Capítulo 18

Estoy entre la espada y la pared, me cosquillea la mano por darle un tiro a esa perra, mi puntería a mejorado, sí, pero la rabia me hace temblar, Delano dice que no debo demostrar emociones, que las emociones me desestabilizan, me hacen débil, y ahora comprendo por qué me lo dijo.

Muero por ver a esta perra sangrar.

— ¡Lena! ¡¿Todo bien?!

Preguntó Delano desde el otro lado del muro.

— ¡Todo bien! ¡Ve a la puerta!

Sin perderla de vista, caminé hacia la puerta, empujó el mueble de los documentos hasta aquí para bloquearla, lo pateé cada vez más fuerte al verla levantarse y acercarse a Alexander otra vez, incapaz de levantarse de la silla, el shock lo tiene paralizado.

Maldije cuando atravesé la madera con el pie, me rasguñé un poco la piel al retirarlo, pateé un poco más arriba y lo quité de la puerta, yendo hacia ella de nuevo, golpeándola con la cacha del arma, Sasha dijo que no puedo matarla aun, no dijo nada de herirla.

— Soy una perra muy posesiva — descargando el arma, guardándomela en la cinturilla del pantalón— Y no vas a tocar lo que es mío — cerrando la mano, dándole directo al rostro— No vas a llamarlo tu mascota — golpeándola otra vez— No vas a aparecerte por aquí para torturarlo, él es el Boss, maldita sea — pateando su estómago, tirándola al piso— Respétalo y tiembla — tomando asiento sobre ella sintiendo la puerta abrirse— Soy una perra muy difícil de matar, así que mucha suerte con intentar algo estúpido ¿Quieres a tu mascota? Tendrás que matarme primero para tenerlo — jalándola del pelo para que no evadiera la mirada— Y más te vale corregir esta patética actitud tuya, venir a mover el culo a la casa de la Bratva sin saber ni un poco de defensa personal, una perra acostumbrada a que le cuiden el culo — escupí— Me das asco.

Vaya... sí sabía escupir ¿Quién lo diría? La rabia saca lo peor (O mejor en este caso) de uno.

— Te haré pagar por esto — rasguñando mi brazo para que le soltara el pelo— Te haré sangrar tanto que ni Dios te reconocerá cuando termine contigo.

Amenazó.

— Soy atea, pero suerte intentándolo — mirando al Delano sorprendido en el mismo lugar que antes— Dame tu navaja.

— ¿Qué piensas hacer?

— Que me des tu navaja, Delano.

La perra se retorció bajo mi peso, tuve que golpearla otra vez para aturdirla el tiempo suficiente en lo que el medio peliblanco se acercaba y me daba su navaja, liberé el filo y la señalé.

— Cada vez que te mires al espejo vas a recordarme — deslizando la navaja por su mejilla con la suficiente profundidad para que le quedara una fea cicatriz— Vas a recordar que, si vuelves a poner un pie en esta casa, no dejaré ni siquiera tus cenizas ¿Quedó claro?

Movió la cabeza de modo afirmativo rápidamente, aguantándose el llanto, apretando los labios.

— Fuera.

Saliendo de encima, jalándola del pelo para "Ayudarla" a ponerse en pie, empujándola hacia la puerta.

Al menos tonta no era y se apresuró a salir, recogiendo su bolso del piso antes de empujar a uno de los hombres de Alexander y dejar el lugar.

— Uy Lena... no te conocía esta faceta — se acercó Delano, pidiendo su navaja de vuelta— ¿Te encargas o me encargo?

Señalando al rubio ido tras el escritorio.

— Te encargas de que esa perra deje la maldita casa, yo me quedo.

Limpiando la sangre en mis pantalones, ahora comprendo al 100% por qué ocupamos sólo negro, la sangre se camufla bien.

— Esta es la perra que yo estoy criando — dijo con orgullo— Hasta escalofríos me diste.

Mirando de reojo los arañazos en mi brazo, goteando sangre al piso, no dijo nada, sacó a los hombres de Alexander y cerró la puerta tras él, dejándome a solas con Alexander.

No dudé en caminar hacia él, colarme entre sus piernas y abrazarlo de modo que su cabeza quedara apoyada en mi pecho mientras acariciaba su cabello y su espalda, sintiendo sus brazos rodearme con fuerza.

