01:De vuelta a casa.
✨Nota: ¡Espera ahí! Antes de que empiecen a leer quería decirles que me gusta dedicar mis capítulos así que comenten. Ahora sí, pueden empezar.
Alex.
03 de julio del 2019.
Arrastro la maleta hasta llegar a las escaleras, veo hacia abajo tratando de entender cómo es que voy a bajar esta maleta tan pesada por esas escaleras tan largas. Si, definitivamente no fue buena idea decirle al chofer que me esperara abajo, ¡Genial Alex, llego la hora de dejar la columna en bajar una tonta maleta!
Respiro profundo preparándome para este desafío, algo un poco tonto ya que no es misión imposible bajar una simple maleta, pero cabe destacar que esta maleta pesa como cien kilos y cada vez que la levanto parece pesar aún más. Solo es ropa y un par de libro que me dio el abuelo para sumarlo a la biblioteca infinita de papá, pero Dios, parece que llevara piedras en ella, no recuerdo haber metido piedras. Estoy empezando a divagar en vez de empezar a bajar.
Dejo salir todo el aire de mis pulmones antes de levantar la pesada maleta. Voy bajando los escalones muy lentamente, porque primero lenta que con un brazo roto por haber caído por las escaleras. Cuando voy por la mitad del camino, que parece infinito, el abuelo aparece en mi campo de visión, me frunce el ceño como si me faltara un tornillo.
Pone los ojos en blanco antes de llamar al mayordomo y hacerlo llevar mi maleta. El mayordomo baja con la maleta como si no pesara, me quedo plantada a mitad de las escaleras estupefacta ¿Cómo hizo eso? Sé que no soy la más fuerte de este lugar, pero voy al gimnasio debería poder cargar mi maleta.
—¿Te vas a quedar viendo hacia la salido como una boba o vas a terminar de bajar? —me pregunta el viejo con notable amargura. Esta vez soy yo la que pone los ojos en blanco.
—No te pondrás más viejo si me tratas con un poco de amabilidad, cascarrabias —paso rápidamente por su lado dejándolo atrás y refunfuñando, estoy casi cien por ciento segura de que me ha lanzado una de esas miradas, que si mataran, me habría acribillado antes de lanzarme por las escaleras y dejarme allí para que muriera lentamente.
Un poco dramático de mi parte, pero estoy segura de que este anciano haría eso sin importar que soy su nieta favorita.
Salgo de la casa con murmullos, que no logro entender, por parte del abuelo.
Aunque, quizá, le incomoda un poco tenerme tanto tiempo a su alrededor, sé que no quiere que me vaya y yo tampoco quiero irme. Ha sido un mes de relajación, adiós estrés, adiós ruidos pesados de ciudad, adiós mamá pidiéndome ayuda para todo, adiós papá quejándose de que llegue tarde a casa… Si, definitivamente no quiero irme de aquí. Pero es hora de volver a casa, hay cosas que arreglar.
—Alex —me llama el abuelo, me volteo de inmediato—, ¿Qué le digo al tipo con quien estuviste fornicando cuando me pregunte por ti? —no soy persona de sentir vergüenza por cualquier cosa, pero ¿Quién no se sonrojaría de la vergüenza al escucha a su abuelo decir eso? Pues genial por el afortunado que no lo hace, porque yo, estoy furiosamente sonrojada.
El silencio nos rodea mientras intento pensar una respuesta razonable, pero ¡Joder! ¿Qué le respondo? Dios, apiádate de mí y envíame a un abuelo normal.
—Sigo esperando tu respuesta, terremoto —entrecierra sus ojos grises hacia mí, mismos ojos que lamentablemente no heredamos ni mi padre ni yo.
—Merdio, esas preguntas no se le hace a una nieta. Es como si yo preguntara qué se supone que le diga a nuestra ama de llaves cuando me pregunte por ti, se sabe que se enrollan, pero ese no es mi problema —me encojo de hombros como si esta fuera una conversación que pasa todos los días.
