05:En la misma universidad.

Alex.

16 de julio del 2019.

Mi despertar de hoy es peor que el de ayer, es sorprendente como algo que aparenta ser una pequeñez me pone tan de malas. Mi mal humor se hizo notar a lo largo del desayuno, papá desayunaba con rapidez porque debía ir al trabajo; mamá aún no se levantaba; y Alexander solo parloteaba de tonterías con papá para evitar mis preguntas.

Sí, porque es por mi hermano por el que estoy de mal humor, que esperaban ¿Qué estuviera de malas por la amenaza tan insignificante del hijo de Frederick? ¡Ja! Ya quisiera él haberme asustado.

Ayer ni siquiera me dejo responder, solo me soltó haciéndome a un lado para volver al comedor donde, no sé qué le dijo a su padre, pero Frederick le dio las llaves de un auto y este se fue de la reunión sin siquiera despedirse de los anfitriones. Luego mamá me riñe por ser mal educada, mal educado él.

A la hora de marcharnos a la universidad intente interceptar a Alexander, pero me dio la tonta excusa de que iba tarde a su primera clase, tomó las llaves de su auto y se fue.

A mí me trajo el chofer y me dejo en la residencia a la cual estoy entrando en este instante. Arrastro una pequeña maleta y llevo un bolso de tamaño medio colgado en la espalda. Subo las escaleras hasta llegar a mi piso, abro la puerta del pequeño apartamento y cierro al entrar. Como la última vez que vine todo está solo.

Voy hasta la habitación donde acomodo mis cosas con calma, igual mi primera clase no empieza sino hasta dentro de una hora.

Sobre la cómoda que se encuentra al lado de mi cama, hay una nota donde está la contraseña del Wi-Fi de la residencia, la ingreso en mi celular para poder navegar con mayor rapidez. Acomodo lo poco que traje, ya que no tengo planeado pasar mucho tiempo en este lugar. Voy hacia la cocina ya que tengo sed, me encuentro con otra nota en el refrigerador.

Mi compañera, Paula, deja dicho que no estará de regreso sino hasta después del almuerzo que es cuando ve su última clase, yo veo clases una hora después de eso así que no nos encontraremos, mucho mejor. Noto que mi compañera tiene una letra cursiva muy bonita, incluso podría escribir esas elegantes invitaciones de boda.

Tras la misma nota le escribo que hoy no nos conoceremos ya que después de mi última clase vuelvo a mi casa.

Cuando veo la hora en mi celularya voy tarde a mi primera clase, ¡Genial!

Salgo del lugar a paso apresurado, cuando llego a la facultad prácticamente corro por los pasillos esquivando a varios estudiantes, en busca del aula donde veré clases. Cuando llego el profesor aún no ha entrado, bien, empezamos bien.

Me adentro al aula, que es en forma de auditorio, me siento en la fila cuatro de seis en  la parte derecha, dejo el bolso sobre la mesa y recuesto los codos sobre él.

Pude notar, que al entrar, varias miradas se quedaron clavadas en mí, tanto chicas como chicos. Examino mi entorno, hay dos chicos que claramente son mayores que yo, lo que me indica que deben ir en último año de su carrera, me están viendo, me sonríen con coquetería mientras yo los ignoro olímpicamente. En la puerta del aula están un grupo de chicas que cuchichean mientras me ven ¿Nunca han visto a una chica con buenos atributos y una cara espectacular?

Si, la modestia no habita en mí.

Volteo para ver a los de la última fila, hay un chico que parece muy concentrado en lo que se reproduce en su laptop; hay otra chica, caucásica, pero no logro ver bien sus facciones ni color de cabello ya que parece que quiere desaparecer mientras se encoge en un gran suéter con capucha.

Me le quedo viendo un buen rato ya que es la viva imagen del miedo, a qué ni idea, pero está temerosa. Pintarla, así como se ve ahora, inocente, tímida y desbordando temor; sería esplendido, sus sentimientos quedarían plasmados por siempre en un lienzo. Quito mi vista de ella cuando escucho unos zapatos de tacón golpear el piso con firmeza.

Una pequeña mujer, de la edad de mi madre quizás, se para frente a la clase a la espera de que todos se sienten y le presten atención. Aunque es pequeña y de facciones tiernas, esa mujer desprender poder por todos lados; empezando por su traje de falda tubo y tacones de aguja altos a juego con su traje.

