04: Conozco ese acento.
Capitulo dedicado a @NormaGarcia568 por ser la primera en comentar, gracias ❤️
Alex.
15 de julio del 2019.
Vuelvo a bostezar tratando de que mamá no me vea sino creerá que lo hago porque me da sueño su gran charla sobre cómo debemos comportarnos con nuestros invitados, si da sueño su charla, pero es mejor ahorrarme el sermón que me daría si se da cuenta. No sé para qué nos levanto tan temprano si se supone que los invitados llegan para el almuerzo no para un desayuno que se lleva acabo a las siete de la mañana.
Tomo una tostada, le echo un poco de mantequilla y empiezo a comérmela mientras esperamos que papá termine de hacer unos huevos revueltos. Normalmente él no cocina, pero al parecer se despertó de buen humor.
Le echo un vistazo a mi hermano que tiene la vista clavada en la taza de café cuyo contenido debe estar helado ya que nos la dieron hace veinte minutos y él no le ha dado ni un sorbo.
Conozco bien a Alexander y sé que está distraído, cuando él no es así; esta callado, cuando el habla hasta de la importancia del agua; y lo más importante, no nos ha querido hablar del viaje a Suecia cuando estaba tan emocionado por ir. La noche antes de irse prometió -sin que yo se lo pidiera- que me contaría hasta el más mínimo detalle de lo que hubiese hecho en aquel país, pero no me ha contado ni como es el clima.
-¿Entiendes, Alex? -me espabilo al escuchar que mamá preguntarme algo.
Miro a los lados buscando algo que me indique qué es lo que se supone que debo responder, a la final me voy por lo más fácil.
-Si, lo entiendo -le respondo reprimiendo un bostezo.
-Bien, entonces desayunemos, luego vendrás conmigo a mi habitación para darte el vestido y arreglarte ese cabello tan desastroso que cargas -hago una mueca.
Sí, mi cabello esta hecho un desastre porque no pretendo peinarme cuando apenas me levanto, pero no tiene porqué decirlo como si fuera el mayor crimen de la humanidad.
Aunque mi madre trata de mantenerse al margen con lo que respecta a mi vida, sé muy bien que le cuesta un mundo hacerlo, y por muchas razones. Por cómo me visto, porque según ella no es digno de una chica decente; por como hablo, me falta "educación"; por cómo me comporto con las demás personas, en esto le doy la razón, tiendo a ser muy tosca, pero es algo que no me interesa cambiar.
Papá termina de hacer los huevos y nos da a cada uno una porción decente, ni mucho ni poco, para poder saciar nuestra hambre. Una vez todos terminamos de desayunar la ama de llaves recoge los platos, me quedo allí viendo como mi hermano teclea frenéticamente en el celular mientras frunce el ceño, como si lo que sea que recibiera como respuesta, le degustara. Ese lado chismoso que habita en mi decide que debe saber que tanto le contraría a mi perfecto hermano mayor.
Me inclino sobre el mesón intentando ver sin que él se dé cuenta. Está en la aplicación de Whatsapp, en una conversación con...
-¿Qué haces? -pego un respingón ante su pregunta que me hace balancearme en la silla alta casi haciéndome caer.
Me agarraron con las manos en la masa.
-Nada, solo veía ese bichito que tienes en la camisa -me excuso, él frunce el ceño y baja su vista a la franela de tiras que lleva puesta, efectivamente hay un bichito allí.
Vaya, hay que ver que no debo tener tanta mala suerte.
Se lo sacude y vuelve su vista a mí.
-¿Cómo te fue en el viaje a Suecia? -no soy persona de andar con rodeos, mejor claro y directo. Alza las cejas al escuchar mi pregunta.
-Bien -se encoje de hombros volviendo la vista al celular-. ¿Ya recogiste tus horarios? -cambia de tema.
-Sí y no cambies el tema ¿Por qué no has querido hablar sobre el viaje? -frunce el ceño sin despegar la vista del aparato.
Lo miro fijamente para que no crea que se librara de mí. De un momento a otro noto un movimiento cerca de mis piernas, miro hacia abajo, su pie derecho se mueve de un lado a otro. Con lo mucho que conozco a este angelito, sé que hace eso cuando está nervioso o enojado, está nervioso.
-Dime que... -intento presionar, pero mamá me interrumpe.
-Alex, vete a bañar para arreglarte -suspiro vencida, por ahora. Me bajo de la silla, antes de pasarlo por completo hablo.