— Dije que iba a ser tu escudo ¿No? Estando yo presente, ella jamás va a tocarte.

— No pensé que pudieses llegar a ser así de agresiva.

Apretándome con un poquito más de fuerza, tenemos que trabajar en sus abrazos o va a partirme en dos un día de estos, y no de la manera que pensaba.

— Te dije que la Lena que llegó aquí y la que soy ahora son completas extrañas, mi única preocupación ahora fue caer de pie, esa ventana estaba alta y mis piernas son gelatina, señor Volkov, permiso para tomar asiento sobre usted.

— Permiso concedido.

Riendo bajo, tomándome por los muslos para acomodarme a horcajadas, soltando un sonoro suspiro, relajando lo tenso de su cuerpo.

— Joder, Lena... si no hubieras llegado, yo... no sé qué hubiese pasado.

— Si sigue viva es sólo por Tanya, cuando te la entregue en una pieza, voy a provocarle tanto dolor que me rogará que la mate.

— Y yo te creo, ahora te creo — levantando la cabeza, mirándome— No creí que fueras capaz, pero hoy... Hoy eras una más de la Bratva, hoy la hiciste temblar de miedo.

— Y mejoraré, ya verás, nadie toca lo que es mío, menos en mi presencia.

Sonrió de lado, masajeando mi trasero.

— ¿Soy tuyo?

— ¿Lo dudas?

Negó.

— Me tienes Lena, todo yo, todo es tuyo.

Lentamente acerqué mi boca a la suya, no sabía si era correcto, si él se siente bien para besarme, pero no se apartó, recibió el beso y movió sus labios con lentitud sobre los míos, un beso lento, delicioso, provocador, dejándolo mover mi trasero para frotarse con mi centro, parece querer sexo, parece desesperado por ello.

— ¿Quieres tomarme? ¿Aquí?

Pregunté con la voz una octava más grave, sosteniéndome por sus hombros.

— No tengo preservativo, pero sí, muero por estar dentro de ti otra vez y borrar la sensación de esa perra sobre mí.

— Tomaré la píldora, continua.

— ¿Segura? Anoche fue... difícil.

Levantándose conmigo, sentándome en el escritorio.

— Yo no soy ninguna perra débil.

Tomó mi brazo y miró los arañazos con molestia y lastima.

— No me duele — aseguré— Así que has lo que quieras conmigo — separando las piernas— Estoy con la adrenalina a mil, furiosa — aseguré— Así no podré dormir ¿Me ayudas a cansarme, Boss? Delano no me dejará descansar tanto tiempo, tengo que entrenar, así que necesito dormirme rápido.

Tragó grueso poniéndose de pie tan rápido que botó la silla, empujando todo lo que tenía sobre su escritorio, estirando su mano a mi pantalón, quitándome el arma, dejándola a un lado, recostándome sobre la madera.

Tacharé sexo en el despacho de mi lista de lugares.

Pero como la mala suerte nos persigue, un idiota abrió la puerta, hice la cabeza hacia atrás para poder mirar de quién se trataba, un sujeto cualquiera.

— Qué quieres, joder.

Se quejó el rubio que tenía entre las piernas, agradezco seguir vestida.

— El psiquiatra llega en treinta minutos, Boss.

Mirándome con desprecio, no se aguantan la cara de odio estos idiotas.

— ¿Y qué esperas para irte? ¿No ves que estoy a punto de pagar la comida, el cuarto, y la ropa? — abrió los ojos de golpe, retrocediendo un paso— ¿No es eso lo que dicen de mí?

Palideció, pero no dijo nada.

— Quédate parado fuera de la puerta — ordenó Alexander—Si alguien interrumpe, a ti voy a dispararte.

— Sí señor.

Salió rápidamente, cerrando la puerta tras él, sólo entonces me recosté derecha otra vez, mirando al sujeto con una ceja alzada en mi dirección.

— ¿Qué? ¿Creíste que se iban a quedar callados? No me maltratan físicamente, pero la boca la tienen enorme.

— ¿Dicen que me pagas con sexo?

Asentí, encogiéndome de hombros.

— Pero no me interesa, su odio injustificado me resbala, aprendí a vivir con eso —levantando las caderas, jalando el pantalón— ¿Qué espera, Boss? Estoy por pagar el arriendo.

