Capítulo 31.
«No podemos dejar que las percepciones limitadas de los demás terminen definiéndonos».
-Virginia Satir.
~*~
SIV AUBRIOT.
—Te noto un poco apagada y creo que me confunde. —Se rasca la barba y mantiene la imagen impoluta de hombre de negocios.
Es increíble lo mucho que me sigue atrayendo una vez hemos resuelto la tensión que había entre ambos, ahora lo describiría como un magnetismo que me adhiere a él, que me aleja de las problemáticas de la vida real y que me crea una propia burbuja entre los dos.
—Pensabas que estaría haciendo ya las maletas, ¿verdad?
—Creía que estarías altiva, carismática quizás, fría y dañina, eso seguro. Estaba preparándome para enfrentarme a ti, si te soy sincero.
—Oye, que de vez en cuando me gusta estar tranquilita, ocurre pocas veces, normalmente después de un buen orgasmo y tengo que darte el crédito.
—¿He estado a la altura? —Guía su pierna hacia la mía, rozándola bajo la mesa y sonrío con ganas de retarle.
—Creo que puedes mejorar —Me muerdo el labio inferior y doy un sorbo al café—. Si tuviera que puntuar nuestro momento le pondría un diez, pero es que no estamos hablando de un momento con cualquier persona, estamos hablando de un momento íntimo contigo, con el gran Gian McMahon.
—¿Y eso me perjudica?
—Lamentablemente. —Me llevo la mano al corazón continuando con el paripé y tratando de desviar mis pensamientos intrusivos de lo que ha ocurrido en el baño y el ataque de locura que me ha dado después.
—Vaya, nunca creí que las expectativas que te habías autoimpuesto sobre mí serían un problema.
—No son un problema, se acercan más a una alegría —puntualizo—, pero tienes que mantenerlas y creo que te has dado cuenta de que soy un poquito exigente.
—Un poquito —Trata de no reírse y cuando está más confiado me hace una pregunta que me alegra el corazón—. ¿Cómo está tu familia?
Podría ignorar la existencia de mis padres y de mi hermano, pero no, a Gian le preocupa el bienestar de mi gente porque eso influye en cómo yo me encuentro.
—Mathieu está de los nervios porque empieza a dudar de que la abogacía sea lo suyo..., se agobia mucho debido a que tiene algunas dificultades.
—¿En qué sentido?
—Está diagnosticado en TDAH y cuando algo no le interesa, es incapaz de prestar atención, de sacarlo adelante y de encontrar una motivación. Matt funciona a través de impulsos que le llenen, de lo contrario se estanca. Su medicación ayuda, pero no es un milagro, sino un suplemento.
—¿Le gusta el derecho?
—Quiero creer que sí —Me coloco bien la boina—, no sé, eligió estudiarlo por algo; si quiere dejarlo, tiene mi apoyo, siempre va a tener mi apoyo en todo lo que haga, pero no sé si desvive por y para las leyes, la verdad. —Me encojo de hombro y enderezo la espalda—. ¿Acaso sabes todo acerca de tus hermanas?
—Por supuesto —Se apresura a responder—. Tienen muchísima confianza conmigo y, si no la tienen, más les vale guardar bien sus secretos, porque como me entere de que me ocultan algo...
—Qué gruñón y controlador eres. —Niego con diversión en mis palabras.
—No lo voy a negar —Da un bocado a su almuerzo y cuando termina de tragar sigue hablando—. ¿Cómo está Pierre?
—Cansado, la quimio le gasta energías y le consume, hablamos menos de lo que me gustaría, pero lo entiendo. Entre la diferencia horaria y su tratamiento...
—¿Te han dado alguna noticia más? —Dulcifica su mirada y muestra su apoyo dándome un toquecito con su pierna—. Pareces afectada.
—El 10 de julio es su cumpleaños y será la primera vez que me lo pierda, incluso cuando me fui un año a Escocia a vivir, en julio estaba en casa.
—Vamos por partes, ¿te fuiste a Escocia?
—Teníamos que pagar los tratamientos y yo quería aprender inglés, me sentía agobiada y estancada en París, así que me fui a trabajar un tiempo allí, sí.
No temo a que me juzgue, al final del día, la salud mental de uno es importante para que puedas ser un apoyo para otros.
Quizás no entienda por qué necesité alejarme un poco, pero es que ya era una recaída más, me sentía agotada física y mentalmente y Mon Dieu..., estaba acabando la carrera y necesitaba aprender inglés para obtener el título.
