Capítulo 12: Rojo

Fueron juntos a Troyes después de ver un poco la ciudad. Pierre en seguida notó que había algo que su sobrina no le decía. Pero repentinamente, la niña dijo.

—Tío... ¿Por qué huyó de ti?

Respiró profundo, la miró de reojo, y dijo.

—¿Quién? — Haru o miró con cara medio enojada, negó. Pierre sonrió. Amaba que su sobrina siempre fuera tan despistada, pero al mismo tiempo tan atenta. Sabía que, incluso si ella no le decía nada, sabía. Así que le dijo— Nos conocemos. Oh, bueno, escuchamos hablar del otro en nuestro negocio. Los críticos nos comparan un montón. Supongo que por eso, prefiere que no lo vean contigo, que es eres mi sobrinita preciosa.

Hubo unos minutos de silencios, en el que ella dirigió su vista afuera. Él temió que ella supiese que le mentía, pero todo cambió cuando ella se abrazó a la ventanilla, y le señaló la pastelería a la que solían ir cuando ella llegaba los pocos verano que había ido a pasea con él. Así que, riendo, frenó, y compraron ambos dos tortas, ya yendo directamente a Troyes sin más paradas.

En el viaje, se fueron contando las nimiedades de la vida, incluso si ya lo habían hecho. Por el mero placer de conversar .

La hora de viaje fue rápidamente porque la buena compañía alivia los viajes.

Por su parte, los demás Chienz estaban mirando a Ricquert, que les describía lo más claramente posible, el tatuaje de dragón mordiéndose la cola, que poseía el intento de secuestrador; y cómo había visto a Reborn tratar de seducir a Haru. Ninguno había escuchado hablar de ninguna famiglia con un dragón, pero... Por algún motivo, la cara de Jacqueline se oscureció muchísimo, y le pidió a Riquert estar cuando le contase todo eso a Pierre.

—¿Y? ¿Qué haremos con Vongola? ¿Te parece que los vayamos a saludar?

—Espero que no sean las órdenes de Pierre, no quiero volver a meterme con ellos—suspiró Riquert, aunque sonriendo, prendiendo un cigarro— De hecho, estaré demasiado viejo, porque no quiero llevar guerra a ningún lado. Quiero paz. Esas palabras se metieron profundo en la conciencia de todos lo que lo escuchaban. Porque era cierto. Unos segundos de su vida antes de Pierre atravesó sus ojos, pero en seguida decidieron que quién tenía las llaves para definir si paz o guerra, y desecharon esos pensamientos negativos.

Así como Haru cuando volvió a salir del auto, y miró el edificio, feliz.

Hacía fácil tres años que no volvía ahí, pero el lugar no había cambiado en lo más mínimo: ni siquiera parecía haber mugre en las paredes que daban al Sena. El alegre murmullo del río seguía dándole frescura al barrio, y el sol calentaba la facha del edificio. Debajo del cual, seguía estando su tan conocida librería, con el logo que caracterizaba a su tío: el perro blanco de tres cabezas con una especie de flor roja en el centro, que se proyectaba desde la luz encendida de dentro. . Ahora que lo pensaba, era un logo extraño. Le hacía acordar a el símbolo que Reborn pedía que tuviesen todas las cosas de Tsuna y sus amigos.

Pero como ese pensamiento le olía, tomó su valija con las dos manos, y la sacó con brío, y entonces, razonó lo que acababa de ver, mirando cómo la librería estaba encendida. Pero... su tío estaba a su lado.

Pierre, al verla tan confundida, empezó a reír, feliz.

—¿Qué pasa, princesa? ¿Hay algo extraño?

Haru lo miró a él, y después a la librería, después a él, y después a la librería, y viceversa otra vez.

Como si quisiera probar que era cierto, lo tomó de la mano, y Pierre muriendo de ternura, le abrió la puerta del local.

—¡Volvimos, Enma!

¿Enma? ¿O Emma?

¿¡Quizás era una novia?

Incrédula, Haru corrió dentro del local, donde no se veía a nadie. Necesitaba conocer a esta "Emma".

Pero lo que salió de entre las gigantescas librerías cargadas, que llegaban al techo no era ninguna futura tía, hermosa y que oliese bien (que Haru ya había empezado a imaginar), sino un chico, escuálido y hasta bajo para su edad, de hombros encorvados y mirada tímida, que salió apurado porque no había escuchado el auto.

El choque fue casi inevitable, ambos chocaron con el otro antes de poder reaccionar, y rebotaron. Él, quedó contra la librería y varios tomos cayeron sobre él. Ella, trastabilló con su cuerpo, y quedó sentada en una pila de libros nuevos.