Carcajeó, negando.

— Lena... cada día me vuelves un poco más loco, mi trauma... contigo todos mis demonios se disipan tan rápido...

Ayudándome en la tarea de desnudarme, tirando de mis zapatos antes de jalar los pantalones fuera, deslizando su palma sobre mi sexo cubierto por la ropa interior, encendiéndome.

— Pobre león... — deslizando mi pie por su muslo, directo a su erección, sintiendo la dureza— Deberíamos solucionar ese problema, de los otros, de tus miedos, de esos me encargo, yo, deja que me encargue de los protagonistas de tus pesadillas.

Viéndolo apretar los dientes cuando presioné con un poco de fuerza, estaba por perder la cabeza, eso quiero, que la pierda, que olvide y se pierda en mi cuerpo, que se pierda y se vuelva a encontrar con el sujeto despiadado e hijo de puta que es, el que me vuelve loca.

Llevó sus manos al pantalón, desabrochó los botones, bajó la bragueta y liberó su pene, masturbándose.

— Estoy lo suficientemente húmeda — avisé— ¿Te robarás estas bragas también? No estaban las de mi sexy conjunto esta mañana.

Acarició mis piernas llegando al elástico de mi ropa interior, jalando de estas, escuchando el crack de la tela siendo desgarrada, guardándose la prenda en el bolsillo.

— Ups — sujetándome de las piernas, dejando medio culo fuera del escritorio— Yo las compro, yo las rompo y me las quedo ¿No crees que es justo?

Me mordí la lengua antes de poder responder, el muy animal entró de una sólo movimiento, arqueé la espalda y clavé mis uñas en su brazo, gimiendo alto, mirándolo mal, apretando los dientes.

— Eres un bruto.

Sonrió malicioso.

— Bebé ¿Quieres que te haga el amor o que te folle?

Bueno... tenemos treinta minutos hasta la llegada del psiquiatra, descubrí que soy una masoquista que disfruta cuando él deja sus manos delineadas en mi piel, cuando muerde mis pezones y me lleva al límite, ese es el tipo de sexo que me gusta, el morboso, sucio y rudo.

— Fóllame — contraje los músculos de mi sexo viendo el placer reflejado en su rostro— Trátame como tu puta en el sexo, y como tu novia fuera de él, demuéstrame las ganas que tienes de mí — deslizando mis dedos por su antebrazo desnudo, apenas acariciando con las uñas— ¿Me deseas, Sasha?

Grave error, grave, grave error.

Cuando dije que quería que perdiera la cabeza, no me refería a tan, tan perdida, provoqué al león, y este, como si fuese su presa favorita y estuviese dispuesto a devorarme, puso mis piernas sobre sus hombros y me penetró tan profundo que creo que me fui por un par de segundos, mi mente se fue a otro lugar y regresó cuando el orgasmo atravesó mi cuerpo.

Clavé mis dedos en sus antebrazos, sintiendo un poquito miedo de caerme, el mueble bajo nuestro peso está haciendo un sonido muy feo, moviéndose hacia adelante con cada ruda embestida, la cosa se intensificó cuando pasó una mano desde mi cintura, cruzando mi espalda, hasta el hombro del lado contrario, intensificando la penetración, llegando más profundo, recibiendo sus besos hambrientos, enroscando mi lengua con la suya, lamiendo su labio inferior, atrapándolo entre mis dientes, besándolo de forma corta y volviendo a devorarlo, recibiendo cada centímetro, cada tacto, cada beso hasta que se corrió, y la sensación caliente en mi interior, el ser llenada por su semilla, terminó provocando un nuevo orgasmo por mi parte, estoy... agotada...

No quise mencionar nada cuando salió y el dolor se hizo presente, intenté controlar mis expresiones, soltando un gritito, siendo sujetada por él en el momento preciso en el que el mueble se desarmó y cayó hacia el frente.

Rodeando sus caderas con mis piernas, abrazándome bien de su cuello, miré el montón de madera y astillas, mirándolo a él después.

— Eso no estaba en mis planes.

Dije viendo la sonrisa formarse en sus labios, comenzando a reír.

— Compraré otro y ya está, no te preocupes por detalles.

Me bajó hasta apoyar los pies en el piso, me fue imposible controlar la mueca, llevando mi mano al estómago, me duele.