—¿Y qué tal la experiencia?
—Enriquecedora y un poco salvaje.
—¿Salvaje?
—Creo que no he follado con tantas nacionalidades diferentes en mi vida —Me llevo la mano a los labios y suelto una carcajada cuando Gian empieza a respirar algo acelerado—. ¿Algo más?
—¿Cuántas nacionalidades?
—¿Quieres que me ponga a enumerarlas? Porque sólo contando a Europa te puedo ir hablando del tour completo que hice...
—Sí, sobre tu padre, volvamos a eso...
Básico.
—Ah sí —Esta vez mi sonrisa es melancólica —. Tengo por tradición despertarme temprano y hornearle su tarta favorita. Los primeros años, papá se sorprendía, los últimos ya fingía que no se lo esperaba.
—Qué bonito.
—Bueno, este año no sucederá —Me encojo de hombros y suelto un largo suspiro—. Eso es todo.
Se queda pensativo.
Creo que quiere hablarme de algo, sin embargo, tiene dudas.
—¿Gian?
—Me gustaría hablar contigo de dos cosas, Siv.
—Vale. —Acepto y siento mi pulso acelerarse.
—La primera es que quiero mantener un tipo de relación cerrada contigo, no te voy a pedir salir porque no estás preparada y yo quiero seguir conociéndote más antes de decidir dar ese paso, pero ambos somos adultos y soy de los que quieren un todo o nada y eso implica que te quiero para mí, si estás con otras personas en el ámbito sexual que sea porque yo estoy participando en ello, pero en cuanto a sentimientos: te quiero para mí, rubia y me da igual cómo de primitivo puede sonar.
Mon Dieu..., estamos hablando de algo serio, no me hagas querer una segunda ronda ahora mismo.
—Lo entiendo y creo que es lógico.
—¿Tú estás dispuesta?
—No me dejas huir y la verdad es que no está mal cuando amanezco a tu lado. —Le guiño un ojo que le hace morderse el labio inferior.
—Provocadora...
No sé cuánto tiempo voy a durar en Los Ángeles o cuánto tiempo seguiré en esta burbuja de seguridad, así que me decanto por disfrutar de los buenos momentos que estoy segura de que no tardarán mucho en esfumarse y quiero que sean a su lado.
—ADN Aubriot, ¿qué excusa tienes tú para estar tan bueno y ponerme tanto?
—¿Quién eres tú y qué has hecho con mi francesita amargada? —No es capaz de ocultar su sonrisa y a mí me parece que está guapísimo con esos ojos ámbar brillando con ilusión—. Pero tienes que parar de usar el nombre de Trenton para hacerme daño, no quiero más menciones a lo de mi hermano, ni por rabia, ni por venganza, ni porque te duela. Tus experiencias son tus experiencias, Cenicienta y yo estoy para demostrarte que no merecías sufrirlas y para ayudarte como complemento en tu mejora, no obstante, se acabó el echarme en cara todo lo que ataña a Chiara, a Trenton y a mí como trío. Si quieres hablarme de ella o preguntarme por mi hermano, responderé encantado, pero no voy a pasarte ni una más de tus palabras hirientes.
La madurez que tiene este hombre a la hora de pedir las cosas me gusta demasiado.
—Tengo dudas, Gian, me paraliza saber que estoy entrando en una especie de relación con una persona que ya ha hecho lo mismo que me hicieron y me asusta ser la siguiente. Sé que no eres como Olivier porque hablando en términos literarios, para mí tú eres como un libro de Agatha Christie y él como un libro publicado sin correcciones ni edición. Pero...
—Siv —Me corta las explicaciones y suspiro con algo de fastidio—. Por eso estoy sacando este tema: pregúntame lo que quieras, resuelve tus dudas y decide si puedes dejarlo de lado o si eres incapaz.
—¿Y si no puedo?
—Me destrozaría —reconoce—, pero mejor darnos un punto final si nos vemos incompatibles a unas falsas esperanzas que nos pueden acabar haciendo que nos odiemos mutuamente.
El simple hecho de imaginar mi día a día sin Gian me ofende y molesta, han pasado como muchos cuatro meses desde que tuvimos la primera conversación. Es evidente que ambos nos teníamos fichados porque nos habíamos investigado hasta el punto de poder considerarnos stalkers mutuos.
Y ahora, ahora me siento como una cobarde por no ser capaz de avanzar con él. Estar estancada entre el todo y el nada me hace daño, me quema, me lastima, me hace sacar la parte más tóxica que hay dentro de mí. Pero me estabiliza porque no me hace responsable de los sentimientos ajenos y cubrir con alcohol los míos para ocultarlos, tampoco es algo que me haga daño. No a primeras de cambio.
