Yo no... puedo matar a alguien, yo...

— No lo harás tú, lo hará Delano, tú no te ensuciarás las manos.

Tragué grueso y asentí, era una orden, debo seguir las órdenes.

Busqué su ropa en el piso y revisé los bolsillos hasta dar con el móvil, me acerqué a él y tomé su mano luego de pedirle permiso y usar su pulgar para desbloquearlo, buscando en contactos como su Segundo me enseñó más temprano, buscando el nombre, llamando.

— Sasha... — se escuchaba adormilado— Son más de las cuatro de la mañana... ¿Es que quieres que te mire follar otra vez? ¿De nuevo trajiste una perra de dudosa procedencia?

Me sonrojé.

— Em... Delano, soy yo, Jelena.

— ¡Perdón, hermana! Demonios... soy un maldito grosero, lo siento ¿Qué sucede? ¿Por qué tienes el móvil de Sasha y a estas horas? ¿Pasó algo?

— Em... sí que pasó — mire a Alexander en la cama— Una chica vino, Galia — Delano gruñó— Se... metió conmigo, celosa de estar a un baño de distancia del jefe, se metió a mi cuarto y fue todo un escándalo, la golpee — ¿Por qué sueno orgullosa por haberla golpeado? — Alexander se enojó y para probar mi lealtad me hizo llamarte y pedir que... la mates.

Tragué grueso.

Pecados, pecados y más pecados. Uno tras otro, ya ni siquiera sentía incomodidad luego de soltar tantas mentiras.

— Vaya... — sonó sorprendido— ¿Estás bien, hermana? — al otro lado de la línea escuché sonido de las sabanas ser corridas— ¿Estás con Sasha? ¿Esa zorra te hizo algo? Perdón... ¿Esa... mujer te lastimó? ¿Hace cuanto dejó tu cuarto?

— Estoy bien, no me hizo nada, pero sí, estoy con Alexander, esa mujer... lancé su ropa al pasillo y la eché fuera, supongo que tomó su tiempo para vestirse, debe estar en la casa aún.

— Ok, deja todo en mis manos, será la primera y ultima vez que la veas, dile a Sasha que dé por hecho que ya está muerta, y hermana... su muerte es mi carga, no la suya, usted se defendió, hizo lo correcto y ahora sólo siguió órdenes.

— Gracias, Delano.

— Nada que agradecer, hermana, vaya a descansar, es tarde, nos vemos mañana.

Entonces cortó y yo acomodé el móvil en la mesa de noche, mirando a Alexander, no podía dejarlo así.

Tomé la ropa interior en el piso y pasé cada pie por los orificios, deslizando la prenda hasta sus rodillas, mirándolo.

— ¿Puedes sentarte, Alexander Volkov? Sujétate de mí, no miraré nada, sólo quiero ayudarte.

Hizo el intento de medio sonreír, pero está más que claro que no está de humor para molestarme, no se siente bien.

— Creo... creo que sí puedo, pero no puedo solo.

Acomodándome entre sus piernas, sujeté sus brazos e hice uso de todas mis fuerzas para sentarlo, dejando que apoyara su frente en mi hombro, levantándose a duras penas para que yo pudiera subirle el bóxer y cubrir su hombría.

— Hermana... debería ir a dormir, es tarde...

Decía eso, pero sigue apoyando su frente en mi hombro, jadeante, su cuerpo estaba hirviendo, temblaba.

— Sabe que no podría dormir sabiendo que se siente mal ¿Quiere recostarse otra vez?

— Jelena... — mi corazón dio un brinco, escuchar mi nombre de sus labios sigue siendo grato— No me siento bien... creo que quiero vomitar.

— Ok, ok vamos al baño, no hay problema — haciéndolo rodear mis hombros, las piernas me temblaban intentando soportar su peso, se le enredan los pies en el piso cada dos pasos y de milagro no hemos terminado en el piso— Sólo un poco más, un poco más.

Viéndolo hacer arcadas... y no alcanzamos a llegar, terminó salpicando las baldosas del piso, vomitándome a mí, el liquido que huele a alcohol escurriendo por mi camiseta, me dio tanto asco que casi termino vomitando yo también, pero debo ser fuerte, Dios puso a este hombre en mi camino por algo y no voy a dejarlo sólo.

— Perdón hermana... perdón... perdón...

Sujetándose al inodoro, vomitando otra vez, su rostro verde... el pobre debe sentirse fatal, él, que siempre va pulcro, irónico, sonriente, malicioso... este es otro Alexander, uno que es más humano, el diablo fue un ángel una vez, supongo que esta es su versión terrenal, la que está entre ambas facetas.

— Todo está bien, no te preocupes.

Quitándome la camiseta, poco me importaba mi desnudez en estos momentos, Alexander no estaba en condiciones de molestarme justo ahora, por lo que me metí a la ducha con las bragas puestas para quitarme el vómito de encima, até mi cabello al terminar y rodeé mi cuerpo con una toalla, quitándome las bragas mojadas por debajo, desperdigando papel absorbente del mueble blanco por el piso para recoger un poco del desastre, luego limpiaría mejor.

— Perdón hermana... perdón... yo no quería... no quería hacer eso, yo — se atoró con sus palabras— No quiero irme de la casa, pro favor no me eches, me comportaré, sólo... sólo... perdón...

¿Qué disparates está diciendo? Está más que claro que su cabeza está confundida, no puedo dejarlo así, no si está en un estado tan vulnerable.

