Capítulo 11

JELENA.

Miré mi reflejo en el espejo de cuerpo completo en el guardarropa de dimensiones tan grandes como las de mi cuarto, observando mi apariencia, viendo a Alexander apoyado en el marco de la puerta, reparando cada trozo de piel expuesta, cada trozo de tela cubriéndome, cada venda...

No tiene caso que siga siendo pudorosa cuando se me humedece la entrepierna cada vez que me mira con esa intensidad.

No hay nada que pueda ocultarle, ya observó todo de mí ¿Lo gracioso? Terminé un poquitín decepcionada cuando comenzó a colocar vendas y parches otra vez, vistiéndome luego, yo me hubiese quedado la vida entera en esa ducha, pero ya era hora de aterrizar.

Mirándome otra vez, una falda plisada muy parecida a los pantalones de cargo que él llevaba, con cordones streetwear colgando, unas botas un poco más altas que mis tobillos, una liga de cuero en la pierna contraria a mi tatuaje, y un bonito top.

Alexander mandó a Delano a molestar a otra parte cuando vino a buscarnos hace un rato, dijo que me secaría el cabello y nos iríamos, que el clima nocturno podía enfermarme. Todo un león dócil el Boss de la Bratva.

— Ok, ya está, vámonos antes de que me arrepienta.

Dando media vuelta, chasqueando los dedos en su dirección, viendo que su vista estaba pegada en mi trasero.

— Ok, vamos — suspiró— Pero Lena, te lo advierto, ese no es un lugar para jugar, es peligroso.

— Lo sé, me lo has dicho unas diez veces, no voy a hacer ninguna tontería.

— Aun así, me preocupo.

Sacando lo que ha ocultado tras su espalda todo el tiempo, arrodillándose frente a mí.

— Quiero que vayas armada — quitando la liga, ajustando un arnés para la pistola— Y quiero que la uses si la situación lo amerita, aunque lo dudo porque estaré contigo todo el tiempo — metiendo la pistola en su funda— No te acobardes, el que se acobarda...

— Muere, lo sé — le dije viéndolo acomodar mi falda otra vez— No volveré a acobardarme.

Asintió aún sin verse muy seguro, levantándose.

— Vamos entonces, hoy vas a ser una actriz, Lena, sígueme el juego — dejando el cuarto juntos, recorriendo el pasillo— Será molesto, y te pido disculpas de antemano, pero por favor, sígueme el juego.

— Lo haré, ya sé que no debo meter la pata, me comportaré.

Bajando los escalones juntos, viéndolo mirarme con preocupación por cada paso que daba, las costillas me estaban matando, intento poner mi mejor rostro a pesar de todo, Misha dice que además de entrenar el cuerpo, debemos entrenar la mente, el dolor no debe ser impedimento, nunca.

— Vaya, ya era hora — dijo Delano apoyado en la camioneta— Creí que tendría que ir nuevamente por ustedes.

— Soy un poco lenta, lo siento — excusándome— Todas estas vendas son una molestia.

— Lena, querida, se dice, una puta molestia — puntualizó el medio peliblanco— Los insultos son muy importantes.

— Déjala en paz, no la molestes — defendiéndome mientras abría la puerta para mí en la fila de atrás—Ella puede hablar como quiera.

— Y tú eres un puto fastidio — se quejó su Segundo— Lena ¿Sabes a lo que vas?

Preguntó en cuanto montó al auto tras el volante, y Alexander se ubicó a mi lado, arrancando.

— Sé que es peligroso — enumeré— Debo sentarme en sus piernas, puede que me toquetee un poco, y... creo que eso.

— Bueno, eso es nada comparado a lo que significas allá en las jaulas dónde iremos.

— No la asustes antes de tiempo.

Bufó molesto el rubio a mi lado.

— Tiene que saber o va a meter la pata — mirándome por el retrovisor— A ese lugar no van mujeres, digo, mujeres libres, porque todas las que encuentres serán propiedad de alguien más, son esclavas. Ninguna usa pantalón ¿Sabes por qué? — negué esperando que haya visto el gesto— Porque siempre deben estar listas para recibir a sus dueños, la falda es un requisito, una comodidad para quien quiere llegar rápido a lo que desea.

— Yo no te puse una falda con dobles intenciones — puntualizó Alexander— Es sólo para no llamar la atención, tú sabes que te respeto.