Y aquí estoy, yo, que siempre he querido que mis relaciones tuvieran responsabilidad afectiva, a punto de echarme a correr porque me ofrecen eso mismo.
Es irónico cómo la vida nos sorprende: un día odias a los empresarios porque representan lo que te repugna y al otro estás cayendo por un magnate estadounidense dispuesto a corregir sus paternalismos, a darte los orgasmos que tu cuerpo le exija y queriendo tener una relación contigo siempre y cuando la buena comunicación sea vuestro lema.
—¿Siv? —Tiende su mano y por primera vez no respondo a su toque, temo quemarme—. Te lo dije, francesita y no me cansaré de repetirlo una y otra vez si es lo que necesitas: estoy apostando por ti, ¿y tú?, ¿apuestas tú por mí?
—Me siento insegura y asustada, no estoy preparada para decirte adiós y tampoco puedo aceptarte en mi vida bajo un ultimátum porque te quiero cerca si no me convencen tus respuestas.
—Eso es miedo, ¿cuál es tu inseguridad?
—Tú. Nunca me he sentido tan imperfecta hasta que te conocí, todos tus defectos tienen algún tipo de justificación y en cambio los míos me hacen ser humana, pero me convierten en una arpía sin corazón.
—No soy perfecto, sólo sé venderme muy bien —Suena desesperado, angustiado de que ni siquiera le dé la oportunidad a expresarse y que decidamos como adultos qué es lo que queremos—. Que sepa mantener la calma cuando el mundo se cae encima no me hace perfecto, rubia.
—Además de tu obsesión por el control, ¿qué defectos tienes? Porque es imposible estar tan regulado como persona, Gian; eres un hijo ejemplar, un empresario de éxito, sabes cómo hacer sentir cómoda a una mujer a tu lado y te preocupas de no dejar secuelas de por vida dentro de tus posibilidades.
—Me regulo a mí mismo, Siv, pero no soy perfecto, tengo mucha rabia contenida; me esfuerzo por no mostrarme agresivo y acabo llevándolo al aspecto sexual. Necesito dominarte en algún aspecto porque mi masculinidad no me permite ser al que controles. Joder, que te he puesto una corbata y te he dejado algunas marcas mientras te follaba.
No me lo recuerdes porque te pido que vuelvas a hacerlo aquí y ahora...
—¿No te gusta dominar?
—Me encanta, Siv, pero si a ti no te gustara, soy ese tipo de persona que se adaptaría, porque puedo tener mis preferencias sexuales, como todo el mundo, no obstante, la que me gusta eres tú y me corro mil veces antes pensando en que te proporciono placer que en el hecho de cumplir mis fantasías.
—¿Por qué?
—Pues es bastante sencillo: tú eres mi fantasía, no lo he elegido yo, no es mi culpa que mi polla se ponga dura con sólo pensar en ti y que el corazón se me ponga blandito cuando tu labio superior tiembla porque de alguna forma tienes que expresar tus ganas de llorar cuando el mundo se te cae encima, Diosa.
—Para, por favor, para de hacerme sentir que valgo la pena cuando soy una inestable, Gian. Deja de hacerte eso a ti mismo.
—Mira, Siv, lo que tú llamas «perfección», para mí es una lacra. Tú no sabes cómo te admiro por alzar la voz, por no tener miedo a las consecuencias. Sin gente como tú, el mundo sería más injusto de lo que ya es, porque la mayoría somos así: nos callamos porque no es asunto nuestro. Tú sacas mi parte guerrera, mi parte activista que no conocía, sin ti no sabría lo que significa «paternalismo» y es por gente como tú que empiezo a deconstruirme y a escuchar lo que una mujer tenga que decir, no porque antes no quisiera, sino porque nunca se había hecho y yo no me daba cuenta de que estaba siendo lo mismo.
No soporto más este romanticismo, no soporto más sus cumplidos porque, aunque me valoro a mí misma, jamás me vería como un modelo a seguir como Gian trata de pintarme ni tampoco pretenderlo serlo.
Sus palabras me llenan por dentro y me hacen sentir bonita como persona, porque por fuera tengo la fortuna de gustarme la mayor parte del tiempo.
En cambio, lo que no se ve, lo que está oculto, es lo que más detesto y ni yo misma soy consciente de lo mucho que sus palabras curan cuando brotan de sus labios.
