Capítulo 26
JELENA.
El auto se detuvo frente al centro comercial, dónde una animada Emma nos hacía señas, esperándonos.
Me agrada esta mujer.
De la mano de la pequeña Tanya, caminamos hasta ella, ambas, recibiendo un abrazo y un beso a modo de saludo, su buena vibra mañanera pronostica un fantástico día por delante.
— ¿Puedo comentar algo un tantito personal que si no pregunto se me reventará el cerebro?
Dijo entre susurros que bien podrían oír las personas a nuestro alrededor mientras caminábamos hacia el interior, guiadas por ella, algo me dice que sé qué quiere preguntar, difícil no darse cuenta si mira mis piernas todo el tiempo.
— Ok, pregunta — sonreí mientras niego— Yo sabía que desapercibido no pasaría.
— Es que Jelena... la forma en la que caminas... eso es claro indicio de que tuviste una noche de tuki tuki intensa.
— ¿Tuki tuki?
Preguntó Tanya, confundida.
— Cuando mami y papi se aman, tesoro.
Le explicó la mujer, sacándome una pequeña carcajada.
— Bueno, sí, tuvimos mucho de eso, pero no iba a perderme esta salida por nada del mundo, Alexander es un tanto... apasionado, un hombre romántico que pierde el control en ocasiones.
— Y esos son los mejores, Jelena, no sueltes a ese hombre —abanicándose— Pasemos por una farmacia primero — mirando tras su hombro— ¿Ellos nos seguirán todo el camino?
Señalando cuatro escoltas a escasos tres pasos de nosotras, mirando en todas direcciones.
— Agradecería el gesto, me estoy muriendo — suspiré— Y sí... lo siento, por protocolo, Tanya y yo no salimos sin escoltas.
— Alexander Volkov, romántico, salvaje y sobreprotector, además de mega millonario, ayer lo dejó más que claro con todo el dinero que invirtió en la subasta.
Enumeró la mujer, levantando un dedo por cada cualidad.
— Sí, Alexander es un hombre de mil caras, y ese tonto... por más que le decía que no, seguía comprando cosas, es un romántico, un detallista, es imposible no enamorarme de él.
— ¿Qué tal si tú le haces un gesto a él?
Propuso.
— ¿A qué te refieres?
Interesada.
— Un anillo de promesa — empujando la puerta de la farmacia, dejándonos pasar primero— Simboliza que ustedes tienen la intención de dar el siguiente paso, que sería el compromiso. Esto sería una promesa de un futuro matrimonio, estoy seguro que a Alexander le encantaría, ayer no le paró la lengua, dijo al menos veinte veces que quería casarse contigo — carcajeó— Un hombre enamorado, haría lo que fuera por su pareja, bueno, él tiene dos personas importantes en su vida.
Acomodando el sombrero de la pequeña.
— No es una mala idea, así le bajaría la ansiedad, porque yo realmente quiero que esté seguro de su decisión, yo sé que no habrá otro cómo él en mi vida, lo quiero todo para mí, pero no sé qué puede pensar él.
Ahora que superó la repulsión al sexo femenino... quizá otra mujer le llame más la atención.
Yo comencé a interesarle porque yo no le resultaba un peligro, no era nadie para él, una cosita insignificante que no era suficiente para asquearlo.
— Entonces visitaremos todas las joyerías del lugar, buscaremos anillos de pareja perfectos para ustedes ¿Quieres grabarles algo?
— Tengo la frase perfecta para nosotros.
Sonriendo.
Luego de medicarme para que dejara de dolerme el cuerpo como me dolía, seguidos de los escoltas, recorrimos tienda por tienda las cuatro joyerías del centro comercial, en el proceso, encontré un bonito collar con un dije de corazón adornado de diamantes, la cadena era pequeñita, de oro blanco, no pude evitar comprárselo a la pequeña y ponerlo en su cuello, ella estaba encantada.
Nos pasamos dos horas buscando unos anillos de pareja que me gustaran, no podían ser demasiado delgados porque no lucirían en esos enormes dedos suyos, no deberían ser tan baratos, a Alexander le encanta demostrar que nada en dinero, y no debería ser demasiado grueso porque se vería tosco en mi dedo, lo que reducía bastante mis posibilidades, estoy siendo quisquillosa y es que quiero que sea perfecto, quiero hacer algo por él.
Tercera joyería y ya comienzo a perder las esperanzas, no hay ningún anillo que grite "Alexander" por dónde lo mirase, quizá no hay algo así para un hombre cómo él, masculino, sensual, peligroso, inalcanzable para muchos, temido, admirado... Alexander es muchas cosas, muchas facetas, y quizá un hombre como él no use anillos...