-No te salvaras de mi, angelito -hace una mueca, ahora, no sé si por el apodo o porque no quiere sacar el tema de Suecia, me inclino más por la segunda opción.
Salgo de la cocina yendo en dirección a mi habitación, una vez allí me desvisto completamente y voy al baño para tomar una ducha con agua caliente. Tardo casi media hora, me gusta estar bajo el agua de la regadera, se siente como estar bajo la lluvia, pero en vez de mojarme con agua sucia me mojo con agua limpia.
Salgo, me pongo ropa interior de algodón negra y una bata de seda que me regaló mamá. Voy a la habitación de mamá y papá, no toco antes de entrar porque la puerta esta entreabierta por lo que supongo cosas "malas" no deben estar haciendo.
-...igual debes tener cuidado por si... -cuando mamá me ve se calla abruptamente.
-¿De qué debe tener cuidado papá? -le pregunto acercando a ellos, miro de una al otro esperando una respuesta.
-De nada cariño, todo está bien -responde mi padre, me da un beso en la frente antes de marcharse.
Me le quedo viendo a mamá con una ceja arqueada, con una clara expresión de no-me-creo-lo-que-dijo.
-Vamos a secarte el cabello -se hace la desentendida mientras me arrastra hasta un pequeña butaca para que me siente y ella pueda secar mi cabello
Me sienta frente al espejo, la veo movilizarse por su habitación buscando todo lo que va a necesitar, observo todos sus movimientos con desconfianza.
El trabajo de mi padre no es fácil, sé bien que corre riesgo, pero hace mucho que dejo el trabajo de campo, cuando ascendió, empezó a ocuparse de otras cosas dejando el peligro en un nivel mínimo.
Mamá empieza a peinarme mientras me cuenta que quiere cambiar el color de su habitación. La habitación de mis padres es de un simpático color pastel, una decoración simple que le da un toque elegante. Tienen un gran armario, una cama matrimonial grande con sabanas a juego con las cortinas que cuelgan de la ventana que da paso a un balcón amplio; todo esta ordenado a excepción de un par de calcines y una corbata rosada, que veo sobre una de las sillas que hay, de papá.
Mamá al terminar de secar mi cabello lo recoge en una coleta alta dejando escapar estratégicamente un par de mechones dándome un aire despreocupado, aprieta bien la coleta para proceder a hacer unos lindo rulos que también hace en los mechones que dejó sueltos. Me hace un maquillaje sencillo: mascara para pestañas, delineador de ojos negro, base para tapar las imperfecciones que dejó el acné hace unos años, brillo de labial color cereza que resalta mis labios voluptuosos.
Una vez terminamos con el maquillaje y peinado pasamos a colocarme el vestido que mamá compro para mí. Dice que no me dio uno diseñado por ella misma porque cuando vio este le pareció perfecto para mí.
No voy a negar que el vestido es hermoso y de un color que, definitivamente, me gusta usar. No replico solo dejo que me ayude a colocármelo, me extiende unas zapatillas con tacón, de unos cuatro centímetros, que van a juego con el vestido.
Me pide que la espere en la sala con Alexander mientras ella se alista, le ofrezco mi ayuda, pero desiste de ella argumentando que puede sola.
Bajo a la sala, pero antes paso por mi habitación en busca de mi celular, al ver la hora me sorprendo al máximo, son casi las once y media del medio día ¿En qué momento paso tanto tiempo? Llego hasta la sala donde me encuentro con mi hermano el angelito que parece un regalo para pecar.
Esta vestido con traje azul cielo, chaqueta abierta, camisa blanca e inmaculado, el pantalón le ajusta a la perfección gracias a que es hecho a la medida, zapatos negros que combinan perfectamente, el cabello lo tiene peinado hacia atrás dándole ese aire refinado, pero ardiente al mismo tiempo. Si tuviera amigas, ellas babearían por mi hermano.
-Vaya, vaya -aparta la mirada del portarretratos que tiene en las manos para darme su atención-, pero si estas para tirarte a la basura hermanito, te vez terrible -miento y debe notarse en mi cara porque sonríe con orgullo.
-Si te quieres mentir, bien hazlo, igual no me afecta a mi -deja el portarretratos en su lugar para venir hacia mí.
Camina a mí alrededor como si estuviera examinándome, se detiene frente a mí y asiente.
