JELENA.
Han pasado exactamente dos días desde el nacimiento de Alex, son las siete de la mañana y mi bebé está prendado de mi pecho alimentándose para crecer grande y fuerte, Tanya duerme plácidamente en la cama y en el exterior ya se vislumbran los primeros movimientos del cambio de turno.
Debido a la reciente información de que Alexander me quiere muerta, se dobló la seguridad en la mansión, muy el Boss habrá sido, pero ahora la Bratva me pertenece y es su obligación cuidarme la espalda, yo me encargo de traer a mi hombre de regreso a punta de balazos si es necesario, pero con esa arpía, el cerdo de su padre y la frígida de su madre, no lo dejo.
Tres toques en mi puerta alertaron la llegada de un invitado, no era necesario preguntar para saber de quién se trataba.
- Delano, adelante.
El medio peliblanco abrió la puerta e ingresó a la habitación sonriéndome a modo de saludo, acercándose a la cama, cubriendo bien a Tanya antes de venir y darle un beso en la cabeza a Alex.
- Sí, hola también para ti, Sasha.
Acariciando la cabeza del león que apenas vio movimiento bajó de la cama donde duerme junto a mi hija y vino a pararse en dos patas para llamar la atención de mi segundo.
Sasha es un león muy mimado, es un niño más en esta casa de la locura.
- ¿Cómo dormiste anoche? ¿Alex te dio problemas?
Preguntó besando mi mejilla para saludarme, viendo al bebé beber enérgicamente, muy tranquilo, moviendo sus manitas, estirando y doblando sus piernas.
- Dormí bien, Alex despierta más o menos cada dos o tres horas, lo alimento, le saco los gases, un cambio de pañal y ya está, a dormir otra vez.
- ¿Y tu cuerpo? ¿Cómo te encuentras?
Mirándome de pies a cabeza, como si lograra encontrar algo que estuviese mal.
- Estoy bien, ya puedo caminar sin cansarme y sin encorvarme, la pequeña Lena todavía está algo delicada, pero puedo dar una buena pelea de ser necesario.
- Eso quiere decir que... ¿Hoy es el día?
Ansioso y nervioso a la vez, él también quiere ver a su amigo, pero muchas cosas pueden resultar mal, no sé qué piensa Alexander sobre mí, sé que a los niños no va a tocarlos, dijo que no lastima niños, pero a mí no me mencionó, bien podría matarme de todas maneras, envenenado por las palabras de la familia de mierda que tiene, así que debo tener cuidado.
Estos dos días no he salido de casa, he guardado reposo y he trabajado desde aquí, mis hombres se han turnado para seguirlo, Alexander me está buscando, fue a la iglesia del padre Santiago otra vez en busca de más respuestas, y según el reporte de Akim, ambos se quedaron bebiendo vino hasta tarde, el padre le estaba contando historias mías de pequeña, él me conoce desde... siempre, y agradezco que sea un hombre decente que destaca en comparación al resto de padres que participaron en mi crecimiento, todos unas mierdas que ahora deben estar ardiendo en el infierno junto a todas esas hermanas maltratadoras y asquerosas.
- Hoy es el día, lo invitaré a cenar, reserva todo el lugar y quiero que toda la Bratva esté ahí, necesito respaldo en caso de que algo llegue a suceder, Ezra se queda con los niños, es la niñera oficial, dejaré otra docena de hombres aquí como precaución, será un día pesado, necesitamos encontrarlo sólo para que le extiendan mi invitación.
- Correré la voz, comenzaré con los preparativos.
Estaba por darse la vuelta cuando lo sujeté para que no se marchara, encontrándome con su mirada confundida.
- ¿Debo hacer algo más? Sólo pídeme y haré que suceda.
Respondió viendo el lugar en el que mi mano y su brazo se tocaban.
- Sí, quiero hacer un testamento en caso de que algo me suceda.
- No empieces con esa mierda, Lena - quitándose molesto- Alexander lo hizo y ya ves cómo terminó todo, tú no puedes dejarme también, no puedes dejarnos.
Señalando a los niños y al león como si los cinco fuésemos una gran familia feliz.
- Delano... sé que te aterra que la historia se repita, lo sé - hablando lento y pausado, le estoy hablando a un león herido que al igual que yo tiene citas frecuentes con el psiquiatra y el psicólogo- Y yo no planeo exponerme, no cuando tengo vidas que dependen de mí, no voy a entregarme a nadie ni me ofreceré como moneda de cambio, ahora no puedo darme ese lujo, no soy sólo yo, no haré más locuras como la de entregarme a Viktor en el pasado, tranquilo.
- No quiero perderte Lena, no a ti también, por favor... no hables de testimonios, yo... si los pierdo a ambos, no sé que haría, no sé qué hacer si ambos...