— Lena ¿Estás bien?

Sujetándome preocupado.

— Sí, sí, estoy bien, son pequeñeces —tomando mi pantalón— Iré a tomar un baño, espera a tu psiquiatra, que tengas una buena sesión.

Sonriéndole.

— Lena ¿Segura que estás bien?

Tomando mi mano antes de que me escapara.

— Sí, todo bien, hablemos luego de tu sesión, tengo unas cosillas que hacer, luego iré a dormir.

Asintió no muy convencido, soltándome.

Antes de que preguntara otra vez, me apresuré a dejar el despacho, mirando mal al imbécil que escupió al piso en cuanto me vio, le mostré el dedo medio y recorrí en pasillo en busca de las escaleras, apoyando mi mano en mi estómago, me duele demasiado y dudo que esto sea normal.

Ya en mi cuarto, me quité la ropa con rapidez, yendo a tomar un baño, asustándome al ver sangre mezclándose con su semen deslizándose por mi muslo.

— Carajo.

Me bañé lo más rápido que pude, soportando el dolor, quité los rastros suyos de mi vagina y me vi en la obligación de ponerme un tampón, sintiendo el ardor y la incomodidad al arrastrar el pequeño objeto por mi canal hasta ubicarlo en su posición, me vestí y marqué a Delano, tamborileando los dedos en mi tocador, aguantándome las lágrimas, estoy asustada y esto duele como la mierda.

— Jelena ¿Qué sucede?

— Necesito que me acompañes al doctor... digo, si puedes ¿Nosotros podemos ir al doctor? Quizá estás ocupado, sí, debes estar ocupado, yo... no es nada, hablamos después, adiós.

Corté la llamada soltando el móvil, sujetándome el estómago, apoyando la frente en el tocador, esto duele demasiado.

Dos minutos después, un Delano jadeante apareció por la puerta, observándome preocupado.

— Oye ¿Por qué estás llorando? ¿Qué pasó? —acercándose— ¿Sasha te hizo algo?

Negué.

— Digo... no intencionalmente, pero... me duele mucho, estoy sangrando y no entiendo por qué, estoy asustada...

Apretando mis labios para evitar que temblaran.

— Joder... Lena ¿A quién se le ocurre follar como si llevaras años haciéndolo si acabas de perder tu virginidad anoche? ¿Por qué no lo detuviste?

— Porque no quise, me lo estaba pasando bien, después no sé qué pasó — encogiéndome de hombros— No quise decirle nada porque su psiquiatra está por llegar, necesita hablar sobre lo que pasó.

— ¿Y tú qué? ¿Tú te mueres del dolor? Lena, tus prioridades están muy equivocadas, primero eres tú, segundo tú, tercero tú y luego el resto — cargándome como princesa— Vamos al hospital.

Sacándome del cuarto a paso rápido, mirándome entre la molestia y la lastima, subiéndome a su auto y arrancando a toda leche directo al hospital, haciendo uso de su influencia para ser ingresada de forma automática y entrar sin necesidad de esperar para que un especialista me revise.

***

DELANO.

Me considero un hombre muy paciente, bastante, he soportado tanta mierda que pensé que nada me iba a desequilibrar o preocupar además del estado psicológico de Alexander, pero me equivoqué, la princesita diabólica me desestabiliza de la misma forma, llevo treinta minutos sin recibir noticias de ella y no me gusta no tenerla en la mira, menos cuando quieren su cabeza como decoración de interiores.

Alexander tenía razón al estar preocupado por lastimarla, tanto tiempo sin follar, tanto tiempo reprimido y hacerlo con una virgen no fue buena combinación, ahora Lena está pagando los platos rotos y espero que no sea nada grave o me dará urticaria por la preocupación.

Esa media hora se convirtió en una y aún no recibía respuestas sobre el estado de Jelena, tengo su móvil en el bolsillo y Alexander la ha llamado siete veces ya, no voy a contestarle hasta que sepa exactamente qué tiene la princesita.

— Hola, quiero saber dónde está Jelena Kovaleva — cruzando el pasillo que no debía cruzar, sujetando a la primera enfermera que vi— Y necesito saberlo ahora.

— ¿Usted es...?

— Alguien que no quieres hacer enojar — enseñándole el tatuaje— ¿Dónde está?

Palideció, mirándome con horror. Sí, debería temerme.