-Hasta pareces una niña decente que no rompe un plato, pero aquí sabemos que rompes la bajilla completa -ríe por lo bajo yo lo liquido con la mirada.
Ambos nos dirigimos hasta el sofá de dos plazas y nos dejamos caer uno al lado del otro. Pasamos varios minutos en silencio, cada quien en su mente intentando comprender lo incomprensible.
-¿Por qué crees que le dan tanta importancia a este almuerzo? -pregunto rompiendo el tan cómodo silencio.
-Ni idea, quizás papá se retire finalmente -volteo a verle con la sorpresa marcada en el rostro, ¿Sera? ¿Por fin lo dejara?
-¿Tú crees? -en ese momento recuerdo lo que mamá le dijo, no, no dejará su empleo-. Olvídalo, ese no es el motivo -le informo dejándolo confundido.
-¿Cómo sabes?
-Escuche a mamá decirle que no se pusiera en riesgo o algo así -le quita importancia con un gesto de la mano-. No lo dejará, debe ser otra cosa, pero en fin, mientras no me afecte me da igual -me encojo de hombros.
El me mira incrédulo, pero luego pone los ojos en blanco y saca su celular quitándome importancia. Él sabe bien como soy, si algo no me afecta pues no me importa.
Saco mi propio celular para revisar las redes sociales, tengo un par de mensajes de unos chicos a los cuales no recuerdo haberles dado mi número por lo que los bloqueo para no tener inconvenientes. Reviso los comentarios de una publicación que subí hace una semana a un grupo de arte, es el boceto del perfil derecho de una chica desconocida que me provocó dibujar cuando estaba en un parque cerca del centro de Princeton, sus facciones denotaban nostalgia pura, como si pensara en algún evento reciente que la hiciera sentir así; los comentarios son positivos, alagan mi buena mano para dibujar, le doy like a un par de comentarios hasta que me aburro.
Vuelvo a ver a Alexander justo en el momento que Marie pasa por la sala dirigiéndose a las escaleras, mi hermanito tiene una sonrisa de satisfacción plantada en la cara, asumo, debe ser por lo que está viendo en el celular. Me acerco hasta que puedo ver claramente como habla con una chica por Whatsapp, su nombre es Mireia o así la tiene agregada, ella le pregunta que si la puede recibir en el aeropuerto cuando llegue, él le dice que sí y ella...
-¡¿Qué mierda?! -exclamo sobresaltando a Alexander, me mira con los bien abiertos mientras yo sigo sin poder creer lo que leí.
-¿Qué te pasa? -pasa de estar sorprendido a enojado.
-Tienes novia -afirmo.
De inmediato se pone pálido y lo niega sin pensar.
-No -se guarda el celular.
-No te pregunto, lo vi, esa chica te decía: "tengo el mejor novio del mundo" -digo con voz chillona aunque no sé si ella habla así.
Se levanta del sofá, me levanto tras él, ambos vemos como papá con un traje gris y corbata negra sale por la puerta principal, Marie, que iba con él, sigue hasta la cocina. Vuelvo mi vista hacia mi objetivo.
-Ella no habla así -es lo que dice.
Voy acercándome hacia él con pasos lentos y amenazantes, se queda muy quieto, pero con la barbilla en alto. Ya que es, por unos centímetros, más alto que yo, debo levantar un poco la cabeza cuando estamos suficientemente cerca. Lo acuso con la mirada, que empiece a cambiar de peso de un pie a otro me indica que esa relación ni siquiera debe estar bien.
Empezando con que, no nos dijo, ¿desde cuándo el chico perfecto oculta este tipo de cosas?; la oculta, él no tiende a ocultar sus relaciones; la niega, ¿Por qué?; y se pone nervioso con la simple idea de que le pregunte sobre ello, algo no está bien.
-¿Por qué la niegas? -empiezo a preguntar- ¿Quién es? -retrocede un paso, avanzo- ¿Cómo se llama? -retrocede, avanzo- ¿Dónde la conociste? -retrocede, avanzo- ¿Por qué sigues cayado? ¡Responde! -exclamo exasperada.
-Yo... -traga grueso.
-¡Chicos, vengan a conocer a los invitados! -exclama mamá desde la entrada de la casa, la excusa perfecta para que Alexander se escape.
-Nos llaman -rodea uno de los sofás para no tener que pasar a mi lado para ir con los dichosos visitantes.
Voy tras él alcanzándolo antes de que llegue con nuestros padres.
