Capítulo 10

ALEXANDER.

Llevamos treinta minutos viendo una película infantil con la advertencia de para mayores de 0 años, perfecto, lo que no hice en mi infancia lo estoy haciendo en una cama, con una chica hermosa tarareando el Hakuna Matata, chica que hace treinta minutos se ofreció a jalármela y el muy patético se negó.

¿Qué pensará Lena sobre mi yo patético? ¿Qué pasaría si el mundo se entera que el Boss es un maldito inútil inservible?

— Mmm... ¿Lena?

Mirandola de reojo, preocupado.

— ¿Sí?

Respondió sin mirarme, apoyada en el montón de cojines, mirando la tele luchando contra el sueño, los medicamentos para el dolor la sedaban, ya a aguantado demasiado despierta, estoy sorprendido.

— ¿No... Vas a preguntarme por lo de antes? Metí la pata y... no sé si estás enojada conmigo.

Sólo me falta ponerme de espalda y pedirle que me rasque la panza.

El león blanco siendo dócil ¿Quién lo hubiese imaginado?

— ¿Meter la pata cuándo?

Mirándome esta vez, la confusión bañando sus facciones.

— ¿Lo preguntas en serio o intentas humillarme?

Frunciendo el ceño.

— No recuerdo ninguna metedura de pata, y si fue por gruñirle a la mitad de mis amigos hace un rato, estás perdonado, aunque ni siquiera estaba enojada — usando ese rostro que pone cuando está pensando, frunciendo el ceño y los labios, mirando la nada— ¿Dónde exactamente metiste la pata según tú?

¿Lo dicen en serio? ¿Es así de ingenua o intenta hacerme sentir menos mal?

— Cuando ibas a jalármela y me retracté, en ese momento.

Solté a regañadientes, escuchándose aun peor en voz alta.

— ¿Y arrepentirse es meter la pata? Alexander, ese tipo de actos siempre son consensuados, yo te respeto, y si tú no estás cómodo, todo se detiene ahí, la comunicación es importante, tu lenguaje corporal habla mejor que tú.

A la mierda, pero que buenas estuvieron sus clases con esas prostitutas.

— Pero yo te seduje primero, vengo jodiéndote con eso desde que llegaste aquí, y cuando... —lamí mis labios, nervioso— Cuando lo ibas a hacer... no pude.

Sonrió tan cálido que se me apretó el corazón, el muy imbécil que pensé que también estaba muerto, se estaba desempolvando, permitiéndose sentir.

— No sé qué habrá pasado — apoyando su mano buena sobre la mía— Pero ya no estás sólo. Soy de tu propiedad ¿Recuerdas? Sólo la muerte podría alejarme de ti ahora, resistí esa paliza porque quería demostrarles que no era tan delicada como pensaban, resistí porque no quería avergonzarte frente a tus hombres, sigo aquí y seguiré estando en el futuro bajo tus reglas y respetando tus límites, puedes ser débil frente a mí ¿Recuerdas?

El que sonreía ahora era yo, mirando a mi cosita insignificante como si fuese el oasis en medio del desierto, el antídoto del veneno, el arcoíris en una tormenta...

Lena es alguien en quién puedo confiar, una amiga leal.

— ¿Qué te pasó aquí, Lena?

Acariciando el dorso de su mano, señalando sus nudillos, cambiando el tema, no quiero hablar sobre mí.

— Los golpee.

— ¿Y la otra mano?

Señalando el yeso.

— Los golpee también, pero ellos eran muchos más y golpeaban más fuerte, me cansé y les pegué mal, no alinee bien la muñeca y por eso me la rompí, soy una tonta.

Es tan valiente...

— Tonta no, diste una pelea digna de un mercenario — estirando mi mano, acariciando su labio inferior con mi pulgar— ¿Y aquí? No te guardes ni un detalle.

— Ya estaba muy cansada y me estaba costando trabajo ponerme de pie, uno de ellos me sujetó del cabello para erguirme y otro metió vidrio molido a mi boca, me obligaron a masticarlo... había tanta sangre...

No tembló, su rostro no demostraba miedo, más bien... estaba enojada.

— ¿Tus costillas...?

Acariciándolas con la suavidad del roce de una pluma.