Extendí mi mano hacia su nuca, acercándolo para que apoyara su frente en mi hombro, acariciando su cabello, sujetando a Alex con mi mano libre, intentando calmar a mi amigo, está a dos pasos de un ataque de ansiedad, estos se presentan cada vez que sale a discusión el tema de que algo me suceda, a Delano le aterra la idea de quedarse solo.
- Delano... sabes que tenemos que hablar sobre esto.
- No quiero. Si nos planteamos la posibilidad, el porcentaje de que ocurra aumentará y yo no quiero perderte, Lena, no quiero...
Arrodillándose en el piso, abrazándome, apoyando su frente en mi vientre plano.
Recuperé mi figura de antes del embarazo, subí tan poco de peso por mi mala alimentación que no hubo ningún cambio físico importante, afortunadamente Alex nació bien y no tuvo problemas por culpa de mi estupidez.
- Si algo me sucede, necesito que tú seas el tutor legal de los niños, Delano, eres todo lo que tengo, eres mi hombre de confianza, mi hermano, mi mejor amigo - acariciando su cabello- Si algo me pasa... me gustaría saber que mis hijos quedarán en buenas manos, me aterra que terminen en algún hogar de menores y que les hagan lo que me hicieron a mí, lo que estuvieron a punto de hacerme.
Sus lagrimas calientes tocaron mi piel y se perdieron en la pretina de mi short de deporte, estaba llorando otra vez.
- No quiero perderte a ti también, Lena...
- Por favor, prométeme eso, que, si algo pasa, los cuidarás... por favor Delano...
Levantó la cabeza lentamente, asintiendo.
- Te juro que los cuidaré como si fueran míos, los cuidaré con mi vida.
Horas después, Delano llegó con los documentos para firmarlos, él será el tutor legal de mis hijos si yo muero, no puedo confiar en Alexander ahora, no sin antes saber qué intenciones tiene conmigo, y sólo por precaución, tampoco dejaré que los vea, no voy a arriesgarlos.
***
Estaba en mi despacho trabajando aprovechando que mi bebé duerme plácidamente, Sasha duerme a mis pies luego de haber corrido por todas partes arrastrando de aquí para allá sus juguetes de gatito grande, el ronroneo y las vibraciones que emite me agradan, me tranquilizan.
Pero como la calma no es un estado emocional natural por estos lares, mi paz se vio interrumpida por gritos, maldiciones y disparos.
Me levanté del escritorio en dos segundos, tomando mi arma, cargándola mientras corro siguiendo el ruido directo al patio de entrenamiento dónde Tanya estaba entrenando con Delano, Sasha siguiéndome sin saber en realidad qué sucede.
Misha tiene a Tanya en sus brazos, la niña llora, asustada, mientras la manga de imbéciles que tengo por hombres está jodiendo a Delano por su apariencia, lo están golpeando mientras este se defiende a como puede a pesar del número y las burlas, Orel, Lev y Akim lo están ayudando, Ezra intenta calmar a Tanya, convenciéndola de que se vaya con él, pero la niña no quiere soltar a Misha, todo era un caos.
Disparé al cielo tres veces, viendo como el ruido frenaba casi de forma inmediato, el llanto de Tanya lo único que podía escuchar mientras la manga de imbéciles baja la cabeza y llevan ambas manos a la espalda, todos adoptaron la misma posición, incluso el medio peliblanco, jadeante y con el rostro hecho pedazos.
- ¿Se puede saber qué mierda está pasando?
Tanya al verme pidió ser bajada y corrió hasta mí, sujetándose de mi pierna, acaricié su cabello, la miré por unos segundos para sonreírle y miré al frente otra vez, mirando a todos como si quisiera matarlos.
Y quiero.
- ¿Quién inició esta mierda? ¿Qué fue lo que les dije? No me sirve un grupo de imbéciles que se pelea con su propia gente, necesito lealtad maldita sea, no idiotas que se apuñalen entre sí ¿Quién carajo comenzó?
Dos idiotas dieron un paso al frente, son nuevos, los traje aquí luego de mi ultima visita a La jaula.
- Creí haber sido clara con las ordenes cuando los dejé unirse a la Bratva.
- Sólo estábamos jugando, Koroleva, una broma.
Lev lo golpeó en el rostro, un puñetazo que lo envió directo al piso.
- A la Koroleva no se le responde ¿Quién te crees?
Tanya me siguió de cerca mientras caminaba entre el montón de imbéciles, caminando hacia ese par, viendo al que sigue de pie temblar, sabe de lo que soy capaz y se enterará de qué pasa cuando me joden y estoy de mal humor.
- No me gustan esas bromas - pisando la entrepierna del sujeto en el piso, escuchándolo gritar- Aquí se hacen las cosas como yo lo digo, cuando yo lo digo, en el tono que lo ordené - pisándolo otra vez, escuchándolo soltar otro grito- Delano es tu segundo y si no lo respetas - apuntando el arma hacia él- Voy a tener que tomar medidas contigo.