— Lo sé, continua.

Hablando a uno y luego el otro, frunciendo el ceño, no era algo de sólo siéntate en sus piernas y ya.

— No puedes separarte de Alexander en ningún momento, porque si te vas a mirar por ahí, pensarán que pueden tomar un turno contigo y joder, esa mierda no puede pasar, te quedas cerca en todo momento, de Sasha o de mí, que tu curiosidad hoy se controle.

— Pues entonces espero que no se te duerman las piernas, porque no pienso moverme de ahí.

Mirando a Alexander medio sonreír.

— ¿No quieres practicar?

Palmeando su regazo.

De reojo miré a Delano, hacer esto mientras él está ahí adelante es un poco...

— Delano me ha visto en situaciones peores, Jelena, es discreto, él solía quedarse en el cuarto para...

Cerró la boca antes de llegar a lo importante.

Entrecerré mis ojos mirando su rostro, intentando descifrar qué es lo que iba a decir.

— Para sacar la basura — terminó la frase Delano— Sasha no es de los que se acurruca después de follar y todas eran unas pesadas que querían más que sexo, la fila era larga y cansar a Sasha era todo un milagro, no podía entretenerse con las pegajosas, yo me encargaba de despacharlas para que entrara la siguiente.

Levanté las cejas, sorprendida por lo que estaba escuchando, Alexander tiene todo un historial.

— Lo de hoy no creas que fue por ti — se excusó el rubio— Es sólo que algo pasó en el pasado y tengo ciertos... problemas, pero no tiene nada que ver contigo, mataría por tener tu mano en mi pito de nuevo.

Se me aceleró el pulso ante las imágenes mentales y el cosquilleo de mi cuerpo, Delano sólo sonrió con los dientes apretados, dejándome ver esos perfectos dientes que se gasta, negando, muy divertido con la situación.

— Yo dije que no haría preguntas, está todo bien — mirando el medio rubio— ¿Qué más debería saber?

— Eso es lo importante, tú sólo intenta no vomitar y ya estará todo perfecto.

— Fue una vez — Rodando los ojos— Dios... ¿Cuándo vas a olvidarlo?

— Fue divertido, Lena, admítelo.

— Delano... estaba bañada en la sangre caliente de otro ¿Dónde está lo divertido?

— La parte en la que tú estabas bañada en la sangre caliente de otro es lo divertido — carcajeó— ¿Cómo no viste ese charco?

Me contagió su risa, golpeando su brazo.

— Era tarde, me había saltado en desayuno, iba corriendo y no lo vi, luego pasó lo que pasó, pero ya no me da asco el olor, terminé por acostumbrarme, Alexander huele a sangre, perfume y a él a diario.

— ¿Así que olerme es tu pasatiempo?

Deslizándose por el asiento hasta llegar a mi lado, sujetó mis piernas y las subió sobre su muslo para acercarme un poco más.

— Bueno... imposible no hacerlo si te la pasas cerca todo el tiempo.

— ¿Insinúas que eso te desagrada? ¿Cancelamos lo de compartir cama por hoy?

Lo miré, pensé que ese trato había quedado nulo.

— Creí que no eres de los que se acurrucan.

Alzando una ceja en su dirección, molestándolo.

— Bueno, por hoy puedo hacer una excepción.

— Si se toquetean en el auto les juro que el que vomitará soy yo.

— No seas dramático, me has visto haciendo cosas peores.

Se quejó Alexander, rodando los ojos.

Parece ser que el pasatiempo favorito de Delano es joder a Sasha, no dejó de interrumpir el coqueteo ocasional, interrumpiendo en cada oportunidad que se presentaba, carcajeando al ver que cumplió con su misión de molestar al Boss.

Sin duda, es todo un caso.

— Llegamos.

Anunció el medio peliblanco, parando el auto, estábamos literalmente en medio de la nada, rodeados por un espeso bosque, frente a nosotros, un enorme hangar señalado por altas luces para iluminar lo que sucedía en el exterior, desde nuestra posición puedo escuchar los gritos, puedo ver el interior iluminado de forma tenue, pronto veré en detalle dónde me estoy metiendo.

Bajamos los tres juntos del auto, yo iba en el medio, Alexander a mi derecha, apoyando su mano en mi espalda, irradiándome su calor, Delano a la izquierda.