— Lo hicieron a propósito, cuando ya no pude volver a ponerme de pie, me patearon un poco y luego las pisaron una y otra vez con la intención de romperlas, uno de ellos dijo que quería que mis costillas rotas me perforaran un pulmón y muriera.

El castigo que les di fue demasiado leve... me encantaría que Lena señalara a cada hijo de puta y me contara qué le hizo para así poder vengarla.

— Los cortes...

Delineando la curva de sus pechos con mi dedo, escuchándola tragar grueso.

— Me llamaron tu puta, dijeron que la única razón de tenerme cerca es porque te abro las piernas cada vez que se te apetece, una puta personal que te sigue como un perro...

Apreté los puños.

— El castigo que les di no es suficiente... debí matarlos a todos.

Ahora sí que tembló, el miedo llenando sus ojos, dos témpanos de hielo cálido, no sé cómo explicarlo.

— Alexander... ¿Qué les hiciste?

Quitó su mano de mi alcance y la llevó a sus costillas haciendo una mueca, se le aceleró el pulso, lo que la hace respirar más rápido, lastimándose.

— Los hice desmayarse de calor; maté a dos de ellos, les disparé, golpee a otro tan fuerte que probablemente lo haya matado, sentí cómo le crujió el cráneo; cociné a otro de ellos vivo, lo herví y lo corté en pedacitos para hacer que los demás hijos de puta se lo comieran; y les ordené cortarse los pies para que, cada vez que caminen, recuerden que, si vuelven siquiera a respirar el mismo aire que tú, voy a matarlos.

Su cuerpo se sacudió en una oleada de frío... o miedo, de mí, y si es posible, se puso aún más pálida, quizá debí mentirle, quizá me odia.

— Te agradezco que hayas pensado en mí y me defendieras, pero ahora, gracias a eso, la golpiza no habrá valido la pena, seguirán viéndome como una tonta ex monja dependiente que necesita ser salvada.

Así que no fue miedo, sino que, molestia.

— Prefiero eso a que te mueras, soy posesivo y soy egoísta, Jelena, si es para protegerte y en el proceso debo hacer que me odies, así será.

Nada.

Su rostro no reflejaba nada, era la personificación de la calma, ser una monja por tantos años le dio el don de la paciencia.

Otra en su lugar ya me hubiese gritado, y al Boss no le grita nadie, por lo tanto, ya le habría abierto la cabeza de un balazo, pero no a Jelena, ella no entra en la categoría de a quienes lastimaría.

— ¿Seguirás entrenándome?

Preguntó manteniendo la voz neutra, no podía leer nada en ella.

— Claro que sí.

Casi ofendido. Como si la dejase ser una indefensa chiquilla entre tanto hijo de puta, ella debe saber defenderse.

— Pues entonces está bien — encogiéndose de hombros, entreabriendo los labios, cerrando los ojos, su rostro contraído por el dolor— Agh... no debí hacer eso — apretándose las costillas— Me enojé porque pensé que no me dejarías entrenar más — explicó— No quiero que tengas que defenderme, quiero hacerlo yo.

— Dalo por hecho, voy a hacer de ti una perra que podrá patearles el trasero más adelante.

— Trato — sonriente, se inclinó hacia mí y besó mi mejilla— Ivanna dice que así se sellan las promesas.

Voy a enviarle un muy, muy generoso regalo a esas chicas.

— Hazlo de nuevo.

Pedí.

Ese leve roce no me resultó repulsivo, no sentí nauseas, más bien... me gustó.

— Claro.

Accedió al instante, inclinándose otra vez, repitiendo la acción, besando mi mejilla.

— Otra vez.

Sin preguntas, sin molestarse, lo hizo otra vez, otra vez, y otra vez, y yo ya estaba duro de nuevo.

Es... algo en ella, su bondad, su excesivo respeto, su comprensión, su olor, sus ojos, ese rostro angelical que me incita a confiar en ella, es el lenguaje de su cuerpo, todo en ella hace que me sienta como si fuese normal, como si no estuviese roto.

— Lena ¿Puedes poner tu mano en mi entrepierna otra vez? Quiero probar algo.

— Puedo hacer eso.

Estiró su mano un tanto nerviosa, apoyándola sobre mi erección cubierta por el bóxer, no me cerré el pantalón luego del anterior intento fallido, y hasta el momento, el experimento va bien, puedo tolerarlo.

— ¿Puedes... tocarlo directamente con tu mano?