— D-deje que lo averigüe.

— Te espero justo aquí, y si te haces la lista e intentas irte, voy a encontrarte y no te gustará lo que te haré.

— Sí señor. S-sí señor.

Dando media vuelta, corriendo directo a la estación de enfermeras, un grupo de estas tras el mesón volteó a verme, las saludé sólo para que supieran que estaba al pendiente de sus movimientos, lo que las hizo mover esas manos más rápido y regresar con información sobre la chica del Boss.

— Ella se encuentra en el cuarto 401, señor.

— ¿Y por qué está en un cuarto? Vino por una consulta ambulatoria.

— Sí... lo suyo no era tan ambulatorio.

— ¿Qué es lo que tiene?

Dando un paso hacia ella, preocupado.

— El doctor es el único autorizado para dar los diagnósticos, señor...

— ¿Me ves con cara de querer esperar un puto doctor para que me diga qué tiene la chica cuando tú tienes la tableta ahí con la información?

Se encogió.

Quizá estoy siendo un poco brusco, pero me urge saber cómo está Lena.

— Ella tiene dispareunia, esto es dolor o molestia antes, durante o después de la penetración, y se traduce normalmente en irritación vaginal poscoital, el tiempo de duración varía entre paciente y paciente, además, debido al inicio de su vida sexual, hubo un cambio en su nivel hormonal, lo que adelantó su menstruación, se recomienda evitar la actividad sexual en al menos quince días, se quedará esta noche en observación para ver como avanza la irritación e inflamación, se le está administrando un medicamento para el dolor en un suero endovenoso, puede pasar a verla si gusta y quedarse en el cuarto si quiere... señor.

— Muchas gracias.

Pasé por su lado, tomé el móvil de Lena, lo desbloquee y marqué a Alexander antes de que perdiera la cabeza, preparándome psicológicamente para lanzarle la bomba.

— Lena, joder ¿Dónde estás? No te han visto por casa y me preocupa que andes por ahí sin escoltas.

Sí, sonaba preocupado.

— Em... no soy Lena.

— Delano, si esta es otra de tus tácticas para tener una romántica cita con ella, te romperé el cuello.

Suspiré.

— La traje al hospital, maldito posesivo, cuéntale esto al psiquiatra — subiendo al ascensor— Fuiste demasiado rudo con ella, estaba sangrando, le dolía, y en resumen, tiene que pasar la noche aquí hoy.

Maldijo al otro lado de la línea, el estruendo de cristales rotos me alertó.

— ¿Cómo está? ¿Exactamente qué te dijeron?

— Inflamación e irritación de su... vagina —No me gusta decir vagina haciendo alusión a la de Lena, la suya está prohibida— Se le adelantó el periodo por el aumento de hormonas, qué se yo, estoy llegando a su cuarto ahora ¿En qué estabas pensando?

— No estaba pensando, ese es el puto problema... carajo —suspiró— Voy para allá.

— Habitación 401.

Dije antes de que me cortara.

Guardé el móvil en mi bolsillo y recorrí el pasillo hasta dar con su número de habitación, Alexander se encargará de los escoltas para tener a la princesita a salvo.

— Hola, paciente — abriendo la puerta, viéndola recostada, mirando el techo con las mejillas rojas y los ojos húmedos aún— ¿Cómo va el dolor?

— Debo ser la peor virgen de la historia ¿Por qué me pasa esto a mí? Quiero ir a casa.

Arrastré la silla hasta tomar asiento a su lado, secándole una lagrima que se le escapó.

— Es más común de lo que piensas, tú tranquila, en cuanto se te desinflame todo ahí abajo, no más dolor, es sólo que tuvieron mucho sexo, Lena, evita las poses extrañas hasta que te acostumbres.

— No le digas a Sasha, se va a sentir mal y esto no fue culpa de nadie. Por cierto, ya tomé la pastilla.

Es tan estúpidamente buena que me dan ganas de golpearla.

— Tarde, ya viene para acá. y felicidades, te libraste de que Sasha no te deje ir nunca.

Rodó los ojos.

— Ugh... te odio tanto...

— Me amas, Lena ¿Qué amigo es mejor que yo?

Secándole otra lagrima, al menos se está riendo.

— Ninguno. Eres mi mejor amigo, Delano.