Sujetó mi pie cuando lo pisé por tercera vez, Orel lo pateó en el rostro, dejándolo tirado en el piso, atontado.
- A la Koroleva no la tocas, y si te castiga, te callas y lo cumples. Si ella castiga es porque es merecido, lo que dice es ley, siempre.
En ocasiones me alegra tenerlos de amigos, estos chicos se vuelven realmente agresivos cuando no les gusta la forma en la que me miran, me hablan o me tocan.
- Córtenle la lengua y las manos - ordené- Cuélguenlo de cabeza, se desangrará más temprano que tarde, una muerte lenta y una advertencia para el próximo que quiera dárselas de bromista.
- Sí, Koroleva.
Respondieron Lev y Orel, los más cercanos al sujeto del piso, arrastrándolo hacia el almacén para hacer cumplir mi orden, les encanta torturar.
- ¿Tú también tienes algo que decirme, bastardo?
Mirando al que se mantiene de pie aún, integro a medias, Delano le dio una paliza al igual que al otro.
- N-no, Koroleva.
Empuñé mi mano y lo golpeé yo, botándolo al piso.
- La próxima vez que quieras dar balazos a lo loco y ponerte a armar pleitos, fíjate con quién y dónde estás, mi hija estaba en el lugar y se asustó, sabrás que no te dejaré marchar con un puñetazo y una advertencia nada más ¿Cierto?
Palideció.
Tomé la mano de Tanya aún hipando como consecuencia por el susto y el llanto.
- ¿Quieres dispararle tú, cariño?
- ¿Puedo?
Le brillaron los ojos de la expectación.
- Recuerda que tú eres el depredador, este imbécil es sólo una molesta mosca de la que puedes deshacerte en un chasquido, tú eres hija de la Koroleva y el Boss, tú estás por sobre todos aquí.
Acomodándome a su espalda para ser su apoyo, acomodando el arma entre sus manos, apoyando las mías encima para ayudarle mientras sujetaban al imbécil que intentaba escapar.
- ¿Cuántas veces puedo dispararle?
Preguntó.
- Todas las veces que quieras, es tu blanco de carne el día de hoy.
Tanya disparó, disparó y disparó hasta acabar el cargador, mirando al sujeto con el rostro desfigurado por las balas sin una pizca de miedo o remordimiento, es más, sonrió, mirando el arma y luego al cuerpo otra vez, sintiéndose orgullosa de ella misma.
- Ese de ahí también me asustó -señaló- Me pisó cuando fue a pegarle al tío Delano, el tío Misha se acercó para ayudarme, mira - señaló su mejilla con un claro moretón- Me pegó con su arma al pasar.
Ahora es cuando comprendo la expresión de girar la cabeza como el exorcista.
Sin siquiera tener que pedirlo, uno de mis hombres me acercó un arma, está más que claro que el imbécil no va a vivir si no fue cuidadoso y lastimó a mi hija.
- Vacía el cargador, Tanya.
Sujetando sus muñecas para mantener el arma alineada y estabilizada mientras ella sola presionaba el gatillo y agujereaba la cabeza del idiota que intentó escapar, Misha y Akim lo sujetaron, lo hicieron arrodillarse y lo acercaron ligeramente para que la pequeña princesa de la Bratva se hiciera respetar, tendrá tres años, pero ella tiene que saber cual es su lugar y es en la cima de la pirámide, siempre.
- ¿Alguien más te lastimó, cariño?
Negó.
- Bien - levantándome- El próximo que quiera dárselas de chistoso, ya sabrá lo que sucederá, Delano es su segundo y van a respetarlo, hay jerarquías que están ahí por algo. El próximo que quiera morir, avíseme, mi hija estará encantada de practicar tiro con ustedes.
Misha se acercó cuando estaba caminando de regreso con Tanya correteando con Sasha a mi alrededor, mostrándome su móvil.
- Llegó el profesor de chino de Tanya.
Explicó.
- Hazlo pasar, es hora de la merienda de la pequeña, que los empleados lleven refrigerios a la biblioteca.
- Me encargo, guapa.
Besó mi mejilla, se subió a Tanya al hombro, sujetándola de los pies mientras la dejaba colgando por la espalda, comenzando a correr, haciéndola reír a carcajadas, llamándolo tío Misha estúpido en lo que entraban en la casa para ir a recibir al profesor de chino, petición de Misha, dijo que la pequeña se entusiasmó con el idioma cuando fueron a robarse un león a Sudáfrica, y si ya está aprendiendo ingles y español ¿Qué le hará de mal aprender otro idioma más? Los niños son como esponjas, tiene que aprovechar de meter información en esa cabecita suya, y mejor si la idea le gusta, ella dice que quiere ser como mami, le apasiona todo lo que tenga que ver con la Bratva, no le da miedo ni asco nada de lo que ve, no me sorprendería si termina siendo peor que Alexander y yo.