Asintió sonrojada, viéndome bajar la ropa otra vez, su pequeña mano apenas rodeándome el pito, si cerraba los ojos, las nauseas se apoderaban de mí y se me aceleraba el corazón, si los mantengo abiertos, veo la bondad de Lena irradiar de su mirada oscurecida, sus mejillas sonrojadas, una chica esperando experimentar, topándose con una muralla que la obstaculiza.

— Joder... no puedo... — Quitando su mano con delicadeza— Joder...

Cubriéndome los ojos con ambas manos, temblando.

Soy un hijo de puta, no puedo satisfacer la curiosidad de Lena, pero tampoco dejaré que ella lo haga con alguien más, no consentiré que alguien más le ponga las manos encima.

— Otra vez, hazlo otra vez...

Sin moverme de mi posición, escuchando la cama hundirse bajo su peso cada vez más cercano, esperando su contacto, y llegó, sí, pero no en mi pito, más bien, Lena apoyó su mano en la parte trasera de mi cabeza y me acercó a ella para que apoyara la frente en su pecho, la escuché quejarse, pero no retrocedió, más bien, sólo se dedicó a acariciarme el pelo hasta que los temblores cesaron.

— Lo siento... lo siento... lo siento...

Murmuré una y otra vez, reviviendo un montón de mierda en mi cabeza, mierda que he querido olvidar por años.

— Tiempo al tiempo, todo tiene su proceso y no tienes por qué acelerar las cosas, sin presiones ¿Recuerdas? Es algo que tú me dijiste.

— No eres tú, el problema soy yo.

Expliqué en caso de que esa idea se le pasara por la cabeza, retrocediendo, viendo las manchas de sangre teñirle el vendaje, manchando su camisón, ella ni siquiera le dio importancia.

— No eres un problema, sólo tienes miedo, por ejemplo, hoy, aprendí dos grandes cosas.

— ¿Cuáles?

Acomodándome la ropa otra vez, sorbiendo por la nariz, hace mucho que no sentía la necesidad de llorar y estaba por perder la batalla.

— Uno, podría estar muerta mañana, debo vivir mis días como si fuesen el ultimo y dejar de reprimirme. Dos, me aterra que me apartes de tu lado, eres lo único bueno y sólido que he tenido en la vida, y esto le he dado la vuelta por mucho tiempo, me aterraba que Delano hiciera mi documentación porque pensé que, si no existía para el resto, podía quedarme aquí siempre... luego pensé que por la paliza que recibí, pensarías que era mejor enviarme lejos... me aterra alejarme de ti y no es dependencia, lo Google, es sólo que... me gusta estar contigo y no quiero que me apartes.

Me vi en la necesidad de apretar los labios para evitar los temblores.

— Lena... no pienso dejarte libe nunca, eres mía. Y... ¿Podrías dormir aquí hoy? Conmigo. Sólo dormir... creo que eso puedo hacerlo.

Sonrió.

— Si es demasiado para ti, avísame y me iré a mi cuarto, no me sentiré ofendida, así que sólo háblame con franqueza, existe la confianza suficiente entre nosotros para eso.

— Gracias, Lena...

Gruñí al escuchar la puerta de mi cuarto ser abierta, nadie más que Delano tendría ese descaro.

Giré la cabeza viendo qué, efectivamente el medio peliblanco caminaba hacia nosotros, llamó mi atención su apariencia, estaba cubierto de sangre y tenía el rostro destrozado.

— Sasha, me encanta verte jugar a la enfermera, sin ofender, Lena.

— No me ofendes, continua.

Dijo la ex monja, acomodándose otra vez en los cojines, lloriqueando por el movimiento al dejarse caer contra ellos ¿Qué parte de reposo absoluto no entiende?

— Hoy a media noche ¿Recuerdas lo que tenemos que hacer?

Mierda... casi lo olvido, hoy iremos a la jaula para el proceso de reclutamiento.

En la Bratva no entra ningún marica, no me sirven los débiles, por lo tanto, se elijen al azar dos personas que se enfrentaran entre sí hasta la muerte, todo vale y no hay escapatoria, la jaula cae sobre ellos y sólo saldrá quien salga victorioso.

Verlos destruirse entre sí es de mis pasatiempos favoritos, tengo mi propio trono con una posición favorecida para mirar en primera fila como se matan unos a otros.