Una sonrisa picara y maliciosa se apodera de sus labios, ahí viene con una de las suyas.
—Si pregunta por mí, dile que venga el fin de semana que viene y que prepararé un jueguito muy divertido para nosotros —hago una mueca ante sus palabras.
—Mucha información, abuelo —pone los ojos en blanco.
—No hables como si fueras un angelito que no sabe que significa la palabra: sexo. No te queda el papel —entrecierro mis ojos hacia él.
Si, no soy precisamente una santa, pero tampoco es como si me gustara hablar de mis intimidades con mi abuelo, un abuelo que parece mi padre, pero ese no es el punto.
Merdio es un hombre que ya pasa de los sesenta, pero que parece de cincuenta. Pocas canas entre su cabellera negra, un cuerpo bien cuidado y un rostro que, aunque tiene muy marcadas las líneas de expresión, le faltan arrugas para que alguien le diga “abuelo”. Y no es como si el viejo fuera a hacer ejercicio todos los días y cumple con una dieta con grasas fuera de ella, no, mi abuelo come más que un remordimiento de conciencia y sale a trotar solo dos veces por semana. Ese cuerpo ni idea de donde salió, pero esa mente sucia que tiene sé muy bien de donde la saco.
—Bueno, en fin, ya me voy —hace una mueca de fastidio ante mis palabras.
—Tu mamá si es fastidiosa, como si faltar una semana a clases te hiciera perder el año —se queja yo rio un poco.
—No me hará perder el año, pero igual debo ir, ya sabes, para no escuchar luego su cantaleta de nunca-me-obedeces —sonríe de costado.
Me acerco y lo abrazo fuertemente y por largos minutos solo para fastidiarlo. Se queja de diciendo que le estoy cortando el aire con mi abrazo de oso demoledor, sé que es mentira, aunque por su edad está un poco más bajo que cuando estaba joven, sigue siendo mucho más alto y más ancho que yo.
—Recuerda escribirme cuando llegues —si, también esta actualizado en cuando a tecnología se refiere—. Y dile a tu padre que deje de ser un dolor de culo que me estoy tomando el medicamento para la tensión —dice hastiado.
Papá es un poco paranoico en cuanto a la salud del abuelo se refiere, manda a una enfermera semanal para asegurarse de que se esté tomando el medicamento.
—Yo le digo —le doy un beso en la mejilla y me separo de él para subirme a la camioneta.
Antes de que el auto arranque se acerca trotando, bajo la ventanilla del asiento trasero para escuchar lo que sea que me vaya a decir.
—No me dijiste que debo decirle al chico cuando pregunte por ti —la diversión brilla en sus ojos y el rubor vuelve a adueñarse de mi rostro.
—Adiós, abuelo —señal suficiente para que el chofer arranque dejando a un viejo riéndose atrás.
El viaje de vuelta a Newark, lugar donde vivo, solo dura una hora. Hora en la que me la paso jugando candy crush en el celular o leyendo una novela juvenil con escenas subidas de tono que me dio el abuelo diciendo y cito: “Lo que no te enseña uno de los balurdos con los que te acuestas, y no precisamente a dormir, te lo enseñaran estas novelas que son mas explicativas en el tema”. Sonrojada tome el libro haciéndome oídos sordos a lo que me había dicho, eso fue al día siguiente de mi primera acostada con el chico del que hablaba hace un rato. Ese viejo no se le escabulle ningún detalle.
Entrando a la ciudad mi celular suena anunciando una llamada entrante, cuando desbloqueo el aparato veo una foto de mamá y papá, respondo.
—¿Ya llegaste? —es lo primero que dice mi madre.
—Hola, mamá ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar —digo algo molesta por su falta de educación y eso que mi educación me la dio ella.