— ¿Por qué te echaría? Esta no es mi casa y los accidentes pasan — acuclillándome a su lado, frotando su espalda— Alexander ¿Quieres tu cepillo de dientes?

Negó.

— Quiero... quiero vomitar... no me siento bien... quiero vomitar, pero no puedo — se quejó— Esa... zorra, algo me dio, bebí muchos tragos con ella, hermana... no me siento bien...

Seguí frotando su espalda, pensando en qué hacer para ayudarlo, su rostro sigue verde, sus pupilas muy dilatadas, la piel ardiendo, necesita sacar lo que esa mujer le dio, esa mujer lo drogó sólo para lastimarlo, quizá a cuantas personas más le hizo eso, quizá... no es tan malo que Delano la mate, es un mal menor, un mal necesario.

— Abre la boca y no me muerdas, te voy a ayudar.

Acercándome un poco a él.

— Hermana, no... yo...

— Será nuestro secreto, te juro que jamás hablaré con nadie sobre esto.

Metiendo dos de mis dedos en su boca para provocarle arcadas, empujándolos un poco más atrás, sujetándolo por la nuca para que no retrocediera, ayudándolo a devolver todo lo que bebió, de lo contrario no mejoraría y podría terminar en una sobredosis, jamás me perdonaría que algo le pase a este sujeto, este sujeto me salvó y le debo mi vida, pienso devolverle el favor entregándole cada segundo de mi vida para que él los administrara como quisiera.



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BUENAS BUENAS HERMANAS DE PECADOO

COMENZAMOS EL CAPITULO BIEN, BASTANTE BIEN, NARRADO POR DON DIABLO, ALEXANDER VOLKOV, ALIAS EL MOJA BRAGAS

PUDIMOS VER UN POQUITO DE SU SUCIA MENTE QUE SE PONE LIMITES POR SU CUENTA, ÉL SABE HASTA DÓNDE PUEDE EMPUJAR, LO SABE, LE CUESTA, PERO SE CONTROLA

LEER SUS PENSAMIENTOS DE ÉL PREOCUPADO, PENSANDO QUE LA HERMANA ESTABA SIENDO LASTIMADA... TERNURITA

ÉL POR ESO LA PUSO EN EL CUARTO DE AL LADO, PARA PODER SOCORRERLA DE SUCEDER ALGO

DON MOJA BRAGAS, POR FAVOR DIGAME SI TIENE PARIENTES VIVOS Y PRESENTEMELOS, O DEJEME A DELANO, POR ULTIMO, YO DIGO

Y HABLANDO DE DELANO, POR LA NARIZ LE SALIÓ EL CAFÉ AL POBRE JAJAJAJAJA POBRE DELANO, TORTURADO AUDITIVAMENTE

PERO ES SORDO, CIEGO Y MUDO JAJAJAJA POBRE

LA CONVERSACIÓN EN EL DESPACHO ESTUVO BIEN INTERESANTE, ALEXANDER ES PECADO PURO, ME ENCANTA ESE HOMBRE

Y DELANO PROTEGIENDO A LA HERMANA? ESE HOMBRE ME PONE, LO RECLAMO COMO MÍO AHORA YA

NADIE MÁS DULCE QUE EL SEGUNDO, SACANDOLA A PASEAR PARA QUE CONOZCA MÁS DEL EXTERIOR, HASTA GANÓ UN PAR DE AMIGOS LA HERMANA, LE FALTA GENTE SINCERA A SU ALREDEDOR

Y AL CAER LA NOCHE... TODO APUNTABA A QUE ALEXANDER ESTABA CON UNA ACOMPAÑANTE QUE NO DEJARÍA DORMIR A NUESTRA MALYSHKA... PERO NO ERA ASÍ

LA CHICA ESTABA POR ABUSAR DE ÉL, DROGANDOLO PARA QUEDARSE CON EL PREMIO MAYOR, TODOS SABEMOS QUE ALEXANDER ES MALO, PERO ES UN HOMBRE DE PRINCIPIOS 

JELENA NO DUDÓ EN IR Y DEFENDERLO DE ESA ARPÍA, LE GRITÓ, LE LANZÓ LA ROPA, LA GOLPEÓ Y LA AMENAZÓ, FUE VALIENTE.

NO DUDÓ EN SOCORRER A ALEXANDER DESPUÉS, CUBRIENDOLO PARA NO PASAR A LLEVAR SU INTEGRIDAD, SIEMPRE TAN RESPETUOSA

PERO EL JEFECITO NO SE SIENTE BIEN, SUS ULTIMAS FUERZAS LAS USÓ PARA ORDENAR QUE MATARAN A ESA ARPÍA DE GALIA

JELENA A PESAR DE TODO NO LO ABANDONÓ, LO AYUDÓ, LO AYUDA, Y PLANEA QUEDARSE ASÍ, DIJO QUE LE ENTREGARÍA TODO A ESE SUJETO, SALVÓ SU VIDA DE LA MISERIA Y LE DEVOLVERÍA EL FAVOR SIEMPRE

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO NENAS DEL CASERÍO 

BESITOS EN LAS POMPIS, BIENVENIDAS A LAS NUEVAS, SIEMPRE ES UN AGRADO VER NOMBRES NUEVOS ENTRE LOS COMENTARIOS

SE LES QUIERE PECADORAAS

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