Cuando por fin los gritos, los gritos, los libros cayendo y todo en general terminó de hacer ruido, quedaron uno o dos segundos de silencio, hasta que la clara risa de Pierre interrumpió todo.

Como si eso les diese energía, ambos se levantaron como impulsados de donde estaban, y nerviosa y torpemente se abalanzaron sobre el otro, casi chocando sus cabezas en eso.

—¿E-Estás bien?

Pierre se apoyó en el marco de la puerta, viendo cómo se hablaban en inintencionado japonés, disculpándose con la intensidad de mil soles. Y era por su posición de espectador que pudo ver cómo se le transformaba la cara a Enma mirando a su sobrina. Y no necesitaba más explicaciones.

Más o menos, por ese momento, Reborn se sintió "seguro". Miraba por trillonésima vez el tren en el que había decidido viajar, y no veía a ninguna cara conocida, ni sentía ninguna presencia hostil. Miraba el horizonte reiteradas veces, alternando con su teléfono. Finalmente, vio lo que esperaba.

Bajó en la estación siguiente, y caminó lo que le faltaba hasta la pequeña mansión donde Timoteo lo esperaba. Reborn había sido llamado por el noveno, para poder hablar de lo que ambos esperaban de futuro de Tsuna.

Pero, ni bien lo vio llegar, supo que había algo más.

Reborn, una vez llegado, fue invitado a sentarse, y a empezar a hablar. Mientras le contaba a Nono, con lujo de detalle todo, desde que había hablado Ryohei, que lo ayudó a recupera su forma adulta, y que había dejado a Tsuna en su fiesta de promoción, a cómo había visto a una persona seguir a Haru desde Japón al aeropuerto de Ámsterdam, y tratar de secuestrarla, a cómo y qué la había salvado.

El noveno quedó en silencio. Cruzó sus diez dedos frente a él, y se reclinó, pensativo.

—¿Estás seguro?

Reborn asintió. Y en seguida, añadió

—Pero no sé qué tipo de relación mantiene. Quizás...

Timoteo negó.

Era la primera vez que Reborn veía esos ojos en el noveno. Eran ojos de... ¿miedo?

—No quiero "quizás". No con ellos — Se levantó, y fue a paso firme hasta un teléfono, discó con una intensidad desconocida para el hitman hasta ese momento. La apariencia e abuelo, que el nono normalmente transmitía, se había ido por completo. Quedó esperando en el teléfono, pero en seguida colgó, y miró a Reborn—¡Pie...! Oh... — la cara del anciano se transformó ligeramente— Lo siento, señor Riquert. ¿está de casualidad su jefe? ... Ya veo... Si. Entiendo. Así haremos. Estaré esperando su llamada.

Colgó. Los ojos vidriosos, y cómo los guardianes se abalanzaron a ayudarlo, parecía que había visto alguna clase de fantasma. Reborn corrió a su lado, con los demás. Tras asegurarle un lugar en la silla, le acercaron sal, y dulces.

—Diles que les prohíbo hablar con ella otra vez. Y que no quiero que confíen en ella. Y diles a nuestros hitmans que se aseguren dónde está ella ahora. No quiero que Tsunayoshi esté en peligro.

Reborn quedó en su lugar, imposibilitado de realizar ninguna acción. Por no quedar de traidor, sacó su teléfono y les envió un mensaje a todos. Lo que más quería era preguntarle a Timoteo "¿por qué?". Pero igualmente, sabía la respuesta. Sabiendo cómo eran los miembros de esa familia, le mandó a Bianchi y a Nana el por qué.

Debía sentarse, mirando cómo Timoteo trataba de comunicarse con alguien.

Ni siquiera podía preguntarle si no exageraba: él no había podido perder contra un hombre que ni siquiera era el más fuerte de la famiglia: no había podido detectarlo. Lo había perdido de vista.

Entendía por qué Nono estaba en código rojo. Sin embrago, en su corazón latía y ardía una llamada de rebeldía.

Lo que había sentido durante el viaje. Era algo que no olvidaría nunca, y no quería renuncia a eso. Y sin embargo....  



Los teléfonos sonaron, despertando a los ahora jóvenes adultos japoneses. El simple mensaje fue como un baldazo de agua fría para la mayoría, pero para Tsuna, fue un puñal en l corazón. 

Necesitaba a Haru ahora. Necesitaba hablarle por ser su mejor amiga. 

¿Por qué? 

Nunca se había sentido peor en su vida. 

Y lo peor, Gokudera a su lado, estaba incluso peor que él. 


♥♥♥

Hola hola~ Perdón por retrasarme ayer, no pude publicar porque  estuve todo el día trabajando y por la noche festejamos nuestro aniversario con mi pareja. 

Espero sepan disculpar, y difrutar de este intenso capítulo. 

See you aga~in desu~

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