-Alexander, no te vas a salvar de que hablemos y... -detengo la caminata y mis palabras un momento, mi hermano me ve extrañado deteniéndose a mi lado.
Escucho ha papá hablando con alguien, sé que se acercan, pero no levanto la mirada, estoy concentrada en identificar esa voz, ese acento...
-Conozco ese acento -susurro para mí, pero al parecer Alexander escucha.
-¿De qué hablas? -le tapo la boca con una mano para poder escuchar bien esa voz, pero ahora es solo papá quien habla.
Ellos se acercan, escucho la exclamación de sorpresa de mamá, claro, sigo con mi mano en la boca de Alexander.
-¡Alex, deja a tu hermano! -lo suelto poniendo los ojos en blanco, por lo cual recibo una mirada matadora de su parte.
Levanto la mirada y... los recuerdos llegan de un golpe, el café, ese acento... La molestia emerge de mí al instante. Claro que reconozco ese acento, si es el idiota que me arruinó la camisa que me regalo mamá.
Lo miro con notable desprecio, él me escruta de arriba abajo sin dejar un solo espacio de mí sin ver. Su mirada conecta con la mía, en un principio hay curiosidad, como si no me reconociera, un segundo más tarde, hay desafío. Arquea una ceja como si preguntara ¿Te-molesta-mi-existencia?
Y si, me arde su existencia porque no debería existir idiotas como él en el mundo ¡Y mucho menos estar en mi casa!
Alexander nota mi hostilidad hacia el hombre del cual desconozco su nombre así que se apresura a presentarse correctamente, quedando como el santo de los hermanos Beckett.
Ya ni me molesta.
-Mucho gusto -le extiende la mano al hombre que parece tener la misma edad de mi padre, ni siquiera había notado su presencia-, Alexander Beckett -el hombre recibe el saludo apretando y sacudiendo un poco la mano de mi hermano.
-Frederick Brown -se presenta-. Él es mi hijo, Damien Brown -los presenta.
Alexander extiende su mano hacia él con cortesía, este la mira y luego lo ve a él, Alexander flanquea entre sí retirar la mano o esperar un apretón, al final Damien acepta el apretón. Noto como le aprieta de más, pero Alexander no retrocede ni hace una mueca de dolor.
Mamá y papá me ven a la espera de que ponga en práctica mis buenos modales, no los defraudo, bueno, no por completo.
Doy un paso al frente para poder extender mi mano hacia el seños Frederick.
-Un gusto conocerlo, señor Brown -acepta mi apretón. Su mano, un poco rustica, toma la mía con delicadeza y la sacude sin ningún tipo de brusquedad-. Soy Alex Beckett -le doy una sonrisa cordial.
-Para mí es igual un placer volver a verte al fin Alex -elevo una ceja-, puedes decirme Fred o Frederick, como prefieras solo no estemos con formalidades -creo que ve mi interrogativa ya que aclara el porqué de su decir de volver a verme cuando nunca lo había visto-. Te conocí cuando estabas muy pequeña, Alex, al igual que a tu hermano -clava su vista en mi hermano.
Sin ningún tipo de modales me volteo con la intención de ir directo al comedor haciendo caso omiso del otro ser humano que, por desgracia, está pisando mi casa. Pero mamá me detiene.
-Alex -riñe-, preséntate con el joven -volteo hacia ella.
-No quiero -replico en su idioma natal.
-Hazlo o tendrás problemas -amenaza.
Alexander, consciente de lo que acabamos de decir, se remueve incomodo. Papá que debió entender una que otra palabra, me mira recordándome que prometí portarme bien. Los invitados nos ven sin entender una sola palabra de lo que dijimos, por suerte para mamá.
Respiro profundo reuniendo toda mi calma, que es poca, para presentarme al troglodita sin gritarle algo grosero a la cara.
-Alex Beckett -me presente mirándolo a los ojos de forma hostil.
-Damien Brown -se presenta mirándome con curiosidad.
Ninguno hace el amago de una apretón de manos ni de decir algo mas, solo nos miramos, yo con obvio rechazo y él como si intentara entender por qué me comporto así.
-Tienes unos lindos hijos, Mauricio -le halaga Frederick a papá.
-Sí, muy lindos -remarca cada palabra viéndome con reproche. Mamá se aclara la garganta llamando la atención de todos.
-Bueno, pasemos al comedor ¿Les parece? -pregunta notablemente incomoda.
