07: Tímida.

Capitulo dedicado a: MI MEJOR AMIGA A QUIEN NO SOLO LE DEDICO EL CAPÍTULO SINO TAMBIEN AL PERSONAJE DE PAULA BENEDECCI, amiga te quiero, gracias por siempre apoyarme ❤️

Alex.

20 de julio del 2019.

Desde pequeña me gustan probar cosas nuevas, algo en lo que soy muy diferente a mi hermano, él es el tipo de personas al que le gusta lo seguro, descubre sus habilidades en algo y hasta allí lo deja, no sigue explorando para encontrar nuevos caminos.

A Alexander le gusta quedarse en lo inequívoco, no pisar terreno desconocido. Es algo que trato de no juzgarle, pero yo no soy así, no puedo ser así. Me gusta buscar cosas nuevas que me apasionen, cuando algo me gusta me apasiono a tal punto de que trato de convertirme en una experta en ello, gracias a esto sé sobre muchas cosas, algunas que ahora solo me aburren porque les perdí el interés, la pasión.

Puedo decir que de esas cosas que me apasionan hay solo tres que jamás dejaran de gustarme, de apasionarme al máximo: el arte, cuando vi las obras de artes que se exponen en el museo de Paris me obsesioné con ello, hice cursos y aprendí las técnicas para dibujar y pintar de manera correcta, pero lo que más me gusto fue cuando me planté frente a un lienzo y las ideas, sin ser exactamente concretas, me incentivaron a mover el pincel sobre aquel papel creando algo con poco sentido, pero que me hizo sentir en libertad.

La segunda cosa que más me gusta es la lectura, es impresionante los mundos que encuentras entre líneas. Cuando estoy ofuscada y no me relajo en el arte, tomo un buen libro y me pierdo en la vida de esos personajes que me aseguran un final justo; no digo final feliz porque no todos tienen final feliz, y tampoco debería decir final justo porque a veces mueren algunos personajes que merecían vivir… por eso trato de leer historias con finales felices.

La tercera y última cosa que más me gusta es el ejercicio, sé que a muchas chicas les da flojera o pereza hacer ejercicio, sin embargo, también hay muchas a las que les gusta mantenerse en forma. A mí, más que para mantenerme en forma es para drenar la molestia y la rabia. Matarme en el gimnasio o correr largos caminos me hacen estar cansada y drenar aquella molestia que se instale en mí. Gracias a esto también tengo piernas torneadas y un abdomen plano y terso.

Pero ahora que tengo la oportunidad de explorar algo nuevo no dudo en tomarla, aunque para ser sincera también es porque es una de las pocas clases que quedan disponibles.

Es viernes y olvidé apartar cupo en alguna clase opcional que podía tomar para este día, esta clase me da puntos extras así que no me pareció pérdida de tiempo. Las pocas clases que quedan cupos libres son cuatro y la que escogí es informática avanzada, no sé nada de esto pero aprenderé como siempre lo hago.

Camino hasta la residencia ya que faltan tres horas para esta clase, no me gusta quedarme deambulando y Kill está en su clase. Entro al pequeño apartamento, me detengo en seco al ver a una chica en el suelo rodeada de muchos libros, hojas en blanco, hojas llenas de anotaciones y lápices regados por todos lados. Ella debe ser Paula, mi compañera.

Levanta la mirada y se sonroja al notar que la miro fijamente, lleva lentes de montura que ocultan sus ojos, de hecho no estoy segura de que color son ya que no los puedo ver bien. Tiene el cabello hecho un nido para pájaros, una franela muy ancha y un pantalón de pijama que pareciera se le fuera a caer cuando decide levantarse. Su piel, o lo poco que se ve de ella, es amarillenta, pero no del tipo enfermizo es como si fuera morena, pero sin serlo… no sabría como describirlo.

—Hola —murmura mientras se acomoda los lentes sobre el tabique de la nariz.

—Hola —le devuelvo el saludo mirando alrededor.