— Olvide decir que las mujeres aquí usan correa y collar para denotar su calidad de esclavas — susurró Delano hacia mí— Claro que no usaremos una contigo, esa mierda es denigrante, tú no eres ninguna esclava.

La idea no me parece tan denigrante en mi posición... Ivanna dijo algo de... ¿Cómo era? Juego de roles, puede ser muy interesante de ver cómo reaccionaría Alexander sujetando mi correa y sentado sobre sus piernas, Milenka dijo que el jefe es dominante por esencia, que él llevaría la correa, pero quien pone los limites soy yo.

— Oye — parando de caminar— ¿No sería mejor que la usara? Llamaré la atención si no lo hago ¿No crees? La idea es pasar desapercibida, de por sí van a mirarme, vengo con ustedes dos.

Vivir mis días como si fueran los últimos.

Divertirme.

Dejar la vergüenza de lado y lanzarme hacia lo que quiero.

Recordé.

— ¿Sasha?

Preguntó Delano mirando a su amigo por encima de mí, la diferencia de estatura era graciosa, a Delano le llego casi al hombro, casi, y a Alexander apenas al pecho.

Descubrí que mi tipo de hombres son los muy altos.

— ¿Segura que quieres usar una? No es necesario, vas conmigo, el que diga algo, le llenaré la boca de plomo y ya está.

Demasiado respetuoso, ya casi me morí dos veces, me cansé de ser correcta, quiero explorar más allá de mi nariz.

— Sí, segura, será interesante.

Alexander se encogió de hombros y le hizo una seña a Delano, quien trotó de regreso al auto y pocos segundos después, regresó con una correa y un collar de cuero entre las manos.

— Levanta la cabeza, Malyshka.

Hice lo que me pidió, viendo sus manos acercarse a mi cuello para ajustar el collar, antes de lograrlo, Alexander rodeó mi cuello y cintura con sus brazos, asomándose por mi costado.

— ¿Qué crees que estás haciendo?

— Le pongo el collar obviamente.

Mirándolo como si fuera tonto.

— Si vamos a hacer esto y ella quiere jugar a ser esclava VIP por una noche, mi esclava, mis reglas, mi collar —Quitándoselo de las manos— Y no le digas Malyshka.

— No, es que tienes que hacerte ver ese problema de posesividad — dijo Delano, suspirando— Medícate amigo, Lena es una mujer libre, que no se te olvide.

Pude escuchar cómo gruñó en respuesta, molesto por sus palabras, sintiendo la vibración viajar por mi cuerpo al estar mi espalda en contacto con parte de su pecho, sintiendo el brazo que rodeaba mi cuello lentamente retraerse hasta que sus dedos acariciaron mi piel, poco después, ajustó el collar y puso la correa.

Debe haber algo mal en mi cabeza, porque me vi muy tentada a jadear cuando su mano rodeó mi cuello desde atrás, y me gustó mucho más cuando me puso el collar.

— Que quede muy claro que mi meta es venir aquí en el futuro en pantalones y sin correa, capaz de defenderme por mi cuenta, esto es sólo para tantear el terreno.

Señalándolos.

— Me quedó más que claro, tú tranquila que apenas te recuperes, comenzaré a entrenarte otra vez.

Dijo el rubio.

— Y nosotros también vamos a trabajarte, Lena — dijo Delano— Te trabajaremos tan duro que no vas a poder salir de la cama al día siguiente.

Apreté los labios para contener la risa, eso lo dijo única y exclusivamente para molestar al rubio, al ver que estaba sacando el arma que mantiene en la pretina de su pantalón, en la espalda, dejó de reír y comenzó a correr.

— No es gracioso, Lena.

Guardando su pistola otra vez, comenzando a caminar con la correa bien sujeta en su mano.

— Me hizo un poquito de gracia, deberías reír más, Boss.

— No, no es momento de reír, Malyshka, mira por ti misma si quieres reírte.

Miré hacia el frente para prestarle atención a lo que señaló con la cabeza, y sí, tenía razón, la sonrisa se me borró al ver la cantidad de violencia del lugar, las gradas, las personas gritando para alentar al sujeto que estaban apoyando ahí dentro de una enorme jaula, dos personas tratándose como animales, uno moriría, el otro ingresaría a la Bratva, esto es lo que yo debí hacer para entrar, por eso me odian, tomé el camino fácil, uno muy fácil.