— Lo había olvidado.

Admití.

— Bueno, bien sabes que debes estar ahí.

Miré disimuladamente a Lena bostezar, pero resiste, retrocedió la película y comenzó a verla desde dónde nos quedamos.

— No quisiera dejarla sola, ya viste lo que pasó.

La aludida volteó el rostro para mirarme.

— Entonces iré contigo.

Soltando sin más, sin saber que de día de campo no iremos.

— No es un lugar para ti y te recuerdo que apenas puedes pararte sola, no irás.

— Tú tienes que ir y no quieres dejarme aquí, por lo tanto, iré.

— No, no irás — volteando para poder discutir mejor con ella— Además, tengo una reputación Lena, soy un hijo de puta, que sea amable contigo es algo completamente aparte, no quiero que me veas así y termines odiándome.

Ooh mierda, sueno tan patético.

Delano debe estar partiéndose de la risa.

— No me voy a asustar, te lo prometo.

— Va a haber mucha sangre, muchos cuerpos, no hay mujeres dónde iremos, Lena, y si quieres ir, vas a tener que sentarte sobre mis piernas todo el tiempo y dejar que cada tanto marque territorio o van a creer que pueden tomar su turno contigo.

Levantó la barbilla y frunció el ceño, viéndose ofendida.

— ¿Eso es todo? Puedo hacerlo, si me quedo contigo, puedo hacer eso.

Es terca como una mula.

— Ok... joder, está bien —deslizando la mano por mi rostro— No nos devolveremos por muy asqueada que estés, tenlo en mente.

— No voy a retroceder.

Puede que más tarde se arrepienta.

Su curiosidad le pasará la cuenta en algún momento.

— Lamento romper su burbuja de lo que sea que esté pasando, pero Sasha, hay algo llamado trabajo ¿Recuerdas? El italiano está esperando abajo, no se ve contento y viene a cobrar la deuda de los idiotas que intentaron robarnos el cargamento del barco, se supone que es urgente y no te veo moviendo el culo.

Bajé de la cama con rapidez y me puse los zapatos, arreglándome el pantalón, caminando hacia mi closet para sacar un par de armas en el proceso.

— ¿No podías comenzar por ahí, Delano?

— Me divierte verlos discutir, mis disculpas ¿Nos vamos?

Asentí viéndolo abrir la puerta del cuarto.

— Lena, no salgas, cierra la puerta ¿De acuerdo? No te asomes por la ventana y si es necesario, escóndete en el guardarropa, pero no salgas.

Asintió viéndose realmente asustada, pero no tenía tiempo para consolarla ahora, cerré la puerta del cuarto y seguí a Delano por el pasillo, cargando mi pistola en el proceso.

— ¿Fue el italiano? El que te hizo eso en el rostro, te ves de la mierda.

— No fue él.

Lo miré mal.

— ¿Otra vez vas a dejar que te jodan por el pelo blanco?

— Lo diferente llama la atención, están enojados conmigo por haber salvado a Jelena y se desquitaron.

— Supongo que les mostraste por qué eres mi segundo.

— Claro que sí, le rompí el cuello a uno por accidente, mi error, lo siento.

— Se lo merecía, eres el segundo al mando, te deben respeto tanto como a mí.

Llegando a la primera planta, viendo al italiano soltar a uno de mis hombres que mantenía sujeto por el cuello, dándole un tiro certero en la cabeza, no viene a jugar.

— Vine a cobrar la deuda — dijo— Sangre por sangre.

Me rasqué la cabeza con la punta del arma, riendo con malicia.

— ¿Tienes hijos, Franchesco?

— ¿Importa?

Caminando hacia mí.

— Bueno, espero que los tengas porque tu heredero tendrá que tomar el mando, te lo advertí cuando enviaste a tus ratas a robarme, no te conviene tenerme de enemigo.

Delano lo golpeó, tomándolo desprevenido, una clara declaración de guerra, todo después fue pólvora, sangre y dolor, lo que necesitaba para dejar de sentir otra vez, llevando al fondo todo lo que la bondad de Jelena afloró.

***

JELENA.