— Ok, estoy perdiendo las esperanzas — suspiré mirando a Tanya curiosear por toda la tienda— Tú eres su hija, debes tener sus genes por ahí ¿No, tesoro? — hablando con una pequeña que probablemente no entiende lo que le estoy diciendo— Este es el lado de hombres, ayúdame a elegir — señalando el mostrador— ¿Cuál crees que le gustará a papi?
Se acercó frunciendo los labios, colocando rostro de crítica, muy divertida la pequeña.
— ¿Pada papi?
Emma cargó la cadera en una columna, esperando paciente a que este experimento funcionara.
— Sí cariño, para papá.
Cargándola para que pudiera mirar todos los anillos, mirándolos detenidamente todos.
— Papi glande.
Dijo más para sí misma que para nosotras, negando al mirar los delgados.
— Papi fuete.
Descartando aquellos con demasiados brillantes o diseños extraños que sí, bien podían romperse.
— Deberíamos haberle preguntado antes, ella sabe lo que hace.
Dijo Emma, acercándose.
— ¿Entonces, bebé? ¿Cuál crees que le guste a papi?
Esperanzada.
— Mmm... — mirando otra vez— Ese. Papi glande, fuete, hace pum pum pum, cejas así — frunciéndolas— Ese pada él.
Señaló.
— ¿Qué es pum, pum, pum?
Preguntó Emma con curiosidad.
Si supiera...
— Le gusta cazar — personas— Es un gran fan de la caza deportiva, Tanya lo ve seguido.
— Ya veo... — silbó— Ese hombre lo hace todo.
— Es multifacético.
Recibiendo el anillo que la dependienta me entregó para que lo observara de más cerca, quizá un centímetro de ancho, de oro blanco, con un diamante bastante grande en el centro, dos filas de diamantes más pequeños en fila en el extremo superior del lado derecho, y otra en el extremo inferior del lado izquierdo, varonil, imponente, lo suficientemente costoso para que Alexander siga ostentando su dinero.
— Cariño — besando la mejilla de la pequeña— Te voy a contratar para esto, eres fabulosa. Lo llevo.
Devolviéndoselo a la dependienta.
— Ahora falta uno para mami — dijo Emma, cargando a la niña— Vamos a ver cual es perfecto para ella.
Apenas se acercaron, la niña señaló emocionada, mirando a nuestra nueva amiga.
— Ete. Nani pincesa, bonita, fuete, hace pum pum pum más bonito que papi, mami deina — lo pensó mejor— Nani camina, y temblan.
Sonreí orgullosa de esta pequeña, me gusta que tenga una visión de mí más allá de bonita, o princesa, esos son adjetivos dulces, sí, pero en el mundo en el que vivimos, ser bonita no es suficiente, debes ser peligrosa, debes hacerlos temer para que te respeten o no respirarás por demasiado tiempo.
— ¿Qué dices, mami peligrosa?
Dijo Emma, recibiendo el anillo, mostrándome uno parecido a una corona natural con bonitas hojas intercaladas arriba y abajo, delgado, pero no demasiado, con un bonito diamante grande en forma de corazón en el centro, las hojas lucen un pequeño diamante en la punta, es hermoso.
— Nos llevamos ese — sonreí— Tanya, tienes los mejores gustos.
— Igualitas, nani.
Señalando su collar.
Sin duda, me enamoré de la pequeña, sin importar lo que Annika haga, Tanya es toda mía.
— Igualitas cariño, tienes razón.
La dependienta se acercó, preguntando si quería grabarlos, le di la frase que tenía en mente, y pedí que grabaran la fecha de hoy también, lo haría hoy, no me acobardaría.
Lo siguiente en nuestra lista de compras fue pasear tienda por tienda para comprar trajes de baño nuevo, bonitos vestidos, zapatos, accesorios, carteras... joder, que buen gusto tiene Emma, y agradezco haber ido con los escoltas porque con Tanya de la mano y todas esas bolsas... no hubiese podido.
Almorzamos en un restaurante que parecía bastante caro, luego de comprobar que nada estaba adulterado (Alexander es extremadamente sobreprotector), revisión realizada por los escoltas, comenzamos a comer, vino y postre incluido, la atención era muy buena, el menú increíblemente amplio, había comida para todos los gustos, un lugar perfecto.
Llamé a Alexander mientras comía mi pudin de chocolate... el segundo.
— ¿Ya me extrañaste?
Preguntó a modo de saludo con ese tonito que me remueve completa por dentro, pero no se lo haremos saber.
— Más bien, te quiero hacer una invitación.
— ¿Tú, desnuda en la cama, cubierta de chocolate? La pequeña Lena y yo todavía tenemos cosas que conversar.