Sí... prefiero ser su mejor amigo a no ser nada, esto es mejor que nada.

— Prepárate para la llegada de Alexander porque se va a enojar, no lo detuviste.

Bufó.

— Por eso te dije que no lo llamaras.

Acariciando el vendaje en su brazo, los arañazos de esa perra.

— Claro, si no aparecías en casa en los próximos treinta minutos, era capaz de usar a toda la Bratva para buscarte por toda la ciudad, sabes que odia perderte de vista.

Suspiró asintiendo.

— Esto hace que me de sueño — señalando la vía en su brazo— ¿Y si me quedo dormida antes de que llegue?

— Buen truco, pero no tanto.

Quince minutos después, Alexander entró al cuarto de forma atropellada, mirándola en la camilla, preocupado a más no poder.

— ¿Estás bien? ¿Por qué no me dijiste nada?

— Estoy bien, ya estoy bien, supongo que el bocón de Delano ya te dio los detalles médicos, pero es mejor de lo que suena, esto hace que no sienta nada.

Señalando la vía en su brazo.

— Lena... Se supone que tienes que contarme estas cosas, llámame a mí, no a Delano.

Ahí está el celópata otra vez.

— Tú tenías cita con el psiquiatra y lo necesitabas, yo necesitaba ir al doctor, Delano es mi mejor amigo, agradece que vine con él y no sola, porque lo pensé, me daba vergüenza decirle qué me pasaba.

Alexander me miró, ya estaba preparado para evadir su golpe, pero este jamás llegó.

— Gracias Delano, por ayudarla.

— Sabes que haría lo que fuera por ella, es tu mujer y mi mejor amiga, yo la quiero.

— Después de que me querías muerta, baboso.

Enseñándole el dedo medio.

— Pareces estar de buen humor, pendeja.

Devolviéndole el gesto.

— ¿Cuándo he estado de mal humor yo?

Afortunadamente el medicamento hizo que el dolor menguara, progresivamente se fue quedando dormida, el esfuerzo físico, el cansancio psicológico por el encuentro con Annika, y ahora esto, le pasó la cuenta.

Cuando despierte se sentirá mucho mejor.

***

Tres meses después.

Toqué mi mejilla quejándome por el dolor, sentado en el piso, mirando a Lena desde lo alto, sonriendo maliciosa.

— ¿Sigo dando asco, Delano? Te dolió ¿Cierto?

Extendiendo su mano hacia mí para ayudar a ponerme de pie.

— Carajo Lena, esa mierda me dolió, te lo voy a decir, no das asco, princesita, haber qué haces si esto fuera una pelea real ¿Puedo?

— No te contengas o jamás sabremos si daré la talla.

— Hecho.

Y no me contuve, la golpeé para hacerle daño, pero logró bloquear cada golpe, me devolvió unos bastante duros, en el suelo terminé cuando se acuclilló y extendió el pie, barriendo el piso conmigo, carcajeando al ponerse de pie, señalándome.

— ¡Y la alumna supera al maestro!

Celebrando como si fuera luchadora de la WWE y le acaban de entregar el cinturón.

— Ultima prueba — mirándola con los ojos entrecerrados— Si logras darles a las fresas colgadas en el árbol, a las tres, te tatuarás con el símbolo de la Bratva, hoy.

Le brillaron los ojos, sé que quiere más que cualquier otra cosa ese tatuaje, no puede ir por ahí mostrando la pierna a todo el mundo, y se dio cuenta de que todos tienen el símbolo en la muñeca, todos menos ella.

— ¡Hecho! ¿Dónde están las fresas?

— Campo de tiro, con Lev.

Tuve que correr para alcanzarla, viéndola pararse tras la mesa de tiro, armando una Walther P99 en tiempo récord, le puso balas, apuntó sin fiarse en la mira, en ocasiones es traicionera, y disparó sin titubear, ocupó todo el cartucho, hizo desaparecer las fresas, no falló ni una sola vez.

— ¿Y bien?

Mirándome sonriente.

— Estás dentro, Lena, bienvenida a la Bratva.

***

JELENA.

Miré el tatuaje en mi muñeca, era media noche, estaba recostada de espaldas en mi cama, pantalón de cargo, botas de servicio, un top, una CZ P-07 Duty sujeta en mi muslo, navaja en el bolsillo.