Y todo lo que me ha dicho me da fuerzas, me da mucha energía para mantener la conversación que he querido evitar porque sé que lo que me diga es lo más sincero que hay en su alma. Que podrá adornarlo con palabras bonitas y aun así, no podrá mentir porque no es de esos.
—Ya basta de hablar de mí... —Lo último que me falta es que me baje la regla para terminar este día con un broche de oro—. Qué es lo que quieres que sepa, Gian. Pongamos las cartas sobre la mesa.
—Quiero contestarte con sinceridad, quiero resolver las dudas que te impiden darme una oportunidad.
—Siempre he tenido ciertas reservas a tener algo contigo y lo sabes; no sólo por tu trabajo, también por mis traumas del pasado.
—Lo sé y has luchado como una jabata, pero no has podido evitar empezar a sentir algo por mí —Pongo los ojos en blanco incluso sabiendo que tiene razón—. No obstante, hay un obstáculo que te dificulta el avance, que te hace usarlo en mi contra y por consecuencia a mí me hace daño.
—¿Tú hay algo que necesites saber?
—Cuando estés lista para contármelo o mi necesidad de controlar todo sea inaguantable y ansíe respuestas, mientras tanto puedes estar tranquila.
«Mon tésor... Mi pasado incluye demasiados traumas, demasiadas debilidades y una estafa de por medio. Es un secreto que no pretendo descubrir ni en mi lecho de muerte».
—Bonne chance.
«Buena suerte».
—No hagas eso. —Se remueve en su asiento y suelta un largo suspiro que me hace temblar.
—¿Por qué?
—Eres hablante del idioma más erótico del mundo, no me pidas que controle las ganas de follarte si me hablas en francés.
No puedo evitar reír.
He tenido que soportar a gente reírse de mi acento al hablar inglés por mi marcado acento nativo y, en cambio, él, un angloparlante, se excita con sólo oír mi voz.
«Enculé, puristas del lenguaje».
—No pienso disculparme por eso y mucho menos cuando sigo teniendo la capacidad de ponértela dura.
—Mujer, deja de provocarme con tus palabras y de manosearte disimuladamente el escote porque como sigas así voy a obligarte a que te quites el tanga y me lo des ahora mismo.
—Veo que tu misofilia sigue a la orden del día.
—Francesita —Pone la palma de su mano bocarriba y sin una pizca de humor en su tono, sentencia—: dame tu tanga ahora mismo.
Miro hacia los lados y aunque tengo la ventaja de que el mantel nos cubre por completo, tengo el problema de que nos han puesto en una mesa céntrica que reduce mis posibilidades de salir victoriosa.
Piensa, Siv, piensa.
Voilà.
—Que sepas que me debes lencería de Andrés Sardá —Antes de que pueda preguntar a qué me refiero, me trago el dolor de destruir un tanga tan bonito y rasgo el tanga hasta romperlo.
Ahora viene lo complicado.
Levanto el culo levemente y de forma disimulada me retiro el trozo de tela roto hasta tenerlo en una de mis manos, lo cuelgo en el tacón y estiro la pierna hasta que Gian atrapa mi tobillo con sus grandes manos y me acaricia un poco. Antes de soltarme, me da un suave pellizco en el gemelo que me pilla por sorpresa, logrando que niegue.
—Buena chica —Como si tuviera en su posesión cualquier otra cosa, sonríe y cuando tiene mi ahora inservible tanga escondido en el puño de su mano, se lo guarda dentro de la chaqueta. ¡Benditos bolsillos internos! —. Ahora, pregúntame lo que necesitas saber, Siv porque lo próximo que te voy a pedir es que me des tu sujetador y no me va a servir si lo rompes.
Me está dando la responsabilidad a mí de que encauce la conversación. Yo, que soy una persona que cuando los problemas se acercan compra compulsivamente, se traga tres botellas de vino o busca en su agenda alguien con quien follar para desviar la atención.
Pero Gian me importa más de lo que puedo imaginar porque el simple hecho de no comprar su discurso me hace querer darle una segunda oportunidad; porque en tres meses una persona no puede enamorarse, pero puede dar indicios de que está empezando a querer y es exactamente lo que me ocurre.
Que estoy cayendo cuesta abajo y sin frenos por Gian Easton McMahon.
—¿Cuántas veces? —Me armo de valor y acabo entrando en la dinámica.
Necesito saber cuánto duró esa aventura, cuánto tiempo se estuvo acostando con la prometida de su hermano hasta que se dio cuenta de que estaba siendo un cabrón.