Me dejé caer en el asiento tras mi escritorio, mirando a mi bebé dormir plácidamente en su cuna tras de mí, acariciando la barbilla de Sasha antes de que se recostara a mis pies otra vez.
- Continuemos.
Estirando el cuello hasta hacerlo tronar, tomando la pila de documentos, tengo una junta de inversionistas la semana próxima y debo estudiar muy bien mi papel en la reunión para no quedar como estúpida, hay mucha información que debo interiorizar.
Levanté la cabeza al ver al medio peliblanco entrar a mi despacho con una caja de curaciones entre las manos, tomando asiento frente a mí, sacando todo lo necesario para comenzar a curarse incómodamente, usando la cámara frontal de su móvil para orientarse.
- Joder contigo - rodé los ojos- Podrías haber dicho ¿Lena, me ayudas? Como las personas normales y no venir a dar pena curándote tú sólo frente a mí de esa manera tan incómoda, si quisieras hacerlo sólo te habrías ido al baño o a tu cuarto.
Levantándome de la silla nuevamente, yendo hasta él, quitándole las cosas para curarle el rostro y los nudillos yo.
- Lamento lo de Tanya... es mi culpa.
- No, no lo es. Fue culpa de los imbéciles que maté, tú eres la victima aquí, jamás te castigaría por defenderte, para la próxima no te contengas y rómpeles el cuello, eres mi segundo y tienes que hacerte respetar.
Limpiando con más cuidado al ver su expresión de dolor.
- Pensé que con la advertencia que diste hace meses, los días de joderme por el blanco en mis cabellos se había terminado, pero los perros nuevos no estaban enterados de eso.
- Yo creo que con lo de hoy ganas no les va a quedar, tú tranquilo, siempre voy a estar para respaldarte.
- Iré a dejarte dulces a la princesita para que se le pase la pena, estaba preocupado porque ella lloraba y no lograba llegar a ella... No pude cuidarla.
Sujeté su rostro con delicadeza, besando su frente, un beso de protección y gratitud.
- Haces lo mejor que puedes siempre, deja de torturarte.
Desvió la mirada y se sonrojó ligeramente.
La incomodidad me llevó a soltarlo y seguir limpiándolo en silencio hasta que afortunadamente su móvil recibió una llamada.
- Dime, Nik.
El silencio me permitió escuchar la voz al otro lado de la línea, encontraron a Alexander, aceptó mi propuesta, estará a las ocho en el restaurante que le dije, dijo que no se lo mencionará a Viktor y espero que cumpla su palabra, quiero tiempo a solas con él sin la molesta presencia de su progenitor, me asquea verle el rostro.
- ¿Estás lista para fingir?
Preguntó al cortar la llamada.
- Actuaremos dependiendo de la situación, necesito recuperar a mi hombre, tengo mucho que decirle, Delano, necesito que me recuerde, así que mientras estemos actuando, haz lo que tengas que hacer.
- Cuidado con tu elección de palabras, no quiero hacer algo que te moleste y luego dejes de hablarme por otro par de semanas.
Mirándome temeroso.
- Mientras estemos actuando, todo permitido.
- Ok. No confundiré las cosas.
- Gracias, Delano.
- Por ti, lo que sea.
Me siento culpable por usarlo de esta manera sabiendo que tiene sentimientos por mí, pero estoy siendo egoísta, su corazón sanará en algún momento, su cabeza comprendió que no hay ni siquiera una mínima posibilidad entre él y yo, para mí, lo importante ahora es mantener a mis hijos con bien y recuperar a Alexander, y si tengo que lastimarlo en el proceso... que así sea.
***
Me miré en el espejo analizando mi elección de vestimenta, un vestido rojo ceñido al cuerpo, drapeado, con cordones en los costados para anudarlo y acortarlo más de ser posible, tirantes finos en mis hombros, un escote generoso, elegí las sandalias de diamante, y recibí de Tanya el conjunto de diamantes que Alexander me regaló en aquella subasta, quizá el color de mi atuendo y los accesorios lo ayuden a recordar... o eso espero.
Fui hasta el tocador, me hice un foxy eyes de delineado, utilizando diferentes tonos de cafés brillantes, mates y algunos rojizos como sombras, un poco de iluminador en la punta de mi nariz y el labial más rojo que encontré, mate, 24 horas por si tenía suerte y lograba seducirlo lo suficiente para que deseara besarme.
Moría por un beso suyo, un ligero roce... cualquier cosa...
- Mami ¿Por qué no puedo ir? Yo también quiero ver a papi.
Protestó mi princesa sentándose en la cama otra vez, palmeando a su lado para que Sasha se subiera y apoyara el hocico en sus piernas.