Carcajee, negando, no tiene remedio este sujeto.
— No es eso, idiota.
— Aush, yo pensé que ya comenzaba a gustarte el todos los días, son noches de toquetear a la pequeña Lena.
Fingiendo lastima.
Ya podía verlo tocándose el pecho para ironizar, tan irónico como siempre.
— Bueno ¿Quieres escuchar mi invitación o no? Siempre puedo invitar a otro.
Levantando la mano para pedir un tercer pudín, en mi defensa, eran demasiado pequeños y yo adoro el chocolate.
— ¿Quién otro? Dame el nombre completo.
Uno de los escoltas sacó el móvil, me miró y mostró la pantalla, Alexander desde su otro móvil, es un tóxico, celoso.
— No hay otro, idiota — carcajee— Alexander, no hay remedio contigo — quitando las manos de la mesa para que tomaran el plato sucio y lo reemplazaran por el otro pudín— Gracias, es que está exquisito.
— ¿Quién es exquisito? Voy a hacerlo brocheta por mirar a mi cosita insignificante.
Me cortó.
Dos segundos después, el escolta contestó.
— Boss.
Suspiré rodando los ojos, levantándome de la mesa, yendo hacia ellos, quitándole el móvil al escolta.
— Alexander Volkov, era una broma — rodando los ojos— Es más que obvio que has pedido un reporte de lo que hemos hecho ¿O me equivoco?
— Tiendas de ropa todo el día — hablando con agotamiento— ¿Por qué a las mujeres les gusta tanto comprar ropa?
Bien, al menos no le dijeron de las joyerías, chicos listos.
— Porque sí, porque nos encanta vernos sexys e inalcanzables.
— Podrías ponerte un saco de patatas y seguirías viéndote sexy e inalcanzable, preciosa.
Sonreí como una tonta ¿Por qué? Por que Alexander es mi debilidad.
— Eres un idiota muy lindo ¿Te lo habían dicho? — los escoltas intentaron no reír al escuchar cómo le hablaba al jefe, el sádico que conocían— entonces... ¿Quieres venir a cenar conmigo esta noche? Los escoltas dijeron que cuidarán a Tanya luego de que la hagamos dormir.
Se miraron entre ellos, suspiraron y asintieron.
— ¿A cenar? ¿Juntos?
— Así es, ya hice la reservación, y por supuesto, yo pago — mentí— ¿Qué me dices?
— Acepto — sin dudar— Pero yo pago.
— Si yo no pago, no vengo, Alexander.
Suspiró.
— Mujer complicada. Está bien.
Sonreí complacida.
— Nos vemos en el hotel entonces.
— Nos vemos, bebé.
Corté y extendí mi mano, para entregar el móvil.
— Gracias por cuidar de Tanya hoy, si despierta trátenla bonito o estarán todos muertos.
Sonriendo inocente.
— Por supuesto, Koroleva.
Palmeé el hombro del que respondió, regresando a la mesa para seguir comiendo mi pudin de chocolate, limpiando la boquita de la nena antes de seguir hablando muy animada con Emma, hicimos la reservación, pedí el vino, y luego fuimos a tomar unos helados, no fue suficiente el pudín.
***
Llegué a casa cerca de las seis de la tarde, tiempo suficiente para tomar un baño, con Alexander parado como guardia en la puerta, mirándome el muy pervertido mientras la pequeña se divierte con el televisor, viendo dibujos animados.
A las siete la pobre Tanya se estaba quedando dormida sola, Alexander y yo nos recostamos un poco apretujados a los lados de su cama, mirando el cuento que Alexander le compró, cuento en inglés, a él se le daba mejor leer en ese idioma, así que él se lo leía mientras yo le acariciaba el cabello a la pequeña, explicándole las palabras que ella no comprendía, Alexander quiere hacerla poliglota como Delano, él y otros tantos de la organización, es algo muy útil.
Con ella ya dormida, fuimos hasta nuestro cuarto, Alexander se enfundó en un sexy traje, descubrí que estos se le ven de maravilla, una lastima que no los use siempre, y yo elegí un vestido ajustado, de hombros caídos, con un minúsculo escote, largo hasta las rodillas de los costados, formando un triangulo en el frente, así, se verá más corto, tomaré en cuenta el consejo del diseñador y no usaré nada largo o pareceré cualquier cosa.
Maquillaje, tacones, bolso, los anillos, muy importante, un peinado y ya está, Alexander los dejó a todos más que advertidos, dejando de todas maneras una cámara conectada a su móvil sobre el mueble que da directo a la cama para estar vigilando a la niña, y entonces nos fuimos.