—Disculpa cariño, es que estoy un poco estresada por lo de la pasarela de hoy, déjame y empiezo de nuevo. ¿Cómo estas, hija? —la escucho un poco más relajada.
No la debe estar pasando bien, sé que hoy tiene una pasarela muy importante para ella y que debe estar estresada entre tantas modelos y tantos detalles que no deberían solucionarse el último día, pero que igual salen es a último momento. En otra ocasión yo estaría allí ayudándola, pero hoy no, no quiero pasar mi día estresada por una pasarela.
—Bien mamá, gracias ¿Tu como estas? —suspira dramáticamente.
—Esto es cada vez más difícil, no sé cómo es que después de años aun sigue siendo así —bufo.
—Es parte del oficio y lo sabes —me miro las uñas de manera despreocupada, debo mandármelas a arreglar.
—Sí. ¿Vendrás a ayudarme o iras directo a casa? —pregunta esperanzada de que diga que voy con ella, hoy no mamá.
—Ni una ni la otra, voy directo a casa de Liam, mandare la maleta con el chofer —antes de escuchar su respuesta mi celular anuncia otra llamada entrante al ver la pantalla aparece la misma foto que tiene el contacto de mamá, pero esta vez es papá —. Espera un minuto, papá está llamando déjame entrelazar las llamadas —tengo una respuesta afirmativa antes de hacer lo que ya había dicho.
—Buenos días, hija ¿Cómo va el viaje? —saluda antes de que yo pueda decir algo.
—Hola, papá, todo va bien ya estoy llegando, por cierto mamá está en la línea.
—Hola, cielo —saluda mi padre.
—Hola, cariño —le devuelve el saludo mamá, el de ella es un poco desanimado.
—¿Cómo van los preparativos de la pasarela? —típico, ambos me llaman al mismo tiempo y me dejan fuera de la conversación cuando entrelazo las llamadas.
Los escucho hablar del desfile por cinco minutos en los cuales llego hasta la casa de Liam, pero decido esperar a hablar con ellos antes de bajar del auto.
—Por cierto, tu hija no irá a casa, se quedara con Liam —me acusa mamá, abro la boca indignada, mi madre me traicionó.
—Qué lindo, mami, ni siquiera me dejas decirle yo —no responde y asumo que se encogió de hombros como siempre lo hace cuando me deja en evidencia.
—Alex, entiendo tu relación con el chico, pero no te cuesta nada llegar directo a la casa —suspiro cansada de la misma conversación de siempre.
Sé que papá no piensa así, pero le sigue la corriente a mi madre un rato antes de convencerla para que me deje tranquila, pero sigue siendo sofocante el hecho de que, después de tanto tiempo, ella no acepte de una vez que Liam es importante para mí y que a veces solo quiero pasar el rato con él.
Dicha conversación empieza, papá me riñe un poco, mamá me da un sermón de que debo pasar más tiempo en casa, papá le dice que me lo dejen pasar por hoy y mamá acepta con la condición de que pase todo el domingo en casa para almorzar en familia ya que mi hermano llega mañana en la noche de su viaje por Suecia. Acepto solo para que me dejen bajar de una vez del auto.
Mamá es la primera en colgar ya que debe resolver un nuevo problema que se presento con una de las modelos.
—Si sabes que ella siempre va a decir lo mismo cuando digas de un momento a otro que pasaras tiempo con Liam ¿No? —a través del teléfono escucho como teclea en su laptop.
—Si, por eso siempre estarás para convencerla de que me deje respirar ¿Cierto? —escucho una afirmación muy bajita, pero allí esta—. Te dejo, ya llegamos a casa de Liam, nos vemos mañana, besos y que te vaya bien en el trabajo —terminamos de despedirnos y, por fin, bajo del auto.
Ni siquiera tomo alguna prenda de ropa, solo bajo y le diga al chofer que deje la maleta en mi habitación cuando llegue a casa.