Una vez todos están en sus puestos, ella camina de un lado otro examinándonos. Se detiene en medio de las dos columnas de asientos que hay.

—Soy Charlotte Ruiz, su profesora de historia del arte —hablo con entonación firme—. En esta clase lo principal…—empieza a dar una breve introducción de lo que es la historia del arte y como ella imparte la clase.

Luego de ello nos pide sacar nuestros cuadernos para iniciar la clase que es la primera parte del primer tema que estará en el primer parcial del semestre.

La clase transcurre de manera tranquila, no hay interacción por parte de los estudiantes, pero nos advierte que la próxima clase espera interacción de nosotros hacia el tema que nos dará en dos días.

En la siguiente clase pasa lo mismo, pero con un profesor con la cabeza llena de canas y la paciencia perdida en el universo porque no la tiene él.

El tiempo pasa volando en la segunda clase, así que rápidamente llegamos a la tercera: dibujo. Me gusta mucho dibujar, aunque me fascina pintar…

Al entrar al aula lo primero que hago es repasar al hombre que está inclinado sobre el escritorio revisando unos papeles, vaya, si ese es mi profesor creo que esta será mi clase favorita.

Es un hombre de unos treinta años, alto, cabello castaño oscuro y un cuerpo el cual se mantiene ejercitado por lo que aparenta.

Salgo de mi estupor para caminar y sentarme en la tercera fila. Me doy cuenta que esta clase la toman más chicas que chicos porque de cada cinco chicas que entran, entra un chico.

Todos terminan de entrar, el profesor se da la vuelta y si, definitivamente esta será mi clase favorita, suerte para mí que la veo cuatro veces a la semana. Es un hombre con facciones duras y varoniles.

—Buenos días jóvenes —empieza—. Mi nombre es Bruno Heard, impartiré la clase de dibujo, que para algunos es opcional y para otros obligatoria —su voz es una cosa de otro mundo, es ronca, pero le quita un poco el encanto porque habla con mucha tranquilidad.

Como los demás profesores da una introducción de lo que será su clase y como la manejará. Empleará cuatro parciales y un boceto final donde él nos dará lo que debemos dibujar y nosotros lo haremos.

Camina de un lado al otro dándonos una genial vista de su trasero enguantado por su jean azul muy ajustado. Creo que tengo un platónico con este profesor, quizás lo pueda volver menos platónico.

—En esta primera clase no impartiré ningún tema, prefiero ver cómo están en el dibujo, así que saquen sus blocks y dibujen lo que quieran, lo que mejor les salga —se sienta tras su escritorio mientras todos empiezan a sacar su material de dibujo.

A mí que me gusta estar preparada para cuando la inspiración me ataca, saco el block, un carboncillo, lápiz y borrador. Con la hoja del block en blanco empiezo a indagar en mi cabeza qué puedo dibujar. Quizá pueda dibujar a esa chica que vi en la primera clase, pero no podría capturarla bien ya que la vi solo por unos segundos; quizás un paisaje, pero esos me gustan más cuando estoy pintando; tal vez un rostro conocido, como el de…

Frunzo el ceño ante tal pensamiento tan absurdo ¿Dibujar a Damien? No gracias, quizás algún día lo dibuje, pero para ponerle una obscenidad en la frente.

Golpeo el lápiz contra mis labios intentando buscar algo que me sirva, pero lo único que se me viene a la cabeza, aparte de el rostro del idiota, son sus ojos grises y poco expresivos.

Resoplo frustrada, si lo único que mi mente quiere que dibuje es a ese idiota, pues entonces no dibujo.

—¿Todo bien? —levanto la vista hacia el profesor, me observa con la cabeza ladeada.

—No, no sé qué dibujar, no se me viene nada a la cabeza —me examina con una media sonrisa.

De cerca está mucho más caliente, creo que no lo dejaré como un platónico, pero debo pensarlo bien, tampoco quiero que me expulsen de la universidad por acostarme con uno de los profesores.

—Si tu mente no te quiere ayudar, entonces busca ayuda de tus ojos, dibuja algo que puedas ver —me aconseja antes de seguir caminando por el salón.

Eso lo puedo hacer y sé muy bien que dibujaré.