- Cariño, ya te lo dije, papi está... enfermo, se pegó en la cabeza - acercándome a ella, suspirando- Tanya... papá no nos recuerda, papá está con las personas malas ahora porque cree que ellos son los buenos, así que mamá irá a intentar que nos recuerde, puede ser peligroso, por eso necesito que te quedes aquí.
- ¿Personas malas? - tembló- ¿El abuelo y... Annika?
Asentí.
- Así que... tienes que quedarte aquí y portarte bien ¿De acuerdo? Volveré en unas horas, Ezra se quedará para cuidarlos a ambos.
Mirando a Alex en su cuna moviéndose y haciendo esos ruiditos de bebé que me desarmaban de amor, gracias a él, tengo unas tetas enormes que lucen increíbles en este vestido, tengo las amapolas puestas y quizá deba ir a vaciarlas cada tanto durante la cena, pero vale la pena, necesito tiempo a solas con mi hombre.
- Me portaré bien - tomando mi mano- Pero mami... tú... no te pierda ¿Sí? Regresa con nosotros.
Acaricié su mejilla lastimada con delicadeza, besando su frente.
- Mamá hará siempre hasta lo imposible para regresar con ustedes, son mi vida, Tanya, te amo y amo a tu hermanito, amo a Sasha.
- Pero también amas a papi y por eso vas con los malos.
Entristeciéndose.
- No puedo dejar a tu papá, tesoro... sólo... será un par de horas, regresaré.
- Si no regresas, nunca más te llamaré mamá, y... y lanzaré tus joyas por el inodoro.
Amenazó.
- Regresaré, así que no toques mis cosas, no lances nada por el inodoro, esas cosas... me las compró tu papá, y si no logro hacer que recuerde... quiero guardarlas.
Asintió no muy convencida.
- ¿Me traes postre?
- Chiquilla manipuladora.
Haciéndole cosquillas, escuchándola reír a carcajadas, retorciéndose en la cama.
Sólo cuando logré tranquilizarla, jurándole que volvería, abandoné el cuarto, di las ordenes a quienes se quedaron, subí a mi Ferrari y con mi mafia de respaldo, recorrimos las calles directo al restaurante dónde hicimos la reservación, todo el lugar sólo para nosotros.
- Koroleva, él ya está aquí.
Dijo quien abrió mi puerta, dándome la mano para ayudarme a salir, mirándome de reojo de pies a cabeza, una buena señal, me veo bien, el rojo es mi color, si debo vestir diferente al negro, debe ser en rojo, un color pasional y fuerte.
- ¿Vino acompañado?
- Un par de escoltas que ya estamos vigilando, no hay rastros de Viktor.
Asentí tomando mi bolso, bloqueando el auto.
- Manténganme al tanto de todos los movimientos aquí fuera, si las cosas empeoran, avísame. No se distraigan.
- Sí, Koroleva.
Caminé hacia la entrada del restaurante, Delano como todo un caballero abrió la puerta para mí, el personal del lugar formando un pasillo frente a mí, nerviosos y asustados por igual debido al tipo de clientela que tendrán hoy.
Recorrí ese pasillo siendo guiada por la valiente que decidió levantar la cabeza, mirarme y dirigirme la palabra, la única que tuvo sentido común ¿Por qué me enojaría si me miraban y me hablaban? No soy un monstruo.
Seguida por mis hombres, todos se acomodaron en las mesas circundantes llenando el lugar mientras yo tomaba asiento frente al rubio frente a mí, su cabello bien atado, sorprendido, mirándome de pies a cabeza, ligeramente sonrojado, sonriendo de lado al ver que corrigió su postura, hice una buena elección de vestimenta.
- Si viniste.
Me aventuré a decir, nerviosa por tenerlo frente a frente sin la cabeza nublada por el dolor de las contracciones.
- Me invitaste, siento curiosidad por ti, claro que vendría.
Miró a su alrededor, observando con su típico ceño fruncido y sus ojos moviéndose en todas direcciones, probablemente analiza sus opciones, Alexander es muy calculador.
- ¿Esto es una cena común o una trampa? Bien podrías matarme aquí y nadie te detendrían, he escuchado ciertas cosas sobre ti.
Sirvieron vino en la copa de ambos, Delano apareció por sorpresa, interrumpiendo mi respuesta, quitándome la copa antes de que pudiera tomarla, colocando un vaso de jugo en su lugar, marchándose hacia su mesa inmediatamente después.
Casi olvido que aún no puedo beber, estoy lactando.
- ¿En qué estábamos?
Pregunté solo para hacerme la interesante, bebiendo de mi... jugo.
- ¿Me invitaste aquí para terminar lo que comenzaste? ¿Me quieres muerto?