Intenté no mirar mucho a mi alrededor mientras caminábamos, había chicas en el lugar, sí, pero había chicas teniendo sexo descaradamente con uno, dos o tres sujetos a la vez, chicas de rodillas apoyando su cabeza en la pierna de quien sostenía su correa, rogando por un poco de atención, había otras siendo duramente castigadas.

Es en momentos como este que recuerdo en qué me metí, y mostrando mi rostro por estos lares, estoy más que perdida, no podré tener una vida normal jamás... Aunque sé que, si no me aparto de Alexander, estaré bien, me haré alguien respetable para la Bratva, alguien merecedora y podré marcar una diferencia entre la Lena que necesita ser protegida, y la Lena que deseo ser.

Cruzamos el lugar sintiendo las miradas lascivas ponerse sobre mí, pero nadie comentó, es más, todos bajaban la cabeza y juntaban sus manos en la espalda en cuanto notaban la presencia del hombre al que acompañaba, inclusive la pelea se detuvo, el silencio me perturbaba, es como sentir la calma antes de la tormenta.

Ni un solo dedo se movió hasta que Alexander subió los diez escalones hacia su trono, tomó asiento y tiró de la correa para que me sentara sobre sus piernas, apoyando su mano en mi muslo, trazando círculos con el pulgar.

— Vino.

Pidió sin decir por favor.

Uno de los sujetos cercanos, empujó a su esclava para que tomara la iniciativa, tomando la bandeja, el vino y la copa, acercándose a las escaleras.

— Si se me acerca, considérala muerta.

Señaló sin un deje de cortesía en su Boss, este no es el Alexander de las bromas y las películas de Disney en casa, este es el despiadado líder de la Bratva al que todos temen, tanto, que se limitan únicamente a respirar en su presencia.

Otro sujeto tomó el lugar de esa chica y se acercó, acomodando la copa en la mesa junto al trono, sirviendo vino hasta la mitad, dejando la botella ahí.

— No esperarás que el Boss beba sin comer nada ¿Qué esperas para alimentarlo?

Me dijo el sujeto en susurros, casi como si estuviese haciéndome un favor al avisarme, señalando con la cabeza hacia la izquierda dónde esperaban con una bandeja de metal repleta de fruta, y un cuchillo.

— ¿Te atreves a ordenarle cosas a lo que es mío? Ella no se mueve de aquí, trae esa mierda tú.

Bajó la cabeza, completamente aterrado, yendo por la fruta y dejándola en la mesa a nuestro lado, bajando los escalones con rapidez, bajando la cabeza cuando Delano comenzó a subir los escalones, parándose junto al trono a la izquierda.

— Continúen — dijo Alexander— Espero que toda la mierda sea desechada pronto, si hay algo que odio es perder mi tiempo, así que asegúrense de entretenerme hoy.

Con su previa autorización, todo siguió su curso otra vez, como si alguien hubiese presionado Play y las personas pudieran comenzar a moverse de nuevo, los golpes, las muertes, las apuestas por el que saldría vivo de la jaula, los tratos, todo comenzó otra vez.

— Se supone que la esclava es quien alimenta a su dueño — susurró Alexander en mi oído, dándole un apretón a mi muslo— Y si el dueño se siente benevolente, la alimentará, así funciona aquí — besando mi barbilla— Pero tú no eres mi esclava, ni estás en un nivel inferior al mío, por lo tanto, digan lo que digan, no te levantes de mis piernas ¿Entendido?

Tragué grueso apretando las piernas por inercia, su aliento caliente chocando con mi cuello, sus besos suaves, sus manos acariciando mis muslos... me estaba excitando.

— Los veo tan molestos por tener que fingir...

Dijo Delano en volumen bajo, un nuevo intento por hacer que Alexander perdiera la cabeza.

— Yo no dije que estaba molesto.

Dijo Alexander, deslizando su otra mano por mi cintura.

Me vi en la necesidad de corregir mi postura, consiguiendo rozarme con su dureza, escuchándolo jadear, atrapando el lóbulo de mi oreja entre sus dientes.

Cerré los ojos un segundo, tragando saliva, moviendo mi trasero otra vez para conseguir más de ese roce, Ivanna tenía razón, el control lo tiene uno, siempre.

