Capítulo 26.

«Tal vez no se quedó conmigo porque le daba miedo darse cuenta de que yo le quería como él no sabe quererse».

-Marilyn Monroe.

~*~

SIV AUBRIOT.

—Chiara —Gian pronuncia su nombre con cansancio, como si no quisiera darle explicaciones a la mujer con la que está hablando—. No tengo tiempo para esto y tampoco estoy dispuesto a perderlo contigo.

La voz de Gian suena cruel y demasiado demandante. Me están dando ganas de salir ahí y decirle que no se comporte como un gilipollas, que no es quien para hablarle así a una mujer.

Tal vez ella sea una hija de puta que le ha hecho la vida imposible en el pasado, sin embargo, mi instinto primario es posicionarme a su lado o al menos pedirle a Gian que se comporte como el hombre que sé qué es.

—Fíjate que he intentado abordarte durante horas y al final eres tú quien ha entrado aquí, ¿buscándome? —La que ahora sé que es la influencer de la que habían hablado varias veces, parece emocionada, casi con un tono melancólico—. A quién quiero engañar, tú no buscas a quien no te interesa, eres demasiado bueno como para marear a las personas.

Una parte de mí quiere salir del baño para abrazarla y decirle que no vale la pena estar detrás de un hombre que no te valora y que ha sido lo suficientemente honesto como para tener responsabilidad afectiva; y la otra parte está estallando en celos internos y queriendo reclamar a Gian como mío.

Ambas opciones me hacen sentir mal porque sé que el empresario no es un mal hombre como para ponerlo a la altura del betún y desde luego que la segunda opción es terriblemente tóxica.

Soy fiel creyente de que los celos pueden llegar a ser positivos porque nos advierten de que algo no está funcionando, pero es que él y yo no somos nada, no aún y quién sabe si lo llegaremos a ser en algún momento.

—No quiero ser grosero, Chiara, pero es que yo nunca te he buscado y mientras estamos aquí, me estás haciendo perder el tiempo.

Gian siempre tiende al diálogo y a argumentar, pero sus palabras son como cuchillos afilados que te desangran.

—¿Por qué?

—Porque estoy buscando a alguien, ya te lo he dicho.

—¿En el baño de mujeres?

—Es donde la han visto por última vez.

—¿Quién? —No espera respuesta y sigue hablando—. Lamento romper tus ilusiones, Gi, pero aquí sólo estoy yo.

—Pues entonces es el momento ideal para que me digas qué hace una instagramer dedicada al mundo del fitness y ropa deportiva en un evento literario.

Vaya pregunta más clasista, ¿acaso una mujer no puede disfrutar de la moda, el gimnasio y la literatura al mismo tiempo?

En cambio, Chiara Bowman decide responderle como yo no haría: siendo totalmente sincera y justificando su asistencia al evento, buscando una atención que Gian ha dejado muy claro que no está dispuesto a darle.

—Me ha invitado tu padre..., te recuerdo que me dedico al mundo de las redes sociales y William cree que necesitas más tirón...

¿Más tirón? Gian McMahon es una persona que tiene todo lo que le rodea e interesa bajo control.

Y sé de primera mano el equipo que tiene detrás dedicado a ese sector.

Es un obseso del control y sus ansias por ser el pionero y encima haciéndolo bien, es algo que domina.

—Sabes que no necesito una mierda, Chiara —Me lo imagino caminando de un lado a otro, lleno de rabia y frustración y pensando en cómo resolver todos los frentes de batalla que tiene abiertos—. Y mi padre también lo sabe.

—Es tu padre, Gi..., sólo queremos ayudarte —insiste la rubia—. Y yo soy de las mejores creando contenido.

—Lo sé —concuerda el empresario—, pero de marcas deportivas, del mundo fitness y de la vida saludable. —Gian suena completamente fuera de sí—. ¿Estás intentando sabotearme junto a mi padre? ¡¿Qué tiene que ver este evento con la puta marca de deporte de moda?!

—Tenemos que hablar, yo...

—Chiara, ¿por qué has aceptado la invitación de William y por qué te ha contactado?

—Porque él sospecha que tú y yo...

—Entre tú y yo no hay nada, Chiara.

—Pero lo hubo...

Donde hubo fuego, cenizas quedan. Chiara está intentando jugar esa carta y hacerle recordar ese pasado.

—Esto es increíble —Escucharlo con la voz casi quebrada me eriza la piel y sólo me entran ganas de salir y darle un abrazo. No sé por qué le duele tanto, pero es evidente que no le queda mucho para explotar. Todo el mundo tiene un límite y aunque a veces parece que su paciencia es infinita, la realidad es que no es así—. Mi propio padre quiere hundirme con el mayor error que he cometido en la vida y tú eres incapaz de ver que él te está utilizando y que de ti no quiero ni los buenos días.

