Capítulo. 22 ♥️💙
Chuya se encontraba haciendo sus respectivos estiramientos en el suelo para poder así entrenar. Normalmente, él hace ejercicios de flexibilidad, puesto que esta es la mayor ventaja que tiene y su ropa suele prestarse para esto; más aparte, este no le teme a realizar split, aunque al ver a la mayoría de gente ahí observándole, se dio cuenta de que esto era algo raro para todos.
Más de una vez Mori tuvo que golpear a alguien para poner orden en el lugar o llamar su atención. Por su parte, el castaño parecía irritado por toda la atención que Chuya estaba generando.
El pelinaranja notó a una persona conocida acercarse y sonrió ante la acción. Pensó que después del día anterior no se le acercaría, pero estaba feliz de que tuviera el valor de volver.
—¡Ey! ¿Cómo te encuentras? No esperaba verte aquí.
—Shirase, me encuentro bien. Mori-san me pidió ayuda; lo hago la mayor parte de las vacaciones; nunca te había visto por aquí.
—Apenas este año me ofrecí de ayudante, pero veo que no era necesario —observó cómo Chuya seguía haciendo sus estiramientos y se sonrojó.
—¿Sucede algo?
—¡Nada! —desvió la mirada. Me alegro mucho de verte.
—Le observo confundido ante el cambio de actitud. —Me alegro también; me sorprende que me dirijas la palabra después de lo de ayer.
—No te preocupes, estoy acostumbrado —observó nuevamente, notando como el contrario alzaba una ceja— Quiero decir, sé que no se puede evitar. —Chuya arrugó el entrecejo— ¡Me refiero a que no le tome importancia! No es que no me importe o que tú no me importes, lo que digo es...
—¿Que no te incomoda?
—¡Exacto!
Chuya estaba adorando ver a Shirase entrar en pánico. Estaba por levantarse cuando el contrario le extendió la mano para ayudarle a levantarse, pero Chuya negó y le sonrió.
—Tranquilo, no soy una dama que debas ayudar; recuerda que soy también un chico —se levantó y sacudió un poco su ropa—. No me trates como una chica.
Se acercó lo suficiente para casi rosar sus labios con los de él y después solo soltó una risa para marcharse con los demás. Shirasé parecía un tomate en realidad.
Por su parte, Dazai veía de mala manera la situación, y todos lo notaban porque, al pasar el tiempo, notaban cómo éste no mediaba su fuerza con los combates de prueba. La mayoría ya estaban muy cansados y heridos, además de que la cara de Mori decía que esto no era un entrenamiento, sino una matanza.
Chuya, por su parte, hizo un puchero, ya que no pudo ayudar ni divertirse mucho, o al menos eso pensaba, ya que Mori detuvo a Dazai y lo alejó de todos, dejándolo al lado de Ranpo, quien estaba ahí observando el entrenamiento mientras comía dulces, puesto que Poe llegaba tarde para su cita.
De la nada unos murmullos se escucharon hasta el fondo; Chuya sabía de qué se trataba, puesto que le observaban a él. Suspiro con irritación y observó a Mori pidiendo permiso para poder ayudar con el entrenamiento, cosa que él aceptó.
Al poco tiempo, la mayoría de personas que habían ido a entrenar estaban tiradas en el suelo y exhaustas. A pesar de lo que todo el mundo creería, Chuya daba fuertes golpes con las piernas y su flexibilidad era muy buena arma. Además, aquellas personas que murmuraban tuvieron miedo, ya que tenían un complejo de superioridad por ver la apariencia de él. Pensaron que sería muy buena idea humillarle, y tal vez otra cosa, pero Chuya no era estúpido; les demostró que nadie, absolutamente nadie, podría lastimarlo, y mucho menos tocarlo sin su consentimiento, no de nuevo. Por lo que a ellos les dejo una que otra costilla rota, un ojo morado; tal vez deberían de ir a un hospital. Detalles.
Chuya estaba cambiando para poder retirarse a su casa; se encontraba en uno de los vestidores que Mori tenía dentro de la casa. Reemplazó la camisa por una sudadera crop top de color amarillo y, con una malla de camisa, volvía a su estilo atrevido. Por su parte, el castaño lo observaba desde la puerta.
—Volvimos al mismo estilo.
—¿Y a ti qué te importa?
—Me gustaba más el otro.
—Ah, qué bien —dijo, restándole importancia al comentario.
—Hablo en serio, creo que te va mejor con el otro estilo.