— Jelena parece necesitar un exorcismo también ¿No vas a rezar por él otra vez?

— No... — dije en un suspiró— Su alma no tiene salvación, tampoco la mía.

Sintiendo su mano deslizarse un poco más arriba, bajo la falda.

— No voy a tocarte — susurró Alexander— Tú tranquila, sólo... confía en mí.

— ¿Cuántas veces más debo decir que ya lo hago?

Respondí en el mismo volumen.

— Sasha.

Dijo Delano en tono de advertencia, eso fue suficiente para detener los jugueteos y verlo levantar la cabeza, tensándose al mirar al hombre que no lo perdía de vista, y a mí me miraba con asco.

— Jelena, te quedas con Delano — Levantándose con rapidez, dejándome de pie junto a su amigo— No le hablan, no la miran, no la tocan.

Señalando al medio peliblanco como una amenaza antes de dar media vuelta y bajar los escalones aparentando tranquilidad.

No perdí de vista a Alexander quien se encontró con el sujeto ese, rubio, cabello largo y recogido en un moño varonil, iba de camiseta, mostrando esos increíbles músculos en sus brazos, pantalones de cargo, puro entre los labios, y una sonrisa maliciosa que me dedicó en cuanto notó que lo estaba mirando, Alexander volteó para mirarme con preocupación, moviéndose hacia un lado para bloquear su visual.

— Mierda... esto es malo...

Susurró Delano.

— ¿Quién es ese hombre?

Dando un paso hacia él, viendo la misma expresión de preocupación que el jefe cargaba.

— Es Viktor Volkov, padre de Alexander, y como podrás intuir, no se llevan bien.

De reojo miré un par de sujetos subir por las escaleras, reparando en mi correa suelta, sin dueño, nadie sujetándola.

— Mmm... ¿Delano?

— ¿Sí, Lena?

Sin apartar la vista de lo que pasaba abajo.

— Están... están subiendo, y me están mirando.

Tres sujetos. Había tres, ya estaban arriba y estaban viniendo.

Delano giró el rostro observándolos con una frialdad que me erizó los vellos.

— ¿Puedo tomar un turno? — consultó uno de esos sujetos, deslizando su dedo por mi brazo, hice mi mejor esfuerzo por no temblar— Perra sin correa, es de quien la vea ¿No?

Delano tomó mi correa, la retorció alrededor de su mano, tirando de ella hasta tenerme contra su pecho, sujetó mi mentón con su mano libre, levantando mi rostro, y entonces me besó, metió su pulgar dentro para hacer que abriera mi boca y deslizó su lengua, acariciándola con la mía, quitó el pulgar y deslizó su mano desde mi cintura hasta la cadera, dejándola ahí, trazando círculos con su pulgar, empujándome cada tanto hacia su cuerpo.

Ese beso demandante me estaba robando el aliento, estaba tan asombrada que no le pude seguir el ritmo, el dolor de mis costillas me está matando.

Para cuando se separó, no se movió ni un solo centímetro, apoyando su mano en mi trasero, un claro mensaje.

— El juguete del Boss — señalándome con su cabeza— Por lo tanto, mío también. Esta esclava no se compartirá hasta que uno de los dos se aburra de follársela.

El mensaje fue recibido, los sujetos asintieron y dieron media vuelta, descendiendo por las escaleras hasta perderse entre las personas en las gradas.

— Lo siento Lena... — susurró sin moverse, acercando su boca a mi oído— Era necesario enviar un mensaje claro — suspiró— Sasha va a matarme...

— Me besaste...

Susurré, la sorpresa tiñendo mi voz.

— Debía hacerlo por dos razones, uno, Alexander te dejó sola aquí, cualquiera podría haberte reclamado, esclava sin dueño es de uso libre, es una mierda, lo sé, pero estos imbéciles están enfermos. Y dos, si el padre de Sasha piensa siquiera que él te trata como si fueras especial, muchas cosas saldrán mal, debió escuchar algún rumor y por eso vino a comprobarlo por él mismo.

— Pero... ¿No es incorrecto besarse con dos sujetos a la vez? Hice mucho de eso con Alexander hoy.

Mis manos siguen en su pecho, pensé en apartarlo hasta que me dio buenas razones para quedarme muy quieta.