Ouch.

—Nunca lo sabremos porque no me das la oportunidad.

—Te he dicho tantas veces que no, que no sé cómo actuar contigo, Chiara, ¿cómo te digo que no quiero nada contigo y que nunca estaré interesado en ti sin romperte el corazón porque no quiero que te sientas humillada? Porque las opciones se me acaban y lo último que quiero es hacerte tanto daño que acabes yendo a un psicólogo para curar el trauma. No quiero ser responsable de tu dolor, pero me está matando que no aceptes un «no», que me hayas obligado a vetarte la entrada en mis oficinas, que tenga un cortafuegos en el móvil que impida que te pongas en contacto conmigo. ¿Acaso estás buscando crear un escándalo público que nos lleve a los juzgados y que seamos portadas en las revistas por difamarnos y pedirnos una orden de alejamiento mutua? No soporto más tu obsesión conmigo, Chiara y no voy a aceptar ni una jugarreta más.

Mon Dieu... cómo me pone cuando usa ese tono tan autoritario.

—Pero... —Trata ella de hablar.

—No, Chiara, no quiero nada romántico contigo y no me interesa tenerte como amiga; ¿cómo te lo digo para que sigas con la cabeza alta y sin sentirte deshonrada o insultada?

Al menos Gian sigue siendo lo suficientemente caballeroso como para no querer caer en la crueldad más sincera.

Admiro eso de él, yo ya habría destruido a mi oponente.

—Yo sólo quiero llegar a ti, Gi... y tú sólo pones trabas: no me dejas visitarte, no me respondes a las llamadas, tienes incluso a gente trabajando para que te facilite información de eventos y si estoy yo en uno: me evitas a toda costa e incluso cancelas tu asistencia... Por lo menos antes mandabas flores disculpándote...

—Pues creo que es un indicio bastante evidente de que no quiero que llegues a mí. ¿Por qué no lo aceptas y pasas página? —Se escucha un golpe y me muerdo la mejilla interna cuando me doy cuenta de que uno de los dos acaba de pegar una patada a una pared—. Estoy hablando ahora mismo contigo porque es el momento idóneo para que te des cuenta, tú misma lo has dicho: yo no corro detrás de las mujeres y ahora mismo estoy desesperado por encontrar a una y no eres tú.

—¿Hay otra? —pregunta ella con cierto temblor en la voz.

Mon Dieu, Chiara, mira que yo intento defenderte, pero es que te estás pasando de intensa. Acepta de una puta vez que «no, significa no» y los matices de por medio, no existen.

—Chiara, no es cuestión de que haya otra o no, es que ella nunca será la otra, porque es la mujer en la que estoy interesado y en esta ecuación no entras tú, no es un triángulo y muchísimo menos una jugarreta a dos bandas. Me interesa ella, no tú y si ella no estuviera en mi vida, tú seguirías sin interesarme.

Sonrío sin poder evitarlo.

—¿Cómo puedes tener tan poco corazón, Gi? Tú y yo...

—Realmente no quiero ser un cabrón contigo, Chiara, pero no sé cómo decirte que tú y yo nunca ha existido, tú y yo fue un error.

—¿Un error? Un error que duró mientras mi prometido estaba en Afganistán.

Afganistán.

No será...

—No hables de él para usar tu chantaje emocional, Chiara, llevo años yendo a un puto terapeuta porque parece que el único que se siente culpable de lo que hicimos soy yo. ¿Acaso no te da asco mirarte al espejo cada día por lo que le hiciste a mi hermano? Porque yo llevo tatuado algo en su honor que me recuerda lo miserable que fui, ¿acaso intentas ser mejor persona? Porque yo sé que siempre tendré el remordimiento matándome y sé que mi conciencia nunca estará tranquila, pero estoy luchando por perdonarme a mí mismo mientras que tú te tomas su muerte como una oportunidad de estar con otro McMahon.

Trenton McMahon.

—Llevo años detrás de ti porque le dije que «sí» al McMahon equivocado... Estar contigo no sólo hizo que abriera mis ojos..., iba a casarme con quien no debía..., pensaba que estaba enamorada de Trent cuando estoy loca por ti, ¿cómo no voy a verlo como una oportunidad en la vida a pesar de la tragedia? Si es que lo veo como una señal del destino, Gi...

Vaya arpía sin corazón.

Y vaya cabrón sin ética ni moral la de él.