—¿A qué te refieres? —Creo que no se espera que entre en el tema tan de lleno, imagino que está esperando a que siga escurriendo el bulto.
—Con Chiara, cuánto duró lo vuestro.
—Fue una noche, sólo una noche. Nunca hubo un nosotros, se lo he dicho miles de veces y la última vez tú misma lo escuchaste.
—Si tu hermano..., hubiera vuelto de la guerra, ¿se lo hubieras dicho?
—Me hubiera costado, pero una cosa así no se puede mantener en silencio y menos aun cuando afecta a una persona a la que quieres tanto. Si Chiara y yo nos acostamos, que éramos sus dos personas de confianza, ¿con quién no le engañaría?, ¿cómo le miraría yo a los ojos después de haberle traicionado?
—Gian, tú no eres el culpable de su muerte, puedo decir muchas cosas por la boca, puedo hacer daño intencionadamente o sin darme cuenta, pero no te diría esto si no lo creyera realmente.
—Murió porque su cabeza estaba en otro lado, no hay más, Siv. Fue mi culpa. Si su prometida y yo no nos hubiéramos acostado, Trenton no habría recibido esa carta.
—Ni siquiera puedo culpar a Chiara, mucho menos a ti. No de su muerte.
—¿Y de quién es?
—De tu padre, ¿por qué le escribió una carta sabiendo que estaba en la guerra y que una noticia así podía desestabilizarle? Gian, sé justo contigo mismo, tú y ella propiciasteis una ruptura, pero no una muerte.
Algo cambia en su mirada, como si no hubiera sido consciente de esa posibilidad, como si jamás se le hubiera ocurrido pensar que, si William McMahon se hubiera contenido, su hermano seguiría vivo. Quizás ahora estaríamos hablando de que él y Trenton se odian a muerte, quién sabe o el destino igual le hubiera deparado el mismo final, no obstante, no fue culpa de Gian.
Y en sus ojos se ve una paz que no creía que necesitara, sus hombros, siempre tan cuadrados y algo cansados, se relajan de golpe.
Gian no lo sabía, pero necesitaba escuchar que no era su culpa y que se lo dijeran de corazón.
—Gracias. —Asiente, como si quisiera continuar con la conversación. No quiere indagar demasiado.
—¿Por qué lo hiciste?, ¿qué pasó por tu cabeza para hacerlo?
—Ni siquiera lo recuerdo, Cenicienta. Estaba en una fiesta con Dayton, Niall, Adalyn y algunos amigos más pasándolo bien y en un momento a otro, apareció Chiara.
—¿Se te había insinuado alguna vez?
—Yo para esas cosas soy un poco tonto —admite—. Yo no me doy cuenta de si una mujer está flirteando conmigo, no si yo no estoy interesado. Es decir, si a mí una mujer me llama la atención, me voy a fijar incluso en qué bebida se pide, por muy Stalker que eso suene, pero ¿si me da igual? Yo para qué quiero saber sus gestos.
—¿Para saber qué es lo que quiere de ti? —Es una pregunta en tono irónico, pero es que lo veo con demasiada claridad.
—Si yo no quiero nada de ella y no estamos en un ámbito profesional, no me preocupa lo más mínimo.
Mi cabeza hace un cortocircuito.
—No lo entiendo, Gian. ¿Cómo pasaste de ignorarla a acabar tirándotela?
—No lo sé, te juro que no lo sé. Se acercó a saludar y joder, primero que soy educado y segundo que era mi cuñada.
—¿Y...?
—Pues que me invitó a una copa y lo siguiente que recuerdo es estar con ella en el baño follando y comiéndole la boca.
Mi mandíbula se desencaja por completo y la taza que estoy llevándome a los labios se queda suspendida en el aire con mi mano sujetándola.
Estoy empezando a sospechar algo que como lo confirme me va a volver completamente loca y no sé si voy a poder aguantar no montar un numerito.
—¿Ibas borracho?
—Pues supongo que sí... —Entorna su mirada, tratando de comprender hacia dónde estoy llevando la charla.
—¿Supones?
—Nunca me permito perder la voluntad de mí mismo, Siv, sabes que soy un controlador, sobre todo en cuanto a mi vida privada se refiere, la última vez que perdí el control en una borrachera fue a los veintiún años.
—Gian..., ¿qué bebiste esa noche?
—¡Yo qué sé! Fue hace tiempo... —Se altera, está frustrado y se siente parte de un experimento del que no ha aceptado formar parte—. ¿Qué estás insinuando?
