Capítulo 37 (Final)
«El dolor de la separación no se puede comparar con la alegría de reunirse de nuevo.»
-Charles Dickens.
~*~
GIAN MCMAHON.
Seis semanas después...
Doy por concluida la jornada laboral dos horas más tarde lo habitual y sin poder evitarlo vuelvo a fijarme en el escritorio vacío de Siv.
Lleva demasiado tiempo sin venir a trabajar, ni siquiera sé si está despedida, si la tengo en cuarentena o si quiero retenerla. Es una mezcla de todo.
A alguien se le ocurrió decir que a los amigos hay que mantenerlos cerca, pero que a los enemigos aún más y comulgo por completo con ello, la pregunta es: ¿y a Siv?, ¿a Siv hay que mantenerla cerca, lejos o a media distancia?
Creo que ni ella misma lo sabe y desde luego que yo tengo mis dudas. La quiero a mi lado, pero no sé si debería, es una lucha entre el corazón y el cerebro donde ambos se exponen con argumentos válidos por qué tienen razón y siguen sin tomar la decisión.
—Ha sido un buen día, Gian, agotador, pero enriquecedor, hemos cerrado dos campañas publicitarias y tenemos cubierto el primer semestre de publicaciones, nada mal para irnos de vacaciones dos semanas. —Rachelle me interrumpe de mis pensamientos y deja caer su peso en la silla de Siv—. Hace tiempo que la nueva no viene a trabajar, ¿tengo que darle de baja o...?, que a mí me cae muy bien, pero el 15 cerramos dos semanas por vacaciones y tenemos que terminar de adjudicar los ascensos, nuevos contratos, cubrir las vacantes por jubilación, preparar las cartas de despido o cesiones y no nos olvidemos de las bajas por paternidad y maternidad, que algunos exigen que se les conceda dos semanas más.
—Eso último lo resolveremos cuando Hyland se digne a volver de vacaciones y se ponga al día.
—Podrías haberle delegado el trabajo a alguno de su bufete.
—Stringer, soy cuadriculado y no me fío de cualquiera, Hyland es experto en contratos y él es quien los lleva.
—Bien —Se mira la manicura y determina que tiene que arreglársela pronto—. ¿En qué punto está Aubriot? No encuentro su ficha por ningún lado.
—Está congelada ahora mismo.
—¿De sueldo también?
—Reducción al 50% —No puedo pretender pagarle sino viene a trabajar, primero porque habría quejas, segundo porque las empresas no funcionan así y tercero porque el dinero se gana, no se regala—. Hizo un muy buen trabajo con el manuscrito de Onda Gorbold, lo corrigió por completo y encima ha preparado su campaña publicitaria. Lo ha hecho todo sola.
—No voy a meterme en ello, pero mi opinión es que estás sobrepasando los límites de empresario y convirtiéndote en un despilfarrador. Que a mí ella me cae estupendamente, pero los negocios no se mantienen sólo por un buen trabajo y una persona válida si no lo demuestra.
Y sé que tiene razón, pero no voy a criticar a Siv abiertamente con mi secretaria.
—Genial. —Es todo lo que digo.
—¿Entonces?, ¿dejo su ficha sin actualizar?
—No lo sé. —Nunca me he considerado indeciso. Puedo llegar a dudar como todo el mundo, no obstante, suelo tener claras mis prioridades y no tardo en tomar decisiones—. No sé qué hacer, Stringer, no sé qué hacer con ella.
—¿Debo hablarte como empleada y seguir manteniendo las distancias o ser honesta contigo?
—¿Cuál es la diferencia? —Giro la pantalla del ordenador y pulso el botón para que la pantalla se encienda. Siv no es de las que dejan recuerdos en su día a día, pero tiene una debilidad con su familia que entiendo y comparto y ahí está la prueba—. Qué adorable... —digo en voz alta.
El salvapantallas es lo más tierno que alguien pueda llegar a imaginar incluso cuando se trata de una foto escaneada donde el flash ha desmejorado notablemente la calidad.
Es ella de pequeña tumbada al lado de un recién nacido y es muy rubia, tenía el corte de pelo de taza y le quedaba fatal, el flequillo no permitía que se le vieran los ojos y ya tenía esa postura recta y enderezada desde bien chiquita. Al lado de ella hay tres personas mayores, dos mujeres y un hombre, creo que una es su abuela, supongo que los otros dos lo son también.