El lugar está limpio y ordenado, lo único que está hecho un desastre es el lugar donde ella está parada mirando al piso nerviosa.

—Bien —empiezo a romper el silencio incomodo que se instaló—, yo soy tu compañera —doy un paso al frente extendiendo mi mano para estrechar la suya— Alex Beckett —termino de presentarme con una sonrisa educada. Ella duda, pero termina estrechando mi mano.

—Paula Bendecci —retira su mano rápidamente cuando se presenta.

—Normalmente no estaré mucho tiempo aquí ya que no vivo muy lejos, solo pasare las noches antes de los parciales o un día que no quiera ir a casa —le informo, ella asiente evitando mi mirada.

—Yo estoy aquí los días de semana, los fines de semana no —susurra, casi no la oigo.

—Bien, iré a la habitación —asiente y vuelve a sentarse para seguir con lo que sea que hacía.

Se nota que la chica es tímida, me arriesgaría a decir que le han hecho sentir mal más de una vez. Quizás debería enseñarle algunas de mis reglas, pero no es algo que me apetezca hacer con una desconocida.

Me acuesto en mi cama, en la habitación todo esta impecable a excepción de su escritorio que está lleno de libros. Me quedo mirando el techo por un rato.

Me gusta decir que soy un desastre, casi siempre tengo el poder de crear problemas a donde sea que vaya, que soy descontrolada y que todo lo hago sin saber; la realidad es que si sé y los que me conocen lo saben.

Los problemas que he creado han sido por ser muy controladora, por querer llevar las riendas de lo que pasa a mi alrededor, pero no a todos les gusta como manejo las cosas por eso me he impuesto reglas, aunque rompo las que me imponen, las que yo me impongo jamás las rompo.

La primera es: sigue las reglas impuestas por ti, esas son las que harán el mejor bien de tu vida.

Cuando otros te imponen que hacer, lo hacen porque quieren dominarte, y a mí no me gusta que me dominen, me gusta dominar.

Pongo una alarma en el celular para despertarme treinta minutos antes de mi clase, dormito durante esas horas hasta que la alarma suena levantándome de un susto.

Antes de salir me aseguro de que mi cabello este en orden y no salir como una loca. Debo peinarlo un poco ya que mientras dormitaba se enredo un poco. Mi cabello es negro, me llega un poco antes de la cintura y es ondulado, pero con un friz que debo controlar.

Salgo de la habitación notando que Paula recogió todo su desastre y  ahora está en la cocina preparando lo que parece un emparedado de jamón y queso. Notando mi mirada levanta la suya, inmediatamente se sonroja y realmente no sé porqué ni siquiera la estoy mirando mal.

—Ya me voy, fue un placer conocerte —le medio sonrío y salgo sin esperar respuesta.

Quizá fui un poco grosera, pero como dije antes, no me interesa hacer amigos.

Me dirijo a la facultad de informática ya que es allí donde se ve esta clase. Llego con tiempo de sobra así que tomo asiento en la última fila porque no sé nada de esto y prefiero evitar las preguntas que no sabré responder. Me mantengo viendo el pizarrón mientras los estudiantes van llegando, alguien se sienta a mi lado, una chica a la que no detallo, a mi otro lado se sienta un chico que huele a marihuana y que parece que cualquier momento caerá dormido en la mesa.

El profesor llega y, antes de poder cerrar la puerta, entra un rubio ojos grises al que le frunzo el ceño enojada, ¡¿Qué hace él aquí?! Genial, comparto clase con el troglodita que me vio medio desnuda hace unos días.

Bueno, esto no tiene porqué ser una tortura, igual él no me ha visto y yo fingiré que tampoco lo he visto, no nos conocemos, él no existe.

La clase empieza como todas las demás, con una breve introducción, también nos da un par de temas a investigar para que nos adentremos un poco a la informática y no quedar perdidos cuando empiece a dar las verdaderas clases. Tomo nota de lo que me parece importante y desecho lo que no lo es. Esta clase dura tres horas, en las cuales nos habla y explica cosas básicas, cuando estamos por terminar nos dice como evaluara este semestre, tres parciales y un programa que debemos crear, pero de ello nos hablará la próxima semana.