Cerré la puerta como Alexander me dijo y apagué el televisor, temiendo que el ruido pudiese avisar a alguien que yo estaba aquí, cerrando también la puerta del baño y las cortinas, paseándome de un lugar a otro sujetándome las costillas, nerviosa, podía escuchar el ruido de las armas y los gritos en la planta baja, también en el exterior, me vi tentada a mirar por la ventana, pero bien eso podría delatar mi posición, los minutos pasaban y el sol comenzaba a ocultarse, no quise encender la luz del cuarto y esperé a que estuviera completamente oscuro antes de abrir un poquito las cortinas y mirar hacia el patio, viendo como se mataban a golpes, se apuñalaban o los más sádicos, los hacían explotar, una granada de corto alcance cómo las que Lev me mostró, la Bratva tiene su propia forma de operar, los rusos comen, duermen y respiran por las armas, por lo que algunos de ellos comenzaron a innovar, según me contaron.

La Bratva produce sus propias armas, conveniente al momento de enfrentarse a otros, operan de manera diferente, y también, son muy cotizadas en el resto del mundo, un muy buen negocio, no conviene tenerlos de enemigos.

— En ocasiones lo olvido...

Mirando a Sasha en el exterior, la sangre ensuciando su piel y parte de su cabello, sostuvo a alguien del cuello levantándolo sin problema, apretó viéndolo patalear y rasguñar su brazo para intentar que lo soltara, apretó tan fuerte que casi pude escuchar el crack en mi cabeza, viendo como el sujeto dejaba de moverse y se le doblaba el cuello de forma antinatural cuando el rubio lo dejó caer.

— En ocasiones olvido quién es el sujeto que hasta hace poco me sostuvo como si fuese de cristal... Olvido el daño que puede llegar a hacer.

Viéndolo levantar el arma y abrirle el pecho a tiros a un sujeto, había mucha gente afuera, parecía una completa masacre de cuerpos y me aterraba la idea de que lograran llegar a la segunda planta.

— Delano dijo que jamás, jamás deben pillarme desprevenida, que una muerte honorable es mil veces mejor que morir siendo una cobarde.

Caminando hacia el closet de Alexander, mirando el montón de armas que tenía bien organizadas ahí.

— Haber... No me falles ahora, memoria.

Armando una pistola que Lev me hizo armar y desarmar unas mil veces para que no lo olvidara. Comencé a ensamblar las piezas una por una, puse las balas en el cargador, y retraje la corredera.

— ¡Lo hice!

Tomé asiento al borde de la cama, mirando varios metros más allá la puerta, sin perderla de vista, intentando agudizar el oído en caso de que alguien viniera.

— Delano dijo, mejor otros que yo — autoconvenciéndome— Le prometí a Alexander que iba a seguir aquí para él, tengo que aprender a defenderme por mi cuenta para que no se preocupe, tengo que aprender...

Alexander no llegó hasta varias horas después, la puerta estaba abierta, me encontró sentada en la cama con los vendajes empapados en sangre, el cincuenta porciento era mío por el sobre esfuerzo, el otro cincuenta porciento fue del sujeto que se me vino encima, el que llegó después no esperó encontrar a alguien adentro, dos sujetos en el piso, muertos, por mi culpa, yo les disparé.

— ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?

Caminando rápidamente hacia mí, sujetándome por los brazos, mirándome por todas partes buscando una nueva herida.

— Delano dijo, mejor ellos que yo, mi primera muerte, felicidades para mí.

Me miró como si estuviera loca, me miró bastante rato, buscando algún indicio de que algo estuviera mal... debo estar enferma, porque no pude evitar reír ante lo irónico de la situación, estaba tan preocupada por dispararle a alguien vivo, tan preocupada de no poder hacerlo... pero ni siquiera me costó, no dudé en apuntar y dispararles, Lev me daría un tiro si viera que mi puntería sigue siendo un asco y agujeree la pared antes de poder darle al segundo sujeto que cruzó la puerta, pero luego me felicitaría por dar en un blanco de carne, como él los llama.

— Oye en serio ¿Te golpeaste la cabeza?

Preguntó aún preocupado, con una sonrisa bailándole en los labios.

— Estoy bien, sólo... me siento feliz porque así — señalando esos cuerpos inertes en el piso— Ya no seré un problema para ti todo el tiempo.

— No eres un problema.

Respondió acomodándome el cabello, sujetándome cuando se me fue el cuerpo, lo siento más pesado de lo normal, perdí mucha sangre, pero me siento bien, nunca me sentí mejor en la vida.