Di mi nombre en la recepción, fuimos guiados por la camarera hasta una mesa apartada bien dispuesta, un ramo de rosas rojas en el centro, el vino esperando por nosotros, mostraron la etiqueta, hicieron una pequeña degustación que por supuesto hizo Alexander primero, el muy sobreprotector quería evitar que le hubiesen puesto algo al vino y eso me lastimara, ya con todo arreglado y las copas servidas, pedimos el menú y nos quedamos a solas para esperar.
— ¿Eres tonto? Vinieron escoltas con nosotros, alguien más podría haberlo probado por ti.
— Mi padre me hizo probar diferentes venenos en diferentes dosis a lo largo de mi vida para hacerme inmune, terminé casi muerto en varias oportunidades porque aumentaba la dosis de forma muy abrupta, pero ya no me hace nada, no puedo decir lo mismo de Tanya o de ti, tengo que protegerlas, es mi deber.
Estiré la mano sobre la mesa, tomando la suya, dándole un apretón.
— Gracias, Sasha, por siempre preocuparte por mí.
— No puedo pedirle matrimonio a una chica muerta ¿O sí? Tengo que cuidarte, cosita insignificante.
Bien, ahora o nunca.
— Sí... el problema es que he pensado bastante en eso de la propuesta, Alexander, es muy pronto para hablar de eso ¿No crees?
Se le borró la sonrisa en segundos, la inseguridad cruzando sus bonitos ojos, retirando su mano, apoyando ambas en su regazo, nervioso.
— Pero ¿Por qué no quieres aceptar, Lena? ¿Qué he hecho de malo? Dime para que pueda corregirlo, sé que puedo corregirlo.
Negué moviendo los dedos aún sobre la mesa para que regresara su mano al lugar dónde estaba, sobre la mía.
— ¿Quieres que sea sincera?
— Siempre, aunque duela.
Dándome un apretón.
— Me di cuenta de que ya no te es problema compartir espacio con otras mujeres, no te da repulsión tocarlas, entonces... se me pasó por la cabeza que quizá yo te gusto porque fui tu opción segura, quiero esperar porque quiero que tú te desenvuelvas, salgas al mundo, compartas con otras... y si sigues queriéndome, entonces sin dudas me casaré contigo.
Apoyando la cajita aterciopelada sobre la mesa, junto a nuestras manos, abriendo la tapa.
La cara de Alexander era un poema, pasó de la incredulidad a la sorpresa, mirando las dos piezas juntas, una más grande que la otra... conocía tan bien sus dedos que sé que el número que elegí le quedará perfecto.
— Anillos de promesa — expliqué— Sí todavía me quieres pasado los cinco meses, dejaré que hagas la propuesta y me casaré contigo.
Levantó la cabeza, anonadado.
— ¿Este es... para mí?
Señalando el anillo más grande.
— Por supuesto — sonreí— Me pasé el día buscando el anillo perfecto, al final, fue Tanya la que eligió, yo no podía decidirme y ella te describió a la perfección, dijo que este anillo era para ti que eras, fuerte, valiente, haces pum pum pum y pones las cejas así — frunciéndolas, haciéndolo reír— Fue una buena compañera de compras ¿Te gusta?
Su sonrisa se hizo más amplia, asintiendo sin soltarme la mano.
— Lena, me encantó tu sorpresa, me encanta que me aceptes, me encanta la manera en la que te adaptas a todas las situaciones, me encanta que tú y Tanya se lleven bien, me encantas tú joder, ya te lo dije, estoy enamorado ¿Por qué elegiría a otra? No tiene sentido, podrá pasar una semana, un mes o cinco y mi respuesta seguirás siendo tú.
— Pero quiero asegurarme de que es lo que realmente quieres — tomando el anillo— Quiero que sigas queriéndome como ahora, por eso elegí esta inscripción.
Entregándole su anillo para que lo mirara.
Sasha lo recibió y lo acercó sin borrar esa bonita sonrisa.
— Contigo me encontré. Contigo de principio a fin.
Leyó.
— Eres mío Alexander Volkov, te di un anillo para marcarte como un hombre ocupado, te casarás conmigo cueste lo que me cueste, aunque tenga que mandarle regalitos que terminen en sorpresivos accidentes a todas esas que se te acerquen.
— Así me gustas, tóxica y extremista — devolviéndome el anillo— Pónmelo, Jelena.
No dudé en deslizar la pieza por su dedo, viendo que encajó a la perfección, suspirando de alivio de todas maneras, viéndolo lucir la joya.
Alexander no dudó en tomar el anillo mío de la caja, le gustó ver que ambos tenían la misma inscripción, tomó mi mano y lo deslizó por mi dedo, levantándose y besando sobre la joya.