Dejo que todos los alumnos salgan antes de salir, así evito chocar con Damien y que se me inunde el rostro de vergüenza porque me viera en sujetador, aunque él debió disculparse por verme tanto los pechos ¿Acaso nunca había visto unos?

Salgo del salón dispuesta a marcharme a mi casa, pero nada es tan fácil, ni siquiera eso.

—Compartimos clase —dicen a mi lado, no volteo a verlo.

—Supongo que sí, pero no tiene que importar ¿No crees? —me giro para marcharme por el lado contrario a él.

No lo oigo decir nada mas mientras me alejo.

Salgo de la universidad y espero al chofer que llega en pocos minutos. Me subo y arranca de camino a casa.

Me urge comprarme un auto, cosa que está difícil ya que papá me regalo uno hace un año y lo estrelle contra un árbol dos meses después por ebria. Papá me iba a regalar otro, pero mi amada madre se opuso a que me consintiera de esa manera y termine sin auto y dependiendo de un chofer.

Llegamos a la casa, entro encontrándome con mamá en la sala hablando por el teléfono fijo de la casa, me hace una seña para que la espere un momento. Me acerco hasta ella y me siento a su lado ignorando su conversación.

Maritza Soler es una mujer hermosa que aparenta consideración y comprensión, pero es una mandona que si no se hace lo que ella quiere se enoja y te quita el habla durante el tiempo que ella considere correcto.

Mi madre tiene el cabello rubio y liso, es morena clara, color cuyo mi hermano y yo no heredamos. Tiene los ojos grises claros, los cual le heredo a mi hermano. Tiene un rostro delgado junto con facciones finas. Aunque habla de maravilla el ingles, ella es de origen cubano.

Nació en Cuba, donde vivió y estudió hasta los veinte años cuando conoció a papá en el mismo país, mi padre iba en un viaje de turismo o algo de eso nombro, se enamoraron, él logró sacarla de allí, pero ella no pudo volver hasta hace cuatro años que incluso nos llevaron de visita.

No conozco bien la historia de amor de Maritza y Mauricio algo poco común ya que normalmente los padres hablan de eso con sus hijos, pero ellos no lo han hecho con nosotros.

—Hija, vamos al salón de belleza ya reserve unos cupos —le sonrío encantada ante la idea.

Maritza y yo tenemos pocas cosas en común ya que a ella no le gusta como manejo mi vida, pero entre esas pocas está el ir al salón de belleza y escucharla hablar de sus amigas mientras nos atienden y yo le doy asentimientos que la empujan a seguir hablando, no comento nada, solo rio, asiento o niego, pero la pasamos muy bien.

En su carro nos lleva hasta un centro comercial donde nos dirigimos a un salón de belleza exclusivo al cual no se entra si no eres accionista o eres invitado de algún accionista del centro comercial, algo ilógico, pero sorprendentemente siempre están llenos. Mamá es accionista del centro comercial ya que aquí tiene una de sus boutiques.

Entramos, no tardan en atendernos. Nos hacen un tratamiento para mantener limpio el cutis, nos arreglan las uñas de pies y manos. Nos hacen un tratamiento capilar para evitar la caída del cabello, nunca le vi efecto a esto pero a lo demás sí que es brillo y lo mantiene sin friz durante todo un mes.

Todo esto nos lo hacen mientras mamá habla y habla, la escucho, me rio, asiento, niego, me vuelvo a reír, en algún punto ambas reímos de lo mal que papá habla en español, realmente es malo, él entiende muchas cosas pero confunde las palabras al intentar hablar en el idioma.