Suspiré.

— Creo que ya es la hora.

Me aseguré que Alexander estuviera bien dormido en su cama, decidí que era mejor de esta manera, Alexander cree que el sexo es comida y lo quiere todo el tiempo, todo el día, sobre todas las superficies y yo al menos quiero dormir por las noches, lo cual es bastante oportuno para lo que tengo planeado hoy.

Dejé mi cuarto en completo silencio, bajé las escaleras y dejé la casa atrás, montando la camioneta de Delano que espero no extrañé por al menos cinco horas, y me puse en marcha, siguiendo el resto de vehículos que me guiarían directo a La jaula.

Más temprano hice un video en el que expreso claramente que es mi deseo todo lo que ocurrirá hoy, probaré mi valía en La jaula para ganar legalmente mi lugar en la Bratva para que así dejen de observarme con odio, todos estarán ahí, todos serán testigos, todos menos Alexander, Delano, Misha, Akim, Orel y Lev, no les envié el mensaje, de saber lo que haría, me detendrán y yo quiero probar que merezco estar aquí.

Bajé del auto y entré al lugar, siendo observada con sorpresa, una chica luciendo pantalones en este lugar, una mujer que se pensó era esclava del Boss y su segundo, sorpresa, no es así.

— ¿Quién joder eres tú y por qué vienes vestida así? ¿Dónde está tu amo?

Los miembros de la Bratva tienen la obligación de defenderme fuera de la jaula o Alexander los despellejaría, tuvieron la intención de alejar a ese sujeto y quienes se acercaban, los detuve y di un paso al frente, haciendo una reverencia burlona, irguiéndome con una sonrisa maliciosa bailando en mis labios.

— Un gusto, pedazos de mierda, me presento, soy la Koroleva de la Bratva y hoy vengo a probar mi valía ¿Quién será el primero?

<<Koroleva: Reina>>

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BUENAS BUENAS HIJAS DE SATÁN

ESTE CAPITULO LENA ESTUVO MUY REZABLE

JELENA NO SE CONTUVO NI UN POCO 

LE DEJÓ LAS COSAS MÁS QUE CLARAS A ANNIKA, NO CREO QUE LE QUEDEN GANAS DE VOLVER SOLA SI LENA ESTARÁ AHÍ

HASTA REGALO DE DESPEDIDA LE DIO, CON CORTE EN LA CARA Y TODO

DELANO QUEDÓ SORPRENDIDO CON LO SUCEDIDO

TODO ORGULLOSO DICIENDO QUE ESA ES LA PERRA QUE ESTABA CRIANDO

HASTA ALEXANDER SE SORPRENDIÓ, NO LA VEÍA CAPAZ HASTA VER CÓMO LO DEFENDIÓ

SASHA ESTABA UN POCO TENSO HASTA QUE LA TUVO CON ÉL

Y SE PUSO HOT, TENÍAN TREINTA MINUTOS ANTES DE LA LLEGADA DE SU PSIQUIATRA

LENA ESTABA JUGANDO A GRANDES LIGAS CUANDO LE DIJO QUE HICIERA LO QUE QUISIERA CON ELLA

ALEXANDER PERDIÓ LA CABEZA Y LE DIO COMO CAJÓN QUE NO CIERRA

CONSECUENCIAS? TERMINA EN EL HOSPITAL

DELANO LA LLEVÓ, AL MENOS NO FUE NADA GRAVE

EL TIEMPO AVANZÓ Y LENA SE HA HECHO MUY BUENA EN LO QUE HACE, VENCIÓ A DELANO, DISPARÓ A LAS FRESAS Y GANÓ SU TATUAJE

PERO ESO NO FUE SUFICIENTE PARA ELLA, QUIERE PROBAR SU VALÍA Y FUE A LA JAULA

LA BIENVENIDA NO FUE MUY GRATA, LA BRATVA SE MOVIÓ DE FORMA INNATA PARA PROTEGERLA, PERO ELLA SE ADELANTÓ

PRESENTANDOSE COMO LA KOROLEVA DE LA MAFIA RUSA

TIEMBLEN PUTOS QUE LENA LO ESTÁ DANDO TOODOOOOO

NOS LEEMOS PRONTO BBCITAS

BESITOS EN LAS NALGAS


Xoxoxoxoxoxo♥️

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