Esta clase dura dos horas y medias, para cuando salgamos, la cafetería estará en su mayor punto, llena de todos los estudiantes habidos y por haber. Sin embargo, no me doy cuenta del tiempo ya que estoy muy concentrada en el pequeño boceto que mis dedos se han dedicado a crear.

No puedo decir que es mi mejor trabajo, pero es muy bueno a decir verdad y teniendo al modelo moviéndose de un lado a otro es para darme un premio.

Una vez la clase termina el profesor exige los dibujos y que estos estén identificado, soy la ultima en dárselo. Me acerco moviendo las caderas como cuando estoy en una discoteca en busca de pasar un buen rato.

—Aquí está —me ve de arriba abajo deteniendo su mirada por demasiado tiempo en mis pechos, pero sacude la cabeza antes de recibir lo que le extiendo.

Lo ve y la sorpresa es clara cuando ve su perfil dibujado en la hoja. Traté de plasmar cada detalle de su perfil derecho, decidí que eso era lo que iba a dibujar cuando lo vi hablar algo con uno de los estudiantes, tiene la mirada concentrada y los labios fruncidos como si estuviera pensando qué responderá lo que el chico le decía.

Parpadea varias veces antes de hablar.

—Vaya, me capturaste muy bien —no deja de mirar el boceto.

—No, me faltó mucho que capturar, pero supongo que no está mal —modestia fingida es lo que estoy haciendo—. Se lo puede quedar, profesor —levanta la vista y le guiño un ojo antes de salir del aula con una sonrisa victoriosa.

¿Qué tan malo es tener una aventura con un profesor? Debo buscar eso en el reglamento, le preguntaría a Alexander, pero sospechará y querrá reñirme como si no tuviera edad para tomar mis propias decisiones.

Me dirijo a la facultad de comunicación cuando salgo de la de arte, allí espero unos diez minutos hasta que sale Kill con una cara de angustia que me estresa al instante.

Kill estudia periodismo, quiere trabajar como reportero de eventos catastróficos, tanto naturales como no tan naturales. Aunque Liam puede hacer cualquier tipo de artículo, él quiere dedicarse a las catástrofes y si no le va bien, pues puede dedicarse a redactar artículos de cualquier tema.

Llega hasta mí, me saluda con una sonrisa antes de anclar su brazo con el mío y hacerme caminar.

—¿A que no adivinas qué me hicieron hacer hoy? —ni siquiera espera a que responda, él mismo lo hace— Me pusieron a hablar para toda la clase sobre como redactar un articulo correctamente —sonríe orgulloso de sí ya que de seguro lo hizo como todo un profesional.

—¿Entonces por qué la cara de trauma? —hace una mueca dándose cuenta que con eso no me iba a despistar para no preguntarle sobre su estado.

—Solo promete que no me regañaras ¿Ok? —nos hago detener debajo de un árbol, cerca de la cafetería principal de la universidad.

—¿Qué pasa? —pregunto impaciente.

—Jake no me deja respirar —suelto una risa irónica.

—¿Y hasta ahora te das cuenta? —inquiero con una ceja alzada y con los brazos cruzados bajo mis pechos.

Liam lleva una relación con Jake desde hace tres meses. Lo conoció en una aplicación para citas, el chico pareció simpático en un principio, pero después de una semana me pareció posesivo y una vez su relación se formalizo pude concluir en que es un toxico sin control. Se puede comprender un poco sus incomodidades y desconfianzas ya que Kill no es gay, mi mejor amigo es bisexual por lo que lo puede dejar tanto por una mujer como por un hombre, que no es el caso.

—No me lo digas en ese tono —se queja empezando a molestarse—. Yo no creí que se fuera a los extremos, sé que es celoso y un poco posesivo, pero lo que hizo hoy… —se corta mientras niega.

—¿Qué hizo? —empiezo a enfadarme.

—Estaba hablando con tu hermano cuando llego a la universidad —ellos dos no se llevan muy bien, bueno, es mas como que Kill no le cae bien a Alexander y mi amigo se provecha de eso para fastidiarlo—, él dijo algo que me hizo reír él se unió, pero nos detuvimos cuando Jake me tomo del brazo jalándome con brusquedad, me le sacudí porque no me puede tratar así, tu hermano se metió e intentó defenderme, pero Jake casi se le fue encima por lo que preferí irme con él antes de que armara todo un alboroto en medio de la universidad —bien, ahora si estoy enfadada.