Para cuando terminamos ya está oscureciendo, ni siquiera almorcé antes de venir aquí y ya tengo hambre, pero evito proponerle a mamá comer en algún restaurante porque ella es muy exclusiva con eso, alega que, si ella no lo prepara o ve como lo prepara, el alimento esta propenso a estar sucio e incluso envenenado, es un poco paranoica mi madre.

Llegamos a la casa justo en el momento en el que papá y Alexander vienen bajando las escaleras, parece que nuestros padres se pusieron de acuerdo para pasar el día con nosotros, y cada uno tomo a un hijo, no es la primera vez que lo hacen.

—¿Cómo les fue? —pregunta papá dándole un beso a mi madre para luego dejarme un beso en la frente y encaminarnos a la cocina.

—Bien, mira las uñas de Alex —me toma de las manos y las alza—. Ya no parece que tuviera ese mal habito de comérselas —pongo mala cara, sé que no es un buen habito, pero cuando me pongo nerviosa es lo me provoca hacer.

—Parecen uñas de bruja —comenta Alexander ganándose un golpe en el brazo de mi parte—. Eres una salvaje, terremoto —se queja.

—Y tu un imbécil, angelito —mamá me riñe con la mirada por la mala palabra, yo me hago la loca.

—Vamos a cenar, tengo mucha hambre —mi padre se sienta en el la isla de la cocina, todos lo seguimos.

Cenamos mientras papá y Alexander nos hablan de lo que hicieron, mamá halaga a mi hermano por su buen comportamiento con los compañeros de papá ya que estuvieron en la estación un buen rato antes de venir a la casa.

—Niños, antes de que vayan a dormir quiero decirles que mañana habrá un evento de beneficencia al cual su padre está invitado y la familia debe ir, así que los quiero arreglados y de buen humor mañana por la noche —nos informa antes de ponerse a lavar los platos ella misma para dejar a Marie descansar.

No me quejo ni digo nada al respecto para no tener problemas, no pasará nada si solo es un evento de beneficencia. Subimos a nuestras habitaciones, antes de que pueda decirle algo a Alexander sobre su novia, me tranca la puerta en la cara, ayer hizo lo misma, le pateo la puerta gritándole una mala palabra en español, él no responde.

Al entrar a mi cuarto voy directo al baño, me recojo en cabello para no mojarlo. Me pongo una bata de pijama que ya es traslucida, pero que no importa porque nadie me verá mientras duermo.

Me dejo caer en la cama mientras marco el número de Liam para saber cómo le fue con Jake, mi amigo le iba a terminar hoy.

—¿Cómo te fue? —le pregunto apenas responde, suspira.

—Mal, se puso histérico, incluso iba a golpearme —me levanto de un golpe ahogando una exclamación—, pero lo golpee primero y le deje claro que a mí no me iba a manipular ni a maltratar —su voz se vuelve dura.

—Bien, ahora mantente alerta no quiero que ese loco te haga daño —vuelvo a dejarme caer en la cama.

—Sí, lo estaré.

—¿Qué tal si te vienes a vivir conmigo por un par de semanas? Así él se calma y podrás volver a tu apartamento sin problemas —se queda en silencio por unos segundos, pregunto si está allí y responde que sí.

—Estas bien, quizás así sea mejor.

—Genial, mañana hay un evento de beneficencia así que trae un traje y dinero, hare que gastes mucho dinero —ríe un poco.

Hablamos de tonterías por una hora hasta que me anuncia que tiene sueño y se irá a dormir, nos despedimos y colgamos.

Quizás mañana no la pase mal después de todo.

------------------------------
Nota: Si ya sé ya sé, empezando y no actualice la semana pasada, pido perdón. Es que estaba un poco desanimada, como verán la historia no tiene muchas vistas y pues eso me tenía así, pero me recordé que está historia la hago para mí, así que por esa razón no volverá a faltar un capítulo.
Ahora, el cap ¿Que les pareció?

Presten atención a Paula que aparecerá mucho en esta historia.

Aquí me dicen ¿Qué les pareció todo el cap y la personalidad de Alex?

No olviden votar y comentar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top