Sostenme entre tus brazos y ya no me dejes ir.

Sostenme mientras lloro, y celebro que estés aquí.

Mientras el luto me domina y el dolor me mata.

Cuídame bien; mima a tu alma amada.

¿Ves a las hojas caerse por el viento,

y hundirse en el lodo, sin ningún lamento?

¿Ves a los troncos secarse, a las flores marchitarse,

a los campos anegarse, y a todo lo que era vivo morir

bajo estas interminables sábanas heladas?

¿Ves la nieve cubriendo todo lo que existe por aquí?

¿Ves la ventisca sacudir nuestros cuerpos y almas,

hasta que tengamos que admitir

que nos ha robado todo el calor y el color de las caras?

Yo soy todo esto, esta velada.

Soy el frío, el invierno, el blanco infierno

de esta tierra congelada.

El duelo me ha quitado todos mis colores.

Las brasas de mi amor se han apagado.

Y siento tantos dolores, en vez de ardores,

que quiera descansar para siempre en el fondo de un lago.

Sin moverse, sin hablar, sin sentir nada.

Sin existir, sin respirar, solo ocupando espacio.

Quisiera por la naturaleza ser tragada.

Así que sujétame, abrázame, quiéreme por favor.

Esta noche te necesito cerca, mi amor.

O te juro que haré algo peor

que solo hablar sobre mi miseria.

Que solo desear, en estos versos,

huir para siempre de la materia.