—Vete a la mierda. —Le miro molesto— Sabes que no soy fan de la ropa tan holgada a menos que sea para entrenamiento.
—Antes las usabas... Cuando...
—Se acercó a él tomándole del cuello de la camisa. —Ni se te ocurra mencionar algo del pasado. —Le observaba furioso mientras el contrario solo le mantenía la mirada. —Menciona algo al respecto y olvido que hace unas horas te cuidé y protegí de Kenya.
—Yo no te pedí ayuda —dijo indiferente.
Chuya lo arrojó contra la pared; el contrario se dejó resbalar por la pared, cosa que Chuya aprovechó para dar un pistón a la pared justo al lado de la cabeza del otro.
—No me pediste ayuda porque no sabes pedirla, no me pediste ayuda porque sé que amas a Kenya, ya lo dejaste claro al acostarte con él con anterioridad; solo ayudé porque no quería que dos malditos hijos de puta hicieran algo en mi habitación.
—Vaya, me sorprende que solo te moleste eso, o simplemente te molesta la idea de que haya sido tu hermano y no tú.
La pierna de Chuya se apartó y, de estar en la pared, pasó a estar en la boca del estómago del castaño, haciendo una gran presión gracias al pisotón, que hizo que Dazai se sofocara.
—Vete a la mierda, no vuelvas a hablarme lo que resta de las vacaciones; en la universidad no tengo opción, pero aquí sí.
Se apartó, tomó sus cosas y dejó ahí al castaño, quien estaba tratando de recuperar el aire; es el golpe más fuerte que le ha dado en todo este tiempo, logró sofocarle.
Se levantó dispuesto a seguirle, aun con algo de dificultad. En los pasillos se encontró a Rampo, quien le guió hasta Chuya, pero se sorprendió de algo.
Chuya estaba sonrojado y sonriendo al lado de Shirase. Parecían tener una agradable conversación, cuando él se dio cuenta de que era observado. Al notar de quién se trataba, hizo una mueca y al parecer le indicó a su acompañante que se marcharan, ya que comenzaron a irse.
—Al parecer Chuya-kun ya encontró a su pareja.
—Mori-san, cállate. —Le observó enojado.
—A lo que Ranpo me ha contado y lo que acabo de mirar, él ya no quiere saber de ti y no lo digo por ese golpe que de seguro él te dio.
—Él no se irá con él.
—Dazai, seamos claros, él ya quiere olvidarte. Chuya te dio muchas oportunidades para estar contigo y te negaste y aún me pregunto por qué. Aun así, él siempre ve por ti aunque no se lo pidas porque dentro de él sabe que aún te ama.
—Pues debe olvidarse de mí, no me importa.
Mori le miró con una sonrisa para después golpearle la cabeza, que lo dejó en el suelo. Cuando se recuperó, le miró ofendido e iba a reclamarle, pero fue interrumpido.
—Deja de comportarte como un niño y como tu madre; ella era igual. No digo que no debas tener rasgos de ella, pero al menos los buenos... Olvídalo, es vieja arpía; no tiene buenos rasgos en personalidad. Dejando eso de lado —se cruzó de brazos—, ese chico te amaba con todo su corazón y cada oportunidad que tienes, lo destrozas, lo reemplazas con alguien más, lo ignoras, le gritas, etc.
—Mori-san tiene razón, ¿por qué no aceptar al chico? —indagó Ranpo.
Dazai solo desvió la mirada y procedió a levantarse; Ranpo ladeó la cabeza y abrió los ojos, sorprendido.
—Es por eso
Dazai le miró molesto, y con la mirada indicando que ni se le ocurriera hablar. Mori, por su parte, los veía extrañado; odiaba que hablaran telepáticamente. Ellos 4 solían hacer eso. Antes solo tenía que lidiar con Fyodor y Dazai, pero desde que se unieron Elise y Ranpo, era más frustrante, ya que habían inventado un idioma diferente.
—Ok, si no quieren decirlo, no lo hagan, solo dejen eso de hablar telepáticamente; me da dolor de cabeza de solo verlos. —Procedió a masajear su entrecejo.
—No es nada del otro mundo, pero Dazai debe ir al psicólogo.
—Y tú a un nutriólogo, dudo que una dieta base de dulces sea sana.
Ambos se miraban molestos; Mori suspiró pesadamente y decidió marcharse. No quería lidiar con ellos; buscaría a Elise para ir de compras. Al menos ella no lo odiaba, no tanto como para causarle dolor de cabeza.
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