Su madre está sonriendo a la cámara, parece cansada y satisfecha.
No hay ni rastro de Pierre, quizás él hizo la foto.
—La diferencia es que si te hablo como tu secretaria debo darte la razón en todo lo que digas, si me permites ser un poco más informal, te diré que te tienes ganado lo que te está ocurriendo.
Vete un poquito a la mierda, Stringer. No sabes nada.
—¿Por qué?
—Contrataste a la persona por la que pierdes el culo, es evidente que si juntas el lado laboral con el amoroso, cuando haya altibajos en la relación, la empresa sufrirá ese contagio.
—Creo que es un buen momento para recordarte que acabaste siendo mi secretaria porque te enamoraste perdidamente de tu jefe, así que cuidado con venderme consejos que no aplicaste en su día.
—¿Cómo que no los apliqué? Esa es la razón por la que decidí no juntar mi vida laboral con la amorosa, me adelanté a las consecuencias. Y a él no le gustó demasiado porque me ve muy eficiente.
—Eres la mejor, no se puede negar tu valía, si yo fuera él: nunca te hubiera dejado firmar ese contrato de renuncia.
—¡Qué bueno que me enamoré de un tipo razonable! —se burla.
Me quedo pensativo y vuelvo a bloquear el ordenador.
—No está despedida —Al menos no de momento—. ¿Queda alguien por aquí?
—El equipo de limpieza se ha ido hace un rato, sólo estamos tú y yo.
—¿Y por qué sigues aquí? —Frunzo el ceño. Estoy perdido ahora mismo.
Se levanta con una sonrisa en la cara y niega como si le pareciera divertido verme tan distraído.
—Eso mismo me pregunto yo, no fue a mí a quien se le ocurrió la norma de que mi jornada laboral era hasta las cinco de la tarde a excepción de que te quedaras organizando la agenda y hoy hemos preparado el planning de la semana que viene, así que estoy esperando a que seas lo suficientemente amable y me digas: "Venga, Rachelle, a casa que es viernes y estoy seguro de que tienes ganas de ver a tu marido y tomarte unas cuantas cervezas".
Suelto una carcajada sincera y no por compromiso.
—Mejor no me cuentes cuántas te vas a tomar, no es muy ético por mi parte saber de las borracheras de mis empleados.
—Le mandaré recuerdos de tu parte.
—Cuando quieras nos juntamos para ver un partido de la NBA, ya sabes, Lakers contra Clippers.
—Tú lo que quieres ver es a tu jefe siendo ridiculizado.
—Por supuesto, ¿a quién se le ocurre hacerse de Los Ángeles Clippers?
A un niño que con tal de llevarle la contraria a su padre en todo se decantó por un equipo diferente.
—A los visionarios.
—Estoy segura de que eres el único fan en la faz de la tierra de ellos.
—Puede —concedo porque no creo que esté tan alejada de la realidad—, pero tienen al más fiel.
Me desea un buen fin de semana y cuando se va, me aflojo la corbata y decido analizar el lugar de trabajo de Siv.
No vino a recoger nada porque tampoco dejó ningún tipo de recuerdo.
Abro el cajón con la llave maestra que tengo y veo su agenda en francés. Abro una de las páginas al azar y doy con el 13 de agosto, quedan tres días para su cumpleaños.
Empiezo a mirar lo que tenía apuntado de antes, de fechas anteriores. Ella es un maldito caos que necesita organizarse para no olvidarse de nada.
El móvil no para de sonarle continuamente con alertas, en su ordenador tiene todo lleno de recordatorios y juraría haber visto dos o tres calendarios distribuidos por su casa donde apunta cada recado o compromiso.
No es que sea olvidadiza, es que es un maldito desastre sin organización y que necesita tener todo apuntado para llevar cierto orden dentro de su anarquía.
Todo lo apunta en francés y de hecho la agenda está en ese idioma.
Sigo mirando los días anteriores y me quedo pensativo cuando veo que hay un día con corazones y velitas dibujadas a mano. Qué mal se le da hacer trazos tan simples y qué dulce me parece.