— ¿Qué... mierda?

Delano empujó el rostro de uno de esos sujetos en el piso con el pie, mirándome con pánico.

— ¿Qué te hicieron? ¿Dónde te duele? ¿Necesitamos ir al hospital otra vez? ¿Te dispararon? ¿Te tocaron?

Empujando a Alexander para inspeccionarme él ahora, recibiendo un empujón del posesivo que me acercó a su cuerpo sosteniéndome con un brazo mientras apartaba a Delano con el otro.

— Estoy bien, yo les disparé, me sobreesforcé y se me abrieron las heridas, sólo eso.

Expliqué.

— ¿Sólo eso? — se sorprendió— ¡Tu primera muerte! Hay que celebrarlo ¿Qué tan bien estás para ir de fiesta mañana?

— Tiene las costillas rotas, imbécil.

Respondió Alexander por mí.

— Bueno, si irse de fiesta es ir al club, beber y apostar, puedo hacerlo.

Dije yo y Alexander me miró como si estuviera loca... otra vez.

Malyshka, se te ve mejor rostro ¿Vomitaste?

Preguntó el medio peliblanco mirándome orgulloso.

— No vomité ni hice muecas, seguí tu consejo.

— ¿Ellos o tú?

— Exacto.

— Yo no los entiendo — se quejó Alexander, soltándome— Tú le temías hasta a tocar un arma —señalándome— Tú ¿Por qué eres tan amable con ella? — señalando a Delano— Jelena está fuera de tus posibilidades, yo la reclamé, por ende, lo que suceda con ella es cosa mía, y no le digas Malyshka, ese privilegio es mío.

— Te faltó golpearte el pecho.

Lo molestó su amigo.

— Y sí, les tenía miedo a muchas cosas, pero aprendí a la mala que, si no comienzo a moverme, la próxima vez que la Bratva me pille desprevenida, realmente van a matarme, no voy a ser su juguete nunca más.

Alexander abrió los ojos de la sorpresa.

— Es lo más sexy que has dicho, ex hermana Jelena... mierda, me dan ganas de besarte.

— Ya te habías tardado.

Molestó Delano.

— Bueno... nunca he besado a nadie ¿Lo intentamos cuando no tengamos público y ambos no estemos hechos un desastre?

Lo protegería. Si no podía besarme, lo protegería, no dejaré que Delano lo vea débil.

Antes de procesar lo que estaba pasando, Alexander enredó sus dedos en mi cabello y acercó su boca a la mía, plantando un beso casto sobre ellos, mirándome después.

— Abre la boca, Malyshka.

Hice lo que me pidió casi por inercia, hipnotizada por su oscurecida mirada semejante al cielo diurno, del azul más claro, sintiendo su lengua acariciarse con la mía, su boca moverse con suavidad, intentando no lastimarme, acunando mi rostro.

— Espero de todo corazón que no pesques ninguna infección, Lena ¿Sabes cuantas bacterias tiene la boca?

Alexander lo sujetó por el cuello, asfixiándolo un poquito mientras sigue besándome lento, aumentando un poco el ritmo, la mano que hasta ahora estuvo en mi mejilla, se apoyó con suavidad en mi cintura.

Me hizo desear no tener puesto este tonto camisón, deseando que la piel de sus ásperas manos hiciera contacto con la mía, quería saber qué se siente.

Jadeante y dolorida retrocedí, observando sus pupilas dilatadas y sus labios húmedos, hinchados por ese beso, mi primer beso.

— No quisiera interrumpir su conexión mística de sangre, pero ambos se ven de la mierda — golpeando el brazo de Alexander para que lo soltara, se estaba poniendo rojo— Y tenemos que salir.

— Carajo... el reclutamiento.

Se quejó el jefe, soltando al medio peliblanco.

— Los espero en veinte minutos abajo, el personal se encargará de la limpieza.

Anunció antes de dejar el cuarto.

— ¿Te ayudo a darte un baño?

Preguntó señalándome.

— Sí por favor.

Ambos somos un desastre y mataría por volver a estar limpia otra vez, el olor de la sangre lo tengo grabado en la nariz, pero ya no me resulta tan repugnante como antes.