No espero ninguna respuesta antes de empezar a caminar hacia el comedor. antes de poder alejarme por completo logro escuchar como Frederick halaga la decoración que mamá escogió para la casa.
-Quizás debas darme el numero de tu decoradora, Maritza -pongo los ojos en blanco, lo hace solo para que mamá no se sienta tan incómoda ante mi escena de poca madurez.
Llego hasta el comedor. Una mesa rectangular se extiende en medio de la estancia, no es dramáticamente larga, pero lo suficiente para que al menos diez personas se sienten sin ningún problema. Me siento en la segunda silla del lado izquierdo, dejando la primera para mamá y la cabecilla para papá.
Me quedo con la vista plantada en la mesa, no quiero ver como mamá y papá me reprochan con la mirada mi mal comportamiento; tampoco quiero ver al señor Frederick que poco me importa; mucho menos al idiota, que ahora sé se llama Damien; me queda mi hermano, pero él acaba de desviar la mirada cuando la puse en él.
No importa si tengo que esperar a que se acabe esta cena, igual voy hablar con él sobre esa chica de la cual no recuerdo el nombre, que ni crea que se salvó. Que se haya sentado del otro lado de la mesa, al lado de Damien, me indigna y me preocupa ¿Qué tan malo puede ser su relación con esa chica como para no sentarse a mi lado?
El almuerzo es servido, las conversaciones en la mesa no cesan, yo no participo a menos que me hagan una pregunta directa las cuales respondo con monosílabos o de manera esquiva.
Sé que esta comida no la preparo mamá porque; primero, no le dio tiempo; y segundo, no sabe igual que su comida. No es mala, pero le falta sabor.
Cuando le preguntan a mi hermano sobre qué estudia, vuelve a quedar como un chico bueno gracias a que lleva todo como debe ser y también a que mi hermano estudia política, la misma carrera que, me entero, estudia Damien. Sin embargo, mi hermano estudia relaciones internacionales[1] y Damien algo a lo que no le presto atención ya que mi celular vibra con una notificación de Whatsapp, es Kill.
Kill:
¿Cómo va el almuerzo?
Como la mierda.
Kill:
¿Por?
Después te cuento.
Levanto la vista del celular al sentir una mirada pesada sobre mí, Damien me está mirando. Ya no hay curiosidad en sus ojos, de hecho, no veo nada más que un gris oscuro en ellos, no hay nada. Elevo mis cejas como si le preguntara ¿Qué-me-vez? Él no se inmuta, se queda allí observándome.
Los pelos de la nuca se me erizan ante su mirada. Ya que estamos en esto de vernos, detallo su rostro lo más que la distancia me deja. Cabello rubio, ojos grises oscuros, cejas pobladas y del mismo color que su cabello; tiene la frente corta y la barbilla con un hoyuelo; el labio superior en forma de corazón y menos llenos que el inferior. Sus facciones son duras y varoniles...
Vaya, lo estoy detallando demasiado para mi bien.
Este chico sí que es guapo, pero no le quita lo idiota, aunque para un polvo....
No, me niego.
Aparto la mirada de él mordiéndome el labio inferior por la escena que se quiere armar en mi cabeza, pero me niego y alejo esas imágenes.
-Hijos -volteo inmediatamente ante el llamado de Mauricio-, debo darles una noticia -empieza serio-. Ustedes no lo saben, pero mi amigo Frederick es dueño de una compañía para la protección informática, Compañías Fother-Brown -frunzo el ceño sin entender que tiene esto que ver con él.
˃˃ He estado pensando en retirarme de la policía -ahogo una exclamación de sorpresa, comparto una mirada esperanzada con Alexander- para postularme como gobernador de New Jersey -anuncia con una sonrisa, yo hago una mueca- y mi amigo Fred va a financiar la campaña, junto con otras personas, para mi postulación -vuelvo a compartir una mirada, pero esta vez de preocupación, con Alexander.
Mauricio Beckett, es el actual director de la policía de Newark, fue impresionante para los demás detectives ver como papá subió de rango con tanta rapidez. Fue reconocido a nivel nacional por atrapar a un asesino en serie que ni siquiera estaba atacando en nuestra ciudad, pero se preocupo por el caso y con la ayuda del FBI pudieron atraparlo.