Le 10 Juillet.
C'est l'anniversaire de papa🕯️🕯️🕯️
Busco en mi móvil la traducción y se me encoge el corazón cuando me doy cuenta de que ha pasado el primer cumpleaños de su padre sola y que en tres días es su cumpleaños y seguramente piense que nadie se acordará.
Encargo un conjunto de lencería que sé que le va a encantar y programo que le manden un ramo de flores para el 13 de agosto.
Cuando me preguntan qué clase de flores, no sé qué responder y les digo que las más especiales que tengan.
Que esté enfadado con Siv no significa que no me preocupe por ella y aún menos que no la quiera.
Joder, me duele tanto porque siento más de lo que me gustaría y yo no esperaba que dijera que estaba enamorada de mí, soy realista por mucho que no quiera serlo.
Pero limitó sus sentimientos a un escueto «me gustas muchísimo más de lo que llegue a amarle a él».
Él: Olivier Gagnon.
La furia me recorre por dentro, ¿cómo puedes tenerle tanto miedo al amor por un hombre que no era casi especial para ti? Sentirse traicionada, herida, con el orgullo arruinado y pensar que se han reído en tu cara, podría entenderlo porque en esa situación yo me sentiría exactamente así.
Sin embargo, mi francesita teme al amor.
Busco en mis contactos el número de Gagnon y llamo desde la oficina; nunca llegué a contactarle personalmente y me alegro de haberlo hecho así.
No me molesto ni en mirar la diferencia horaria, si le molesto, me da exactamente igual.
Al tercer pitido, oigo un carraspeo y un escueto «allô»
—¿Hablo con Gagnon?
—Sí, dígame, ¿quién me busca? —Cambia de forma torpe al inglés y no le culpabilizo, no esperas que te llamen a tu número personal para hablarte en otro idioma.
—McMahon, Gian McMahon.
Se hace el silencio, supongo que no se espera mi llamada, quizás piense que me he pensado mejor el no contratarlos y está dispuesto a luchar todo lo que haga falta por conseguir el contrato.
—Dígame —Suena desesperado—. Disculpe, su llamada me ha pillado de improvisto y aquí en París es tarde, pero estoy a su disposición.
Espero con paciencia a que termine de hablar en francés (imagino que con su mujer) y cuando me anima a que le explique el motivo de la llamada, comienzo.
—Me gustaría que viniera a Los Ángeles porque creo que tenemos unos asuntos que solucionar.
Supongo que Siv conoce mi parte más racional y centrada, pero apuesto a que no se imagina lo maquiavélico que puedo llegar a ser en el mundo de los negocios.
—¿Va a ofrecerme un nuevo contrato? —Su acento francés es más que notorio y no puedo negar que suena elegante por mucho que a él le deteste.
Ni de coña, pero te necesito para resolver las incógnitas de por qué Siv le teme tanto al amor si supuestamente jamás llegó a sentir por ti lo que siente por mí.
—Tenemos que hablar porque creo que tenemos ciertos intereses de por medio.
—Como comprenderá, es complicado ir hasta Los Ángeles desde Francia, ¿se ha leído nuestra biografía? Entenderá todos los inconvenientes de por medio que tenemos, sobre todo en cuanto a lo económico, no podemos abarcar ese gasto.
Quiere venderme su libro y es algo que no va a ocurrir; no puedo evitar que esa biografía salga a la luz, pero pondré todas las trabas que encuentre para imposibilitar su traducción y distribución en el mundo anglosajón.
—Lo entiendo, me leí su biografía, un poco presuntuosa y ficcional, pero he conseguido entender la parte realística de la situación, le recomiendo que se centre más en cómo salieron de ahí y no en inventar a una villana con aires de superwoman de forma tan maniqueísta.
—Para eso está su editorial, ¿no? Para corregir el manuscrito.
—Si hubiese estudiado mis empresas se habría dado cuenta de que llevo seis años en el sector de la publicidad literaria y que emprendemos con la editorial en breves.
—Pero se ha unido a una editorial de alto standing.
—Correcto, no voy a permitir que el sello Luana se quede desamparado, se irá absorbiendo y unificando hasta quedar en Luana Book House.
—Quería abrirse puertas en el mercado francófono y germano; me sedujo con miles de promesas frente a la competencia y aposté por usted, McMahon.