— Ustedes no son novios, por lo tanto, no está mal si te besas con dos, con seis o con diez sujetos al mismo tiempo, no importa con cuantos te veas, pero lo de ahora... debo marcar territorio para cuidarte, todos son unos malditos animales.

Asentí no muy convencida, sintiendo su mano sobre mi mentón otra vez, levantando mi cabeza.

— Dejemos algo en claro, mis razones para besarte y las que tiene Sasha contigo son muy diferentes, no pasa nada si me besas ahora ¿Entendido?

— Entendido.

— El padre de Sasha sigue mirando... bueno, ambos están mirando, Sasha va a pegarme un tiro en las bolas cuando regrese, pero si nos quedamos quietos, Viktor sospechará, ese viejo maldito no es tonto.

— ¿Alexander puede meterse en problemas?

Asintió, viéndose preocupado.

— Ya se metió en problemas antes... su papá es... es una mierda, yo sólo intento protegerlo, así que Lena... por favor ¿Puedes fingir conmigo?

La desesperación tiñe su voz, y si hay alguien en quién Alexander confía, es en Delano, él no me está engañando, realmente necesita que juegue en este papel.

— Más te vale no pegarme ninguna infección ¿Sabes cuantas bacterias tiene la boca?

Sonrió al escuchar que recité sus palabras de más temprano, enredando sus dedos en mi cabello, sorprendiéndome.

— Seré un poco rudo.

— Nada me sorprendería a estas alturas — señalando mi cuerpo maltratado— Déjate de juegos y comienza a fingir antes de que Alexander se meta en problemas.

— ¿Me perdonas por adelantado? ¿Salvarás mi cuello cuando Sasha regrese?

— Sí y sí, así que...

Me dejó con las palabras atoradas cuando aprovechó la oportunidad para meter su mengua dentro de mi boca y acariciarse con la mía, siendo brusco, demandante, sus dientes maltratando mi labio inferior, el sabor metálico inundándome la boca, mi boca era un desastre por dentro por el maldito vidrio, Delano no mintió cuando dijo que sería rudo.

Retrocedió conmigo hasta apoyar mi espalda en el costado del trono, sujeto una de mis piernas, apoyándola en su cadera, una orden silenciosa de que la dejara ahí mientras su mano sujetaba una de mis nalgas, di un respingo al sentir su dureza, esto se está saliendo de control y conociendo a Alexander, ni Dios podrá salvar la pobre alma de Delano.

— Perdón...

Susurró el medio peliblanco dejando mi boca, repartiendo besos sobre mis clavículas y el borde de los vendajes, presionando su cuerpo, todo su cuerpo, con el mío, tiñendo algunas vendas de rojo en el proceso, todo este teatro me quema los pulmones por el esfuerzo de mis costillas, me arde la boca por dentro, pero al menos parecía estar funcionando, el padre de Alexander dio media vuelta y comenzó a alejarse hasta dejar el hangar, sólo entonces Delano dejó de moverse, sin soltarme, viendo a Alexander subir con calma los escalones, tomando asiento en su trono, bebiendo un sorbo de vino, sujetando mi correa, mirándome, una orden silenciosa para que me sentara con él.

— Hablaremos esto en casa.

Dijo a Delano.

Este asintió jalándose el pantalón, limpiándose la boca, bajando los escalones, dejándome sola con este león furioso.

Cobarde.

— ¿Se puede saber... qué estaban haciendo?

Preguntó con notoria molestia, su voz una octava más grave, jugando con el vino en su copa, sujetando mi cintura con su mano libre, manteniéndome sentada sobre una de sus piernas.

— Querían un turno conmigo, soltaste la correa — me miró— Y tu padre... me estaba mirando, Delano dijo que debía marcar territorio con esos sujetos, y que sería muy malo si tu papá cree que me favoreces, era necesario despistarlo ¿Funcionó?

Botó el aire contenido, bebiendo la copa por completo, tomando una manzana, dándole una buena mordida, cuando tragó, volteó a mirarme.

— Funcionó, por eso se fue sin hacer un escándalo. Gracias por ayudarme, Lena, pero preferiría ser el único que te ponga las manos y la boca encima en el futuro. Para Delano todos esos besos y esos toqueteos no significaron nada, para mí, todo lo que me haces, me hace perder la cabeza, cada roce tuyo, cada toque es un avance para mí, me reparas, me haces menos patético.