- Creo que esa es la elección equivocada de palabras, Alexander, esta es sólo una cena común, quería verte otra vez - admití- Y soy yo quien debería preguntar por qué viniste, eres tú quien regresó luego de meses para matarme.
- Aun no decido si quiero hacerlo - bebiendo de su copa- No sé quien eres, Jelena, el mundo tiene mucho que decir sobre nosotros, pero no tengo idea de quién es la mujer que tengo en frente.
Hice mi mejor esfuerzo para que mi rostro no reflejara el dolor que sus palabras representaban.
- Supe que fuiste a buscarme al hospital.
Cambiando de tema antes de que su frialdad me lastimara y terminara llorando. Este no es el Alexander con quien puedo mostrarme débil.
- ¿De quién es el bebé que pariste?
- ¿De qué me serviría responder esa pregunta? Diga lo que diga, no vas a recordarme.
- Podrías ayudarme a recordar entonces ¿Qué hacía siempre que estaba contigo? En las fotografías nos vemos felices ¿Por qué? ¿Qué me hacías?
Tragué grueso, acomodándome en la silla, cruzándome de piernas, en silencio mientras traen la comida que pedí con anticipación.
- Tu favorito - expliqué- Come.
Ordené quitándome una de mis sandalias.
A la mierda, el que tenga miedo de morir que no nazca.
Extendí mi pie hacia él, encontrando su rodilla, acariciando la cara interna de sus muslos, viéndolo apretar los dientes, entreabriendo la boca cuando rocé su entrepierna que como recordaba, se endurecía con el más mínimo roce de mi cuerpo.
- ¿Qué estás haciendo?
Atrapando mi pie, jadeante.
- ¿No querías que te ayudara a recordar? Te encantaba que yo hiciera esto, te encantaba cuando tenía mis manos sobre ti ¿No quieres que te dé mis bragas? Eras un completo pervertido, las coleccionabas.
- Yo... no entiendo...
Soltando un pequeño gemido cuando moví mi pie sobre su erección, sintiéndola gloriosamente dura bajo mi tacto.
Se me hace agua por probarla.
- ¿Qué no entiendes?
Pinchando una patata frita, llevándola a mi boca, intentando aparentar calma cuando en realidad se me podría salir el corazón por la boca en cualquier momento.
- Estoy duro...
Dijo desconcertado.
- Siempre estás duro cuando estás conmigo.
Respondí con seguridad.
- No lo entiendes, mujer. Voy a casarme - Aush. Golpe bajo- Por más que lo intento, no logro tener una erección con Annika, mi prometida.
Me fue imposible no carcajear por lo bajo, esa perra debe estar tan cabreada de que aún sin recordar las atrocidades que le hizo, su cuerpo sigue rechazándola.
- Eres mío, Alexander - moviendo mi pie por su pene, escuchándolo gemir otra vez- Aunque tu mente no me recuerde, tu cuerpo sí lo hace, sabe que soy la dueña de todo esto - señalándolo completo- Soy yo.
Lamió sus labios, observándome, tragando grueso.
- Supe que eras monja. No sabía que en el clero les enseñaban a seducir hombres.
Carcajee con los dientes apretados, tomando otra patata, llevándola a mi boca, lamiendo la sal en mis dedos después, muy consciente de cómo me miraba.
- Yo era reservada y pura, estúpidamente virgen, no sabía absolutamente nada de la vida, tú me hiciste así, Alexander. Yo era un ángel, tú me quitaste las alas y me arrastraste hacia tu infierno.
- Entonces me odias.
- No, te amo por eso - abrió los ojos de golpe, sorprendido- Me enseñaste un mundo lleno de posibilidades, me salvaste de ser violada en grupo por unos sacerdotes, me salvaste de los abusos de las monjas, de los golpes que quedaron marcados en mi piel en irregulares y feas cicatrices que a ti no te molestaban, me enseñaste a defenderme, a usar un arma, a valorarme, a ser fuerte y un sinfín de cosas.
- Entonces tu no... me quieres muerto.
Sigue siendo tan tonto y lento mi pobre león...
- Yo no soy el enemigo.
- Me lo quitaste todo. Mis empresas, mi mafia, mi casa, mi...
- Corrección. Me dejaste tus empresas y tus propiedades, tu mafia, tus hombres, me lo dejaste todo, Alexander, puedo mostrarte el testamento con la transferencia que yo no te pedí - mi labio tembló- Me enteré de eso cuando creí que estabas muerto, no tienes idea del calvario que he vivido estos meses, y luego llegas aquí y sueltas la estupidez de que yo te quiero muerto.
Quitando mi pie.
- Tienes que entenderme, Jelena... yo...
- No me digas Jelena, maldita sea.
Me arden los ojos, quiero llorar.
- Pero, ese es tu nombre ¿No?
- Tú no me decías así - apretando las manos en puño- ¿Es que fui... una cosita tan insignificante para ti que no soy digna de ser recordada?