—Es məkˈmɑːn —Le interrumpo—, no "MacMaon".
—Es un apellido complicado.
Tu ex prometida lo dice de lujo y me la pone dura cuando me desafía llamándome únicamente así.
—La cuestión es que tiene razón, apostó por mí y yo decidí no apostar por usted incluso cuando tenía cerrado el negocio con otro empresario; he de decir, que no teníamos firmado nada oficial, sino simples preacuerdos que al yo incumplir fui penalizado como acordamos y ya se le recompensó económicamente con lo estipulado.
—Si hubiera sabido que se echaría para atrás, hubiera solicitado una cuantía mayor en la indemnización.
—Es razonable, pero no lo hizo y la deuda está saldada.
—Entonces, ¿para qué me quiere en Los Ángeles?
—Creo que conozco a la persona ideal para ayudarle y que aclararía varios aspectos de la biografía.
Y esa persona soy yo porque no voy a permitir que salga a la luz, pero no soy tan idiota como para amenazarte por teléfono.
—Me encantaría poder asistir, pero mi mujer está embarazada y no disponemos de mucho dinero.
Aprieto los nudillos y la quijada.
—Le puedo pagar un pasaje, sólo uno. De ida y vuelta.
—¿Cuáles son las garantías?
—Piense que son vacaciones.
—Pero no pagadas —Pongo los ojos en blanco. Lo positivo de no tener cámaras encendidas es que no tengo que fingir, con controlar mi tono de voz, es suficiente—. No sé si es consciente de que mi nivel económico es nefasto, sufrí una estafa que nos dejó en la miseria a mi mujer y a mí.
—Comprendo su situación, pero es todo lo que puedo ofrecerle.
—Usted tiene dinero.
—No soy una ONG, Gagnon; está en todo su derecho de no aceptar y lo respeto, sólo le estoy informando de una posible escapada para su mujer, usted y su futuro hijo.
—Aún no sabemos si es un niño o una niña —Parece incluso feliz de ser padre—. ¿Y qué me ofrece?
—Una alternativa, un contacto.
—¿Por qué rescindió el contrato si cree en mi causa?
Bien, ahora toca mentir un poco más de lo que se suele hacer en negocios.
Me reclino en la silla de Siv y me doy cuenta de que hay marcas en la tela que parecen arañazos. Es incapaz de controlar sus impulsos y tiende a rascarse la piel sin darse cuenta o en cualquier superficie blanda que encuentre por el camino.
—Motivos ajenos a la empresa.
—Usted no es la caridad, ya lo ha dicho antes.
—Pero sigo creyendo en la justicia.
Y eso empieza por destruir ese manuscrito lleno de falacias o como mínimo ser riguroso con la verdad a la que usted está faltando, Gagnon.
Le escucho intentar venderme que debería darle otra oportunidad mientras rebusco en los cajones de Siv, ya me da igual si es invadir o no su privacidad.
Encuentro un pendrive y enseguida frunzo el ceño al ver una nota escrita a mano por ella:
Tú tienes el poder ahora.
Eso no estaba aquí antes, imposible que lo dejara sin buen recaudo...
—Ya le mandaré el billete a su correo electrónico.
No espero respuesta ni me despido cuando cuelgo.
¿Mi francesita se dignó a aparecer en algún momento de estas seis semanas o mandó a alguien a dejarlo aquí? Esa letra es suya y la he visto todos los días salir de su casa y volver.
Se iba con la espalda enderezada y con el mentón bien alto y las veces en las que coincidía cuando volvía me la encontraba cabizbaja y con los auriculares puestos.
Sin detenerme mucho conecto el USB y me concentro en ver los archivos.
Sólo hay una carpeta y dentro hay una grabación, mi corazón se acelera. No pienso ver un vídeo que lo único que conseguiría es que me empalmara de forma cruel cuando la realidad es que nos está convirtiendo en víctimas de extorsión.
Busco en propiedades y me doy cuenta de que está datado en febrero. ¿Qué cojones?
Con las manos un poco temblorosas decido verlo.