—¡Es un puto animal! —grito exasperada, un grupo de estudiantes se me queda viendo.

—Terminare con él —lo miro con cara de pocos amigos.

—Mas te vale, no te dejes engañar —lo apunto con un dedo.

—Está bien, pero deja de apuntarme y cuéntame cómo fue el almuerzo de ayer —hago un mohín porque de recordarlo ya me hastía.

Caminamos hasta la cafetería mientras le cuento lo que pasó, esta vez le cuento el percance con Damien, él dice que no debí darle importancia, pero que estuvo buena lo del champán. Le hablo sobre la candidatura de mi padre mientras esperamos en la fila para pedir nuestros almuerzos.

Pagamos en efectivo ya que ninguno ha ido a retirar la tarjeta de estudiante, nos sentamos en una mesa que esta frente a un pequeño televisor donde están pasando las últimas noticias.

Dejamos de hablar del almuerzo para empezar a hablar de cosas triviales y sin importancia hasta que mi foto, en ese pequeño televisor, detiene nuestra charla. No es solo mi foto, es la foto de ayer donde todos aparecemos haciendo un brindis.

El director del comando principal de la policía de Newark, Mauricio Beckett, acaba de anunciar su postulación para gobernador del estado de New Jersey. Según su comunicado de esta mañana, Frederick Brown, dueños de las compañías Fothen-Brown, será quien financiará su campaña junto con otros empresarios que apoyan su candidatura —habla un poco de la compañía de Frederick.

—Vaya, si que va en serio —comenta mi amigo.

—Tal parece —nos levantamos cuando nos llaman para que retiremos nuestros almuerzos.

Volvemos a la misma mesa en la que estábamos, comemos en silencio ya que no me gusta que me interrumpan cuando estoy tan metida en engullir todo lo que hay en mi plato, cuando termino le doy mi atención al noticiero nuevamente.

Esta vez están dando a conocer que el cuerpo de una mujer fue encontrado en uno de los callejones de Newark después de ser violentada y maltratada de manera asquerosa y diligente. Según las autoridades eso ocurrió la misma noche que yo estaba en aquel bar La delicia.

—Kill —lo llamo—, eso no es cerca de ese bar donde me recogiste la otra noche —le pregunto, él asiente dándome la dirección exacta de ese callejón.

Yo estaba allí casi al mismo tiempo en el que mataron a esa mujer, aunque no logro recordar bien que fue lo que sucedió esa noche lo que sí recuerdo es que me dio miedo seguir es ese callejón por lo que volví al bar para esperar a Liam. Pude ser yo esa mujer sino me hubiese ido.

Un escalofrío me recorre de solo pensarlo.

Siento al alguien sentarse a mi lado inmediatamente me sobresalto, giro y veo a Alexander empezar a comer su almuerzo.

—Me asuntaste —golpeo su nuca haciendo que casi bote lo que se acababa de meter a la boca. Una risotada salta de Kill.

—Ten más cuidado, Alex, casi boto la comida —me reclama una vez traga.

—Si hacías eso, iba a ser muy divertido, quizás deba tener el teléfono a la mano para capturar tu humillación —saca su celular y lo deja sobre la mesa al pendiente para cuando deba usarlo.

—Eres tan gracioso Liam, mira como me rio —pone los ojos en blanco antes de volver a su comida.

— Kill, Alexander tiene novia —el nombrado escupe lo que se había metido en la boca, Liam aun sorprendido por mi revelación, toma el celular y captura muchas fotos.

Mi hermano tiene la barbilla y alrededor de la boca llena de salsa para pasta, está un poco pálido, pero con las mejillas muy sonrojadas. La maldición de los hermanos Beckett: nos sonrojamos de todo y por nada.

—¿En serio tienes novia? —le pregunta Kill guardando su celular satisfecho con la fotos, Alexander se limpia mientras me mata con la mirada, yo solo me encojo de hombros despreocupada.

—Sí, él no quiere hablar de eso, pero si tiene novia —reafirmo.

—Eres la peor hermana que me pudieron dar —se queja alejando la bandeja de la comida con molestia.

—Yo no fuera la peor hermana si me dijeras quién es esa chica y por qué es tu novia —me acomodo en la silla para mirarlo de frente, Liam solo está de espectador mientras come la comida que Alexander no quiere.