— Te prometo que te haré mi mujer, Jelena Kovaleva. Te prometo que más pronto que tarde tendrás mi apellido.
Para mala suerte nuestra, la comida llegó antes de lo que pensábamos, reventando nuestra burbuja, lamentablemente, ambos teníamos hambre de otra cosa, por lo que cada bocado era acompañado de miradas furtivas calientes, caricias de parte de mi pie desnudo en la cara interna de sus muslos bajo el mantel, Alexander apretando los dientes cada vez que le rozaba el pene, toda esta comida estaba siendo muy divertida, me gusta verlo intentar mantener el control.
— Lena, quítate las bragas.
Pidió de pronto, bajando el tenedor.
— ¿Y si no lo hago, qué?
Lo reté.
— ¿Olvidas con quién estás hablando, bebé? ¿Olvidaste lo que ocurre cuando retas al diablo?
Mordí mi labio, hacerlo enojar era tan tentador cómo quitarme las bragas, ambas ideas me humedecen.
— Alexander, hay un montón de personas aquí ¿Quieres que se den cuenta?
Se encogió de hombros.
— Sentirán envidia de que esté acompañado de una mujer tan linda, y se sentirán aún más envidiosos cuando intuyan que haremos al salir de este lugar.
A la mierda la gente.
Carraspee mirando a mis lados disimuladamente, corriendo la silla un poco más adelante, levantando ligeramente el mantel para cubrir una de mis manos ir en busca de mi tanga de hilos, tirando de esta, levantando el trasero lo suficiente para retirarla por completo, deslizándola por mis piernas, apretándola en mi mano antes de estirar la mano sobre la mesa, dándosela a Alexander, quién la guardó en su bolsillo como un trofeo.
— Para tu colección, pervertido.
Pinchando un trozo de carne, llevándolo a mi boca.
— Sólo para que te hagas la idea, Jelena, voy a follarte apenas pongas un pie en el departamento.
— Ahora sí ve pidiendo la silla de ruedas — bromeé— Apenas caminé hoy, mañana si que no me salvo.
— Mañana nos devolvemos a casa, puedes sentarte a reposar tu bello culo todo el vuelo, caminar está sobrevalorado.
Apreté las piernas, riendo con los dientes bien juntos, intentando reprimir las imágenes que mi cabeza proyecta, en todas ellas, Alexander me está follando tan delicioso que ya estaba deseando que la comida terminara para poder subir al maldito auto y marcharnos.
— ¿Qué pasa, bebé? ¿En problemas? Te retuerces demasiado.
Se burló, pinchando un trozo de patata enrojecida ligeramente por el picante.
— ¿Quieres averiguarlo?
Ahora sí que levantó la cabeza, una ceja alzada y esa sonrisa peligrosa bailándole en los labios.
— Aún queda comida en tu plato, no nos iremos cuando termines hasta la ultima porción, y el postre, claro.
Cargué mi espalda en la silla, cruzándome de brazos.
— Alexander, si me como todo, terminaré vomitando en medio del sexo porque me mueves como si yo fuese una muñeca, y definitivamente quiero conservar mi dignidad.
Soltó el tenedor, imitando mi postura.
— ¿Nos vamos?
Preguntó Don difícil de convencer.
— Nos vamos.
Levantando la mano, llamando a la camarera para que nos trajera la cuenta, antes de poder tomar la pequeña carpetita con el detalle de los precios y el precio final, Alexander se adelantó y puso su tarjeta dentro para que la chica se cobrara.
— Serás cabrón — quejándome— Dije que yo pagaba.
— Me pagarás de otra manera, bebé, una que me gustará mucho más.
La camarera se sonrojó escuchando a este pervertido hablar, estaba coqueteando directamente, hablando obscenidades más bien.
— Que tengan buena noche.
Dijo la pobre, regresando la tarjeta.
— Te aseguro que la tendremos.
Dijo el apresurado de mi hombre, poniéndose de pie, llegando a mi lado, apoyó la chaqueta suya sobre mis hombros y dejamos el restaurante atrás, montados en nuestro auto con Alexander tras el volante, conduciendo como un loco para llegar pronto al hotel.
Y como no me dejó pagar... lo torturaré un poquito.
— Alexander... tengo un problema.
Me miró de reojo unos segundos, concentrándose en la calle otra vez.
— ¿Qué sucede, bebé?
— Es un problema muy, muy grande.
Sonriendo de lado.
— ¿Y ese sería...?
— Estoy tan húmeda... demasiado húmeda y deseosa...
Separando las piernas con total descaro, llevando dos dedos a mi sexo, frotando mi clítoris, echando la cabeza hacia atrás, iba a provocarlo hasta llegar al hotel para tener una cogida digna de enviarme directo con el diablo.