Y sonrío como un hijo de puta cuando la veo sacar esa furia suya y cómo no se deja mangonear por Fitz, cómo demuestra que no me mintió: que desde un primer momento se negó y sé que me encantaría estar a su lado por cómo me encuentro sonriendo al volverla a ver tan ella, con tanto desparpajo y mala leche.
Joder, Siv, te quiero.
Busco su número en el móvil y estoy a punto de marcar, pero simplemente no puedo. Hay algo que me impide dar ese paso y no es miedo, es rencor.
Porque por mucho que se negara en un principio, lo hizo.
Si ella y yo no hubiéramos conectado, no estaríamos en esta situación: ella me habría destruido.
Me envío una copia del vídeo y me cruzo de brazos: quiero matar a ese hijo de puta.
Busco en internet el número de alguien que sé que va a ser de gran ayuda y a pesar de la hora que es, decido probar suerte y llamar.
—Audrey Milton, ¿en qué puedo ayudarle?
—Audrey, soy Gian. —Directo al grano, centrémonos en lo importante.
—¿Qué necesitas? —No sabría decir qué tono está utilizando ni si está odiándome o preocupada—. ¿A qué se debe tu llamada? Este es mi número de trabajo.
—Pues perfecto porque necesito contratar tus servicios.
—No voy a investigar a Siv, si me has llamado por eso: cuelga. —Me alegra escuchar esa determinación porque significa que la hortera tiene a una persona leal en su vida y eso me deja algo más tranquilo.
—No, no quiero que la investigues. —Sueno calmado, sé cómo modular mi voz y ser práctico incluso cuando por dentro soy un manojo de nervios.
—¿Entonces?
—Eres su amiga y yo necesito tu ayuda, ¿unimos los puntos? —Quizás estoy siendo condescendiente, pero es que no me nace hablar de otra forma.
—Dame una pista, no soy adivina.
—Alguien la está amenazando.
—¿Hasta dónde sabes?
Creo que se mueve de donde está porque empieza a hablar con más claridad y con un tono más elevado.
—¿Y tú? —contrataco—. ¿Hasta dónde sabes tú?
Alguno tiene que ceder y me alegro de que sea Milton.
—Sé que está teniendo problemas con alguien, al principio Jeremiah y yo pensábamos que era contigo, pero el día del cumpleaños de su padre se puso muy borracha y nos llamó diciendo que todo se había ido a tomar por culo, que la había cagado, que tú la odiabas, que alguien la había grabado sin consentimiento sin especificar el qué y que no la llevaste a comprar tarta, tal y como le prometiste. Asumimos que te había engañado porque no ha querido hablar del tema, la verdad.
Cuernos, ella ha dado a entender que me ha puesto los cuernos y que hay una grabación que lo acredita.
Siento una presión en el pecho por eso último, miedo porque se haya acostado con otro y decepción hacia mí mismo por haberle fallado, pero tengo que ser claro y no ir con rodeos.
—Nunca me ha engañado, no de ese modo —No voy a dar más información al respecto, pero desde luego que voy a dejar en claro que hasta donde yo sé, no me fue infiel—. Sé quién es esa persona que la grabó y sé qué es lo que pretende, sé sus intenciones y no son buenas.
—¡¿Sabes quién es?!
—Sí, pero no podemos dejar que Siv sepa que lo sabes o que yo me he puesto las pilas para acabar con esto.
—¿Por qué? Gian necesito información para poder trabajar más rápido, todo lo que me digas siempre será poco, pero me ayudará a avanzar con mayor celeridad.
Qué frase tan típica de un detective.
—Porque si se entera, la otra persona sabrá que hay más personas al corriente y eso puede acabar matándola, literalmente.
Me entran ganas de llorar de sólo imaginarme un mundo sin Siv Aubriot: una persona que no calla ante las injusticias, que te pone en tu sitio indiferentemente de quién seas o qué cargo ocupes.
—¿Cómo la está amenazando?
Me paso la mano por el pelo.
—La está extorsionando con un vídeo.
—¿Un vídeo... sexual?
—Sí.
—No me hagas arrancarte las palabras de la boca, dilo.
Me pongo tenso, es nuestra intimidad y ha sido vulnerada.
—Siv y yo nos acostamos en la librería.