Cuando papá dejo de ser detective y de correr tantos riesgos un aire de alegría se expandió entre mi hermano y yo, ya no tendríamos que preocuparnos tanto porque un día uno de sus compañeros nos dé la noticia de que falleció a causa de una bala, pero esto es sorprendente.
No creo que ser gobernador vaya a matarlo, pero es algo muy difícil, requiere de mucho tiempo y esfuerzo y simplemente no quisiera que papá se metiera en esos líos, pero no soy nadie para oponerme a algo que quiere.
Mamá lo abraza y nos pide a nosotros que nos acerquemos a felicitarlo, Alexander como el hijo perfecto, lo felicita como si en el fondo no le preocupara esta candidatura, yo ni siquiera me levanto de la mesa.
-¿Alex? -me llama papá.
-Siempre he creído que este tipo de cosas se hablan primero en familia -hace una mueca ante la frialdad de mis palabras-, pero si es lo que quieres, pues como sea -me encojo de hombros tomando un poco de la champán rosada que sirvieron hace unos minutos.
-Alex... -empieza Maritza, pero Mauricio la interrumpe.
-Está bien -sonríe para su amigo cuando este le ofrece un abrazo de felicitaciones.
Damien, como yo, no se levanta ni le da importancia a lo que está sucediendo.
-Que pase el fotógrafo -pide Frederick.
Pero si hasta fotógrafo trajeron, que bonito.
-Alex, Damien, vengan para la foto -ambos cruzamos miradas antes de levantarnos y obedecer la orden de su padre casi en automático, por lo menos de mi parte.
Con las copas llenas de champán y fingiendo un brindis toman una foto, luego otra donde me quieren obligar a sonreír, pero me niego hacerlo al igual que el hijo de Frederick.
Al terminar camino entre ellos para alejarme, veo a Damien sin su copa y sin la chaqueta del traje, concentrado en el celular de espaldas a mí y, en una idea fugas, para cobrarme lo del café camino hacia él y choco contra su espalda "accidentalmente" derramando el resto del contenido de mi copa sobre su espalda dejando una gran mancha rosada en ella, también noto que el champán ha caído en el suelo chispeando unas gotas a mis zapatos.
Él se gira y me lanza una mirada mordaz, le doy una tenue sonrisa y, susurrando para que solo él me escuche, le digo:
-Ensuciaste mis zapatos -me doy la vuelta para irme, pero, para mi mala racha, mamá me está viendo con el rostro color carmesí de la furia.
-¡Alex Beckett, ¿Qué hiciste?! -me regaña con un grito sin preocuparle avergonzarse o avergonzarme.
Se apresura hasta Damien intentando limpiarlo pero haciendo la mancha aun mas grande, el se sacude a mi madre de manera osca, pero luego le da la mas falsa de las disculpas.
-Llévalo a que se cambie -me ordena de manera dura.
-No voy a... -intento replicar.
-¡Si vas! -me sobresalto ante su grito, pero recupero la compostura rápidamente.
-Sígueme -le indico furiosa.
Lo guio hasta el baño que se encuentra en el pasillo en la planta baja, le indico que se lave en el baño mientras busco una camisa de Alexander que le quede porque, por lo que acabo de ver, este chico o más bien hombre, es mucho más ancho y musculoso que mi hermano.
Termino sacando una camisa negra de Alexander de la lavandería y se la llevo, le indico que la tengo y, como si fuese una chica a la que le apena que la vean, saca la mano por la puerta pidiéndome la camisa, se la entrego porque quiero acabar con esto de una vez.
Sale del baño, la camisa le queda mucho más ajustada que la blanca por lo que se notan mucho mas sus fuertes brazos, joder que esta bueno, ¡Pero no!
Doy la vuelta para marcharme, pero me toma del codo de manera brusca y un poco dolorosa.
-¿Qué te pasa? Suéltame -le exijo sin levantar la voz para no tener más problemas.
-No te metas conmigo, niña, que saldrás perdiendo -puedo ver la furia brotando por sus poros.
No le ha gustado nada que me cobrara la del café.
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[1] Relaciones internacionales: quienes desempeñan esta profesión no solo trabajan para el gobierno, pero muchos si lo hacen y se encargan de velar por las buenas relaciones diplomáticas entre el gobierno e instituciones del estado con otros países.
Nota: Aquí el nuevo cap, ya vamos por el cuarto capitulo y esto me emociona.
Espero les guste
Aquí me dicen qué piensan de Damien y Alex.
NO OLVIDEN VOTAR Y COMENTAR.
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