— Lena, te advierto que a lo que estás jugando es muy peligroso.
Los vidrios polarizados no permitirían que nadie más viera lo que sucediera dentro, lo peligroso son las ganas que él tiene de comerme.
— Alexander...
Gemí su nombre, introduciendo dos dedos en mi vagina, usando dos de la otra mano para seguir frotando mi nudo de nervios, alzando la cadera cuando encontré ese lugar que me gusta, golpeándolo rítmicamente con mis dedos, escuchando al hombre a mi lado jadear.
Me permití mirar ligeramente hacia el lado, tenía los nudillos blancos por apretar tanto el manubrio, pero lo que tenía más apretado era el pantalón, la bragueta amenazando con reventarse.
— Lena, deja de hacer eso, vamos a tener un accidente, joder.
— Ojos al frente, chofer ¿No querías manejar hoy?
Me burlé, mordiendo mi labio mientras meneaba las caderas, buscando un poco más de placer, anhelando mi liberación, abriendo la boca para gemir su nombre otra vez.
— Maldita sea — tocó la bocina repetidas veces, bajando ligeramente la ventana, no lo suficiente como para que alguien pudiese mirar— ¡Muévete imbécil! ¡Quiero follarme a mi mujer!
Subiéndola luego, tocando la bocina hasta que el sujeto del auto de adelante se corrió para dejar pasar a quién tiene tanta prisa.
— Jelena, voy a darte unas nalgadas por esto que te aseguro, no vas a poder sentarte.
— ¿Premio o castigo? — lo molesté— Puedo estar recostada ¿No?
— Voy a cerrarte esa linda boquita tuya también.
Acelerando.
— Cuéntame cómo lo harás...
Gemí otra vez, ondulando las caderas, moviendo los dedos más rápido, estaba por llegar.
— Carajo...
Gimió Alexander acelerando otro poco.
— Sí... carajo... — cerré los ojos— Dime más de cómo vas a castigarme, estoy por correrme...
Lamiendo mis labios.
El auto hizo un rápido movimiento hacia el costado, parándose, sólo entonces abrí los ojos, viendo que se había orillado, los escoltas estacionando delante y detrás de nosotros.
— ¿Qué haces?
Preocupándome por mi vida al verlo desabrocharse el cinturón y echar el asiento hacia atrás.
¿Ya le rezo al mentiroso de arriba o voy pidiéndole a satán que me guarde un cuarto con aire acondicionado?
— Enseñándote modales — desabrochándose el pantalón, estirando la mano para soltar mi cinturón— Ponte a chupar, Lena, y lámelo muy bien, porque va a estar dentro tuyo.
Quité ambas manos de mi sexo, pateando los zapatos para estar más cómoda, echando el asiento hacia atrás, subiendo las piernas a este, inclinándome hacia él.
— ¿Me sujetas el cabello? — hablando inocentemente— No me gustaría ensuciarlo...
Mentira...
Él estaba tan excitado y molesto que delicado es lo ultimo que será, eso es lo que quiero.
— Eres una mentirosa y manipuladora, Jelena — haciendo una coleta con mi cabello, usando su mano de colet— Una perra que obtiene todo lo que quiere siempre, joder.
Guiándome a su pene, golpeando mi mejilla con este, encendiéndome.
— ¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Darme un tiro?
Tentando a la suerte.
Allá te voy, Satán, espero que vendas bloqueador porque podría firmar que voy a quemarme en las llamas del infierno, y no me interesa que así sea.
— Hay muchas otras maneras con las que puedo desquitarme, bebé, sólo dame tiempo, te las enseñaré.
Me llenó la boca antes de poder responderle, me tomó por sorpresa, casi me ahogo con su tamaño, lastimándome las comisuras de la boca con el roce, aún estaba un poco seco, necesitaba humedecerlo.
Apenas levantó mi cabeza, llevé mi mano a su falo, masturbándolo, junté saliva y escupí, distribuyendo bien mi saliva por su tallo antes de llevármelo a la boca otra vez, tragándolo por completo.
Bien dicen que la practica hace al maestro, y hemos hecho tanto de esto en los últimos meses que me hice una experta en chuparle el pito como a él le gusta, masajeando sus bolas en el proceso, usando la lengua para estimular la punta, en la hendidura y alrededor del glande, sintiéndolo temblar.
— Maldita sea, Lena...
Aplastando mi rostro contra su pelvis, su pene por completo en mi garganta.
Usó mi cabello como rienda, marcando el ritmo, haciendo mi cabeza subir y bajar, permitiéndome escucharlo gruñir, jadear y gemir, mis sonidos favoritos.
Verlo perder la cabeza por mí era de mis momentos favoritos del día.