—Las cámaras se apagan de normal si el ordenador está apagado, nadie sabe la contraseña, sólo ella y su hermano. La única persona que recibe las imágenes es Siv y se cuelgan directamente en la nube en la que sólo Matthieu tiene la clave y, aun así, los archivos están encriptados, solo un experto en informática podría acceder a esos archivos —Audrey conoce el funcionamiento de Liberté y algo no le cuadra—. Siv es muy obsesiva con la seguridad.
—Esas cámaras fueron hackeadas.
—Dame el nombre y empiezo a trabajar desde ya —Está casi tan enfadada como yo y no se lo piensa dos veces—. El pago lo dejamos para el futuro, ahora es importante que ese vídeo no salga a la luz, descubrir las intenciones, el pasado criminal de la persona y saber los movimientos de todos sus contactos, de él y de la gente con la que se rodea. Vamos a tirar del hilo y vamos a cargarnos a ese malnacido.
—Isaac Fitz.
—Vamos a destruir a ese cabrón.
—Perfecto. —Formo una línea con los labios.
—¿Algo más?
Me muerdo el labio inferior y acabo asintiendo, aunque ella no pueda verlo.
—Sí, ¿cuál es la tarta favorita de Siv?
Se queda pensativa, quizás ni siquiera ella lo sepa. Siv no suele hablar de lo que le gusta ni comparte sus recuerdos y experiencias con los demás.
A Siv hay que conocerla por cómo actúa a tu lado, por lo que ordena en un restaurante, por los planes a los que dice que no y con los que se emociona cuando se los plantea.
—Le gusta la de zanahoria con un toque de caramelo, no suelen encontrarse con facilidad y deben encargarse.
—No hagas planes el 13, es su día especial.
—McMahon —Qué gusto da escuchar mi apellido bien pronunciado, joder—. Si vas a estar con ella, no la abandones durante seis semanas, Gian; si no tienes claro lo que sientes por ella, díselo, pero no le pidas tiempo y dejes que pase más de un mes porque no sólo paralizas su vida, es que también estás dejándola en un limbo en el que no sabe si debe quedarse o si debe avanzar. Lo que haya pasado entre vosotros no puede condicionar a que creéis una dependencia emocional de tal calibre.
—Es complicado, Milton, créeme que es muchísimo más complejo de lo que parece.
Y no pienso darle explicaciones.
—No digo que no, pero si no has tenido tiempo para pensar en seis semanas: díselo, aunque le duela, es mejor que crear esa ansiedad en alguien, sobre todo en una persona que se refugia en el alcohol y no es por excusarla, pero plantéatelo: ¿aguantarías seis semanas a que una persona te vuelva a hablar? Porque yo me resignaría y aun así no me atrevería a hacer ningún movimiento porque tengo la esperanza de que regrese o que me diga que se acabó.
—La he jodido.
—Y seguramente ella también, es mi amiga y sé lo idiota que puede llegar a ser, pero no es mala y no merece ese desprecio.
—Tienes razón —No me cuesta reconocerlo y una idea se me cruza por la mente—. ¿Sabes dónde está?
—Negativo, sino te lo habría dicho ya, te faltan cojones para salir corriendo detrás de una mujer que hace cinco semanas hubiera vuelto a ti y que vale más la pena que cualquier Barbie con la que sueles salir.
Siv no dejaría que la ensalces mientras rebajas a otras mujeres, pero yo no soy ella y estoy totalmente de acuerdo con le que dices.
—Seguramente no sabes lo que ha pasado entre nosotros dos, Audrey, pero...
—Sé que te importa, joder, no me hubieras llamado para solucionar su mierda si no te importara; seguramente estás organizando algo de lujo por su cumpleaños y te aseguro que puedes contar conmigo, pero por Dios: si vuelves, no te vayas tanto tiempo y si lo haces, vete de forma definitiva.
—Tomo nota, de verdad que sí.
—Por cierto, últimamente no para de hablar que quiere viajar, te recomiendo que no la lleves a la playa; le da pánico el mar hasta el punto de ser incapaz de meter el pulgar en el agua.
—¿Lo has comprobado?
—Hace una semana la hicimos salir de casa, no creo que vuelva a dejarse convencer después de ello.
—Me la vais a matar de un disgusto...
—Tú céntrate en localizarla, en conseguir que su hígado se recupere un poco y yo me encargo de encontrar hasta la marca de calzoncillos que ese hijo de puta.