—Ese es tu puto problema, no me hagas cargar con tu remordimiento porque bastante tengo con sentirme la mayor mierda del mundo por lo que le hicimos. No me hagas responsable de algo que no soy.

Me está destrozando saber que cuando Gian me dijo que había sido malo en su día y que intentaba enmendar sus errores, no era un decir. Lo había sido y estaba roto por ello y, aun así, soy incapaz de empatizar del todo con él.

Sé que sus palabras son honestas y sé que no está mintiendo, pero me siento demasiado reflejada por la víctima de esa historia como para no tomarlo como algo personal.

Gian se había follado a la prometida de su hermano mientras el otro estaba en la guerra. Y a mí esa historia se me hacía demasiado familiar porque de alguna forma retorcida yo también había sido engañada por dos personas que consideraba de mi confianza, yo también había sido Trenton McMahon.

Misma historia, pero vivida de forma diferente.

La diferencia es que Trenton está muerto y yo me he extraditado de mi país.

Tiro de la cisterna, queriendo hacer una entrada triunfal y para ello tengo que prepararlos antes.

Una no puede ir de diva si no crea antes expectación.

Quito el pestillo y aún con los pinchazos en mi pecho izquierdo recordándome que la ansiedad siempre estaba de mi lado, abro la puerta.

—Buenas noches —Voy hasta el lavamanos y empiezo a enjuagarme con rapidez, evitando hacer contacto visual con ninguno de los dos. Debía morderme la lengua porque no sabría de lado de quién me pondría o si acabaría soltando crueldades de las que luego me arrepentiría—. Disfrutad de vuestra velada.

Espero de todo corazón que él lo impida, quiero que me frene y que me persiga.

—Gracias... —responde algo incómoda la rubia.

—Espera —Gian me agarra del codo—, no te vas a ir tan rápido, no voy a dejar que huyas.

Pardon? —Miro a Chiara quien se ve aturdida por el gesto de Gian y luego me quedo embobada en esos preciosos ojos ámbar del empresario—. ¿Necesita algo? —Empujo contra su paciencia volviendo a hablarle de usted, sé que odia cuando lo hago.

—Para, frena, rubia, por favor... —Me intenta atraer hacia él y, aunque no me aparto, trato de mantener las distancias—. Déjame explicártelo.

—¿El qué? —Me suelto y juego con uno de mis pendientes porque me niego a morderme las uñas y estropear mi manicura—. ¿Va a justificar su falta de lealtad hacia mí firmando con los franceses que sabe que me traían dolores de cabeza?, ¿va a hablarme de por qué ha bloqueado las páginas como Amazon para que nadie pueda hacer un pedido y ambos sabemos debido a qué? Porque eso me da indicios a que usted sabía que podía crearme una crisis de ansiedad y que tenía todo orquestado por si me daba un ataque de pánico.

—No, no lo hice por eso. No me gustan las filtraciones y si te das cuenta verás que todas las redes con posibilidad de streaming en directo están también censuradas. Si alguien quiere hacer uso de mis palabras, que sea una vez acabado el evento. No puedes ni imaginarte la de contrincantes que tengo esperando a comprar la exclusiva en páginas tan comunes como eBay.

—De acuerdo, entonces lo ha explicado ya todo. ¿Me puedo largar? Creo que usted está algo ocupado.

—Sabes que no, francesita, estás sacando tu parte más viperina y no me lo merezco... —Estoy demasiado cegada como para analizar sus palabras y no puedo pensar con racionalidad—. Y no me hables de usted, no voy a permitir que empieces con esa mecánica... —La desesperación en su mirada consigue que sienta cierta lástima y que quiera parar esto y ser sensata—. Me da igual no deberte explicaciones, Siv, es que quiero dártelas.

Pero yo soy de esas personas impulsivas que la joden cuando entran en bucle porque soy incapaz de ser prudente y escuchar.

Si me siento ofendida, atacada o legitimada para devolver el golpe, lo hago.

Sin pensar en las consecuencias y lo que es peor: sabiendo que después me arrepentiría.

—Señor McMahon —Me mantengo en mi posición cuando veo el bufido que suelta la tercera en discordia, como si estuviera deseando a que me marche para volver a atosigar a Gian y ese gesto me hace recordar el porqué de mi enfado y mi decepción—. Su vida privada con la señorita Bowman no me incumbe, de verdad que no.

Y sé que he dado en el clavo porque Gian no ha parado de repetir una y otra vez que no quiere saber nada de ella y sabe que lo he escuchado. Y que lo esté utilizando para hacerle daño, le rompe, lo sé por su mirada.