Mantuvo mi cabeza bien sujeta mientras se corría, derramando su semilla por mi garganta, y antes de poder reponerme por completo, fui arrastrada a su asiento, me acomodó sobre su regazo a horcajadas, penetrándome de una ruda estocada que me hizo ver las estrellas, clavándole las uñas en el pecho, maldiciendo a su camisa por interponerse cuando quería piel con piel.
— Maldita sea...
Gruñí yo, sujetando su corbata, quitándosela mientras intentaba mantenerle el ritmo, subiendo y bajando la cadera para que me penetrara, perdiendo la paciencia, sujetando su camisa por el centro, jalando, haciendo volar los botones, permitiéndome tocarlo como quería hacerlo, clavando mis pies en el amplio asiento, moviéndome rápido arriba y abajo, adelante y atrás, cerrando los ojos, buscando mi liberación, siento la tensión formarse en mi vientre bajo, el sudor perlado recorre mi cuerpo que tiembla de la expectación, me es imposible cerrar la boca, y Alexander no deja de soltar los sonidos más sensuales que le he escuchado, apretando mis caderas con fuerza, demasiada fuerza.
— Lena... Lena más lento, más lento, voy a correrme.
— Lléname.
Susurré inclinándome hacia adelante.
Entonces lo sentí, liquido caliente llenándome por dentro, su cuerpo temblando bajo mi peso, las caderas doloridas por la presión de sus manos, pero no me detuve, gocé viendo como se le contrae el rostro de placer, eso detonó mi propia liberación, apretando mis músculos, apretándolo a él en el proceso.
— Eso fue rápido.
Me burlé.
— Todo es tu culpa, Jelena, te mueves delicioso, creí que ibas a romperme el pito.
Cambiando de posición en el incómodo vehículo. Recostó mi asiento y me dejó ahí a cuatro patas, hizo lo mismo con su asiento, apoyó una rodilla en el mío, separó mis piernas, y antes de ver dónde puso la otra, ya lo tenía dentro, haciéndome arrepentir de mi reciente burla, apoyando el pecho en el asiento, apretando las manos en puño, su pulgar dentro de mi boca mientras el resto de su mano aplastaba mi cabeza contra el asiento, impidiéndome cerrar la boca, él quería escuchar cómo me pone, quiere enterarse de lo que la invasión de su pene provoca en mi cuerpo.
liquido. Eso soy cuando pone sus manos, su boca o su pene en mi cuerpo, me vuelve líquido.
Ya en el hotel, no nos fue diferente, me folló contra la puerta principal, la pared de camino a la sala, sobre el sofá, en el baño, y en la cama hasta que el sueño nos venció, sin duda, ha sido de nuestras sesiones más intensas, me duele el culo y la entrepierna por todo lo que hicimos.
***
Tanya miraba animada por la ventana, quedan pocas horas de vuelo y sigue fascinándole cómo el avión vuela por sobre las nubes, le encanta imaginar figuras y cada tanto, nos pregunta si logramos ver lo mismo, una ternurita.
¿El problema? El problema es que ni Alexander ni yo estamos para bromas en estos momentos, el silencio entre nosotros era sepulcral, sólo por la mañana nos dimos cuenta que no usamos ni un misero preservativo, ni uno sólo, y follamos cómo animales prácticamente toda la noche.
Por la mañana tomé asiento en la cama y sentí como su esencia me recorría los muslos, se quedó toda la noche ahí y bien podría haber provocado algún accidente.
— No pasa nada — dijo él de pronto, sacándome de mi ensoñación— Llegaremos a casa, compraremos una pastilla en la farmacia y ya está, adiós problema.
Asentí.
— Adiós problema.
Coincidí.
Esas fueron todas las palabras que intercambiamos antes de aterrizar y llegar a casa.
Delano estaba esperándonos, al ver que ambos estábamos demasiado callados y algo pálidos, envió a la niña dentro por un poco de helado y se cruzó de brazos frente a nosotros.
— ¿Qué pasó? ¿A quién hay que matar?
Preguntó.
— A nosotros.
Respondimos a coro, lo que me causó un poco de gracia, pero no estábamos para risas ahora.
— ¿Y eso por qué?
— Una cagada — suspiré— La cagamos en grande.
— ¿Y eso? Detalles Lena. Chisme, chisme.
Rodeándome por los hombros, acción que a Alexander no pareció gustarle demasiado, apartándolo.
— Tuvimos sexo en todas las superficies posibles y también en el auto que rentamos.
Dijo él.
— Ok... ¿Y eso por qué es una cagada? No es diferente a lo que hacen siempre.
El cabrón hasta parecía divertido con la situación, forcejeando para que Alexander le suelte el cuello que mantiene rodeado por su brazo.