—Gian, escúchame —Ahora mismo tengo que ser muy delicada con mis palabras—. Incluso si hubieras estado ebrio, no es razón para aprovecharse de una persona, ¿vale?
—Siv... no me gusta por dónde estás yendo, no estarás sugiriendo lo que se me está viniendo a la cabeza, ¿no?
Decirlo o no decirlo.
Quedarme callada o intentar ayudarle a perdonarse a sí mismo.
Esclarecer una situación o mantenerme en silencio, siendo cómplice de algo que detesto.
—Fue en contra de tu voluntad.
No le cuestiono, no le hago sentir que se ha inventado parte de lo que ha dicho. Gian ahora mismo para mí, es víctima de un abuso y hasta que se demuestre lo contrario, tiene mi apoyo.
—Aubriot, cállate —Me ordena con cara de pocos amigos—. Ni siquiera te voy a permitir que te plantees esa hipotética situación. Yo nunca he hecho nada que no quiera hacer y nadie me ha usado sin mi consentimiento.
No digo nada.
No puedo hacerlo.
No soy quien, para hacerle este daño, pero tampoco voy a retractar mis palabras. Menos aún cuando sé que en su subconsciente sabe que algo de razón tengo. De ahí su necesidad de tocarme siempre que esté sobria, de que llame a las tantas de la mañana a mi amiga para que me cambie de ropa y no hacerlo él sin mi consentimiento.
Gian es hombre y por mucho que lo niegue, tiene cierta masculinidad frágil. Prefiere pensar que es un traidor sin ética ni moral antes de reconocer la realidad que para mí es evidente: Chiara había abusado sexualmente de él, porque cuando una persona no está en sus plenas facultades para decirte que «sí», entonces es de sentido común comprender que el silencio o la imposibilidad de negarse, es un claro «no», independientemente del género, identidad sexual o etnia.
Y yo no iba a quedarme de brazos cruzados sabiendo que había sido violado, por mucho que Gian negara la realidad, pero tampoco iba a obligarle a que lo viera de golpe, sin vaselina y trastocando sus ideas.
—Je te crois, Gian et ça fait mal à quel point tu es brisé, mas je te crois.
«Te creo, Gian y me duele ver lo roto que estás, pero te creo»
—No me mires con dulzura, no es la forma en la que tú me miras.
—¿Por qué?
—Porque parece que me ves con otros ojos y a mí me gusta tu mirada desafiante, no la de pena.
—¿No me ves más relajada?
—¿Qué ha cambiado? —Su labio tiembla de rabia y sé que está enfadado. ¿Cuándo no le hago yo enfadar?
—Que no te veo como el malo de la película.
—Me ves como la víctima.
«Oui. Pero no puedo decirte eso porque te mataría por dentro y para mí eres más que una víctima. Jamás te definiría como tal porque eres mucho más que lo que te arrebataron sin tu consentimiento».
—Como un héroe —Le ofrezco mi mano y él, con desconfianza, acaba aceptándola y entrelazando nuestros dedos—. Gracias por contármelo, Gian, gracias por luchar en ser escuchado.
—Todo tiene una recompensa y la mía es una venganza.
—¿Ah sí?
Empieza a insinuarse de nuevo, necesita distraerse y, sobre todo, que mi mirada vuelva a ser esa furia llena de deseo, lo que no sabe es que sigo deseándolo incluso más que antes porque ya no hay barrera que me impida confiar en Gian.
Al menos. No creo que la haya.
El problema será cuando sea consciente de que quizás, es él quien no puede confiar en mí y me mata habernos puesto en esta situación.
Nunca me perdonaría romperle el corazón y lo evitaré sea como sea.
¡Hola! ¿Qué os ha parecido?
¡No te olvides de votar y comentar si te ha gustado!
Tu 3 emoji define cómo te sientes al leer el capítulo jeje🙈.
¿Os gusta cómo se comunican ellos dos?
¿Cuál ha sido vuestra parte favorita del capítulo?
¿Creéis que Gian tiene miedo a aceptar ese suceso que le ocurrió?, ¿qué os ha parecido la forma de afrontarlo de Siv y la forma de intentar ayudarlo?
Recordad que sólo el sí, significa sí. Y que en esto: no existen los matices; si no hay un consentimiento previo o un acuerdo sobre los límites entre ambas partes, entonces es no💜.
Espero que os haya gustado muchísimo y que estéis deseando que llegue ya el próximo miércoles!!
¡Os quiero!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top