Me aclaré la garganta, viendo su mano apoyarse en mi muslo otra vez.

— Antes de todo ese teatro con Delano, dejamos más que claro que lo que pasó con él y lo que hago contigo es diferente.

— ¿En qué podría ser diferente? Él podría satisfacer mejor tu curiosidad, avanzó mucho más rápido contigo, él podría hacerte todo lo que le pidieras.

Volteé el rostro y le robé un pequeño beso, sintiendo el sabor dulce de la manzana que se estaba comiendo, el fruto del pecado, irónico.

— Cuando... cierro los ojos por la noche, no controlo mis pensamientos, mis sueños son un tanto... sucios, y es tu rostro el que aparece en mis fantasías, no el suyo.

Admití en voz alta en un intento de mejorar su ánimo, la molestia sigue presente en cada una de sus facciones, en cada movimiento.

Alexander dejó lentamente el resto de la manzana sobre la bandeja, sosteniéndome de manera que ambas piernas mías estuvieran sobre las suyas, sentándome de lado para poder mirarme mejor.

— ¿Tienes sueños húmedos, Lena? ¿Conmigo?

Tragué grueso y asentí.

— ¿Qué te hago en esos sueños? — deslizando su mano por mi espalda, apoyándola en mi trasero— ¿Quién te enseñó todas esas cosas que hago en tus fantasías?

— Mis... amigas hablan muchas cosas, me aconsejan, me muestran cosas.

— ¿Follan contigo ahí? ¿Eso hicieron en tu cuarto?

Asentí otra vez.

— Dilo.

Ordenó quitándome el collar, deslizando su nariz por mi cuello, depositando dulces besos, robándome suspiro tras suspiro.

— Ellos... tuvieron sexo para que yo mirara, para que yo... supiera qué hacer si se presentaba la oportunidad.

— ¿Y quieres que se presente?

Su mano libre se coló entre mis piernas, dándole un apretón a mi muslo, sus nudillos estaban tan cerca que, si me movía, aunque sea un poco, sentirá lo húmeda que me tiene toda esta situación.

— Yo no estoy entrenando a ninguna perra cobarde — dijo Delano, apareciendo de pronto con una maleta entre las manos, mostrándole el contenido a Alexander, un montón de dinero bien organizado— Habla claro, es mejor arrepentirse luego de cagarla que quedarse pensando en qué hubiese sucedido.

Alexander asintió hacia su Segundo y este cerró el maletín, dejándolo en la mesa y parándose en su lugar otra vez.

— ¿En qué estábamos?

Preguntó Alexander, dándole otro apretón a mi muslo acompañando el movimiento con un ligero roce de su entrepierna con mi trasero, y como pensé, sus nudillos hicieron contacto con mi humedad, su rostro sorprendido se transformó en segundos, delineando una sonrisa felina en esos labios.

— ¿Húmeda tan temprano, Lena?

Consciente de lo que hacía, me acomodé en su regazo sintiendo ese leve roce otra vez, obligándome a morderme la lengua, consciente del daño que me provoqué.

— Llevo húmeda desde antes de salir de casa.

Sorprendiéndome por mi voz ronca, excitada, jadeante.

— ¿Quieres que haga algo con eso? ¿Quieres que yo te masturbe? Es lo justo, por tu ayuda hoy.

Mordí mi labio para no gemir, moviendo mis caderas para sentir ese roce otra vez, adoro esta maldita falda y el que pueda ocultar cómo sus nudillos se pasean ansiosos por mi sexo.

— No quiero presionarte, mejor... mejor en otro momento, otro día.

— Delano, las llaves del auto — extendiendo la mano— Regresamos pronto.

— Esa es mi chica.

Dijo el medio peliblanco mirándome, entregándole las llaves a Alexander, quien no se detuvo a pelear en esta ocasión, me cargó de modo que cada pierna rodeó sus caderas, su mano en mi culo asegurándose de que la falda cubriera todo lo necesario y echó a andar hacia el exterior, ignorando a todo mundo, caminando hasta el auto, me hizo subir y montó tras el volante, conduciendo como loco un par de metros más alejados dl lugar, un lugar más oscuro, privado.

— ¿Qué es lo que quieres, Lena? ¿Mis dedos o mi boca?