Camino hasta la entrada del edificio donde vive Liam, el portero me deja entrar ya que estoy en la lista de visitantes. Entro al ascensor y marco el código que se necesita para que el mismo me deje en el pent hause de Liam, ni siquiera me tomo la molestia de decirle que estoy aquí, es como si este lugar fuera mío.
Liam vive en el mejor edificio de Newark, en la mejor zona de apartamentos. El edificio se encuentra en una urbanización cerrada que cuenta con ocho edificios más que este. Cada edifico tiene doce piso, algunos tiene solo cinco, y cada piso cuanta con tres apartamentos exceptuando los últimos dos pisos —los edificios que cuentas con los doce pisos— son pent hause que tienen el elevador conectados a los mismos, como el de Liam. Entro al lugar, inmediatamente el aire acondicionado me golpea, estamos en esos mese del año en que en Newark hace un clima caluroso y húmedo.
Un olor a palomitas de maíz me arrastra hasta la cocina, pero antes me quito la chaqueta roja y la dejo en uno de los sofás que va acorde con la decoración al estilo francesa del lugar. Los colores pasteles siempre me harán hacer una mueca, cada vez que vengo es lo mismo, no termino de acostumbrarme a que el lugar este decorado así. Antes de llegar a la cocina me detengo al ver un nuevo portarretratos que no estaba allí cuando me fui hace más de quince días, frunzo el ceño tomándolo entre mis manos. Termino de llegar a la cocina.
Está recostado contra el mesón de espaldas a mí, teclea en su celular de manera frenética, tiene el ceño fruncido y sus ojos azules entrecerrados. Va sin camisa y con pantalón de pijama.
—Me explicas qué es esto —se sobre salta ante mi voz y se voltea asustado, yo levanto el portarretratos sin inmutarme ante su acción.
—¿Estás loca? —se lleva una mano al pecho como si intentara calmar los latidos de su corazón, debe estar que se le sale por la boca ante semejante susto— Casi me matas del susto, sé que te dije que podías subir sin anunciarte, pero Dios, podrías por lo menos avisar cuando estés aquí —me mira como si quisiera asesinarme y todo por un pequeño susto.
Yo por mi parte sigo sin moverme a la espera de la explicación que pedí y para mostrar mi punto sacudo el portarretratos para llamar su atención y que me responda. Pone los ojos en blanco antes de responder.
—¿Qué pasa con eso? —se gira hacia el microondas que pita avisando que las palomitas están listas.
—¿Por qué hay una foto de este tipo en tu casa? —vierte las palomitas en un tazón y les echa sal.
—¿Porque es mi novio? —responde obvio, yo bufo.
—¿Y? Este hombre no debía estar en portarretratos junto con los de tu familia, lo vuelve importante —finjo un escalofrío ante la idea.
—Quizás lo es —me pasa por un lado y toma el portarretratos de mis manos antes de dirigirse a la sala, lo sigo.
Coloca la foto de él y su novio en su lugar original para luego ir al sofá de dos plazas y dejarse caer, prende el televisor que ya está en una serie de Neflix y luego la reproduce poniéndose cómodo subiendo sus pies a la pequeña mesa de centro que tiene al frente.
Camino hasta él y me le planto al frente impidiéndole ver la serie.
—No —lo señalo—, no es importante y ambos lo sabemos. Le estas dando más alas de las que deberías, cuando se las cortes tendrás todo un drama que manejar —alza la mirada solo pasa observarme con fastidio.
—Siéntate y veamos la serie —hace caso omiso a mis palabras.
Me dejo caer a su lado para no agobiarlo con mis reclamos, lo conozco muy bien, al fin y al cabo somos mejores amigos; sé que él no quiere hablar de su relación con Jake porque no le apetece sentir la amargura de mis palabras ciertas.