Sé que está mal y mi conciencia está repitiéndome casi con desesperación que me vaya a tomar el aire y que le asegure que luego mantendríamos una conversación como los adultos que somos, exponiendo los puntos, escuchándonos y respetándonos.

El problema es que yo no soy de hacer mucho caso a mi conciencia y soy más de convertirme en una femme fatale que cuando siente el orgullo herido, ataca. Como una maldita serpiente venenosa con ganas de inyectar todo mi veneno y desgraciadamente todos mis ataques se los va a llevar el que no es responsable de mis miedos e inseguridades, el mismo que está curando muchas heridas que no sabía que tenía a medio sanar: Gian Easton McMahon.

—Aubriot. —Su tono es implacable, pero tembloroso. No sabe cómo actuar, ni con qué actitud afrontar el huracán francés que se le está viniendo encima—. Escúchame, eres una mujer con dos dedos de frente, pero te pierde lo impulsiva que eres.

—¿Quiere saber una cosa? De mí también se rieron las personas en las que más confiaba.

—¿Qué? —Mira hacia Chiara—. Hablemos de esto en privado, no quiero que me cuentes algo sólo por rabia, quiero que lo hagas porque deseas hacerlo.

—Mi prometido y mi mejor amiga. —Señalo el dedo donde debería llevar un anillo de casada, uno que hubiera hecho que ni él ni yo coincidiéramos en esta vida y el sólo pensarlo me produce dolor en el pecho—. ¿Debería darles las gracias por haberme roto el corazón? Porque es lo que muchas personas dicen, que al menos tuve la suerte de librarme de dos sinvergüenzas de mi vida. Y, en parte no lo niego, pero eso no implica que duela menos. Si duele y decepciona es porque les diste el poder para que te arruinaran y lo utilizaron. Como ustedes dos con Trenton. —Me tomo la libertad de usar el nombre de su hermano y me arrepiento de inmediato al ver cómo sus ojos brillan por la emoción.

—Diosa..., yo...

—No le estoy culpando de lo que me hicieron, sería un movimiento muy estúpido por mi parte; pero no puedo evitar sentirme reflejada en esa historia, no puedo evitar mirarte con otros ojos porque no me cabe en la cabeza que se le ocurriera dañar de esa forma a una persona que aún estaba con vida.

—Y no hay día que no me sienta el hombre más miserable del mundo por haberla jodido así.

—¿Y qué quiere que le diga a eso?

—Francesita... —Baja el tono de voz e ignora a la tercera persona presente. Gian necesita estar cerca de mí y yo de él. Pero mi parte más inmadura prefiere castigarnos mutuamente porque necesitaba procesar todo lo que estaba pasando—, vamos a un sitio en el que podamos hablar de esto. Recibiré tus golpes y aceptaré todo lo que tengas que decirme, pero por favor, dame el beneficio de poder expresarme y ya luego decides si huir o quedarte a mi lado.

—¿Cree que va a venderme el cuento? No tengo nada que hablar con usted, se estuvo acostando con la prometida de su hermano mientras él servía a su gran y adorada patria y ahora, curiosamente, lo lleva tatuado en el pecho, ¿se puede ser más hijo de la gran puta? A su hermano lo mataron de un disparo y lamento la pérdida que pudo suponer para su familia, pero si hubiera salido con vida, se lo hubieran cargado ustedes dos debido a su traición.

Los señalo y cuando Gian retrocede un paso, me doy cuenta de que he ido demasiado lejos.

A una persona como McMahon no puedes decirle que es el responsable de la muerte de su hermano porque se lo creería. O más bien todos sus avances con su psicóloga se irían a tomar por culo y volvería a pensar que él era el responsable.

A pesar de todo, no lo considero un mal hombre, sino un cabronazo que se había arrepentido cuando ya era demasiado tarde.

—Tienes razón y créeme que no hay día en el que me despierte y no me arrepienta de lo que hice y...

No soportaba más que estuviera manteniendo las formas solo porque estaba desesperado y atemorizado por si salía corriendo y nunca más volvía a encontrarme. Necesitaba ese fuego latino que llevaba en la sangre y que me metiera dentro de un baño en el que no me dejara salir hasta que le pidiera perdón por ser una miserable.

Pero me estoy enfrentando a un hombre derrotado cuyo orgullo está guardadito porque antes que machito, es persona y su madre ha hecho un gran trabajo criando a alguien capaz de callar y agachar la cabeza cuando es necesario.

Ya se tomaría su revancha en otro momento, estoy segura de ello, pero sabía cuándo mantener el silencio y cuando seguir con la calma.

—Es que yo creo que usted no es consciente de que, para mí, son excusas, que ahora mismo me cuesta confiar en usted y que me da igual si era joven e imprudente, que fue un hijo de puta y...