Colgamos y recibo una llamada entrante de un amigo del que hace tiempo que no tengo noticias de él.
No me sorprende, todos los días son iguales: todo el día pegado a videoconferencias, reuniones o llamadas estrictamente profesionales.
Pero ahora mismo no puedo hacerme cargo de esto y lo siento por Josiah porque no puedo atenderle.
Cuelgo.
Insiste.
Vuelvo a mandarlo al buzón de voz.
Una vez más.
Joder, ¿qué coño le ha pasado?
—Dime, Josiah.
—¿Qué hay, amigo? —Su acento sureño siempre me ha resultado curioso, en especial porque lleva más de diez años viviendo en la costa oeste y se rehúsa a perder su deje texano—. Hace tiempo que no sé de ti más allá de lo básico...
—¿Estás trabajando?, ¿ha pasado algo? —Oigo bastante bullicio y me sorprende su insistencia, así que decido que pedirle que vaya al grano—. Estoy algo ocupado, si quieres podemos vernos otro día y me comentas.
Josiah Pérez y yo coincidimos en la carrera de empresariales en la universidad y fuimos compañeros de habitación durante toda la estancia. Yo me decanté por especializarme en el mundo de la publicidad editorial y él acabó siendo el dueño de varios bares de la ciudad.
—Ha pasado algo extraño, ¿recuerdas la gala de presentación de Luana Book House?
—¡Claro! La organicé yo —Se ríe y aprovecho para darle las gracias por haber asistido—. Fue bueno verte, la verdad, deberíamos quedar los de la pandilla.
—Totalmente de acuerdo, pero quedar de verdad, no de un «¿y si quedamos?» y luego nadie aparece o mueve ficha.
—Tomo nota, ¿a qué se debe tu llamada?
—Ibas acompañado de una mujer...
Las alarmas en mi cabeza estallan y sé de lo que está hablando, no es difícil hilar los puntos: su bar y mi mujer, no es una combinación que pueda acabar muy bien.
—¿Ella está bien? —Se hace el silencio, para mí es eterno y compruebo si ha colgado o qué ha pasado—. ¡Josiah! —llamo su atención.
—Está borracha en una esquina del local y pegándole con el bolso a cualquier hombre que intenta acercarse a ella, con las mujeres es más amable —El corazón se me pone calentito y mi parte más primitiva ruge por dentro de orgullo—. No sé qué le pasa, pero está llorando de forma disimulada mientras ve una y otra vez unas fotos... ¿quién tiene fotos impresas en la actualidad?
No necesito saber más, es suficiente: está localizada.
—No dejes que se vaya, no dejes que nadie se le acerque y no le permitas que beba más... si hace falta sírvele efecto placebo.
—¿Vas a venir a buscarla?
—Sí.
Es hora de que mi mujer vuelva a casa.
Continuará...
¡Holaaaaaa! ¿Qué os ha parecido?
¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!
¡Ya podéis guardar el libro de ÉGALITÉ en mi perfil!
De momento sólo está subida la sinopsis, pero pronto podréis encontrar el apartado de personajes y el primer capítulo.
¡Tu primer emoji representa lo mucho (o poco) que te gusta Gian!
¿Qué créeis que pasará en el segundo libro?
Estoy deseando que lo leáis y que me acompañéis en esta aventura.
¡Levante la mano todas las que pensaron que Siv y Gian acabarían odiándose y separados por 5 años y que han quedado un poco 🤡!
¡Os quiero mucho y pronto estaré dedicando los capítulos de esta historia a quienes habéis amado esta novela! (No dudéis en comentar este párrafo si queréis un capítulo dedicado).
Mil gracias a todas, a mxxycu por todo el apoyo desde el principio, a Velveth por crear las portadas y banners de mis sueños.
A rosiibooks, lismay30, 123amm, queenNCC, yxsbooks, Marlene_13M, aandreaperezz, ElBastondeMagnito, Isabel, Mafer, Su. A todas y cada una de las que habéis decidido darle una oportunidad y seguir esta historia y a las que no os he mencionado directamenta, también: gracias por todo y por dejarme tener unas lectoras tan bonitas como vosotras.
¡Os adoro!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top