Estiró su mano de golpe, tomando la mía, ambos sorprendiéndonos por su acción, pero no retiró la mano.
- ¿Cómo te decía, Jelena? ¿Qué más hacíamos juntos? ¿Por qué me enamoré de ti? ¿Cómo fue?
- Desearía que lo recordaras todo menos la razón de que yo fuera la única a quién tolerabas cerca, la única que podía tocarte, la única que no te provocaba nauseas - levantándome de la silla- La única... que dormía contigo, quién veía películas infantiles cuando los demonios te cegaban - viéndolo dejar caer las manos cuando me acerqué a él- La única a quién le rogabas que te dejara proponerte - enseñándole los anillos en mis manos- Te dije que sí - señalando el anillo en su mano- Ese anillo te lo di yo - tomando asiento en su regazo, tomándolo por sorpresa- Una promesa de que sería tuya siempre y tú serías mío.
- Jelena... no me acuerdo, no sé de qué hablas - intentando no tocarme, no sabe dónde poner las manos- ¿Y si me estás mintiendo?
- Contigo me encontré. Contigo de principio a fin - pronunciando la inscripción de nuestros anillos, viendo la sorpresa adueñarse de su rostro- Estábamos perdidos hasta que nos encontramos, Alexander ¿Cómo no vas a recordarlo?
Tomando sus manos llevándolas a mi cintura y mi regazo, quería que me tocara cómo solía hacerlo, que me besara por todas partes, que me gruñera furioso que soy suya para follarme luego como el maldito animal en celo que era... quiero a mi hombre, quiero decirle que es mi esposo, mío.
- Yo... lo siento... intento recordar, lo intento, pero... cada vez que me fuerzo, me duele la cabeza... No sé quien soy, no sé qué tengo que hacer, no sé si tú eres el enemigo o lo es mi padre, yo... no sé...
- ¿Tu cuerpo no es lo suficientemente claro? ¿No te empalmaste conmigo cuando con tu maldita prometida no funciona? ¿Es que no me deseas ahora, Alexander?
Moviéndome ligeramente en su regazo, fingiendo acomodarme, sintiendo su aliento caliente chocar con mi rostro, demasiado cerca, si yo me... estirara un poco, quizá...
- Quizá si lo intento con otra, funcione también, quizá sólo no funciona con Annika.
- ¿Quieres probar con otra? Porque tengo amigas que estarían dispuestas a ayudarnos en ese experimento.
No llores Lena, no llores ahora...
- Hagámoslo. Y si no puedo ponerme duro con otra, entonces me plantearé la posibilidad de que tú no me estás mintiendo, Jelena. Llámalas.
Estiré mi mano hasta alcanzar mi bolso, tomé el móvil y marqué a Ivanna a regañadientes, el llanto quemándome la garganta.
- No me digas, joder... no me digas...
Mis amigas estaban al tanto de la situación, les hablé sobre la posibilidad de que esto pasara, pagué por ellas durante toda la noche para que no tuvieran problemas con el dueño del club, envié un auto por ellas cuando salí de casa, deben estar en el estacionamiento ahora.
- Sí, quiere probar.
- Pero Lena... hombre de otra no se toca, seré puta, pero mala amiga nunca.
Sonaba apenada.
- Él quiere experimentar, quiere probar si miento... Así que... no voy a enojarme esta vez ni enviaré regalitos a ninguna para que tengan un feo accidente, lo prometo, no será como esa vez con Milenka - Alexander alzó una ceja en mi dirección- Entren, las estaré esperando.
- Está bien... - suspiró- Perdón Lena, sabes que jamás, jamás tocaría a tu marido, esto es tan incorrecto - el sonido de la puerta principal, y luego, tacones- Pero por ti, sus recuerdos y su bella historia de amor, lo que sea.
Bajó el móvil cuando las cinco llegaron frente a mí, preciosas con sus vestidos cortos y ajustados, tacones altos y bien maquilladas.
- ¿Estás segura de esto?
Preguntó Milenka.
- No - levantándome de su regazo- Pero parece que no tengo alternativa - regresando a mi silla, tomando asiento de modo que miraba las mesas tras de mí, no quería mirar lo que harían con Alexander- Sólo... hagan lo que tengan que hacer, si... se pone duro y cachondo, este será mi primer y ultimo intento con él, no voy a forzarlo, me pararé y me iré con mis hombres - secándome una lagrima traicionera- No quiero decirle adiós porque esta vez sí sería para siempre.
Ivanna se secó un par de lágrimas, acercándose a mí, haciendo pucheros.
- No quiero hacer esto sabiendo que te estoy lastimando, Lena...
Susurró.
- Es algo que ambos debemos saber, Ivanna, con Annika no consigue una erección, él sólo se endurece conmigo, yo sólo... quiero comprobar si sigue siendo así, sólo... ¿Me ayudarías esta vez?