Apreté los dientes y las piernas a la vez, de todas maneras, no fui capaz de contener el gemido que se escapó en cuanto entreabrí los labios, mirando al león blanco de la Bratva sujetando el volante con fuerza, conteniéndose, esperando que su presa hiciera un mínimo movimiento que captara su atención y se lanzara sobre ella para devorarla.

— ¿Ambas? — preguntó instalando esa sonrisa felina otra vez, estirando su mano hacia mis piernas— Responde, Lena, si no me dices lo que quieres, ya sea que te toque, te saboree o regresemos a las jaulas, lo que sea, tienes que expresarlo ahora.

Apoyando su mano en mi rodilla, un lugar intermedio, la decisión era mía.

— Ambas, quiero ambas.

Ese fue suficiente consentimiento para que su mano se deslizara en lentas caricias hasta mi sexo.

— Separa las piernas.

Pidió, la intensidad de su mirada, lo duro que estaba, y sus nudillos deslizándose por mi humedad me estaban haciendo perder la cabeza, tanto, que ya estaba separando las piernas antes de siquiera procesar lo que eso significaba.

Apoyé mi mano en la ventana, entreabriendo los labios, jadeando al sentir sus dedos frotarse con mi centro, aquel botón de nervios, que descubrí, me hace sentir mejor cuando es otro el que lo acaricia.

— Voy a saborearte, Lena — sujetando el borde de mis bragas— Voy a hacer que te corras tanto, que no lograrás conseguir otro orgasmo por tu cuenta nunca.

Robándose mis bragas, guardándolas en su bolsillo, sonriendo malicioso.

¿Amigo o enemigo, león?





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BUENAS BUENAS HIJAS DE SATÁAAAAAN

HOY EL CAPITULO ESTUVO BIEN ON FIRE

COMENCÉ A PREOCUPARME AL ESCUCHAR LAS REGLAS DEL LUGAR

DELANO INTENTÓ CONTARLE A GRANDES RASGOS LO QUE SUCEDÍA ALLÁ Y CUALES PRECAUCIONES DEBÍA TOMAR

CLARO QUE LENA LES DEJÓ MUY EN CLARO QUE SU META ERA IR EN PANTALONES Y POR SU CUENTA A ESE LUGAR EN UNA PROXIMA OCASIÓN, ELLA QUIERE SURGIR, QUIERE SER MÁS, Y ESO ME ENCANTA

DELANO NO SE CANSA DE MOLESTAR A SASHA, ALEXANDER HARTA PACIENCIA LE TIENE, QUE QUIEREN QUE LES DIGA

Y SASHA NO DEJA DE COQUETEAR CON JELENA, ESTA YA PERDIÓ TODO PUDOR, NO DESAPROVECHARÁ MÁS TIEMPO, CASI LA MATAN, SOBREVIVIÓ, POR ALGO SERÁ, VIVAMOS LA VIDA

TODAS ESAS CARICIAS INDECENTES SE VIERON INTERRUMPIDAS POR LA PRESENCIA DEL PADRE DE ALEXANDER, PRESENCIA QUE PREOCUPÓ TANTO A DELANO QUE NO DUDÓ EN BESAR Y TOCAR A JELENA

AMBOS ACORDARON QUE LO QUE TIENE CON SASHA SEA LO QUE SEA ES DIFERENTE A LO QUE ELLOS ESTÁN HACIENDO

ESO NO QUITA QUE ALEXANDER QUIERA ESTRANGULARLO

Y LAS COSAS SUBIERON DE TONOOOOO, JELENA NO LE TUVO MIEDO AL ÉXITO

Y EN EL AUTO TERMINARON LAS COSAS (FUEGUITO FUEGUITO) 

BESTIES, ESTO ESTÁ QUE ARDE, YO NECESITO UN ALEXANDER, TODAVÍA NO ENCUENTRO UN MODELO QUE GRITE ALEXANDER VOLKOV, PERO SEGUIRLE BUSCANDO, PINKY PROMISE

BESITOS EN LA COLA PARA TODAS, SE LES QUIERE

BIENVENIDAS A LAS NUEVAS, DOS BESITOS EN LA COLA PARA USTEDES

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO


🛐🛐🛐🛐🛐🛐🛐🛐🛐👿👿♥️♥️♥️

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