—Rubia —Sus labios forman una línea recta y su cejo se frunce. Camina hacia delante y si no me enjaula entre la pared y su cuerpo es por la presencia de su examante—. Te estás pasando, cállate, te lo pido con educación, pero me estoy cansando de ser razonable.

—¿Qué me calle?

Asiente mientras dirige sus labios hacia mi oído, como si quisiera contarme un secreto.

—No conoces mi historia, no conoces nada, sólo asumes según has escuchado después de salir corriendo, ¿qué he hecho mal para que me rehúyas cada vez que no pienso como tú?, ¿por qué estoy arrastrándome cada día y con los huevos encogidos por miedo a que desaparezcas sin ni siquiera dejar que dé una explicación? Fui una mierda, Siv, pero creo que estos meses te estoy demostrando que por lo menos merezco poder hablar. Sé que eres impulsiva y que te desequilibras a la velocidad de la luz y lo acepto porque es tu forma de ser, pero no te confundas, francesita, no confundas la virtud de mantener la calma con el dejar que me pisotees, porque estás llegando al límite de mi paciencia y te juro que no voy a aguantar mucho más. Me gustas y sé que empiezo a sentir algo fuerte por ti, pero estoy en el momento idóneo para tirar la toalla sin que me dejes secuelas de por vida.

—Tú no puedes sentir algo más que deseo y cariño por mí... —Me llevo la mano al corazón sintiendo la sensación de que dejo de tener pulso—. No puedo hacerme cargo de lo que sientes, Gian, no cuando yo siento exactamente lo mismo.

Acabo de aceptar en voz alta que estoy cayendo por Gian McMahon y al mismo tiempo validando su reciprocidad.

—Pues me haré cargo yo, pero deja de sabotearte a ti misma, Cenicienta, deja de intentar destruirme por miedo a tu pasado.

—No...

No asimilo sus palabras, no puedo, no quiero digerir sus palabras porque sería una muestra evidente de que los dos vamos por el mismo camino, construyendo algo y encauzando nuestras vidas para ver hacia dónde nos lleva.

Mis ojos empiezan a ver chiribitas y no consigo enfocar con claridad.

La imagen de mi ex mejor amiga riéndose de mí aparece y la imagen de Eléonore follando con mi prometido se entremezcla con la traidora de mi mente recreando una posible escena entre Gian y Chiara.

Empiezo a sentirme avergonzada y me doy cuenta de que estoy mezclando varias historias en un mismo cóctel y que he hecho que sea él quien lo beba.

Pero ahora mismo soy incapaz de pensar, no tengo en frente a Gian McMahon.

Delante de mí está ella y las palabras brotan de mi garganta sin darme tiempo a frenarlas.

—Me das asco, Eléonore Proulx y no sabes las ganas que tenía de decírtelo.

—Siv... —Me ofrece su mano para que vuelva a la realidad y cuando me encuentro con el portento físico perteneciente a Gian.

Acabo de confesar en voz alta uno de mis mayores secretos y una de las heridas que no he sido capaz de cerrar.

Merde.

Pestañeo un par de veces, recobrando el sentido y sintiéndome pequeña por primera vez en un año.

Chiara Bowman no comprende qué está ocurriendo y parece la más sorprendida de los tres.

Gian McMahon está intentando cuadrar todo porque Eléonore Proulx no es un nombre desconocido para él y es lo suficiente inteligente como para unir las piezas del puzle sin pensar demasiado.

Acaba de descubrir una de las fuentes de mi dolor.

Doy media vuelta y le doy un codazo en las costillas cuando intenta agarrarme de nuevo.

No puedo seguir con esto.

Él es de enfrentarse a los problemas y yo soy de las que salen corriendo, sin mirar hacia atrás, procurando no tropezarme y rompiéndome un poco más.

¡Hola! ¿Qué os ha parecido?

¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!

Pues aquí tenemos uno de los grandes secretos de Gian al descubierto. ¡Tu emoji más usado es la reacción a cómo te has sentido al descubrirlo!

Gian y Siv no son de reconocer en voz alta lo que sienten el uno por el otro de forma normal, noooo, ellos tenían que hacerlo en medio de una discusión mientras se lo tiran a la cara😂

¿Creéis que Siv hizo bien echando en cara algo del pasado de Gian (sin saber la historia completa) y utilizándolo para hacerle daño? 

¿Entendéis por qué lo ha hecho?

Yo creo que es más bien un "no tienes derecho a decirle eso a alguien, pero al sentirte reflejada comprendo por qué lo has hecho".

¡Os leo!


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