Dejo salir una gran respiración relajándome en el sofá, tomo un puñado de sus palomitas y trato de concentrarme en la serie, no tiene mucha trama, pero es entretenida. Cuando las palomitas se acaban saca, no sé de donde, un paquete gigante de Doritos el cual empezamos a comer de inmediato. Cuando, cinco horas más tarde, terminamos la primera temporada nos quedamos en silencio viendo la pantalla del televisor que anuncia la segunda temporada, debemos pinchar continuar para seguir viéndola, pero ninguno hace nada.
—¿Cómo te fue con el viejo seductor? —pregunta sacudiendo la bolsa de los doritos sobre su rostro para sacar hasta las migajas.
—Bien, estuvo genial pasar tiempo con él, incluso me enseño un nuevo insulto —me mira interesado.
—¿Cuál? —parece divertido ante la idea de un nuevo insulto para explotar.
—“Deja de chuparme los huevos que yo no voy arreglar tu problema de bolas azules” —al terminar de decirlo Liam estalla en risas, trato de contener la mía, pero sus escandalosas carcajadas solo me empujan a soltar una risita.
—¿A quién le dijo eso? —logra decir después de calmarse, incluso debe limpiarse una lagrima que se le salió.
—Al dueño del supermercado, el hombre se puso rojo de la furia, nos echaron del súper sin poder comprar lo que íbamos a comprar —niega con la cabeza mientras ríe.
Pasamos el rato hablando de estas últimas dos semanas, yo hablo más que el ya que quiere saber hasta el último detalle de mi viaje a Princeton y las fechorías del abuelo. Me cuenta un poco de cómo ha avanzado su relación, la cual no me gusta, pero no soy nadie para evitar que salga con un patán. A la hora del almuerzo pedimos comida china ya que ninguno quiere cocinar aunque él sea un mago en la cocina y yo sepa defenderme.
Comemos, reímos un poco del abuelo, luego vemos la segunda temporada de la serie. A las seis de la tarde le propongo la idea de irnos a un bar a beber y divertirnos un rato, pero su respuesta me deja sin palabras:
—No puedo, Jake quedo en venir para cenar juntos y pasar el rato —lo miro indignada.
—¿Y Jake es más importante que yo? —le pregunto a la defensiva.
—Sabes que no, pero quiero pasar un rato con mi novio, me quiero divertir —sube y baja las cejas sugerentemente, yo finjo una arcada porque no me interesa sus planes con el patán.
—Entonces iré sola —pone los ojos en blanco mientras me ve levantarme y tomar el abrigo.
—No es buena idea —me advierte aun en el sofá.
—¿Y? será genial pasar el rato bebiendo, igual ya será mi último día de borracha —camino hacia el ascensor mientras me coloco la chaqueta.
Antes de llamarlo, anuncian por el intercomunicador que Jake va subiendo y necesita que le abran la puerta del ascensor, lo cual hago presionando uno de los botones. El ascensor se abre dejándome ver a un desgarbado hombre de 25 años, piel morena, ojos avellana y una mueca de disgusto cuando me reconoce.
—Hola, Alex —saluda al entrar.
—Hola, Jake —entro al ascensor—. Adiós, Jake —me despido con una sonrisa falsa.
Antes de que las puertas se cierren escucho el grito de Liam diciendo que si necesito algo que lo llame.
Mientras desciendo decido llamar un Uber para que me lleve a un bar. No tarda mucho tiempo en llegar cuando estoy en la acera esperando. Me subo y le doy la dirección del lugar a donde quiero ir.
Quince minutos después estoy en un bar que no es de mala muerte, pero que tampoco es el más popular. Está en una zona decente y cuenta con un karaoke, es divertido ver a la gente cantar mientras se humillan por su terrible voz. Pago la carrera y entro al local, el bar Las Delicias incluso está escrito en español.
Me siento en la barra sin quitarme la chaqueta ya que al parecer aquí funciona el aire acondicionado, pero lo tienen muy alto. Pido un tequila porque quiero embriagarme, empiezo a beber y en este momento no hay nada ni nadie que puede detenerme.