Caminando conmigo hacia el baño, cada quien se desnudó por su lado, cuando dijo que me ayudaría, no creí que fuera a bañarse conmigo, esto es nuevo, y lo que le pasa a mi cuerpo también es nuevo... ese cosquilleo que sentí entre mis piernas cuando me toqué por primera vez lo estoy sintiendo justo ahora, siento la humedad en mi sexo, y gracias a las clases practicas de hoy, sé que esta respuesta física se llama excitación.

Para cuando nos pusimos bajo el chorro de agua tibia, Alexander estaba duro otra vez, intenté no mirar y me concentré en mantener el yeso fuera del agua, sonrojándome al ver que no despegaba su mirada de mi rostro.

— Intentémoslo otra vez.

Dijo de pronto, jadeante.

— Pero... no sé si sea correcto ¿Y si te sientes mal otra vez?

Apretando las piernas, descubrí que si lo hago se siente increíblemente bien.

Si este es el infierno que quería mostrarme, esto, él y yo, no me importaría llevarme el bloqueador para soportar el fuego que castiga a los pecadores, no me interesa pecar.

— Por favor, sé que... te he dado una muy mala impresión, pero... sólo una vez más.

La adrenalina de lo que ha pasado en las ultimas horas sigue recorriendo mi cuerpo, no dudé en extender mi mano y hacer el intento de rodear su hombría, escuchándolo jadear, esperé, pasaron los minutos, pero no me apartó.

— ¿Estás bien?

Asintió.

— Continua.

Sintiéndome mucho mejor que en la mañana y capaz de sujetar cosas por mi cuenta, moví mi mano de arriba hacia abajo, acariciando la piel aterciopelada, suave, pero duro a la vez, recordando lo que iba diciendo Ivanna mientras se lo hacía a Mika, moviendo mi pulgar por la cabeza de su... pene, viéndolo apretar los dientes y gemir, parece estar sintiéndose bien.

— ¿Puedo seguir?

Pregunté viéndolo apoyar el antebrazo junto a mi cabeza, su rostro a centímetros del mío.

— Continua.

Tragué grueso y seguí moviendo mi mano de arriba hacia abajo intentando mantener el yeso en todo momento fuera del agua, humedeciéndome a una velocidad impresionante por los sonidos que salen de la boca de Alexander, su mano libre trazando círculos en mi cadera.

— Aprieta más... — eso hice— Otro poco más — Se quejó y me asustó haberlo lastimado— Así está perfecto...

Dijo con voz ahogada, gimiendo un poco más alto, su cuerpo tensándose, mi mano apretando con la suficiente fuerza para lastimarlo y hacerlo sentir bien a la vez, acariciando su pulgar, deslizando mis uñas con delicadeza por su piel suave, Ivanna dijo que hay hombres a quienes les gustan las cosas más agresivas, Alexander parece ser uno de esos chicos.

Tomaré más en serio sus clases prácticas la próxima vez.

— Más rápido...

Pidió moviendo sus caderas, aceleré los movimientos, sorprendiéndome al sentir su boca sobre la mía, besándome otra vez al mismo tiempo que liquido viscoso me cubría la mano, se ha corrido, y como aprendí, no dejé de mover la mano hasta que dejó salir la última gota.

— Joder... — gimió rozando mis labios con los suyos— Lena...

— ¿Te sientes bien?

Tan agitada como él, su propia liberación hizo estragos en mi cuerpo, no hubo necesidad de tocarme para sentir el mismo placer de aquella vez sola entre mis sabanas.

— De maravilla... Lena, no sé que tienes, pero soy un puto imán, me siento atraído a ti todo el tiempo, soy un inútil, pensé que estaba roto y que no serviría para satisfacer tu curiosidad, pero al parecer, llegaste a recoger mis pedazos, me asusta pensar en lo que le haría a quien te pusiera las manos encima, no quiero compartirte...

El león y su ratón, ahora entiendo la referencia, soy la presa del león blanco de la Bratva.

— Pues entonces no lo hagas — acariciándole la espalda— Mi cuerpo ya tiene grabado tu nombre en sangre, me siento tan atraída a ti como tú de mí, supongo que podemos explorar lento, yo no tengo idea de lo que estoy haciendo y tú necesitas tiempo, ya averiguaremos qué hacer en el camino.

— ¿Vas a pedirme que te lleve a la iglesia a confesarte después de esto?

Susurró plantando un beso rudo sobre mis labios.