—Esa chica se llama Mireia, la conocí en Suecia y si es mi novia —lo ultimo lo dice muy bajito, casi no lo escucho.

—Oh, ya entiendo, un romance de vacaciones, de esos fugaces —afirma Liam convencido de que se trata de ello.

—Se supone que debía ser así —Alexander recuesta la espalda de la silla y mira hacia el techo de la cafetería—, pero no le supe terminar y ahora ella tiene esta beca para una academia de baile aquí en Newark ¿Qué se supone que haga? No le puede terminar —frunzo el ceño, ha este paso tendré esas líneas de expresión muy marcadas para cuando me ponga vieja.

—¿Por qué no? —me roba la pregunta Kill.

—Porque es buena, tierna y le rompería el corazón si hago eso, no podría vivir con ello —hace una mueca de dolor.

—Vamos Alexander, a todos le rompen el corazón y nadie se ha muerto por ello. Estará bien solo hazlo antes de que se ilusione con un felices por siempre —empiezo de manera osca—. No pienses en ella, piensa en ti y en lo que sientes, si no sientes nada por ella pues le terminas y ya —finalizo de forma indiferente.

—Tú siempre tan egoísta y tu poca empatía. No puedo hacer eso, ella quedaría muy mal —se levanta con la intención de marcharse, me pongo en pie para detenerlo.

—Vamos, angelito, no te pongas así solo doy mi opinión —trato de ir tras él, pero un chico de lentes me tropieza y deja caer toda su comida sobre mí, cabe destacar que su bandeja llevaba el mismo espagueti con salsa que hace un momento mi hermano estaba comiendo.

La camia traslucida de color verde agua queda llena de salsa para pasta y jugo de frambuesa, o al menos creo que es eso. Inhalo fuertemente porque lo que se le viene encima a este ciego con lentes es una tormenta.

—Ay no —escucho decir a Kill que se levanta de inmediato.

—Alex, él no quiso… —empieza Alexander acercándose, pero le interrumpo.

—Yo creo que esos lentes no te sirven para nada, niño estúpido —escupo—. Lárgate antes de que te deje hecho papilla porque en este instante lo que quiero es arrancar cada una de esas pecas que te adornan la cara con mis uñas —el chico empieza a retroceder—. ¡Que te largas, ciego de mierda! —grito echa una furia.

Sale corriendo y rodea una de las mesas para poder salir de la cafetería.

—Al… —empieza Kill.

—No —levanto una mano para que calle—, no quiero oír ninguna estupidez porque entonces la pagare con ustedes —tomo el bolso de la silla para salir de la cafetería por una de las puertas que sé llevan al baño.

Cuando llego al baño de damas hay una fila de por lo menos diez chicas ya que al parecer el baño del otro pasillo esta dañado. Decidida camino hacia el baño de caballeros, es muy incomodo caminar con toda esta comida en mi cuerpo así que debo limpiarme, si veo algún órgano viril pues no será el primero ni el ultimo que veré en mi vida.

Entro al baño de hombres corriendo la suerte de que no hay nadie a la vista, bueno, tal vez no hay nadie. Cierro la puerta para que nadie pueda entrar mientras me limpio toda esta porquería.

Lo bueno es que tengo una camisa de repuesto en el bolso.

Me caco la camisa quedando en una ombliguera sin tiras que me cubre lo suficiente para que no se viera vulgar la camisa traslucida sobre mi piel, dicha camisa también se lleno de restos de comida así que también me la quito. Quedo en un sujetador de encaje solo verde agua porque es el color del que debía ser el sujetador por la camisa.

Dejo caer la ombliguera y la camisa en el lavabo. Tomo papel y lo lleno de agua para poder limpiarme el abdomen y la cima de los pechos que también están llenos de salsa, es un migro que no me cayera dentro del sostén. Me sigo limpiando hasta que escucho el chasquido de una lengua, doy un respingón.

—¿Y el sujetador no se va? —reconozco el acento antes de subir la mirada y conectarla con la suya a través del espejo.

El sonrojo es inevitable en mis mejillas, es tan furioso que quiere bajar hasta mis pechos, algo que él no pasa por alto. El corazón me late en los oídos rápidamente.

Claro, ¿Cómo no adivine que estudiamos en la misma universidad?, pero ¿Qué habré hecho para que, con tantos baños en esta universidad y tantos lugares en los que se puede estar, él estuviera justo aquí?

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