Temblorosa se acercó enjuagando mis lágrimas, asintiendo.
- No mires, no tienes que mirar algo tan... difícil.
Asentí.
Apoyé los brazos en el respaldo de la silla, apoyando la frente en estos, escuchando cómo las chicas hacen lo suyo, escuchando a Alexander... y decidí mantener la posición para que mis hombres no pudieran ver mi debilidad, no vieran cuanto me afecta la situación, no vieran mis lagrimas caer sin descanso, mojando mis muslos.
Maldita sea, es por esto que dicen que el amor es un arma de doble filo... duele tanto...
- No me toques, maldita sea, no me toques.
Voltee con rapidez viendo a Alexander pálido, tembloroso, asustado, impidiendo que le tocaran el pene cubierto por la ropa interior, tiene el pantalón abierto.
- Todo tuyo, tesoro.
Dijo Milenka correteándolas a todas para darnos espacio mientras yo me levantaba con premura de mi silla, iba hacia él, tomaba asiento en su regazo, sujetaba su rostro y lo besaba como hace meses he querido hacer, llorando de alegría al sentir sus manos sujetar mi cintura, acercándome a él, sintiendo sus temblores calmarse, su respiración normalizarse... dentro de lo posible, porque éramos dos malditos animales intentando acoplarnos en un beso hambriento cargado de emociones.
Gruñó apartándose ligeramente de mi boca, yendo por mi cuello, repartiendo besos por la zona, apoyando sus manos en mi culo, jadeando dolorida cuando succionó con fuerza, marcándome.
- ¿Por qué me resultas tan tentadora? ¿Por qué con ellas no y contigo sí? ¿Por qué quiero hacerte llorar de placer justo ahora? Lena ¿Por qué?
Levanté el rostro de golpe, sintiendo sus manos en el cierre de mi vestido.
- ¿Cómo me llamaste?
Levantó la cabeza, mirándome sorprendido.
- Yo... ¿Te decía así? ¿Lena? - Asentí- ¿Sabes quién es mi ángel? ¿A quién le decía cosita insignificante? ¿Sabes a quién yo le repetía día y noche que era mía? No recuerdo... no puedo ver su rostro, pero sé que había alguien especial.
¿Cómo puede ser tan tonto y tan lindo a la vez?
- Soy yo imbécil, esa soy yo - enredando los dedos en su cabello- Soy tu cosita insignificante que para ti no era nada de insignificante, soy tu ángel de la muerte, tu cura y tu veneno, tu mundo, tu mujer, tu esposa, maldita sea.
Perdiendo los papeles.
Quiero que me recuerde... sólo quiero... quiero a mi hombre, mi esposo.
Mío.
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BUENAS BUENAS BESTIES, HERMANAS DE DIFERENTES MADRES, HIJAS DE LUCIFEEERRRR
EN ESTE CAPITULO PASARON MUCHAS COSAS, ESTOY CON EL CORAZÓN A MIL
PRIMERO DELANO JODER QUE LLORO CON EL POBRE DELANO
LENA SE ESTÁ PONIENDO EN TODOS LOS CASOS POSIBLES Y NO SÉ SI DELANO LOGRE SOPORTAR OTRA PERDIDA
TANYA SIGUE QUERIENDO VER A SU PAPÁ, AY POBRE NIÑA
ALEX... BUENO, ALEX ESTÁ BIEN, ÉL NO TIENE IDEA DEL MUNDO TODAVÍA
Y SASHA EL LEÓN TIENE LA MEJOR VIDA EL MUNDO
TODO IBA A BIEN HASTA EL ACCIDENTE EN EL PATIO DE ENTRENAMIENTO, SIGUEN JODIENDO A DELANO POR SU APARIENCIA, TANYA SALIÓ LASTIMADA EN EL PROCESO
CLARO QUE LOS AMIGOS DE LENA Y ELLA MISMA LES DEJARON MÁS QUE CLARO QUÉ PASARÍA LA PROXIMA VEZ
LA PRINCESITA DIO CASTIGO ELLA MISMA, DE PEQUEÑA TIENE QUE SABER QUE ELLA ESTÁ POR SOBRE EL RESTO
Y LA CENA CON ALEXANDER?! NO SÉ SI REIR O LLORAR, SI SENTIRME ALIVIADA, SI ENAMORARME MÁS O PREOCUPARME
ALEXANDER JODEEEEER SI QUIERES COMERTELA CON PAPAS FRITAS
CÓMO NO TE ACUERDAS DE TU COSITA INSIGNIFICANTE?! COMOOO?!
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO BBCITAS HIJAS DEL PECADO
BESOS EN LA COLA, SUEÑEN CON ALEXANDER Y LENA EN UN TRÍO, AMÉN
XOXOXOXOXOXO
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