— No... — Cerrando los ojos un momento— Ya no volveré a rogar para que me libren de pecados, comenzaré a acumularlos.

— Te dije que te cambiaría tanto que ni Dios te reconocería.

Su mano apoyada en mi trasero, muchas cosas estaban sucediendo, Delano nos debe estar esperando, y yo podría estar aquí con él bajo la ducha por siempre, hoy aprendí que la sexualidad no es motivo para avergonzarse, hay que vivirla y disfrutarla con quien me apetezca.

Me gusta ser la presa del León blanco, quiero saber cuanto más puede hacerme pecar, quiero saber qué tanto más me cambiará, me asusta lo mucho que deseo que siga haciendo estragos conmigo.







~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

BUENAS BUENAS HIJAS DE SATÁN

PASARON MUCHAS COSAS EN ESTE CAPITULOOO

ALEXANDER SIGUE SINTIENDOSE CULPABLE POR LO QUE PASÓ, JELENA NO VE COMO ALGO MALO QUE ÉL QUISIERA PARAR

LE REPITIÓ LAS PALABRAS DE CATRINA QUE LE QUEDARON MUY GRABADAS SOBRE LA COMODIDAD Y EL CONSENTIMIENTO, CALMANDO LA ANSIEDAD DE SASHA

SASHA COMIENZA A PREGUNTARLE POR LAS HERIDAS, DEJANDO QUE LENA LE CUENTE UNA A UNA CÓMO SE LAS HICIERON

ESTÁ ARREPENTIDO DE HABER CASTIGADO A SUS HOMBRES TAN POCO, ÉL QUIERE MÁS, QUIERE VENGANZA

PERO LENA TIENE MUY CLARAS SUS PRIORIDADES, QUIERE DEFENDERSE POR SU CUENTA, NO QUIERE OCULTARSE TRAS ALGUIEN NUNCA MÁS

NO QUIERE QUE SIGAN HABLANDO DE ELLA, QUIERE GANARSE SU LUGAR

Y LUEGO ALEXANDER DECIDE INTENTAR DE NUEVO EL SOPORTAR SER TOCADO, PERO NO PUEDE, SE DESESPERA Y LAS GANAS DE LLORAR LO INUNDAN, SE SIENTE FRUSTRADO

LENA SE QUEDÓ CON ÉL, ABRAZANDOLO HASTA QUE ESTE LOGRÓ CALMARSE

ME RE DOLIÓ LEER A SASHA DISCULPARSE TANTAS VECES, EN MI CABEZA SU VOZ SONABA TAN ROTA...

LENA PARA CALMARLO LE CONTÓ UNO DE SUS SECRETOS, NO QUIERE APARTARSE DE ÉL

PEEERO LLEGÓ JUSTO DELANO PARA DARLES MALAS NOTICIAS

ALEXANDER TENÍA UN AJUSTE DE CUENTAS, JELENA SE QUEDÓ SOLA Y DECIDIÓ ESCUCHAR EL CONSEJO DE QUIENES CONSIDERA SUS AMIGOS, Y QUE BIEN QUE LO HIZO, YA QUE GRACIAS A ESO LOGRÓ SOBREVIVIR

SU PRIMERA MUERTE, MUERTE QUE DELANO LE VA A CELEBRAR COMO SI FUESE SU CUMPLEAÑOS JAJAJJAJAJA AMO AL MEDIO PELIBLANCO

LAS COSAS COMIENZAN A SUBIR DE TONO ENTRE LA EX MONJA Y NUESTRO MAFIOSO FAVORITO, UN PEQUEÑO BESO DE PRUEBA LLEVÓ A UNO MÁS PROFUNDO, Y ESE BESO MÁS PROFUNDO LLEVÓ A TOCAR

Y ALEXANDER POR FIN PUDO LOGRAR CORRERSE MIENTRAS LENA LO TOCABA

LENA EMPEÑADISIMA EN SEGUIR EL CAMINO DEL INFIERNO, YA HASTA SE CONVENCIÓ DE LLEVAR BLOQUEADOR JAJAJAJAJA

NO PIENSA DESPERDICIAR MÁS TIEMPO Y YO NECESITO VER SUS AVANCES

NOS LEEMOS EL SIGUIENTE CAPITULO CHIQUIBABYS

BESITOS EN LA COLA





XOXOXOXOXOXOXO♥️😏😘

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top