Una botella más tarde le estoy gritando a una mujer que baje del escenario porque canta horrible, decido ir al baño porque ya no aguanto las ganas de hacer pis. Hago lo que voy hacer, me lavo las manos, reviso mi apariencia y, aunque tengo las mejillas sonrojadas, los ojos rojos y la mirada un poco perdida; puedo decir que soy una ebria decente.
Salgo del baño y pido otra botella, la cual no me termino porque siento que vomitare en cualquier instante. A las tres de la madrugada decido que es suficiente diversión por un día y que no valió la pena venir a este bar porque no hubo música buena para bailar un poco. Salgo a la calle, la coche es húmeda, pero no está calurosa; camino en cualquier dirección para perder un poco el tiempo, grave error, termino en un callejón que parece muy peligroso, decido que es mejor volver antes de que alguien decida que sería lindo atacar a la chica ebria, sin embargo, a lo lejos logro ver dos figuras extrañas.
No sé muy bien qué hacen, pero parece que van a tener relaciones al final de este sucio callejón, no logro ver bien ya que mí vista esta borrosa por el alcohol, están muy lejos para distinguirlos y hay poca luz; nada está a mi favor. Cuando me digo que no quiero ver a dos personas teniendo relaciones, me volteo, pero escucho un grito, vuelvo a girarme… Ya no están.
¿Qué…?
Yo los vi ahí hace un momento, o quizás estoy alucinando. No, yo los vi. Ok, lo mejor será que me vaya si no quiero que me lastimen. Pero no sé donde estoy.
Camino fuera de ese callejón, vuelvo al dichoso bar y resoplo frustrada. No quiero llamar un Uber estoy muy ebria. Será mejor llamar a Liam y fastidiarle la noche a Jake, si, buena idea.
Llamo a mi mejor amigo que me contesta al segundo tono, siempre tan bueno.
—Estoy ebria, ¿Me rescatas? —hablo un poco lento, pero si no me conocieras hasta se diría que estoy completamente normal.
—¿Dónde? —escucho como empieza a vestirse con rapidez y también escucho la queja de Jake.
—Las Delicias, así se llama el bar —miro a mi alrededor porque siento una mirada fija en mí, pero no hay nada, solo un par de chicas hablando a un espacio prudente de mi.
—Voy para allá, no te muevas —afirmo y cuelga.
Veinte minutos tarda mi amigo en venir por mí y no viene solo, Jake está con él y me ve como si quisiera degollarme por despertarlo a esta hora. Me subo al auto en los asientos traseros y me dejo caer para dormitar un poco. Al final si me quedo dormida, lo último que siento es como unos brazos fuertes me dejan sobre una cómoda cama.
***
Gruño ante la sacudida que me dan en el hombro, me giro y coloco la almohada encima de mi cabeza.
—Al, despierta —esta vez la sacudida en más fuerte.
—¡No! —le medio grito cuando me quita la almohada de la cara y los rayos del sol me dan justo los ojos.
—Debes despertar —lloriqueo un poco porque realmente me duele mucho la cabeza, el solo pensar en abrir los ojos me duele.
Siento la boca seca y la saliva espesa, el dolor en la cabeza es insoportable, si, estos son síntomas de: una tremenda resaca.
—¿Qué quieres de mi? —le gruño aun sin abrir los ojos.
—Que te levantes, debes ir a la universidad —abro los ojos de golpe ¿Ya es lunes?
—¿Qué?
—Que debes ir a la universidad por unos papeles que debes arreglar, ir por la llave de tu habitación en la residencia y también tomar el tour que darán en pocas horas para que no estés perdida el primer día —la vida realmente es cruel.
Me volteo y quedo boca arriba en la cama ¡Yupi, hora de levantarse con esta resaca para ir a oír estupideces! Si, hoy será un gran día, nótese mi sarcasmo.
Nota: Y EMPIEZA ESTA AVENTURA.
SIGAN BAJANDO.
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