— Lo diferente es que no usamos preservativo — expliqué— Ni una sola vez ¿Sabes lo que eso significa?
— ¿Qué si tienes un hijo suyo, no te vas a poder ir, por lo tanto, te atrapamos aquí para toda tu vida, lo cual era principalmente mi plan original?
Fui yo quien lo golpeó en la cabeza ahora, mirándolo mal.
— Joder con ustedes, nadie necesita atraerme, joder, que no quiero irme ¿Cómo se los explico?
El ruido ensordecedor proveniente de la reja exterior hizo que la conversación quedara de lado y le diéramos toda nuestra atención al humo y el fuego, segundos después, una caravana de vehículos irrumpió el lugar.
— Voy por Tanya.
Dando vuelta a toda prisa.
— Lena — Alexander sujetó mi brazo— Tienes que sacarla de aquí, Delano, ve con ella, al avión, los quiero fuera.
— Alexander, no voy a irme. Dije que te protegería.
Colocándome firme.
— Te confío a mi hija, Jelena — pegando su frente a la mía, sujetándome por la nuca— Iré justo detrás de ti, pero ahora por favor haz lo que te pido, como Boss te di una orden, como tu pareja, te suplico que cuides a mi hija.
Antes de poder darle una respuesta, Delano me subió a su hombre y comenzó a correr al interior de la casa directo a la cocina dónde había enviado a la niña, me bajó al piso, buscó armas en la gaveta junto a la puerta, entregándome un par, armándose él también.
— Delano, tienes que quédate con él al menos, por favor.
— Mi deber siempre ha sido proteger su vida, Lena — cargando a Tanya— Su vida son ustedes dos, por lo tanto, mi lugar es con ustedes — tomando mi mano, echando a correr— Te quiero, Lena, si algo te sucede, me moriría de la angustia, no puedo quererte como lo hace Sasha, pero al menos déjame ser tu protector, al menos deja que te ponga a salvo.
Recorriendo los pasillos interiores, tirando de mi mano, llevando a la niña en brazos, saliendo por la puerta al final del extenso pasillo, saliendo de la casa, corriendo, corriendo y corriendo para llegar al maldito avión.
¿Por eso me estaba enseñando? ¿Para situaciones como estas, Alexander quería que aprendiera a volar?
Otra explosión.
Miré con horror sobre mi hombro, la casa que llamé mi hogar por meses, se estaba prendiendo, las bombas no dejan de sonar, las explosiones hacen vibrar la tierra, el humo lo cubre todo.
— Delano, tengo que ir — forcejeando para ser soltada— ¡Delano, maldita sea, Alexander estaba ahí!
Entrando en desesperación.
— ¡¿Crees que no tengo miedo?! Él es mi mejor amigo, Jelena, joder — jalándome con fuerza— Te dio una orden, corre y protege a Tanya, mantente segura, él nos alcanzara.
— Delano, no puedo irme sin él.
— Vas a tener que poder.
— Es que no puedo dejarlo...
Intentando soltarme una vez más, necesito saber que él está bien, necesito que me diga que todo estará bien.
— Lo siento bonita, lo siento mucho, perdóname.
Ese golpe que me dio fue lo ultimo que sentí antes de irme a negro, no tengo ni la menor idea de que será de todos nosotros ahora, la incertidumbre se cierne sobre nosotros, la desesperación se huele en el aire, no estábamos preparados para esto, definitivamente no estábamos preparados.
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BUENAS BUENAS MIS AMOREEES
LAMENTO NO HABER PUBLICADO AYER, ESTABA EN ESTADO ETILICO, BUENO, HOY TAMBIÉN, PERO NO PODÍA DEJARLAS SIN CAPITULO
MENOS CUANDO LA COSA SE VA PONIENDO BUENAA
LAS BESTIES QUE VIERON EL PEQUEÑO SPOILER SABEN DE LO QUE LES HABLO
SE VIENE PERO MUY, MUY INTENSO
JUSTO CUANDO JELENA LE HABÍA DADO EL ANILLO
JUSTO CUANDO SU PROMESA QUEDÓ SELLADA
JUSTO CUANDO AMBOS ESTABAN EN LO MEJOR DE SU RELACIÓN
JELENA LA DESVERGONZADA HIZO DE LAS SUYAS
ALEXANDER PERDIÓ EL CONTROL
LAS CAGADAS EN EL AIRE
UNA EXPLOSIÓN
UN ATENTADO
¿QUÉ JODER VA A PASAR? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO SEÑORITAAAS?
NOS LEEMOS PRONTO MIS AMORES
BESITOS EN LA COLAAAA
XOXOXOXOXOXOXO
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